11:11
SENGOKU
Había pasado ya un mes desde su partida y aún podía sentir su sabor, y la tibieza de su boca sobre la suya. Llevó sus dedos hacia el lugar en un intento de revivir el momento. Había sido un breve contacto, pero había bastado para verter los sentimientos de ambos en ese instante. No tenía la más mínima duda de que era correspondido. Le había tomado todos estos años poder reunir el valor de mostrar sus sentimientos y ahora que su mente estaba inundada de la mayor claridad, que su cuerpo estaba más en sincronía con sus sentimientos…la perdía.
Encontraba un poco de alivio en la certeza de que estaba a salvo. Que los peligros de su mundo no podían alcanzarla ahora, pero ese alivio solo duraba unos minutos hasta que recordaba que el mundo de ella no necesitaba de youkais y seres sobrenaturales para ser peligrosos, recordó los extraños aromas de las carrozas de metal, unas casi tan rápidas como él, las extrañas herramientas con las que construían sus chozas y palacios. Y el inconfundible aroma de los machos que descaradamente despedían cuando iba al lado de ella por la calle. Entonces la rabia e impotencia se apoderaba de él y las maldiciones no se hacían esperar.
Desde que Kagome se había marchado era atraído por los lugares donde su aroma se encontraba más presente, el pozo devora huesos y el Goshinboku donde se dirigía ahora eran los que más contaban con rastros de su esencia. Siempre que sus amigos no lo molestaran o necesitaran su ayuda su rutina no variaba, visitaba rigurosamente el pozo devora huesos cada tres días, sabía que solo tenía dos posibilidades de volver a verla, una de ellas era que mágicamente el pozo se abriera y le permitiera cruzar, había pensado largo y tendido sobre esa posibilidad y estaba seguro de su decisión. Si la oportunidad se presentara no dudaría en saltar sin importar si no podría volver al Sengoku. Lo había hablado con Miroku y Sango a quien les había encomendado el cuidado de Shippo, quien fue el primero en darle permiso.
-Inicio de Flashback-
Les había platicado su plan durante una de las cenas en la choza de la anciana Kaede.
-¿Estás seguro que es lo que quieres InuYasha? -le preguntó un preocupado Miroku. El solo asintió.
-Está en nuestra sangre - dijo Shippo atrayendo la sorprendida mirada de todos. El solo le sonrió agradeciendo su aprobación con aquellas simples palabras.
Sango intervino al ver que no deseaba dar más explicaciones dirigiendo su aplicación a su prometido y la anciana Kaede.
-InuYasha claramente ha tomado una decisión, ha elegido a Kagome como su compañera -luchando con su sonrojo solo asintió - aunque la mitad de su sangre es Youkai, es Inu, y los Inu Youkai, una vez que hacen la elección de su pareja se unen a ella para siempre. Tomada la decisión su instinto no les permite reclamar a ninguna otra hembra incluso tras la muerte de su elegida.
Miroku y Kaede soltaron un suspiro de asombro ante la información.
Él se limitó a salir de la choza para no dar más explicaciones. No podía estar más claro el origen de su decisión.
-Fin de Flashback-
La segunda opción era la que más le aterraba pero estaba decidido a lograr si no se cumplía la primera. Se mantendría con vida, la esperaría el tiempo que fuera necesario, hasta que sus tiempos pudieran coincidir nuevamente. Podía hacerlo, después de todo Sesshomaru tenía miles de años y él solo tenía que esperar 500.
Brincó hacia su rama favorita del Goshinboku y mirando hacia la luna llena de esa noche, inició la espera.
FUTURO
Habían pasado 2 meses desde aquel día. Había repasado los sucesos cientos de veces, su reencuentro, su beso, su separación. No podía sentirse mal por haber corrido a los brazos de su familia, había estado tan asustada de no volver a verlos que cuando vio a su madre solo quiso abrazarla. Jamás pensó que el pozo se cerraría en un instante.
