Iba ahí a diario. Sin importar si Naraku se enteraba o no de ello, Kagura siempre que podía llegaba a esa colina, donde los crisantemos brillaban con la luz de la luna. A pesar de que ese lugar le daba paz, también le generaba cierta nostalgia que le era imposible explicar. Y no era la única que adoraba la calma que ese rincón perdido le proporcionaba.

Él siempre estaba ahí. Kagura lo veía a la distancia. Estoico, solemne cómo sólo él podía verse en aquel paisaje, se quedaba ahí mirando al infinito. Muchas veces se le quedaba viendo y se imaginaba qué es lo que pensaba, pero no se acercaba a él y él tampoco la molestaba o intentaba tener una conversación con ella. Sólo compartían el espacio y cada quien seguía su camino cuando el amanecer llegaba.

Hasta que un día, le habló:

—¿Hay alguna razón para que te quedes mirándome? —le preguntó sin dirigirle la mirada. Él seguía con su postura firme, sin mostrar una pizca de duda o curiosidad.

Kagura lo seguía con la mirada, esperando ver un cambio en su expresión, pero nunca llegó. Y realmente, no sabía qué responderle ¿debería decirle que lo veía porque era hermoso? Parecía salido de un sueño estando ahí.

—¡Yo no te estaba mirando! —dijo firme y más fuerte de lo normal, sintiéndose aún peor por la vergüenza. Sí, era mejor quedarse callada y no decir nada.

Sesshomaru volteó a verla y sintió que la respiración se le cortó en cuanto sus ojos se encontraron con los de él.

No hubo más charla de su parte. Él sólo volvió a estar en silencio sin volver a tener algún tipo de conversación con ella.

—¿Qué es lo que te gusta de estar aquí? —preguntó Kagura cansada de no decir nada. No, era su oportunidad para acercarse a él, después de todo, estaban solos ahí y bien podrían conversar un poco.

Pero no consiguió una respuesta, sin embargo, estaba acostumbrada a ese tipo de silencios. Kohaku no hablaba y Kana era tan, pero tan escueta que resultaba aburrido. La quería mucho, pero no era capaz de tener una buena conversación a pesar de que le gustaba hablar, no tenía oportunidad de hacerlo por su entorno.

—Ah —suspiró y apoyó su mentón en su mano y se quedó viendo hacia el frente— igual, te voy a contar porqué vengo aquí —le dijo ella mirándolo con una sonrisa—. Es el único lugar donde siento que puedo ser yo misma.

Y se abrió contándole lo que experimentaba ahí. El sosiego que nadie podía darle lo encontraba en ese sitio ¿por qué? No lo sabía. Sin embargo, sabía que sin importar qué pasara, siempre podría regresar. Y ahora, contaba con que él fuera parte de ello.

Hubo un momento donde Sesshomaru le dirigió la mirada, aunque no respondió y tal como sucedía a diario, al llegar el amanecer cada quien tomó su camino. Aunque en esta ocasión, Kagura se fue de ahí mucho más feliz de lo que se había imaginado.

Los días posteriores fueron iguales. Kagura se encontraba con Sesshomaru y charlaba con él sobre lo que pensaba y lo que quería. Más que nada anhelaba su libertad para no seguir atada a Naraku. Aunque todavía no lo conseguía, no se iba a dar por vencida y un día finalmente iba lograrlo.

—¿Tienes algún deseo? —le preguntó en una ocasión. Kagura se imaginó que como tantas otras veces, iba a ser como si hablara con un árbol, incluso, un árbol podía tener más chance de darle una respuesta.

—Lo tengo —respondió Sesshomaru tomándola por sorpresa. Kagura se irguió contenta de escucharlo hablar ¡le dirigía la palabra! Y emocionada por ello, le hizo otra pregunta, quería saber qué es lo que deseaba el gran Sesshomaru, sin embargo, no obtuvo respuesta. Y ahí la decepción volvió a llegar a ella.

