Disclaimer: Ni Evangelion ni sus personajes me pertenecen.

Lágrimas en la lluvia

En absoluto silencio, como si fuese un objeto inanimado carente de toda vitalidad, Shikinami, mirando fijamente el techo de la cabaña de Kensuke, se limitaba a escuchar la estridente lluvia torrencial que azotaba la aldea por poco más de una hora. Shinji, fiel a su estilo cobarde y pusilánime, había escapado desde muy temprano, para esconderse, otra vez, en las ruinas que se hallaban en las afueras de la villa.

Ya teniendo sus propios problemas encima de ella, en su mayoría, irónicamente, provocados por Shinji, Asuka se quedó tendida en su cama sin molestarse en seguirlo. Si bien su apariencia exterior era la misma de aquella Shikinami que llegó a Japón por primera vez hacía casi tres lustros, por dentro, siendo una mujer cercana a las tres décadas, no tenía ni la paciencia ni el humor como para jugar a la niñera.

Con sinceridad, sin pretender engañarse a sí misma, Shikinami aún no se acostumbraba a tenerlo cerca de ella luego de haberlo dado por muerto por tantos años. Aquel sentir de odio y rencor tan intenso que le profesó muchísimo atrás, cuando descubrió que la maldición que arrastraba se debía a la inacción de Shinji durante el incidente con la Unidad 03, yacía ahora más sosegado y sereno; aunque latente.

Sin embargo, con la misma franqueza, Asuka también reconocía que su corazón se paralizó por completo, cuando la Unidad 01, despertando de su larga hibernación, reaccionó de inmediato en su auxilio al verse en dificultades en medio de la misión de recuperación en la órbita del planeta. Habiendo creído que Shinji ya no existía, ver que su creencia más sólida era una falsedad, la golpeó de lleno.

A pesar de ser tan vieja como lo era Misato cuando los hospedó en su antiguo departamento, sin que pudiese remediarlo, su mente, todavía haciéndola sentirse como la niña que alguna vez fue, le impedía dejar de mirar a Shinji con nostalgia. Ikari, sin lugar a dudas, la defraudó cuando no hizo nada por ella al verse presa del ángel oculto en el Eva 03; empero, evocándole antiguas sensaciones, Asuka lo añoraba.

Por más que se insultara a sí misma; por más que pisoteara los sentimientos que Shinji incitó en ella, la pelirroja, sin lograr olvidarlos, sabía que se enamoró perdidamente de él en aquella distante noche, cuando impulsada por la soledad, en busca de calor y compañía, se escabulló en la habitación de Shinji. Desgraciadamente para ella, las circunstancias, con crueldad y alevosía, no le dejaron vivir aquel amor.

Tan pronto como vio venir todas aquellas fantasías y sueños de un romance adolescente normal de ella con Shinji, la germana, moviendo su mano derecha hacia su marioneta, se apresuró a usarla para ahuyentar tales ilusiones. Por ende, alzando la muñeca para que quedase arriba de ella, Asuka, mirándola fijamente, se prestó a repetir el mantra que la ha acompañado desde que tenía memoria.

– Me siento sola, yo siempre he estado sola. Es lo que conozco; aún así, estás mejor sola, Asuka.

Si cerraba los ojos con fuerza y se concentraba lo suficiente, sus recuerdos más antiguos, saliendo a flote desde las profundidades, le permitían verse de nuevo a sí misma flotando desnuda en el tubo con LCL que le dio la vida. Rodeándola, dejándola impactada ante la enorme cantidad que observaba, Shikinami alcanzó a ver las incontables copias iguales a ella que, en sus mismas condiciones, yacían dormidas.

En aquel instante, aún sin imaginar lo que vendrá para ella, Asuka vio como varios hombres vestidos con batas de laboratorio la examinan a ella y a sus semejantes. Estoicos e inexpresivos, así los recordaba la teutona cuando alguno de ellos se reclinaba para mirarla más de cerca al inspeccionarla. Así pues, día tras día, sin tener comprensión de la noción del tiempo, Asuka no hacía más que flotar allí encerrada.

Gradualmente, una detrás de la otra, Asuka, quien en ese entonces carecía de un nombre real para identificarse a sí misma, fue presenciando como las demás iban siendo extraídas de sus tubos, en grupos, para ser llevadas a un lugar lejos de su alcance. Si bien desconocía adónde las llevaban y con qué propósito las creaban, Asuka, con seguridad, se había percatado que ninguna de ellas regresaba.

