Capítulo 7



Lo que Kurama sabe


Naruto en la profunda oscuridad de su habitación, mantenía la cabeza en ningún lugar, sólo en la oscuridad. No deseaba pensar en nada. No deseaba ver a nadie y realmente, se moría de hambre pero no se le antojaba nada. Eso agregando que ya llevaba en vela varias horas, se sentía cansado, ¡pero no podía dormir!

Hey, mocoso.

Naruto no respondió.

Será mejor que te calmes. Debes despejar tus dudas, ya mismo ―le Kurama en su interior. Naruto se transportó a donde el gran Kyūbi no Yōko se encontraba y le miró con unos ojos vacíos.

―No sé lo que me pasa, sólo no me siento bien ―dijo con voz caída. Kurama se agachó para ver directamente los ojos de Naruto.

―Debes tener mucho cuidado con lo que deseas, Naruto ―dijo Kurama con la advertencia impresa en su voz―. Como Jinchūriki, en especial, mi Jinchūriki, no debes permitir que las emociones te dominen tanto como antes.

―¿A qué te refieres, Kurama?

―Es algo que seguramente ya habrás notado; eres distraído chico, pero no estúpido ―pausó pensativo―, al menos no en la mayoría de los casos ―Naruto le fulminó con la mirada, Kurama no se inmutó y continuó con lo que decía―: Lo que quiero decir, es que seguramente has estado muy inestable a conciencia, tus emociones están muy alteradas, como cuando te dijeron que el mocoso Uchiha partiría junto a la mocosa Haruno. Tardaste veinte minutos en descargar tu ira contra el suelo y después permaneciste con la mente en blanco durante horas mientras te ponías a vagar de un lado a otro por la casa de la hija de los Hyūga.

Naruto le miró atento haciendo memoria. Comenzando a darle la razón a su huésped, bajó la mirada, pensativo. Al menos hasta que Kurama le hizo regresar la vista al seguir con su discurso.

―¿Me equivoco?

«No» se decía Naruto a cada momento, era verdad que últimamente no se estaba sintiendo como él mismo; se sentía más alterado, a veces se molestaba por nada, en ocasiones veía al mundo ir demasiado lento y en varias ocasiones se planteó en patearle el culo a más de una persona simplemente por no caminar más deprisa al hacer los deberes que él supervisaba.

Al final, Naruto negó con la cabeza ante la pregunta formulada.

Entonces Kurama agregó más peso sobre sus hombros.

―Y eso sin contar lo que por poco decides con respecto a la chica Hyūga.

«Hinata» pensó entonces, si Kurama no hubiese interferido, seguramente ya estaría planeando el mantenerla soltera. Le debía su cordura a Kurama, y eso era algo que algún día se lo agradecería, ahora estaba demasiado inestable como para ponerse a reconocer las verdades.

―Escúchame niño ―continuó el zorro―, no has dormido muy bien últimamente, has estado haciendo demasiadas tareas sin parar y no has estado alimentándote como debería ser. Por lo que mi posible solución es esta: Comienza a tratarte como el ser humano que eres ―espetó cual padre a un hijo desobediente.

Naruto le miró a los ojos.

―¿Acaso no ves que nadie aquí puede darse esos lujos?

―Créeme, a ti te los darán si quieren que sigas manteniendo sus traseros a salvo ―dijo Kurama serio.

―¿A qué te refieres?

―Naruto, no eres un súper ninja, sólo un buen ninja, un buen atleta y por si acaso, casi un súper humano. Pero eso no quita tu naturaleza: eres humano. Y todo humano tiene límites perfectamente marcados. El que tú no conozcas los tuyos me parece normal, después de todo, tu cuerpo y tu mente han estado expuestos a diversas pruebas que pondrían la mente de cualquiera en jaque, alrededor de esta guerra todo en tu vida ha cambiado, pero por eso mismo deberías tener más cuidado al salir de casa que de costumbre. ―Suspiró y entrecerró sus ojos con preocupación―, Naruto, quiero que escuches y hagas lo que te diré. No solo porque de este modo tu estarás a salvo, sino por las vidas que intentas seguir protegiendo.

Naruto trataba de asimilar lo que el Kyūbi le decía con sumo cuidado y tacto. Estaba cansado, hambriento y muy molesto con todo lo que había estado pasando, su cabeza comenzaba a punzarle y sus ojos le pedían cerrarse durante horas. Su cuerpo estaba haciéndose cada vez más pesado y sentía que le comenzaba a faltar el aire. Pero debía escuchar. Después de todo, Kurama siempre era breve y directo.

―Te escucho.

―Duerme lo que tengas que dormir, come lo que tengas que comer, bebe lo que tengas que beber y…

―¿Y…?

Kurama lució un poco incómodo.

―Niño, creo que ya va siendo hora que comiences a buscarte algún pasatiempo.

