Aquel que porte el cofre de la oscuridad eterna será el que obtenga el mayor deseo que ha deseado el humano; la inmortalidad

— ¡¿En serio?! ¿Un cofre hace eso, abuelo? —gritó incrédulo un niño sentado frente a los pies de su abuelo junto a sus hermanos.

El mayor gruñó debido al grito ruidoso de su nieto menor que aturdió levemente sus oídos.

— Así es —asintió acomodándose en el cojín en que estaba sentado al igual que todos sus nietos dentro del dojo. Dado que hacía calor dejó la puerta abierta permitiéndole la vista a un no tan grande patio que estaba detrás de los infantes y que por ello no veían, al estar de espaldas.

Sacudió con fuerza el abanico en su rostro. Tal vez un abanico de papel no era lo mejor para soportar el insoportable calor del verano que transcurría esos días, pero era lo que tenía a mano. Esperaba que el invierno llegase pronto, suspiró ante de volver su atención a sus nietos.

— Eso no puede ser posible, abuelito —negó su única nieta sacudiendo la cabeza haciendo mover sus trenzas al rebotar en sus rodillas—. Para empezar, ¿por qué un cofre?

El mayor suspiró y pensó: «"Está juventud olvida que para llegar al presente siempre tiene que haber un pasado detrás."»

— Porque en el se selló el mal que había tras la creación del mundo.

— ¿Mal? —repitieron embelesados y con sincronía inclinaron sus cabezas a un lado.

— ¿Por qué sus padres los dejaron conmigo? —se quejó en voz baja cruzando sus brazos, refunfuñando entre dientes. El no quería pero eso no le impidió a su hijo y su esposa el traerlos a su templo. Y se suponía que había sido el líder de la isla, ¡ja! Su palabra no era tomada en cuenta solo por dejar su puesto. ¿Dónde quedaba el respecto que se merecía?—. ¿Si quieren oír la historia o no?

Los tres infantes de inmediato asintieron—. ¡Si, si! ¡Queremos! ¡Cuéntala!

— No es que sepa mucho o no. Incluso lo que les contaré puede no ser cierto o tal vez ni pasó así. Sólo digo lo que mí padre me dijo y a lo que su vez su padre le dijo y su padre le dijo a lo que su vez su padre le dijo y su padre le dijo y que su tío abuelo le dijo y que su h-

— ¡Ya, ya! ¡Entendemos, es una historia muy vieja! —gritó el menor al impacientarse cansado de escuchar tantas generaciones.

— ¡Si! ¡Como él! —gritó riéndose la niña señalándolo.

«Bam», «Bam», «Bam»

— Ahora, continuaré. El que interrumpa tendrá el doble que Ocho —advirtió sereno aunque con una vena sobresaltándole en la mandíbula mientras trataba de echarse aire de manera casi nula ante el abanico roto—. ¿Entendido?

— S-si —contestaron los varones sudando mientras "Ocho" sorbía sus moscos evitando hacer ruido mientras tres bultos humeaban en la parte superior de su cabeza.

Sus hermanos tragaron saliva, no querían ser el siguiente.

El mayor suspiró.

— Como dije; en el está sellado el que mal nació después de haberse creado el mundo. Un hombre no puede ser humano sin tener al menos un pecado.

— ¿Pecado? ¿Eso es malo? —cuestionó temeroso el mayor, no quería interrumpir pero no entendía.

Su abuelo se llevó la mano, pensado en un ejemplo hasta que:— Ser egoísta al no querer compartir algo que tienes con tu hermano es ser una persona que se deja llevar por la gula. Aunque también implicaría ser avaricioso...

— ¡Ah! ¡Uno, es guloso! —gritó el menor aterrado alejándose levemente de su hermano mayor, quién frunció el ceño ante el escándalo de su hermano.

— Esa palabra no existe. —corrigió el mayor.

— Pero, ¿si él sigue sintiendo gula no debería estar dentro del cofre?

— Ah —se quejó el adulto. Realmente esperaba que pudieran entender lo que les contaba. Continuó:— Ese pecado está sellado en el cofre más no evita que los humanos sintamos o nos dejemos llevar en algún momento de nuestras vidas por algunos de esos pecados. Esos pecados están sellados porque son incontrolables. Sólo traen maldad al igual que el pecado original que con el se creó el cofre que los albergará en la oscuridad durante la eternidad. Por ello, quién se convierta en el portador del cofre obtendrá el poder de vivir eternamente...

—¿Pecado original? —repitieron los tres.

El semblante del exlíder se sombrío tensado a los infantes quienes decidieron estar en absoluto silencio. El mayor asintió por el gesto y con voz sombría narró:

»Para entender el nacimiento del pecado original y el cofre, debemos remontarnos a casi tres mil años atrás. Cuándo las personas eran ajenas al viajar por los mares de manera libre. De ser un pirata y un marine. De ser un humano o un demonio... Hace cientos de años en una isla, del mar en que pocos se acercan, Nuevo Mundo. Nació una aberración de la naturaleza que fue llamada a sus inicios cómo; "vientre maldito". Un demonio nacido por la ambición de una mujer, un niño demonio nacido en un vientre humano...

— ¡Muérete, sólo muérete! ¡¿Por qué no lo haces?!

— ¡Oye, Nue! Sí sigues así no vas a poder matarla. Tiene que acertar la cabeza.

— ¡¿Por qué no lo haces tú, ah?! —gritó "Nue", mirando con el ceño fruncido a la pelinegra de cabello corto a su lado.

— Sólo mira, idiota —dijo antes de quitarse la sandalia de madera y con buena puntería darle en la cabeza de la " víctima" de la pelinegra de cabello largo, que suspiró aliviada al parar su sufrimiento—. ¿Mejor?

— S-si —Asintió mirando con asco como la contraria recogía su sandalia permitiendo ver que la víctima no era otra más que un pequeño ratón.

— Sí Osamu-sama te fuera visto no te fueras salvado de los azotes. Sabes que aquí no se aceptan guerreros con debilidades como temer a un pequeño ratón, Nue —aconsejó seca mientras sacudía sus manos dispuesta a dejarla.

— ¿N-no le dirás a ningún superior o sí?

— ¿Debería? —amonestó con picardía ante el miedo de la contraria mirándola sobre su hombro—. Tal vez sí dejo que te despellejen la espalda aprenderás que nuestro clan no permite debilidad, Nue. Aquí no se enseña que la misericordia deba ser algo de nuestro ser. Así como tus estúpidos deseos de ir al mar, eso es basura.

— P-pero algún día debemos de poder irnos de aquí —objetó Nueve llevándose las manos a su pecho, retorciéndolas—. T-tal vez algunas se verán en formar progenies con a-algún miembro de la población de Wano, c-cómo lo hicieron nuestros padres para aumentar n-nuestros números pero y-yo no puedo ser una de ellas... N-no quiero. Quiero ir al mar, en el mar uno puede ser libre...

— ¿Sigues con eso? Recuerda que eres una bastarda que su única utilidad será ser usada como contenedor de esperma del próximo líder del clan y no para ser fecundada sino para que sacie sus ganas hasta que consiga a la que junto con él dirigirá el clan. No serás más que una de las muchas que terminaron siendo una recolectora por ideas cómo ésas. Tú destino es ser una recolectora, idiota.