La imagen de InuYasha desapareciendo se repetía en sus sueños sin falta. Cada noche lo veía mirarle con esos ojos de alivio y sorpresa al caer en cuenta de que estaba presenciando su despedida. ¿por qué? ¿por qué habían vuelto a su tiempo y no a Sengoku tras la destrucción de la perla? Estaba segura de que si hubieran regresado al pasado y el pozo no le hubiera permitido regresar a su tiempo sería feliz, su madre sabía de su intención de permanecer al lado de InuYasha, ¿por qué el destino les había jugado de esta manera? Ahora más que nunca, cuando no tenía duda de que él la amaba. El beso aunque corto había eliminado cualquier vacilación sobre los sentimientos del peliplateado. Había sentido su corazón sobre el suyo, la manera en que le había abrazado. Sus ojos ardieron, como cada noche desde ese día mientras sentía las lagrimas recorrer su rostro.
Se sentó en la cama con un poco de dificultad, débil y adolorida. Miró el reloj de su buró - 11:11 p.m. se colaba una fresca brisa por su ventana, desde el exterior las ramas del Goshinboku se mecían con fuerza llevando el relajante sonido hasta sus oídos. Atraída por la calma que aquel árbol le proporcionaba decidió tomar un poco de aire fresco.
Tomó la muleta que descansaba al lado de su cama y se puso de pie no sin un poco de dificultad. Se dirigió a la puerta y se miró por unos segundos al espejo. Atrás había quedado la joven alegre, saludable y en forma. Frunció el ceño ante la incomodidad de su reflejo. Había perdido peso, su cabello era una maraña, su piel tenía un enfemizo tono, las ojeras bajo sus ojos y el rojizo de su mirada le provocaron un estremecimiento, incómoda tiró una blusa hacia el espejo para cubrirlo.
Salió de su habitación tratando de no despertar a su familia. No sin dificultad bajó las escaleras y salió rumbo al Goshinboku.
Una vez frente a él, cerró los ojos y dejó que el viento acariciara su rostro e intentara secar sus lágrimas. Lo primero que vio fue la figura del peliplateado recargado sobre el enorme tronco en la familiar pose con sus brazos escondidos en las mangas de su ahori mirándole con una socarrona sonrisa.
Lo extrañaba, lo extrañaba tanto.
Se dirigió hacia la banca pero se desvió antes de llegar, estaba cansada y deseaba recargarse. Abrió la puerta de la valla que rodeaba el árbol. Luchó con la muleta hasta que pudo sentarse y descansar su cuerpo. La frescura del viento y la tibieza del árbol abrazaron su figura proporcionando una momentánea calma a su corazón.
-InuYasha…-le llamó anhelante.
SENGOKU
Se encontraba en su rama favorita, repasando las palabras de Miroku.
-Inicio de Flashback-
-¿por qué no intentas hablar con ella? - le había dicho mientras volvía de una exterminación. Él lo miró como si estuviera loco.
-Amigo, si no estás luchando o entrenando a Shippo, luces completamente miserable-
- ¿Y cómo pretendes que esté Miroku? ¿cómo te sentirías si no pudieras ver a Sango nunca más aaah? -le gritó molesto.
-Te entiendo InuYasha, sería terrible, solo intento ayudar, si bien no es estrictamente la misma situación, estas pasando por un duelo, porque perdiste a un ser amado -le comentó tranquilo. -Solo digo que varias personas que han venido a mi en busca de consejo o un ritual para sus seres queridos que han pasado al mundo espiritual, me han compartido que hablar con ellos ayuda aunque no estén físicamente, solo creo que deberías darle una oportunidad. Tal vez aminora tu carga - terminó mientras palpaba sus hombros en una muestra de apoyo y se dirigía a la nueva casa que ahora compartía con su esposa.
-Fin de Flashback-
Inspeccionó los alrededores con sus agudos sentidos, cerciorándose de que no hubiera alguien escuchando.
-Supongo que no tengo nada más que perder, la verdad extraño hablar contigo, aunque solo fuera para pelear. -sonrió recordando la infinidad de altercados. -Miroku dice que tal vez pueda ayudar con esto…ya sabes de extra..ñarte..y eso…¡argh demonios ni siquiera estás aquí y no puedo evitar sentirme nervioso! nosotros …nunca…hablamos demasiado de mis…sentimientos no?, era…no…bueno…soy en estúpido por no aprovechar el tiempo.
