Un juego inocente aumenta la temperatura y Ray se ve en la necesidad de brindar consejo... resulta exactamente tan incómodo como se oye.
Here We Go...
La cueva estaba silenciosa esa tarde, en la sala solo estaban Charlotte sentada detrás del panel de control y Henry desparramado en el sillón. Completamente aburrido.
No había emergencia ni crimen que resolver. La chica ya había revisado cualquier cosa relacionada al trabajo y ahora estaba aprovechando la tranquilidad que la rodeaba para hacer su tarea, podía oírse el sonido de la mina del lápiz raspando sobre papel y el rosar de hojas. Henry estaba acostado sobre el sillón, boca abajo, con uno de sus brazos colgando a un lado tocando el suelo y el rostro aplastado contra la superficie blanda del sillón.
Fue la enésima vez que oyó el ruido de una hoja siendo dada vuelta que suspiró y cambió de posición, sentándose.
—Chaaaar... —llamó.
Su amiga solo hizo un sonido con la garganta indicándole que lo había oído pero no levantó su vista hacia él.
—Chaaaar —insistió su amigo.
La chica suspiró pero no alzó la mirada.
—¿Qué?
—Estoy aburrido —se quejó su amigo.
Henry echó la cabeza hacia atrás sobre el respaldo del sillón, observándola de reojo.
—Busca algo con que des-aburrirte —sugirió con voz neutral.
—Pero aquí no hay nada —continuó quejándose su amigo.
—¿Creo recordar que tenemos tarea de física? —mencionó distraída.
Henry resopló con descontento.
—Eso me va a aburrir más... ¿Y si jugamos con los láser?
Pero su amiga no le prestó atención, había dejado de oírlo, concentrada en terminar su tarea.
Al no recibir respuesta, Henry volvió a gimotear interrumpiendo el agradable -para la chica- silencio. Charlotte exhaló frustrada y molesta, bajó el lápiz y sin girarse a mirarlo, habló.
—¿Por qué no vas con Jasper? Esta arriba, ve a fastidiarlo a él.
—No quiero ir arriba —dijo cerrando los ojos.
Charlotte chasqueó la lengua exasperada y regresó a terminar lo que estaba haciendo.
—Entonces vuelve a dormir, te despertaré si ocurre algo.
Pero a Henry no lo conformó esa respuesta y abrió los ojos de nuevo, posandolos en su amiga. Charlotte estaba de espaldas a él, ocupada resolviendo ecuaciones de física. Se notaba muy concentrada y no teniendo nada mejor que hacer, se levantó del sillón y caminó hacia ella casi arrastrando los pies.
Charlotte lo escuchó levantarse y caminar pero teniéndolo a sus espaldas no sabía a dónde se dirigía. Pensó que tal vez al final si se iría arriba con Jasper y la dejaría que terminara su tarea en paz, así que la voz en su oído la sobresaltó.
—¿Qué es eso?
—¡Ahh!
Su cercanía la tomó por sorpresa y la hizo arrojar el lápiz y casi saltar de la silla. Su reacción le sacó una risita al chico, que tuvo que dar varios pasos hacia atrás porque su amiga, molesta por haber sido ridiculizada, se dio la vuelta y lo empujó con ambas manos por el pecho para alejarlo de ella.
Lejos de molestarse, Henry siguió riendo entre dientes por el frunce de su nariz y el entrecejo.
—Molesta te ves adorable —se atrevió a mencionar.
Ella entrecerró los ojos.
—Ah ¿Si?
Sin previo aviso, ella se arrojó sobre él pero su amigo fue más rápido y la sujetó de las muñecas, evitando que ella se le acercara más. Charlotte forcejeó para soltarse, inútilmente porque Henry era más fuerte.
El chico la contuvo mientras se retorcía con molestia, esbozando una media sonrisa. Esto le estaba quitando el aburrimiento. Ese gesto molestó a la joven que se detuvo y resopló frustrada por no poder safarse de su agarre.
Entonces lo miró y tuvo una idea. Su expresión de molestia se transformó en una sonrisa ladina que borró el gesto de los labios de Henry, quien la observó curioso y confundido.
—¿...Char?
De súbito, en lugar de forcejear para soltarse, tiró de sus brazos hacia ella, provocando que su amigo se fuera hacia adelante con una exclamación de sorpresa.
Henry tuvo que soltarla forzosamente si no quería caer sobre ella y enviarlos a los dos al suelo y para recuperar el equilibrio, y su amiga aprovechó para atacar.
Fue una fracción de segundo lo que le tomó a Henry descifrar el brillo astuto en los ojos de su amiga y trató de detenerla.
—Char, no se te —pero antes de que pudiera terminar de advertirle, ella se abalanzó hacia él.
Sus manos se dirigieron a ambos lados de su caja torácica, moviéndose arriba y abajo de su cintura debajo de su camisa. Henry empezó a retorcerse, riendo contra su voluntad, o así se lo dejó saber entre risas.
Pero no se dejó vencer así nada más. Contraatacó, dirigiendo sus propias manos hacia los costados desprotegidos de su amiga, sabiendo muy bien lo cosquilluda que era en esa zona también.