— ¡No lo seré, Ocho! —negó con convicción—. Y-yo sé que al igual que yo, q-quieres ser libre de nuestro clan, libre de los dragones y n-navegar lejos de e-esta isla. ¡Ser la persona más libre del mundo!

— Sueñas, Nue —bromo Ocho mirándola temblar ya fuese por la impotencia por sus palabras o el frío que surcaba por su cuerpo por el delgado kimono negro que se aferraba a su adolescente cuerpo en crecimiento.

— ¡L-lo mío no es un sueño, es algo que pasara algún día! ¡Ganaré la selección y pediré mí libertad!

"Ocho" miró indiferente a Nue, que en realidad llevaba el nombre de "Nueve". Uno creería que fuera un apodo de cariño o algo semejante pero en realidad Ocho decidió de manera humorista apodarle; Nue. Por estar siempre mirando a los pájaros renees que habitaban en la isla y que su cantar era «Nue», y que irónicamente compartía semejanza en la pronunciación del nombre de la novena bebé que había nacido en la nueva generación de los "Décimos Hijos"; generación de una larga trayectoria de "Décimos hijos", algo que era tradición en el clan Norin pero que a sólo díez niños al año se les permitía nacer.

Sí inevitablemente nacía un onceavo su destino era morir...

En esta generación en la que ella y Nueve formaban parte, procedía de una pequeña alianza bajo engaños con el reino de los samuráis. Un año después de la "alianza", nacieron los destinados diez niños, todos con el nombre del número del orden en que fueron nacieron. Ella era "Ocho" y antes de ella, nacieron siete niños y niñas y tras de ella llegaron los que completan la nueva era de los "Décimos hijos"; Nueve y Diez.

Pero incluso, un evento dónde adquirieron niños que adjudicaban a la grandeza por haber obtenido a futuros guerreros que descendían tanto de Norin como Wano, que podrían de rodillas a sus enemigos al poseerlos entre sus filas, en un clan que se dedicaba a la guerra y a la matanza... Su suposición de dicha adquisición no pudo estar más equivocada, mocosos. Esos niños fueron los pequeños guijarros que marcarían al clan. Eventos que pudieron ser evitados al aceptar a una niña apenas diferente al resto de los Décimos... una niña que sólo quería ser libre de un clan en el cuál no pidió nacer...

— Seamos honestas, Nueve. Tus oportunidades de ganar la selección son tan grandes como que tú muerta madre revivirá entre los muertos a decirte lo feliz que está de que poseas esa abominable mirada. No me caes ni bien ni mal pero en este clan hay que velar por una misma y sinceramente no puedo ser nada por una persona que no deja de estar en las nubes y no ve en frente a la realidad en la que se encuentra parada. Tan sólo por portar esos ojos no tienes la posibilidad de entrar a ninguno de los entrenamientos que llevamos los Décimos, eso te perjudica. Porque eres débil como para entrenar por tu cuenta. Los Décimos no podemos poseer voto alguno hasta la selección, selección que perderás. Resígnate a ser una recolectora o elige hacerlo fácil para el resto de nosotros... —sé agachó a la altura del oído de una petrificada Nueve y en voz baja, prosiguió:—, y ve suicidándote como tú madre, demonio...

— Y-yo

Todos de la nueva era de los "Décimos hijos", poseían las misma características que les otorgaban sus madres: cabellos como el carbón y perlas negras como el que obtenían cada uno de ellos a medida que fueron nacieron. Hasta que un día uno de los Décimos, sin saberlo, tomó algo más del donante de esperma; unos ojos indignos. Unos ojos tan rojos como la sangre que los enemigos de Norin habían derramado tras ser vencidos por sus poderosos guerreros. Un suceso no muy recibido por un clan lleno de devoción por los dioses y su pureza en la creación de sus hijos. Un hecho que rompió el equilibrio en la isla y una deshora al legado que su madre traía detrás de sí, deshora que decidió pagar causándose la muerte como castigo por tal suceso sin importarle dejar a una niña sola en un clan que no dejó de señalarla desde el momento en que abrió sus ojos al mundo...

Lucir diferente al resto es algo imperdonable en el clan y más sí posee un color diferente al negro que caracterizaba al clan junto a su piel cual blanca como la leche de vaca. En el clan pese poseer guerreros que pelean como perros traídos del infierno, siempre dispuestos para acabar con sus enemigos en el campo de batalla, lo que los hacían ver cómo verdaderos demonios pero irónicamente odiaban lo que tuviera ver con algo tan abominable como podría ser un color diferente y simple al que se estaba acostumbrado a verse en un miembro de los Noricenses. Vestían siempre de negro así como siempre desde sus inicios todos ya fueron mujeres, hombres o niños portaban cabelleras negros y de ojos ónice antes que la vejez llegará a arrasar con los individuos. Edad difícil de llegar para los Norin, que prefería pelear hasta morir que esperar pacientemente a la muerte.

Nunca había habido un cambio genético de tal multitud y aunque con la nueva generación fue una mezcla con gente de Wano no había sido algo nuevo lo de mezclar genes de Norin con alguna otra raza o especie. Tiempo atrás combinaban mucho las razas incluso antes de ellos hubieron dos generaciones continuas de humanos con mezcla de gigantes del pueblo de Elbaf pero pese su descomunal altura sus rasgos Noricenses prevalecieron, siempre con sus cabellos negros y ojos negros.

Años y años de una larga trayectoria terminada por una bebé inocente que sólo quería ver el mundo que le esperaba tras nacer...

Ocho suspiró cansada de los intentos de Nueve por defenderse. No la entendía, aveces podía defenderse bien y otras veces como ahora se quedaba sin palabras pero bueno ella no tenía más tiempo que perder con ella. Tenía que estar entrenando su manejo de la katana no hablando con una tonta que se negaba a quitarse la venda de la realidad que tenía que vivir en la isla «"Norin"», llamada así por sus antepasados años atrás y a la fecha nunca ha entendido su nombre—. Deberías recordar que nuestro clan sólo los fuertes sobreviven y los débiles se le asesinan. Dentro de un mes será la selección de otoño, deberás rogarle a un dragón para conseguir al menos un buen puesto para no acabar en la mierda. No querrás terminar en la rama Secundaria —informó antes de caminar en dirección opuesta de Nueve dejándola sola y con el cadáver del ratón entre las malezas.

— ¿Selección? —repitió con voz ahogada

Tenía que entrenar sí o sí. De imaginar perder en la selección un dolor se le instaló en la espalda junto un gran nudo en la garganta. Quería vomitar de tan sólo de pensar en perder y terminar ahí...

Su peor miedo era terminar en la segunda rama. En ella aparte de perder el derecho de ser un poderoso guerrero de Norin podrías terminar siendo el saco recolector de un superior. Donde tú cuerpo sería usado para satisfacer al amo que decidiera ser piadoso en mantenerla en su familia y al cual le serviría hasta que él o ella se canse de su ser. No poseerá voz alguna, no pensara y de existir sólo existirá por y para sus amos y...

— no conocerá la libertad. —Terminó en un susurro mientras lágrimas opacaba sus sangrientos ojos.