No fue hasta mucho más adelante, que Shikinami, como una parte de su alma siempre se lo advirtió, vio llegar el momento de emprender el viaje que, con anterioridad, sus otras réplicas también realizaron. Salir de su tubo se sintió liberador, pero doloroso. Sus músculos, que no estaban habituados a soportar su propio peso, se vieron exigidos, de repente, a sostenerla bajo la dura mirada de sus creadores.

Respirar aire; igualmente, fue una tarea a la que le fue difícil adaptarse después de haber respirado LCL desde su concepción. No obstante, obedeciendo el consejo de su instinto de supervivencia, la alemana, esforzándose por aprender a usar sus pulmones por primera vez, se apresuró en plantarse sobre sus pies descalzos, temiendo, con gran pavor, darles la impresión a sus observadores de estar defectuosa.

Fue así, mientras aprendían a mantener el equilibrio y a caminar, que Asuka, junto a las otras como ella, fueron conducidas a un nivel superior de la base militar donde las crearon. En dicho nivel, luego de una ducha rápida nada reconfortante, se les hizo entrega del uniforme que llevarán puesto hasta que sucediese una de dos cosas: ser la única sobreviviente de todas o acabar desechada en una fosa común.

Hablar sin autorización, o peor aún, intentar comunicarse con sus gemelas, se encontraba totalmente prohibido. Tal aislamiento social, era precisamente el origen de aquella soledad tan arraigada que Shikinami anidaba en su interior, y que no se verá desafiada, hasta años más tarde, cuando Shinji Ikari, para bien y para mal, apareciese en su vida para hacerla sentir como un ser humano real y auténtico.

Empero, en tanto ese futuro encuentro aún no se produjese, Asuka, aprendiendo las funciones de cada botón y palanca de la cabina de la Unidad 02 gracias a un simulador, fue puliendo sus destrezas al mejorar su puntería al emplear armas de fuego; así como a perfeccionar sus habilidades al luchar cuerpo a cuerpo. Aún así, sin importar cuánto practicase y mejorase todos los días, nadie reconocía su empeño.

Rostros serios con expresiones de desdén, eso era lo que Asuka hallaba en los intrincados y laberínticos pasillos de las instalaciones de Nerv Alemania cuando se movía en ellos. Sin embargo, creyendo que, al triunfar, sería aceptada y valorada por quién era, la pelirroja mantenía su frente en alto mentalizándose en convertirse en la Shikinami definitiva que, entre innumerables copias exactas a ella, Nerv buscaba.

Quizás eso último, trágicamente, significaba la muerte para los otros clones; pero Asuka, sabiendo que sus duplicados pensaban lo mismo que ella, no escondía su miedo a fallar y a acabar tirada en la basura.

– He estado sola toda mi vida y moriré sintiéndome sola.

Habiéndose terminado los entrenamientos y simulacros, llegando la hora de demostrar su valía, Asuka nunca olvidará aquella mañana siniestra hacía más de quince años. Tanto ella como sus hermanas, cada una en una cabina separada, se enfrentaron entre sí en una batalla campal donde la última que quedase en pie, se ganará, definitivamente, el derecho a ser reconocida como la única Asuka Langley Shikinami.

A pesar que en el fondo, por igual, todas poseían las mismas posibilidades de salir victoriosas, lentamente, empezando a quedarse rezagadas algunas debido al agotamiento o por ser derrotadas, el gran número de competidoras fue descendiendo hasta quedarse en un puñado. Afuera, supervisando y observando la confrontación, tanto los militares como los científicos, esperaban por una triunfadora.

Así, al cabo de una eternidad, sintiendo en carne propia el dolor de los impactos que causaban los disparos de sus rivales, Asuka, a duras penas lograba mantenerse en pie; aún así, negándose a ser vencida como sus predecesoras, gritó hasta desgarrar su garganta, al vencer, una por una, a sus hermanas. Se odió a sí misma por condenarlas a morir, pero queriendo vivir, no tuvo más opción.

