Esta historia era para la dinámica de 𝐌𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐅𝐚𝐧𝐟𝐢𝐜𝐬 𝐈𝐧𝐮𝐲𝐚𝐬𝐡𝐚 𝐲 𝐑𝐚𝐧𝐦𝐚
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PIDE UN DESEO
—¡Mira Inuyasha!
En aquella noche, iluminada solamente por las estrellas y la luna, una brillante estela blanca pasó volando sobre los jóvenes qué disfrutaban de un té caliente. Sentados sobre el pasto, podían apreciar la vista que aquella colina les brindaba al cielo estrellado.
—Vamos, cierra los ojos y pide un deseo —le indicó la joven a su acompañante. La alegría de Kagome era contagiosa, pero Inuyasha no tenía ni idea de lo que estaba sucediendo.
—Kagome, ¿qué haces? —preguntó divertido. Le encantó como ella tenía los ojos cerrados, el ceño fruncido en completa concentración y las manos colocadas en forma de rezo.
Kagome abrió un ojo, mirándolo de soslayo, siendo interrumpida a mitad de su muy elaborado deseo.
—¿Viste la estrella fugaz qué acaba de pasar? —le cuestionó Kagome.
—Si.
—¿Deseas algo en tu vida? —preguntó sabiendo la respuesta.
—Si.
—Entonces calla, cierra los ojos y ¡pide tu deseo!
Si alguien los hubiera mirado en ese momento, probablemente se reirían de la escena. Ambos, con los ojos cerrados, el ceño fruncido y las manos en posición de rezo. En sus mentes, cada uno pensaba con todas sus fuerzas lo que más añoraban con todo el corazón.
Cuando Kagome terminó de pedir su deseo, Inuyasha aún se encontraba con los ojos cerrados.
La joven aprovechó el momento para observarlo, y disfrutar de esos pocos momentos tranquilos que tenían. Sin lugar a dudas, este sería un recuerdo que tendría para siempre. Ellos dos solos contemplando una hermosa noche estrellada.
—¿Quieres dejar de verme? —la voz ronca de Inuyasha la trajo a la realidad— Me pones nervioso y no me puedo concentrar.
—¿Aún no terminas? —le preguntó girando nerviosamente su vasija de té entre sus manos.
—No me decido —confesó Inuyasha, aún tenía los ojos cerrados, pero una de sus cejas se levantó en un gesto de duda.
—¿De qué hablas?, tiene que haber algo que desees más que nada.
—Sí lo hay —dijo determinado—. Pero me encargaré de ello por mi cuenta —hizo un pequeño silencio, y casi sin querer que Kagome lo escuchara susurró: —Sería un desperdicio de deseo.
—Ah, ¿sí? —esa respuesta elevó el interés de Kagome— Y, ¿cuál es ese deseo? Si se puede saber.
El rubor en las mejillas de Inuyasha comenzó a crecer. Pero se animó a responder a su amiga.
—Terminar con Naraku —dijo Inuyasha abriendo los ojos y viendo fijamente a la chica junto a ella. Abrió los labios en un impulso de agregar algo más a lo dicho, pero él solo se contuvo.
—Un deseo razonable— respondió Kagome, aunque tenía que admitir que se sentía un poco decepcionada ante tal respuesta. Tal vez había visto mal el semblante del joven que estaba sentado junto a ella.
—Porque así estarás a salvo— terminó Inuyasha de contestar.
El silencio se volvió entre ellos. Las cigarras cantaban ligeramente, pero Kagome solo podía escuchar el golpeteo de su corazón a mil por hora. Sonrió emocionada, pero tratando de no hacerse falsas ilusiones. Con una voz calmada le respondió:
—Entonces no desperdicies tu deseo, porqué juntos lo derrotaremos— afirmó ella —. Pienso que podrías pedir algo más, pero no tardes, que la estrella podría no escucharte.
—¿Tú que pediste? —preguntó él.
Fue el turno de Kagome de tener el rostro de un color rojizo. Cualquier persona que la conociera podría imaginar perfectamente el tipo de deseo que pidió, y a quien involucraba. Pero no estaba dispuesta a confesárselo a esa persona de esa manera, no cuando no tenía preparado el corazón.
A modo de distracción, Kagome se puso de pie rápidamente.
—Si te lo cuento no se cumplirá—respondió ella de manera sencilla —. Cuando pase, te lo compartiré.
—¿Lo prometes? —preguntó Inuyasha cautivado, disfrutando como el cabello de Kagome se perdía entre la noche estrellada detrás de ella.
—Por supuesto— Kagome extendió su mano hacia Inuyasha y con un pequeño tirón lo levantó junto a ella—. Aunque, es posible que también sea un deseo desperdiciado—le confesó viendo la mirada que él le dedicó—. Creo que lo estoy haciendo bastante bien por mi cuenta.
Kagome le sonrió y le guiñó el ojo de manera cómplice.
Y él lo supo. Sin necesidad de que le dijera nada más.
Inuyasha sonrió tiernamente, y aún sin soltar su mano, caminó con ella rumbo a la aldea para encontrarse con sus amigos. Sin pensarlo mucho, Inuyasha supo cuál sería su deseo:
"Quiero quedarme contigo, Kagome", pensó mientras se aferraba más a la mano que lo sostenía.
"Qué bella es la casualidad", pensaba un ser a lo lejos. Un tejedor de destinos y creador de momentos. Tal vez podría mover nuevamente los hilos y hacer que el deseo de ambos jóvenes se cumpliera, ya que un dos por uno era una excelente oferta.
𝗤𝘂𝗶𝗲𝗿𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗱𝗶𝘀𝗳𝗿𝘂𝘁𝗲𝗻 𝗱𝗲 𝗺𝗶𝘀 𝗵𝗶𝘀𝘁𝗼𝗿𝗶𝗮𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘆𝗼 𝗹𝗼 𝗵𝗮𝗴𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝗺𝘂𝗰𝗵𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗱𝗲 𝘂𝘀𝘁𝗲𝗱𝗲𝘀.
𝗗𝗲𝗷𝗲𝗻 𝘀𝘂𝘀 𝘀𝘂𝗴𝗲𝗿𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮𝘀 𝗲𝗻 𝘀𝘂𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗲𝗻𝘁𝗮𝗿𝗶𝗼𝘀. 𝗠𝘂𝗰𝗵𝗮𝘀 𝗴𝗿𝗮𝗰𝗶𝗮𝘀.
