SOMOS TRES
By Raquel
Capítulo 2: Miyako ~ Por siempre juntos
Takeru releyó las primeras páginas de su historia, satisfecho consigo mismo, pues pensaba que ese primer borrado no estaba tan mal; para él, el primer párrafo de un relato era fundamental, pues si llegaba a ser lento o aburrido el lector seguramente dejaría de leer inmediatamente, sin importar lo bueno que fuera la continuación. Él lo sabía por experiencia propia y no quería que llegara a pasar eso con su libro.
Su libro...
El joven sonrió al decirlo, su libro... definitivamente sonaba bonito, su libro... suyo, no de Oscar Wilde, Alejandro Dumas o J. K. Rowling y sentía que lo amaba, aunque no supiera si el resultado sería digno de publicación o no, porque contaba una parte muy importante de su vida y la de sus amigos y eso era suficiente para él.
Con algo de sueño ya, el rubio se desperezó y pensó que su parte literaria había sido satisfecha por esa noche y era el momento de retomar su ensayo; era tarde pero podría trabajar hasta la madrugada pues el día siguiente era sábado y podría dormir hasta tarde. Guardó el archivo en el que estaba trabajando y reabrió el anterior, esperando que el cansancio no le venciera demasiado pronto, pues aún debía trabajar una horas antes de ir a descansar, entonces decidió hacer una jarra de café para superar un poco la soñolencia que sentía.
Cuando se encontraba a mitad de camino entre la sala y la cocida, sintió que alguien tocaba su puerta. Extrañado, el joven observó su reloj de muñeca y comprobó que era bastante tarde para visitas, además que la tormenta seguía siento intensa allá afuera. Con algo de nerviosismo, Takeru se aproximó a la puerta y observó a través de la pequeña ranura quién podía estar del otro lado; una ladrón no se iba a tomar la molestia de tocar la puerta, eso lo sabía bien, pero igual había que ser prevenido...
Sus ojos se ensancharon cuando descubrió de quién se trataba y sus manos quitaron apresuradamente los cerrojos de la puerta para abrirle paso a la chica que esperaba fuera.
"¡Miyako! –exclamó, mientras tomaba a la joven en sus brazos- pero, ¿qué haces aquí tan tarde?!".
La muchacha no respondió en un primer momento, estaba completamente empapada por la lluvia, abrazándose a sí misma, quizá tratando de contener el temblor que recorría todo su cuerpo y cuando Takeru rodeó su cintura con sus brazos, haciéndola pasar, ella pareció reaccionar. Sus ojos cafés se posaron en los suyos azules con tal intensidad, que el joven sintió fuego recorrer a través de todas sus venas...
"¿Qué te ha pasado, cariño?", preguntó él nuevamente, con gran preocupación, mientras la sentaba en el sofá de la sala. Al ver que ella seguía con ese mutismo, decidió ir por unas frazadas y algunas toallas.
Fue y vino lo más pronto posible y por un instante pensó en quitarle eras ropas húmedas por la tormenta, pero algo le decía que no sería una buena idea, así que desistió de hacerlo por el momento y en su lugar cubrió su cuerpo con el grueso edredón de su cama. Miyako se aferró a esa agradable fuente de calor inmediatamente y Takeru suspiró con alivio al notarlo, entonces decidió sentarse en la mesita que estaba frente al sofá y pensar qué haría a continuación. Se lo pensó unos segundos y finalmente tomó una de las toallas a su alcance, quitó delicadamente los anteojos húmedos que aún llevaba puesto, los dobló y guardó y después comenzó a secar sus cabellos violetas con suavidad; el joven escritor amaba esos largos cabellos lacios, le gustaba tocarlos en las noche y enredar sus dedos juguetonamente en ellos antes de quedarse dormido; acercar algunos mechones y olerlos. La chica lo sabía y por eso los había dejado crecer hasta la cintura, sólo por él, por complacerlo...
Miyako se había dejado hacer sin oponer ninguna resistencia, pero bastó sentir esas atenciones que su novio le hacía con tanto cariño, transmitiéndole todo el amor que sentía por ella, para echarse a llorar desconsoladamente; soltó el cobertor para cubrir su rostro con sus manos. No quería que él la viera en ese estado, no quería...