Para cuando fue consciente de sus acciones, Asuka, respirando con dificultad y agitadamente, alzó la vista buscando a su siguiente contrincante; no obstante, causándole un temor indescriptible, las pantallas y sistemas dentro de su simulador se apagaron dando por finalizada la contienda. La pelirroja, oyendo como era extraída de allí, intuía que había ganado; aunque sus nervios lo pusiesen en duda.

Una vez sintió las luces del exterior golpeándola en la cara, Asuka, rodeada por los mismos hombres con batas blancas que la sacaron de su tubo con LCL, sin decirle ni una palabra, muchísimo menos una felicitación, la condujeron a una habitación que le era desconocida donde esperaban por ella. Por otro lado, en distinta dirección, las réplicas que Asuka derrotó, eran guiadas, en silencio, a otra recámara.

Asuka, hallándose sola ante tres caballeros elegantemente vestidos con atuendos decorados con medallas, se le notificó que era oficialmente la piloto designada para el Evangelion Unidad 02. Aunado a eso, le fue otorgado el rango de Capitana de las Fuerzas Aéreas Europeas al servicio de Nerv, cuya organización, desde la capital de Japón, era liderada y encabezada por el Comandante Gendo Ikari.

Ahí mismo, se le hizo entrega de su traje de piloto con la numeración "02" estampada en él. Por otra parte, resaltando entre toda la indumentaria de Nerv que se le suministró, también recibió una pequeña marioneta que, dejándola enmudecida, era idéntica a una que vio en sus sueños mientras dormía al estar sumergida en LCL. Asuka, en ese entonces, no lo sabía, pero tal muñeca le perteneció a su original.

Entretanto ella obtuvo la recompensa prometida, sus duplicados derrotados, como ovejas llevadas al matadero, fueron arrojados a un profundo agujero excavado en la tierra, donde sus cadáveres, cayendo unos encima de los otros, emanaban un nauseabundo hedor a putrefacción al ser devorados por insectos. Tal escena no llegó a verla con sus ojos, pero Asuka, en su cabeza, la imaginaba con realismo.

– El final no tardará en llegar. Al fin me reuniré con todas las demás cuando esto acabe.

Ya no teniendo caso lamentarse por su atroz infancia y por su truncada adolescencia, Asuka, sin romper el contacto visual con su desteñido títere, deseaba, con total honestidad, hacer las paces con Shinji previo a que llegase su caída. Tal vez su paciencia con él era muy escasa; aún así, no queriendo fallecer cargando más rencores, Shikinami esperaba que las cosas mejoraran entre ambos al decirse adiós.

Repentinamente, interrumpiendo sus pensamientos y recuerdos, un sonido logró sobresalir entre el rugido que causaba la lluvia al golpear el techo de la cabaña de Kensuke. Dicho sonido, repitiéndose segundos más tarde, se trataba de la puerta principal de la vivienda que era tocada por alguien en las afueras. Por ello, reaccionando con la velocidad propia de un soldado, Asuka se puso en guardia.

Dejando caer su marioneta sobre el colchón de la cama, Shikinami, segundos antes de ponerse de pie, deslizó la mano derecha debajo de la almohada buscando la pistola eléctrica que ocultaba allí. Así pues, empuñando aquella arma, Asuka corrió con agilidad hasta acercarse lo suficiente a la fuente del ruido que continuaba produciéndose. Una vez ahí, preparándose para disparar, se apresuró a hablar con vigor.

– ¿Quién es?

– Soy yo.

– ¡Es la muñeca!

Casi instantáneamente, recibiendo respuesta a su pregunta, Shikinami no se demoró en reconocer aquella voz tan monótona y plana que era única de una persona. Por un santiamén, no queriendo tener visitas no deseadas, Asuka pensó en decirle que se largara a otra parte; empero, sin que pudiese entender por qué, un sentimiento extraño en su interior la convenció de permitirle entrar.

– Voy a abrir la puerta.

Guardado su artefacto bélico en uno de los bolsillos de su chaqueta, Shikinami, caminando hacia la entrada, no tuvo ningún pudor o incomodidad por dejar que Ayanami la viese tan escasamente cubierta. La Asuka que alguna vez fue, aquella misma que se sonrojó en sobremanera cuando Shinji la vio desnuda, al salir, por accidente, de la bañera, ya no existía más al haber muerto hacía casi quince años.

O al menos, eso pensaba Asuka.

