Capítulo 3: El abogado del Diablo


— ¿Cuánto tiempo más tendré que estar encerrada en este lugar?

Rukia no estaba contenta, había estado dentro de esa clínica de Atención Mental durante algunos años y estaba harta del lugar. La única ventaja que tenía allí era que Kaien no le estaba dando medicamentos, pero la desventaja era que se había convertido en su pequeño copo de nieve experimental.

Ichigo no quería decirle el famoso "Te lo dije" porque de ninguna manera esa frase sonaría bien dentro de toda esa situación, pero él sabía cómo era Kaien cuando se obsesionaba con algo y lo difícil que era hacerle cambiar de opinión si su curiosidad no estaba saciada.

Y Kaien estaba obsesionado con Rukia y lo que habitaba dentro de ella.

— Estoy trabajando en eso y logré reducir tu sentencia, solo tienes que esperar un par de meses más y estarás libre. — Aclaró Ichigo mientras se sentaba en una de las sillas de la habitación de Rukia tratando de aliviar el dolor de cabeza que le había dejado la discusión previa con Kaien.

Otra ventaja que tenía Rukia era que gracias al dinero que pagaba su padre, ella tenía más comodidades que nadie allí, por lo que Ichigo solía bromear diciendo que estaba en un centro de descanso y relajación.

Debido a la situación en la que se encontraban, abogado-cliente, su relación no podía hacerse pública y tenían que mantener un perfil bajo o Ichigo podría ser eliminado del caso. Ambos eran conscientes de a lo que estaban jugando cuando comenzaron el romance y sabían cómo podría terminar si se descuidaban.

Pero nunca pensaron que las cosas se pondrían tan mal.

— ¿Y si Kaien no me deja ir? ¿Y si miente sobre mi salud y hace que me quede aquí más tiempo? — Las dudas de Rukia eran reales, al igual que la ira y la desesperación en su voz.

— No puede y si lo intenta, buscamos otro médico para que te evalúe. — Ichigo explicó que hizo que Rukia se acercara a él para que se sentara en sus piernas. — No puede negarse o la cosa se pondrá fea, para todos, y eso no le conviene.

— Cuando salga de aquí, lo voy a matar.

El susurro de Rukia, que en ese momento lo abrazaba y se apoyaba en su pecho, lo hizo sonreír. Ichigo también tenía algunos asuntos pendientes con Kaien, además de la discusión que tuvieron en la mañana, y la idea no era tan mala. Solo tenían que encontrar el momento perfecto.


El sexo con Kaien había dejado de ser divertido después de un tiempo, lo que a Rukia le gustaba de esos encuentros era el hecho de que siempre eran tres en la cama y con Kaien era solo, Kaien. Aburrido, sin emociones y sin la misma pasión que Ichigo le mostraba cuando estaban juntos.

Kaien era el juguete de la relación.

Ichigo no quería incluirlo, le había explicado a Rukia cómo era la personalidad de Kaien y que no era una buena idea que Kaien se uniera a ellos, pero Rukia nunca pensó que la situación podría terminar así.

Afortunadamente, Kaien había decidido terminar la relación con ellos cuando concluyó que no podía mezclarse con su objeto de estudio y eso relajó un poco a Rukia, quien temía que Kaien la drogara si no cedía a sus intenciones. Ichigo pensó lo mismo porque en ese momento, Kaien tenía el poder sobre ellos.

— Por la tarde tu hermano vendrá por ti, pequeño Copo de Nieve, y te alejarán de mí. — Kaien le explicó mientras estaban en su oficina. — La ventaja es que tienes que seguir asistiendo a terapia conmigo, así que nos veremos al menos una vez a la semana.

"Va a empezar a estudiarnos en un ambiente semicontrolado. Tenemos que comérnoslo. En su escritorio, cerca de su mano derecha, hay un abrecartas. Lo tomamos y se lo clavamos en el cuello".

La sugerencia de su demonio interno no era tan mala, pero Rukia tenía que tener cuidado o podría terminar en la cárcel. Rukia interiormente negó con la cabeza ante esa idea y el demonio gruñó enojado.

Kaien debió notar la forma en que ella miró el abrecartas porque inmediatamente lo guardó dentro de un cajón de su escritorio.

