Disclaimer: Los personajes de «InuYasha» pertenecen exclusivamente a Rumiko Takahashi.
Aclaración: Este One-Shot participa en #El_Festín_de_Horror de la página en Facebook InuYasha Fanfics.
¡Advertencias! Esta historia contiene lenguaje obsceno, temas psicológicos y agresión. ¡Leer bajo su propio riesgo!
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¿A qué le temes?
Se encontraba sola, corriendo desesperada por el inmenso bosque en el que se hallaba. Kagome estaba metida en un callejón sin salida.
Corrió en medio de los árboles, mientras su voz desgarrada intentaba pedir auxilio. Sin embargo, en ese tétrico lugar lo único que escuchaba era su eco y el lúgubre canto de las lechuzas que anunciaban la hora de la muerte.
La azabache sentía temor, tenía un inminente pavor por lo que iba a pasarle. Su camino hacia el infierno, estaba asegurado.
En la densa oscuridad avanzó hasta encontrar una choza abandonada. Ingresó y se arrastró hasta el rincón más profundo de esa fría cabaña. Con los brazos abrazó sus piernas mientras hundía la cabeza. Las lágrimas comenzaron a brotar, y el miedo por sentir que su fin estaba cerca, la hizo estallar. Un terrible grito de pánico se escapó de sus labios, al saber que todo su esfuerzo había sido en vano.
—¡Corre, llora, grita, haz todo lo que quieras, perra! Esta noche, simplemente serás mi presa.
Esa maldita voz, otra vez esa escalofriante voz, que la había perseguido desde que se marchó de la fiesta a la que había asistido, la estaba atormentando. ¿Por qué? ¿Por qué fue tan estúpida de abandonar el lugar sin compañía? ¿Por qué no le dijo a nadie que se marcharía? ¿Por qué accedió a jugar ese maldito juego que abrió el camino hacia la muerte? ¿Por qué se dejó arrastrar a lo desconocido?
Como pudo intentó tomar lo tenía al lado. No sabía ni qué había sido, simplemente, usaría lo que encontró para golpear con fuerza a ese ser que deseaba lastimarla. Si iba a morir, por lo menos pelearía hasta dejarle una marca. Esa aberración la recordaría por el resto de su vida.
—¡¿Quieres matarme?! —rio con fuerza. Inundando con su estridente voz las cuatro paredes—. No pierdas tu tiempo, yo ya estoy muerto.
Esas palabras, solamente le confirmaron lo que su mente le había estado diciendo: que terminaría devorada por un ser de las tinieblas.
Con temor, pero con determinación, se aferró al objeto que tomó. Solo esperaba que él se acercara lo suficiente para estrellárselo en la cabeza.
—Eres una tonta, ¿cómo piensas golpearme si ni siquiera quieres mirarme? ¿Acaso tienes poderes mágicos? ¿O lees la mente? ¡Vamos, perra! ¡Abre los ojos de una maldita vez!
Kagome no quería hacer lo que decía; sin embargo, ¿cómo diablos iba a lastimarlo si no sabía dónde se encontraba? Podía seguir su plan inicial y esperar a que se acercara, pero, ¿si la esquivaba? No, no podía permitirse fallar en algo tan importante. Suspiró y, sin pensarlo, abrió sus pupilas, encontrándose con lo que sería su perdición.
Un fornido y apuesto ser se le iba acercando. Al que apenas podía distinguirle los rasgos, ya que la luz de la luna llena era casi inexistente en esas viejas y acabadas paredes. No obstante, un largo cabello platinado danzaba por sus brazos, mientras sus garras arañaban la madera por donde se iba arrastrando; unos afilados colmillos sobresalían de sus labios y unos penetrantes ojos rojos la estaban mirando. Higurashi sintió una corriente eléctrica que le recorrió toda la piel, a medida que ese espectro la iba alcanzando.
—Volveré a preguntarte, ¿quieres matarme? —inquirió a escasos centímetros de su presa—. O ya aceptaste que te destrozaré con mis garras.
Kagome estaba pasmada, el pánico que la acompañaba no la dejaba pronunciar ni una sola palabra; es más, sus manos temblaban, imposibilitando que hiciera ese patético plan que hace unos cuantos segundos había elaborado. Definitivamente, iba a sucumbir como un indefenso conejo ante sus garras.
El demonio se puso de pie y la tomó por el cabello, haciendo que la mujer tirase el objeto que sostenía al suelo. Con rudeza le pegó la espalda a la madera, mientras sentía sus sudadas manos golpearle su desnudo pecho. La pobre estaba intentando soltarse, ¡qué ridícula! Eso jamás sucedería.
—Te voy a disfrutar antes de acabarte —le dijo al pasar la lengua por su cuello—. Mmm… sabes bien, para ser una insignificante humana.
