CAPITULO 7. Celos.
Yahiko habia despertado esa mañana con mucho ímpetu y ganas de entrenar. Se asomó a la cocina para saludar a Kenshin como todas las mañanas pero esta vez encontró a Kaoru y a Maya preparando el desayuno.
— ¡Buenos días!
— ¡Buenos días, Yahiko!
— ¿Y donde están Kenshin y Sanosuke?
— Sanosuke se fue hace poco y Kenshin fue a pescar. ¿Necesitabas algo?
— No... Iba a quejarme al verte cocinar a ti pero si Maya está aqui entonces podré desayunar sin peligro de enfermarme.
— ¡¡¿Qué dices?!! ¡¡Ya me las pagarás!! ¡¡Ven acá!!
Kaoru salió corriendo tras Yahiko dirigiendose hacia la puerta. Subitamente se detuvieron al ver a una extraña chica entrar al dojo. Parecía estar buscando a alguien.
— Buenos días —se aproximó la chica a ellos timidamente— Disculpen... ¿Este es el dojo Kamiya?
— Si... Mi nombre es Yahiko, ¿y el tuyo? —preguntó entusiasmado.
— Me llamo Mako. Mucho gusto. Busco a la Señorita Maya. ¿Podría hablar con ella?
Kaoru observó que aquella chica lucía un tatuaje en la mano derecha similar al de Maya. Mako debía ser miembro de La Jauría.
— Buenos días, Mako —le saludó Maya apareciendo de repente.
— Buenos días —se acercó a ella muy contenta—. Traigo el encargo que me pidió. Es el mejor kimono que encontré. Espero que le guste.
— En realidad el kimono es para la Señorita Kaoru.
— Entiendo —dijo mirando a Kaoru de pies a cabeza— Entonces no habrá problema. Sus ojos y su piel resaltaran con el color. A Daichi le encantará.
Kaoru se sonrojó ante el comentario.
— ¿Daichi? ¿Quién es? —preguntó Yahiko. Maya le sonrió.
— Es un amigo al que invité a desayunar. Ya lo conocerás... Será mejor que entremos. Mako, ayudame con el desayuno. Yo me encargaré de Kaoru.
La chica accedió. Yahiko decidió aprovechar la oportunidad y ayudó a Mako en la cocina olvidandose por un buen rato de Tsubame.
Luego de una hora Kaoru no podía creer lo que veía en el espejo. Aquel kimono azul con flores de sakura y su nuevo peinado la hacian lucir tan diferente que nisiquiera ella misma se reconocía.
— Ya estas lista... No es necesario que te ponga maquillaje. Tu belleza natural se aprecia más así.
— Gra... Gracias... —balbuceó aún sorprendida.
— En verdad eres muy hermosa. Serás digna esposa del más guapo de mis guerreros.
— ¿El... El más guapo? —se sonrojó apretandose las manos.
— Si. Y estoy segura que tu también pensarás lo mismo cuando lo veas. Ven... Vayamos a la cocina para ver si ya todo está listo.
Ambas salieron de la habitación encontrandose a Mako en el pasillo.
— ¡Lider! ¡Daichi ya está aqui!
— ¡Perfecto! Vayamos a recibirlo, Kaoru.
Kaoru asintió aún nerviosa. Mako y Yahiko las acompañaron. Ninguno de los dos dejaron pasar lo hermosa que Kaoru se veia en esos momentos.
— Llegaste justo a tiempo, Daichi —le saludó Maya a un lado de Kaoru.
— Buenos... días, Lider... —balbuceó al observar a Kaoru. El tampoco podía mostrarse indiferente ante su belleza — Buenos días, Señorita Kamiya...
— Bue... Buenos días.
— ¡Tu futura esposa es muy bonita, Daichi-san! —exclamó Mako abrazandolo.
— ¿Su futura esposa? ¿De qué hablas? —preguntó Yahiko desconcertado. Sintió entonces la mano de Maya jalandole suavemente.
