Disclaimer: Como viene pasando en la larga historia de los fanfics, los personajes no me pertenecen, solo la idea y el tiempo invertido en escribirla.

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Debi Saberlo
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By Nagi-chan

Oficina central del FBI.

9:56 a.m.

Afortunadamente el instinto también se equivoca a veces.

Cuando entro en el edificio algunos agentes me miran con extrañeza, otros con pena. Algunos otros bajan la vista cuando yo paso al lado de ellos, avergonzados quizá.

Yo sigo con mi cabeza bien alta el pasillo hasta el despacho de Skinner, quien me hace pasar inmediatamente. Hay más agentes allí, revisando informes, con el ordenador, tomando notas. Se giran y me miran desconcertados, como pidiendo un perdón que yo no puedo darles. Skinner les indica que se alejen un poco y se acerca a mi. Intenta mostrarse amable, e incluso preocupado.

-¿Cómo está?

-Sigue en coma, señor. La bala ha quedado incrustada en el lóbulo temporal y es imposible extraerla, y como la hemorragia ya ha sido detenida lo único que podemos hacer es esperar.

-Siento oír eso, agente Scully –se acerca un poco más- Parece que usted no ha dormido muy bien.

-Lo que se dice dormir.... –y sin poder evitarlo una sonrisa nostálgica aparece en mi labios.

-Como ya le dije, usted no es ni mucho menos la responsable, nadie es responsable de lo que le ha pasado al agente Mulder. Ninguno podíamos saberlo.

Pero se que en el fondo Skinner también se siente un poco culpable por no haber sabido que algo estaba pasando. Quizás piensa que si hubiera mostrado un poquito más de atención... Pero hubiera sido imposible que él lo hubiera notado en las escasas visitas que Mulder se vio obligado a hacerle.

Él no, pero tú si debiste. Debiste saberlo por que lo quieres, por que lo has querido durante mucho tiempo. Él no lo conoce tan bien como tú, pero tú debiste...

Cállate.

-Pero tal vez...

-No hay más discusión, agente. Lo que pasó pasado está. Lo que ahora me importa es si vamos arreglarlo, o a seguir culpándonos por algo que YA ha ocurrido. ¿Me sigue?

Sus palabras me azotan la cara como una bofetada, haciendo que la voz chillona se calle y que mi mente racional vuelva a tomar el control.

-Si, señor.

-Estupendo.

Me conduce hasta la mesa grande donde están todas las pruebas que recuperamos del apartamento de Mulder donde sucedió todo, incluidas algunas muestras de sangre, todas pertenecientes a Mulder. Skinner de pronto se sobresalta y se adelanta a mi, cerrando la ventana que estaba abierta en el ordenador.

Demasiado tarde.

Ya lo había visto.

Por supuesto, ya había visto el E-mail. Lo vi cuando registramos el apartamento de Mulder ese inolvidable jueves por la noche, y lo estudié cuando lo trajimos a las oficinas. El remitente era anónimo, y por mucho que los técnicos de informática de la unidad de delitos informático quisieran seguirle la pista a ver si encontraba algo, sospecho que eso sería un pérdida de tiempo y de recursos. Se lo enviaron a Mulder el Martes por la tarde, seguramente como incentivo para que no perdiera el interés ni los tomara por unos bromistas. Pero el mensaje del E-mail no parecía ni mucho menos una broma.

"Una imagen vale más que mil palabras, o eso dicen.

Esto es una prueba de que vamos en serio y de que debe

seguir nuestras instrucciones al pie de la letra.

Estamos vigilando, no se olvide"

Los expertos en caligrafía solo habían podido decirnos que eran varios hombres entre los 30 y 45, probablemente miembros de una organización con algún tipo de estructura jerárquica, con estudios universitarios o superiores, en todo caso.

En resumen, nada.

Debajo del escueto mensaje había una foto a todo color con una frase en la esquina inferior derecha "Podía haber sido una bomba"

Cuando vi la foto por primera vez mi corazón experimentó una tremenda sacudida, probablemente producida por el miedo y la indignación, seguida por la angustia al pensar en como se habría sentido Mulder al verla, para terminar con cierta vergüenza por la cantidad de policías que se agolpaban a mi lado para verla.