Kaien se había convertido en su psicólogo principal desde que ella tenía 16 años, luego de que su padre cambiara de terapeuta porque el anterior la había declarado esquizofrénica y quería una segunda opinión médica.

En ese entonces, ella no hubiera imaginado que Kaien e Ichigo se conocían, mucho menos que Kaien sería un asistente en esos festines o que los tres compartirían una cama.

Todo había sido tan fortuito, que por un tiempo ella pensó que entre Kaien e Ichigo habían planeado cazarla. Ichigo le juró, sobre su alma inexistente, que nunca había hecho tal cosa y, aunque el placer de cazarla había sido delicioso, no sabía que ella era paciente de Kaien.

Rukia decidió creerle, el tema nunca más se volvió a mencionar e Ichigo le reafirmó lo importante que era la relación para él.

— Tendremos una trabajadora social y un policía vigilando las sesiones.

— Se quedarán afuera, no pueden violar la privacidad médico-paciente, así que no te asustes porque podremos hablar libremente.

"En conclusión, no podemos matarlo en la oficina. Tal vez tiene miedo de que lo lastimemos o le hagamos daño y por eso escondió el abrecartas. Nos conoce demasiado bien".

La charla se convirtió en una última sesión para que pudiera seguir estudiándola, como si fuera un maldito conejillo de indias, y no la dejó ir hasta estar satisfecho con la información que había obtenido de ella.

Antes de salir de la oficina de Kaien, Rukia pudo leer un manuscrito que tenía por título "Esquizofrenia y demonología. ¿Existe alguna relación o es todo producto de la mente humana?" Y la voz dentro de su cabeza prometió hacerle conocer a Kaien al mismo diablo en persona.

"El jefe de Ichigo no va a estar contento con esa visita". — Rukia pensó para sí misma cuando la voz en su cabeza hizo esa declaración.

Por la tarde, tal como había dicho Kaien, su hermano e Ichigo estaban allí.

Ichigo se encargó de los últimos trámites con respecto a su liberación y solo se fueron del lugar después de que Kaien se despidió de ellos y les hizo saber que Rukia tendría su primera sesión de control terapéutico la semana siguiente. También les recordó que ella no podía salir del país.

"No nos va a dejar solos hasta que obtenga todo lo que quiere de nosotros y publique su libro".


Después de su liberación, Rukia tenía mucho tiempo libre y, aunque vivía sola en un departamento bastante agradable en una zona bastante exclusiva, su padre la obligó a regresar a la casa principal para vigilarla. Eso fue un problema porque no podía salir de su casa a voluntad y eso arruinó sus planes.

Ichigo llegó una mañana a recogerla y su padre apareció ante él y le preguntó cuáles eran las intenciones con Rukia, como si fueran una pareja de adolescentes que tuvieran que pedir permiso para salir.

Esa situación fue lo más incómodo que pudo haber pasado.

Si no fuera por las garantías de Ichigo de que solo iban a salir a tomar un café, además del hecho de que se había ganado la confianza de la familia al asegurar la liberación rápida de Rukia, no los habrían dejado salir de la casa principal.

— Han pasado años desde la última vez que tuve que pedir permiso al padre de una mujer con la que estoy saliendo. Es ridículo, eres mía. ¿Qué sigue, pedir permiso para que podamos salir libremente?

— Y dame un anillo de compromiso.

Rukia dijo eso en broma, mirando su mano, específicamente el dedo respectivo donde iba el anillo de compromiso y se echó a reír.

Ella conocía la posición de Ichigo sobre el matrimonio.

Él había estado casado antes y el divorcio había sido un tanto caótico porque su ex esposa peleó por la custodia de su hijo y con ello, una manutención mensual alta porque el acuerdo prenupcial dictaba que, en caso de divorcio, ella se iría con solo con lo que vino.

Ichigo puso la casa a nombre de su hijo para que su ex mujer no pudiera venderla y se estableció una cuota mensual para sufragar los gastos del niño y la madre.

La única condición que puso Ichigo para terminar con todo ese proceso de divorcio que se había vuelto ridículamente largo por culpa de su ex esposa, fue que Orihime no debería tener ningún tipo de relación amorosa o sexual con ningún hombre o mujer mientras su hijo fuera menor de edad.

Orihime lo aceptó porque la pensión alimenticia mensual ofrecida por Ichigo era exageradamente generosa.