Higurashi forcejeo. Con la poca fuerza que tenía volvió a intentar apartar a ese abominable ser de su cuerpo. Sin embargo, su estrategia, falló, ya que el monstruo estaba haciendo de las suyas, al recorrer sin pudor su frágil cuerpo.
—¡No llores! —ordenó, el salado sabor de sus lágrimas le hacían arder la garganta—. Quiero que me veas a los ojos cuando vaya a follarte.
El rojo carmesí de sus pupilas se clavó en su aterradora mirada chocolate. Kagome estaba a punto de ser profanada por un ser de las tinieblas. Un maldito demonio que iba a acabar con su existencia.
El ser de la oscuridad la tomó por el cuello, apretándolo con fuerza; al mismo instante en el que llevó sus labios a los de su presa para devorarlos con pasión. Esa estúpida mujer había invocado al temible demonio del bosque, sin saber lo que le esperaba. Los humanos eran tan idiotas que se creían superiores a los seres del infierno. ¡Qué patéticos! Él le demostraría las consecuencias de su inocente juego.
—Eres deliciosa —musitó cerca de sus labios. Su sabor dulce mezclado con su miedo, hacían la combinación perfecta para ser aniquilados—. Voy a hacer que vuelvas a gritar, pero esta vez, no será por el miedo.
Sin esperar más, desgarró el vestido que llevaba su presa, dejándola únicamente con dos diminutas prendas que, al verlas, solo avivó el deseo que tenía por poseerla. Sin recato la tiró al suelo, montándose sobre ella. La escuchó gemir por el dolor que le había provocado el aventarla a la madera, y rio con más fuerza, ese dolor era lo más le encantaba. Él, era un demonio, no un hombre amoroso que la procuraba. Con su lengua lamió su cuello, y con sus garras delineó su abdomen; ese plano vientre que sería su cena.
La vio derramar otra lágrima y eso le enfureció; así que, se acercó a su oído y le susurró.
—Te voy a coger hasta verte desfallecer. ¡Deja de llorar o te va a ir peor, maldita perra!
Sin pudor destrozó las últimas dos prendas que cubrían su frágil cuerpo. El demonio se relamió los labios al verla tan indefensa, temblando, sometida a su merced. Con desesperación comenzó a devorar sus senos, mientras su mano acariciaba su sexo. Ese sensible espacio en medio de sus piernas estaba reaccionando a su contacto, humedeciendo sus garras cada vez que la rozaba. Parecía que sería la humana más exquisita que se había follado.
Con sus filosos colmillos mordió el erecto pezón que estaba lamiendo; el óxido de la sangre que le sacó le nubló la cordura. Logrando que succionara con más fuerza sus pechos, mientras la sentía gimotear de placer debajo de su cuerpo. Su pequeña presa había caído bajo su encantando y, ahora la tomaría como se le diera la gana.
El demonio se levantó de sus pechos y la vio con sus ojos rojos. La mujer estaba realmente excitada, pues su respiración agitada le confirmaba lo que tanto deseaba. Estaba a punto de bajar a su sexo cuando sus manos lo detuvieron; la joven que, hasta hace poco estaba llorando, lo veía con un fuego ardiente que brillaba en su mirada. Kagome lo jaló con rudeza por los cabellos, obligándolo a llegar a sus labios. Con desesperación unieron sus bocas en su beso apasionado.
Higurashi no sabía lo que estaba haciendo, estaba hipnotizada; pues era imposible que estuviera respondido a las caricias de ese maldito que la estaba profanando. Sin embargo, una incontrolable lujuria había despertado, haciendo que su cuerpo pidiera a gritos ser ultrajada.
Kagome le mordió los labios, arrancándole de la boca un gemido que la llevó a perder la cordura. Lo tomó por el cabello y le levantó el rostro para que la mirara, parecía que, era ella la que ahora lo controlaba. El demonio rio a carcajadas, pues ninguna humana había hecho tal hazaña. No obstante, él sería el único que la dominaría.
Volvió a morder sus senos antes de dirigirse a su sexo. Llegó hasta su intimidad y se relamió los labios antes de entrar. Con la lengua le chupó sus pliegues, mientras su boca succionaba su pequeño clítoris que rebosaba de excitación. El demonio metió sus garras y, sin permiso, la embistió, robándole un gemido que le fascinó. Kagome se retorció de placer y sintió que estaba próxima a desfallecer; así que, lo aprisionó con sus piernas cuando se liberó.
El demonio de ojos rojos se deleitó con su sabor, pues se bebió hasta la última gota que expulsó. Ella sabía mejor de lo que se había imaginado.