Fueron días en el que su lugar se volvió el lugar de los dos. Apenas llegar y no verlo, se quedaba esperando a que apareciera y le hiciera compañía. Y quería pensar que él hacía lo mismo cuando no la veía a su alrededor. Era un pequeño deseo que esperaba se cumpliera, aunque fuera en su mente y nada más.

Él llegó tarde esa noche, cuando el viento soplaba más fuerte y los pétalos de las flores bailaban en el aire. Una danza que ni ella podría haber ideado de mejor manera. En eso, vio que uno de los pétalos quedó enredado en su cabello.

—¿Puedo quitarlo? —preguntó ella acercándose a él. Sesshomaru sólo la vio por el rabillo del ojo y no dijo nada, cosa que ella interpretó como un sí. Rozó su oreja y una lluvia de recuerdos impactó en su mente como en la de él. Kagura se apartó deprisa, alterada por lo que acababa de sentir y de ver, casi cayendo por el risco hacia el vacío. Sesshomaru la agarró de la muñeca y su contacto hizo que todo explotara en ellos.

Aún con todo lo que pasó por su mente, Sesshomaru no la soltó, trayéndola de nuevo a tierra firme.

—Todo esto —cerró los ojos y luego, la miró. La mujer de sus recuerdos era Kagura y estaban en el mismo lugar, quizá unos tres o cuatro siglos atrás por la vestimenta que llevaban.

Los recuerdos de su vida pasado afloraron en su memoria hasta el día de su muerte, encontrándose en aquel lugar antes de dar su último suspiro.

—Eras tú la razón de todo —llegó a decir Kagura anonada aún por lo vivido. Desde sus encuentros secretos, las veces que habían profesado su amor de una manera física e intima a la luz de la luna, hasta el momento en que su cuerpo se tiñó de sangre y se dieron un último adiós sobre los crisantemos blancos que se tiñeron de rojo.

De nuevo, hubo silencio de su parte, y por un momento, la mirada de Sesshomaru cambió mostrando un sentimiento de sorpresa, y quizá, fue sólo una idea de Kagura, ella aún estaba convencida de que había visto un atisbo de calidez en su mirada. Y su corazón rebosó de felicidad, aunque fuera sólo una ilusión provocada por el shock de emociones, prefirió quedarse con esa idea.

El resto de la noche fue mucho más agradable que de costumbre.

Al separarse, volvió a la guarida de Naraku. Él no estaba y vio que la vasija con su corazón estaba sola, sin que nadie la vigilara. Kagura se sintió con un golpe de suerte ¿podría ser su oportunidad de recuperar su vida y su libertad? Entró sigilosa, sin hacer ruido, hasta contuvo la respiración con miedo de que la descubrieran.

Su sonrisa resplandeció al quitar la tapa y ver el corazón palpitante en la vasija. Lo tomó y se sintió feliz. En esta ocasión había llegado mucho más lejos que en otras ocasiones donde sólo pudo observarlo a la distancia y sufrir las consecuencias de la falta de tacto para robarle a Naraku.

Lo saboreó, el primer palpitar fue en su mano y se sintió en la gloria hasta que el dolor atravesó su pecho. La vasija explotó en el suelo haciendo un ruido muy parecido al de su cuerpo al romperse: Naraku estaba detrás de ella.

Con un gran esfuerzo, agarró su pluma de su cabello y las cuchillas de viento destruyeron el techo para poder escapar de él. Su cuerpo sangraba, la herida era grande y dolorosa, sabía que debía huir si quería sanarla. ¡No! No se iba a permitir morir, no de esa manera. No iba a permitirle a Naraku ganarle en esta ocasión. Pero el dolor fue aumentando y casi juró que Naraku apretó su corazón en su mano al sentir el fuerte dolor que estremeció hasta sus huesos.