Todo terminó mal porque Ichigo era el Abogado del Diablo y Orihime cometió el error de mostrarse en público con un médico.

Tan pronto como Ichigo se enteró, se encargó de hacerle conocer el infierno en un sentido muy literal porque Orihime terminó encerrada en un manicomio bastante lejos de allí, medicada de por vida y con visitas restringidas solo a su hermano.

— ¿Y qué más, conejito? ¿Tú también vas a querer que te dé hijos, una casa y un gato? — preguntó Ichigo con una pequeña dosis de humor.

Rukia no respondió hasta que ambos estuvieron dentro del auto, como si estuviera pensando cuidadosamente en su respuesta.

— Quiero dos hijos, una casa con un gran jardín y un gato negro.

Ichigo solo se rió y sacudió la cabeza levemente antes de darle un beso. No respondió nada más y ambos se dirigieron a una cafetería cercana a tomar un café.


"Mátalo. Mátalo. Mátalo. Mátalo".

La voz en su cabeza seguía repitiendo la misma oración mientras Kaien se sentaba en un sillón a su lado y trataba de hacer que el demonio dentro de ella dijera algo interesante. Rukia sabía que si hacía lo que Kaien quería, dejar que el demonio hablara por su boca, todo terminaría en una masacre.

Lo último que ella deseaba era que la encerraran de nuevo.

— ¿Podemos terminar la sesión de hoy ahora? — Preguntó Rukia, cuya mano tenía ese leve temblor que mostraba la lucha interna que tenía con su propio demonio por no ceder el control de su cuerpo a este. - Me siento agotada.

— Puedes irte, pequeño Copo de nieve, nos vemos en el festín del sábado.

- No voy a ir. No estoy de humor para un festín. — Mintió, porque lo único que quería era darle algo a su demonio interior para que se calmara.

— Pero deberías ir, insisto. — Kaien caminó hacia ella y le dio un pequeño beso en los labios que enfureció a Rukia. Él había perdido esos privilegios cuando dejó la relación y comenzó a usarla a ella como su experimento casero. — Quiero ver cómo te comportas en un festín.

— Ya lo has visto antes.

Rukia lo empujó y se levantó de su asiento. No quería que él la tocara, el deseo por él se había ido y la única forma en que lo recuperaría sería si él fuera el banquete principal del festín.

"Vamos a comérnoslo. Después de todo, es un festín".

— Pero yo no sabía antes lo que sé ahora. Es una pena que no recuerdes nada de lo que pasó cuando eras una niña o podría investigar con mayor certeza cómo terminó un demonio dentro de ti.

— Es un misterio que nunca descubriremos. — Rukia susurró y la voz en su cabeza solo se rió de esa respuesta. — Hasta la próxima sesión, Kaien.

Rukia salió de la oficina de Kaien y vio al policía y a la trabajadora social, quienes siempre estaban ahí y velaban por el cumplimiento de sus terapias; le hicieron algunas preguntas que ella respondió con facilidad y salió del edificio solo para darse cuenta de que Ichigo la estaba esperando afuera, con el teléfono en la mano.

— Saliste antes. — Ichigo abrió la puerta del auto del lado del pasajero para que entrara Rukia. — Iba a llamarte.

— Pensé que tenías trabajo que hacer. — Rukia le dio un breve beso en los labios a modo de saludo y subió al auto. Ichigo cerró la puerta y entró al vehículo por el otro lado. — No pensé que te vería esta semana.

— Lo tenía pero también terminé antes. — Ichigo buscó algo en los asientos traseros del auto con una mano y cuando lo encontró, le entregó una caja con algunos agujeros y un lazo rojo muy grande a Rukia. — Un regalo para que te acompañe cuando tenga que salir.

— ¿Un regalo para que me acompañe?

Rukia se quedó mirando la caja con agujeros, la sacudió un poco y un pequeño maullido salió del interior. Rukia entró en pánico e inmediatamente abrió la caja solo para encontrar un pequeño gato negro, completamente negro y esponjoso, que puso sus pequeñas patas en el borde de la caja y comenzó a maullar.

"Él te va a proponer matrimonio".

- ¡Es hermoso! — Rukia tomó al pequeño gatito, ignorando la voz en su cabeza porque en realidad nunca había pensado en que Ichigo le propusiera matrimonio, e Ichigo dejó la caja a un lado.