Naruto alzó una ceja, confundido.

―Veo que no me has entendido ¿verdad? ―cuestionó el zorro con los ojos entrecerrados, Naruto mostró un rostro lleno de incredulidad―. Verás, al obtener ciertos grados de energía potencial que pocos ninjas logran tener entre sus manos, ésta como es normal seguirá aumentando hasta que tu cuerpo técnicamente se convierta en una bomba de tiempo al no tener contrincantes con los cuales poder desahogar toda esa energía acumulada. ¿Me sigues? ―Naruto asintió, sí, él lo sabía bien―, entonces, quiero que me respondas. ¿Cuántos de tus amigos podrán saciar esa sed?

―Supongo que ninguno. ―Naruto sabía que sus amigos no se arriesgarían a tener una batalla contra él por el simple hecho de que posiblemente podían salir lastimados, no sólo físicamente sino también emocionalmente (el orgullo ninja era algo serio).

―Y según dicen por ahí… las relaciones entre seres humanos suelen dejar agotados a los hombres Jinchūrikis.

Wow, wow, alto ahí viejo ―paró Naruto con el rostro levemente sonrojado―, es decir que para que no vaya por ahí destruyendo a mis amigos ni a mi aldea, debo… ―pausó moviendo las manos en círculos nervioso. Kurama resopló.

―Ya sé que eres virgen mocoso. No tienes que decírmelo.

A Naruto le encendió el rostro en rojo.

―¡No es eso zorro pervertido!

―¿Entonces, cuál es el problema? ―Kurama vio detalladamente la mirada irritada del rubio, una mirada poco confiable a su parecer, y cinco segundos después rodó los ojos con escepticismo―. No me digas que crees en esa ridiculez digna de los humanos sobre: La primera vez por amor. Porque estoy dispuesto a patearte el culo si es por eso.

―Zorro ridículo ¿qué puedes saber tú? ―se defendió Naruto dándole la espalda. Kurama resopló.

―Viví dentro de dos Jinchūrikis mujer ―dijo Kurama con un tono que denominada cierta pena―. ¿Crees que no sé las ideas ridículas que pueden tener los humanos al respecto? ―Resopló de nuevo―, además de que con toda seguridad podría decirte que en otros campos también tengo más experiencia que tú.

―¿De qué hablas? ―Naruto miró a Kurama y éste pareció burlarse de él debido al modo en el que le mostró la bestial dentadura.

―¿Y tachabas a la pequeña Hyūga de ingenua?

―Idiota ―resopló Naruto torciendo la boca―. El punto es que no pienso buscarme mujeres y usarlas como un jodido pasatiempo; primero, eso no es correcto; y segundo, suficiente tengo con…

El chico negó con la cabeza, con desánimo.

―De acuerdo ―interrumpió Kurama al ver hacia donde se dirigía la conversación―. Entonces es hora de que comiences a pensar en los otros usos que puedes darle a tus manos.

Esta vez captando a la primera lo que Kurama le aconsejó, Naruto torció la boca avergonzado, con la cara hirviendo y con la nuca transpirándole frío.

Hablar de su vida sexual con su Bijū no era precisamente algo que le alegrará más la noche. Además de que éste le dijera lo mucho que sabía acerca de los humanos y sus relaciones mientras estuvo dentro de sus Jinchūrikis, no le hacía pensar en nada precisamente sano especialmente porque la última Jinchūriki antes que él fue su propia madre, joder ahora más que nunca esperaba no dormir.

―Hablabas sobre mi sueño ¿no? ―dijo Naruto tratando de que desviar la atención de su Bijū hacía otro lado.

Kurama le miró entendiendo, los humanos según siendo un gran misterio para el Gran Kyūbi no Yōko, pero estaba seguro que gracias a éste Jinchūriki aprendería más y más de esas raras criaturas de dos pies y de un solo cerebro que al parecer no les servía de mucho.

―Si quieres dejar el tema de tu sexualidad a un lado entonces lo dejamos por hoy ―dijo Kurama sin el menor pudor―, y sí, ese es otro punto que deberíamos tomar. Necesitas dormir, ¿sabes lo qué pasa con los humanos que dejan de hacerlo? ―Naruto negó con la cabeza, relajándose un poco―, enloquecen.

―Oh, eso no es bueno.

―Menos si el que enloquece posee el poder de destruir todo a su paso con pocas personas capaces de hacerle frente ―dijo severo―, además de que al ser mi Jinchūriki estaría la posibilidad de que yo también enloquezca junto contigo.

―Pero no puedo dormir si… ―pausó mirando por el oscuro lugar. Kurama endureció su mirada incitándole a Naruto a seguir―. Tener pesadillas que me despierten a mitades de la noche.

―Entiendo.

―¿En serio?

―Niño, si alguien sabe mejor que nadie lo que es pasar por las pesadillas, créeme que soy yo.

