Hola a todos!!! Sé que me he demorado un montón más de lo planeado en poner éste capítulo. Pero es que a mi PC se le metió un virus horroroso y hasta ahora no puedo usarla. Es por eso que doy gracias al cielo de rodillas por que Sabrina (quien me ayuda a traducir éste fic a inglés) aun conservaba la versión en castellano.

Gracias Sabrina!!! No sabes cuan agradecida estoy. Y bien… espero que les guste como va la pelea!!!


Capítulo 6B


El Capitán de las Fuerzas Especiales, miembro del Servicio Secreto Japonés estaba asombrado. La técnica y habilidad del pelirrojo sobrepasaba cualquier idea que se hubiera formado de él con anterioridad. Era rápido y preciso. Si sus propios hombres no hubieran sido los que realizaron el trabajo de investigación, él podría jurar que el chico era un profesional con la espada. Al principio se había sentido decepcionado de que el muchacho usara una espada con el filo invertido, le parecía completamente ridículo y patético, no dejaría que un sujeto como ese se quedara con su hija.

Lo miró una vez más, mientras se ponía en posición para realizar un Gatotsu Ishiki, de pronto tuvo la punzante sensación de haber hecho eso antes. Ignoró ese extraño sentimiento y se lanzó hacia delante, usando toda la fuerza de sus piernas a la vez que dirigía la punta de su espada japonesa hacia el cuello, pecho, hombro y cabeza del contrincante.

Kenshin reconoció el Gatotsu al instante, tenía que admitir que contaba con una gran ventaja en ésta pelea. El conocer los ataques del enemigo era esencial en una batalla, y más aun cuando su técnica, el Hiten Mitsurugi Ryu se especializaba en reconocer y anticipar el movimiento del adversario. Kenshin se apresuró a bloquear el ataque del Lobo de Mibu, e inmediatamente contraatacó con su Ryu Kan Sen, empleando una increíble velocidad en la espada para dirigirla al cuello del Lobo, tratando de dejarlo inconsciente.

Pero Hajime fue capaz de esquivar el ataque en el último momento. Estaba furioso, y al mismo tiempo delirante de felicidad. No había encontrado un oponente como éste en muchos años, no desde que estuvo en la academia de policía y entrenaba con su amigo de toda la vida Okita. Tal vez, solo tal vez, pensó, el chico podría cuidar de su pequeña después de todo. A fin de cuentas, un día su hija se iría por su cuenta, mejor que fuera con alguien que al menos podía protegerla. Pero eso era lo que él pensaba, no quería decir que se la iba a poner tan fácil al joven samurai.

"No eres tan malo, ahou, pero necesitarás más que velocidad para vencerme." Dijo Hajime desdeñoso, sonriendo fríamente.

"No pienso perder Hayashibara-san." Fue todo lo que contestó Kenshin, mientras se ponía en posición battou.

Kenshin se disponía a atacar. Con el grito de "Kuzu Ryu Sen " utilizó toda la velocidad que tenía, lanzándose a los nueve puntos vitales del Lobo.

Hajime no esperaba un ataque tan veloz. No había conocido a nadie que tuviera semejante velocidad y certeza. Pero él contaba con experiencia, pudo bloquear los dos primeros golpes con un poco de dificultad, los siguientes tres a duras penas pudo evitarlos, pero los cuatro restantes dieron de golpe en el objetivo.

El Lobo cayó al suelo del dojo, no tenía heridas sangrantes, puesto que la espada de Kenshin no tenía filo, pero su chaqueta estaba hecha trizas. Hajime no se movió, estaba inconsciente, con los ojos cerrados. Y la batalla tenía ya a un ganador.

Kenshin cayó sobre su rodilla. Él tampoco había salido invicto. Él si tenía varias cortadas, y su ropa se había hecho jirones en varias partes, las cuales se mancharon de sangre también. Apoyándose sobre su espada, Kenshin trataba de recuperar el aliento. Al realizar el último ataque tuvo que emplear una velocidad que no había usado en varios años. Levantó la cabeza y vio como a lo lejos, Aoshi y Kaoru rodeaban a su padre.

El ex vagabundo sabía que el Lobo no tenía nada serio, y pocos segundos después vio como Kaoru se alejaba de su padre para ir corriendo hacia él, que estaba al otro lado del dojo.

Kaoru estaba sorprendida. Recordaba claramente la pelea que se había desarrollado hacía años en su dojo durante la era Meiji. Y ahora podía comprender las palabras que su padre había pronunciado entonces, "el rurouni no era nada comparado con Battousai". Kenshin había peleado, desde el principio hasta el final con una habilidad y una concentración que Kaoru nunca antes había notado en él. Era realmente increíble, su velocidad era mucho mayor a la que había usado en el pasado, tal vez debido a que en ésta vida su cuerpo no estaba tan maltratado como en aquel entonces.

Kaoru llego hasta Kenshin y se arrodilló a su lado. "Papá está bien. Aoshi-nii va a llevárselo a su departamento ahora." , luego, apartando delicadamente los rojizos cabellos que escondían el rostro del muchacho de su vista susurró: "¿Daijoubu Kenshin?"