Creo que, a pesar de todo mis esfuerzos por eliminar la mayoría de copias que se hicieran para reducir el número de agentes que veían esa foto, hay un par de ellas circulando por toda la oficina, incluso puede que en otras cercanas también. En los momentos en los que pienso esto me doy cuenta de que la sociedad sigue siendo aún muy machista, por mucho que queramos las mujeres.

La foto muestra mi sala de estar. En el centro hay una mesa con un paquete abierto, y todo a su alrededor en un perímetro de metro y medio más o menos manchado con una asquerosa pintura roja. Yo estoy a un lado de la mesa con mis pantalones cortos de andar por casa, como me dijo un día mi madre, sosteniendo mi camiseta azul claro que también está manchada de rojo. Me la había quitado indignada, pensando que eso era una broma de mal gusto, que abras un paquete y te salpique toda de pintura, para enviarla directamente a la lavadora, junto con el pequeño mantel que había encima de la mesa. Solo pensaba que

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como no se me quite la macha se va a enterar. Claro que si.. Habíamos sido amigas, si; muy amigas, vale... Pero, por dios, si hace VEINTE años que no he oído hablar de ella. Desde que se fugó a California con ese novio suyo... Al noseque. Y ahora me sale con esta bromita.

Cojo la caja con cuidado de no ensuciarme más y vuelvo a mirar el remite.

Sally Thomas Denbrough

SALUDOS DESDE CALIFORNIA!

Tiene que ser ella. No conozco a ninguna otra Sally. Habíamos sido como uña y carne en el instituto. Ninguna estaba en el equipo de las animadoras, pero era agradable tener a alguien a quien poder confiarle tus secretos. Después de un par de años en la universidad, que yo había elegido por las dos por que a Sally le daba exactamente igual, conoció a ese tal Al y un día se fugo con el a California en busca de un futuro en común, según me dijo. Menudo futuro que vas a tener con él, pensé. Esa fue la última vez que hablamos.

Más tarde, en la oficina, me daría cuenta de lo aterrador de todo este asunto. Por que para que abriera el paquete sin sospechar nada (con el tiempo he adquirido la extraña costumbre de revisar todos los paquetes que me llegan sin remite o de personas que no conozco) y que a la vez no pudiera ponerme en contacto con esa persona para saber el propósito de la bromita (con lo que quedaría al descubierto que no me había mandado ningún paquete), tenían que haber buscado a alguien bastante atrás en mi pasado, y eso implicaba que me habían estudiado con mucho detenimiento, igual que a Mulder.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando lo pensé detenidamente.

Pero ese día, después de haber terminado de limpiar el salón y de poner la ropa sucia a lavar, cuando estaba tomando mi cena acurrucada en el sofá con las luces apagadas mientras veía la tele, las palabras que Omar Sharif le dirigió a Julie Chritine en una pequeña habitación, eran lo único que ocupaba mis pensamientos.

Fue al día siguiente cuando supe con certeza que no había sido Sally la que me había mandado el paquete, y que algo empezaba a ir mal, muy mal.

-¿Café?

Digo entrando en el despacho con mucho sigilo para que Mulder no me oiga entrar. Él gira súbitamente y me abraza tan fuerte que estoy a punto de tirar la taza de café que le he traído por si él había olvidado hacerse una

(su taza de siembre)

esta mañana.

A pesar de que ser abrazada por Mulder a primeras horas de la mañana es algo gratificante, tan inusual que en otras circunstancias lo habría alargado todo lo que fuese posible, me aparto un poco de él y lo miro a los ojos, intentando averiguar que demonios está pasando.

Lo que veo no me gusta.

-¿A que viene esta súbita muestra de ... no se como decirlo....

(preocupación)

buen humor tan temprano?

-¿Estás bien?

-Si, ¿por qué lo dices?

Mulder parece más sereno ahora.

-No lo se, esta mañana me levanté con el terrible presentimiento de que te había pasado algo malo.

-Bueno pues... como ves no me ha pasado nada.

Intento sonreír, pero me es imposible. Mulder no ha cambiado su expresión, siento sus ojos interrogándome, como si supiera que aún que da algo por decir. No fue mi intención, pero durante un instante pensé que el apelativo de siniestro se ajustaba a Mulder perfectamente en esta ocasión.

-¿Segura? –dice con un tono más alegre

-Si.