―Te escucho ―dijo Naruto sin querer que Kurama recordara malos momentos, no sería lo mejor considerando el hecho de que ambos estaban algo sensibles―. ¿Qué me aconsejas?

Kurama mostró la dentadura de nuevo, y esta vez, menos burlón.

―Primero, levanta el trasero del suelo y ve al bosque a las afueras de la aldea. ―Naruto alzó una ceja no muy convencido―. ¡Muévete, niño!

Desde el exterior, el rubio a regañadientes accedió a hacer lo que su Bijū le decía, al pie de la letra; desde levantarse a pesar de sentir el cuerpo demasiado pesado (aún para él), hasta caminar arrastrando los pies hasta las profundidades del bosque del lado norte de la aldea; no fue muy lindo tener que decirles a los nuevos guardias que necesitaba salir a los alrededores de la aldea porque creyó haber sentido algo en la ubicación en la que se dirigía.

―¿Necesitas que avisemos a los demás? ―le había preguntado uno de ellos. Naruto gentilmente dijo que no lo necesitaba, que estaba seguro de que no era nada pero no estaba de más revisar. Los guardias no muy convencidos accedieron a no seguirlo cuestionando.

Al cabo de unos minutos rondando por la zona. Naruto consultó a Kurama.

―Habla, Kurama. ¿Qué buscamos exactamente?

Algo para tu mal de sueño.

―No entiendo ―dijo Naruto entrecerrando sus ojos comenzando a sentirse irritado, hacía frío y Kurama lo tenía caminando en círculos a mitades de la noche.

¡Ahí!

―¿Ahí? ¿Dónde?

Abajo, en enfrente de tus pies, ―cuando Naruto bajó la mirada notó que estaba rodeado de algunas flores entre la hierba que le llegaba hasta las rodillas.

―¿Y esto qué es? ―preguntó agachándose a la altura de las flores que tenían la pinta de ser margaritas comunes, sólo que sus pétalos eran púrpuras y eran un poco más largos y anchos.

Se llaman: Mecracritina.

―¿Mecra-qué? ―dijo Naruto alzando la ceja mientras ladeaba la cabeza.

Estas flores son específicamente para elaborar un brebaje especial para dormir. Una cucharada de sus jugos y caerás como un tronco.

―¿Por qué ese: Específicamente, me hizo sentir un poco incómodo? ―preguntó el rubio temiendo efectos secundarios inesperados.

Porque eres un ignorante y no confías en mí. Bien, si no me tienes la suficiente confianza, entonces puedes preguntarle a tu amiga la florista.

―Ya, ya. No sabía que fueras tan sensible ―masculló Naruto por lo bajo sabiendo que Kurama lo escucharía a la perfección.

Posees una línea directa con mi irritación, no puedes culparme a mí por eso ―dijo molesto―, además eres tú el que ha estado presionándose a sí mismo durante días.

―Lo sé ―dijo Naruto irritado―. ¿Entonces, qué se supone que haré con ellas?

¿Con ellas? No, con sus raíces.

―¡¿Sus qué?! ―Naruto hizo una mueca agridulce.

¿Qué pensaste? ¿Qué eran los hermosos pétalos los que harían la magia? ―Kurama rio con ironía―, qué gracioso. Además de que te puedo asegurar un destino poco agradable si tomas un jugo preparado con los pétalos.

―Oh, dios ―musitó Naruto desde lo más profundo de su estómago―, bien, ¿cómo funcionan?

Primero arranca con cuidado diez de ellas; recuerda que son las raíces lo que nos importa así que no te preocupes tanto por los pétalos, aunque yo te sugeriría que no los toques por un tiempo prolongado.

―¿Y por qué no?

Porque podrían ofrecerte la peor picazón que un ninja como tú podría sufrir en su vida.

―Maravilloso ―masculló con recelo―, entonces; manos a la obra. ―Naruto se arremingó las mangas de su sudadera y comenzó a arrancar las flores rozando una que otra vez los pétalos sintiéndolos completamente diferentes a como se veían, los pétalos parecían tener vellos y eso no era algo agradable sentir. Al arrancar la décima, se incorporó y Kurama le volvió a hablar.

Ahora regresa a casa y prepara agua caliente, como si quisieras hervir el té.

―Kurama.

¿Qué?

―Yo no tomo té.

¡Entonces hazlo como si quisieras preparar un ramen, tonto! ―explotó al fin el Bijū.

Naruto suspiró, lo que no daría por un buen ramen preparado por él mismo.

Al rencontrarse con los guardias, les dijo que todo estaba en orden, pero no pudo evitar sentirse nervioso cuando éstos posaron los ojos en las flores y le mandaron varias miradas pícaras. Maldición, si tan sólo supiesen que esas flores eran para él mismo, seguro se reirían.

