Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es bornonhalloween, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to bornonhalloween. I'm only translating with her permission.


Capítulo 2

Toma tiempo acostumbrarse al uniforme. Practico caminando e inclinándome frente al espejo en casa, asegurándome que la "sonrisa" obligatoria bajo los shorts naranjas permanezca visible en todo momento. El top me queda tan ajustado como la piel de salchichas, pero sé que mis tetas lucen bien—demasiado bien, tendría miedo, sino fuera por las políticas estrictamente impuestas y los numerosos guardias de seguridad ubicados alrededor del "tetirestaurante".

A las tres en punto el viernes, ficho por primera vez y me ubico detrás de la barra con el gerente general que me contrató. A pesar de su buena apariencia y posición de autoridad, Emmett tiene una manera de calmar mis nervios y hacerme sentir rápidamente parte de la familia Hooters. Él me hace empezar al final de la barra, lo más lejano del área de servicio donde las camareras recogen las bebidas.

—Estos seis taburetes y cualquiera que se sienta en ellos son tuyos. Mantenlos felices, y eso me mantendrá feliz. Si soy feliz, tú eres feliz. ¿Capiche?

—Entendido.

—Si alguien te trata mal, me lo dices a mí o a uno de los guardias... o mejor aún, deja que Rosie lidie con ellos. —Envuelve con su brazo a la hermosa rubia parada a su lado y la jala hacia él—. Bella Swan, conoce a Rosalie Hale, extraordinaria barwoman y el amor de mi vida, no necesariamente en ese orden.

Rose pone los ojos en blanco.

—Bienvenida a Hooters, Bella. Si necesitas algo, estoy justo aquí.

Rose conoce su mixología, pero más impresionante, lidia con las órdenes de comida fácilmente y coloca los tragos en las bandejas de las camareras como si tuviera seis manos. Sobre todo eso, ella se me acerca en intervalos regulares para asegurarse de que no esté ahogándome—lo cual, estoy orgullosa de decir, no lo estoy.

Además de las obvias miradas a las tetas, los clientes de Hooters son prácticamente como cualquier otro cliente sediento y hambriento que he servido antes. Igual a andar en bicicleta, excepto que tengo que aprender unos nuevos cócteles especiales: Packin' a Punch, el Hootercane, y el Long-Legged Long Island.

La barra se llena rápidamente, y no tengo tiempo para estar nerviosa. Antes de darme cuenta, han pasado dos horas, y la multitud en el restaurante comienza a crecer. Mis seis taburetes se llenan, con una segunda fila esperando detrás.

Estoy concentrada. Estoy en constante movimiento—quizás no sea poesía, pero estoy jodidamente orgullosa de cómo me defiendo. Ningún derrame, ningún error espantoso, ningún problema en la cocina. Básicamente, estoy siendo exitosa.

Y entonces él entra.

Incluso antes de verlo acercarse, siento su presencia como un hormigueo cálido en mi nuca. Estoy segura que estoy sonrojándome como una idiota. Han pasado cinco días desde que lo he visto, pero me percato entonces que él ha sido un inconsciente hormigueo cálido en mis recuerdos todo este tiempo.

Un llamado al final de la barra emite luces rojas intermitentes, trayéndome de vuelta a la realidad. El cliente cierra su cuenta y desaparece entre la multitud. Las dos parejas de pie detrás de la barra agitan sus manos en dirección al lugar vacío. Mi corazón salta a mi garganta cuando mi bombón de la parada del autobús se sienta en el taburete.

Con dedos temblorosos, saco una servilleta de tragos de la pila y la coloco prolijamente frente a él.

—Bienvenido a Hooters, Hombre Paraguas. —Mi voz suena más firme de lo que me siento.

—Te dije que conseguirías el trabajo.

Así es.

—¿Vienes aquí a menudo?

Él suelta una risita.

—No. Tuve que venir a ver por mí mismo... —Lo que él ha venido a ver se vuelve obvio cuando su mirada llega al "HOOTERS" escrito en mi pecho—. Bella. Te asienta bien.

—Bueno, eso no parece ser justo. Ahora conoces mi trabajo y mi nombre.

—Soy Edward. —Ofrece su mano, y la tomo antes de recordar que la mía está húmeda y fría por sostener tragos fríos y paños mojados.

—Lo siento, mi mano está...

Su agarre se afianza cuando intento zafarme.

—Increíblemente suave —dice, manteniendo mi mirada tan firmemente como mi mano.

Siento un cosquilleo subir por mi brazo.

—¿Edward? ¿No Eddie o Ed? ¿O Ted?

Jamás Ted. ¡Agh! —No, supongo, no Ted para el hombre que le lleva flores a su madre.

—Edward, entonces. También te asienta bien. Muy anticuado.

—Ay. —Me suelta y lleva la mano a su pecho.

—Me gusta. Es diferente.

—Viejo y diferente. Quizás debería dejarlo aquí mientras pueda.

—¿Puedo comprarte un trago, Edward?

—¿Para compensar por los insultos? —Me da un puchero fingido que no me creo ni por un segundo.

—Digamos que es a cambio por el paraguas.

—Me parece justo. ¿Cuál es tu especialidad?

—Para ti, me gusta algo clásico, limpio, y simple.

Esa sonrisa suave se extiende lentamente en su rostro. Mensaje recibido.

—Me gusta cómo suena eso.

—¿Vodka, whisky, o tequila?

—Comencemos con tequila.

Me gusta mucho cómo suena eso—que se sienta cómodo para más de uno.

—Espera aquí. Te voy a volar las medias.

—Allí vas de nuevo, hablando de mi ropa interior.