Cada año en el clan Norin se llevaba acabo lo que se le conoce cómo "la selección de otoño", dónde los Décimos deberán pelear entre sí para conseguir un buen puesto en sus filas, hacerse un nombre para dejar de ser un Décimo obteniendo así una verdadera identidad y tener la posibilidad de "pedir algo", al consejo junto a Naoki, el jefe de los Noricenses. Sí eres tan fuerte cómo hacerte un puesto en la selección tendrás la suerte de poder alzar tu voz y ser "escuchado" por los mayores. Un niño de Norin no tiene voz y ni voto hasta que gane su selección, son simples cachorros que no pueden tener un lugar en un mundo de sabuesos y hienas.

Sí bien podrías ser "escuchado" por los altos mandos nunca nadie se había atrevería a pedir algo como lo que Nue pediría de ganar su lugar. Usualmente los ganadores pedían estar en alguna fila importante o algo que sí fuese aceptable en el clan.

Irse de Norin o algo como navegar por las aguas que rodeaban su isla era algo inaudito. Creaban guerreros, guerreros que luego de pelear engendrarían los siguientes guerreros que ocuparían sus lugares como los Décimos y así sucesivamente como lo ha sido por una innumerable trayectoria antes de ella...

En Norin no existe la libertad.

Un niño que nació de un Norin vivirá, respirara, morirá por y para Norin desde el momento en que fue concebido. Un Norin sólo existe por un Norin... Y sí ha de traicionar el clan deberá morir por las manos de un Norin.

Un Norin sólo puede ser juzgado por un Norin...

— N-no puedo rendirme —se susurró Nueve apretando sus puños en su pecho viendo la dirección en que Ocho se había ido—. Y-yo no puedo rendirme antes de empezar. Y-yo me haré un nombre y conoceré la mayor cantidad posible de islas, viajaré hasta el fin de los océanos y seré una persona libre, tan libre como el mar que me espera... Yo cumpliré mí sueño de conocer al más hermoso de los mares...

Quitó sus puños de su pecho y se agachó hacia el ratón muerto tomándolo entre sus manos, ignorando su miedo. Quisiera o no, esa sería su comida del día. Se levantó y emprendió su marcha hacia su casa en ruinas. La única casa de la isla que a duras penas mantenía en pie dos paredes y una pequeña parte del techo.

Tres años después de su nacimiento, que aunque para el disgusto de la mayoría de los Noricenses que tuvieron que aceptar que tenían que dejarla vivir y que su madre no soportara la vergüenza de su nacer ni los miles de reproches del resto, causado su suicidio para librarse tanto de ella como quienes las señalaban, quienes no tardaron en destruir la casa en la que vivía ella. Dónde vivía sola en penumbras cómo el demonio que decían que era.

El demonio de ojos rojos.

No había ni un solo Norin que no la conociera o que la mirara con asco a excepción de Ocho. Ella la miraba como ella miraba a todo el mundo, con indiferencia. Y después de Ocho estaba él:

Uno.

"Uno", era no solo un miembro de los Décimos, era el cabecilla. Por ser hijo de Naoki, el líder en jefe de los Norin, y él único que no fue gestado con genes de Wano. Naoki había decido mantener la sangre más pura de los Norin de la única manera posible.

Así que por ser el líder, el más fuerte de los Norin. Pudo hacer lo impensable y los demás no pudieron decir nada, no podía alzarse contra su líder... Sólo callaron y permitieron el pecado... Naoki había obtenido a Uno por medio de su hermana menor... El niño había sido concebido por medio del incesto... Un niño que fue traído para liderar... Sí Nueve hubiese nacido en el lugar de Uno tal vez no la fueron despreciado hasta hacerla odiar a los Norin y ella podría haber sido entrenada cómo el resto haciéndose físicamente fuerte... pero ella ya lo era, tal vez no fuese fuerte como el resto pero su espíritu era uno en un millón... Su espíritu era inquebrantable...

¡Nueve! ¡Oye! ¡¿Estás ahí?! —escuchó a las afueras de los restos de su casa antes que escuchar pasos en su dirección.

Levantó la mirada del ratoncito que se cocía en la pequeña hoguera que había hecho al llegar entre los escombros de su morada. Y vió a un joven más alto que ella, cabello oscuro como el suyo pero más corto que el de Ocho que lo mantenía hasta los hombros. Con un kimono negro casi igual al de ella pero con un haori negro con diseños de los cerezos blancos que se esparcían en la isla, lográndolo resaltar. Estaba arriba de los resto de una pared, observándole fijamente.

Dió un respiro ante ello. Su mirada pesada era algo que lo caracterizaba.

— H-hola, Uno —murmuró bajando la mirada hacia su "cena" absteniéndose de ver al nombrado acercársele hasta sentarse a su lado, logrando tensarla—. ¿C-cómo estás?

El chico bufó ante su casual pregunta, y respondió:— Eso debería preguntarte yo, no soy quien fue atacado por las crudas palabras de Ocho.

Nueve saltó en su sitio ante el fuerte tono.

— Y-yo —balbuceó antes de pasar saliva mirándole temerosa por el rabillo del ojo, viendo que él miraba su "cena" con asco—. ¿T-tú viste eso? Y-yo

— Pero tiene razón —interrumpió Uno serio—. Eres físicamente débil como durar en las pruebas de presión pese poseer uno de los espíritus más fuertes de los Décimos. Ni con que entrenes sin parar durante el mes que falta para que por fin podamos participar en la selección de otoño podrías superar o aguantar las primeras pruebas...

Nueve miró sus manos, sí ella fuese nacido en una familia noble como Uno... No, negó. Ella nació en una familia noble como él pero sus ojos fueron que la pusieron en el lugar en que se encontraba. Sobreviviendo a base de lo que cazaba en lo que más profundo de la jungla sombría que poseía la isla y la cual estaba prohibida pisar por ser tierra sagrada. Tierra de muertos. Donde nace el poder de los Norin y donde obtuvo su poder al igual que el resto de los Décimos tras ser concebidos.

Aunque odiase sus ojos por haberle quitado a su madre y privarla de privilegios que le habrían podido ayudar en la selección que se avecinaba no podía evitar amarlos porque fueron ellos quienes le permitieron tener la posibilidad de tener a Kosei. Un espíritu de los cientos que hay en el otro lado de los vivos; espíritu que podría su cabeza en una pica a manos de su clan sólo por el hecho de poseerlo, espíritu que se negaba a mostrar al resto no sólo por su protección si no también por la de él.

No quería que las sacerdotisas del clan lo sellarán en una vasija y que luego la destruyeran. Kosei merecía vivir a través de ella más de lo que lo que vivió estando vivo. Sentía que él se lo merecía o tal vez fuese porque sí él muere, ella también pero no importaba. Nada la separaría de Kosei, ellos eran uno. Eran los mejores amigos, ¿y los mejores amigos no se separan, verdad? Después de todo, ellos representan las dos caras de la moneda; vida y muerte.

