El viento sopla gentilmente meciendo suavemente el verde paisaje que los rodeaba. Aire puro llenaba sus pulmones, el sol brillando cálidamente sobre la piel, el arrullante sonido de las aves al cantar y el suave pastizal bajo sus cuerpos. Una hermosa tarde de verano.

Abre despacio sus parpados, el café de ojos brilla al mirar al cielo, encontrando formas en las nubes que pasan. Ella sonríe.

Esta en paz, en completa y armoniosa paz.

Están en su lugar secreto, donde pueden estar juntos sin ninguna interrupción, con los móviles apagados. Siente la calidez que envuelve su pequeña mano, porque era pequeña, contrario a la masculina. Lo escucha respirar, tan calmado, tan suave, tan pausado. Voltea la mirada, encontrándose al amor de su vida.

Sonríe.

Es tan guapo. Su cabello blanco, brillante y tan suave. Labios delgados y carnosos. Piel blanca, suave, sin imperfecciones. Cejas delgadas y Largas pestañas que tocan sus mejillas.

Pero lo mejor de todo. Sus ojos.

Ojos celosamente escondidos tras los parpados cerrados, más ella sabía, que no dormía. Pero ella quería ver esos ojos, ojos más brillantes que los diamantes, más dorados que el oro, y tan cálidos como el sol. Si, ella quería ver esos ojos.

Ojos que la miraban con amor, que llenaban su alma de pasión.

Se acerco, él no se movió. Lentamente, esperando. cerro sus ojos y poso con suavidad los labios sobre los suyos, apenas una caricia, pero suficiente para sentir aquella chispa recorriendo su cuerpo, acelerando sus latidos. Al separarse, y abrirlos nuevamente, obtuvo lo que tanto quería.

Él abre sus ojos, con parsimonia. La enfocan ella, solo a ella. Ojos que miran con amor y calidez, como si fuese la única para él.

Y era así.

Ella lo sabía. Que era su única vez en la vida, al igual que él lo era para ella.

La mira y sabe que nada puede ser más importante que ella. La mira, y solo piensa en ella. La mira, y no puede dejar de hacerlo.

El corazón le palpita con velocidad, las manos le cosquillean por solo tocar. Acerca su mano, y le acaricia la mejilla. Ella cierra los ojos, disfrutando la caricia, que sube lentamente, hasta perderse en su cabello.

Es tan hermosa.

Su piel blanca y mejillas rosadas. Pestañas gruesas y rizadas. tan pequeña y delicada. Cabello largo y sedoso, tan oscuro y brillante, con aroma a flores. Nariz pequeña y respingada. Ojos grandes y expresivos, oscuros y profundos, que podrían absorberlo. Labios rosas y carnosos, que con solo verlos relame los propios, no aguantando las ganas de acercarla y devorar esa boca que tanto lo tienta.

Así lo hace.

Que beso tan exquisito piensa.

Sus labios se tocan y acarician, se humedecen y lastiman, pues no pierden la oportunidad de morderse. Él acaricia sus labios con su lengua, y la introduce en su boca, iniciando un juego con la suya.

Comienza a marearse, le falta el aire, mas no quiere que pare.

Siente cosquillas en su vientre, las manos fuertes y grandes recorren su cintura, suben por su espalda y se aferran al cabello, sin lastimarla. Él cambia de posición, pues ahora es quien está encima de ella, dominándola, amándola. Ella acaricia el abdomen por sobre la ropa, sube con desesperación y rodea su cuello con los brazos, acercándolo, impidiendo que se aleje.

A su mente llega la primera vez que estuvieron juntos, hace ya 10 años, en una tranquila noche de abril. Tenía 16 en ese entonces, él 19, más la edad nunca le importo.

Sus padres no estaban, él había entrado por su ventana. Hablaron por un rato, recostados en su cama. Unos cuantos besos, caricias inocentes, pero ella quería más.

La ropa esparcida por la habitación, la tenue luz de su lamparita, la cama desordenada y dos cuerpos unidos sobre esta.