—¡Eso no se vale! —chilló la chica, ahora luchando contra sus propias risas involuntarias.
—¡En la guerra se vale todo! —se defendió su amigo con una sonrisa presumida.
Empezaron una batalla de cosquillas que los llevó a desplazarse de los monitores hacia el sillón sin que ninguno de los dos se diera cuenta de que lo hacían. En un momento, las piernas de Henry chocaron contra el borde del sillón y el cayó sobre este de espaldas con una exclamación de sorpresa mezclándose con sus risas. Ahora más vulnerable a sus ataques, Charlotte no perdió el tiempo y se echó sobre él para sentarse a horcajadas y continuar moviendo sus manos hacia arriba y hacia abajo, riendo sobre un sorprendido y avergonzado Henry.
La sonrisa de su amigo vaciló y el trató de empujarla de sobre si pero ella resistió su empujón y prevaleció, redoblando sus esfuerzos por hacerle cosquillas, introduciendo sus manos por debajo de la camiseta, sus manos haciendo contacto directo con su tonificado abdomen, aprovechando que su amigo se había paralizado por un momento.
Lo que ella no entendió al principio fue que fue su tacto lo que lo hizo frenar en seco sus movimientos de resistencia. Debajo de ella, Henry ahogó un gruñido cuando sintió sus manos en contacto directo con su estómago. Su cuerpo entero aumentó la temperatura y sus mejillas se sonrojaron de súbito.
Charlotte a veces no era consciente de su propia belleza ni del efecto que podía tener en los chicos. Él lo había notado, era imposible no hacerlo, ver que sus rasgos faciales se habían afilado y que sus curvas se habían acentuado hasta darle una figura de reloj de arena no muy marcada pero detectable. Como su amigo ese pensamiento de que era bonita nunca había pasado más de ser un pensamiento fugaz cuando la veía vestida de forma especial para alguna ocasión, pero ahora que ella estaba a horcajadas sobre él, con sus manos acariciándole el abdomen, esos pensamientos regresaron todos juntos y de la peor manera.
En lugar de resistirse como era debido, la dejó continuar, haciendo a un lado la idea de que debería detenerla porque era su amiga y no debía estar pensando así de ella. Él mismo había dicho que ella no le gustaba así... Claro, antes de sentir sus caricias y su cuerpo contra él de esa manera.
Y ahora había descubierto que era una sensación agradable.
Dándose cuenta de que Henry había dejado de resistirse y moverse, Charlotte se detuvo y lo miró curiosa.
—¿Henry? ¿Está todo bien?
El chico tenía los ojos cerrados, no supo cuando los cerró, y sus mejillas estaban encendidas. Los abrió despacio, observándola. Sus pupilas estaban dilatadas y eso llamó la atención de su amiga.
Su rostro no estaba muy cerca, solo lo miraba desde su posición elevada, todavía con sus manos bajo su camiseta. Su cabello rizado estaba revuelto, cayendo salvajemente alrededor de su rostro, lucía agitada y desaliñada, una vista que se le hizo adorable e irresistible.
No lo pensó mucho, había dejado de pensar claramente en el momento en el que ella lo atrapó bajo su cuerpo. Alzó un brazo hacia ella y utilizó su mano para sujetarla de la parte posterior de su cabeza, enredando sus dedos en sus rulos y tirando hacia abajo para acercar su rostro al suyo.
Charlotte dio un chillido de sorpresa que fue ahogado por la boca de su amigo, que ahora estaba siendo presionada contra la suya, y aprovechando su repentino desconcierto, Henry pasó su otro brazo por alrededor de su cintura para que cayera plana sobre él y así poder maniobrarla y girarla hábilmente para cambiar posiciones y así quedar arriba.
En el fondo de su mente, Charlotte se recordó que esto estaba mal porque eran amigos solamente pero ya había cerrado los ojos y empezado a corresponder el beso, sus manos acariciando su abdomen de forma suave y cariñosa en lugar de juguetona como momentos antes.
A decir verdad, su amigo tenía un físico agradable y besaba muy bien, ahora entendía porque tantas chicas querían besarlo...
Las manos de Henry se dirigieron a su cintura, colándose debajo de su blusa con agilidad. La sintió estremecer con su toque y sonrió de orgullo contra su boca, sintiendo como sus manos más pequeñas dejaban su estómago para ocuparse de quitarle la camisa, así que después de ayudarla, él hizo lo mismo y empezó a desabrochar su blusa después que ella se deshizo de su camisa para empezar a quitarle la camiseta debajo.
—¡Esto no es un hotel!
Al sonido de aquella voz, ambos adolescentes se separaron de inmediato. Henry quiso saltar del sillón, bajándose la camiseta que su amiga había empezado a subir para quitársela, pero perdió el equilibrio y cayó de lado al suelo, gruñendo de dolor antes de enderezarse rápidamente. La chica se sentó en el sillón, abrochandose la blusa rápidamente con movimientos torpes, mirando avergonzada al suelo. Por el rabillo del ojo notó a su amigo agacharse para recoger su camisa que ella había arrojado al suelo.