―Ya estoy aquí, ahora a hervir el agua ¿verdad? ―Kurama gruñó en afirmación―, de acuerdo, ¿y tengo que lavar las raíces o me tomó el brebaje con todo y tierra?

Creí que odiabas el sabor a tierra.

―¿Por qué crees que te lo pregunto? ―cuestionó Naruto con los ojos en blanco. Kurama suspiró tratando de reunir paciencia.

Primero corta las flores y deja únicamente la raíz. Después lava las raíces y por último déjalas reposar en el agua hirviendo por media hora. Beberás el brebaje cuando el agua se haya teñido de verde.

―¿Y tiene importancia si tomo el brebaje frío? ―preguntó echando agua en un pocillo de acero inoxidable. Kurama negó.

Si tomas el brebaje estando caliente en efecto será instantáneo, como un desmayo. Pero si lo haces estando frío le darás tiempo a tu cuerpo para acomodarse para descansar como cualquier otra noche. Bébelo caliente cuando creas que es necesario.

―Yo ya creo que es necesario ―bromeó él dejando que el agua comenzara a calentarse, por lo que empezó cortando los tallos de las flores―. ¿Qué crees que deba hacer con esto?

Así de distraído como eres yo te sugeriría que las tirarás. En manos equivocadas, serían un tanto peligrosas. ―Pausó antes de refunfuñar―: No sé si entiendas la indirecta.

―De acuerdo ―masculló Naruto cortando el último tallo, reuniendo todas las flores para echarlas en un bote que él designó para la basura. Y comenzó a sacudir las raíces para no gastar más agua en ello, pero al final lo hizo cuando vio que la tierra en las raíces era abundante―. Gracias por este consejo ―dijo cuando acabó con la última.

De nada ―se limitó a decir Kurama. Naruto echó una raíz al pocillo y dejó que el agua siguiese hirviendo con la raíz flotando.

Alejó el pocillo del agua cuando ésta comenzó a teñirse, Naruto dedujo que habían pasado ya catorce minutos por lo que decidió esperar lo que faltaba. Cuando el agua apareció completamente verde, él ya se había cambiado de ropa a una más ligera; se sirvió el brebaje en una taza, de hecho, su única taza. Y se acostó en su futón con ella en manos.

―Creo que así estará bien ―dijo Naruto procurando no oler el vapor, no se había llevado la raíz consigo por lo que sólo tenía el agua y uno que otro pedazo de la raíz flotando sobre el líquido. Se lo bebió de un solo trago tratando de no respirar, pero cuando se lo acabó y respiró, el sabor agrió le inundó la boca a tal grado que se levantó con la intensión de beber agua.

No bebas agua, si lo haces terminarás con vómito y dolores estomacales durante días le advirtió Kurama de pronto.

―Maravilloso ―masculló el rubio con la lengua afuera, acomodándose de nuevo en el futón; al hacerlo trató de concentrarse en otra cosa además del creciente ardor en su lengua.

Tragó varias veces su propia saliva hasta dejarse seca la boca con tal de que el horrible sabor se fuera rápido, pero no lo logró como esperó, este tardó más de siete minutos en abandonar su paladar. Justamente el tiempo para que la cabeza del rubio cayera sobre la almohada y ambos párpados se cerrasen al par, dejándolo en los brazos de Morfeo, al fin.

«Increíble. Dormí todo un día. ¡Y fue como cerrar los ojos!» se dijo Naruto sorprendido al abrir los párpados y notar que había dormido todo un día, o al menos eso lo dedujo al echar una mirada a su alrededor ya que cuando se estiró y fue hacia la ventana con una sensación de paz en el pecho, el cielo estaba oscurecido y los rayos del sol comenzaban a notarse, era ilógico que esas raíces le dieran el descanso necesitado en unas horas―. ¡No puedo creer lo bien que me siento! ¡Es como si hubiera renacido, es genial! ―exclamó sin notar que en su mentón aún había rastros de saliva, unos que no tardó en limpiar con el dorso de su mano derecha, sin borrar la sonrisa.

Ehm ―articuló Kurama en su interior interrumpiéndolo.

Sonaba tan nervioso que a Naruto le pasó un escalofrío.

―¿Por qué ese: Ehm? ―Kurama no contestó, pero él lo sentía, el Bijū estaba nervioso, muy nervioso—. ¿Kurama?

Porque no dormiste un día. ―Al proseguir Naruto sintió que se lo tragaba la tierra―: Dormiste por tres días.

―¡¿Qué?!

Hinata en el interior de una de las habitaciones ya reconstruidas a mitad de la madrugada, echó una mirada a su alrededor y al verse sola, se permitió suspirar con cansancio; era un alivio que los empleados no despertaran tan temprano.

