SOMOS TRES

By Raquel

Capítulo 1: Takeru ~ Escribir es...

El viento agitaba furiosamente las cortinas y Takeru se apresuró a cerrar las ventanas para que no pudiera entrar la lluvia que azotaba a la ciudad de Odaiba desde muy temprano en la mañana y luego fue corriendo a la cocina a apagar la cafetera que había montado sobre al fuego hacía apenas 10 minutos. Tenía frío, estaba cansado y de mal humor... pero una buena taza de café bien caliente siempre le ayudaba a superar los malos momentos, al menos aquellos que tenían que ver con sus estudios de Literatura en la universidad.

Llenó su taza hasta la mitad, sirvió leche y dos cucharas de azúcar. Probó un poco del líquido y pensó que sabía bien y estaba lo suficientemente caliente para su gusto, entonces pensó en acompañar su bebida con algunos bizcochos que su madre había dejado guardado en el microondas, pero desechó la idea pues seguramente después tendría sueño y no podría terminar su ensayo sobre las obras de Oscar Wilde. El estruendo de un fuerte relámpago fuera le hizo dar un salto de terror y su taza casi resbaló de sus manos hacia el suelo, pero sus reflejos actuaron a tiempo de evitar tal desastre.

El rubio gruñó por lo bajo cuando notó que parte del líquido se había desbordado y había un charquito marrón en las baldosas blancas que su madre tanto adoraba, así que se apresuró a limpiar todo muy bien antes de regresar a la sala, en donde su computadora esperaba encendida. Se sentó delante de ella y tomó un poco más de su café antes de mover el mouse un poco para desactivar el descansa pantalla y dejar al descubierto el archivo de 6 hojas escrito en Word. Releyó el último párrafo escrito y sus ojos se detuvieron algunos segundos en el pequeño puntero que titilaba al final del documento; sabía que aún le faltaba mucho por escribir pero no tenía deseos de seguir trabajando en ello... lo pensó detenidamente unos instantes antes de ceder a su deseo de comenzar a escribir la historia que había rondado su cabeza desde hacía algunas semanas.

Salvó el ensayo antes de cerrar el archivo y abrir uno nuevo en su lugar; el chico sonrió ante el documento en blanco, sintiendo nuevamente esa emoción tan conocida en él. Un sentimiento que no se podía comparar a ningún otro que conociera y que sólo experimentaba cuando se encontraba ante una hoja en blanco, ya fuera en un viejo cuaderno, un pedazo de servilleta o la computadora: una mezcla de alegría y nerviosismo y curiosidad que le inundaba la mente y el alma cuando estaba a punto de comenzar una historia.

Takeru amaba profundamente escribir, era su vida, su pasión...

Desde muy chico, a Takeru le gustaba leer, tomar un libro y devorarlo con devoción. Le encantaba adentrarse en la historia y convertirse en el héroe o villano, sentir sus penas y alegrías hasta convertirlas en suyas también. Sentía gran admiración por aquellos autores que lograban transmitir tan maravillosamente todas aquellas sensaciones hasta el punto en que la realidad y la ficción se desdibujaban en su mente y le era imposible separar una de la otra, haciéndole llorar o reír. La lectura había sido una forma de escape, sin lugar a dudas, de la realidad que le agobiaba por la separación de sus padres, al igual que estaba seguro que la música lo había sido para su hermano Yamato. Y estaba bien, realmente era una de sus actividades favoritas, pero los años pasaron y el leer no fue suficiente, no le llenaba como antes...

Entonces algo maravilloso sucedió. En un principio pensó que no podría hacerlo, pero finalmente se decidió a probar suerte. Escribió una historia corta sobre un pequeño niño que le temía a la oscuridad y no podía dormir en las noches, llamada "Insomnio". El resultado no había sido de su total agrado: su calidad era bastante baja, pero notó que le gustaba hacerlo, que le relajaba, así que decidió intentarlo de nuevo, y descubrió que, una vez comenzado, no podía parar.

Al principio fue sólo un pasatiempo, una forma agradable de pasar las tardes en su departamento, cuando salía del colegio y esperaba que su mamá llegara del trabajo, pero luego fue mucho más que eso... mucho, mucho más...

Las primeras historias fueron cortas y difusas y para Takeru fue bastante frustrante el hecho de que no pudiera plasmar las ideas en papel igual a como las veía en su mente, pero su manera de escribir mejoró con el transcurrir del tiempo y la práctica, al igual que su redacción y ortografía.

Las ideas vagaban en su mente casi hasta embotarla, la pena de una mujer llamada Nina ante la muerte de su pareja, una historia romántica sobre cómo sería el paraíso, una obra de ciencia-ficción sobre un virus genéticamente creado que acababa con 2/3 partes de la población mundial, una historia de horror sobre un payaso asesino de nombre Pennywise... eran muchas las historias que había escrito hasta ahora, y muchas las noches que pasó sin dormir, y los amaneceres que le sorprendieron delante de su computadora, mientras sus dedos tecleaban las sucesión de frases que posteriormente terminaría siendo una historia más, pero no era algo que realmente le importaba, pues lo hacía con el mayor de los placeres.

A veces se detenía súbitamente a mitad de una frase y le asaltaba la duda de si valdría la pena todo aquel esfuerzo; ¿de qué servía realmente? Quería ser un escritor, ya lo había decidido, ¿pero realmente podría serlo? Es verdad que había mejorado, ¿pero habría mejorado lo suficiente? Después de todo, los sueños eran sólo eso: sueños, y no existía ninguna garantía al respecto... quizá ninguna editorial estaría dispuesta a publicar su trabajo, quizás los críticos llegarían a la conclusión de que sus obras eran sólo basura, y quizá ese rechazo despedazaría todos esos sueños y le destruiría. Quería escribir pero no estaba preparado para sobrellevar el fracaso en el que podría terminar todo aquello...

