Los personajes no me pertenecen, solo los uso para mi esparcimiento y diversión, son propiedad intelectual de su creadora. Por el contrario la historia si es mia.
One Shot
SECRETOS DEL TIEMPO
Tokio Cristal.
Varios años después del ataque de Némesis. En un viejo templo sionista aparentemente abandonado un grupo de mujeres charlaban envalentonadas por algo de alcohol.
- ¿Se dieron cuenta chicas?
- ¿Ahora de que Mina? – Cuestionaron con algo de fastidio sus amigas.
- Que Plut es la única que nunca esta para el día de la madre junto a nosotras.
- ¿Sera porque al igual que nosotras no es madre? – Responde con algo de fastidio Rei
- Vamos. Nosotras festejamos como tías de la Pequeña Dama. Ella que es la más cercana a la niña debería ser la primera. – Responde algo molesta.
- Sabes que está muy dedicada a su función. Ella siempre ha estado en La Puerta, no entiende de cosas fuera de ella. – Responde Ami quitándose sus lentes.
- ¡Eso es ridículo! Estoy segura que alguna vez salió y disfruto algo de la vida… además he visto como mira al Rey. Como que le gusta. – Dice lo ultimo cono un secreto pese a que estaban ellas solas.
- ¡No digas disparates Mina! Mejor guárdate esos comentarios que si te escucha te haría perderte en el tiempo.
- ¡Que sea en los 70! ¡Sexo drogas y rock and roll! – Afirma alegremente.
- Nunca cambias… – Finaliza con algo de fastidio Lita.
Pese a que la nombrada no escucho la charla, no dejaba de estar presente de otra manera. En la oscuridad de sus dominios y en esa especie de habitación pobremente amoblada, casi como si de una habitación de la monja más austera se tratara, estaba ella. La señora del tiempo se enconraba mirando una vieja fotografía del Rey, un recorte de los primeros días después de la coronación. Tan enfrascada en esa ya estropeada foto estaba que no sintió cuando se sentaron a su lado en la cama. En la desesperación de guardar la fotografía, esta cayo a los pies de la silenciosa recién llegada mostrando finalmente su secreto.
- No deberías estar babeándote por tu Rey. – Dice la más joven de las guerreras mientras levantaba el recorte.
- ¡No lo hago y no vuelvas a entrar sin anunciarte! – Responde molesta.
- ¡Si lo hice! No sé en qué momento te volviste una acosadora por como mirabas esa foto. - Responde algo siniestra.
- Mejor vamos a la puerta a hablar. – Dijo tajantemente guardando la fotografía debajo de la almohada que le quito tan rapido que no sintio cuando lo hizo.
- Nunca pensé que te gustara ese tipo, de hecho pensé que eras asexual.
- Yo nunca te cuestione tus gustos y créeme que me gustaría hacerlo Hotaru. – Responde molesta.
- Ella solo tiene ojos para el caballo con alas no para la portadora de la hoz. Además no eres mi madre si mal recuerdo.
- Pero soy la más vieja de todas y créeme que tengo la autoridad para hacerlo.
- Tú nunca saliste de aquí como para saber del amor. Solo te gusta el rey porque es el único hombre que conociste.
El sonido de un cachetazo resonó en el lugar haciendo un eco que nadie esperaba.
- ¡Nunca más te atrevas a decir algo así de nuevo! – Grito Setsuna intimidando a la Diosa de la Muerte
- Lo siento Plut, no quise…
- No, yo lo siento Hotaru… – Ella abraza a su compañera. – No fue mi intención…
- Es que estoy algo irritada con lo del compromiso de Rini es todo… aunque también olvide que la quieres como una hija.
- Yo también estoy irritada en estos días… créeme que detesto el Día de las Madres.
- ¿Ese también era tu sueño? ¿Cómo el de las demás? – Cuestiona sorprendida la pelinegra.
- No… es que no puedo disfrutarlo como quisiera…
- Acaso…
- Mejor vamos a un lugar que nadie nos encuentre ni haya oídos en algún lugar.
Tras mover su báculo una luz purpura las transporto a la Torre de Tokio, pero antes de que esta fuera demolida a mediados del siglo 21, por lo que la mayoría de su café estaba aun en su lugar. Tras tomar unas copas y una botella de vino tomaron asiento en una mesa para dos frente a un enorme ventanal que dejaba filtrar el sonido dle viento cortando el lugubre hambiente que habia creado la anfitriona. A lo lejos se veía la construcción casi finalizada del Palacio de Tokio Cristal. Tras tomar unos tragos Plut dejo su arterego, dando paso a Setsuna y su casi unico traje morado, por lo que Hotaru hozo lo propio mostrando lo que parecia una mujer Dark. Luego de servir y beber un trago la señora de la puerta comenzó.