Kenshin sonrió. Ahora, todo estaba bien, pensó. Y la sonrisa que le devolvió Kaoru le indicaba que ella también lo creía. El joven samurai se levantó, con un suave movimiento de la mano envainó su espada, colocándola luego en su cintura, sujetándola entre el pantalón y la correa. Se sentía casi igual a como en ese entonces, pensó sonriendo. Luego miró a todos lados, preguntándose donde estaba Sano. Recordaba haberlo visto durante la pelea, totalmente asombrado por la velocidad y destreza de su amigo, pero ahora había desaparecido.

Kaoru comprendió que era lo que Kenshin parecía buscar, y rodeando con su brazo la cintura de su samurai, susurró en su oído: "a penas terminó la pelea, lo mandé a buscar a un doctor, para papá, y para ti, no quiero que nada malo suceda." Dijo Kaoru, agregando antes de que Kenshin pudiera interrumpirla: "Sé que ambos están bien, pero aun así, no quiero tomar riesgos. Además, va por Megumi, para que nadie haga preguntas innecesarias." Terminó diciendo con una sonrisa.

Kenshin asintió, e iba a contestar, cuando Sano entró en el dojo e inmediatamente se acercó a la pareja.

"¡¡Sugoi!!" gritó. "Kenshin, eso fue increíble. Aunque no te hagas el loco, aun tienes mucho que explicarnos. ¿Pero estás bien?" añadió al ver las numerosas cortadas ensangrentadas de su amigo.

"Estoy bien Sano." Contestó Kenshin sonriendo, al mismo tiempo que pasaba su brazo por la cintura de Kaoru y la atraía hacia sí. "Ahora todo está muy bien."

Sano se disponía a hablar cuando la fría voz del Lobo de Mibu los interrumpió.

"Será mejor que quites las manos de mi hija... Battousai."

Kaoru levantó la mirada inmediatamente. ¿Había escuchado correctamente? ¿Su padre había llamado a Kenshin, Battousai? Volteó a ver a Kenshin dudosa, pero él tenía la mirada fija en el Lobo, que ahora estaba de pie, espada en mano y se acercaba lentamente hacia ellos.

"Tal vez no me escuchaste la primera vez. ¡Quita tus manos de mi hija!" gritó Hajime.

Kenshin soltó a Kaoru y la alejó de él, mientras que con la mano izquierda sujetaba nuevamente su espada, listo para desenvainarla si la situación lo requería. Con un movimiento de la cabeza indicó a Sano que se apartara del camino del Lobo.

Sano no lo dudó, conocía la reputación de El Lobo de Mibu, y la mirada que él tenía ahora en los ojos no era muy alentadora. Sujetó con una mano el brazo de Kaoru y la hizo retroceder varios pasos para estar fuera del camino.

El lobo sonrió. Le gustaba la mirada que Battousai tenía en éstos momentos. Si creía que lo había derrotado estaba muy equivocado. Rió para si mismo. Aquellos últimos golpes que había recibido casi lo dejan inconsciente. CASI. Lo que realmente le hizo perder el conocimiento fue la cantidad de imágenes que esos golpes despertaron en él. Imágenes de situaciones vividas anteriormente. En otra vida. Aun era todo confuso para él, pero tenía ciertas cosas perfectamente claras ahora. Como quien era éste muchacho. Oh, si, había querido tener una pelea contra Battousai, el verdadero Battousai, no un simple vagabundo. Y su deseo se había cumplido. Hayashibara Hajime se preparó para atacar, pero antes de que pudiera hacerlo su hija se había puesto en medio.

Hajime la miró furioso. Pero eso a Kaoru no le importaba. "Papá, ¿qué vas a hacer?" le preguntó decidida.

Hajime suspiró. Conocía esa mirada. Era la misma mirada que tenía su madre. La misma mirada que decía "Puedes usar cualquier método, pero no vas a ganar porque yo tengo la razón y tu no." Hajime volvió a suspirar. Lanzó a su hija la mirada más helada y cruel que pudo, pero ella solo levantó una ceja indiferente.

"Papá, querías pelear contra Kenshin y lo hiciste. Perdiste. ¿Por qué no lo aceptas? No puedes seguir con ese resentimiento infantil de 'ser el mejor' por Dios, ya pasaron más de 100 años. Entiendo lo de la pelea, pero ya se acabó. Papá: SE ACABÓ." Terminó diciendo Kaoru.

Desde donde se encontraba Kenshin solo podía ver la espalda de Kaoru, pero aun así pudo sentir la helada mirada del Lobo dirigida hacía ella, y por un momento estuvo a punto de usar su famosa velocidad para cubrirla y alejarla del lobo, pero parecía que a ella él no le molestaba en lo absoluto. Kenshin soltó un suave oro, que nadie oyó, y lentamente se colocó al lado de Kaoru. "Amm, Kaoru... creo que realmente la pelea no ha terminado... técnicamente él aun puede seguir y bueno, eso quiere decir que..." pero Kenshin no terminó de explicar las razones por las que la pelea debía continuar. La mirada que tenía Kaoru era una que él conocía muy bien, era la mirada "Cállate o muere." Y él sabía que iba en serio.

