En un principio Anya no se habia percatado, pero luego se dio cuenta que Damian siempre estaba ahi: Protegiendola, defiendendola, animandola.

¿Por que parecia estar en el lugar justo y en el momento correcto?

Y lo supo un dia. Este debia ser: ¡El poder de la amistad!

Encontrandose cuando mas lo necesitaba. Damian estaba ahi.

Podía negar que eran amigos, pero el poder de la amistad era asombroso.

Como justo ahora cuando sus cordones se desataron y se tropieza al borde la escalera.

Cae.

Pero no en la fría estructura. Un brazo la rodea fuertemente mientras el otro esta en la baranda soportando su peso.

Anya lo sabe sin tener que leer sus pensamientos.

Era Segundo.

Levanta la cabeza y posa sus ojos verdes en los preocupados de él.

-¡Ten cuidado, tonta! -le grita. Su mano sigue sujentandola, su respiración es agitada.

Había corrido hacia ella, en el momento que la vio tambalearse.

"¿Esta herida?" "¿Esta bien?"

Sus ojos la escudriñaban en busca de posibles lesiones.

Sus mirada no se aparta de ella. Su mano que la sostiene, esta temblando.

-Estoy bien -dijo Anya tratando de tranquilizarlo mientras sonreía inocentemente-Gracias.

En el momento en que le agradecio. Damian desvió la mirada mientras levantaba el mentón.

-Claro que estas bien -dijo soberbiamente- porque estaba ahí -mientras no se atrevía a mirarla a los ojos. Esperando no pensar en lo que pudo haber sucedido.

"Pero si no hubiera llegado a tiempo, yo... yo..."

Pero aun asi no podía evitar tener esa clase de pensamientos y mirarla a sus hermosos ojos.

"Si te pasa algo..."

-¿Si me pasa algo? -pregunto al leerle sus penaamientos.

Su rostro enrojeció. No pudiendo creer que lo dijo en voz alta. (Pero no fue asi)

-¡Si te pasa algo es por tonta! -gritó. Pero aun no la soltó.

"Si te pasa algo..."

Y en ese lugar, lo confeso, solo en la intimidad de sus pensamientos, los cuales Anya oyó.

-¡Así que ten mas cuidado porque lo necesitas! -la levanto y se levantó-Vamos a la enfermería -dándole la espalda y aun tomandola de la muñeca la llevaba, mientras su piel quemaba como mil soles.

Si la forma en como la miraba le hacia sospechar algo, sus pensamientos lo delataron todo.

Y Anya con la mejillas sonrojadas solo podia pensar que todo este tiempo, fue el poder del amor.

Y no de la amistad.