El día anterior había sido estresante, desde que despertó con ayuda del señor balde y el señor agua fría, cortesía de una empapada, malhumorada y soñadora Hanabi; hasta que cayó tan cansada en su futón que las preocupaciones del futuro no le permitieron quedarse en vela.

La visita de Naruto y sus compañeros de equipo aún le parecían tan alejados que sus pensamientos estaban fijos en sus lecciones.

Había estado practicando exhaustivamente el uso de la lengua, el dominio de la postura y presencia, el manejo de algunos pergaminos que se habían salvado, leyendo sus conocimientos; y por encima de todo, lecciones de cómo debía dirigir el clan en caso de algunas emergencias. Todo mientras permanecía encerrada adentro del despacho del líder actual.

Incluso le parecía sorprendente lo poco que había pensado en su plática con Naruto y en él en sí mismo.

El día siguiente a la visita, no supo nada de Naruto. Ni de él ni de nadie más ajeno al clan.

No había sido llamada para nadie más aparte de sus profesores. Los papeles en su actual mesa eran inmensos y todos tenían que leerlos y explicar sus pros y sus contras a sus senseis esperando no recibir azotes por su pobre desempeño. Los viejos métodos persuadían en la actualidad para su desgracia.

Hinata incluso se atrevía a decir que ya soñaba con los papeles atacándola montados en caballos con caras de ninjas y lanzas con forma de plumas envueltas con tinta que su subconsciente lo pintaba como un reemplazo de la sangre. Era extraordinaria la poca cordura que le quedaba después de 3 días. Y esa habitación, esa habitación había sido la designada para sus reuniones como nueva Matriarca. Y… también… como la nueva esposa de algún hombre de alta posición.

Sí, no se había equivocado cuando le dijo a Naruto que no tardarían en buscarle marido. Lo sorprendente era la velocidad con la que esperaban su entera sumisión; después de todo, ella no era la misma Hinata tímida que a todo decía que sí. Ella se había jurado a sí misma que nadie decidiría por ella, su corazón era fiel a su propia alma; y sus palabras y acciones eran fieles a su corazón.

Y su corazón, sólo tenía un candidato al matrimonio:

Naruto Uzumaki.

Naruto salió corriendo de su casa una vez que terminó de bañarse y de vestirse. Al salir recibió muchas miradas cautelosas y preocupadas, más de un ninja le detuvo para preguntarle si estaba bien y el por qué se había ausentado por tantos días.

Naruto no supo qué contestar, solo sonreía y se alejaba de las personas agradeciendo su preocupación. Al llegar hasta el Campo de Entrenamiento 7. No pudo estar más aliviado, Kakashi, Sasuke y Sakura estaban reunidos ahí, en círculo como si estuviesen tramando algo.

Pero ¿qué más daba? ¡Seguían ahí! No se habían ido aún. Lo que le pareció maravilloso.

Se acercó a su grupo de antaño y al estar al lado de todos, su equipo le miró desorientado.

―¿Tú dónde estabas? ―preguntó Sakura alzándose con mucha preocupación. Tomó los hombros del rubio y le hizo girar varias veces. Y cuando estuvo segura de que en él no había anomalía alguna, le dejó en paz sin importarle que éste se balanceara de un lado a otro, mareado.

―E-estuve en m-mi casa.

―¿Durante tres días? ―cuestionó Sakura con los ojos en blanco.

Naruto se detuvo y se sentó en el pasto a un lado de Sasuke, parpadeaba para alejar el mareo. Además de que tenía un hambre feroz y deseaba llegar a la hora del desayuno pronto.

―Te lo dije ―habló Sasuke cruzado de brazos, sentado en el suelo debajo de la sombra de un frondoso árbol. Sakura miró al moreno y después regresó su vista a Naruto.

―¿Hablas en serio? ―preguntó otra vez, Naruto asintió con una ligera sonrisa―. Tú fuiste a su casa ―dijo viendo a Sasuke. Éste asintió―, ¿entonces por qué no me dijiste nada? ―Sasuke mostró una leve curvatura en sus labios y dijo con mucha diversión:

―Porque te vi muy contenta zangoloteando aldeanos en el segundo día.

Kakashi rio de sólo recordar ese hecho. Fue muy divertido ver a Sakura gritarles a las personas mientras las tomaba de la ropa preguntando por Naruto. Algunos incluso ya comenzaban a temerle a la aprendiza de Tsunade.

―Idiotas ―dijo Sakura irritada―, uno se preocupa por ustedes y lo toman como una broma. ―Se cruzó de brazos y les dio la espalda―, pero no lo volveré a hacer, ya verán.

―Claro ―masculló Sasuke con la ironía impresa en su voz. Sakura le miró molesta.

―¡¿Qué dijiste?!

―Oigan ―interrumpió Naruto algo nervioso por interrumpir lo que al parecer sería una batalla muy, pero muy larga. Cuando tuvo la atención de los tres miembros presentes habló―: ¿cuándo desayunaremos?