Henry se volvió a poner la camisa, luego alzó la mirada apenada hacia el adulto. Ray estaba detrás del sillón, con las manos en la cintura y una mirada de regaño aunque con las mejillas ligeramente coloradas por haberlos encontrado en esa embarazosa situación.
Aunque era algo que Ray se había visto venir, no era algo que esperara tener que ver con sus propios ojos, menos en su propia cueva.
—Esto no me lo esperaba, de ninguno de los dos —empezó, mirando de uno a otro.
Los chicos hablaron al mismo tiempo, tratando de defenderse y explicarse.
—Es que...
—Estábamos jugando y...
Ray bufó una risa burlona e incrédula.
—Eso no me pareció para nada un juego, jovencita.
Charlotte apretó los labios, agitada porque ella estaba por explicarle lo de la batalla de cosquillas que lo empezó todo. Henry, avergonzado y sintiéndose culpable, salió en su ayuda.
—Todo lo que estábamos haciendo fue...
—Ahórrate los detalles, suficiente tengo con lo que ya vi —lo detuvo el adulto con un ademán.
Los dos adolescentes miraron hacia abajo, cada vez más incómodos, y Ray los miró por un par de segundos más antes de suspirar y relajar su postura.
Ni siquiera imaginó que algún día tendría que hablar de esto con ellos. Siempre pensó que los padres de Henry los atraparían en su sofá en la sala de su casa, y no él en su sillón en la Cueva, pero de seguro no les importaba mucho el entorno en cuanto estuvieran solos... no era como si los adolescentes pudieran controlar cuándo sus hormonas iban a entrar en acción, ¿verdad?
Era su deber, como mentor de Henry y figura paterna de Charlotte.
Caminó hacia el panel de control y se sentó en la silla, inclinándose hacia adelante, cruzando las manos frente a él sobre su regazo.
Está bien, él podría hacer esto, no debería ser tan difícil.
—Oigan —llamó con su voz gruesa pero con tono suave.
Henry y Charlotte levantaron sus miradas hacia él, observándolo mientras luchaba con lo que quería decir.
—Entiendo que estos... impulsos, son fuertes y algo común a su edad, y más cuando están solos ...
Los dos amigos intercambiaron miradas de confusión. Luego recordaron lo que habían hecho el uno con el otro y rápidamente miraron hacia otro lado.
—Y me imagino que no debe ser fácil para ustedes dos detenerlos así nada más, pero deben tener más cuidado con el dónde y el cuándo se entregan a ellos.
En esa última frase, Henry volvió la cabeza hacia su dirección y frunció el ceño con una expresión de horror.
Charlotte también se dio cuenta de a dónde iba Ray con ésta conversación y sintió que su piel se sonrojaba de vergüenza.
Cerró los ojos y tragó saliva.
—Ray, por favor, no... La charla ahora no...
—Se que es un tema incómodo de tratar con un adulto pero lo hago porque me preocupo por ustedes —se defendió Ray—. Si piensan iniciar una relación, tienen que tomar todas las medidas para cuidarse y...
—¡No, Ray, no estamos en una relación! —corrigió la chica, desesperada poniéndose de pie.
Ray les envió una mirada incrédula.
—Lo que pasó... Lo que viste... —Charlotte balbuceó incapaz de explicarse debido al impacto de la situación.
Resopló frustrada y molesta y codeó a Henry a su lado, quien había cerrado la boca.
—¡Ayúdame, tu empezaste! ¡Yo solo estaba tratando de hacer mi tarea!—lo acusó la chica.
—¡Tú empezaste con las cosquillas, y luego cuando te besé, no me detuviste! —rebatió Henry.
El adulto sacudió la cabeza porque a su mente volvieron esos segundos antes de interrumpirlos y no iba a poder dormir sin tener pesadillas.
—Miren —alzó la voz sobre los dos adolescentes que habían empezado a discutir sobre quien había tenido la culpa realmente—. Así solo se trate de amistad con derecho, tienen que cuidarse para no hacer algo de lo que luego se arrepientan.
Los dos jóvenes hicieron expresiones de indignación y quisieron explicarse al mismo tiempo, pero de sus bocas solo salieron balbuceos sin sentido de lo consternados que estaban.
—Y por favor, si quieren hacer algo así de nuevo, que no sea aquí, esperen a llegar a... Tu cuarto, al menos —concluyó, dirigiéndose a Henry—. ¿Qué tal si en vez de mí, era Piper quien los pescaba infraganti?
El chico se puso tan rojo como su traje de solo imaginar ese escenario, y tan aturdido por la situación solo atinó a cerrar la boca y asentir mientras su amiga hundía su rostro entre sus manos, completamente avergonzada.
Satisfecho, Ray se levantó del asiento y se dirigió hacia la puerta secreta, pero antes de cruzar, se volvió hacia el par de amigos con una última advertencia.
—Y no olviden usar protección porque soy muy joven para ser abuelo ¿Entendieron?
Lo último que oyó fue a Henry exclamando "¡Ray!" con un tono de pena mezclado con indignación, y a Charlotte chillar contra sus manos en irritación y vergüenza.
xD eso fue todo, see ya!
H. C.
