"El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y que llegan desde fuera. Pero sufrir de propias culpas, esa es la pesadilla de la vida. "

Oscar Wilde 1854-1900


Un suave suspiro es lo único que llena el silencio de las estrechas paredes de un lugar abrazado por la suciedad y una tenue oscuridad. A la quietud insonora se le une el chirrido sordo de los envejecidos engranajes de una llave oxidada, y un ligero chapoteo constante que se pierde gradualmente en la nada.

Apoyada sobre un lavabo cuya cerámica blanca se hallaba pintada por las manchas del tiempo, una figura delgada se observa a sí misma a través de un espejo ligeramente corroído. Las facciones del rostro que ahí se reflejaban eran indescifrables, oscurecidas por la carente luminiscencia del lugar abandonado, pudiéndose notar nada más que la palidez de una piel olivo humedecida por el agua, y sombras largas de cabellos negruzcos totalmente desordenados.

La mujer deja escapar otro suspiro cuando se aleja del espejo envejecido, la mirada perdida, su mente sumida en un mar inmenso de pensamientos.

—Anne... ¿Realmente estas en esta ciudad? —llega a murmurar mientras se aleja del lugar en el que se encontraba, la pregunta en su voz se oye cansada y anhelante, cubierta por el débil atisbo de una melancólica esperanza.

Al salir de la pequeña estancia de baños públicos, el frio del exterior es el primero en recibirla, seguido de cerca por la capa acrecentada de una neblina espesa y un estacionamiento completamente vacío. Su auto es el único presente sobre el pavimento quebradizo, mas el vehículo es ignorado mientras sus pies la guían hacia los bordes de un barandal de concreto, donde delante del mismo, se elevaba el paisaje ominoso de un lago inmenso, decorado por árboles altos hundidos por la pesada espesura de la niebla. El mirar en los ojos de la mujer se pierde ante la inmensidad del bosque, pero su mente no le permite mirar hacia el mismo realmente, cegándola con la repetición constante de las voces de sus propios pensamientos, un lúgubre recuerdo del que no creyó volver a reflexionar en años... un recuerdo que creyó haber superado.

En mis sueños más inquietos, veo esa ciudad...

Silent hill...

Prometieron que volveríamos allí algún día... Prometiste volverme a llevar allí algún día...

Pero nunca lo hicieron... nunca lo hiciste...

Bueno, ahora estoy allí sola...

En nuestro "lugar especial"...

Esperándote...

El rastro fantasmal de pequeñas lagrimas parece recorrer los bordes pálidos de sus mejillas, mas la bruma de la niebla es tan espesa que las mismas se ven perdidas en la mezcla de un diminuto rocío.

—Recibí una carta... —su voz regresa, tan distante y perdida, arrojando sus palabras al aire, tratando de convencerse a sí misma de algo que se negaba a aceptar—En el sobre aparecía el nombre de "Anne" —el ceño de sus ojos se profundiza, el viento besa sus mejillas, mece suavemente sus cabellos—El nombre de mi novia... Es ridículo... es totalmente imposible —su soliloquio se ve inundado por una gran incertidumbre, el hablar de sus palabras tropieza en el fondo de su temblorosa garganta—No dejo de repetírmelo una y otra vez... los muertos no pueden escribir cartas... A-anne... Anne murió de aquella maldita enfermedad hace tres años... —razona, mas cualquier rastro de lógica que pudiera conservar se ha ido hace ya mucho tiempo—E-entonces, ¿por qué la estoy buscando? —sus ojos se permitieron ver el lago inmenso que se perdía más allá de su propia vista, esperando que aquel paisaje lejano respondiera a sus dudas—Nuestro "lugar especial"... ¿A qué se refiere? Toda la ciudad fue nuestro lugar especial... ¿Se refería acaso a aquel parque en el lago? Pasamos ahí todo el día... las tres solas, contemplando el agua... —un suspiro profundo se le escapa, la añoranza empañada en una fría melancolía—¿Está allí Anne realmente? ¿Está realmente viva... esperándome... —una de sus manos viaja hasta los bolsillos de su chaqueta vieja, sacando su teléfono—...esperándonos? —en el brillo de la pantalla se reflejaba un numero al que había marcado por más de diez veces, y del que hasta ahora obtenía respuesta—¿Por qué no contestas mis mensajes Sashy? —murmura para sí misma, considerando si debería seguir intentando contactar a la única persona que más necesitaba en estos momentos, sin embargo, la mujer de cabellos negros no hace más que regresar el dispositivo al refugio de sus bolsillos gastados, y sin decir o pensar en cualquier otra cosa, le regala aquel paisaje una última mirada, y retorna sus pasos hacia su vehiculó muy lentamente.