Ino Yamanaka por otro lado, caminaba con mucha calma seguida de sus dos compañeros y mejores amigos. Shikamaru Nara y Chōji Akimichi. Los dos la miraban atentos, ella los había citado y después de comer unos cuantos panes con agua, Ino les había pedido que la acompañasen a un paseo. Pero no hablaba, y eso en Yamanaka no era normal. Chōji, quién se había estado mandando miradas extrañadas con Shikamaru, fue quién interrumpió la sigilosa caminata.

―Ne, Ino. ¿A dónde vamos? ―Ino paró en seco y los otros dos la imitaron―. ¿Qué es eso tan importante que tenías que decirnos? ―Ino guardó silencio.

―Ino ―llamó Shikamaru.

―Me voy ―dijo ella al fin. Shikamaru y Chōji se miraron, esta vez, con mucha desconfianza.

―¿Y a dónde? ―cuestionó Chōji sin entender muy bien, había un ápice de duda en las palabras de Ino, lo cual no era para nada agradable; el sentimiento frío comenzó a correrles las espaldas a los dos hombres del grupo.

―Lejos… ―Los ojos azulados de Ino se cerraron, y su mente le hizo recordar lo que había ocurrido varios días atrás. Cuando él le hizo una visita con una propuesta, o más bien, una petición que Ino no pudo rechazar.

»¿Qué ocurre Kakashi-sensei? ¿Algo malo? ―cuestionó Ino ese día, afuera de su florería en reconstrucción, con un viejo y sucio mantel rosado y con tierra en la cara. Kakashi parecía estar pasando por un especie de luto puesto que el hombre no hacía señas ni para decir que seguía respirando―. ¿Kakashi-sensei?

»Mañana será el día en el que informe a Sakura y a Sasuke sobre las decisiones que se tomaron para ellos

»Pare, pare, pare ―dijo Ino con rapidez―, ¿qué decisiones?

»El mundo ninja como lo conocemos está devastado, se necesitan de cambios, movimientos para que las cosas retomen su rumbo; es difícil Ino, no hace mucho que pasamos por el caos hecho por el Kyūbi, y ahora esto ―él respiró hondo―, hay muchas aldeas pequeñas sin protección, la comida es escasa aquí y los ninjas por cuestiones claras son de estómagos grandes.

»¡Oiga! exclamó Ino ofendida. Kakashi le miró serio, y ella comenzó a entender la gravedad del asunto. Sus ojos se abrieron desmesuradamente―. No me diga que la Frentona y Sasuke

»Ino Kakashi le interrumpió, necesito pedirte un favor.

»¿Qué clase de favor? ―había preguntado, la voz de Kakashi parecía tan seria y apagada que Ino temió.

»Acompáñalos.

»¡¿Qué?! ¡Espere, yo no entro en los planes ¿o sí?!

Kakashi le miró con un ápice de culpa y dolor en su mirar.

»Por favor.

Ino, Shikamaru y Chōji se mantuvieron en un profundo silencio durante varios minutos. Hasta que Shikamaru, con la mirada ensombrecida habló antes de continuar con su caminata sin esperar a sus compañeros.

―Sé que lo harás bien. Te deseo suerte.

―¡No puedo creerlo, Naruto! ―exclamaba Sakura desde que salieron del campo de entrenamiento con Sasuke y Kakashi siguiéndolos con una distancia prudente―. ¡Desapareces tres días y ahora nos sales con esto! ¡Tienes hambre, tienes hambre! ―recitaba cual niña pequeña molestando a su hermano. Naruto sólo mantenía una mirada divertida―, ¡todos tenemos hambre, bobo!

Sasuke atrás de esos dos, suspiró. Kakashi le miró de reojo siendo sorprendido por el joven de cabello azabache.

―¿Has pensado en lo que te dije? ―preguntó Kakashi regresando su mirada a sus otros dos alumnos. Sasuke le imitó.

―Sí.

Naruto suspiró cuando Sakura volvió a gritarle.

―¡Sabes que no hay comida y aun así quieres…!

―¡Sakura! ―exclamó Naruto deteniendo el recital de su compañera―, ¡por favor, sólo dije que tenía hambre! ¡No dije que quería comer todos los suministros de la aldea! ¡Podrías dejar ya de gritarme!

Varios ojos miraron el show, algunos los miraban con muecas de sorpresa y otros con miradas divertidas. Sakura por su lado parpadeó antes de acertar un golpe en la cabeza del rubio que lo hizo agachar la cabeza, aunque claro, Naruto bien pudo haber esquivado eso si lo hubiera querido.

―¡No vuelvas a gritarme, zoquete!

