Invierno: Jugando en la Nieve

- ¡Val_chan, despierta! -.

- Mamá, déjame dormir, estoy de vacaciones -.

El dragoncito se escondió bajo las mantas mientras su madre descorría las cortinas.

- Vamos, tienes que ver lo que hay afuera -.

Val se frotó los ojos intentando enfocar, de golpe toda su modorra desapareció al ver el paisaje nevado del otro lado de la ventana.

- ¡La primera nevada! – exclamó entusiasmado, dando saltos sobre la cama - ¿¡Puedo ir a jugar con Pal!? -.

- Calma, primero tienes que desayunar algo – sonrió su madre – Lávate y vístete mientras te lo preparo -.

El dragoncito obedeció a toda velocidad. En el salón le esperaban unas tortitas con chocolate y un buen vaso de leche, se abalanzó sobre ello de tal manera que Filia no pudo evitar recordar a cierta hechicera pelirroja y a un rubio espadachín.

- ¡Terminé! -.

- Un momento Val_chan, deja que te abrigue -.

Val aguantó estoicamente el que su madre le enfundara en un grueso abrigo. Los cabellos turquesa quedaron tapados por un gorro, luego vino la bufanda, los guantes y las botas.

- ¡Mamá que voy a jugar no de expedición! – protestó el niño con desesperación - ¡Me achicharro! -.

- No permitiré que te resfríes – le dio los últimos retoques – Y recuerda, si te tiras bolas de nieve con los otros niños procura no enfadarte, el año pasado te transformaste en dragón y me costó mucho convencer a las otras madres que consintieran a sus hijos seguir jugando contigo -.

- Vale, hasta luego mami -. El crío salió corriendo al nevado exterior.

Después de recoger la casa y dejar preparada la comida Filia se sentó a coser junto a la ventana, desde allí veía a los niños de la aldea enzarzados en un combate de bolas de nieve. Prosiguió con su tarea, segura de que Val tendría en cuenta sus consejos y no se convertiría en dragón; sin embargo cambió de opinión al ver quien se había unido al bando que lideraba su hijo, aquello estaba pasando de ser un juego a una mini batalla. Furiosa se levantó del sillón.

- ¡¡¡ZEROS!!! -.

Los chiquillos dejaron automáticamente de pelearse para mirar a la terrible señorita Ul Copt.

- ¡Ven conmigo! -.

- Pero Filia... -.

- ¡¡¡He dicho que vengas!!! -.

Filia le agarró de la capa y le arrastró sin piedad hasta la casa. Los niños compadecieron a su compañero de juegos, conocían de sobra lo estricta que era la madre de Val.

- ¿¡Acaso te has propuesto corromper a toda la infancia de la zona!? – gritó Filia una vez estuvieron en el salón.

- Tampoco es para tanto, solo nos divertíamos – replicó Zeros, su rostro era la inocencia personificada.

- ¿¡Divertios!?, te divertías tú, eso estaba a punto de convertirse en una batalla sin cuartel – le miró furiosa – El año pasado Val_chan se transformó en dragón por tu culpa, no voy a dejar que hagas lo mismo por segunda vez -.

- Debe ser un defecto de carácter de los dragones, en cuanto se os molesta un poco sois capaces de llevaros por delante una ciudad -. n_n

La ex sacerdotisa enrojeció, Zeros aún se reía de lo que ocurrió en aquella ciudad que odiaba a los dragones.

- Se supone que tu misión es vigilar a Valgarv, procura limitarte a eso -.

- Bueno, si quieres puedo quedarme aquí contigo, así yo vigilo a Valgarv y tú me vigilas a mí – sugirió.

- De acuerdo – accedió ella, aunque no le hacía mucha gracia tenerle allí – Hay té en la cocina -.

Filia se sentó en la butaca y siguió cosiendo. El mazoku volvió con una taza, la dejó en la mesita y movió el otro sillón hasta ponerlo junto al de la joven.