El silencio abundante de una desolada naturaleza era lo único que llenaba los oídos de la mujer de cabellos negros mientras se adentraba cada vez más en lo profundo del bosque cubierto por la niebla. El sendero era inclinado y estrecho, tan nublado que, aun siendo las primeras horas del alba, ella apenas y podía ver por dónde iba, llegando a observar nada más que un largo pendiente hacia un vacío inimaginable que bordeaba todo el camino a su derecha, y árboles y una cantidad abrumadora de malezas húmedas que se elevaban a su izquierda... También, se podía percibir cierta extrañeza inundando el aire... aunque ella no sabía con certeza de "que" podría tratarse en concreto... solo podía pensar que todo era demasiado... tranquilo e inquietante.

Un ligero eco se esbozaba de sus pisadas, diseminándose por el aire mientras las huellas de sus zapatos se imprimían en el lodo a medida que caminaba, pudiendo sentir como un pequeño rastro de incomodidad helaba sus huesos. Para la mujer hubiese sido mejor continuar por el camino establecido de la carretera hasta llegar al pueblo, que caminar por un tétrico paraje que bien podría ser un callejón sin salida más que un atajo, no obstante, la entrada al túnel bajo la montaña estaba bloqueada por completo, y aunque no le gustara, el mapa que había traído consigo le indicaba que este era el único camino secundario que podría llevarla a su destino.

De cualquier forma, todo ya era demasiado desordenado y extraño, ya había tomado una decisión imprudente al venir a un pueblo como Silent Hill sola y sin decirle a nadie, conduciendo durante horas desde Los Ángeles hasta el estado de Maine, como para ponerse a reconsiderar sus acciones justo ahora. Sin embargo, por mucho que lo intentase, aún había demasiadas cosas rondando por su mente como para no cuestionarse a sí misma. Tantas preguntas pululaban por su subconsciente que dolía... un millar de interrogantes sin respuestas que se repetían constantemente cuales alaridos funestos de un animal salvaje. Pero de todas, amargas e incomprensibles, había una en especial que se aferraba en el complicado mosaico laberintico de su cabeza.

"¿Que rayos estás haciendo Marcy? "

Y no lo sabía, no sabía que estaba haciendo realmente, solo se movía en piloto automático, guiada por el deseo exuberante de alcanzar algo que no sabía si era real o una cruel mentira, amaba la fantasía y los cuentos de hadas más que cualquier cosa en el mundo, mas no creía que fueran reales o posibles, al menos ya no... Y sin embargo, una parte de ella, una que todavía era una niña asustada y solitaria de 13 años, anhelaba más que nada en el mundo que aquella fantasía, que aquel cuento que se le había entregado bajo la puerta de su casa... fuera real.

Completamente absorta en los vórtices vehementes de una catarsis agonizante producto de sus propias cavilaciones intrusivas, la mujer no llega a darse cuenta de lo lejos que la han llevado sus pasos hasta este punto, a medida que su viaje por el sendero parecía alargarse en desvíos e inclinaciones confusas, no se percata de las cercas blancas que empezaban a delimitar una nueva parte del trayecto, así como el pequeño poso de agua que es ignorado por completo... ni las puertas dobles de rejas de acero contra las que eventualmente termina estrellándose.

—Ouch! —y es gracias a estas últimas que el subconsciente de Marcy logra liberarse de su pesada ensoñación, regresando a la realidad gracias a un método hilarante, pero preciso—M-mi nariz... —se queja de dolor, su cara enterrada en medio de las delgadas barras de metal que componen la puerta, de no ser por sus manos que se habían aferrado instintivamente a dichos barrotes, se habría desplomado en el suelo por consecuencia del impacto—¿Q-que es lo que... —siendo nuevamente consciente de su entorno, con las manos cubriendo su ahora enrojecida nariz, ella se sorprende al ver la puerta que tenía en frente, así como se avergüenza de su torpeza por no haberla visto.

Muros de concreto y mallas se erguían a los lados, perdiéndose más allá de la niebla que cubría la totalidad del bosque, en el centro, se sostenía un portón viejo, manchado por el anaranjado del oxido, ligeramente entreabierto, como una muda invitación del destino que se le había trasado sin su consentimiento a seguir adelante. Duda un instante, rápido y fugas, la extrañes que había sentido con anterioridad era más palpable ahora que nunca, mas sus dedos, así como sus pies retornan sus movimientos por si solos, y cuando menos se dio cuenta, ya había abierto una de las puertas del portón y seguido a delante.