Por ello, al sentir el frío viento chocar contra su piel, Asuka, quedándose muda al ver a Ayanami totalmente protegida con una capa impermeable, un paraguas y un par de botas de goma, debió contener sus ganas de reírse de ella al verla vestida de esa forma. Sin importar cuánto tiempo haya pasado desde que la conoció, para Asuka, ver a Ayanami con dicha ropa, ratificaba que era una muñeca.

Así, despejando el camino para que entrase, Shikinami regresó a la cama de nuevo sin darle ninguna bienvenida a su repentina visitante; por el contrario, actuando como si Ayanami no estuviese allí, Asuka recurrió a su videojuego para seguir ignorándola. Rei, quien puso en práctica las lecciones que obtuvo de Hikari en la residencia Suzuhara, se tomó la molestia de dejar sus pertenencias mojadas en la estancia.

– Escuché que Shinji estaba aquí.

La teutona, sin apartar la mirada de la pantalla de su consola de juegos, siguió presionando los botones al escuchar las palabras de Ayanami.

– Pues como puedes ver, él no está aquí ahora–Con un tono de voz más grosero y altanero de lo normal, deseando dejarle en claro a Rei que su presencia le disgustaba, Asuka le comentó– ¡El mocoso cobarde volvió a escapar!

Ayanami, controlada por la curiosidad que la estimulaba a ver el mundo con ojos hambrientos de conocimiento, les echó un vistazo a los alrededores, observando, con admiración, la enorme cantidad de herramientas y refacciones que Kensuke coleccionaba en su hogar. Sin embargo, por más que le intrigase los objetos extraños que veía, hallar a Shinji, sin importar nada más, era su máxima prioridad.

– Ya veo, entonces me iré a buscarlo a la aldea.

Sin demoras, girándose sobre sus talones de modo casi robótico, la jovencita de cabellos azules se prestaba a retirarse, cuando Asuka, de improviso, volvió a hablarle.

– Antes que te vayas, debes saber esto–si bien no le quitó los ojos de encima a su videojuego, la germana, sintiendo la inusual necesidad de ser honesta con Ayanami, se dignó a comentarle algo sobre su esencia artificial–al igual que con los Evas, los pilotos tenemos inhibidores que impiden que superemos los límites humanos. Eso significa que los sentimientos que sientes por Shinji están basados en el comportamiento cognitivo; en otras palabras, la Serie Ayanami fue creada y programada por Nerv para estar interesada en Shinji.

A pesar que conocía lo obtuso que podía llegar a ser un clon de la Serie Ayanami, Asuka, debiendo esconder su asombro, no se esperaba oír la contestación que recibió de Rei.

– Eso está bien para mí, me alegra mucho sentirme así por él.

Arqueando una ceja, luego encogiéndose de hombros, Shikinami vio cómo su puntaje se incrementaba, al jugar, por millonésima vez, el mismo juego de video.

– Bien, en ese caso, ya vete de aquí. Tu querido Shinji está en las ruinas de Nerv, Torre N109.

– Gracias.

Volviéndose a llevar otra sorpresa al oírla darle las gracias, la alemana, no pudiendo olvidarse de la otra Ayanami que fue su compañera de escuela antes que el mundo entero se arruinara, pensando en Shinji también, soltó un bufido de frustración al dejarse persuadir por los firmes sentimientos que guardaba por él. Mari, de haber estado allí, se burlaría de ella al reafirmar que su humanidad aún prevalecía.

En consecuencia, mirando de reojo un plato lleno con barras de proteína, recordando en que el mocoso persistía en su terquedad de no querer comer, Shikinami se sintió como una niñera nuevamente, y se prestó, otra vez, a dirigirle la palabra a Ayanami.

– Si realmente piensas buscarlo, entrégale un par de raciones. No ha comido desde hace mucho.

– ¿Por qué no estás en la aldea? –Tomando un puñado de aquellas barras, Ayanami, preparándose para abandonar la cabaña de Kensuke, no pudo resistirse a la tentación de preguntarle a Asuka el motivo de su encierro autoimpuesto– ¿No tienes un trabajo aquí como todos los demás?

– ¿Acaso eres idiota? –Con su tradicional temperamento explosivo, Shikinami, deseando que Ayanami se marchara lo más pronto posible, ni siquiera se volteó a mirarla cuando le vociferó– ¡Yo nunca viviría en un sitio como este, sólo lo protejo!