- Hace mucho tiempo, casi un milenio atrás, antes que naciera nuestra soberana, incluso nuestras compañeras, yo escape de la Puert contraposicion a los cultivos de lavandaa en un acto de rebeldía. Algo que nunca había hecho. Caí en Japón en un pequeño poblado a la afueras de Furano en la isla de Hokkaido. Era abril y los pétalos de cerezo volaban por doquier en en un espectaculo de colores como nunca habia visto. Es algo que nunca voy a olvidar, ni eso ni a esos ojos celestes que me miraron sin saber que decir. Fue el primer hombre que veía desde la caída del Milenio de Plata, al menos verlo en vivo. Yo no tenía ropa, había tomado un viejo vestido de aquella época y en palabras de él, parecía una diosa. – Recuerda con una sonrisa casi adolecente. – Esa tarde conocí lo que era el té verde y desde entonces no pienso en otra cosa… entre otras…
- ¡Espera un momento! ¿Me quieres decir que renunciaste a tus deberes para salir con alguien? – Custiona Hotaru entre sorprendida y horrorizada.
- ¿Te recuerdo cuando tuviste ese "acto de rebeldía", te tatuaste y seguiste a esa banda por Europa sin avisar a nadie?
- Tienes razón. Y ahora que lo pienso… – Mira alrededor la nada misma. – yo no me habría quedado tanto tiempo sola…
- Ese fue mi pecado, mi maldición y quizás el hecho de que todo este como está ahora.
- ¿Que quieres decir?
- Que el hombre que me enamoro el siglo pasado es el padre de nuestro soberano…
- Pero… pero eso significa…
- Que soy la madre de Mamoru Chiva… del Soberano de Tokio Cristal. – Afirma con algo de pena.
- Pero sus padres murieron en un accidente.
- Su padre y la nueva mujer de mi amado… ese fue el pago por mi falta.
- No lo entiendo Setsuna.
- Viví el mejor año de mi vida al lado de un gran hombre, nunca pregunto mi pasado, nunca cuestiono que no tuviera nada. Simplemente me amo como nunca ame a una persona. Pero él estaba comprometido, esa cosa propia de las familias japonesas importantes. Pensamos en dejar todo y escapar a América para comenzar de nuevo. Luego quede embarazada y tuve a ese hermoso pequeño, esa parte de mi alma que siempre atesorare… pero…pero… – Las lagrimas de Setsuna comenzaron a surcar su rostro.
Hotaru abrazo a su compañera que descargo lo que tenia siglos guardado, una congoja que también hizo llorar a su ahora confesora. Tras recuperar algo del aliento se quedo en silencio mirando nuevamente la fotografía.
- ¿Y qué paso después?
- Sentí una perturbación en la puerta. Se podría decir que fue del futuro o del pasado, ya no importa. El problema que tenía era que si no regresaba todo por lo que había luchado por siglos se perdería por un capricho tonto.
- ¿Vivir tu vida te parece un capricho tonto? –Pregunta molesta.
- Cuando peligra la existencia misma del universo, si que lo es. Además en ese universo estaba él y mi pequeño… –tomo un trago mas de vino y tratando de no quebrarse de nuevo prosiguio su confesion. – Era un día de la madre, como hoy, pero hace tanto tiempo atras y aun así duele como si fuera ayer… era un hermoso domingo y mi pequeño ya daba sus primeros pasos… él sabía que algo me estaba pasando y no tuve más que decirle la verdad, cosa que no creyó, claro está. Así que como estúpido recurso me transforme delante de él y lo lleve a ver la puerta ahí le esplique todo y le prometí que siempre estaría para él. Le deje una de mis llaves y le pedí que siguiera su vida, que amara y cuidara a nuestro pequeño. El la tomo y me dijo que lo cuidaría con su vida y que pese a que le dolía tanto como a mí, lo entendía…
- ¿Porqué no regresaste cuando él murió a recuperar a tu hijo?
- La llave que le di, seria pasada a mi hijo y ahí sucesivamente, como una diosa ficticia de la protección. Un día la llave simplemente regreso a mí. Al intentar saber porque, descubrí lo del accidente y comprendí que mi falta había sido pagada con la vida de ambos… ¿Quieres saber un secreto de la puerta? No puedes morir voluntariamente si estas a su servicio. Créeme lo intente.
- Como lo siento…
- Pero el destino tiene formas de compensarlo. – Agrega con una sonrisa mientras limpiaba sus lágrimas nuevamente. – Lo que el destino me quito, luego me lo devolvió, pues la llave que tiene mi Pequeña Dama es la llave de su padre.