Entonces dudo. Tal vez solo fuera imaginaciones mías y todo estaba en mi mente, tal vez realmente Sally había decidido gastarme una broma, y Mulder estaba nervioso por la apertura del edificio Parrish, y lo demás solo eran conjeturas que había hecho mi mente, pero que carecían de ninguna veracidad.

Oh, si claro. Una chica a la que hace que no ves 20 años te pinta el salón de rojo por que si. Y Mulder, a quien sus amigos han apodado el siniestro, se poner nervioso por una tarjeta....claro....

-Aunque... ayer me pasó algo bastante extraño. Recibí un paquete por correo de una amiga que hacía que no veía desde hacia

(veinte años)

bastante tiempo. Cuando lo abrí me dejó todo el salón pringoso de pintura o algo así. Tardé en quitarla casi dos horas. Una broma de mal gusto.

Mulder me mira inexpresivo. Ni sorpresa, ni asombro, ni siquiera una mueca de curiosidad.

Yo cambio la posición del pie de apoyo, nerviosa.

-Tu presentimiento falló está vez.

Esta vez logro una medio sonrisa, y él me la devuelve. Por un momento siento que todo es igual que hace una semana, cuando nuestra mayor preocupación era que lunático sería el siguiente en llamar.

Entonces se acerca más a mi y me mira serio.

-Scully, no vuelvas a abrir ningún paquete, ni nada que te parezca sospechoso, ni a nadie al quien no conozcas. Ten mucho cuidado ¿me oyes?

-Si, claro, Mulder. ¿pero por que...?

-Mis presentimientos nunca fallan, Scully. Nunca.

Entonces sonríe y se aleja un poco de mi. Coge la chaqueta para irse y antes de que yo pueda protestar me recuerda con voz apagada que tiene una cita con Bowers para noseque de las oficinas y que debe irse de inmediato, pero que como Skinner solo nos dio un día de permiso, que si por favor podía quedarme en la oficina

(a defender el sótano)

a terminar el informe que estaba pendiente. Yo por supuesto le dije que si, al ver que no tenía ninguna posibilidad de acompañarlo. Además él tenía razón, por mucho que me pesase. Skinner no se mostraría muy alegre si descubría que habíamos faltado otra vez al trabajo.

Cuando Mulder esta cruzando el marco de la puerta se detiene, me mira y dice con la voz de Skinner:

-Por cierto, creo que no....

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...debería sacar eso de la funda de plástico.

-No se preocupe, solo quiero echarle un vistazo –le doy la espalda a Skinner y saco a la torre de Philadelphia en miniatura de la pequeña bolsa transparente para observarla mejor.

-Es una de las figuras que están encima de la repisa del apartamento del agente Mulder. Como podrá ver tiene restos de sangre. Pertenecen al agente Mulder, lo hemos comprobado. Al preceder....

-...le golpearon con ella –concluyó Skinner.

-Eso concuerda con la herida que tiene Mulder en la cabeza. Pero todo esto ya lo sabíamos. –le entrego de nuevo la prueba a Skinner- ¿Para que...?

-Bueno –intervino uno de los agentes más jóvenes que había permanecido en segundo plano hasta ahora, captando la atención de todos, lo que le hizo erguirse un poco- estudiamos la figura en busca de huellas, pero como supusimos, los o el agresor llevaba guantes, por lo que con los medios normales no sacamos nada.

Todos lo miramos expectantes, incluso yo creo que he recuperado en parte mis esperanzas.

-Entonces decidí probar algo menos... ortodoxo.

Reprime una pequeña risita y nos muestra una especie de papel casi transparente que parece muy frágil. Me hizo recordar al papel de cebolla que Missy y yo usábamos para copiar a las princesas de los cuentos que teníamos en casa, y colorearlos para ver a quien le quedaba mejor. Siempre ganaba ella.

Según nos fue explicando el agente James, como pude leer en su identificación acoplada al bolso de su chaqueta, el funcionamiento era bastante similar. Se acoplaba al objeto en la zona en la que se pensaba que podría haber una impresión de huella y se dejaba actuar, echando un líquido que hacía que quedase fijo. Pasado un rato se retiraba y se tenía una impresión de negativo, como lo llamó él, con la que trabajar. Ese papel era tan fino, dijo, que no solo quedaban impresas las marchas de la tela del guante –era alucinante ver todos esos bultitos en la pantalla del ordenador- sino también la huella que tenía el dedo que estaba detrás. Si bien esto solo funcionaba a veces, cuando el material del guante lo favorecía, cuando el agresor imprimió una fuerza bastante grande en el objeto (seguramente cuando golpeó a Mulder) y cuando el material del que estaba echo el objeto era propicio.