Habiéndose acabado la charla, Shikinami se enfocó en su videojuego mientras escuchaba cómo Ayanami se vestía, para reiniciar, de nuevo, su búsqueda de Shinji. Menos de un minuto después, al oír el sonido de la puerta cerrándose, Asuka dejó caer su consola justo al lado de su marioneta para levantarse por segunda vez, disponiéndose a observar, a través de una de las ventanas, a Rei alejándose de allí.

– No importa que no sea la misma muñeca que conocí antes, es igual de estúpida que ella.

Contemplando cómo la silueta de Ayanami, protegida por su paraguas, se perdía en la lejanía, la germana, incapaz de apartarse del cristal humedecido por el aguacero, continuó ahí parada viendo como las veloces e interminables gotas de lluvia se precipitaban contra la villa al rugir el cielo tormentoso. Tal paisaje oscurecido, reflejando sus sentires, la hizo sentir de vuelta en aquel ascensor.

Dicho recuerdo, en varias oportunidades, había intentado envolverla, sin éxito, al ser repelido por la dolorosa presencia del ángel que la usaba como huésped; en otras ocasiones, debido a los constantes combates contra Nerv, Shikinami conseguía borrarlo de sus pensamientos al no poder pensar en ello. No obstante, la cercanía de esta copia de Ayanami, como lo hacía Shinji, la envió de regreso al pasado.

A un pasado que, por más que lo odiase y le trajese desdichas, también le brindó los pocos momentos felices que ha tenido en toda su existencia.

Los Evas reflejan lo que hay en nuestros corazones.

En tanto sus ojos seguían el correcto ritmo del tiempo al ver el presente, sus oídos, conectándose con el ayer, le permitieron escuchar la voz de aquella Rei Ayanami que; a pesar de los años transcurridos, seguía considerándola como una rival a vencer. No por ser la mejor piloto ni por ser la favorita del Comandante Ikari; sino por ser la chica que Shinji, dedicándole su atención, le entregase todo su amor.

¿Qué dijiste?

Escuchándose a sí misma, la Asuka adulta atrapada en su cuerpo de niña, desearía ser capaz de decirle a la versión suya de esa época que no obtendrá nada al involucrarse en esa discusión.

Tu vida no debe depender de los Evas, puedes encontrar la felicidad en el mundo exterior.

¿Quién te crees que eres para darme consejos? –La Shikinami de aquel entonces, notoriamente enfurecida, gesticuló con exageración al apuntarse con un dedo a sí misma–yo trabajé muy duro para llegar hasta aquí, fui elegida solamente por mis habilidades. No entré a Nerv por nepotismo o por favoritismo, como sucedió contigo.

No puedo evitar estar aquí, pilotear es para lo único que existo.

Si bien no se atrevió a reconocerlo, Asuka, al oír aquella afirmación de Ayanami, pensó que su vida poseía el mismo destino y propósito al haber sido creada en una instalación militar subterránea. Por ende, temerosa de admitir que ambas eran más parecidas de lo que creían, Shikinami, escudándose con una cortina de humo, empleó su ira para alejarse lo más que pudiese de Rei para no sentirse igual a ella.

¡Cállate! –Gritando a todo pulmón, no importándole si alguien llegaba a escucharla, Shikinami prosiguió con sus intenciones de diferenciarse de Ayanami, para convencerse, a sí misma, que no era una muñeca como ella– ¡Eres la favorita del Comandante Ikari por ser una lambiscona, eres su muñeca obediente que hace todo lo que él le pide!

No soy una muñeca.

¡Claro que sí lo eres, deja de ser tan arrogante!

No queriendo seguir reflejándose en Ayanami, Asuka, comportándose como lo haría una jovencita ordinaria en medio de un berrinche, pasó de los gritos a las acciones al intentar abofetearla con su mano derecha. Sin embargo, robándole por completo el aliento, dejándola también sin habla, Ayanami, sin perder la calma, se volteó con rapidez, logrando detener y bloquear, en el aire, la cachetada de Asuka.

Sintiendo como su corazón se calmaba, enfriándose aquel carácter tan volátil que la caracterizaba desde siempre, Asuka conectó su mirada con la de Ayanami por un breve instante; enseguida, alzando la vista, miró sus palmas unidas al permanecer inmóviles en el punto exacto donde colisionaron. Fue allí, al ver los dedos heridos de Rei, que la germana, mirando los suyos propios, vio el nacimiento de una rivalidad.