Frente a ella, fusionado con la espesura de la niebla reinante como todo lo demás que había visto desde que llego, se mostraba un amplio campo abarrotado por un césped descuidado y hojas muertas, sobre los mismos, se encontraba una hilera de lapidas fúnebres, colocadas en filas de cuatro a manera de un medio circulo inacabado, de cara a la engrandecencia del lago Toluca. Algunas lapidas estaban intactas, y otras se hallaban cuarteadas o rotas, esparcidas por el campo como si no tuvieran ninguna importancia, como si no hubiese nadie que reclamara por su estado. Sin embargo, el aspecto y el contenido del lugar fueron ignorados completamente por la mujer de cabellos negros, su atención fija en algo más, ya que, dentro de la nebulosa bruma que la rodeaba, se podía ver el marco de una sombra distante que se apoyaba sobre una de las lapidas. En un principio, llego a pensar que aquello no era más que un mero espejismo o una alucinación, mas pequeños murmullos y demás ruidos inentendibles le dijeron lo contrario, había otra persona a tan solo unos centímetros de ella. Y aquello trajo en Marcy una gran dualidad sobre lo que debería hacer a continuación, estaba sola, en un lugar que se veía extrañamente desolado, llámenla paranoica, y tal vez fuera por todas las películas de terror que había visto en su adolescencia y parte de su ahora adultez, pero todo aquello era la ensalada perfecta de un peligro inminente como para no tomarlo en cuenta... Sin embargo.

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —una vez más, pensar demasiado las cosas le jugo en su contra, antes de que incluso pudiera retroceder para buscar otro camino hacia el pueblo, el extraño de la lejanía ya la había visto.

Un chirrido tan bajo que apenas y puede escucharse se escapa desde lo más profundo de la garganta de Marcy, cuando la figura entre la niebla empezaba a acercarse lentamente hacia ella.

—D-disculpe... Y-yo... yo solo... —ella empieza balbucear presa del pánico, tiene los ojos cerrados, con sus manos temblorosas cubriéndole la cara.

—Wow wow, tranquila señorita, está bien, no pretendía asustarla —una voz sorprendentemente joven y amable la interrumpe, y no es hasta que sus ojos se abren para ver a la persona que tenía en frente que algo de la calma perdida empieza a recorrer nuevamente sus venas. La persona frente a ella no era más que un adolescente de entre unos 14 a 16 años aproximadamente, un joven blanco y delgado, de unos centímetros mucho más bajo que ella. Sus cabellos eran más o menos largos, pintados de un anaranjado intenso, cubiertos en su mayoría por un gorro de aviador color verde. Su aspecto se veía completado por una chaqueta de un verde mucho más oscuro que el gorro que llevaba puesto, una camisa de vestir rosada llana y simple, negros pantaloncillos cortos con varios bolsillos, y un par de botas cafés para excursiones montañosas. A simple vista, no parecía ser alguien peligroso en lo más mínimo, comparado con su propio aspecto actual (sucio y demacrado por su falta de sueño) él se veía como la persona más normal que había visto en días... aunque, también era la primera persona real que ella veía en días...

—Dios que vergüenza... —gruño apenada, ocultando el creciente rubor que pintaba su rostro con los mechones largos de su cabello—Yo... Lo siento por eso...

—Está bien, no se preocupe —el joven desestimo su disculpa de inmediato, agitando su mano amistosamente—Si sirve de algo a mí también me asustaste, así que estamos a mano. Soy Sprig por cierto, Sprig Plantar.

—Marcy... —ella dijo simplemente, regalando una pequeña sonrisa que el joven regreso de inmediato.

—Bueno Marcy, debo decir que es agradable ver a otra persona en un sitio como este. No llevo mucho aquí y puedo decir que irradia una soledad muy abrumadora...

—Si... —estuvo de acuerdo—Demasiada calma si me lo preguntas... —el mirar aun conflictivo en los ojos de Marcy se pozo con brevedad sobre el pequeño mausoleo alejado de las lapidas del cementerio, ella pensaba profundamente—Disculpa, pero creo que me he perdido... —comenta luego de unos segundos llenos de silencio y una larga contemplación a la nada, sus ojos regresan al adolescente que la miraba con atención.

—¿Perdido? —él pregunta.

—Si, estoy buscando Silent Hill, ¿Es este el camino correcto? —Marcy contesta, arrojando otra interrogante al mismo tiempo que señalaba al camino opuesto por el que había venido.

—Oh si —le confirma casi de inmediato con un fuerte asentimiento—Es difícil ver con toda esta niebla, pero solo hay una carretera, no tiene perdida.

—Ya veo —y Marcy se permite respirar con algo más de tranquilidad gracias a aquella respuesta—Por un momento creí que me había metido en un callejón sin salida... —no obstante, a su vez en su cabeza emerge otra duda persistente, un martilleo punzante del olvido que la llena de una inexplicable sensación de vacío, como si su propio subconsciente ahondase en algo más que debía preguntar—¿Si el esta... hay una posibilidad de que ella... —como si la presencia de aquel adolescente se abriera a una remota posibilidad de algo importante de lo que también debía preocuparse —¿P-por casualidad... —una delgada línea de esperanza parece bailar en la punta de sus labios cuando vuelve a hablar—No has visto a alguien más aparte de mi pasar por aquí?...

—No —el adolescente expresa sin demora, negando con la cabeza mientras se encoje de hombros, completamente inconsciente del desaire que ocasiona su respuesta—Como te dije, no llevo aquí mucho tiempo, eres el primer ser humano que he visto caminando por estos rumbos.

