Regresa a mí

Los personajes no me pertenecen, son de la gran Rumiko Takahashi. Esto es sin fines de lucro, solo diversión por y para los fans.

*Esta historia (AU con OoC) y participa en el:

#Gran_Concurso_MundoFanficslyR #Por_amor_al_fandom_MundoFanficsIyR


Esta vez la situación se había salido de control, caminaba a paso apresurado al apartamento y lo peor era que con cada zancada mi corazón latía más fuerte y a punto de explotar dentro de mí pecho. Por alguna razón llevábamos varias semanas en un constante roce, el ambiente tenso y la tirantes de tus palabras me hicieron creer que todo se había acabado, y esta mañana nos terminemos de decir lo que veníamos ocultando hace tanto ya… me dolió tanto saberlo pero al mismo tiempo agradecí esa sinceridad tuya tan característica.

Salí de casa con esa sensación de derrota cuando eres rechazado, tres años juntos y creí que era tiempo de dar ese paso, ese que la sociedad califica como "sensatez" más tú tenías otro concepto de aquello y te negaste absolutamente ante la idea, casi como una aberración y todavía no lo comprendo a cabalidad. Sin embargo, no puedo dejarte ir.

Visualizo el edificio al fondo y el terror se apodera de mi cuerpo; las piernas comienzan a temblar y mis manos sudan de una manera desmedida, me hiperventilo y mi único deseo es encontrarte en casa pero en el fondo lo sé, en lo más profundo sé que no estarás y eso me crispa de lleno. Observo el ventanal y está a medio abrir, corre algo de viento y la cortina se mueve más tu hermosa silueta no se ve. Subo los escalones rápidamente ya que el elevador no es opción no en estos momentos de real angustia, pero cuando estoy por llegar a los últimos escalones bajo la velocidad de súbito y mi boca se llena de amargura al ver la puerta que debo cruzar.

Tomo aire junto con un poco de valor, no sé de dónde pero lo hago y continúo mi camino, introduzco la llave y lo primero que veo es tu maleta casi como haciéndome burla, una vieja y pequeña maleta de color marrón en frente y entonces deduzco que aunque sigues aquí te vas, leo claramente el adiós en ese objeto y lo odio. Pronto mi corazón te busca como desalmado y tú estás espaldas a mí cerca de la ventana que hace un momento miraba, descalzas con ese short de jeans y una simple camiseta sin mangas en color blanco, llevas el cabello húmedo y algo alborotado, fumas concentradísima y como ignorándome pero no, sabes muy bien que estoy justo detrás de ti añorando una mirada tuya solo para perderme en esos cremosos ojos de color avellana.

Quiero hablar, en verdad pero no logro articular palabra entonces cierro los ojos por un momento y pido al cielo un milagro tan solo una oportunidad más y mientras lo hago las lágrimas brotan de mí incontenibles, nunca había llorado por nadie pero tú mujer, tú provocas eso y mucho más. Lo único que deseo es ser ese aire que necesitas para respirar Akane, estar para ti siempre y si un día necesitas que robe el sol o la luna lo hago con tal de seguir a tu lado de que permitas que éste hombre siga amándote como un maldito loco desquiciado.

Sin embargo, las palabras no pueden hacer lo que el amor puede hacer y solo entonces abro mis ojos.

De pronto te mueves un poco y giras para verme, tus ojos están enrojecidos estuviste llorando y eso me hace sentir muy miserable porque fui yo el causante de eso. Apagas el cigarrillo sin cortar ni por un segundo el contacto visual…

—¿Eso es todo? —susurró apenas audible, ella asiente en silencio.

Me acerco lentamente hasta llegar a ti para tomar tus manos, las beso con suavidad y es que el adiós es inminente.

—No tiene que ser así —pronuncio.

—Tú quieres otra cosa y yo…

—Solo pensé, discúlpame no quise interrumpirte —menciono.

—Tardé mucho en decírtelo, no debimos llegar a esto —asegura.

—Tan solo creí que era un paso que debíamos dar juntos, y me arrepiento mucho de mis palabras de esta mañana hablé desde el enojo, desde el rechazo.

—Creo que necesitamos reflexionar —comentó subiendo una de sus manos a mi mejilla.

Mierda, cómo dueles.

Entonces me soltó para pasar por mi lado en dirección a su maleta.

—¡Akane! —Grité como una última esperanza, ella se detuvo justo antes de abrir la puerta —Te amo, nunca lo olvides —aseguré.

Ella sacó de su bolsillo aquella pieza de oro que le había entregado hace semanas, la depositó en el brazo del sillón pudiendo ver lágrimas caer por sus mejillas.

Se marchó sin decir adiós.

.

.

.