La Shikinami de casi treinta años, vislumbrando a su yo más joven desde el distante futuro, revivió aquel miedo que la paralizó cuando comprendió que Ayanami, tal y como ella en los días anteriores, había estado practicando cocinar para Shinji. Tan pronto como consiguió conocer y encontrar a un chico que la trataba como un ser humano real, Asuka, debiendo luchar de nuevo por ganar, temió perderlo con Rei.

Para ser una muñeca, eres muy atrevida.

Rompiendo la afonía que se tornaba eterna, Shikinami, separándose de Ayanami, le agradeció al cielo cuando las puertas del ascensor se abrieron permitiéndole marcharse de ahí; empero, deteniéndose justamente cuando las cruzaba, Asuka oyó el llamado de su orgullo que le impedía retirarse como una cobarde. Si las dos pretendían competir por Shinji, Asuka, al menos, le dejará en claro que no perderá.

Por ello, al mejor estilo de un par de gladiadoras en un coliseo, antes de desenfundar sus espadas, Shikinami deseaba ser la primera en hacer la declaración de guerra. Así pues, reclinándose en la entrada del elevador, la pelirroja se cruzó de brazos, cubriendo su rostro, al inclinar la cabeza, con aquel flequillo tan rojizo que adornaba sus cabellos. Seguidamente, girándose a mirarla, le habló directo al grano.

Tengo una pregunta para ti y quiero que seas honesta conmigo–A diferencia de dos minutos antes, Shikinami, sin gritar ni exaltarse, le conversó con un tono de voz serio y ecuánime– ¿Qué es lo que sientes por el idiota?

¿Idiota? –Ayanami, no entendiendo la referencia, le cuestionó con confusión.

Me refiero al estúpido Shinji.

No estoy segura.

¡Malditos japoneses reservados! –Por más que trató de mantener su enfado bajo control, Asuka, perdiendo la paciencia con las ambigüedades de Rei, no disimuló la avalancha de celos que la carcomía por dentro al saber que Ayanami también tenía interés en Shinji– ¡Dime lo que sientes por él, demonios!

Todavía observando la interminable tormenta caer sobre la aldea en la actualidad, Shikinami, como si realmente estuviese de vuelta en aquel elevador, juraría que pudo oír, con claridad, la respuesta de Ayanami, la cual, incluso hasta el día de hoy, continuaba retumbando en su memoria.

No lo sé, pero cuando estoy junto a él, me siento feliz–mirando hacia el piso, expresándose con franqueza por primera vez en su vida, Ayanami, sin imaginar lo que estaba por suceder más adelante, desnudó su alma ante Asuka al contestarle–quiero que él sienta lo mismo que yo siento; también quiero que se lleve bien con su padre y con él mismo.

¿Es en serio? –Más que preguntarle a Rei, Asuka, hablándose a sí misma, se cuestionó si aquello que ocurría era real o si era una maldita broma de muy mal gusto.

De ese modo, dando por concluida la efímera plática entre ambas, sin saber, que será la última por más de una década, Shikinami se volteó alejándose de allí a toda velocidad. A sus espaldas, cerrándose al fin, las puertas mecánicas del ascensor encerraron a Ayanami en su interior al reanudar su descenso. Asuka, como si fuese un toro enfurecido buscando a quién embestir, caminaba a paso firme e imparable.

¡Es una completa estúpida, ni siquiera se ha dado cuenta que está enamorada de él!

Observándose a ella misma adentrarse en aquel solitario y oscuro pasillo, la Shikinami de tres lustros después, sintiendo frío como no lo había sentido en muchísimos años, dejó de mirar por la ventana y avanzó lentamente hacia la cama vacía. Allí, al verla, ignorando a su marioneta y a su videojuego, se tumbó en el colchón sin emitir ni el más ínfimo sonido, esforzándose, en vano, por no pensar más en él.

Desde el día en que abrió los ojos, Asuka, al hallarse rodeada por cientos de copias iguales a ella, supo que le era completamente imposible cambiar quien era. Fue creada como un arma de guerra, seleccionada entre muchas otras para cumplir dicho fin, no era más que eso. No obstante, cada vez que intentaba convencerse de ello, un rostro, uno que creyó no volver a ver jamás, desafiaba esa creencia.