Naruto sabía que se merecía ese golpe, ya que no pudo habérselo dado a sí mismo tres días antes. Hablando de eso, después de comer algo, el rubio se propuso aceptar la sugerencia de Kurama, la cual consistía en acomodar su vida y entre todo eso, estaba su status social.

Hinata se acomodó en un espacio dentro de su jardín, había estado acomodando sus flores y agradecía a su padre por dejarle esos espacios para ella misma. En los que ella podía relajarse y disfrutar del aire que le ondeaba sus cabellos en un baile relajador. Hinata suspiró cuando todo aquello dejó de importarle cuando recordó lo que había escuchado el día anterior.

Naruto había desaparecido. Nadie sabía de él. Hinata lo escuchó al salir a Konoha después de sus lecciones. Ella había deseado dar un paseo mientras que implorando que sus compañeros de equipo no la encontrasen ese día, había oído por parte de unas jóvenes ninjas que Naruto-sama no se había presentado por ninguna parte de la aldea y que la prueba más evidente de que nadie sabía dónde estaba era que Sakura había estado zangoloteando aldeanos buscando el paradero del rubio.

Hinata se había preocupado ese día, incluso activó su Byakugan más de una vez esperando poder verle en alguna parte; incluso había pasado por las recién reconstruidas caras de los Kages, encontrando nada.

«Sólo espero que esté bien» recitaba Hyūga esperando a que sus peticiones se hicieran realidad. No sabría qué hacer si algo le pasaba a Naruto. Y más sabiendo que ella fue técnicamente, la última en verlo cuando él había necesitado que alguien lo oyese.

¿Dónde estaría su Naruto?

¿Sería adecuado que fuera a buscarlo ya?

¿Y qué tal sí…?

―¡Hinata! ―exclamaron atrás suyo. Fue una voz conocida, más que conocida; anhelada.

Hinata soltó un respingo de suma sorpresa y se dio la vuelta levantándose del suelo.

―¡Na-Naruto!

Naruto después de que llegó a su lado, le sonrió amable. Hinata sintió cómo su corazón comenzaba a desbocarse y sus mejillas se empeñaban en hacer más evidente su nerviosismo. ¿En verdad era él?

―¿Eres tú? ―se aventuró a preguntar con su tenue voz. Naruto asintió.

―Sí, supongo que desaparecerme por tres días no fue algo muy inteligente ¿verdad? ―rio nervioso rascándose la cabeza mientras que Hinata se sentía ligera de nuevo. Estaba bien.

―Entiendo, y… ¿has estado bien?

Tal vez una mejor pregunta sería: ¿Dónde has estado?, pero Hinata no quería incomodarlo o agobiarlo. Aún no era lo suficientemente cercana a él como para preguntarle ese tipo de cosas, además, Naruto había ido con ella por lo que seguramente le diría algo sobre su ausencia por lo que no tenía caso apresurar respuestas. ¿O no?

―Mejor que eso ―dijo llegando a su lado para después echar un vistazo a las flores de Hinata―. Últimamente no he podido dormir muy bien y gracias a Kurama he podido hacerlo sin problemas.

Hinata arqueó una ceja.

―¿Kurama? ―preguntó incrédula.

¿Quién era? ¿Cómo que había ayudado a Naruto a…Dormir?

Naruto soltó un gemido de sorpresa, era cierto, él era el único que sabía el verdadero nombre de su Bijū.

―Ehm… un amigo mío ―respondió de tal forma que Hinata por claras razones no confió del todo.

Pero estaba bien mientras no fuera mujer…

Wow, ¿qué? Se cuestionó Hyūga a sí misma ignorando las palabras que seguían saliendo de la boca del rubio. Una mujer. Era cierto, desde el término de la guerra Naruto había estado rodeado de varias jóvenes hermosas que claramente no sólo anhelaban una cita con él. Hermosas chicas coquetas y atrevidas que era más que obvio, eran de la preferencia del chico. Entonces se sintió casi desplazada.

―¿Te encuentras bien? ―le preguntó Naruto al verla tan pensativa.

Cuando él la miró darle la cara ella se veía tan cansada que al rubio le entraron las ganas de hacerla beber el brebaje de Kurama, pero se reprendió casi al instante, ella a diferencia de él tenía obligaciones marcadas y completamente estrictas. Pero al verla al contarle lo que había hecho a mitades de la noche, se sintió embargado por una sensación de incomodidad; ella tenía una mirada perdida, ausente. ¿Qué había pasado en su ausencia? Entonces decidió preguntar―: Hinata, ¿qué te ocurre? ―preguntó ajeno al auto-castigo mental de Hinata.

Ella por su lado negó con la cabeza forzando una sonrisa.

―Estoy bien, sólo estoy algo cansada. ―Esa respuesta colmó a Naruto. Quién endureció la mirada haciéndola sentir pequeñita.