- ¿Cuándo te vas?

— Después de la fiesta. — Respondió Ichigo antes de encender el auto para que ambos salieran de allí. — ¿Mi apartamento o tu casa?

- Mi casa.

Rukia acomodó al gatito en su regazo y comenzó a acariciarlo con la mano mientras Ichigo se dirigía a su casa. Se sentía agotada por la sesión con Kaien y lo único que quería era tomar una aspirina.

— Ichigo, lo que dije sobre el anillo...

Rukia no sabía cómo sacar ese tema. Esa vez solo había sido producto del momento y no quería obligar a Ichigo a estar con ella de esa manera. Además, no habían hablado de ese tema en específico más allá de la vez que él le contó sobre su divorcio y todo lo que pasó.

— ¿Quieres que te haga una propuesta? — preguntó Ichigo con voz curiosa mientras se detenía en un semáforo en rojo. Rukia no sabía qué decir. — Si te hago una propuesta, ¿la aceptarías? Siempre puedes decir "no" y podemos seguir con la relación como está, pero quiero saber si tengo que comprar el anillo o no.

— Es sólo un pedazo de papel. — susurró Rukia, pero la idea de casarse con él le vino a la mente demasiado rápido.

— Es un contrato, como el que firmamos cuando empezamos la relación. — susurró Ichigo después de pasar la puerta de entrada de la casa de Rukia. — Técnicamente estamos casados, por si no te habías dado cuenta, solo que no hubo fiesta, nos saltamos todo el protocolo familiar y aún no usas mi apellido.

Rukia entrecerró los ojos hacia él mientras acariciaba al gatito del mal. Ichigo estacionó el carro en el camino de entrada con una leve sonrisa en sus labios.

— Me niego a aceptar que llevo ocho años estando casada contigo. — Rukia abrió la puerta para bajar, pero no lo hizo. — Mientras mi apellido sea Kuchiki, estoy soltera. Así que cuando vuelvas de tu viaje espero que me des mi anillo de compromiso, y quiero que sea de diamantes.

— Sabía que un conejito como tú era bastante caro.

Ichigo la besó como solía hacerlo antes de dejarla salir del auto con ese tipo de besos que le daban hambre.


Toda la semana, Rukia había estado pensando en cómo deshacerse de Kaien porque ya no tenía la intención de tolerar que la usara como su conejillo de indias o que siguiera chantajeándola con que si no cooperaba, la volvería a encerrar en el Centro de Atención Mental y la medicaría para estudiar los efectos de los narcóticos en las entidades demoníacas.

Eso era excesivo y había sido el motivo de una de las muchas peleas entre Ichigo y Kaien cuando Rukia se lo contó a Ichigo.

Sin embargo, ambos sabían que Kaien tenía el poder para hacerlo, y cambiar de terapeuta no era factible porque no muchos querrían tratar a la asesina más famosa de la última década, que ni siquiera cumplió la condena impuesta por su crimen, sin sentir el deber moral de llenarla de pastillas o enviarla directamente a un manicomio.

Cuando Ichigo fue a buscarla en la mañana para que ambos fueran a la ciudad donde sería el festín, Rukia ya había llegado a una conclusión importante sobre qué hacer e Ichigo terminó de darle forma a esa idea.

Los festines eran en una gran mansión y nadie llegaba directamente al lugar sin hacer algunas paradas, por lo que perderse en el camino no sería tan sospechoso.

Después del festín, que fue tan placentero como siempre, Rukia se acercó a Kaien y le pidió una "última vez".

— Era divertido cuando los tres estábamos en la cama, dame el gusto y te cuento lo que recordé del ritual. — susurró Rukia como una forma de convencer a Kaien, quien estaba ansioso por conocer esos detalles.

— Ni siquiera me lo ha dicho a mí y ha estado en eso todo el día, ahora me siento celoso. — comentó Ichigo, poniendo una mano sobre el hombro de Kaien en una actitud relajada que era tan falsa como el deseo de Rukia de llevar a Kaien a la cama.

— Es que el Terapeuta tiene algo que usted no tiene, señor Abogado.

Ichigo puso los ojos en blanco bajo la máscara que se vieron obligados a usar y fingió indignación haciendo reír a Kaien.