Shinji Ikari, sin importar si lo odiase o lo amase, ya había dejado una huella tan profunda en ella que era imborrable e indeleble. Por ende, al girarse sobre sí misma, posando su vista en el techo de la cabaña, Asuka deseaba romper la prisión en la que se convirtió su propio cuerpo, para que su espíritu, al destrozar las cadenas que la sujetaban, pudiese liberarse y llorar como tantas veces lo ha deseado.

Llorar por no haber podido amar a Shinji en su juventud.

Llorar por no haber sido salvada por Shinji cuando ella más lo necesitó.

Llorar por no haber gozado de la libertad de tener junto a Shinji una vida normal.

Para su desgracia, la maldición que la envolvía, como el cruel verdugo que era, le impedía sollozar como le gustaría hacerlo. Empero, encontrando un aliado inesperado, la lluvia, que continuaba cayendo a cántaros sin dar signos de querer detenerse pronto, lloró por ella. Cada gota de agua que caía en la aldea era una lágrima que no podía correr por sus mejillas; era su amargura hecha realidad.

Era verdad que no nació de un vientre materno, ni que contó con padres que le brindasen el cariño de una familia; sin embargo, más allá de lo establecido por sus creadores, los sentires que albergaba en sus adentros la hacían un ser humano, tal y como Mari, durante todos estos años, intentó hacerle ver. Haberse enamorado de Shinji, para bien y para mal, era, sin duda alguna, la mayor prueba de ello.

– Pero ya es muy tarde, no hay nada que se pueda hacer. Yo ya crecí, él todavía es un niño.

Alzando la mano derecha, la misma que mucho tiempo atrás estuvo cubierta de vendajes y cortaduras por desear aprender a cocinar, Shikinami, sabiendo que su apariencia juvenil era una mentira, trataba de imaginarla cómo era realmente al ser la mano de una mujer adulta con casi tres décadas encima. Por ello, encogiendo sus dedos al formar un puño, Asuka, sin dejar de mirarlo, lo apretó lo más que pudo.

Shinji, agobiado por sus traumas, cargaba una cruz muy pesada en su espalda, una tan inmensa que le imposibilitaba tener la madurez suficiente como para comprender lo que ella sintió por él en el pasado. Asimismo, todavía continuaba molesta con él por su terco egoísmo al sólo enfocarse en sus problemas, sin percatarse, en lo más mínimo, que los demás también han sufrido en el transcurso del camino.

Hasta que Shinji no dejase de huir de sus demonios y tuviese la valentía para enfrentarlos, Asuka, no pudiendo verlo en igualdad de condiciones, no podrá confesarle el amor que guardó para él en su alma. Tal amor, aún llevándolo con ella, lo consideró un lastre y un estorbo al sumarse a Wille; empero, ayudándola a tolerar el funesto apocalipsis, se transformó en un amuleto donde depositar su esperanza.

Si bien no podía explicar cómo lo sabía, Shikinami, segura de sus presentimientos, confiaba en que Shinji será la clave para ponerle punto final a esta pesadilla, que él y su padre, al abrir la Caja de Pandora, desataron en el mundo. Aún ignoraba cuál era la estrategia de Misato para enfrentar a Gendo de nuevo, pero no olvidando la extensa lista de fracasos que poseían, la teutona sospechaba que volverán a fallar.

– Por favor, estúpido Shinji, necesito que dejes de lloriquear y que madures de una vez. Quiero decirte que me gustó mucho tu comida y que te eché de menos todos estos años.

Usando su imaginación, pero no para verse a sí misma desechada junto a los otros clones de la Serie Shikinami, Asuka, al plasmar sus deseos más profundos, creó uno de aquellos sueños que solía catalogar como estupideces sin sentido. Así pues, queriendo imaginar lo que no logró vivir, se vio a sí misma con un rostro que lucía su verdadera edad, peinando, al mirarse en un espejo, su larga cabellera escarlata.

Detrás de ella, acercándosele al imaginarlo, él apareció. Shinji, un Shinji Ikari igual de viejo que Asuka, con un aspecto muy parecido al de su padre, pero sin su prominente barba, la tomó por sorpresa al abrazarla por la cintura. A sus espaldas, dibujándose una habitación que evocaba al departamento donde residieron con Misato, Asuka, ya pensando como una mujer, vio una amplia cama desarreglada.