—Oh... está bien... —musita solemnemente, cualquier emoción que quedara en su interior se desvanece de su subconsciente ante las palabras tan simples pero contundentes—Claro que no iba a estar aquí tonta, ella no lo sabe, no importa cuántos mensajes le envíes ella no responde a ninguno, ella ya no te habla, no se han visto en semanas... a Sasha ya no le... —sacude su cabeza vehementemente, alejando a sus oscuros pensamientos, ahora no podía darse el lujo de pensar en ella, de ahogarse en tan inmensa melancolía, Anne era primero, ya resolvería este conflicto cuando todo este misterio estuviera resuelto—Gracias... —suspira profundamente—Yo... creo que ya debería irme —susurra con rapidez, retornando sus movimientos a la ruta prestablecida con una ansiosa urgencia, quería llegar al pueblo cuanto antes, además de que tampoco quería molestar más al adolescente con su presencia, le había dado indicaciones y eso era más de lo que podía pedirle a un completo extraño que muy posiblemente ya estaba ocupado con sus propios asuntos.

—Espera... —mas sin embargo, el joven la detiene antes de que pueda continuar.

—¿Sí? —ella pregunta tan rápido como es detenida, volteando para encontrarse con Sprig una vez más, quien ahora tenía el ceño fruncido.

—No... no creo que debería ir ahí... Al menos no sola —parece dudar un instante—Esa ciudad... hay algo extraño con ella... Es difícil de explicar, pero...

—¿Es peligroso? —completa por él, Marcy empieza a sentirse intrigada por la advertencia del joven, si bien esta era la segunda vez que visitaba el pueblo, hasta donde ella podía recordar nunca había experimentado nada extraño en el mismo, solo era el típico lugar turístico donde podías perderte por horas, ¿Acaso había cambiado algo en los últimos años?

—Tal vez... —murmura—No estoy muy seguro realmente... —frunce sus cejas al mismo tiempo que lleva su mano izquierda hasta su barbilla—No se trata solo de la niebla, es...

—Okey entiendo —Marcy interrumpe el resto de esa línea de pensamiento antes de que pudiera alargarse en un enigma mucho más grande del que ya se había propuesto, no quería ser grosera, pero algo en ella la incitaba a irse de inmediato, no podía seguir perdiendo el tiempo—Tendré cuidado.

—No estoy mintiendo —el joven se queja de su reacción antes de que ella pudiera alejarse otra vez, desviando la atención de Marcy hacia él nuevamente.

—No no, si te creo... —se apresura a decir, mitad verdad y mitad mentira, tomando en consideración la genuina preocupación del extraño hacia su persona, mas se niega a llevarla consigo, nada que pueda decirle la hará desistir del camino que ya había elegido—Es solo que... no me importa si es peligroso o no, pienso ir al pueblo de todas formas...

—¿Pero por qué? —Sprig la cuestiona rápidamente en consiguiente, y aquello era algo de lo que Marcy podía negarse a responder, no tenía motivos para saciar la curiosidad de un adolescente entrometido, mas sin embargo a Marcy no le importaba, ella misma era un ser curioso y fisgón de secretos, sabía lo que era hacer preguntas y esperar recibir respuestas.

—Yo estoy buscando a alguien —Marcy susurra con cierta melancolía, la mirada ahora perdida en el vacío de ningún lugar—Alguien... muy importante para mí... —decir tal cosa la envuelve en una cruda nostalgia, más también la alimenta de determinación—Haría cualquier cosa por poder estar con ella de nuevo...

—Entiendo... —murmura tenuemente, las palabras en la voz de Sprig son pronunciadas con su mismo sentimiento de nostalgia—Yo también... Estoy buscando a una amiga... Hace mucho tiempo que no la veo —el adolescente se aleja unos cuantos pasos de la mujer, parece distante ahora, incluso más perdido que ella—Pensé que mi abuelo y hermana estarían aquí, pero tampoco los encuentro —las puntas de sus dedos se mueven con suavidad sobre una de las lapidas del cementerio, trazando las líneas del cemento envejecido de forma distraída—Oh L-lo siento, no debería molestarla con mis propios problemas...

—No... está bien yo... —interviene, mas no se le ocurre que más decir, nunca ha sido buena con las palabras—Yo espero que los encuentres.

—Si... —Sprig le regala una media sonrisa, el atisbo de una muda simpatía—Usted también... —y es en ese punto que su conversación termina, aquello es lo último que se dicen mutuamente, ambos llevando sus miradas a diferentes puntos del desolado cementerio, ahora absortos en sus propios conflictos internos, siendo Marcy la única en marcharse del lugar segundos después, siguiendo el resto del sinuoso sendero hasta el pueblo de Silent Hill ya sin mayores conflictos, su mente cada vez más enfocada en lo que la había traído hasta allí.


