¡Hola Minna-san! Hace tiempo que no actualizo, lo sé, pero es que estoy muy atareada con asuntos de la universidad. Tengo que elegir cursos y todo se complica y pues no hay tiempo para mi pasión que es escribir. Bueno amigos me alegra que aún les guste la historia, espero que este chappie también les agrade.
¡VAMOS AL FIC!
DEDICATORIA:
Este fic está dedicado a Patricia-chan y Buffy-chan ,
que son las personitas que siempre me dan muchísimos ánimos para seguir con
Prueba de Fuego. Chicas, espero que este fic también les guste. ¡¡¡Está hecho
con todo cariño!!!
DISCLAIMER:
Yo confieso ante ustedes hermanos que he pecado de obra, palabra, eh,
disculpen, creo que me desubiqué. Lo que tengo que confesar realmente es que
Rurouni Kenshin y los derechos de este magnífico anime no me pertenecen.
Después de todo soy pobre, así que no me demanden que me falta mucho para
acabar la universidad, ser abogada y así poder defenderme sin que me cueste...
"Cuanto más conozco a los hombres
más quiero a mi perro"
EL FRAUDE
Capítulo segundo
Ciudad de Tokyo -
Distrito de Nishio Shinjuku (*)
Japón
7:30 a.m.
Elegantes puertas de vidrio se abrían para dar paso a una figura importantísima del mundo de los negocios japoneses: El misterioso Kenshin Himura, conocido entre el entorno de colegas como Battousai, en remembranza al hitokiri legendario de la era Meiji. Este apodo lo portaba desde la época que trabajó en Alemania. Aunque no era ignorado de que este dejó una brillante carrera en ese país, la gente nunca se tomó la molestia de averiguar el porqué de su decisión o si es que así fue, nunca encontraron respuesta alguna que no fuera una simple especulación. A pesar de los años, Kenshin Himura seguía siendo un misterio para todos.
Lo que se conoce del pasado del economista es que estuvo trabajando en Alemania y que se casó. Luego murió su esposa y un breve lapso después él volvió a Japón a trabajar en la empresa que desde hace diez años se enorgullece de tenerlo entre sus miembros.
La empresa pertenecía y era dirigida por su padre, Hiko Seijuro, y estaba compuesta por un staff de profesionales de primera categoría. La firma Mitsurugi y las empresas asociadas era una gran cadena de múltiples empresas cuyos rubros iban desde todo tipo de industrias hasta los medios de comunicación, pasando por la posesión de acciones en empresas de transporte aéreo, marítimo y terrestre. Su participación en el campo de los electrodomésticos, la moda y la televisión (ya que eran accionistas mayoritarios de dos canales de televisión muy populares en Japón) era parte también de su monopolio económico. Contaba además con filiales internacionales que se dedicaban a internacionalizar el consumo de sus productos y de abrirse paso en el mercado mundial, entre otros.
Las empresas Mitsurugi eran reconocidas nacional e internacionalmente por ser poseedoras de un casi total monopolio económico muy bien instaurado y manejado. Una conexión financiera, una fusión de capitales o un convenio cualquiera con esta firma estaban predestinados a ser un gran logro y, por ende, acarreaba dinero a raudales. Además, era tanta su importancia que simplemente con el hecho de comprobar que alguien era trabajador de una de las empresas de la línea Mitsurugi (aún si era un cargo de menor desempeño) se podía tener acceso a préstamos de los más prestigiosos bancos con las facilidades de pago más beneficiosas que había.
En pocas palabras, trabajar para una de las filiales de Mitsurugi era tener la oportunidad de saborear el triunfo, cada quien desde el puesto que ocupaba. Y, así, como en el caso de las facilidades que las entidades bancarias ofrecían, en muchas otras circunstancias de la vida diaria ser parte de la firma Mitsurugi significaba tener una expresa prerrogativa sobre los demás. Era simplemente el sueño de cualquier empleado.