SE MEZCLAN LOS TIEMPOS
Kagome se concentró en el sonido de las ramas, intentando meditar y dejar su mente en blanco aunque fuera por unos minutos, quería desconectarse del dolor.
Entonces la escuchó, tenue como si hablara en secreto. La voz de InuYasha.
Abrió los ojos de golpe, mirando a todos lados siguió escuchando el relato, hablaba de Miroku.
-¡InuYasha! -le llamó con temblorosa voz producto del nuevo llanto. - ¿InuYasha, me escuchas?, estoy aquí, ¿me escuchas? ¿estás bien? -le llamó nuevamente pero pareció no escucharle, el relato del peliplateado seguía sin interrupciones. -¿realmente está pasando? ¿no estoy alucinando? ¿no es un sueño? -pensó mientras se pegaba en el rostro y pinchaba su brazo sintiendo la realidad del dolor. - ¿pero cómo es esto posible…por qué él no puede escucharme? - Miles de preguntas pasaban por su cabeza y entonces lo recordó, la conexión que habían establecido a través del árbol cuando pelearon con Menomaru y Kikyo la había lanzado de vuelta a su mundo sin la perla. -¿Era posible que la situación se estuviera repitiendo? -Pegó su oído al tronco, intentando escucharlo con mayor claridad, su voz no se había detenido le estaba diciendo que la extrañaba. - ¡Oh InuYasha, yo también te extraño, no sabes cuanto.!
-Perdóname Kagome…debí…debí tratarte mejor ...debí decirte cómo me sentía realmente…-el corazón de Kagome dio un brinco al escucharle referirse tan abiertamente a sus sentimientos - pero…tenía miedo…por Naraku…por Kikyo…sé que fui un completo idiota, te hice llorar y sufrir…por mi indecisión, por mi cobardía ¡Kuso! y ahora que no estás…¡Maldición quiero estar a tu lado Kagome!- Ahí estaba, no era la confesión más romántica ni delicada, pero solo reafirmaba su amor por él. En minutos su llanto había pasado de dolor a felicidad.
-No importa cuanto me tarde…solo…espérame, tal vez es ridículo que busque un nuevo milagro, pero intento pasar por el pozo cada tres días, tal vez, tal vez se abra uno de ellos y entonces saltaré a la primer oportunidad…-Kagome se llevó sus manos a su boca intentando acallar el llanto para no despertar a su familia. Sus palabras le hacían tanto bien, su esperanza por volver a verse le hizo sentir una renovada fuerza, miró a su tobillo, recién enyesado tras habérselo rompido por sus intentos de cruzar el pozo. -no te preocupes por Shippo, me ha dado permiso, dice que esperará hasta que nos encuentre en el futuro - sonrió conmovida. -lo que me lleva a nuestra opción dos, incluso si no puedo cruzar…solo debes aguantar un poco más…te prometo que estaré ahí…en unos años…solo…espérame…y no dejes que Hobobobo intente nada extraño -le dijo molesto.
-Kagome…-Dijo su nombre en un dulce y nuevo tono que le provocó mariposas en el estómago. - ¿Estás bien verdad? - Kagome miró hacia su muleta y la imagen de su enfermo reflejó cruzó su mente -¿estás comiendo bien? ¿sigues estudiando?, seguro que sí…espero que sí - le escuchó decir titubeante. -Espero que sigas practicando con tu arco, que salgas con tus amigos, que sigas luchando con tus exámenes, que te mantengas saludable, que no me olvides…- Se sintió un poco culpable por su estado actual de descuido al escucharle anhelante porque aquello que deseaba realmente estuviera pasando. -Prometo que lo haré -pensó decidida.-Esperaré, todo lo que tenga que esperar, me prepararé, Jamás podría olvidarte InuYasha.