El sendero es largo y tortuoso, un pasadizo deslucido lleno de lamentos crudos, una representación encarnada de la mudez de su alma desahuciada. Sigue adelante, ignorando los ruidos espectrales de la vacía naturaleza que la rodea, las miradas indiscretas de las sombras invisibles de la niebla, solo piensa en Anne, el recuerdo lejano de su dulce voz y brillante sonrisa, su olor a durazno y besos tan suaves como los pétalos de una flor, su corazón exuberante de amabilidad y protección... se preguntaba que estaba haciendo ahora, porque solo había enviado una carta, por que esperarla aquí en lugar de venir a sus brazos, porque la había dejado sola... ¿Por qué la había dejado sola?

Los minutos pasan con la misma lentitud que el movimiento de sus pasos, el tiempo se traduce en un largo viaje con un sentido ambiguo y un objetivo claro pero muy ilusorio u utópico. Al llegar a las calles de Silent Hill, la mujer de cabellos negros se vio golpeada por las garras de un gran desconcierto. Luego de recorrer un segundo sendero mucho más largo e intrincado que el anterior, pasando por largas curvas y un rancho abandonado hasta detenerse en un callejón estrecho, fue recibida por la inesperada sorpresa de yacer frente al deplorable retrato de un pueblo muy diferente al que recordaba. Frente a una tienda de flores, parada en medio de la calle de Sanders Street, en su limitado campo de visión, Marcy no veía más que un lugar inhóspito, desértico, carcomido por las inmaculables brumas de la niebla y el descuido infame del tiempo.

Se pregunta si quiera si estaba realmente en el pueblo y no en una vil imitación del mismo, se veía como si hubiese sido abandonado hace muchos años, dejado a su suerte con un desespero inenarrable, donde solo autos demacrados y moradas vacías yacían en silencio como los únicos habitantes.

—¿Que paso aquí?... —la mujer se pregunta a sí misma, moviéndose al ritmo del eco de sus pisadas sobre la acera, el mirar en sus ojos revoloteando con cautela a todas las direcciones, respiración jadeante, estrujando los brincos alterados de su corazón con el temblor de sus propias manos. Algo no estaba bien, y no necesitaba ser una mujer con un coeficiente intelectual de más de 300 como para darse cuenta, cada rincón apestaba a peligro, no era normal para un lugar tan concurrido como Silent Hill el verse tan vacío e inmundo, tan carente de bullicio y color... como si fuera el reflejo de un abismo lúgubre e insonoro, el vestigio de algo mundano que solo podía atribuirse como si la ciudad en sí misma estuviera... muerta, un cadáver en descomposición cuyas cuencas vacías la observaban igual que el diluvio de cientos de miradas umbrías que se derramaban sobre todos los recovecos de su ser.

"Esa ciudad... hay algo extraño con ella... Es difícil de explicar, pero..."

Las palabras que había interrumpido ahora resonaban acusatoriamente en su cabeza, brindándole un mayor sentido a las preocupaciones expresadas por aquel adolescente, mas antes de que pudiera incordiarse por hacer caso omiso a las advertencias que trataron de proporcionarle, de repente, todo en ella se detuvo por completo, sus movimientos, respiración, pensamientos, todo su ser se congela por un frio inexistente, cuando el eco de sus pisadas se vio distorsionado por un sonido húmedo, cuando sus fosas nasales se vieron invadidas por el surgir de un hedor metálico y nauseabundo.

—¿P-pero que... —llega a pronunciar cuando es expulsada de sus propios pensamientos, sus manos cubren la mitad inferior de su rostro casi por instinto, junto con el avellano de sus ojos que se lanza al suelo—¿Q-Que es... estas marcas... —sobre el pavimento, pintado en las intersecciones de las calles Sanders y Lindsey Street—¡¿S-son de sangre?! —yacía un largo rastro de pétalos carmesí, impregnados en toda la graba cual firma retorcida, como si algo moribundo se hubiese arrastrado por el suelo presa de una monstruosa desesperación.

El viento aúlla de deleite, los grumos de la niebla se acrecientan inexorablemente, y el silencio parecía ser cada vez más insondable, todo a su redondel se sentía distorsionado e incorrecto.

Marcy no sabía que hacer o cómo reaccionar ante lo que veía, su mente incapaz de formar un pensamiento coherente más allá del miedo mientras su cuerpo permanecía inerte, de pie sobre los rastros de sangre cual estatua de hombros enroscados, abrazada por un escalofrió punzante que lastimaba cada una de las vértebras de su espalda sin compasión, su aliento reducido a una sibilancia inestable.

Entonces, dentro del pavoroso océano de un turulato de emociones conflictivas, crujidos y arrastres llegan a escucharse en la distancia, algo que solo podía llegar a describirse como pasos tardíos y pausados, como si alguien estuviese caminando con los pies descalzos; y aun congelada por el horror de lo que había visto, vacilantes, pero sin demora, los ojos de Marcy se apartan del rojo nauseabundo hasta posarse en el grisáceo de la neblina, pudiendo observar como una figura se movía a la deriva, en lo remoto de la profunda opacidad, una sombra radiante de incertidumbre que no parecía ser humano, solo un marco tembloroso casi epiléptico que se desplazaba a balanceos desenfocados y espasmódicos, hasta desvanecerse paulatinamente en la pesada densidad de la bruma.