El vigilante que cuidaba la puerta de ingreso principal sonrió cordialmente al ver al amable pelirrojo acercándose. No había duda de que todos querían en la empresa a Himura-san, como él se encargó que todos lo llamaran. Era un hombre muy comprensivo y, sobre todo, nunca hacía distinciones de clase o condición económica con ninguna persona; todos eran tratados por él con el mismo respeto y consideración, y era por esto que era tan querido y respetado entre los empleados.
Kenshin pasó la puerta no sin antes saludar al portero y sonreír en retribución a su amabilidad. Caminó por unos segundos por el amplio hall principal, que era un pasadizo bastante largo de cerámicas color negro y gris claras, hasta llegar a su destino.
Había al final de este corredor un escritorio amplio en el que la recepcionista estaba sentada trabajando en una computadora Mitsurugi negra. Si es que la primera impresión es lo que cuenta, el que entraba a este lugar terminaba queriendo volver a ser partícipe de la magnificencia del mismo.
La recepcionista al verlo subió ligeramente la falda de su uniforme
y desabotonó el botón superior de su blusa dejando que se formara un escote
muy provocador a vista y paciencia del que pasase, que en este momento era
Himura-san. La mujer era atractiva mas su belleza residía más en su figura
que en su rostro. Era alta, de largas y muy bien formadas piernas, busto prominente
e incitante a la vista, y de rostro atractivo mas no bello. Se miró en un
espejo que tenía preparado desde hace tiempo en uno de sus cajones para ocasiones
como esta y se dio una sonrisa a sí misma al comprobar que lucía perfecta.
Kenshin no se dio cuenta de los esfuerzos de la mujer y la saludó como todas
las mañanas con un simple "Ohayo, Tashida-dono" y sin prestarle
mayor atención.
- Ohayo Himura-san - respondió ella esbozando una sonrisa seductora notoriamente ensayada.
Kenshin prosiguió su camino dejando una frustrada mujer a su paso. Por el camino siguió saludando sin esperar que lo hagan con él primero. Tomó el ascensor que se encontraba en una de las esquinas del edificio que daban a la ciudad. Tenía ventanales polarizados que permitían tener una vista panorámica espectacular de los alrededores sin necesidad de ser observado por la gente que transitaba en el exterior. Se dirigió al vigésimo quinto y último piso del edificio. Llegó en cuestión de segundos y al abrirse la puerta del transportador un mundo de lujo y esplendor sin límite se abrió a su paso. Si antes había elegancia ahora esto era el ostentación.
Dio un paso adelante y caminó lentamente hacia el salón de reuniones. No había absolutamente nadie en el corredor y el espacio se veía aún más amplio de lo que realmente era. Quizá había llegado muy temprano. Las ventanas ocupaban un espacio muy grande en el área frontal del lugar. La vista era despampanante. En lo que quedaba del lugar había oficinas que colindaban entre sí. Todas muy espaciosas y con el mismo tipo de puerta - de cedro y con simple pero no menos bello acabado- excepto una de ellas que era de un cristal especial que impedía ver lo que había tras ella. Kenshin abrió precisamente esta puerta y lo condujo a otro corredor, uno muy elegante también pero más pequeño.
Tenía diferente acabado, como todos los lugares del edificio, y a la vez una distinta disposición de los salones interiores. Solo había dos puertas. Una que constaba de dos compartimientos y que presumiblemente era la que daba al auditorio de reuniones - ya que era el salón más grande del lugar - y otra como las comunes pero también de mayor magnitud. Ambas de madera sin ningún acabado. Un pequeño detalle se podía observar en la puerta menos grande: la manija de la puerta tenía un dragón muy grande y vistoso, con las garras hacia arriba y grandes ojos, hecho completamente de oro.
Kenshin se dirigió directamente al salón más grande sin dejar de preguntarse por enésima vez la razón de ser de esa ridícula manija. No tocó la puerta porque estaba seguro que sería el primero en llegar a la reunión acordada. Cuando entró se quedó lelo al ver que todos sus compañeros estaban en el lugar sentados mirando hacia el lugar de proyecciones donde un hombre vestido impecablemente, en saco y corbata, señalaba con el láser del data show unas estadísticas en la pizarra de proyecciones. Hasta que Kenshin hizo sonar la puerta, todos los concurrentes estaban en un silencio sepulcral atendiendo al ponente.