Sí bien los Noricenses peleaban como demonios y poseían espíritus que estaban entrelazados con sus almas al momento de nacer, era prohibido relacionarse con espíritus ajenos a su clan. Por más que tuvieran una "alianza" con muertos, cruzar su vida con otro tipo de espíritu era un acto impuro que contradecía sus costumbres. Los Norin usaban espíritus de su propio clan, fallecidos Noricenses y que lograron años atrás conectarlos con los vivos otorgándoles habilidades sobrehumana, gracias a las viejas sacerdotisas que usaban magia de sellado otorgada por los dioses y un poco de ayuda de magia negra para conectar con los espíritus de sus antepasados.

Jamás se había entrelazado un descendiente de Norin con un alma que no provenga de un Norin muerto... Hasta el nacimiento de Nueve... Tal vez por eso fue que sus ojos se tiñeron de rojos durante su gestación en el vientre de su madre... Nadie podría negar o afirmar tal hecho... ¿Saben...? Fue la primera en la historia de los Norin en romper la tradición de los espíritus... Ella heredó un alma que no perteneció a la de un Norin fallecido... Ella obtuvo un alma de un antiguo samurái de Wano... y esa fue la procedencia de todos sus males...

— Lo se. Soy débil —asintió solemnemente aun mirando sus manos—. Tal vez lo poco en lo que me parezco a los Norin es en mí cabello y mí determinación a no dejar de pelear hasta morir. Si me rindo, perderé mí sueño. Y aún así sí me derrotan en la selección, no puedo rendirme. No puedo renunciar a mí sueño. Se que todos esperan que pierda pero tengo que pelear porque nadie va a pelear por mí ni junto a mí cuando el mundo está en mí contra, en contra de mí y el hecho de que respiro...

Uno rió.

— Es la primera vez que te escucho decir algo tan largo sin tartamudear —comentó divertido antes de girarse hacia ella, mirándole fijamente su costado antes de informarle de manera seria:— Mi padre decidió cambiar las reglas en la selección de éste año. Lastimosamente no sé cuáles son las reglas y cuánto podría dificultarnos a todos los Décimos pero yo que tú realmente me esforzaría el doble de lo que ya lo harás.

— ¿P-por qué lo hará? —cuestiona sorprendida.

Uno hizo una mueca y negó diciendo:— Sólo sé que no debe ser bueno ni para mí y mucho menos para tí. Ese hombre es capaz de todo sólo para conseguir lo mejor de lo mejor entre los guerreros. Pronto habrá una guerra contra los Toros negros, y él llevará sólo a los que puedan masacrarlos en grandes cantidades.

— ¿Q-qué hay de Wano?

— ¿Eres tonta? —insultó con el ceño fruncido—. No podemos contar con Wano. Ellos son un pueblo independiente como nosotros. La diferencia es que nosotros préstamos nuestras fuerza no la tomamos prestada. Servimos para ayudar en el campo no para ser lo que son auxiliados.

— T-tal vez eso sería bueno para los N-norin. Q-que nos ayuden nuestros a-aliados...

— Nosotros no fuimos educados para ser ayudados —corrigió apartando la mirada de ella para alargar su mano quitando el ratón en del fuego, evitando que se calcinara—. No somos los que reciben ayuda, somos los que la dan.

«"Tal vez eso es lo que está mal con nosotros. No querer ser ayudados... Los Norin y su orgullo..."», pensó Nueve con una mueca quitándole la rama con el ratón a Uno, poniéndola sobre una de las pocas mantas limpias que poseía.

— ¿Sabes? Mí padre quiere hacer algo con los que ganen la selección. Creará un grupo.

— ¿Un g-grupo?

Uno tarareo mientras divaga su mirada por las ruinas.

— Quiere formar un grupo élite con siete poderosos guerreros a los cuales se le darás un regalo tras ser llevados a la prueba del juicio —respondió.

¿P-prueba del juicio?

Nueve estaba confundida.

Ella al ser una bastarda por el hecho que su propia madre le abandonase. Un hijo Norin negado de la manera que sea por alguno de sus progenitores se convertiría automáticamente en un bastardo. Así que el hecho de haber sido "dejada" por su madre la convirtió en una bastarda y por ello, su título de noble y sus privilegios como la educación y algo tan simple como la comida fueron revocados, sólo por ser una bastarda. Por ello, iba a lo profundo del bosque a cazar y la poca educación que su madre apenas le pudo otorgar fue reforzada en sus escapadas a la sede donde enseñaban a los demás Décimos, al espiarlos por medio de una ventana. Pero casi siempre la descubría alguno de los adultos y por ello, se había ganando más de una brutal paliza así que dejó de hacerlo y dejó de siquiera en pensar internarlo de nuevo. Así que por ello, desconocía lo de que informaba Uno. Al no recibir la misma educación durante su infancia...

El pelinegro asintió.

— Los mejores sietes se someterán a pruebas mentales bajo el poder de las sacerdotisas. Sí los sietes logran mantener su cordura le serán otorgados un regalo mágico de ellas —contestó ahora mirándola antes de levantar su mano derecha donde apartó los cabellos que cubría su mejilla izquierda para acariciar las líneas negras que cubrían una pequeña parte de su ojo—. No deberías tapar tus barras son lo que nos representa como hijos de un Norin.

Nueve se sonrojó apartando la mirada pero sin moverse de su lugar dejándolo hacer lo que quería con su mejilla, acariciarle. Carraspeó levemente y dijo:— Y-yo aveces siento que no soy una Norin. Q-qué no debí nacer aquí. Que a pesar de venir de un clan guerrero mí alma es más de un aventurero... Ellos tienen razón, no debería estar aquí...

— Hmp —musitó llevándole los mechones que estaban en su mejilla y dejarlos detrás de su oreja—. Aunque poseas esos ojos, tú sigues siendo una Norin... Esos ojos no cambian el hecho de que eres una de nosotros...

Nueve trató de girar la cabeza pero rápidamente Uno le tomó de sus mejillas haciéndola mirar hacía él.

Sí el mundo te dice que debes morir, tú te pararás y le dirás qué tienes el derecho de vivir al igual que el resto, ¿oíste? —dijo seriamente inclinándose haciéndole mirar sus ojos.

Rojo y Negro se miraban fijamente...

Tú merecés vivir —aseguró ocasionando que sus ojos rojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

— U-uno —sollozó antes de tirarse a abrazarlo.

Esa fue la última vez que una mirada roja cuál sangre y una tan oscura como la noche que los atormentarían años después se miraron mientras sus corazones se sincronizaban en una sola armonía... Por qué la siguiente; sería en el coliseo de Norin... Junto al resto de los Décimos, enfrentándose entre sí... Buscando hacerse un puesto en la selección...

Gritos, chillidos y un sin fin de ojos se cernían sobre sus jóvenes cuerpos a la espera de una impresionante demostración de batalla. Todos lo Noricenses miraban atentos hacia el medio del coliseo donde la nueva generación de "Décimos Hijos", estaban descansando a la espera de los resultados donde se mostraría contra quiénes pelearía en el combate uno a uno. Algunos ojos miraban a sus favoritos y otros además de mirar cuchicheaban al respecto sobre uno en específico que se mantenía encogido en un rincón tratando de ocultarse de los miles de ojos que le miraban con odio y asco, sintiéndose como la inocente presa rodeada de todos los depredadores al asecho para atacar su yugular.