Takeru echó la toalla a un lado y tomó a la chica en sus brazos nuevamente, sintiendo su piel fría junto a la suya, cálida. "Ey, ¿no piensas decirme qué te sucede, amor? Me tienes muy preocupado...".
"Lo siento...", dijo ella finalmente.
"Está bien, ¿sólo dime qué te sucede?".
"Yo... no lo sé, he estado caminando bajo la lluvia por horas y no quería regresar a mi casa, no sabía a dónde más podía ir, y...".
"Cálmate, está bien, Miya, todo está bien ahora, sabes que puedes venir aquí siempre que lo desees, pues ésta también es tu casa; lo sabes, ¿no es cierto?".
"Sí".
"Muy bien, ¿tus padres saben que estás aquí?".
"No... la verdad es que no lo sé, no recuerdo bien, creo que no...".
"Entonces los llamaré ahora mismo para que no se preocupen, ¿bien? Y luego te traeré una taza de café bien caliente, con miel, como a ti te gusta, y después podremos hablar, ¿de acuerdo?".
"Sí, ¿y tu madre? ¿no se molestará de que esté aquí tan tarde?"
"Ella te adora, lo sabes y jamás se molestará de tenerte aquí. De todas formas no está en casa ahora; salió a Tsukuba muy temprano para hacer un trabajo allá y no regresa hasta el domingo".
"Entiendo".
"Voy a hacer esa llamada, ¿ok? Vuelvo en seguida".
"Sí"
El joven Takaishi le dio un beso en la frente a su novia y luego se levantó y dirigió a la cocina, tomando el teléfono inalámbrico en su camino. Miyako lo siguió con la mirada unos instantes antes de dejarse caer sobre el respaldo del sofá, cansada, ¿durante cuánto tiempo había estado caminando?, pensó, mientras escuchaba a su chico conversar a lo lejos y el ruido de algunos gabinetes abrirse y cerrarse, no estaba segura, desde la tarde, cuando culminó su cita. Había salido tan trastornada de allí que había dejado olvidado su bolso con su dinero y documentación personal, así como su paraguas; había recorrido algunas calles cuando se dio cuanta de eso pero no se molestó en regresar por nada de aquello, igual quería caminar, sin importar la lluvia que caía, y pensar qué iba a ser de su vida de ahora en adelante...
Este pensamiento humedeció nuevamente sus ojos, pero trató de controlarse y no llorar otra vez. Debía ser fuerte, firme, ahora más que nunca. El olor agradable del café inundó al apartamento, cálido y dulce. Miyako cerró sus ojos un instante, disfrutando ese aroma que siempre había estado asociado a hermosos recuerdos y posteriormente volvió a abrirlos cuando sintió que alguien colocaba una taza caliente entre sus manos.
"Te cuidado, está recién hecho y no quiero que te quemes".
La chica asintió, disfrutando la sensación del calor que le producía, acercó la taza a su labios y aspiró su aroma unos instantes antes de probar un poco. "Está rico, gracias", dijo, antes de tomar un poco más y dejar la taza humeantes en la mesita que tenía a su costado izquierdo.
"De nada. Tus padres estaban muy preocupados por ti, pero creo que se han tranquilizado al saber que estás bien, aquí conmigo. Los convencí de que no vengan por ti esta noche, sino mañana en la mañana", dijo él, sentándose a su lado y mirándola fijamente.
Ella no respondió y un incómodo silencio se presentó entre ambos. Miyako sabía que Takeru esperaba una explicación, pero no sabía cómo comenzar y se moría de miedo pensando en lo que podría suceder cuando se enterara de todo...
"Todo se terminó", dijo finalmente.
"¿Qué?", preguntó el rubio, temeroso.
"He dicho que se terminó. Tú y yo, se acabó...".
¿Se acabó...?
La frase atravesó su corazón apenas la escuchó y Takeru supo que, si ella le hubiese dado un golpe físico, una bofetada, no le habría dolido tanto como aquellas palabras...
"¿Que se terminó? ¡¿pero por qué?!", exclamó, exasperado, poniéndose en pie
"Eso es lo mejor para ti".
"Perdóname, Miyako, pero creo que estoy lo bastante grande para saber *qué* es lo mejor para mí, sin necesidad de que *nadie* lo decida en mi lugar".
"Entonces quizá sea lo mejor para mí...".