El estrépito desconcentró a todos y voltearon a ver hacia el lugar de donde provenía para darse con la sorpresa de ver a un pelirrojo vestido informalmente- pantalón dril de color crema muy claro, saco azul marino oscuro y desabotonado, y camisa y zapatos negros- comparado a todos los presentes. Ante la mirada estupefacta de todos el solo pudo observar sorprendido y decir:
- ¡Oro!
LAs miradas de sorpresa y hasta conmiseración eran ditrigidas hacia su dirección. Todos sabían lo que daría lugar en segundos. El hombre que presidía la mesa levantó la cabeza después de que una de las bellas secretarias que tenía a cada lado le dijera algo al oído.
Este era un hombre fornido, de cabellera negra y vestido con un terno negro,
camisa de seda color celeste claro y corbata color granate con ligeros trazos
negros. Dicho hombre miró a Kenshin directamente a los ojos y con una sonrisa
maliciosa en los labios, que bien conocía Himura y que lo hacía por alguna
razón temblar, se apresuró a decir,
- Baka deshi, ¿Estas son horas de llegar? No hay duda de que cada día en vez de mejorar te vuelves más baka y además, mira cómo tienes… qué mal gusto.
Hiko Seijuro, Gerente General de Mitsurugi, hizo el gesto de siempre que demostraba que estaba complacido: sonrió aún más y cogió su taza de café para luego llevársela a la boca con un ademán bastante elegante. Sorbió un tanto del contenido que sabía, como siempre, excelente. No podía vivir sin el café, era su vicio.
- No me digas que te quedaste dormido porque estabas con alguna mujer, baka deshi.
- Ororororo... - respondió un Kenshin al que ya no se podía reconocer dónde terminaba su rostro y dónde comenzaba su cabello.
Todos en la sala estaban a punto de desternillarse de risa. Hiko Seijuro no perdía una sola oportunidad para avergonzar a su hijo.
- Hey, baka deshi, ¿acaso ya no sabes hablar? Se supone que debías llegar temprano esta mañana para la presentación de tu trabajo ne? ¿Crees que todos aquí tenemos que esperarte? - preguntó Hiko Seijuru, el arrogante, presumido, altanero, molestoso, desdeñoso, caprichoso... presidente de Mitsurugi.
- Ano, Shishio, seesha, seesha... - no supo que más decir y soltó otro: ¡Oro!
- Vaya, ni siquiera hablas como una persona normal. Bueno baka deshi ya que
de cualquier forma lamentablemente llegaste, siéntate y deja continuar a Aoshi
a quien interrumpiste cuando entraste como si nada...
- Suminasen. No tenía idea que hoy-
- Las excusas no importan, ¿te vas a sentar o no?...
Himura le quedó observando. Su "Shishio seguía siendo el mismo de siempre.
Él salió de Japón a los dieciocho años para estudiar en el exterior. Su partida
no fue nada amistosa ya que tras los reclamos de su "shishio" por
su comportamiento liberal y por las ganas que tenía de salir al mundo y vivir
la vida como mejor le parecía, decidió irse a otro país y construir su vida
como él quería. Nada le faltaba. Era inteligente, tenía ánimo de salir adelante
y aún más: tenía el deseo de lograr algo por él mismo y saber que sus logros
eran absolutamente suyos. Quería sentir a la gente mirarlo pasar y murmurar
elogios ininteligibles pero siempre presentes. Quería saber que la gente lo
respetaba porque era un prodigio. Quería dejar de ser la sombra del para ese
entonces ya muy conocido economista y abogado Hiko Seijuro. Quería ser Kenshin
Himura y no el " hijo de " alguien o el "segundo" en mando.