— Tenemos que apresurarnos a desayunar. Esta vez seré yo quien te entrene, Yahiko. Vamos... Date prisa.
— ¡Pero...! ¡Aguarda! —replicó dejandose llevar por Maya.
Mako, Maya y Yahiko entraron al dojo. Por su parte, Kaoru permaneció en el mismo lugar frente a Daichi. Sus manos no dejaban de temblar y sus ojos seguian viendo fijamente el suelo. Repentinamente sintió una mano en su hombro llamando su atención.
— Será mejor que los sigamos, ¿no crees? —le sonrió sinceramente.
— Tienes razón... —correspondió su sonrisa inocentemente. En verdad aquel chico era muy guapo y daba la impresión de ser muy confiable.
Los cinco disfrutaron mucho del desayuno mientras platicaban. Los nervios de Kaoru desaparecieron poco a poco frente a Daichi; por primera vez a Maya la vio conversar abiertamente sin reservas. Yahiko continuaba intentando impresionar a Mako y Daichi se comportaba como todo un caballero simpatico y galante. Sin embargo, para Kaoru hacian falta dos personas más: Sanosuke seguramente disfrutaría mucho de ese desayuno gratutito y Kenshin estaría a su lado mostrando esa sonrisa tan caracteristica de él.
Despues de un rato Yahiko y Maya comenzaron a practicar el estilo Kamiya Kasshin frente a Kaoru y Daichi quienes los observaban en el patio del dojo.
— Maya me ha platicado de tu interes por formar parte del grupo, Kaoru.
— En realidad... deseo permanecer al lado de Maya, es todo.
— Tu padre la ayudó mucho cuando eramos chicos... Gracias a sus enseñanzas logramos sobrevivir. Es una lastima que hubieramos tenido que irnos de Tokio cuando murió.
— Lo sé... ¿Y a que lugar se marcharon?
— Vagamos por muchas ciudades en busca de un buen lugar donde vivir. Al final decidimos quedarnos en Nara. Allí permanecimos diez años. Cuando el gobierno atrapó a Maya tuvimos que cambiarnos a Kioto y dos años después regresamos a Tokio.
— ¿Dices... que le gobierno atrapó a Maya? —preguntó preocupada. Daichi entendió que había hablado de más.
— Si, pero luego de un tiempo la dejaron libre —continuó dirigiendo su mirada hacia donde Maya estaba—. Ella no pudo regresar con el grupo de inmediato pero eso ya no importa. Esta vez no volverán a alejarla de nosotros... De eso me encargaré yo personalmente.
Kaoru se sorprendió al percatarse de la mirada posesiva que emanaba de Daichi hacia Maya.
— Ella te gusta, ¿verdad?
— ¡Qué!... —sonrió disimuladamente— ¡No... No sé de que hablas!...
— Por favor, un hombre no mira a una mujer asi solo porque sí.
— Bueno... Yo...
Kaoru sonrió ante la apenada reacción de Daichi. Él hizo lo mismo al sentirse descubierto.
Ninguno de los dos se dio cuenta de que un testigo les veía por detrás. Parecía que Kenshin se estaba volviendo experto en llegar en los momentos menos oportunos. Apretó con fuerza las cosas que traia en las manos al observar que la dulce sonrisa de Kaoru no estaba dirigida a él. Silenciosamente caminó hacia la cocina. Necesitaba estar solo porque sabía que pronto Battousai haría de las suyas.
— ¿Y por que no le has dicho a Maya lo que sientes?
— Tal vez... por la misma razón por la que tu no le has dicho a tu vagabundo lo mismo.
— ¡... Pero...! ¿Cómo sabes...?
— Maya me lo contó.
— Entonces... ¿Por qué estuviste de acuerdo en hacer esto? —se abrazó a si misma tratando de no dejar de sonreir.
— Tu y yo tenemos mucho en común... Las personas que deseamos a nuestro lado nunca nos corresponderán... El tiempo es el único que podrá ayudarnos, ¿no lo crees?
— Si... Quizás tengas razón...