Ese alguien era Nueve, quién trataba de recuperar el aliento tras haber hecho con bastante esfuerzo las pruebas de presión y para la sorpresa de todos, lo había hecho sorprendentemente bien. Ganándose las miradas de todos, en especial las de los superiores que no daban al hecho de que el demonio de ojos rojos estuviera llegando tan lejos en el evento como el resto de los Décimos. Incluso logrando sacar un mejor puntaje que uno de ellos, superándolo por dos puntos a su favor.

Oí, oí. Pero sí es Nue —escuchó detrás de sí asustándola y haciéndola girarse sobre sí permitiéndole ver a Ocho que estaba a un metro de ella, mirándole—. Me impresionas. Creí que por no verte por el pueblo o cerca de los vertederos tal vez te fueses tomado enserio mí consejo y te fueses matado pero veo que no, eh.

— E-estaba entrenando.

—Pues, vaya. Ese entrenamiento debió ser bueno como para que incluso superarás a Diez y casi a Seis en las pruebas —comentó antes de mofarse:— Es sorprendente y porque vaya que lo es. No me sorprendería que los superiores estén considerando descalificarte por creer que has hecho trampa...

Nueve inmediatamente frunció el ceño.

— Incluso para alguien como yo sería algo muy bajo hacer trampa —replicó sería causado que los labios de Ocho se levantaran levemente.

Ocho asintió impresionada. Tal vez Nue hizo algo más que entrenar. La demonio estaba por fin mostrando algo de valentía de pelea.

— Ah, cuidado vas a hacer que se congele el fuego de Oroshima. No puede ser que hayas dicho una oración completa sin tartamudear —comentó con burla—. Te conozco y porque lo hago. Sé que no lo harías. No somos amigas pero te conozco.

— L-lo sé —concordó. Era cierto. No era amigas incluso se podría decirse que pareciese que Ocho la odiaba pero lo cierto era que así era ella con todo el mundo. A excepción con algunos superiores que los trataba con respecto mientras a los otros no le cohibía en mandarlos a la mierda—. N-no eres mí amiga para al menos eres honesta aunque bastante c-cruel pero lo eres.

Ocho torció los labios.

— Prefiero ser una persona jodidamente honesta a una puta hipócrita de mierda. Las palabras endulzadas no sirven de nada. No son mí estilo—dijo mirando hacía la multitud, señalándolos con su barbilla luego—, pero ellos. Ellos son unos bastardos que creen que porque somos más jóvenes que ellos y nos hace falta experiencia no podemos superarlos y hablan mierda a nuestras espalda sobre que debieron asesinarnos tras tu nacimiento... pero aún así se atreven a felicitarnos de frente, ¡una mierda total! Incluso hablan sobre que tal vez nuestra generación está maldita cuándo incluso los más viejos detrás de la cabecilla del clan han visto los resultados de nuestras pruebas y se la pasan jactándose de ellos, sí importarles nada más que eso. Hemos superado algunos de los más altos de los puntajes que han hecho los Décimos Hijos anteriores... ¡Malditos viejos de mierda! —quitó la mirada de la multitud volviéndola hacia la más pequeña y cambiando el tema, le dijo:— ¿Sabes?, soy igual de mentirosa como curiosa. Por ello, he ido algunas veces a la jungla sombría hace unos días y vaya sorpresa que me he encontrado ahí —comentó antes de exclamar un:— ¡Incluso creí que alucinaba ante la vista! Te he visto cazar y déjame decirte que sí usarás ese potencial en la batallas individuales, tal vez podrías ganarme incluso a mí sí nos tocara contra la otra...

Nueve se congeló, estática ante lo informado.

«"¿E-ella me vió?"», se cuestionó totalmente muda ante la revelación.

Ocho fingió un puchero antes de ponerse sería, diciendo:— Durante años la mitad de mí pensaba que sólo estabas robándole el lugar a alguien que sí lo merecía y debió nacer en tú lugar mientras otra intentaba aceptarte siendo el noveno lugar pero tras verte estoy segura que sí realmente sacarás al demonio cazador que llevas dentro y no me refiero a ese espíritu tuyo con el que naciste, me refiero a tí. Al demonio guerrero Norin que llevas dentro como todos lo hacemos. Parte de nuestro estilo de pelea se enfoca en la locura, pelear incluso con enormes hemorragias y huesos rotos como sí fueran adornos. Pelear hasta morir, ese estilo de pelea tu lo llevas en la sangre. Por más que trates de negarlo ahora. Ni te molestes en contestar, sólo te digo que tras verte cazar puedo dudar qué tal vez no terminarás siendo parte de la rama Secundaria sí sacarás al demonio en tu pelea —miró hacia el tablero donde mientras hablaban habían colocado el orden de los combates y los oponentes—. Me toca pelear contra Tres. Y suerte para tí o tal vez mas bien mala suerte, eres la última. Tendrás tiempo para pensar en que hacer pero yo que tú sacaría al demonio a pasear. Nos vemos.

Nueve sólo se quedó viendo la espalda de la pelinegra que se dirigía hacia los demás Décimos, dejándola sola. La ojiroja exhaló y inhaló tratándose de quitar la rigidez del cuerpo.

«Yo que tú sacaría el demonio a pasear»

«...que tú sacaría el demonio a pasear»

«...tú sacaría el demonio a pasear»

«sacaría el demonio a pasear...»

— Sacar el demonio a pasear —balbuceó llevándose las manos a la cara, incrédula—. Pelear con un animal es una cosa pero con un humano... Yo entrené para superar las pruebas de presión no para combatir... Yo lo olvidé por concentrarme en lo demás, no soy buena peleando cuerpo a cuerpo apenas se usar una katana ni mucho menos podría lastimar a alguien sí lo intentará a menos que pierda el control... No quiero hacer daño... Incluso sí es por mí libertad... Y-yo no sé qué hacer Kosei... ¿Qué debería hacer?

Un escalofrío se instaló en su espalda subiendo hasta sus hombros sintiendo un gran peso en ellos pero que no le aplastaba. Una sombra opaco la de su pequeña figura que daba contra el sol, superándolo en tamaño y con una forma distorsionada de una figura musculosa. Nueve suspiró ante la fría respiración que sentía en su cuello. Lejos de asustarse se sintió reconfortada por la respiración y el peso en sus hombros.

Era Kosei quién estaba en su espalda, su espíritu, su guardián y su fiel amigo.

Sintió un soplido en su oído, causándole una pequeña cosquilla. Río y dijo:— Gracias, creo que lo necesitaba... —inhaló profundamente reteniendo el aire por dos minutos y luego lo exhaló una última vez, tranquilizándose—. Yo estoy más calmada y puedo pensar. Y creo que mientras no tenga que matar a mí contrincante todo estará bien, ¿verdad?

Otro soplido.

— Mientras puedas vencer a tu contrincante ya sea dejándolo inconsciente o sacándolo del cuadrilátero deberá bastar, ¿no? En eso se basa un duelo, ¿no? Me fuera gustado aprender combate de cuerpo a cuerpo como Uno y no sólo aprender a usar una espada como me enseñó mamá en uno de sus días buenos... —comentaba viendo en medio del coliseo donde las cosas de las pruebas fueron quitadas y en su lugar, dejaron el gran cuadrilátero totalmente libre para ser usado por los participantes. Como lo estaban a punto de ocupar dos jóvenes que caminaban hacía el, quedando frente a frente en una distancia prudente del otro—. Dos y Cinco se van a enfrentar... A todo esto, sé que soy la última en participar pero, ¿contra quién? Me distraje hablando con Ocho...