Y pues lo logró. En Alemania estuvo entre los mejores y vivió su estadía en
ese lugar haciendo todo lo posible por disfrutar del lujo, confort e importancia
construidos por él mismo mas cuando todo eso no le bastó se dio cuenta que
ni siquiera viviendo con todo el lujo del mundo, teniendo una vida agitada
por los negocios, y sabiendo que era tan importante como para hacer y disponer
en lo que quería, podía ser feliz. Lo comprendió tarde cuando la felicidad
se le había ido de las manos para siempre.
Fue entonces cuando volvió donde Seijuro, quien al principio no quiso recibirlo. Le dijo que él había escogido su camino y que ya no tenía hijo. Hubo disculpas y hasta ruegos. Kenshin se tuvo que tragar su orgullo y ensalzó con esto el de su padre, quien siempre insistió en que lo llame shishio debido a su estatus de mentor de su hijo más que de padre en sí. Este terminó aceptándolo porque a su manera lo quería y lo había extrañado en demasía todo el tiempo que estuvo fuera pero, claro, prefería morir antes de admitirlo. Seijuro lo había hecho el profesional brillante que era. Sí, pues nunca le dio las cosas fáciles. A pesar de que tenía mucho dinero, Kenshin no recordaba un verano que no tuviese que trabajar para comprar algo que deseara. Tal vez por todo esto sintió que el lugar al que debía volver era con su padre. Le enseñó a valerse por sí mismo y lo hizo fuerte. Aunque no se dio cuenta de esto durante mucho tiempo, después lo hizo y volvió con él para pedir otra oportunidad. Comprendió que el futuro también era importante y aunque no quisiera planear uno, debido a muchos factores que hicieron que perdiera los deseos de hacer las cosas por su propio bienestar, se sintió en la necesidad de construir uno para su padre y aquellos que quería y con los que estaba en deuda.
- Hai shishio - respondió vencido y caminó lentamente a su sitio habitual
frente a Hiko - Gomenasai Aoshi. Ohayo, minna-san.
Aoshi solo asintió y se volteó para recordar de lo que hablaba antes de ser
interrumpido. Miró sus estadísticas y ordenó de nuevo sus ideas sobre el tema
de la presentación. Kenshin se volvió a escuchar a Aoshi mientras desaparecía
el carmesí de sus mejillas para mostrar un gesto de interés por las palabras
del muchacho. Aún algunos lo miraban pensando en la relación que Hiko llevaba
con él. ¿Cómo es que él dejaba que lo tratara así siendo alguien ya un adulto
de casi treinta años? Esa es una interrogante que siempre quedaría dentro de
ellos.
Kenshin aún no podía entender qué es lo que había pasado. Él siempre se levantaba
temprano y era el primero en llegar. Tendré que revisar mi despertador...
en fin... Se dispuso a poner más interés en las palabras de su expositor
y amigo.
Aoshi Shinomori era un joven hombre de 26 años que trabajaba como abogado
principal de la empresa y a la que asesoraba jurídicamente junto con un grupo
de colaboradores de su misma profesión que formaban un bufete que él lideraba.
Todos ellos estaban sentados escuchándolo, incluyendo a un viejo y sagaz abogado
llamado Okina. Era un hombre muy reservado y meticuloso. Podía analizar a
todas las personas tan solo con mirarlas sin necesidad de entablar conversación
con ellas. Es así como catalogaba el tipo de gente que era. No era de muchas
amistades y se dedicaba íntegramente al trabajo.
Respiró profundamente como en sus ejercicios de yoga y procedió a continuar
lo que iba a decir. No iba a ser fácil, no era portador de las mejores noticias.
- Como iba explicando, lo realmente apremiante en este momento para la compañía,
es la situación en que nos ha puesto el Estado con relación a los impuestos
que debemos pagar. Han cortado los fraccionamientos y facilidades de pago
y piden que sea pagada la deuda cuanto antes. Nos han puesto una fecha límite
y la prórroga es de diez días y un mes más después de la fecha límite con
la condición de pagar una especie de "mora" del 15% del monto en
deuda.
Todos tenían un gesto de preocupación en la cara, especialmente Hiko y Kenshin.
