Disclaimer: Harry Potter, y sus personajes, no me pertenecen
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La fiesta de máscaras de las almas gemelas era una fiesta ilegal.
Al menos lo fue después de la segunda guerra mágica, porque involucraba magia de sangre.
Harry había sido el auror encargado de descubrir quien organizaba, en aquella ocasión, la reunión. Había llegado al lugar con su máscara, otro nombre, un cabello entintado de manera muggle, y lentes de contacto. Depositó un poco de su sangre, de manera que, ellos dijeron, su sangre se uniera al de algún mago o maga más compatible con él, formando un hilo rojo del destino. Por supuesto, se adaptaría a sus preferencias sexuales, dijeron. Después de todo, Harry pagó una cantidad exagerada de dinero para poder participar. Debido a que los participantes podían tener compromisos previos, o estar casados, se les permitió usar glamour para su apariencia. Solo dos cosas, color de ojos, color de cabello o color de piel.
Harry notó que aquellos con un glamour encima, lo perdieron apenas cruzaron la puerta. Debido a que las chicas habían insistido en el método muggle, tanto su cicatríz como sus ojos estaban a salvo. Tomó el cambio de color de cabello y color de piel, sabiendo que el color de ojos estaba a salvo, y cambio su rojo pelirrojo a café oscuro. Su piel morena, su volvió también un poco más oscura.
Entonces, cruzó la puerta.
Apenas lo hizo, un hilo rojo brilló de su dedo índice y se dirigió al área de bebidas. Curioso, Harry empezó a seguirlo. No era el único, muchos alrededor sonreían emocionados en su búsqueda. Se evitaban, intentando no enredarse, como pequeños niños jugando. Harry pensó entonces que estas fiestas no eran tan malas.
La persona que estaba destinada a compartir su hilo con Harry parecía apenas estar notando que un hilo salía de su mano hacia la multitud. Era un hombre de cabello negro y ojos azules, y sonreía hacia lo que fuera que la mujer a su lado decía.
A Harry no le molestó que fuera un hombre. Era atractivo, pero no pensaba llegar lejos con él.
Porque estaba comprometido con Ginny.
Esa había sido la idea, pero luego de que el hombre lo viera y le sonriera, luego que animado le invitara unas bebidas, pudo notar la creciente atracción hacia él. Tanto que por un rato olvidó lo que estaba destinado a averiguar.
Para estas alturas, Harry empezó a notar que algunas de las parejas a su alrededor ya se estaban besando, los más audaces estaban intimando, o teniendo relaciones en las mesas cercanas. Parecía no importarles que hubiera gente alrededor.
Era como si estuvieran intoxicados con una poción de lujuria.
Por Merlín, esto era una orgía.
Ahora empezaba a ver porque el Ministerio quería clausurar estas reuniones. Aunque técnicamente no eran ilegales, ya que habían puros adultos que accedieron a participar.
Si el hombre a su lado intentaba avanzar, ¿Qué debería hacer Harry?
Como si su rostro expresara todo, el hombre a su lado rio al ver lo que él veía.
-No tenemos que hacer nada-exclamó.- No tienes que asustarte. Sin embargo, si tu quisieras...
-Estoy comprometido.
-Oh.
La voz del hombre sonaba decepcionada.
-Bueno, iba a invitarte a irnos a tomar una copa, ya que al igual que yo no pareces disfrutar mucho del show, pero parece que no es buena idea.
-Solo venía a la fiesta, si.
-¿Esperabas... ?-empezó la pregunta, mirando a los alrededores.
-No, yo... no sabía bien qué se hacía. Me dijeron que sería divertido.
-¿Sabes por qué están tan desesperados por tocarse?-le preguntó a Harry y él negó.
-¿Por la magia de sangre que hace que quiera tocarte ahora?
-Quieres tocarme porque somos compatibles mágicamente y te agradó mi personalidad. Y porque los demás se están tocando. No hay magia de sangre influyendo.
-No estoy de acuerdo, parece amortentia.
El hombre rio nuevamente. Su sonrisa hizo a Harry sentir su estómago cosquillear.
-Porque son uno para el otro, pero cuando salgan de este lugar, no volverán a encontrarse. Muy pocos seguirán con su relación. La mayoría de la gente aquí busca amor, porque afuera no son amados. O no pueden permitirse amar a alguien fuera de las expectativas.
Harry tuvo que admitir que las palabras trajeron una nueva perspectiva.
-¿Qué hay de ti?
-Esperaba encontrar el amor, sí. Simplemente no logro encontrar a alguien compatible.-Respondió con una sonrisa desanimada, que luego calmó con un trago.-Pero realmente no es una sorpresa que mi alma gemela esté comprometida con alguien más-exclamó con sarcasmo.-Simplemente es la historia de mi vida.
Harry se sintió culpable, porque, de no ir, probablemente el hombre, Alexander, hubiera conseguido a alguien más, alguien quizá disponible, después de todo, era una persona agradable. Cuidaba de su madre, estudiaba...
-¿Podemos hacer eso?
-¿Qué?
-¿Besarnos mientras estás aquí? No volverás a verme, ni siquiera sabemos quién es el otro o como nos vemos, nos besaremos, iremos a casa, fingiremos que estamos satisfechos y la noche no será una mierda. O puedo ser tu prometido por esta noche. Demonios, pudiste simplemente no decirmelo, ahora solo pienso en eso. Oh por Merlín, olvídalo. No quiero ser el amante de alguien. Deberías irte. Estoy muy ebrio, y solo. Y eso nunca termina bien. Tal vez pueda encontrar a Pa... Pamela. -Exclamó mirando a los alrededores.-Oh, él no tiene hilo. Y se ve muy decepcionado, debería solo ir a hacerle compañía y ver cuando es la siguiente fiesta. Lo siento, yo creo que necesito alejarme de ti, antes de que te salte encima y me rechaces. Dejemos tu forma caballerosa de ser, intacta.
Eso era perfecto, era el momento ideal para huir y hacer lo que vino a hacer.
Pero la sangre de Harry hervió de celos al ver a ese hombre dejarlo para ir con alguien más. Planeando su siguiente fiesta, donde quizá estaría haciendo lo que los demás a su alrededor. No, el hombre probablemente llevaría a casa a la otra persona y la mantendría el resto de su vida.
Tomó la mano del hombre, que empezaba a alejarse y lo besó.
-Dijiste que estabas comprometido, Kiran-susurró Alexander, y Harry tuvo que recordarse a sí mismo que ese era su nombre hoy.
-Contigo, solo por hoy estoy comprometido contigo.
Alexander, que ahora sabía que era Draco, sonrió suavemente, con los ojos cerrados, recibiendo el dulce beso.
-Ya veo.