Cerró los ojos y respiró profundo, tanto como podía intentando canalizar el dolor de alguna forma.

—Maldito bastardo —maldijo y tosió sangre, ensuciando su mano y su kimono en el proceso. Sin darse cuenta, fue cayendo sobre la pluma que la llevaba al único lugar donde podría descansar.

Los crisantemos no se veían igual que durante la noche. Aunque hubo algo que no cambió en el paisaje: él estaba ahí. Sesshomaru había escuchado su voz, aún estando lejos de ella, lo sintió llamarlo y fue al único sitio donde sabía que la encontraría.

La pluma desapareció y el cuerpo de Kagura cayó con la fuerza de la gravedad arrastrándola, pero él la atrapó en el aire y luego, quedó con una rodilla contra el piso sujetando el cuerpo de la mujer.

No abría los ojos ni tampoco lo llenaba de preguntas innecesarias y molestas. Su respiración cada vez se hacia más leve y aunque rozó su rostro con sus dedos, no hubo respuesta. Observó la herida del pecho y vio el hueco que había quedado en ella. Él supo que nunca tuvo un corazón que proteger y aún así, se lo entregó a él.

Más, las almas gemelas tienen ciertos vínculos que van más allá del alma y traspasan al cuerpo. Si ella no tenía un corazón, él podía elegir compartir el suyo. Y así lo hizo.

Mientras los crisantemos blancos se teñían del rojo de la sangre, una luz brillante y plateada emergió de su pecho y se fundió en el de Kagura.

Pasaron los segundos, minutos, y no reaccionaba. Se sintió desesperanzado, aunque su semblante en ningún momento cambió, deseaba ver sus ojos rojos de nuevo.

—¿Sesshomaru? —preguntó apretando los ojos con fuerza antes de abrirlos.

—Sí —respondió él escueto, aunque el alivio había colmado su cuerpo hasta el último nervio.

La calidez que sintió y quizá, la cercanía que experimentaban los dos fue lo que la hizo erguirse y sentarse. Ya nada le dolía, sólo había quedado una mancha en su ropa, sin rastro de una herida, incluso, el tatuaje de araña de su espalda desapareció. Y había un golpeteó incesante en su pecho, cálido, que se aceleraba cada vez que pensaba en él.

—Mi corazón…

—Eres libre —le dijo Sesshomaru. Él no era como Naraku, no tenía intenciones de retenerla, pero sí de darle una oportunidad, aunque fuera de esa manera.

—¿Lo hiciste por mí? —su voz se cortó y como de costumbre, no obtuvo respuesta, pero se sintió feliz de todas maneras, sin contener las lágrimas, se arrojó a abrazar a Sesshomaru y un arranque de alegría, lo besó en los labios. Y aunque se sintió como si besara a un muro, cuando quiso separarse él la retuvo entre su brazo y evitó que lo dejara.

Como nunca, las mejillas de la mujer tomaron un tono carmesí tan brillante como sus ojos.

—¿Cómo puedes estar tan tranquilo después de todo? —le reclamó al ver que él ni siquiera había movido una ceja ¿cómo hacía? Ella sentía que iba a explotar por tantos sentimientos albergados en su pecho ¿así se sentía tener un corazón? No, así se sentía tener su corazón.

Así se quedaron un rato hasta que ella dijo que necesitaba buscar ropa limpia, el olor a sangre la estaba molestando. Pero como siempre, prometieron encontrarse en el mismo lugar, por la noche.


¡Hola, gente! ¿Cómo están? Espero que de maravillas. Les traigo un fic regalito para GabyJA que cumple años el día de oy y es fan de esta parejita.

De paso les cuento que participa del SoulmateFest de Pasión por los fanfics, evento dedicado a Gaby 3

Espero que te guste ¡Feliz cumpleaños! Que tengas un hermoso día y que sigas sumando alegrías y éxitos en tu vida.

¡Un abrazo!