- Como es posible deducir, nos veremos obligados a pagar un monto superior
si es que no cumplimos en la fecha establecida.
- Esto no puede ser verdad. ¿A qué diablos se debe esto?- preguntó Hiko alterado.
- No lo sé Seijuro-san, pero de aquí a un tiempo las relaciones con el Gobierno
no son lo cordiales que eran antes. Es extraño porque parecía que sus
anteriores intenciones era la de fomentar nuestras inversiones aquí en Japón en
vez de mover nuestros capitales a otros países como Estados Unidos u otras
partes del mundo.
- ¿El monto asciende a...? - preguntó Hiko, casi aterrado de la respuesta
que oiría.
- Asciende a $ 465. 9836. 003.
- No hay forma que podamos cubrir esa deuda. ¡Eso es demasiado! ¡¿Qué diablos
pretenden esos imbéciles del gobierno?! ¿Espantar las inversiones privadas?
¿Qué diablos creen que hacen? Nosotros hacemos que la economía de este país
esté sobre ruedas y ellos ponen problemas a nuestro paso. No puedo creer que
nos hagan esto a estas alturas. ¿Dices que recortaron el fraccionamiento?
- Así es. Como sabemos, hasta el momento sí nos daban esa facilidad pero de
repente se dio una nueva legislación y se cortó esta medida. Piden que la
deuda sea cubierta cuanto antes.
- ¡¿Cuánto antes?! ¿cómo es que informaron eso? ¿cuál es la reacción de la
competencia? No creo que se hubiesen atrevido a mandar a sus imbéciles y buenos
para nada enviados para venir a retarme con esas estupideces. No puedo creer
que estén dándonos la espalda a nosotros. Tenemos la mayor parte del capital
invertido aquí en Japón y ellos lo saben ¿qué crees que es lo más favorable,
Shinomori?
- Pues la lógica nos dice que paguemos la deuda y evitemos las moras que serían
un gasto innecesario aunque...
- Aunque hay grave problema- intervino Kenshin, causando que todos los presentes
lo miraran sin decir palabra y esperando que continuara.
Kenshin miró a Hiko y este asintió, así que tomó la palabra.
- El principal problema es que esa suma es demasiado grande para poder cubrirla
y al no poder fraccionarla será muy difícil pagarla de golpe sino es imposible.
Si bien, como dice Aoshi, pagar la deuda es más conveniente que no hacerlo,
no quiere decir que no nos traiga consecuencias notoriamente graves. Me atrevería
a decir incluso que a estas alturas del año no podremos cubrir la deuda. -
Hiko miró a Kenshin una vez más con gesto de preocupación adivinando de qué
se trataba todo esto- Y lo principal y más grave es que esa cantidad, si la
cogemos del fondo de inversión, significaría desatender nuestras empresas
y como sabemos, todas necesitan una cantidad fija e inamovible para mantenerlas
trabajando con la precisión de siempre.
En síntesis, se afectará cuantiosamente nuestras empresas y con esto, como
consecuencia directa, las ventas de las acciones de las empresas se irán al
precipicio y con esto una caída económica muy fuerte que puede abarcar pérdidas
más grandes de las que nos podemos imaginar. No es preciso calcularlo para
saber que los precios estables de nuestras acciones en la Bolsa de Valores
quedarían por los suelos y eso sería desastroso.
- Puesm estamos en jaque - intervino Seijuro- aún no logro comprender qué diablos logra el Gobierno con esto, si es que nos vamos a pique la economía de este país se va de igual manera, es imposible que no ocurra un efecto continuo, simplemente tenemos un capital enormemente grande invertido aquí y cualquier desvarío en nuestra producción recaerá sobre la economía de Japón. Eso es innegable. Ahora, según veo otro problema es que el monto de utilidad no puede ser tocado hasta que se cierre el año. ¿no es cierto Kenshin?
- Hai. La utilidad está ahora en cada empresa y aún la producción no ha sido
concluida ni vendida. Es casi imposible sacar el dinero de las empresas sin
antes atentar contra la producción. Tendríamos que hacer un balance general
y luego analizar cuál es la forma más conveniente de reunir el monto sin repercutir
demasiado en el desempeño económico de las empresas. Aunque es imposible no
causar desestabilización.
