CAPITULO 1: Una vieja amiga.
Kaoru se dirigía a casa luego de comprar la despensa. Esta vez Kenshin no la había acompañado pues tenía muchísima ropa que lavar. Yahiko continuaba de rebelde y Sano se había desaparecido de repente.
Un gran suspiro atrajo la atención de las personas que pasaban a su lado. Kaoru se veía algo triste. Ya había pasado casi un año luego de la pelea contra Enishi. Todo parecía ser normal pero un pesado sentimiento de soledad inundaba a la chica.
— ¿Cuánto más tengo que esperar?... —balbuceó mirando al cielo— Creo que estoy llegando al limite, Kenshin...
Lentamente llegó hasta el puente. Ya faltaba poco para llegar a casa pero decidió descansar un rato al lado del río, bajo la gran sombra de un par de árboles. Se sumergió en sus pensamientos por un buen rato. Un par de lágrimas brotaron de sus ojos mientras observaba el caudal. Quizás de la misma manera en que fluía el río Kenshin seguiría con su vida de vagabundo sin tomarla en cuenta... sin jamás corresponder el amor que tanto le profesaba. Tal vez eso sería lo mejor. Así ella conocería a otro hombre que pudiera corresponderle y dejaría de atormentarse de una vez por todas.
Repentinamente Kaoru se distrajo al escuchar algunos pasos cerca de ella. Al darse vuelta observó a una mujer que caminaba con mucha dificultad dirigiéndose hacia el puente. Preocupada, intentó llamar la atención de aquella extraña.
— Disculpe... ¿Le puedo ayudar en algo, señora?
— Déjame en paz, niña... —replicó cabizbaja, continuando su camino.
— ¡Vaya! ¡Que modales!... Yo solo quería ayudarla.
— Escucha mi consejo, entrometida... No hagas cosas buenas que sean innecesarias...
Esas últimas palabras resonaron en la mente de Kaoru haciéndola revivir algunas imágenes de su pasado, imágenes que tenían que ver con alguien muy especial de su niñez.
—... ¿Maya...?
La mujer se detuvo sorpresivamente. Movió un poco la cabeza para ver a Kaoru a los ojos.
— Hace mucho... que no me llamaban así...
Esta vez varias lagrimas de felicidad rodearon las mejillas de Kaoru antes de correr para abrazar con efusividad a esa mujer.
— ¡Maya...!... ¡¿Dónde demonios has estado?!... —replicó sin dejar de llorar.
— ¡Me estás lastimando, niña...!
— ¿Me reconoces, verdad? ¿Verdad que si?... Soy Kaoru... Kaoru Kamiya.
— ...¡Vaya!... ¿Quién diría que me iba a encontrar con la niña Kamiya luego de tantos años?... No has cambiado nada, Chibi...
Repentinamente la mujer se dejó caer de rodillas muy débil. Su cabello castaño rubio se encargó de ocultar su terrible gesto de dolor. Kaoru se olvidó por completo de la despensa y ayudó a su amiga a llegar hasta el dojo. Kenshin, al darse cuenta de lo que pasaba, llevó en brazos a su visitante a la habitación de Kaoru. Él de inmediato le propuso llamar a Megumi pero Kaoru le suplicó no hacerlo sin dar razón alguna de su determinación.
Un rato después, asegurándose de que Maya descansara apaciblemente, Kaoru se reunió con Kenshin en la cocina.
— Te agradezco que hayas recogido los víveres, Kenshin.
— No te preocupes, Kaoru. Dime, ¿tu amiga se encuentra mejor?
— Si... Eso creo...
— Deberíamos llevarla a la clínica. El Doctor Genzai podría...
— No —insistió seriamente— Ella estará bien. Yo... Será mejor que regrese a su lado.
Kenshin asintió.
* * * * * *
Kaoru parecía no tener apetito. Su mirada estaba fija en el suelo.
—¿Hay algún problema con la comida, Kaoru?
Ella negó con la cabeza sin subir la mirada.