Levantó la mirada hacía el tablero, quedando perpleja ante lo que leía. Debía necesitar algo para sus ojos, ¿verdad? Tal vez había desarrollado un defecto en la vista y por ello, lo que leía debía estar mal, ¿no?

— N-no puede ser...

¿Por qué de todos los Décimos tenía que tocarle combatir contra Uno...?

«"¡Ok! Te toca pelear con Uno quién le hace justicia al lugar que se le ha otorgado al nacer. Bueno en el manejo de armas de largo y corto alcance, bueno en las estrategias y con el combate cuerpo a cuerpo casi está a la par de Siete quién es la mejor en combate cuerpo a cuerpo según he escuchado a los adultos del clan... y yo apenas sostengo una espada, no tengo reflejos y tengo miedo de hacerle daño aunque no es como sí pudiera ni rozarle ni un cabello... me rompería el cuello antes de poder acercarme... El clan tiene sus esperanzas puestas en él, en él posiblemente siguiente líder y a mí la multitud deberá estar haciendo sus apuestas sobre cuántos minutos duro antes de que me quiebre un hueso en múltiples partes..."», pensó rápidamente mientras su cuerpo temblaba bajando la mirada al suelo, concentrándola ahí.

Nueve sollozó en seco.

— Por más cercano que sea Uno conmigo, no podrá mostrar misericordia hacía mí... Cómo me dijo Ocho: "Aquí no se enseña que la misericordia deba ser algo de nuestro ser." No puede hacerlo ni mucho menos contenerse contra mí; el demonio de ojos rojos... Es una posibilidad pero no soy idiota tal vez incluso su padre le habrá dicho que vaya con todo contra mí en cuanto vió mí número... Después de todo; ¿Qué padre no estaría orgulloso que su descendiente derrotara al demonio de Norin? Yo no estudié o fui entrenada cómo el resto... Ni destaco por una habilidad salvo por estar condenada por nacer con estos ojos... No puedo usarte amigo, porque te podría en peligro y me niego hacerlo... Tengo que pelear sola usando sólo mis habilidades pero no tengo ninguna habilidad especial... Aunque Ocho dijo que usara al demonio que habitad dentro en mí, no podría hacerlo... Podría perder el control pero si no lo hago... ¿realmente tengo una posibilidad de ganar contra alguien como Uno?

Gritos eufóricos resonaron en el coliseo siendo ajenos de una Nueve metida en una crisis existencial que ignoraba su alrededor. Los gritos de los Noricenses eran diversos desde desconcierto, emoción e incredulidad ante el resultado del primer combate que había empezado con un gran ataque mutuo de parte de cada uno de los oponentes y que luego terminó en una larga batalla de resistencia entre los dos hombres al tener el mismo nivel de habilidades y espíritus similares ocasionado un indignante empate para la incredulidad de algunos de los presentes pero no podían ser nada más que acallar porque los superiores habían decido hacer pasar a ambos peleadores.

Obteniendo así; los primeros lugares disponibles de la selección.

Los gritos se apagaron de manera inmediata cuando el líder Naoki desde su asiento en el gran palco junto al resto del consejo, alzó levemente la mano al aire. Ganándose inmediatamente la atención del público y los combatientes en él.

Sereno y con voz clara que alcanzó cada rincón del coliseo, vociferó:

— ¡Increíble! ¡¿No es así?! Estos dos jovencitos pasan a ser dos de los ochos que pasarán a la primera rama y sí lo desean podrían convertirse en uno de los partícipes en el nuevo grupo élite de los Norin. Se les informará el resto tras la última contienda. ¡Ahora, continuemos con el resto de la selección!

Gritos de aceptación y de grandes expectativas llenaron el silencio mientras los siguientes en combatir subían al cuadrilátero, siendo está vez el turno de Cuatro y Siete, en ocupar el cuadrilátero. Una pelea entre dos chicas. Una pelea comprometedora entre largo y corto alcance.

Nueve sintió una mirada pesada mirándole haciéndole sentir un gran miedo, temerosa alzó la mirada en dirección de ella topándose con la mirada de su líder en ella. Nerviosa, tragó saliva apartando la mirada de inmediato. Hasta el más ciego notaría la mirada de desprecio que le dirigía su líder. Al igual que el resto del clan lo han hecho tras nacer pero ésta se sentía ligeramente diferente a las otras que le ha dirigido con anterioridad. No sabría decirlo con exactitud pero ahí estaba, había algo más pero no sabía que era. Y no era cómo que quisiera volver a mirar al hombre, ciertamente le bastó con un sólo un vistazo.

Suspiró vagando su mirando por el lugar viendo que el resto veía atento la pelea entre las mayores que ya yacían con varias cortadas en sus cuerpos o en el caso de Cuatro con una mano rota que lucía como si apenas la pelea comenzara para ella porque sonrió a lo grande antes de lanzarse con ferocidad contra Siete quién se apartó de inmediato y contraatacó su espada contra el cuerpo de ella cortándole la mochila que contenía sus cuchillos y rápidamente con su pierna tirarla lejos del cuadrilátero junto a su katana comenzando una pelea cuerpo a cuerpo animando así a una extasiada Cuatro que logró aceptarle un puñetazo con su mano rota antes de escupir algo de sangre y ahogar una maldición por el rodillazo de una rápidamente incorporada Siete a la pelea.

Sugoi... —vociferó fascinada y atenta a la pelea como el resto—. Cosas como esas se le fue enseñadas en la academia... ¿Eh?

Sintió a Kosei susurrarle algo, desconcertándola.

— ¿Uno y su padre se están mirando? —repitió confusa dándole rápido vistazos a los mencionados. Y en efecto, lo hacían—. pero, ¿por qué se ven así? Cómo sí quisieran asesinar al otro...

Antes de poder hacerse otra pregunta sintió que lo que veía a su alrededor se oscurecía, haciéndola quedar totalmente a ciegas. Sólo veía oscuridad y se oía el sonido lejano de choques de acero contra acero cómo una espada chocando contra otra hasta que un grito de mujer llenó el ruido sobre las espadas, resaltando sobre ellas. Inmediatamente llevó sus manos a sus oídos «"¡Suena cómo sí la estuvieran matando...! ¡Es horrible! ¡Jamás había escuchado algo tan horrible! ¡¿Por qué no se detiene?!"», gritó en su cabeza tratando de ahogar el grito que sonaba en la oscuridad, siendo imposible. Sentía que el grito iba reventar sus oídos hasta serlos sangrar junto con su cerebro y el dolor en el, oh vaya, nada de lo que ha sentido en sus catorce años de existencia se comparaban al dolor que transmitía ese poderoso grito a su cuerpo. Cómo sí quién vociferaba sacara hasta el último que podría soltar en su vida.

Ese grito tenía algo que la desconcertaba, ¿por qué el grito se le hacía familiar, cómo sí ya lo fuera escuchado antes?