-Miroku y Sango se casaron al mes de tu partida -le dijo un poco molesto - estoy feliz por ellos, pero…también…bueno…un poco celoso - Kagome sintió su rostro enrojecer - Fhe! no sé por qué estoy tan nervioso, no es como si te lo estuviera pidiendo ahora mismo…pero…¿aceptarás cierto…quedarte a mi lado…ser solo mía?, arggh debí marcarte antes de que te fueras, aunque dudo que queden muchos youkai en tu tiempo que puedan reconocerla. - ¿marcarme?...tendré que investigar…tal vez pueda ir a la biblioteca mañana -sonrió al sentir la renovada energía y felicidad de tener un plan al cual ceñirse para su día. - ya no puedo sentir tu sabor en mis labios…solo queda tu aroma, por eso me gusta estar aquí, aún tiene rastros de tu olor -lo escuchó aspirar fuertemente -siempre me ha encantado tu olor, aunque te dijo que no, la primera vez…solo…estaba confundido, mi cuerpo reaccionó extrañamente y se supone que yo quería a Kikyo entonces…Myoga me explicó que es porque mi instinto supo que eras mía antes que mi cabezota tsk. - Kagome sonrió recordando su febril confesión sobre su aroma. Ella también amaba y extrañaba su fragancia a bosque, lluvia, cedro y eso que lo hacía único, su piel.
-Te extraño…-Fue lo último que escuchó.
En el Sengoku, InuYasha sintió como el peso de su pecho disminuye un poco y decidió aprovechar la arrepentida calma producto de su charla con una imaginaría Kagome para descansar.
Kagome por su parte se quedó unos minutos disfrutando del encuentro, repasando todo lo que le había platicado, su voz, su tono, su confesión. Con una nueva resolución decidió retomar el control de su vida y cumplir la promesa al oji dorado.
Desde aquel día, Kagome bajaba rigurosamente a las 11:11 p.m. al Goshinboku, algunos días tenía suerte y escuchaba la voz de su amado actualizándola sobre los últimos acontecimientos con sus amigos. Recordándole lo mucho que la extrañaba, animándola a terminar sus estudios, a esperarlo. Otras ocasiones solo había silencio, pero incluso eso le calmaba, pues simplemente estar en ese lugar le hacía sentirse cerca de él.
En ese tiempo había terminado la preparatoria y ahora estudiaba medicina natural, practicaba rigurosamente con su arco y como InuYasha, intentaba cruzar el pozo cada tres días. Había mejorado su estado de salud, recuperando su fuerza, color y atletismo. También había compartido con su familia los sucesos de esa noche y su decisión de volver al Sengoku y vivir al lado de InuYasha si la oportunidad se suscitaba.
Para InuYasha la vida seguía con un poco más de energía, su ánimo mejoraba siempre que hablaba con Kagome, y casi podía jurar que había días que sentía su aroma intensificarse a su alrededor. Esos eran sus momentos favoritos.
11:11 p.m.
Kagome se encontraba leyendo uno de sus libros de herbolaria cuando le escuchó.
-Sango dió a luz a dos niñas, gemelas, Miroku no perdió el tiempo. -le escuché comentarle divertido. -Me hizo pensar…sobre nuestros cachorros…-le dijo serio y si tú…querrías…si estarías dispuesta…posiblemente tendrían menos sangre demoníaca pero seguirán siendo Hanyous…nunca había pensado en tener una familia…hasta que te conocí…así que si tu quieres…cuando nos reencontremos…podríamos intentarlo. - El corazón de Kagome se derritió al escuchar las últimas palabras. Saber que su InuYasha visualizaba una familia a su lado la hizo inmensamente feliz.
11:11 p.m.
No había sido un buen día.
-Maldito ogro de quinta, argg le dije Shippo que no estaba listo, pero por supuesto el mocoso no me hizo caso…sé que es más fuerte…pero no está listo para enfrentarse aún a esa clase de Youkai…si no hubiera llegado…arghhh no me obedece como a ti…Kuso…por un momento pensé que lo perdería…y entonces…sé que no lo hablamos nunca pero…es como…nuestro cachorro…Maldición…- Kagome deseo con todo su ser poder estár ahí para consolarlo. Su pecho encogido con la preocupación por su pequeño. En un intento por sentirle más cerca, abrazó el tronco- a veces siento como si estuvieras aquí…
11:11 p.m.