¡Gah, este tipo puede coquetear! No es que siga llevando mis pensamientos adonde sea que quiera —sus pantalones, mayormente— sino que parece encantarle tomarme por sorpresa. Él no anduvo con rodeos sobre que vino a verme. La seguridad de este hombre podría ser la cosa más sexy sobre él, pero de nuevo, esos ojos...

—¿Podemos tener otra ronda? —El asiento tres hace un círculo con su dedo sobre los dos vasos pilsner vacíos, sacándome de nuestra pequeña burbuja.

—Lo siento —le digo a Edward—, los nativos se están poniendo inquietos.

—¡Ve! Tómate tu tiempo. No me iré a ninguna parte.

Le doy un golpeteo a la barra frente a él, un pequeño gesto de "lamento tener que irme".

—Gracias.

Una pila de clientes atrasados se ha acumulado mientras estaba socializando con Edward. Apresuro mi trasero vestido de naranja, abriendo, vertiendo, y mezclando con toda mi energía, mientras la mirada de Edward sigue todos mis movimientos. Su presencia se expande hasta llenar cada molécula de espacio. Esquivando su mirada requiere un esfuerzo significante.

Qué alivio cuando finalmente puedo mezclar el trago de Edward y darle mi completa atención. Tomo un vaso largo y coloco dos hojas de menta fresca. Por el rabillo de mi ojo, capto su sonrisa engreída mientras inserto el revolvedor dentro del vaso y aplasto la menta con enérgica presión. Lleno el vaso con hielo, un trago de Herradura, jugo de lima —apretado cariñosamente con la mano— y un chorro de soda, y entonces lo decoro con una hoja de menta fresca y una sombrilla rosa, lo que hace reír a Edward.

—Lindo detalle —dice, girando la sombrilla.

—Bueno, sí secuestré la tuya.

—Estoy muy seguro que te la regalé.

—Como sea. Prueba tu bebida.

Edward levanta la pajita hacia su boca y succiona un largo trago.

—Mmm. Considera mis medias desaparecidas.

—Allí vas de nuevo, hablando de tu ropa interior. —La gentil risa de Edward me mete de nuevo en nuestra pequeña burbuja, pero el hechizo rápidamente es roto.

Una mano rodea mi cintura. Rose aparece a mi lado.

—¿Cómo va todo aquí? —Rose estudia la barra con una mirada experta, acabando en Edward—. Oh. Hola.

Edward asiente educadamente, de repente demasiado entretenido con su trago.

Algo sucede entre estos dos, algo que no me gusta. Estudio a Rose en busca de una pista, pero mi compañera de trabajo tiene su rostro profesional puesto. No voy a conseguir nada de ella aquí; eso es muy evidente.

—¿Necesitas ayuda, Bella?

—Nop, estoy bien.

Rose me da un «Está bien» con entusiasmo, y entonces se escabulle, dejándome con preguntas que no puedo esperar cinco horas para buscar respuestas. Diablos, no puedo esperar cinco minutos.

—Disculpa —mascullo, y entonces camino hacia el final de la barra y coloco mi boca cerca del oído de Rose—. ¿Conoces a Edward?

Rose se agacha para tomar un par de botellas de Bud del refrigerador.

—¿Quién?

—Mi cliente. ¿Asiento uno?

—¡Oh! No, no lo conozco.

—Parecías haberlo reconocido. —Rose está haciendo el trabajo de dos mientras yo estoy aquí interrogándola, pero mi necesidad de comprender sobrepasa todo lo demás.

—Oye, si estás preocupada que me entrometa en tu diversión con el sugar daddy, Emmett es hombre más que suficiente para mí.

—¡No hay ninguna diversión a la cual entrometerse! Nos conocimos el otro día, justo antes de mi entrevista.

Rose se detiene de repente, sonriendo de oreja a oreja.

—¡Ajá!

—¿"Ajá" qué?

Tira del borde de mi camiseta y me lleva hacia la pared junto a la barra.

—Él ha estado aquí las tres últimas noches. Jamás lo he visto antes. Nunca se sienta, nunca ordena nada, jamás mira a las chicas más que de pasada. No podía deducir cuál era su problema, pero todo tiene sentido ahora.

—¿Sí?

—¡Dah, Bella! —Rose se ríe, lanzando sus ondas largas y rubias por detrás de sus hombros—. Él ha estado buscándote.

Sé jodidamente bien que él me está observando. No debería voltear a mirarlo, pero no puedo evitarlo. Lejos está esa tranquila seguridad que agita mi estómago; en su lugar, hay una mirada preocupada y un ceño fruncido con vergüenza. Sí, su comportamiento es un poco acosador.

Regreso, una mano en mi cadera, cejas alzadas, y espero una explicación.

—Fui pillado, ¿o no?

—Un poco.

Edward se encoge de hombros.

—Supuse que tenía tres opciones si quería tener alguna esperanza de verte de nuevo. Uno, volver aquí todos los días durante dos semanas para ver si fuiste contratada—lo cual, afortunadamente, fue así. Dos, pararme en la parada de autobús... por una eternidad. Tres, rogar que aparecieras para los Lunes de Pastel de Carne en Shady Acres. Y ahora que lo he dicho en voz alta, me doy cuenta lo demente que es.

—Un poco —respondo, pero no puedo contener mi sonrisa—. Te olvidaste de la cuarta.

Levanta la mirada.

—¿Oh, sí?

Me inclino sobre la barra y pongo mis Hooters frente a él.

—Me podrías haber pedido mi número.

Él suelta una risita.

—Ahora, ¿por qué no pensé en eso? —Mientras lentamente saca su teléfono del bolsillo de sus pantalones, esboza una sonrisa—. De acuerdo, podemos hacerlo de esta manera, pero no sabes lo que te estás perdiendo. El pastel de carne es realmente espectacular.


Actu extra por el recibimiento que le dieron ❤️