— ¡Bien hecho! ¡Sigue practicando ese movimiento, Yahiko!... Yo ire a la cocina a tomar algo. Volveré en seguida —dijo Maya al bajar su katana.
— No te molestes —se levantó Kaoru de su lugar— En un momento traeré a todos agua fresca.
De inmediato Kaoru se dirigió a la cocina. Se sorprendió al encontrar a Kenshin preparando ya la comida.
— No te escuche llegar, Kenshin...
— Estabas muy ocupada asi que decidi no molestarte —murmuró dandole la espalda.
— ¿Y... como estuvo la pesca?
— No muy bien... Aún así creo será suficiente para la comida.
— Si te falta algo puedo salir a conseguirlo.
— No... Tu tienes visitas que atender. Si necesito algo le dire a Yahiko que me ayude.
La sonrisa de Kaoru desapareció de inmediato. Volvió a confirmar que Kenshin no la necesitaba para nada.
— ¿Puedo... decirte algo, Kaoru? —preguntó sin dejar de hacer lo que hacia.
— ¿Eh?... Si...
— Luces muy hermosa este día —confesó dandose vuelta para mostrarle una gran sonrisa, aquella que Kaoru extrañaba tanto.
Estas simples palabras hicieron que el corazón de Kaoru latiera tan rapido permitiendose corresponderle con otra sonrisa su comentario halagador.
— ¡Gracias, Kenshin!
Satisfecha, se encargó de colocar algunos vasos en una charola y llenarlos de agua para llevarselos a sus amigos. Kenshin no dejo de mirarla ni un segundo mientras lo hacía.
— "Kaoru... —pensaba al verla salir de allí— Espero que seas muy feliz aunque no sea a mi lado... Maya tiene razón. Soy un cobarde al igual que el legendario Hitoriki Battousai... pero prefiero perderte a lastimarte aún más de lo que lo he hecho".
Kenshin continuó con su labor sin evitar que una lagrima atravezara esa marca que lo había hecho tan infeliz esos ultimos días.
Yahiko habia despertado esa mañana con mucho ímpetu y ganas de entrenar. Se asomó a la cocina para saludar a Kenshin como todas las mañanas pero esta vez encontró a Kaoru y a Maya preparando el desayuno.
— ¡Buenos días!
— ¡Buenos días, Yahiko!
— ¿Y donde están Kenshin y Sanosuke?
— Sanosuke se fue hace poco y Kenshin fue a pescar. ¿Necesitabas algo?
— No... Iba a quejarme al verte cocinar a ti pero si Maya está aqui entonces podré desayunar sin peligro de enfermarme.
— ¡¡¿Qué dices?!! ¡¡Ya me las pagarás!! ¡¡Ven acá!!
Kaoru salió corriendo tras Yahiko dirigiendose hacia la puerta. Subitamente se detuvieron al ver a una extraña chica entrar al dojo. Parecía estar buscando a alguien.
— Buenos días —se aproximó la chica a ellos timidamente— Disculpen... ¿Este es el dojo Kamiya?
— Si... Mi nombre es Yahiko, ¿y el tuyo? —preguntó entusiasmado.
— Me llamo Mako. Mucho gusto. Busco a la Señorita Maya. ¿Podría hablar con ella?
Kaoru observó que aquella chica lucía un tatuaje en la mano derecha similar al de Maya. Mako debía ser miembro de La Jauría.
— Buenos días, Mako —le saludó Maya apareciendo de repente.
— Buenos días —se acercó a ella muy contenta—. Traigo el encargo que me pidió. Es el mejor kimono que encontré. Espero que le guste.
— En realidad el kimono es para la Señorita Kaoru.
— Entiendo —dijo mirando a Kaoru de pies a cabeza— Entonces no habrá problema. Sus ojos y su piel resaltaran con el color. A Daichi le encantará.
Kaoru se sonrojó ante el comentario.
— ¿Daichi? ¿Quién es? —preguntó Yahiko. Maya le sonrió.