— Oye, fea... ¿Es cierto que trajiste a una amiga tuya al dojo? Espero que ella no sea tan fea como tú.
Kaoru guardo silencio ante el comentario de Yahiko. Esto preocupó al niño y a Kenshin aún más.
— ¿Te gustaría contarnos sobre ella, Kaoru? —le sonrió colocando su mano en el hombro de la chica. Ella asintió.
— Su nombre es Maya. La conocí cuando era niña... Ella era... es como una hermana para mi. No creí que volviera a verla. Mi papá la quería mucho. La adoptó como su discípula y le enseño la técnica Kamiya Kasshin. Recuerdo que era muy buena con la katana... solo que...
— Solo que mi reputación era nefasta por estos rumbos así que tuve que irme.
Los tres observaron a Maya recargada sobre la orilla de la puerta. Inmediatamente Kaoru se acercó a ella.
— Maya...
— No creas que voy a disculparme, boba... Tuve que irme por tu bien. Deberías agradecérmelo. Además... veo que ya no estás sola. Ese chico debe ser tu discípulo y el otro debe ser tu esposo.
Kaoru y Kenshin se sonrojaron mientras Yahiko se burlaba de ellos.
— ¡Yahiko es mi discípulo pero Kenshin no es mi esposo! —replico dolida— ¡Y deja de llamarme boba!...
— No te enojes, Chibi. Te ves fea así... Aunque, debo decir que tu aspecto ha mejorado mucho. Tu padre estaría muy orgulloso de ti si te viera ahora.
Este comentario volvió a deprimir mucho a Kaoru. El que la llamara "Chibi" le hacia recordar su terrible soledad desde pequeña. Maya sonrió al verla así.
— Te dije que nunca estarás sola... Tu ternura es capaz de atraer a mucha gente, por eso tienes a estos dos a tu lado.
— ¿Te quedarás?
— Si tu me lo permites me gustaría hacerte compañía algunos días...
Una gran sonrisa apareció en el rostro de Kaoru antes de abrazarla. Hacia mucho tiempo que Kenshin y Yahiko no veían tan feliz a su amiga.
— Ven, come algo con nosotros...
— No, gracias... Prefiero darme un baño primero.
— Yo te lo prepararé. Te traeré ropa limpia.
Kaoru salió muy contenta de allí.
— Kami-sama... Esa niña es tan voluble... —suspiró Maya para si misma.
— ¿Así que tu conociste al padre de Kaoru? —preguntó Yahiko desde su lugar.
— Si. El sensei Kamiya fue mi maestro. Kaoru tenía cinco años entonces.
— Entonces debes saber el estilo Kamiya Kasshin... ¿Entrenarías conmigo alguna vez?
— Por supuesto. Se que Chibi no se molestará... Tu nombre es Yahiko, ¿verdad? ¿Podrías traerme un vaso de agua? Me siento algo mareada todavía.
Yahiko obedeció.
— ¿Desea que traiga a un médico para que la revise, Señorita? —se ofreció Kenshin amablemente.
— ¿Kaoru no te dijo que odio a los médicos?... Solo hacen que uno se preocupe de más.
— ...Entiendo.
— ¿Sabes?... Nunca me imagine encontrar en este lugar a Hitoriki Battousai...
Kenshin le miró sorprendido. La mirada apacible de Maya había cambiado radicalmente a una llena de rencor sin motivo alguno.
— Pronto probaré que tan hábil eres, amigo. No solo manejo la técnica Kamiya Kasshin; ya irás descubriendo poco a poco mis otras habilidades, Battousai...
— Aquí está el agua —intervino Yahiko sin sospechar nada.
— Gracias... —le sonrió cambiando su tono de voz— Volveré a la habitación de Chibi. Con permiso.
Maya desapareció de la vista de Kenshin pero no de sus pensamientos. Aquella chica hablaba en serio. Definitivamente debería estar al tanto de cada paso que ella diera en el dojo. No permitiría que lastimara a su Kaoru por nada en el mundo.