Takeru pasó una mano por entre sus cabellos dorados y suspiró, sin saber cómo responder a eso. La idea de terminar con ella, de *perderla*, le llenaba de terror; la amaba demasiado y no podía imaginar su vida sin tenerla a su lado, y menos sin una buena razón que lo justificara. Se aproximó a Miyako y se arrodilló a su lado, posando sus manos encima de las de ella y apretándolas con gentileza.
"Al menos dime por qué, dame un motivo que me permita seguir adelante sin volverme loco...-susurró, con la voz más dolida que la chica había escuchado nunca- por favor...".
Ella observó un instante esos ojos suplicantes antes de asentir. "De acuerdo, lo que pasa es que hoy visité al doctor porque no me he sentido nada bien estos días".
"¿Y...?", quiso saber el rubio, apretando las manos de la chica con demasiada fuerza, preso de un pánico repentino.
"Tengo un mes de embarazo. Ya está, lo dije...".
Takeru se quedó unos instantes en la misma posición, sin terminar de entender lo que Mikayo le estaba diciendo: Estaba embarazada... tenía un mes de embarazo... estaba sorprendido en un principio y posteriormente comenzó a asimilar lo que acababa de escuchar: quería estar feliz, debería estarlo al menos, pero en su lugar sólo hubo duda y pensamientos que jamás podría perdonarse, pues por un instante se preguntó si el bebé sería suyo, aunque inmediatamente se arrepintió de pensar tal atrocidad, ¡claro que era suyo! ¿de quién más podía ser...? no lo podía creer...
La joven esperó pacientemente a que el otro reaccionara y se sintió profundamente dolida cuando vio que él apartaba sus manos bruscamente de las suyas, asustado, quizá dudando de la veracidad de sus palabras... entonces ella se levantó y caminó hacia la puerta.
"Dime si quieres al bebé porque si no lo haces me iré y no volverás a verme en toda su vida, Takeru Takaishi", amenazó, colocando su mano en la perilla de la puerta.
Takeru la siguió y sonrió levemente cuando colocó sus manos sobre sus hombros: "Es *nuestro* bebé, ¿cómo no voy a quererlo, amor? Admito que estoy asustado, ¿pero acaso no lo estás tú?".
"Estoy aterrorizada... no sé qué voy a hacer ahora", le dio la razón, abrazándolo.
"Qué *vamos* a hacer, querrás decir, porque lo que sea que suceda ahora, lo vamos a decidir *juntos*", aclaró él con bastante firmeza en su voz
"Tienes razón, perdóname... es sólo que tengo 20 años y tú 19 y no sé cómo podremos mantener al bebé si no tenemos empleo ni nada; quizá tengamos que dejar de estudiar, oh, dios, papá y mamá van a matarme... ¡y tu madre qué va a pensar de mí?!".
"Tranquilízate, por favor, primero déjame asimilar que voy a ser papá y después pensaremos en lo demás, ¿bien?", le pidió, casi sonriendo.
"¡¿De qué te ríes?!!!", gritó, llena de nerviosismo.
"Es que sonó muy bonito... voy a ser *papá*, suena muy, muy bonito... sabía que algún día pasaría, aunque no pensé que iba a ser tan pronto...".
"Por eso estoy tan preocupada! Me atemoriza que seamos muy jóvenes para ser buenos padres..."
"El ser buen padre no depende de qué edad tengas, créeme", afirmó él con cierto dejo de amargura en su voz y Miyako sólo pudo tomar su mano, en respuesta, entendiendo sus sentimientos, o al menos tratando de hacerlo, pues ella, como él, no venía de una familia desintegrada... "No voy a cometer los mismos errores de mis padres, eso te lo puedo asegurar, ¡lo prometo!".
"Lo sé... –afirmó ella, acariciando su mejilla levemente con la punta de sus dedos; y sí lo sabía con certeza, muy en el fondo de su corazón- sé que serás un padre grandioso".
Takeru sonrió, feliz ante esa prueba de confianza. "Las cosas no van a ser fáciles pero de alguna manera vamos a salir adelante, Miya, cariño, tengo todas mis *esperanzas* puestas en ello..."
"Sí, pero... –comenzó a hablar pero inmediatamente se detuvo. La mirada de su novio la instó a continuar- Ni siquiera estamos casados...". La verdad es que no le gustó decir aquello pues no quería que Takeru se sintiera presionado al respecto y le pidiera matrimonio sólo por el bebé... además que ella tampoco estaba segura de querer casarse en esa etapa de su vida.