- ¿Qué pasa con las reservas en los bancos?
- No serán suficientes, shishio. Después de la nueva campaña de expansión,
las reservas se han reducido al mínimo. Y el sobrante del dinero es la garantía
para el pago de la deuda, que en otras palabras es intocable.
- `Kuso - maldijo Hiko en voz bajo mientras estrellaba su puño contra el escritorio.
Nadie se atrevía a levantar la mirada.
- Trabajaré en un balance previo de las empresas y veré si es que hay posibilidades
de lograr algo, aunque no lo creo, pero necesito algo de tiempo... - dijo
Kenshin.
- Carecemos de eso. El plazo se vence a mediados del próximo mes. ¿Cuánto
tiempo necesitas, Kenshin?- preguntó Hiko dejando de lado sus apodos ante
la seriedad del momento.
- Al menos cinco días. El balance no será nada fácil...
- Más vale empezar cuanto antes. Okon, cancela las reuniones de baja
importancia y deja solo las de máxima.
- Hai, Seijuru-san, inmediatamente ¿puedo retirarme?- preguntó una bella mujer
con cabello largo y oscuro recogido con una bincha en la frente.
- Hai, adelante, adelante- respondió con impaciencia.
- Con permiso.
- Propio - Hiko la siguió con la mirada mientras la mujer salía del salón - Y
tú, Omasu - dirigiéndose a la otra mujer con cabello más claro y menos largo -
confirma una cita con el ministro de economía. No voy a dejar que esto se quede
así. No saben con quién se están metiendo. Están jugando con fuego.
- ¿Usted personalmente? - preguntó muy asombrada la secretaria.
- Sí. ¡¿Algún inconveniente?! - preguntó para todos que estaban mirándolo con
la misma expresión en sus rostros.
- ¿¡Qué harás, shishio?!- preguntó Kenshin asombrado por la decisión tan
apresurada y a la vez extraña de Hiko. Él no solía hacer visitas personales a
nadie. Ni al presidente ya que no estaba en él ir a pedir favores, no lo
necesitaba. Al parecer por primera vez en su vida Hiko Seijuro estaba
notoriamente al borde de la desesperación.
- ¿Qué no te das cuenta? Hablaré con ese tipo y haré que esto funcione.
- Si me disculpa, Seijuro-san - interrumpió Aoshi - hicimos lo que pudimos para
que no sucediera esto y no se pudo conseguir nada. Hablé ya con los
funcionarios del gobierno y dejaron claro que la decisión estaba hecha y había
sido aceptada por el Congreso. Esta decisión no es solo para esta compañía sino
que es para todas las compañías privadas con deudas al Estado.
- ¡Esto es inconcebible!
- Shishio, será inútil, no sé qué interés tendrán con esto pero no creo que aunque vayas tú en persona logres algo; Aoshi hizo lo que pudo y no logró nada. Te expondrás a una negativa en persona y eso no es bueno. La prensa puede hablar y exagerar y tú sabes...
- Sí, basta, basta, entendí, pero la situación es desesperante y...
- Shishio - interrumpió nuevamente a Hiko viendo la ola de sensaciones que
pasaba por el rostro de su padre. Era muy difícil sacarlo de sus casillas y ahí
estaba él: tratando de tragarse la rabia e impotencia ante un momento como
este.
- Haré el balance y trataré de hacer esto de la mejor manera y verás que todo
se arreglará. a como de lugar porque sino... no quiero
ni pensar en las consecuencias - Todos lo miraron escépticos y dentro
de sí mismo él comenzaba a dudar de sus palabras. - En relación a lo que iba
a exponer hoy…
- Es verdad Kenshin - dijo Hiko fingiendo una atención que estaba enfocada en el problema y no en lo que Kenshin diría - ¿qué es lo que ibas a decirnos?
- Eran unos proyectos de nuevas inversiones en ciertas empresas de Europa, pero
la situación es apremiante y hay cosas más importantes que resolver por el
momento. Debemos centrarnos en resolver este problema.