Sin esperar a que recuperara el aliento, se posicionó en medio de sus piernas y de una sola estocada se enterró, extasiándose por el más delicioso grito de placer que había escuchado. Su presa era muy estrecha, pues sus paredes lo apretaban sin pudor, haciendo que arremetiera con todas sus fuerzas.
Kagome, jamás se imaginó que un ultraje pudiese ser tan placentero, ya que nunca había obtenido en el sexo tal satisfacción. Esa noche, había alcanzado la gloria. Si iba a morir, ya no le importaba, pues ese maldito estaba haciendo que deseara, fundirse con él en los confines del mismísimo infierno.
Higurashi arqueó la espalda para darle mayor acceso a su cuerpo, mientras el demonio le clavaba las garras a sus senos. Estaba extasiada. Nublada por el deseo.
El ser de la oscuridad la levantó, obligándola a sentarse a horcajadas. Ella se dejó arrastrar, clavando sus uñas en su fornida espalda. La azabache comenzó a brincar sobre esa dura erección que las estaba matando.
—Así, síguete moviendo así —le pidió con su ronca voz—. Eres una maldita dominadora de demonios.
—¡Ah! —gimió. A Kagome ya no le interesaba absolutamente nada.
—¡Grita! ¡Grita para mí, perra! —exclamó antes de besarla con furia, al mismo tiempo que la embestía sin pudor—. Me tienes encantado.
—¡Más, quiero más! —gritó, tirando de su cabello con desesperación.
—Te haré olvidar tu nombre, pero siempre vas a recordar el mío.
—¡Ah! ¡Sí, sí! —Kagome estaba por alcanzar la cúspide con sus manos—. ¡Ay! ¡Dime de una maldita vez cómo te llamas!
—Eres mía, Kagome. Tu vida le pertenece al demonio del bosque, el temido y ardiente, Inu-
—¡Reaccione, señorita! ¡Por favor! —Una desesperada enferma junto a otras colegas, sujetaban con fuerza a la joven que se retorcía en la camilla del hospital—. ¡Doctor, ayúdenos! ¡Por favor!
—¡Inyéctenle una dosis doble de sedante! ¡Rápido! O la paciente podría lastimarse.
El cuerpo médico siguió al pie de la letra las instrucciones del psiquiatra, que intentaba con desesperación calmar a la muchacha. Su cuadro clínico cada vez estaba peor, pues sufría una psiquis mental demasiado perturbadora.
Cuando la dosis comenzó a hacer efecto, Kagome se calmó; sin embargo, todavía estaba lo suficientemente consciente para escuchar lo que todos estaban diciendo.
—Doctor, esta mujer, cada día está peor —señaló con temor la enfermera—. ¿No cree que sería mejor avisarle a la familia?
—No te preocupes, son los efectos de la medicina —expuso sin titubear. El médico estaba tranquilo, apuntando lo sucedido en su historial clínico—. Pueden retirarse, yo me quedaré observando a la paciente.
—Como usted ordene, doctor.
Las enfermeras salieron del frío cuarto cubierto por paredes especiales, las cuales protegían a los pacientes para que no se hicieran daño.
El psiquiatra se acercó hasta la joven que lo observó con su perdida mirada. Con cariño le acarició la cabellera, y se inclinó para hablarle.
—Descuida, Kagome. En este lugar nadie va a lastimarte. Ni siquiera ese demonio que tú dices que viene a visitarte —le sonrió, después de incorporarse y, antes de regresar a su labor, volvió a hablarle—: Yo me voy a encargar de cuidarte. Tranquila, estás en buenas manos.
«Usted, usted es…» pensó, mientras leía la insignia que llevaba en su bata.
—Sabes, te contaré un secreto —se acercó hasta su oído y le susurró—: Tú eres lo más delicioso que me he comido. Siempre serás mía, Kagome Higurashi.
InuYasha rio a carcajadas, pues en ese lugar nadie los observaba. Él mismo se había encargado de llevarla a un sitio especial para que nadie los molestara.
Así podía follarla cada vez que se le diera la gana.
Los demonios no eran, simplemente, leyendas urbanas.
FIN.
¡Hola!
¿Cómo están?
Es la primera vez que escribo algo como esto y fue un puro golpe de inspiración. Sé que puede leerse fuerte, pero era algo que quería hacer. Así que, espero que en medio de lo tosco y rudo que pudo ser, les haya gustado.
Agradezco a la página de Facebook InuYasha Fanfics por la invitación y también por crear una dinámica tan entretenida. Ojalá haya sido de su agrado.
Le agradezco muchísimo a quienes se atrevieron a leerlo.
Ahora me despido, es mi cumpleaños y al igual al año pasado, quería traerles algo InuKag, solamente que en esta ocasión, algo muy perturbador.
Nos leemos pronto.
Con amor.
GabyJA