Fue un año de altos y bajos, los primeros meses fueron los peores; entre borracheras y extrañándola como un loco me pasaba horas en el apartamento viendo sus fotografías en mi móvil deseando marcarle, más nunca lo hice porque respetaba su decisión aunque claramente no la compartía. Muchas veces creí oírla, sus risas, su voz… y también la soñé, tantas veces y de mil maneras desperté añorándola con vehemencia, mi ser la necesitaba y ella no regresaba.

Podría decir que luego de los seis meses logré calmar un poco mis ansias, no la tristeza pero sí ya podía dialogar con gente, entre el trabajo y algunas amistades. Y así fue pasando el tiempo más no el deseo de volverte a ver.

Hace tan solo dos días se cumplía un año desde la última vez en que nos vimos, era sábado y decidí ir a un pequeño bar local en donde tocaban algo de música en vivo, había recibido una invitación a un sitio más ruidoso pero lo descarté pues era una de esas noches en que deseaba disfrutar de un buen licor y regresar a casa entrando la madrugada, quizás algo ebrio para poder conciliar el sueño rápido y no pensarte tanto.

Cuando llegué al bar, la baja luz y el ambiente ligero y distendido me agradó, fui directo a la barra y pedí lo de siempre; whisky a las rocas. Pronto mi ardiente y caramelizada bebida estaba en mi poder, bebí un sorbo y degusté ese delicioso sabor añejo de los barriles y esas notas a madera que tanto me gustaban.

De pronto la luz iluminó el escenario, un tipo de unos cuarenta años estaba sentado en un banquillo listo para cantar y justo un poco más atrás lo acompañaba una chica menuda que al parecer tocaría la guitarra, la bonita boina negra me la recordó; maldición siempre hacía lo mismo y me reprochaba por ello, pero es que era idéntica a la que le obsequié en el primer cumpleaños que pasamos juntos.

Me quedé observando la escena hasta que el sujeto comenzó a cantar "Shape of my heart" tenía buena voz y la verdad es que la mujer tocaba la guitarra excelente, la canción era hermosa más mis ojos intentaban verle el rostro a ella. Volví a beber y entonces se encendía otra luz dando así mejor visual, solo que creí estar alucinándola.

Akane tocaba la guitarra concentrada en sus cuerdas y yo, yo moría por correr a sus brazos. Sin dejar de verla ni por un instante le pregunté al barman si ella venía siempre aquí a lo cual contestó que en realidad era la última noche, hace una semana que se presentaba.

¡No lo podía creer!

¿Coincidencia o destino? Nervioso bebí todo lo que quedaba del brebaje y pedí un segundo porque necesitaba coraje para verla sin miramiento alguno.

Cuando terminó la canción el hombre se levantó e hizo un gesto de ovación para ella, se puso de pie y agradeció. Su cabello estaba más largo, se notaba más delgada y siempre lo fue pero quizás el color negro de su ropa la hacía verse más aún. Su rostro blanco de porcelana y esos labios pintados de un rojo borgoña exquisito hicieron que mi arruinado corazón emergiera de las profundidades.

Akane no me había visto y la verdad era difícil pues el sitio estaba lleno, de pronto se retiraron tras el escenario y volví a mi lugar dejando salir un suspiro, no sé cuánto tiempo pasó pero regresaron al escenario para cantar y tocar más de ese especial instrumento; esta vez era una pieza que me llegaba de fondo "Nothing compares 2 U" y casi sin poder evitarlo mis pies se arrastraron hasta llegar lo más cerca de la tarima. Ahora sin poder evitarlo hicimos contacto visual, casi creí no parpadear porque pensé que si lo hacía ella se esfumaría.

¿Cómo haces con ese deseo natural de querer tocarla y no poder? Se veía delicada pero también fuerte, seguramente era yo quien mostraba mi fragilidad. Esos colores que antes vestía se fueron con ella aquel día…

Intentaba escudriñarla pero no sabía nada de ella más mi mente le preguntaba ¿Cómo estás? ¿Comes bien? ¿No pasas frío? ¿Qué ha sido de ti este año? ¿Yo? Yo he muerto como cien veces ya, pero sigo aquí me vuelvo a levantar. ¿Deseas una copa, la compartirías conmigo? ¿Seríamos capaces de tanto después de tanto? ¿De habernos amado sin medidas? Y entonces ¿por qué todo acabó y sin despedida? ¿Te habrás vuelto a enamorar? ¿Cómo fueron tus noches desde ese punto en adelante? ¿Las mías? Un martirio, no cariño, no es queja solo fue difícil. ¿Eres feliz? ¿Hallaste tu lugar? ¿Todavía sonríes viendo la gama de colores de un atardecer? ¿Fumas con cada luna llena? ¿Sigues mojándote bajo la lluvia como una niña pequeña?