****
Kenshin salió de la habitación preocupado para dirigirse a su oficina y
comenzar a contactar a los presidentes de todas las filiales de Mitsurugi para
hacer el balance contable y la evaluación de sus utilidades y tratar de hacer
magia sacando dinero sin alterar mucho el monto de inversión de cada empresa.
Trató de borrar pensamientos negativos pero no pudo evitar sentir dentro de sí
un malestar de esos que te avisan que algo malo va a pasar. Y aunque Kenshin
sabía que las supersticiones no tienen sentido, había olvidado que los
presentimientos sí existen y que muchos de ellos se hacen realidad.
Continuará...
Notas finales:
¡¡¡Hey!!! ¿Qué les pareció? ¿Aburridos de los asuntos financieros de Mitsurugi´s company? Créanme que no los acusaría por eso. Pero esto era necesario para dar un marco a la historia. Recuerden que este fic no tiene precisamente una trama ligera (y créanme que estoy empezando a sentir lo arduo que es escribirlo) y es por eso que este capítulo no tiene mucha acción.
El problema principal es que aunque la empresa es multimillonaria no puede
disponer de montos tan grandes como si nada y sin alterar la economía de sus
otras empresas "hijas". Están en un punto en el que pueden pagar la
deuda pero significaría afectar su estabilidad y con esto una caída económica.
Es por eso que Kenshin necesita hacer "magia" para tomar una decisión
que no afecte a la empresa. Tarea difícil ¿no? y ¿Por qué el Estado les cortó
la posibilidad de fraccionar su deuda y así pagarla en partes? ¿Por qué darles
la espalda a aquellos que tienen invertido mucho dinero privado en su país?
Pues eso no se sabe aún pero se descubrirá más adelante. ^^
Quise especificar algo más acerca de Kenshin en los últimos diez años y el
ambiente en el que vive. Su nueva personalidad es muy conocida (pues es la del
rurouni habitual). Ahora, con respecto a Aoshi siendo abogado, ¿qué creen?
¿está bien? Él es un abogado que está especializado en materia económica y
también se encarga de la parte jurídica de la empresa. Creo que eso es obvio.
Con respecto a Hiko. Sí sé que él es abogado y economista y que además es conocido y es el jefe de jefes ¿creen que estoy alzándolo mucho? Pues les he de confesar que tengo una fascinación secreta (eso suena morboso ^^U) por él y lo he colocado como un hombre muy capaz e inteligente (¡como en realidad es!) y, a fin de cuentas, es el mismo Hiko que conocemos todos, igual de arrogante y presumido. ¡Pero también igual de guapo! ¡¡¡KAWAI!!! A veces creo que me estoy volviendo loca.
Bueno, en fin, este capítulo ya está puesto y solo me queda pedirles su apoyo en los reviews. Sé que no puedo exigir nada pero he quedado algo triste al no tener sus comentarios del capítulo cuarto de mi fic Prueba de Fuego (a excepción de tres personas. Arigato U_U) De ustedes depende que este fic siga andando. No es chantaje, solo es que no quiero poner una historia que no causa interés. Bueno, bueno, basta de charlas.
Me despido después de estos largos comentarios. Bye-bye! ¡Hasta el próximo
chappie!
Shiomei
GRACIAS A TODOS LOS QUE DEJARON REVIEWS AL CAPITULO PRIMERO Y GRACIAS TAMBIÉN
A AQUELLOS QUE NO LO HICIERON POR ALGUNA RAZÓN. ME GUSTARÍA SABER QUÉ ES LO QUE
PIENSAN ASÍ QUE SI EL TIEMPO NO ESCACEA PARA USTEDES DÉJENME REVIEWS POR FAVOR.
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Asteriscos:
(*) Este distrito existe en verdad y es un análogo del Wall Street norteamericano. Las empresas más importantes tienen sus sedes ahí. Creí importante incluir algo real en esta historia.
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HASTA EL PROXIMO CAPITULO