—Esa sombra... acaba de... —es lo único coherente que sus labios apenas y le permiten pronunciar, sus cuencas pegadas en el vacío nebuloso donde la sombra había desaparecido, con el retorno del espeso silencio atravesando sus tímpanos. Ante lo que había visto, cualquiera en su posición habría tenido suficiente y mejor optado por dar media vuelta y regresar por donde había venido, abandonando el afán de su deseo al anteponer la preservación de su propia cordura, sin embargo, muy a pesar del miedo a lo desconocido que pudiera sentir en estos momentos, la mente de Marcy se hallaba sumida aún más en la incertidumbre, borrosa y en blanco, en el escrúpulo inevitable de su estúpida curiosidad, un mundo de hiperfijacion del que solo dos personas sabían liberarla, sin ninguna de ellas alrededor, no había ningún ser vivo en la tierra que pudiera despertarla... la sombra la preocupaba, quería saber que era.

Cual sonámbula atrapada en un sueño de mareas disonantes, la mujer de cabellos negros retorna sus pasos ahora sobre el asfalto quebradizo de Lindsey Street, caminando con una entrecortada avidez, desentendida de las miradas espectrales que le arrojaban los edificios, moradas y autos descuidados. En su cabeza únicamente rondaba el deseo enfermizo de saciar su propia curiosidad, siendo los nuevos rastros de sangre que se encontraba entre cada tanda de zanjadas los únicos guías que le indican que iba por el camino correcto.

Al final, y luego de una cantidad de tiempo indefinido, sus pies se detienen frente al largo paraje de Vachss Road, una angosta carretera en medio de dos edificios de color amarillo y blanco respectivamente. El ultimo rastro de sangre seca yacía debajo de sus pies, la duda y un terror visible arrugaban los pliegues de su rostro, mas antes de que su ultimo rastro de sentido pudiera hacerla desistir de seguir adelante, la penumbra del irraciocinio se adelantó a empujarla hacia lo recóndito del camino.

Mas allá de la entrada, el sendero se aleja del estrecho pavimentado y lo rural a un amplio camino boscoso semi-horizontal rodeado de delgados enmallados de un metal herrumbroso; a medida que se desplazaba hacia lo más profundo del trayecto, un ruido extraño irrumpe en la tétrica calma del silencio, al principio, Marcy llegaba a captarlo como un ruido blanco sin mayor sentido, mas con cada acercamiento, sus oídos empezaban a reconocerlo como estática, una estática voluminosa y estridente, la imitación casi perfecta del cantico retorcido de un millar de insectos.

La estática se vuelve aún más intensa, y ante los ojos de Marcy, una considerable reducción de la niebla le permitía contemplar hacia una nueva estructura que aparece en lo que podría considerar como el final del camino, un túnel debajo de un puente. El lugar carecía de luminiscencia, tan pequeño que solo un vehículo de tamaño promedio o un limitado grupo de personas podría cruzarlo, estaba parcialmente bloqueado, la mayor parte de su entrada yacía tapiada por lo que podría describirse como una cerca improvisada de gruesas y delgadas barras o tubos de metal, estaban oxidados, sostenidos entre sí por los nudos de cuerdas viejas y el apoyo de algunos contenedores de combustible, parecía como que quien sea que lo hubiera armado, lo hizo con un extraño apuro. El zumbido estático persiste, hipnótico y atrayente, y por la forma en que el sonido parece encerrado ahora más que acrecentado al aire libre como lo era cuando se acercaba, Marcy se da cuenta rápidamente que viene desde adentro del túnel. La mujer de cabellos negros lleva su cuerpo al interior de la caverna, un pie a la vez, agachándose por una abertura lo suficientemente grande para que con un poco de esfuerzo cupiera completa. Cubierta por oscuridad, telarañas y polvo, una vez dentro, los ojos de Marcy se apuran hacia la fuente de la estática, topándose con una pequeña radio portátil, cuyo aspecto es simple y algo antiguo, ni bien sus manos acunan el objeto entre sus dedos, el mismo empieza a escupir ruidos estáticos cada vez más estridentes.

—¿Acaso está roto? —se cuestiona, los ruidos hormigueantes van in crescendo, ondulantes y danzantes como si la radio estuviese tratando de decirle algo desesperadamente.

—Mar... —entonces de entre el mar de ruidos incomprensibles de la estática, una voz persiste—de... Mar... de... bes... con... a... ha... —estaba demasiado distorsionada como para que pudiera entenderla, la interferencia de la estática se anteponía al dominio de la voz, reduciéndola a nada más que un millar de letras pronunciadas desordenadamente—Ell... e... to... bes... rla... Ven... yo... las... ro... gan... Mar... —la transmisión se detiene abruptamente, dejando correr sola a la estática insistente.