Seguramente que el doctor Payton diría que ha sido cuestión de suerte, pensé, pero solo ha sido otra estúpida casualidad. Por que si hubiese sido suerte, Mulder no estaría ahora en el hospital.

Lo que ahora realmente me importaba era una sola cosa: que habían conseguido sacar una huella parcialmente entera.

¡Una huella!

-¿Y sabemos a quien pertenece? –no me dirijo a ninguno en especial, pero parece que todos dejan que Skinner conteste.

-Hemos estado buscando en las bases del FBI y en la policía de todo el estado, fue un trabajo bastante duro, pero al final dimos con esto.

Me entrega un papel con la fotografía de un hombre en blanco y negro y sus datos debajo. Extorsión, falsificación, chantaje, robo. Un encanto. Sin que pueda evitarlo me imagino a ese hombre coger la figurita de Mulder y estrellársela en toda la frente, haciendo que él caiga de espaldas y tire el escritorio en su caída.

Aparto la vista.

-John M. Calbot.

-Si, un ladrón de guante blanco. Lo buscan en Virginia, Maryland y otros cinco estados, al parecer solo busca hacer dinero, vende todo lo que roba al mejor postor.

-Y hace un par de horas nos encontramos con esto.

Otro agente me pasa otro papel lleno de datos, a los que solo echo una rápida mirada.

-¿Fue expulsado del Proyecto?

-Así es. Poco antes de que se terminaran las oficinas del edificio Parrish, descubrieron que este hombre estaba vendiendo información clasificada sobre algunas de las actividades que estaban llevando a cabo.

-¿A quién?

-No lograron averiguarlo, pero como lo habían descubierto pronto y la mayor parte de lo que se había llevado no eran datos que ellos consideraron muy peligrosos, dejaron el asunto el manos de la policía y se olvidaron de él.

-Parece que el no se olvidó de ellos.

-Creo que estaban esperando la oportunidad para volver a atacar –agregó Skinner.

-Cuando se enteraron de que el agente Mulder iba a ser una de las pocas personas que tendría acceso a todo el edificio vieron en él al blanco perfecto....

Eché una rápida mirada al agente que acababa de hablar, su voz sonaba tan dura... como si estuviese hablando de alguien de un país lejano a quien nadie conocía...

-....y como sabían que él no aceptaría voluntariamente decidieron que lo mejor era chantajearle para lograr sus fines. Al no tener familia, se fijaron en usted como blanco para hacer el chantaje.

Se hace el silencio, como si ya hubiesen dicho todo lo que tenían que decir. Y todos me miran expectantes. Pero ¿qué esperan que diga? Excelente trabajo, amigos, ya sabemos quien ha dejado a mi compañero en coma, ahora vámonos a casa a tomar unas cervezas...¡invito yo!

-¿Ya se ha enviado una orden de busca y captura contra él y los demás? –dije al fin.

-Mejor –dijo Skinner- sabemos donde se encuentran, o mejor dicho, donde se van a encontrar. Esta noche se reunirán con unos compradores en un almacén a las afueras de la cuidad para intercambiar el prototipo que el agente Mulder robó para ellos, lo que no saben es que habrá toda una patrulla de agentes el FBI esperándoles.

Mis ojos vuelven a iluminarse. En esos momentos hubiera sido capaz de abrazar a Skinner. Claro que me contuve, al haber tantos agentes en la oficina. Creo que él lo supo y me miró agradecido, como diciendo ¡lo tenemos!, tenemos al hijo de puta que le ha hecho esto a Mulder, cuando lo atrapemos si podremos ir a celebrarlo.

-¿A que hora es la redada?

-A las doce y media.

-Quiero participar.

Digo rotundamente. Miro a todos un por uno, escrutando sus caras, dispuesta a contestar a cualquiera que me dijera algo en contra de lo que acaba de decir.

Pero nadie dijo una palabra.

Ni siquiera Skinner.

Entonces asiento satisfecha y me marcho del despacho, prometiendo que estaría allí a las diez para empezar a hacer los preparativos.

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¿Opiniones del fic hasta ahora? Un reiew no cuesta nada!