Kaoru se dirigía a casa luego de comprar la despensa. Esta vez Kenshin no la había acompañado pues tenía muchísima ropa que lavar. Yahiko continuaba de rebelde y Sano se había desaparecido de repente.
Un gran suspiro atrajo la atención de las personas que pasaban a su lado. Kaoru se veía algo triste. Ya había pasado casi un año luego de la pelea contra Enishi. Todo parecía ser normal pero un pesado sentimiento de soledad inundaba a la chica.
— ¿Cuánto más tengo que esperar?... —balbuceó mirando al cielo— Creo que estoy llegando al limite, Kenshin...
Lentamente llegó hasta el puente. Ya faltaba poco para llegar a casa pero decidió descansar un rato al lado del río, bajo la gran sombra de un par de árboles. Se sumergió en sus pensamientos por un buen rato. Un par de lágrimas brotaron de sus ojos mientras observaba el caudal. Quizás de la misma manera en que fluía el río Kenshin seguiría con su vida de vagabundo sin tomarla en cuenta... sin jamás corresponder el amor que tanto le profesaba. Tal vez eso sería lo mejor. Así ella conocería a otro hombre que pudiera corresponderle y dejaría de atormentarse de una vez por todas.
Repentinamente Kaoru se distrajo al escuchar algunos pasos cerca de ella. Al darse vuelta observó a una mujer que caminaba con mucha dificultad dirigiéndose hacia el puente. Preocupada, intentó llamar la atención de aquella extraña.
— Disculpe... ¿Le puedo ayudar en algo, señora?
— Déjame en paz, niña... —replicó cabizbaja, continuando su camino.
— ¡Vaya! ¡Que modales!... Yo solo quería ayudarla.
— Escucha mi consejo, entrometida... No hagas cosas buenas que sean innecesarias...
Esas últimas palabras resonaron en la mente de Kaoru haciéndola revivir algunas imágenes de su pasado, imágenes que tenían que ver con alguien muy especial de su niñez.
—... ¿Maya...?
La mujer se detuvo sorpresivamente. Movió un poco la cabeza para ver a Kaoru a los ojos.
— Hace mucho... que no me llamaban así...
Esta vez varias lagrimas de felicidad rodearon las mejillas de Kaoru antes de correr para abrazar con efusividad a esa mujer.
— ¡Maya...!... ¡¿Dónde demonios has estado?!... —replicó sin dejar de llorar.
— ¡Me estás lastimando, niña...!
— ¿Me reconoces, verdad? ¿Verdad que si?... Soy Kaoru... Kaoru Kamiya.
— ...¡Vaya!... ¿Quién diría que me iba a encontrar con la niña Kamiya luego de tantos años?... No has cambiado nada, Chibi...
Repentinamente la mujer se dejó caer de rodillas muy débil. Su cabello castaño rubio se encargó de ocultar su terrible gesto de dolor. Kaoru se olvidó por completo de la despensa y ayudó a su amiga a llegar hasta el dojo. Kenshin, al darse cuenta de lo que pasaba, llevó en brazos a su visitante a la habitación de Kaoru. Él de inmediato le propuso llamar a Megumi pero Kaoru le suplicó no hacerlo sin dar razón alguna de su determinación.
Un rato después, asegurándose de que Maya descansara apaciblemente, Kaoru se reunió con Kenshin en la cocina.
— Te agradezco que hayas recogido los víveres, Kenshin.
— No te preocupes, Kaoru. Dime, ¿tu amiga se encuentra mejor?
— Si... Eso creo...
— Deberíamos llevarla a la clínica. El Doctor Genzai podría...
— No —insistió seriamente— Ella estará bien. Yo... Será mejor que regrese a su lado.
Kenshin asintió.
* * * * * *
Kaoru parecía no tener apetito. Su mirada estaba fija en el suelo.
—¿Hay algún problema con la comida, Kaoru?
Ella negó con la cabeza sin subir la mirada.