Manos ajenas recorriendo su cuerpo, besos y caricias esparcidas por su piel. Suspiros y jadeos, dolor y placer, lágrimas y sudor. Almas conectadas, pasión desbordante, una entrega mutua y palabras cargadas de amor.

había sido tan hermoso.

Su primera vez.

Nunca se arrepentiría de esa decisión, y ¿Cómo hacerlo, si aún al día de hoy, continuaban igual o más enamorados que ayer? No, jamás se arrepentiría.

A su lado solo podía sentirse feliz y completa. Podía sentirse hermosa, única y perfecta, pues él siempre se lo demostraba. Con mirarla, con besarla, con tocarla. De solo sentir su amor por ella, lograba que las lágrimas invadiesen sus ojos, pues era tan intenso que dolía, y nunca podría vivir sin él.

Lo amaba tanto o más que él.

El beso termino, respiraciones agitadas, mejillas sonrojadas, labios húmedos y corazones acelerados. Todo en ellos era tan intenso.

Él acaricio sus mejillas, apartando las lágrimas que recorrían su piel. Ni siquiera sabía que estaba llorando.

Pero lo sabía, Sesshomaru sabía que no eran lágrimas de dolor o de tristeza, sino todo lo contrario.

No lo pensó, pues tampoco había ninguna duda. Junto su frente con la suya, rodeo el pequeño cuerpo entre sus brazos, encajando a la perfección, pues él había sido hecho para ella, su alma siempre estuvo con ella.

Beso sus parpados, probando el sabor de sus lágrimas. Beso su frente, beso sus mejillas, hasta llegar nuevamente a su boca, besándola con delicadeza, con amor. Muy diferente al anterior, donde la pasión había dominado y había querido devorarla.

Ella aun rodeaba su cuello, correspondía a sus labios, entregada a su sentir. Separo sus labios, solo escasos centímetros, pues necesitaba decirlo.

Fue suave, apenas un murmullo, pero perfectamente audible para ella.

Dejo de buscar sus labios, pues no quería que ese beso terminara, más sus palabras la dejaron sin aliento. Abre los ojos desconcertada, sus miradas se conectan. No está segura de sí lo que escucho fue real, o solo un producto de imaginación, sin embargo, en el áureo de sus ojos puede ver, que no se trata de ningún sueño, había sido real, tan real como el aire que respiran, y tan sólido como la tierra bajo sus cuerpos.

Necesitaba oírlo una vez más.

-Rin… cásate conmigo- susurraste, regalándome una pequeña y cálida sonrisa. Solo para mí.

Lo sabía. Siempre lo supe. Desde aquel día, cuando nuestras miradas se encontraron por primera vez, lo supe.

No tienes que preguntarlo, pues ya te pertenezco, soy tuya. Ambos nos pertenecemos, por mucho tiempo nos buscamos, pues nos necesitamos.

No podría vivir sin ti, eso sería imposible para mí. Se que me comprendes, pues en tu mirada puedo ver, que sientes lo mismo que yo.

No necesitas una respuesta, pues sabes que aceptare. Aun así, encuentro mi voz para decir:

-sin importar el tiempo… hoy… mañana… y siempre… mi respuesta, es sí… y eso nunca va a cambiar.

Por fin nuestros labios vuelven a encontrarse, dando inicio a una nueva etapa en nuestra vida. Un camino que estamos ansiosos por continuar, juntos.

Y mientras el sol comienza a esconderse, partimos el camino de regreso a nuestro hogar. Con la mirada al frente, la sonrisa en su rostro no desaparece. También sonrió, miro por la ventana, viendo el pasar de los árboles, ansiosa por hacer crecer nuestra familia.

Sin soltar nuestras manos, la joya en mi dedo resplandece como una estrella, dispuesta a cumplir mis deseos.

No lo necesito.

Hoy, mañana y siempre…

Mi deseo, siempre serás…

Fin

N/A:

Holiiiiiiii

Espero les haya gustado este pequeño one-shot, sé que la canción parece triste… pero la verdad es muy bella, me encanta evanescence y es perfecta porque en cuanto escuche esta canción, inmediatamente imagine algo así.

Tal vez escriba nuevamente algo así en el futuro, ya veré.

Los quiero mucho! Hasta la próxima :3