―Hablo en serio, Hinata ―dijo―, si es algo que no puedes contarme, simplemente puedes decir que no quieres decirlo ―terminó de decir sin quitar sus ojos de los de Hinata, los cuales estaban ya más abiertos que antes.

«¿Le preocupo?» se preguntó Hinata emocionada y más sonrojada que antes. Está vez su sonrisa fue completamente real, tanto así que Naruto ablandó su mirar―. Gracias ―le dijo en su susurro. Naruto negó con suavidad.

―Tranquila ―dijo él después de relajar sus hombros―, te decía que si tampoco puedes dormir, podría darte algo de ese brebaje. Sabe horrible, pero hace milagros ―rio cerrando los ojos característicamente como sólo él podía hacerlo. Hinata casi suspiró.

―Me encantaría… con todo esto de ser nueva líder, cada vez duermo menos. ―Inhaló aire agobiada dejando que una nueva corriente de aire moviera sus cabellos de forma elegante para después continuar ante una mirada muy curiosa por parte de Naruto―: Estaré bien, papá dice que es normal, pero después me acostumbraré.

―¿En serio? ―preguntó el rubio no muy convencido.

El rostro de Hinata lucía tan cansado que Naruto no deseó que aquello avanzara, y ella le decía que era sólo el inicio. Si antes admiró a esa mujer por su valentía, ahora lo hacía por su dedicación y responsabilidad. Tanto así que casi sintió envidia.

Hinata asintió a la pregunta. Aunque la verdad es que se sentía tan casada que no le importaría dormir cómodamente en el hombro de Naruto, entre sus cabellos miró fijamente aquella extremidad del rubio, lucía tan cómodo para dormir que casi pierde el equilibrio de tan sólo imaginarse ahí. Naruto le atrapó de los hombros, ajeno a sus pensamientos.

―Yo no lo creó así ―refunfuñó el rubio negándose a soltarla. Hinata respiró abriendo los ojos lentamente deleitando tortuosamente la vista de Naruto.

Él jamás había tenido a una chica así, o al menos no a una que profesara amarlo como ella lo hacía. Se sentía tan maravilloso de estar ahí para ella, alguien tan frágil, pero a la vez tan fuerte; tan decidida y tan increíble que por poco los deseos de estrujarla entre sus brazos le dominaron. Pero en una nueva recaída, Naruto se vio obligado a bajarla al suelo junto consigo como si de un bebé se tratara. Aunque habían muchas cosas que diferenciaban a Hinata de un bebé, y dos de ellas podía sentirlas perfectamente en su pecho.

Escuchó a Kurama reír en su interior.

―Pe-perdona ―musitó Hinata sin poder moverse, estaba tan cómoda y tan contenta donde estaba que su cuerpo no le respondía, se negaba a estropear sus momentos con él; quería gozar de sentirse entre sus brazos otra vez. Había soñado tanto con volver a sentirse así que varias veces fue reprendida por su padre por no prestar atención.

Naruto sonrió ligeramente al verla tan cómoda, tan tranquila y tan pequeña en comparación a él. Ella poseía un ligero olor a polvo y hierbas como cuando Ino salía de su florería para recriminarle algo acerca de cualquier bobería. Un aroma tan tranquilo que dejaba paz a su alrededor que si no fuese porque él había estado durmiendo por tres días, seguramente ya hubiese caído víctima del sueño que aquella relajación dejaba salir en cada poro.

―No te preocupes ―le susurró viendo como ella acomodaba su rostro en su pecho su cuerpo y técnicamente se entregaba al descanso. Entonces se dijo a sí mismo que hizo bien al escapar de los golpes de Sakura, decidir comer después, e ir a visitar a Hinata ahora que tal vez aún podía recibirlo. Y vaya que hacerlo fue una sabia decisión, jamás se había sentido tan tranquilo al lado de una mujer como hasta ahora.

Tanto fue el relax de ambos, que ninguno se percató de otros ojos perlados viéndolos con seriedad a sus espaldas.

Mocoso estás metido en un verdadero lío dijo Kurama en su interior sabiendo bien que Naruto lo escuchaba, más se negaba a contestarle. El zorro ladeó la mirada y decidió echarse sobre el suelo del lugar donde dormitaba comúnmente para mantenerse alerta, la sensación que ese intruso no le había dejado una buena sensación.

CONTINUARÁ


¡Feliz año 2022!

Lamento no estar tan al pendiente de este fic, pero me cuesta mucho seguirle el hilo considerando que esta trama lleva pausada más de 4 años. :(

Aún así no me rindo. Acá sigo.


Muchas gracias por leer y comentar a:

karu21, Lilipili, Nahi Shite, nova por siempre, liseth tkm, Tsuki, Hinaru16241, mikashi, Miss Tsuki, Lynn S 09, holi-naruhina, panjangya, AkemirandaChan, eliuska20, hinamel, Lila08, Miss Reira y valenbranco.


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