No siendo necesario especular lo que sucedió en aquel dormitorio que les pertenecía a ellos, Shikinami, sabiéndolo muy bien, fue incapaz de ocultar un notorio rubor que se extendió en su tez, el cual, obligándola a agradecerle al cielo que estuviese sola, le hizo lamentar, aún más, que no hayan podido crecer y envejecer al unísono con la normalidad y naturalidad que la biología misma dictaba.

Sin dejar de observarlos, aceptando que necesitaba mirar esto, Shikinami, viéndose seducida por aquel Shinji tan varonil, imitó los movimientos de ese Shinji al abrazarse a sí misma. Enseguida, contemplando cómo reían y conversaban sin que ningún sonido saliese de sus bocas, Asuka, imaginándolos yendo por más, los vio besarse con pasión al acercarse apresurados a la cama que les dio un refugio dónde amarse.

– Ojalá hubiéramos tenido tan sólo una oportunidad, quizás, las cosas, hubieran sido muy diferentes entre nosotros.

Así, volviéndose a imponer la realidad sobre la fantasía, tan rápido como llegó, esa tenue ilusión de una vida feliz en pareja, se desvaneció, por completo, de su mente. El Wunder, estando próximo a llegar en unos días, no se tardará en sacarla de aquel insignificante rincón donde yacían los escasos vestigios de la humanidad, tal cosa, consecuentemente, la hará participar en su última batalla al sacrificar su espíritu.

Haberse colado sin permiso en la recámara de Shinji, en medio de la noche, tantos años atrás, fue la mejor decisión que ha tomado en toda su vida, ya que esta; a pesar de haberle traído angustias y tragedias horribles, también le permitió descubrir sentimientos que llevaba en su interior sin que lo supiese. De no haberlo hecho, habría vivido una existencia vacía y falsa como un mero clon sin voluntad.

Asuka, al pensar más en Shinji, sintiéndose acorralada por la ambivalencia, lo veía como su más grande libertador y como su más destacado carcelero. Tal conclusión, al definirlo como alguien inolvidable para ella, la condujo a revivir las alegrías que tuvo junto a él antes que sus caminos se separasen: recordó el delicioso sabor de sus comidas, el calor de su compañía al dormir con él y su rostro al verlo sonreír.

No sabía qué sucederá con ella cuando muriese, posiblemente emprenderá un viaje sin retorno cuyo destino no imaginaba; no obstante, elevando una plegaria, Shikinami deseó que ella y Shinji pudiesen reencontrarse otra vez para que comenzasen desde cero. De esa manera, si la suerte les favorecía, tal vez podrán enamorarse de nuevo y tener el romance que, en este mundo, les fue imposible disfrutar.

Hasta entonces, sin saber si su súplica será escuchada o no, Asuka, con añoranza, se aferró a los momentos buenos que Shinji trajo para ella, ya que, al morir, todos esos momentos se perderán, en el tiempo, igual que lágrimas en la lluvia.

Fin

Hola, les agradezco por haber leído esta historia. Desde hace muchísimo tiempo quería dedicarle un fic a la escena del elevador de Asuka y Rei en la película Evangelion 2.0: You Can (Not) Advance, luego se me ocurrió aprovechar la oportunidad para combinar esa escena con una de la película Evangelion: 3.0+1.0 Thrice Upon a Time, donde ambas, en privado, vuelven a tener una conversación sobre Shinji.

Siendo honesto con ustedes, la historia de origen de Shikinami como un clon no me gusta nada, y con el paso del tiempo, cada vez que lo pienso, me disgusta aún más. Aunque sé que hubiera sido muy cliché, sinceramente, hubiese preferido que Shikinami resultase ser una niña huérfana que compitió con otras chicas desamparadas por ganar el título de piloto y así conseguir un techo estable sobre su cabeza.

Para despedirme por ahora, como ya lo he comentado hasta el cansancio en otras de mis historias, me encanta escuchar música mientras escribo mis fanfics, y para este fic en especial, me acompañó una melodía perteneciente a una de mis películas favoritas de ciencia ficción de los años más recientes, y que le dio el nombre, precisamente, a este relato: Blade Runner 2049 Soundtrack - Tears in the Rain.

Muchas gracias por leer y hasta la próxima.