"Eso es cierto, aunque siempre pensamos en casarnos luego de terminar la universidad, ¿no es verdad?"
"Para eso faltan al menos 3 años más"
"Sí, pero quizá ya no sea necesario esperar tanto".
"Te amo, cielo, pero no sé si quiera casarme ahora", le dijo ella con gran sinceridad.
"Yo tampoco lo sé, pero no creo que sea necesario decidirlo esta noche. Nos amamos y eso es lo único que me importa en estos momentos, ahora vamos a dormir, ¿sí?, es tarde y ambos estamos cansados y mañana tenemos un día muy largo por delante".
"¿Hablaremos con mis padres?"
"Así es, y luego con Yamato y mi papá, el domingo lo haremos con mamá y después, bueno, tenemos todo un futuro por planear...".
"Ellos se van a enfurecer, creo yo"
"Lo superaran", respondió él simplemente, apagando la computadora y las luces de la sala, después caminaron hacia su habitación, tomados de las manos. Takeru se detuvo súbitamente, con el ceño fruncido. "Oye, Miya, tengo una duda".
"¿Y cuál es?"
"¿Durante cuánto tiempo podremos hacer el amor antes de *aplastar* al bebé, eh?".
"¡Eres un pervertido!!!", respondió ella, dándole un golpe en el brazo
Takeru sonrió y la abrazo. "¿Sabes? A pesar de todo estoy feliz".
"¿Y por qué?", preguntó ella, dándole un beso en los labios.
"Porque ahora somos tres...".
¿FIN?
*Suspiros* ¡Finalmente terminé este Takeyako! No sé por qué, pero yo adoro a esta pareja, creo que se ven muy lindos juntos ^^. Hum, la verdad es que creo que la historia está muy cursi pero aún así me entraron ganas de seguirla un poco más, aunque no estoy muy seguro de ello aún. Quizá lo haga o quizá lo deje tal como está, ya lo decidiré más adelante, por ahora me conformo con lo que hay ^_^
Ah, y antes que se me olvide, Lara me preguntó si las historias de las que hablo en el primer capítulo, y que supuestamente escribió Takeru, son mías; la verdad es que algunas sí y otras no: La historia de Nina fue mi primer cuento inédito que escribí y le tengo mucho cariño, por eso lo incluí aquí y se llama "Nina"; la historia que hace referencia al paraíso también la escribí yo, es un fic de Dragon Ball en el que planteo cómo me gustaría que fuera y se llama "Paradise"; la historia del virus que acaba con 2/3 partes de la población mundial y la del payaso asesino llamado Pennywise son dos de mis libros favoritos de Stephen King (que también es uno de mis autores favoritos) y se llaman respectivamente "Apocalipsis" e "It" (traducido como "La cosa") ¡muy buenos los dos! La del pequeño que no puede dormir en las noches llamado "Insomnio", bueno, esa es una historia inédita que tengo en mente desde hace algún tiempo y me gustaría escribir... eso es todo!
Por último me gustaría decir que el título y la historia de este fanfic están basados en la canción "Somos tres" de un cantante venezolano muy bueno llamado Franco de Vita. Les escribo la letra de la canción por si les interesa conocerla y así me dicen luego si la letra de la canción y mi fic se parecen ~_^
Somos Tres
By Franco de Vita
Ella entró con sus vestidos mojados
Y su espalda a la puerta apoyó
Y mirándome me dijo llorando: Todo terminó
Pasa y siéntate que estás muy nerviosa
Espera un poco te preparo un café
Y mi mano se extendió generosa
Y dije: Cálmate
¿Qué fue lo que pasó?
¿Por qué esta situación?
Hay acaso un intruso entre los dos
¿Es que acaso no crees en mi amor?
Porque a donde tú vayas sabes que iré yo
Mientras tanto ella seguía callada
Ocultándose quién sabe qué
Hasta que con palabras pausadas
dijo: Somos tres
Pasarán solamente ocho meses
Y un tercero entre nosotras habrá
Así que piensa si de veras lo quieres
O me marcho ya
¿Qué fue lo que pasó?
No tiene discusión
Bienvenido sea un tercero entre los dos
Yo te haré mi esposa si tú quieres
Porque a donde tú vayas sabes que iré yo (bis)
Terminado el 28 de agosto de 2002