Y ahora, una vez más delante de ese documento en blanco, con el puntero titilando nuevamente en espera de comenzar alguna nueva obra, Takeru volvió a formularse la misma pregunta. Su respuesta fue una sonrisa y la certeza de que escribiría por siempre, sin importar nada, aunque sus historias jamás llegaran a ser publicadas, porque era una parte demasiado importante de él mismo como para dejarla de lado. Sabía perfectamente que dejar de escribir sería como dejar de comer o respirar, como no volver a ver a Patamon o la sonrisa de su madre, no escuchar a Yamato tocar la armónica; como no volver a sentir el aroma dulzón de la pipa de su padre o escuchar las risas de sus amigos...

Escribir era como sentir las manos de Miyako sobre su piel, o sus labios, sus caricias, las calidez de todo su amor... y dejar de hacerlo equivaldría a no volver a verla nunca... jamás hacer el amor con ella de nuevo...

Y este pensamiento era simplemente insoportable.

Amaba demasiado a su familia y amigos, a Miyako, a todos esos pequeños detalles que le daban un sentido a su existencia... No, si dejaba de hacerlo sabría que una parte de él mismo moriría para siempre, porque escribir era una necesidad vital.

Así que decidió estudiar literatura con la esperanza de aprender de todos aquellos autores técnicas que le ayudaran en su escritura, quería conocer la historia de todos aquellos hombres y mujeres cuyos libros habían sido su fuente de inspiración desde los 12 años, cuando escribió su primera historia corta. Le iba bien en la universidad, participaba activamente en la publicación de una revista literaria en la que habían aparecido algunos de sus cuentos, incluso había ganado algunos concursos de escritura y sus profesores vaticinaban un gran futuro para él...

Pero ahora se encontraba ante un dilema, una encrucijada.

Había llegado a una etapa de su vida en la que las historias y poemas que escribía de vez en cuando habían dejado de bastar para satisfacer a su joven y ávido de emociones corazón. Quería dar el siguiente paso, quería escribir un libro...

¿Pero podría hacerlo?

Takeru se reprochó una vez más el permitirse dudar. No debía perder las esperanzas jamás; si él mismo desacreditaba su talento, ¿cómo podían los demás tomar en serio sus intentos? Sabía perfectamente que su manera de escribir era un reflejo de sus propios sentimientos, y que si flaqueaba se notaría a través de ellos; entonces sí fracasaría...

No iba a dudar nuevamente.

Y esa idea en la que había estado pensando... le atraía como ningún otro proyecto antes... definitivamente quería hacerlo.

El joven rubio colocó sus manos sobre el teclado y pensó un momento en un título apropiado. Frunció el ceño, ah, pero qué malo era para eso... si al menos Miyako estuviera allí, de seguro que le daría una buena idea... desde que eran novios, hacía algo más de un año, ella había elegidos los títulos de todos sus inéditos, cosa para lo cual él personalmente era pésimo, pero su amorcito no estaba ahora allí y él tenía esa chocante manía de no poder comenzar a escribir una nueva historia sin tener el título seguido del ya acostumbrado: "Por Takeru Takaishi", aquello le era tan indispensable como terminar una historia con la palabra "Fin".

¿Cómo le llamaba Miyako a esa maña tan personal...? ah, sí, manía de escritor... el chico sonrió al recordarlo, su novia tenía toda la razón.

¡Así que necesitaba un título!

Hum, bueno, ¿qué tal "La bitácora"? ¡Horroroso!, pensó, mientras borraba el nombre rápidamente con la tecla Backspace; hay, Miyako, si al menos estuvieras aquí...

¿Y si pongo simplemente "Digimon"? No, eso parece el nombre de un anime japonés, no de un libro, argh...

Lo pensó un instante más y finalmente escribió: "Los Elegidos"

Eso no sonaba tan mal, ¿eh? Al menos servía como un título provisorio. Satisfecho con ello, Takeru terminó su café, dejó la taza vacía de lado, se tronó los nudillos y decidió continuar, o mejor dicho, comenzar a escribir la historia de 7 niños pequeños que salieron de sus casas un día rumbo a un campamento de verano sin saber que ese 1ro. de agosto del año 1999 sus vidas cambiarían para siempre, pues serían transportado a un mundo digital y se verían forzados a ser los héroes de una fabulosa historia llena de monstruos y aventuras sin igual.

Y no era una historia cualquiera la que había comenzado esta vez, definitivamente era mucho más que eso, pues esta vez había decidido narrar su propia historia...

~*~

Nota: Y bueno, ¿qué puedo decirles? Ya sé que el título del fanfic no tiene nada que ver con esta parte, de hecho, la historia original no estaba contemplada con este primer capítulo de Takeru; se suponía que sería simplemente algo como: "El chico escribía en su computadora cuando alguien llamó a su puerta...", pero las palabras comenzaron a salir solas y de repente vi que estaba escribiendo mi propia historia aquí, a través del personaje de Takeru Takaishi, pues todo lo que planteo aquí son mis propios sentimientos al escribir. Lo importante que es para mí escribir, que es más que un simple pasatiempo... absolutamente todos sus pensamientos, temores y sueños son míos, hasta el de escribir un libro algún día ^^, aunque aún no me siento preparada para dar ese paso... quizás espere a vivir una aventura como la de Takeru y los demás digidestinados para poder escribirla como él lo hizo, después de todo, nada cuesta soñar ~_^

Ah, y por cierto, la próxima parte sí será la que tenía planteada originalmente y demás está decir que será un Takeyako (eh... ¿así se escribe?) ^_^

Terminado el 21 de agosto de 2002