— Solo di que sí, yo también quiero saber los detalles.

— Solo porque es imposible decirte que no, pequeño Copo de nieve.

Rukia sonrió como una niña emocionada, tomó a ambos de la mano y salieron del salón de fiestas en donde algunos invitados comenzaban a perder la ropa bajo los efectos de algún narcótico que les habían servido durante la cena.

Subieron las escaleras a una de las habitaciones que estaban preparadas para aquellos invitados que querían más privacidad y Rukia cerró la puerta por dentro.

Rukia dejó que Kaien la besara, ella fue quien lo llevó a la cama y lo hizo acostarse sobre su propia espalda antes de subirse encima de él. La ropa de Rukia aún estaba en su lugar cuando se acomodó sobre Kaien, a quien le abrió la ropa y le dejó pequeños besos en el pecho, siguiendo uno de los juegos previos que tuvieron antes mientras Kaien comenzaba a acariciarle las piernas.

Ichigo se sirvió un vaso de licor negro, tomó un sorbo de su bebida y se subió a la cama, se paró detrás de Rukia y la obligó a levantar la cabeza para dejar que el licor que tenía en la boca goteara en la boca de Rukia.

Ella lo bebió en ese momento y allí, en una escena que se volvió demasiada erótica porque todos todavía estaban completamente vestidos, Kaien comenzó a intentar quitarle la ropa a Rukia.

Lo que pasó después fue algo que no hay forma de explicar porque fueron varias cosas a la vez, pero todas terminaron con la muerte de Kaien gracias a un puñal que se filtró entre sus costillas y llegó hasta su corazón.

Rukia le dio a Kaien un último beso y se bajó ajustando el vestido que se había desajustado durante la lucha de Kaien por salvar su propia vida.

Ichigo, que se había levantado de la cama antes y se bebió el resto del licor que quedaba en el vaso, le entregó a Rukia un pañuelo para limpiarse la sangre de la mano pero el demonio dentro de ella pidió probar la sangre de Kaien antes de que se quitara la evidencia.

— Mi jefe está contento. — comentó Ichigo después de servirle a Rukia un vaso de licor para que bebiera. — Pide tu deseo, Conejito, y vámonos de aquí.

Rukia lo hizo, pidió su deseo y se deshizo del demonio dentro de ella porque había completado el ritual fallido de su tío. Ningún demonio se rehusaba a una orden directa del Jefe y ella no podía comenzar su nueva vida compartiendo su cuerpo con ese demonio adicto a matar, porque si bien era divertido, tenía otros planes que no lo incluían.

Además, si quería hablar con su demonio, siempre había formas como las que usaba Ichigo para hablar con su jefe.

— ¿Quieres ir a tomar una copa? Hay un bar excelente en el pueblo vecino. — preguntó Ichigo mientras arrancaba el auto para salir del lugar.

El anfitrión de la fiesta se desharía del cadáver, Ichigo se había asegurado de eso, así que él y Rukia salieron de allí y regresaron a la ciudad vecina porque nadie podía relacionarlos con la muerte de Kaien.

- ¡Por supuesto! Tenemos que celebrar que solo soy yo.

Ichigo tomó el camino y Rukia suspiró con una sonrisa en los labios porque la libertad se sentía demasiado bien.


Notas:

Este autor agradece a todos los que leyeron esta vieja historia. Responderé algunas preguntas aquí, en este cuadro, en caso de que mi escritura no haya sido buena.

- Sí, había un demonio dentro de Rukia. El ritual de su tío falló porque se interrumpió en medio del mismo, entonces lo que estaba invocando entró en Rukia porque ella era pura.

- Kaien e Ichigo se conocen, son familia. Kaien llevó a Ichigo a los festines por primera vez. En los festines se come carne humana, por lo que el demonio interior de Rukia estaba feliz de asistir.

- Ichigo estaba en la misma secta que el tío de Rukia, consiguió lo que quería y cambió de asociados. Ichigo estaba allí cuando Rukia iba a ser sacrificada, él aún era joven cuando vendió su alma al diablo.

- El demonio interior de Rukia la cuidaba porque ella era el enlace con el mundo humano, no le convenía que Rukia muriera o fuera encerrada. Y sí, el demonio interior de Rukia a veces controla su cuerpo.

Creo que eso es todo. ¡Gracias a todos!