— Es un amigo al que invité a desayunar. Ya lo conocerás... Será mejor que entremos. Mako, ayudame con el desayuno. Yo me encargaré de Kaoru.
La chica accedió. Yahiko decidió aprovechar la oportunidad y ayudó a Mako en la cocina olvidandose por un buen rato de Tsubame.
Luego de una hora Kaoru no podía creer lo que veía en el espejo. Aquel kimono azul con flores de sakura y su nuevo peinado la hacian lucir tan diferente que nisiquiera ella misma se reconocía.
— Ya estas lista... No es necesario que te ponga maquillaje. Tu belleza natural se aprecia más así.
— Gra... Gracias... —balbuceó aún sorprendida.
— En verdad eres muy hermosa. Serás digna esposa del más guapo de mis guerreros.
— ¿El... El más guapo? —se sonrojó apretandose las manos.
— Si. Y estoy segura que tu también pensarás lo mismo cuando lo veas. Ven... Vayamos a la cocina para ver si ya todo está listo.
Ambas salieron de la habitación encontrandose a Mako en el pasillo.
— ¡Lider! ¡Daichi ya está aqui!
— ¡Perfecto! Vayamos a recibirlo, Kaoru.
Kaoru asintió aún nerviosa. Mako y Yahiko las acompañaron. Ninguno de los dos dejaron pasar lo hermosa que Kaoru se veia en esos momentos.
— Llegaste justo a tiempo, Daichi —le saludó Maya a un lado de Kaoru.
— Buenos... días, Lider... —balbuceó al observar a Kaoru. El tampoco podía mostrarse indiferente ante su belleza — Buenos días, Señorita Kamiya...
— Bue... Buenos días.
— ¡Tu futura esposa es muy bonita, Daichi-san! —exclamó Mako abrazandolo.
— ¿Su futura esposa? ¿De qué hablas? —preguntó Yahiko desconcertado. Sintió entonces la mano de Maya jalandole suavemente.
— Tenemos que apresurarnos a desayunar. Esta vez seré yo quien te entrene, Yahiko. Vamos... Date prisa.
— ¡Pero...! ¡Aguarda! —replicó dejandose llevar por Maya.
Mako, Maya y Yahiko entraron al dojo. Por su parte, Kaoru permaneció en el mismo lugar frente a Daichi. Sus manos no dejaban de temblar y sus ojos seguian viendo fijamente el suelo. Repentinamente sintió una mano en su hombro llamando su atención.
— Será mejor que los sigamos, ¿no crees? —le sonrió sinceramente.
— Tienes razón... —correspondió su sonrisa inocentemente. En verdad aquel chico era muy guapo y daba la impresión de ser muy confiable.
Los cinco disfrutaron mucho del desayuno mientras platicaban. Los nervios de Kaoru desaparecieron poco a poco frente a Daichi; por primera vez a Maya la vio conversar abiertamente sin reservas. Yahiko continuaba intentando impresionar a Mako y Daichi se comportaba como todo un caballero simpatico y galante. Sin embargo, para Kaoru hacian falta dos personas más: Sanosuke seguramente disfrutaría mucho de ese desayuno gratutito y Kenshin estaría a su lado mostrando esa sonrisa tan caracteristica de él.
Despues de un rato Yahiko y Maya comenzaron a practicar el estilo Kamiya Kasshin frente a Kaoru y Daichi quienes los observaban en el patio del dojo.
— Maya me ha platicado de tu interes por formar parte del grupo, Kaoru.
— En realidad... deseo permanecer al lado de Maya, es todo.
— Tu padre la ayudó mucho cuando eramos chicos... Gracias a sus enseñanzas logramos sobrevivir. Es una lastima que hubieramos tenido que irnos de Tokio cuando murió.
— Lo sé... ¿Y a que lugar se marcharon?
— Vagamos por muchas ciudades en busca de un buen lugar donde vivir. Al final decidimos quedarnos en Nara. Allí permanecimos diez años. Cuando el gobierno atrapó a Maya tuvimos que cambiarnos a Kioto y dos años después regresamos a Tokio.