«"¿Por qué suena cómo y-?"», pensaba antes de sentir que todo se iluminaba a su alrededor haciéndola sobresaltar hasta hacerle caer al suelo. Pestañeó repetidamente tratando de aclarar su vista hasta que escuchó la poderosa voz del anunciante de los combates hacerse sonar sobre el público.

— ¡Y ahora el combate que todos esperaban el demonio de ojos rojos, ¡Ugh! Nueve, contra, espero sea un gran líder cómo su padre, Unooooo!

«"¡¿Es mí turno?!"», se impactó sintiendo como su cuerpo se hacía cada vez más pesado contra el suelo. «"¡¿Qué pasó con el resto de la pelea de Cuatro y Siete? O ¡¿La de Tres y Ocho?! ¡¿Seis contra Diez?! ¡¿Cuánto duré en donde sea que haya estado?!¡¿Tanto duré para que pasarán casi tres peleas con peleadores capacitados para luchar durante largos períodos de tiempo?! ¡Sólo fueron apenas minutos no pudieron ser más de una hora de lo que duró el combate de Dos y Cinco!»

— ¡Oí, sube idiota! —escuchó a lo lejos la voz de Ocho gritarle sobre los abucheos del público.

Haciendo un sobreesfuerzo humano Nueve se levantó aun sintiendo el cuerpo pesado mientras caminaba hacia el cuadrilátero, paso tras paso sentía como sí cada uno de ellos le restara un año de vida. Hasta que por fin llegó frente a frente con Uno que no tenía expresión alguna mientras seguramente ella debía de tener la cara más asustada que podría haber en el mundo.

«¿Por qué te escucho y mamá no?»

Nueve tragó saliva mientras aseguraba su agarre en la katana que tomó de la pared llena de armas que se elevó del piso de mármol al mismo tiempo que uno lo hacía junto a Uno, tomando él también una katana de corte reto como ella sin cambiar su expresión. Sentía las gotas de sudor de su nuca caer a su espalda al mismo tiempo que las paredes se hundían como si nada devuelta al suelo, como sí no fueran salido de ahí para empezar. El mundo se detuvo mientras sus ojos se fijaban en el otro hasta que el gran grito de un; "¡Comiencen!", sonó en todo el coliseo antes de sentir un leve viento a su izquierda. Por instinto se movió a la derecha evitando sin saberlo a un Uno que se había lanzado hacia ella buscando cortale, comenzando así el combate y generando el griterío del público.

«¿Estás conectado a mí?»

— ¡Ah! —exclamó agachándose antes de dar un salto hacia atrás tomando distancia evitando que Uno casi le decapitase la cabeza.

«Mamá ya no está. ¿Tú también te irás como ella? ¿Me dejarás sola?»

Sin más opción Nueve alzó su espada evitando una estocada de Uno, el sonido de acero contra acero resonaba con fuerza hablando por sus dueños. Rápidamente la ojiroja lanzó una patada a la rodilla del chico al ver la oportunidad, dando en el blanco y echarse rápidamente hacia atrás evitando apenas el acero que le hizo un corte no muy peligroso ni profundo en el cuello pero el cuál sangró bastante.

Ante la sangre, la multitud rugió en frenesí.

«"A éstas alturas no sé si siguen gritando por ver sangre derramarse o porque es MÍ sangre la que se está derramando"», pensó amargamente echándole un vistazo rápido al emocionado público antes de saltar a un costado evitando por unos centímetros otra cortada que iba hacia su cuello.

«¿Prometes estar para mí? ¿Estás seguro? Yo pensé que mamá iba estar para siempre conmigo, aunque no era amable conmigo y sólo me decía demonio... pero ella decidió picar su estómago con su espada... Y no volvió abrir sus ojos...»

— ¡Mierda! —expresó la pelinegra alzando la espada sosteniéndola contra Uno, quedando cerca del otro mientras sus aceros buscaban someter al otro.

— ¡Acábala! —vociferó alguien entre el público siendo rápidamente seguidos por algunos mientras los demás estaban absortos en la pelea.

«¿Sí estarás conmigo siempre? ¿Realmente lo prometes? Incluso aunque algún día te vayas a dormir como mamá, aún después de eso?»

Nueve tembló mientras trataba de volver tomar distancia, sus brazos dolían. No sabría cuánto tiempo más podría mantenerse al día evitando ser cortada por Uno. Y sabía que pese sus constantes ataques, él se contenía. Sino ya fuera dejado a un lado la espada y invocado su espíritu para terminar con su tortura.

Fuera como fuera tenía que aguantar hasta lograr encontrar una apertura para poder inmovilizarlo porque difícilmente podría noquearlo.

«Bien, entonces. Tu y yo seremos amigos por siempre. ¡Es una promesa!»

¡Destroza y aturde, Kazuma! —gritó Uno de repente antes de que rápidamente una forma poca humanoide se formara detrás de sí mientras un pequeño agujero donde debería estar la boca se abría y al instante un gran chirrido resonó de ahí, en dirección hacia ella.

Nueve soltó un alarido de dolor antes de llevarse las manos a sus oídos, era cómo escuchar cientos de voces gritarle al mismo tiempo. Sintió cómo el ardor de su garganta del gran grito que el ataque le logró sacar, probablemente dejándola afónica, le latía. Así cómo sus manos que no paraban de sentirse húmedas, ya fuera por la sangre de sus explotados tímpanos o tal vez fuese su cerebro que se derritió, no lo sabía. Y su cuerpo no le ayudaba tampoco, sentía que iba a a caer al suelo hasta por una pequeña brisa al estar apenas de pie, el chirrido al haberle dañado sus tímpanos también le había jodido el equilibrio.

«¡Yo, Nueve, hija de Norin Yuma juro solemnemente por mí alma de guerrero Norin jamás separarme de tí!»

Uno chasqueó los dedos haciendo que la sombra comenzara a vibrar mientras una Nueve a la cual sus piernas cedieron haciéndola caer de rodillas al piso, trató varias veces de levantarse para evitar el siguiente ataque que seguramente podría terminar de matarla hasta que de manera descoordinada trató de hacerse con la espada fallando alguna veces hasta por fin tomarla y levantarse mientras sus piernas temblaban como sí estuviese en medio de el peor de los inviernos y sin abrigo alguno. No podía enfocar su vista solo veía a cinco Unos y unas sombras detrás de él, no podía ver más que figuras poco nítidas.

No sabía sí podría soportar un siguiente ataque como aquel chirrido pero hasta que realmente Uno la matara no podría detenerse de levantarse una y otra vez, ella quería ganar su libertad...

Uno chasqueó la lengua ante lo que veía antes de fuertemente gritar:— ¡Sonido!

«Estaremos juntos...»

Sí creyó que el chirrido le había dolido. Nada se comparaba con lo que estaba sintiendo en ese momento. Era como la contracciones de las mujeres embarazadas que en algún momento atrás cuando aprendía sobre su cuerpo leyó en un viejo libro, era algo a lo que le podía asociar para compararlo. Cuando creía que el dolor se calmaba volvía más fuerte, se calmaba un poco y volvía a empezar más fuerte, era una tortura que no parecía tener fin.