—¿Que demonio...? —quiso expresar su desconcierto, mas las palabras dejaron de pronunciarse en sus labios, muriendo en lo más profundo de sus cuerdas vocales, cuando junto a la aguda disonancia de la radio, se mezcla otro sonido igual de repetitivo "Grush, Grush, Grumpf, Grumpf, Glup" Su inmersión se rompe con la misma facilidad con la que había llegado, quedándose muda con su respiración encogida, siendo su corazón el único en hablar, retumbando y saltando contra las costillas de su caja torácica; siente como los vellos de su nuca se erizan, como su cuerpo tiembla aun cuando el frio es imperceptible.

Lamentablemente, ya es demasiado tarde cuando la mujer llega a darse cuenta de que, durante todo este tiempo, no era la única criatura viviente en el interior de tan penumbroso túnel, ya que, a solo dos pies de distancia, podía ver como una criatura horripilante se encamaba sobre el regazo del cadáver de un hombre, balanceando sus caderas de arriba a abajo con vehemencia mientras masticaba su rostro y cuello con la libidinosidad de un hambre insaciable.

El color se drena del rostro de Marcy cuando la comprensión de lo que observaba la alcanza, el ácido de su estómago rehuyendo dolorosamente de sus intestinos, siempre ha sido buena para procesar cualquier tipo de información, mas una como esta, era algo para lo que no estaba preparada en lo absoluto. Desesperada y atónita, retrocede sus pasos aun sin apartar la vista de tan horrendo desenfreno, solo para terminar chocando de espaldas contra la sólida superficie del amasijo cercado de acero del que el miedo la había hecho olvidarse. Para su horror sin embargo, tan miseros movimientos parecen alterar a la criatura de su presencia, llevando al cese de su carnicería depravada a favor de la nueva víctima que se le había entregado en bandeja de plata.

—No...

El monstruo suelta un coro de gemidos extraños mientras se incorpora de su asiento de carne flácida y destrozada, su espalda junto con sus piernas se contorsionaban de una forma físicamente imposible, irguiéndose desde arriba como si sus movimientos erráticos fuesen comandados por los hilos de un titiritero invisible. De pie, de cara a la endeble luminiscencia del exterior, la criatura que se tambaleaba lentamente hacia Marcy parecía ser una mujer, o al menos el intento de lo que podría considerarse una apariencia femenina, su cuerpo estaba completamente desnudo y desnutrido, con sus extremidades superiores entrecruzadas entre sí, fundidas nada mas que en la parte de sus muñecas como si llevase esposas u algún tipo de restricción inexistente. Lo que quedaba de su piel o carne se reducía a pliegues podridos y mohosos de tonalidades cafés u oscuras cubiertos de todo tipo de cicatrices y rasguños. Carecía de la mitad superior de su cabeza, sobre su cuello yacía nada mas que una mandíbula abierta desprovista de lengua o dientes. Su andar era torpe y lento, como si el hacerlo le provocase un gran sufrimiento, para Marcy, la criatura que veía parecía ser sacada de una pesadilla, la efigie del terror indescriptible de una mente perturbada, el sinónimo de una mórbida perversión.

—¡Aléjate! —fuerza su voz a través de la cascada de la estática, su espalda tratando de fundirse en el lugar en el que se había arrinconado como si pudiese atravesarlo por arte de magia. Perdida ahora solo con un pensamiento primario de supervivencia, su mano derecha se mueve con un desespero inconsciente jalando uno de los tubos de metal con todas sus fuerzas, tira y tira de su firme agarre mientras la criatura está cada vez mas cerca, el eco de sus andanzas torcidas arremolinándose junto a los zumbidos de la estática y jadeos cortantes. El corazón de la mujer salta tan rápido que podría detenerse en cualquier momento, con su mente atrapada en una tormenta de gritos animales que le exigían tirar de la barra con más fuerza, de insultos vorágines por lo estúpida que había sido por venir aquí, de lamentos y llantos por que iba a morir y nadie iba a encontrarla, nadie iba ayudarla, estaba sola igual que ese pobre diablo con las tripas y genitales desparramados por el piso, Anne estaba muerta, Sasha la odiaba, a nadie le importaba, solo era la tonta tonta Marcy Wu, alguien insignificante cuya existencia no era mas que un vil error, una broma de mal gusto para dos adultos horribles que nunca quisieron tener una hija.