— ¿Dices... que le gobierno atrapó a Maya? —preguntó preocupada. Daichi entendió que había hablado de más.
— Si, pero luego de un tiempo la dejaron libre —continuó dirigiendo su mirada hacia donde Maya estaba—. Ella no pudo regresar con el grupo de inmediato pero eso ya no importa. Esta vez no volverán a alejarla de nosotros... De eso me encargaré yo personalmente.
Kaoru se sorprendió al percatarse de la mirada posesiva que emanaba de Daichi hacia Maya.
— Ella te gusta, ¿verdad?
— ¡Qué!... —sonrió disimuladamente— ¡No... No sé de que hablas!...
— Por favor, un hombre no mira a una mujer asi solo porque sí.
— Bueno... Yo...
Kaoru sonrió ante la apenada reacción de Daichi. Él hizo lo mismo al sentirse descubierto.
Ninguno de los dos se dio cuenta de que un testigo les veía por detrás. Parecía que Kenshin se estaba volviendo experto en llegar en los momentos menos oportunos. Apretó con fuerza las cosas que traia en las manos al observar que la dulce sonrisa de Kaoru no estaba dirigida a él. Silenciosamente caminó hacia la cocina. Necesitaba estar solo porque sabía que pronto Battousai haría de las suyas.
— ¿Y por que no le has dicho a Maya lo que sientes?
— Tal vez... por la misma razón por la que tu no le has dicho a tu vagabundo lo mismo.
— ¡... Pero...! ¿Cómo sabes...?
— Maya me lo contó.
— Entonces... ¿Por qué estuviste de acuerdo en hacer esto? —se abrazó a si misma tratando de no dejar de sonreir.
— Tu y yo tenemos mucho en común... Las personas que deseamos a nuestro lado nunca nos corresponderán... El tiempo es el único que podrá ayudarnos, ¿no lo crees?
— Si... Quizás tengas razón...
— ¡Bien hecho! ¡Sigue practicando ese movimiento, Yahiko!... Yo ire a la cocina a tomar algo. Volveré en seguida —dijo Maya al bajar su katana.
— No te molestes —se levantó Kaoru de su lugar— En un momento traeré a todos agua fresca.
De inmediato Kaoru se dirigió a la cocina. Se sorprendió al encontrar a Kenshin preparando ya la comida.
— No te escuche llegar, Kenshin...
— Estabas muy ocupada asi que decidi no molestarte —murmuró dandole la espalda.
— ¿Y... como estuvo la pesca?
— No muy bien... Aún así creo será suficiente para la comida.
— Si te falta algo puedo salir a conseguirlo.
— No... Tu tienes visitas que atender. Si necesito algo le dire a Yahiko que me ayude.
La sonrisa de Kaoru desapareció de inmediato. Volvió a confirmar que Kenshin no la necesitaba para nada.
— ¿Puedo... decirte algo, Kaoru? —preguntó sin dejar de hacer lo que hacia.
— ¿Eh?... Si...
— Luces muy hermosa este día —confesó dandose vuelta para mostrarle una gran sonrisa, aquella que Kaoru extrañaba tanto.
Estas simples palabras hicieron que el corazón de Kaoru latiera tan rapido permitiendose corresponderle con otra sonrisa su comentario halagador.
— ¡Gracias, Kenshin!
Satisfecha, se encargó de colocar algunos vasos en una charola y llenarlos de agua para llevarselos a sus amigos. Kenshin no dejo de mirarla ni un segundo mientras lo hacía.
— "Kaoru... —pensaba al verla salir de allí— Espero que seas muy feliz aunque no sea a mi lado... Maya tiene razón. Soy un cobarde al igual que el legendario Hitoriki Battousai... pero prefiero perderte a lastimarte aún más de lo que lo he hecho".
Kenshin continuó con su labor sin evitar que una lagrima atravezara esa marca que lo había hecho tan infeliz esos ultimos días.