Sentía sus huesos vibrar levemente antes de sentirlos astillarse dentro de ella, la sangre que caía de sus oídos ya la sentía por sus caderas y sin quisiera poder intentar evitarlo más, sus piernas volvieron a ceder antes de sentir su cráneo impactar contra el frío mármol mientras que se volvía ajena ante sus destrozados oídos al anuncio de Uno siendo coronado cómo el ganador al cual todo el coliseo vociferaban su nombre mientras los ojos de Nueve se iba cerrando encontrándose de nuevo con la absoluta oscuridad y un sentimiento de furia le nacía en el estómago...

— ¡Uno es el vencedor!

«Necesitas un nombre... Todos tenemos uno, aunque yo tengo un nombre raro... Mm, te llamaré "Kosei" significa navegación y vida. Creo que es perfecto para tí. ¿Sabes por qué? Porque sin saberlo navegaste hasta mí y la vida te ató a mí para no estar sola... Mamá decía que nacemos solos y morimos solos... Aunque no entiendo que es morir, tal vez sea eso lo que hizo mamá... pero tú naciste conmigo y quiero morir contigo... Somos uno... Somos Kosei y Nueve... Así que, ¿permaneceremos juntos?»

Uno miró a Nueve mientras sus oídos ahogaban el ruido a su alrededor. Su expresión en ningún momento cambió, y se mantuvo así durante todo el combate. Torció los labios antes de apartar la mirada evitando seguir viendo cómo los curanderos se dirigían hacía Nueve para llevársela a la enfermería del coliseo.

«¿permaneceremos juntos?»

«¿permaneceremos juntos?»

«¿permaneceremos juntos?»

«¿permaneceremos juntos?»

«¿permaneceremos juntos...?»

«¿permaneceremos juntos, Kosei?»

Haz sido seleccionada a la familia principal.

— ¿Familia principal? —repitió Nueve tras haber despertado tres semanas después de la selección siendo rápidamente abordada en la enfermería del coliseo por un mensajero—. Y-yo

— Naoki-sama te espera mañana a primera hora en su mansión —informó por último antes de irse dejándola a solas.

Nueve miró sus manos en su regazo antes de apretar con fuerza la sábana que la cubría. Sintió su labio temblar y el cuarto de enfermería totalmente helado mientras su cabello le caí sobre sí, abrigándola. Realmente fue una estúpida. ¿Realmente creyó que podría haber sucedido un milagro y así haber ganado contra Uno? Desde el momento en que pisó el cuadrilátero lo sabía, sabía que no lo iba a haber y aún así, se ilusionó así misma con falsas esperanzas creyendo que podría contra él... Su destino estaba sellado antes del combate, antes de hacer las pruebas, ¡no! Incluso mucho más atrás, ella estaba condenada a sufrir a manos de los Norin desde el momento que abrió los ojos... Sólo fue ciega a creer que realmente podría ganar contra alguien del clan, contra quiénes estaban en su contra...

Kosei, yo... perdí...

Seis años después de haberse anunciado los resultados de la selección de otoño... Se incubo el vientre maldito...-»

— ¡Espera, espera! Abuelo, no es que no nos esté gustado la historia que nos estás contado... —interrumpió Uno antes de asustado corregirse:— ¡Porque lo hace! pero madre me ha hecho leer varias historias antes y esta tiene demasiados huecos en ella y muchas cosas de las que nos has contando no tienen el menor sentido —informó su nieto mayor mientras sus hermanos menores dudosos asintieron de acuerdos con él—. Sí Nueve era tan fuerte y determinada alguna veces por luchar por su libertad a mano de los Norin para lograr su sueño de conocer el más hermoso de los mares, ¿por qué no dio todo en su combate con Uno? Podría haber ganado cómo Ocho dijo, incluso que podría derrotarla a ella... Además, incluso Uno dijo que ella era la portadora de uno de los espíritus más fuertes. No entiendo porque sólo peleó con una espada que no sabía del todo usar sí pudo ganar si sacaba su poder de guerrero Norin al negarse a usar a Kosei. ¿Por qué no peleó realmente?

— ¡Cierto! ¡Cierto! —secundaron sus hermanos.

El mayor suspiró y carraspeó tras pasar saliva mirándoles, dijo:—. Por qué la historia no es-

— ¡Niños! —interrumpió una femenina voz a sus espaldas haciendo tensar a los niños y hacerles levantarse al instante de sus lugares—. Oye, Osu-san no debería contar esa historia a mis hijos. No sirve para nada.

— Esa historia forma parte de nuestra procedencia cómo guerreros Norin. Un niño Norin que no aprende de ella, esta propenso a repetirla —replicó seriamente sin girarse a ver a los padres de sus nietos. Solamente mirando hacia los cerezos blancos que abundaba en su patio así cómo en el resto de la isla en la que vivían—. Y nuestro deber es conocer la historia para ser los protectores del cofre de la oscuridad eterna para que ningún mortal osé poner sus manos en el y abrir su contenido al mundo. Después de todo, uno de nosotros fue quien lo creó...

— Esas son basuras, padre —contrarió su hijo mientras sostenía fuertemente la mano de su hija que temblaba por la presencia de sus progenitores—. Sólo innecesariamente le llenas las mentes a mis hijos con historia pasada cuando deberían estar entrenando para cuando les toque su turno de participar en la selección de otoño. Si no fuera porque no confío en ninguno de los sirvientes en esté momento para que los cuiden mientras estábamos en la reunión con los dragones no los fuera dejado contigo para que le llenes la mente de mierda.

El adulto chasqueó la lengua.

— Seguir con esa unión... con esa clase de personas sólo causará un quiebre en el clan Norin —dijo con el ceño fruncido—. Muchos están cansados de trabajar bajo su mando, quieren ser libre como los de Wano. Cómo hace siglos lo fuimos.

Los niños temerosos se mantenían al margen con su mirada en el suelo al igual que la mujer que sostenía por los hombros a su hijo mayor siendo ajena a la discusión mientras padre e hijo vociferaban uno contra el otro, no era la primera vez que discutían y ciertamente no la última.

— Y tú, deberías recordar que ni posees voz ni opinión alguna cómo la tienen los sabios del consejo y ya ni tú título cómo líder puedes ejercer como para opinar sobre mis asuntos. Ahora sólo yo llevo el control de los Norin tras ganar contra tí en el combate por el título —objetó su hijo—. Si sigues así ni consideraré traer a tus nietos aquí otra vez.

— Ganaste porque tristemente así lo quise. Estaba cansado de liderar este jodido clan —contradice mirándole por el rabillo del ojo—. De no ser porque el sello que nos puso el pecado original nos condenó a eternamente permanecer anclados a todos los que nazcan de la familia principal a esta isla, sin poder salir de aquí. Ya hace años me fuera ido de esta mugrosa isla, Renzo.

Renzo se relamió los labios antes de girarse sin despedirse hacía la salida junto a su familia, siendo oídos sordos a los ruegos de sus hijos por quedarse un poco más con su abuelo, dejando solo a su padre en el enorme templo en el que vivía.

El viejo Osu exhaló bajando levemente la mirada hasta subirla devuelta hacia los cerezos y hablando solo en un tono melancólico, se dijo:— Si no aprenden de los errores de años atrás... a este paso... tal vez más temprano de lo esperado, el sello que puso Kazuya-dono se romperá y con ello...

...el cofre de la oscuridad eterna volverá a abrirse al mundo...


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