Entonces, como un milagro de las deidades enfermizas que gobiernan los oscurecidos cielos bajo este mundo pestilente, la pobre mujer de cabellos ennegrecidos logra arrancar la barra de metal con un poderoso click que rebota por las estrechas paredes en una repercusión que se antepone momentáneamente a los sonidos de la estática y gemidos de la bestia, y a tan solo unos segundos de que esta última pudiese abalanzarse sobre ella, Marcy estrella su arma metálica sobre un costado de la criatura con todas sus fuerzas, en consecuente, ambas, el monstruo y la mujer, pegan un grito ensordecedor. Otro golpe, dos y tres cual tren de medio día, el metal se balancea de un lado a otro, impactando al azar en la carne demacrada, pintando las paredes y el piso con sangre, la bestia se precipita hacia el suelo, se tambalea brutalmente, retorciéndose en un mar de chirridos pavorosos, mas los golpes sobre su cuerpo nunca se detienen, impacto tras impacto, sus suplicas caen en los oídos sordos de una mujer que sigue atacando aun cuando su enemigo ya ha perdido.

—¡Muere! —la estática de la radio se detiene finalmente, mas el silencio del túnel aun es perturbado por otros sonidos persistentes—¡Muere! —el crujir nauseabundo de la carne y huesos contra el metal, y los jadeos de una respiración forzada es todo lo que puede oírse—¡Muere! —Marcy sigue golpeando a los restos de la ahora inmóvil criatura una y otra vez, los restos totalmente desfigurados laten espasmódicamente ante cada golpe sin signos de querer moverse—¡Muere! —la sangre putrefacta del monstruo se salpica en su rostro y parte de sus negros cabellos, untándose a las lágrimas que corren de sus ojos cerrados—¡Muere! —hombros y brazos se mueven de arriba a abajo golpe tras golpe, rítmicamente con una fuerza sobrehumana producto del miedo y la adrenalina aun latente, sin embargo, no pasa mucho tiempo hasta que dichas extremidades den un cese total a un sobresfuerzo del que no estaban acostumbrados—¡MUERE!

Marcy cae de rodillas al suelo ensangrentado, brazos bajos con su cabeza colgando en el aire, la barra de metal rebotando en el olvido hasta aterrizar a un lado del cadáver triturado del monstruo. Sus emociones se derraman de sus ojos en un llanto silencioso, su voz apagada por tantos gritos, mas aun así, abre y cierra la boca, tratando de expresar sus lamentos verbalmente, pero lo único que logra de su voz es un gemido inaudible que pronto se transforma en gorgoteo, y del gorgoteo pasa al vomito, el ácido huye cobardemente de su estómago entre pulsaciones esporádicas, hasta que las lágrimas yacen mezcladas con la sangre y viscosidades repugnantes. Gime, jadea, y respira rasposamente, su pequeño mundo reducido a zumbidos y palpitaciones, tiembla desde la punta de su cabeza hasta los dedos de sus pies, quería dejar de respirar, que su corazón dejara de latir tanto... quería que todo se detuviera; su mirada se torna borrosa luego de tantas lágrimas, y su cuerpo se empieza entumecerse en una gran pesadez, no lucha ni persiste, al final simplemente abraza la inconciencia, deja que su mente vague por el espacio de un sueño necesitado, el sonido retumbante de una sirena es lo último que llegan a captar sus oídos, la apariencia de una hermosa mujer de cabellos rubios, valiente y poderosa, llega a ser lo último que capta su mente.

Fin de la primera parte


Uff Si que ha pasado un tiempo no? Pero bueno amigos he aquí mi nuevo proyecto Letter From Silent Heaven, una adaptación uno de mis videojuegos de terror favoritos, Silent Hill 2 con Amphibia, este a sido un proyecto en el que llevo trabajando desde julio, y estoy muy feliz de por fin poder publicarlo y mostrárselos, a sido una larga investigación y meses de Re jugabilidad para poder hacer de este proyecto algo posible, siempre he considerado que este fandom se limita mucho en cuanto a fanficitions, hay muchas ideas con crossovers y AU que podrían usarse de forma increíble sin tener que rayar en la monotonía de AU swaps, de fantasía y un largo etc, me disculpo por mi cruda franqueza, pero me gusta mucho este fandom y la serie, y me entristece como no aprovechan su potencial, al venir de un fandom tan creativo como lo es el de MLP es imposible no querer ver lo mismo aquí. Me llena de orgullo ser el primero en escribir un fanfic crossover de Amphibia con Silent Hill, tal vez no sea tan bien y tenga muchas cosas que mejorar en los próximos capítulos, pero espero que aporte un granito de arena para más cosas así en el futuro.

Siento mucho que luego meses esto no sea un nuevo capítulo de The Dark Age o Historias de Amphibia, pero les puedo prometer que esas historias recibirán su debida atención muy pronto, ya tengo algunos Oneshots a medio terminar y el capítulo 12 de The Dark Age va por buen camino (si todo sale bien pude que tengan capitulo doble "giño") solo les pido un poco más de paciencia.

Bueno por mi parte eso es todo, muchas gracias y nos vemos en otra historia, comenten lo que les gusto y nos les gusto, no tienen idea de lo mucho que me ayudan los comentarios a mejorar mi trabajo, cuídense muchos abrazos con todos :D