-No sé qué me está pasando…nunca me había sentido así…anoche volví a soñar contigo…Kagome…me siento como un sucio pervertido…Miroku dice que es normal…pero nunca habían tenido "esa" clase de sueños tan seguidos…¿tu…alguna vez…has soñado conmigo? -Una sonrojada Kagome se sobresaltó ante la confesión, ¿InuYasha acababa de decir que tenía sueños húmedos con ella? si tan solo supiera las incontables noches que despertaba sudorosa y excitada ante las imágenes de su cuerpo sobre el suyo. Se sintió inmensamente feliz, era la primera vez que afirmaba que la deseaba de esa manera. No pudo evitar desear tocarle en ese momento.- Kuso… si cierro los ojos puedo percibir tu aroma como si estuvieras frente a mi.
Kagome…Kagome…mmm…haaa…Kag…-Su nombre salía en anhelantes y pesados suspiros, los jadeos no podian ser malinterpretados - ¿Acaso…está…? ¡ooh Kami! -La imagen de un excitado InuYasha dándose placer mientras pensaba en ella fue demasiado y no pudo evitar deslizar su mano bajo su falda buscando liberar la tensión en la cual la estaba sumiendo el peliplateado -Kagomeee…Kagomeeemmmmha- escuchando su nombre mientras era clamado en tan evidente necesidad le acompañó en el éxtasis hasta escuchar su último jadeo.
3 AÑOS DESPUÉS
11:11 p.m.
InuYasha se encontraba descansando en el Goshiboku, esa noche no tenía deseos de externar sus pensamientos. Estaba tranquilo y en paz después de un arduo día de trabajo al lado de Miroku. Su casa había sido terminada. El proyecto había nacido algunos meses tras evaluar que incluso si Kagome no volvía él debía tener un techo sobre su cabeza para esperar que transcurrieran los años.
Kagome había tenido un día pesado, era su última entrega en la universidad y no había podido revisar el pozo en la mañana pues se le había hecho tarde, subió corriendo las escaleras del templo y se dirigió directamente a él.
Agitada miró al fondo y no vio nada fuera de lo normal. Hoy se cumplían 3 años desde la última vez que lo había visto.
-InuYasha -le llamó -Quiero verte una vez más, ¿cuánto tiempo más debemos esperar? ¿por qué no has venido a buscarme? estoy lista, solo quiero estar a tu lado, solo…ven a mi…-una de sus lágrimas cayó al fondo del pozo y lo que hace unos minutos era tierra, se volvió un cielo estrellado, escuchó a su madre llamarla mientras la veía acercarse al lugar -¡Mamá, es momento, te amo, cuida de sota y el abuelo! - la vio sonreír y despedirla con su mano con calma. -¡Saludame a InuYasha, se feliz!- la escuchó gritar mientras saltaba.
Abrió los ojos de golpe al sentir el inconfundible aroma de Kagome, corrió lo más rápido que sus piernas le permitían hacia el pozo, cuando llegó no tuvo dudas, extendió su mano al ver la inconfundible cabellera de la ojicafé. La ayudó a salir sin esfuerzo y cuando sus ojos se encontraron supo que era real.
-Kagome -le dijo feliz antes de atraerla en un abrazo - has vuelto - aspiró su aroma y se regocijó ante la sensación de tenerla nuevamente entre sus brazos. Sintió sus pequeñas manos ejercer un poco de presión para separarse, solo le permitió lo suficiente para poder ver su rostro. -¿te quedarás a mi lado? -le preguntó con una sonrisa.
-Te amo - fue su única respuesta, antes de tomar su rostro y besarlo. Lo sintió sonreír contra sus labios, se separaron hasta que sus pulmones pidieron oxígeno.
InuYasha acarició su rostro y delineó sus hinchados labios por la reciente actividad.
-No sabes cuanto tiempo soñé con hacer esto -le dijo.
-Sí que lo sé -le dijo divertida, -tu mismo me lo contaste… aunque creo que hiciste algo más que besarme si no mal recuerdo -
Su rostro enrojeció -¿cómo…acaso…tu…todo este tiempo…? - ella solo asintió.
-Llévame a nuestro hogar - le pidió con ternura - y empecemos nuestra vida juntos.