- No me había dado cuenta de que Rini es…
- Si. Tiene mis mismos ojos. ¡Y es hermosa! – Dice con ternura.
- Ahora entiendo porque reaccionaste así cuando te dije que me gustaba… tu nieta. – Dice ahora con vergüenza.
- Reaccione sin darme cuenta como una abuela molesta chapada a la antigua… a la muy muy antigua. – Responde riendo.
- ¿Cómo puedes vivir así?
- Todo este sufrimiento valió la pena al sacrificar mi vida para traer a mi Pequeña Dama de nuevo al buen camino. Además ella vendrá más tarde como cada celebración del Día de la Madre con algún pastel que ella dice que cocino, aunque sé que lo hace Júpiter. No solo la madre es pésima en la cocina, si no fuera que no siento hambre en este puesto habría muerto intoxicada hace milenios.
- ¿Se lo dirás algún día?
- No podría, me encantaría abrazar a mi hijo, he soñado con eso por siglos, pero hay cosas que es mejor dejar en el pasado por el bien del futuro.
Setsuna se levanta y toma un paquete de cigarrillos que estaba debajo de la barra, prende uno y le convida a su compañera.
- Este es otro de mis secretos… divago por lugares abandonados antes de que desaparezcan, lugares que están a segundos de ser historia… para no hacer más daño… mejor regresemos ya debe hacer pasado un segundo de cuando nos fuimos. No quiero que descubran este secretito.
- Con la condición que algún día me lleves a uno de esos conciertos locos.
- ¡No te voy a llevar a Woodstock, eso fue un descontrol!
- ¿Como lo sabes?
- Mejor regresamos. – Responde regresando a su función en un abrir y cerrar de ojos.
Nuevamente sola en sus funciones y con algo menos en su corazón, esperaba ansiosa la llegada de su nieta. Con el correr de las horas esta simplemente no aparecía haciendo que se impacientara un poco. Cerca de la media noche al otro lado de la puerta una figura entra con solemnidad con algo en sus manos.
- Mi Rey. – Dice Plut poniéndose de rodillas.
- Por favor deja de hacer eso.
- Es como debe ser. – Mira en rededor y solo estaba el Rey frente suyo. – Y…
- La pequeña Dama te envía esto. – Dice entregándole una bandeja cubierta. – no se siente bien, pero insistió que te trajera pastel.
- ¿Que le sucedió?
- Al igual que la madre comieton demasiado esta vez. – Confiesa con algo de verguenza.
- Los pasteles de Júpiter son muy buenos.
- Lo agradezco, pero soy yo el que hornea todos los años. Una vieja receta que estaba guardada en las cosas de mi padre, según se que le gustaba a mama…
El corazón de Setsuna comenzó a latir de una manera que no esperaba, tanto que palideció un poco de la impresión.
- ¿Se encuentra bien?
- Es solo que… No se preocupe mi Rey. Atienda a su familia. – Responde tomando la bandeja para que el soberano se retirara tomando su mano sin querer.
El soberano se queda minándola de una manera muy particular a los ojos.
- Nunca se lo dije Plut, pero sus ojos me generan nostalgia, como si nos hubiéramos visto antes en otra circunstancia.
- Siempre estu ve aquí mi señor. – Contesta con un hilo de voz.
- Eso tiene que cambiar, o al menos ese es el deseo de mi hija. Con su permiso. – Comienza a dirigirse a la puerta. Tras detenerse frente a esta gira y le dice. – ¿Le gustaría mañana tomar el té en palacio?
- No me parece apropiado mi señor.
- Se que la Pequeña Dama le gustaría y me dijo que le gusta el Té verde como a mí. ¿La espero entonces?
- Sera un verdadero honor mi señor. – Respondió tratando de aguantar la sonrisa.
Y de esa manera sin más el soberano de Tokio Cristal se retira de los dominios de la Guardiana del Tiempo. Al abrir la bandeja, encontró que la porción de pastel venia acompañada por una rosa blanca, una rosa que siempre atesoraría como ese sentimiento de tener a su pequeño en brazos, dejándola con una sonrisa mezclada de tristeza y alegría, pues sin saberlo ella degustaba los pasteles de su hijo cada día de la madre.
FIN
Sé que es triste, pero una imagen que subió Sol Levine trajo esta idea a la cabeza que salió casi al primer intento, logrando así un enorme quitar un enorme bloqueo de escritor!
Espero que sea de su agrado y espero sus comentarios!
En particular este One Shot está dedicado a Pato y a todas las madres, pues en mi país es el día de la Madre
¡Feliz día de las Madres a todos sin importar la fecha en la que toque!
Nos leemos!