Eran tantas interrogantes y ninguna tendría respuesta porque sabía que después de verte esta noche volvería a ser un adiós sin despedida.

La canción terminó y solo entonces dejaste de verme. Regresé a la barra con un dolor punzante en mi pecho pagué mis dos vasos de whisky y decidí regresar a casa. Comenzaba a doler, otra vez y no quería que me vieras así de abatido.

Prefería que me recordaras con esas últimas palabras del corazón, que te amaba.

Salí a la calle lleno de desazón mezclado con la euforia de haberte visto unos minutos. Y caminé un poco hasta lograr coger un taxi que me llevaría a mi hogar, a esas frías y solitarias paredes que albergan mi amargura desde que no estás.

Una vez llegué el maldito elevador estaba averiado, subí las escaleras sintiendo que cada pierna me pesaba una tonelada y cuando llegué a mi puerta apoyé mi cabeza casi como soltando el último aliento de mi agonizante corazón. Entré y fui directo a la alacena, dormir no sería posible después de verte así es que encontré algo de licor, lo puse sobre la mesa mientras me deshacía del abrigo y desabotonaba los primeros botones de la camisa.

Me pareció oír un suave toque en la puerta pero lo ignoré pues siempre me pasaba, cogí la botella e iba a empinar un buen taco de mi whisky favorito cuando el llamado fue más audaz, en verdad alguien llamaba y casi era media noche. Caminé hasta la puerta y la abrí algo contrariado, tragué duro al notar que estabas allí parada frente a mí; por alguna razón estúpida solté una risa nerviosa y es que me dije estoy volviéndome loco ahora la veo en todas partes.

—¿Eres real? —pregunté como un idiota y miré la botella en mi mano pensando que no había alcanzado a beber nada.

—¿Puedo pasar? —preguntaste y entonces di dos pasos atrás espantado.

Me viste llena de curiosidad y entraste sin más tomaste la botella de mi mano y la dejaste sobre la mesa de la cocina, luego cerraste la puerta y te quitaste la boina de tu cabeza.

—¿No dirás nada? —cuestionaste sacando un cigarrillo de tu cartera.

—No lo hagas —pedí.

—¿Qué cosa?

—Eso, no fumes aquí —murmuré.

—Ah… todavía no te agrada el olor del cigarrillo, está bien es que estoy algo nerviosa no sabía si me ibas recibir.

—Yo no sabía que ibas a venir —repliqué.

—Y si lo hubieras sabido ¿no hubieras abierto la puerta?

—Estás equivocada, esa puerta lleva más de un año abierta —respondí.

Akane lamió sus labios y se alejó hacia la ventana, la seguí como un imán ¿qué más podía hacer?

—¿Cómo has estado? —preguntaste y entonces tomé tu rostro entre mis manos acortando toda distancia entre los dos.

—Tú y yo, tenemos un pendiente —pronuncié.

No huías solo temblabas entre mis manos y no contuve más mi deseo por besarte, tomé tu boca para mí con suavidad, pero poco duró porque dentro había tempestad. Estaba hambriento de ti y no imaginas cuánto, tu lengua invadía la mía como un torbellino expresando lo mucho que nos habíamos extrañado. Nos separamos por falta de aire y respiramos con cierta dificultad…

—Ranma —me llamaste —Te amo —agregaste y fue como bálsamo para mi herido corazón.

Nos volvimos a besar esta vez ambos con lágrimas en los ojos, cada gota de amarga espera se mezcló en nuestros labios y poco a poco fuimos endulzando el ósculo. Fuiste empujándome despacio hasta el sofá y una vez caí sentado te quitaste de una sola vez el jersey de cachemira, te subiste sobre mí y me devoraste la boca con alevosía.

Mis manos inquietas acariciaban la piel de tu espalda hasta llegar al brasier, el broche no era problema sino que verte así de expuesta a mis más sucios y pecaminosos deseos, para ese entonces ya me tenías a camisa abierta y tus redondos y perfectos pechos tentaban a más, te tomé para depositarte justo al lado y observarte ampliamente, tomé uno de tus rozados pezones y tu gemido me hizo delirar, bajé por tu vientre hasta tu ombligo y mientras mis manos abrían el botón de tu pantalón fui quitándolo con astucia, me puse de pie e hice lo mismo, lo único que teníamos puesto era la parte inferior, tu diminuta braga negra de algodón y mi bóxer azul. Mordisqueaste tu labio inferior te incorporaste y pusiste tu pequeña y suave mano en mi vientre bajo, acción seguida tus dedos se deslizaron por el borde de la tela y me atrajiste más hacia ti bajando despacio la tela para dar de lleno con mi pronunciada erección, viste caer la prenda a mis pies y clavaste tus uñas en mi culo solo para engullir mi sexo de una sola vez. Eché la cabeza hacia atrás de puro gusto, lo quería en serio pero me tomaste por sorpresa, mis dedos se enredaron en tu cabello y tus succiones eran tan condenadamente buenas que pronto comencé a jadear de placer, tu lengua hacía dibujos en mi carne y deseaba tanto follarte pero tu cometido era excitante a grados insospechados. Estuviste concentrada en mi miembro de una manera excepcional y pude sentir el calor del líquido pre-seminal asomar, estaba a punto de correrme en tu boca y no parabas, de pronto sus dedos acariciaron la parte baja de mi escroto en un masaje encantador que solo invitaba a explotar, mis gemidos aumentaron cuando dejé salir mi esencia, solo entonces soltaste mi sexo me viste ardiente y llena de deseo pasando uno de tus dedos por la comisura de tus labios, tenías toda mi atención y me sonreíste astutamente al tragar.