— Oye, fea... ¿Es cierto que trajiste a una amiga tuya al dojo? Espero que ella no sea tan fea como tú.
Kaoru guardo silencio ante el comentario de Yahiko. Esto preocupó al niño y a Kenshin aún más.
— ¿Te gustaría contarnos sobre ella, Kaoru? —le sonrió colocando su mano en el hombro de la chica. Ella asintió.
— Su nombre es Maya. La conocí cuando era niña... Ella era... es como una hermana para mi. No creí que volviera a verla. Mi papá la quería mucho. La adoptó como su discípula y le enseño la técnica Kamiya Kasshin. Recuerdo que era muy buena con la katana... solo que...
— Solo que mi reputación era nefasta por estos rumbos así que tuve que irme.
Los tres observaron a Maya recargada sobre la orilla de la puerta. Inmediatamente Kaoru se acercó a ella.
— Maya...
— No creas que voy a disculparme, boba... Tuve que irme por tu bien. Deberías agradecérmelo. Además... veo que ya no estás sola. Ese chico debe ser tu discípulo y el otro debe ser tu esposo.
Kaoru y Kenshin se sonrojaron mientras Yahiko se burlaba de ellos.
— ¡Yahiko es mi discípulo pero Kenshin no es mi esposo! —replico dolida— ¡Y deja de llamarme boba!...
— No te enojes, Chibi. Te ves fea así... Aunque, debo decir que tu aspecto ha mejorado mucho. Tu padre estaría muy orgulloso de ti si te viera ahora.
Este comentario volvió a deprimir mucho a Kaoru. El que la llamara "Chibi" le hacia recordar su terrible soledad desde pequeña. Maya sonrió al verla así.
— Te dije que nunca estarás sola... Tu ternura es capaz de atraer a mucha gente, por eso tienes a estos dos a tu lado.
— ¿Te quedarás?
— Si tu me lo permites me gustaría hacerte compañía algunos días...
Una gran sonrisa apareció en el rostro de Kaoru antes de abrazarla. Hacia mucho tiempo que Kenshin y Yahiko no veían tan feliz a su amiga.
— Ven, come algo con nosotros...
— No, gracias... Prefiero darme un baño primero.
— Yo te lo prepararé. Te traeré ropa limpia.
Kaoru salió muy contenta de allí.
— Kami-sama... Esa niña es tan voluble... —suspiró Maya para si misma.
— ¿Así que tu conociste al padre de Kaoru? —preguntó Yahiko desde su lugar.
— Si. El sensei Kamiya fue mi maestro. Kaoru tenía cinco años entonces.
— Entonces debes saber el estilo Kamiya Kasshin... ¿Entrenarías conmigo alguna vez?
— Por supuesto. Se que Chibi no se molestará... Tu nombre es Yahiko, ¿verdad? ¿Podrías traerme un vaso de agua? Me siento algo mareada todavía.
Yahiko obedeció.
— ¿Desea que traiga a un médico para que la revise, Señorita? —se ofreció Kenshin amablemente.
— ¿Kaoru no te dijo que odio a los médicos?... Solo hacen que uno se preocupe de más.
— ...Entiendo.
— ¿Sabes?... Nunca me imagine encontrar en este lugar a Hitoriki Battousai...
Kenshin le miró sorprendido. La mirada apacible de Maya había cambiado radicalmente a una llena de rencor sin motivo alguno.
— Pronto probaré que tan hábil eres, amigo. No solo manejo la técnica Kamiya Kasshin; ya irás descubriendo poco a poco mis otras habilidades, Battousai...
— Aquí está el agua —intervino Yahiko sin sospechar nada.
— Gracias... —le sonrió cambiando su tono de voz— Volveré a la habitación de Chibi. Con permiso.
Maya desapareció de la vista de Kenshin pero no de sus pensamientos. Aquella chica hablaba en serio. Definitivamente debería estar al tanto de cada paso que ella diera en el dojo. No permitiría que lastimara a su Kaoru por nada en el mundo.