Kaoru no podía creerlo. Eso era simplemente absurdo. Ambos estaban comportándose como pequeños chiquillos y ella no iba a soportarlo. Miró a Kenshin incrédulamente, como si él acabara de decir que la Tierra era cuadrada o algo así. "¿Ahora empiezas tu?" preguntó, "No me empieces con que quieres el título del más fuerte Niiyama Kenshin"

Kenshin empezó a negar con la cabeza desesperadamente. "No no no!!! Yo no quiero ser el más fuerte... Yo NO SOY el más fuerte. Kaoru, solo digo, que tu padre no ha perdido..." pero nuevamente no pudo terminar de decir lo que quería decir.

"Así que ahora estás de su parte, ¿no? Y yo que me preocupo por tu salud. Bueno, " dijo Kaoru, levantando la cabeza desafiante y dirigiéndose a la salida, "por mi pueden seguir peleando hasta que ya no puedan más... yo me voy, tengo mejores cosas que hacer, y mejor lugares donde estar... se habrá visto, par de niños..." fue lo último que los cuatro hombres en la habitación escucharon antes de que ella azotara la puerta al irse.

Kenshin estaba anonadado, y ahora ¿qué hacía? Estaba indeciso entre seguirla y disculparse (aun no estaba seguro de porque exactamente) o quedarse y terminar el asunto con el Lobo, lo cual probablemente disgustara aun más a Kaoru. Pero no tuvo que decidir, la carcajada que soltó el Lobo, fue suficiente para hacerle olvidar todo aquello.

Si, Hayashibara Hajime, Capitán de las fuerzas etc, Lobo de Mibu, etc, etc, etc, estaba apoyándose sobre su espada literalmente partiéndose de risa.

Kenshin lo miró por unos segundos, preguntándose si el mundo se había vuelto loco o algo...

"Ohh, Battousai, va ser divertido, ¿no crees? Conociéndote a ti y a mi hija como los conozco, creo que es obvio que lo desee o no, vas a terminar estando en la familia." Dijo mientras guardaba su espada en la funda, y se acomodaba el uniforme. Luego, todo el humor que había en sus ojos desapareció por completo. Quedando solo una expresión seria, "Cuídala, porque si me entero que la haces sufrir, no habrá lugar en éste planeta para que te escondas, y no creas que entonces podrás derrotarme. Porque lo sabes, hoy no me has vencido. Si no fuera por esos recuerdos, tu ataque solo me hubiera derribado. Aunque debo admitir que fue un orgullo pelear contra ti. Eres un buen oponente." Dicho eso se fue tranquilamente.

Aoshi miró a su padre partir. Estaba confuso, muchas cosas no tenían sentido ¿Battousai? Se preguntó. No importaba, quizá su padre había aceptado a Niiyama, pero él aun se encargaría de ver si era realmente digno de su hermana. Miró a Kenshin a los ojos, y supo que él había comprendido exactamente esto. Asintió con la cabeza, y se fue por donde su padre había salido segundos antes.

Kenshin suspiró. Entendía los sentimientos de Aoshi perfectamente. Él también tenía una hermana. Sacudió la cabeza aliviado. Todo parecía estar bien ahora. Ya no había de que preocuparse. Solo tenía que reconciliarse con Kaoru, sonrió al pensarlo, ¿le compraría flores? ¿dulces? No, chocolates!! A Kaoru le encantaban los chocolates. Si, y después tal vez pudieran pasar tiempo juntos. Sacarla a pasear, volverla a besar... o ella besaba increíblemente bien. Ya estaba a punto de abrir la puerta, con una sonrisa de oreja a oreja cuando una mano sujeto su polo por detrás.

Sano lo tenía bien agarrado, y lo miraba interrogantemente. El pobre simplemente no entendía nada de nada. Y no iba a dejar salir a Kenshin sin que éste le diera una buena y detallada explicación de todo lo ocurrido, incluyendo donde había estado desde el día anterior, y ahora que lo pensaba, tal vez esas extrañas desapariciones suyas tenían que ver con esto también... 'o sí, Kenshin, amigo, tienes mucho que explicar'. Pensó.

Kenshin suspiró, se disponía a abrir la boca para empezar cuando la puerta se abrió y entró una Megumi asustada, que cargaba un pequeño maletín de primero auxilios.

Al ver el estado en que se encontraba Kenshin soltó un pequeño grito, para luego jalarlo hacia adentro, empujarlo al suelo y ponerse a limpiar y vendar heridas, mientras que entre 'oros' y 'ouchs' Kenshin comenzaba a explicar lo sucedido, una historia que empezaba más de 100 años atrás, y que quien sabe cuando terminaría...

--- Fin de Capítulo ----


Ojalá les haya gustado éste capítulo. El Epílogo ya lo tengo terminado, pero como no puedo usar mi compu, solo tengo la versión en inglés. No sé cuando tenga tiempo para traducirla, pero espero que sea pronto!!!

No se olviden de presionar ese botoncito azul allí abajo y dejarme un review!!! No les cuesta nada!!!