Estaba perdido.

Sería una noche larga muy larga pero te haría mía de mil maneras. Te llevé a la alcoba, era hora de hacerte perder la razón, en mi cama y bajo mis condiciones. Entre besos húmedos te acomodé me incliné sobre ti y después de llenarte de besos bajé hasta tu centro humedecido. Tus largas piernas se entrelazaron y casi como una invitación me hundí a saborearte por completo, de dulce a salado, único e incomparable. Rozando aquel botón que te invitaba a perder el control, ¿Cuántas veces soñé con este reencuentro? Quizás había perdido la cuenta pero nada se comparaba a esto, a escuchar que de tus labios salía un "Te amo" a amarnos sin reproches, a desearnos como solo nosotros sabíamos hacer. Me aferré a tus muslos y me sumergí en tu zona más erógena provocando punzadas en mi falo, otra vez me encontraba listo para batallar la más dulce de las guerras contigo mi amor.

Alcé un poco el rostro vi cómo arqueabas la espalda al tiempo que enroscabas tus preciosos pezones. Fue allí que el tiempo se detuvo, no había regreso en lo absoluto, solo tu preciado orgasmo darme de lleno en el rostro. Tus piernas se derrumbaron sobre la cama, te veías hermosa con las mejillas sonrojadas y esa fina capa perlada sobre tu frente, tu pecho y tu vientre subían y bajaban agitados y estaba seguro de que tu interior todavía sentía los estragos de aquel éxtasis pero necesitaba hacerme uno contigo y la necesidad se volvía imperante sobre todo cuando mi carne rosaba la tuya empapada luego de elevarte a los cielos.

Me acerqué de tal forma que nos fundimos en el más anhelado de los besos, mi vástago te penetró con cierto desdén y ahogué tu gemido en mi boca, nos quedamos así unos segundos perdidos en la mirada profunda del otro. Te amaba tanto y cómo extrañaba tenerte justo aquí, en donde toda mi sangre se agolpaba. Comencé a moverme con suavidad, sensual, casi como en cámara lenta. Me atrapaste con tus piernas, no había espacio entre ambos el encuentro era real, hacíamos el amor como nunca antes y por fin pude sentir que habías regresado a mí.

Para qué las formalidades, ya nada de eso me importaba si podía formar parte de tu felicidad. Esta vez no te dejaría ir, no, porque era un convencido de que tú eras la pieza que necesitaba mi corazón para estar completo.


Nota del autor

Estimado lector muchas gracias por leer mi historia, la dinámica era con final feliz y aunque el principio comenzaba tristemente siento que tuvo una conclusión de ensueño. Porque a veces el tiempo es necesario y válido, sí, esta pareja se amaba pero ella no estaba dispuesta aceptar ese compromiso que él le ofreció y desde ese punto en adelante se separaron. Ranma respetó su espacio incluso esa noche en que la volvió a ver, y fue ella quien tomó la iniciativa de regresar porque finalmente tal y cómo le dijo su amado "la puerta siempre estuvo abierta" romántico.

Agradezco a mi querida amiga quien con paciencia esperó mi participación, Benani te quiero montón.

Y por supuesto a la página de Mundo_FandicsIyR por crear este espacio tan bonito dentro del fandom.

Todos quedan invitados a dejar sus preciados review, a compartir y comentar en el post de la página antes mencionada, hay premio y son ustedes quienes lo hacen posible con sus like y sus comentarios.

¡Que viva el amor en todas sus formas! Y por supuesto que ¡Nunca muera el fandom!

Desde Chile, Sweetsimphony._

pd: Shape of my heart es una canción hermosa la cual pertenece a Sting y Nothing compares 2 U tiene varias versiones pero a mí me gusta la del querido Chris Cornell, invitados a oírlas.