- No puedo coser si tengo a alguien mirándome por encima del hombro – protestó incomoda.

- Es que me resulta interesante -.

- ¿Interesante?, ¿coser? – ella enarcó una ceja, ciertamente desconcertada.

- Sí, me llama la atención todo lo que hacen los humanos, por eso me es tan sencillo pasar desapercibido entre ellos -.

- ¿Así es como empezó tu adicción por los dulces? -.

- Acertaste, los mazoku no necesitamos comer ni nada semejante pero muchos lo hacemos por el mero placer que ello conlleva – sonrió malicioso – Aunque hay cosas mucho mejores para "comer" que una tarta -.

La forma que tuvo de pronunciar aquellas palabras hizo que Filia se sonrojara, procuró disimular retomando su tarea. Zeros continúo observándola.

- Deja de mirarme -.

- ¿Acaso te pongo nerviosa? -.

- Ya te he dicho que resulta muy molesto tener a alguien mirándome por encima del hombro -.

La aguja se movía veloz en la mano de la ex sacerdotisa, en una de las puntadas imprimió demasiada energía y se pinchó.

- ¿Contento? – inquirió crispada.

- Eres una quejica – le cogió la mano – Esto tiene fácil arreglo -.

Se llevó el dedo herido a la boca. Filia se quedó petrificada y un insistente cosquilleo se asentó en su estómago, el color que adquirió su cara no tenía nada que envidiarle al de un tomate maduro.

Cuando Zeros liberó su mano tenía la misma expresión de siempre, distraída y simpática.

- ¿Mejor? – sonrió.

Eso le recordó a Filia que debía seguir respirando.

- Eh, sí... gracias -.

La puerta de la calle se abrió de golpe dando paso a un dragoncito bastante alterado.

- ¡Mamá, mamá, mamá! -.

- ¡Val, haz el favor de entrar en las casas como una persona civilizada! – le reprendió su madre.

- Lo siento, es que Pal me ha invitado a comer en su casa y Jiras está de acuerdo, ¿puedo ir?, venga, di que sí, por fa -.

- Puedes ir, pero intenta comportarte -.

- ¡Muchas gracias, mami! – el niño la abrazó y le dio un beso antes de salir como había entrado.

- No hay remedio con él – suspiró la dragón dorado.

- Ha salido a su madre -.

- Muy gracioso -.

- Parece que vas a comer sola, ¿por qué no me invitas? -.

- Tendrás cara -.

- Vamos, te he salvado de desangrarte, es lo menos que puedes hacer -.

- Solo espero que el pollo no cobre vida como la última vez -.

- Descuida, ya he descargado mis instintos diabólicos en otra parte -.

- ¿A qué te refieres? -.

- Eso es un secreto -.

Filia fue a la cocina mientras Zeros ponía la mesa.

El pollo no cobró vida pero el demonio hizo todo lo que estuvo en su mano para reírse a costa de la dragón dorado, sorprendentemente ella no respondió a las provocaciones.

- Me decepcionas, lagartija dorada – dijo ya en los postres – Estás permitiendo que me meta contigo sin oponer resistencia -.

- No me apetece discutir, ya he descargados mis instintos anti mazoku recogiendo la casa – sonrió divertida - ¿Acaso te resulta frustrante? -.

- Digamos que empieza a convertirse en una cuestión de orgullo personal -.

- Pues no vas a conseguirlo -.

- Enseguida lo sabremos -.

Zeros la cogió en brazos y se teleportó.

- ¿¡Pero qué...!? -.

Reaparecieron en las afueras de la aldea. El demonio soltó a Filia y ésta acabó de nieve hasta las orejas.

- ¡¡¡Aaaahh!!!, ¡¡¡maldito namagomi, ésta me la pagas!!! -.

- Ves como si podía hacer que... -. ¡¡¡TUD!!!

La bola de nieve le dio en plena cara.

- ¡Sí! – aplaudió ella, preparando otro proyectil.

- Ahora verás -.

Filia le arrojó otra bola, falló al esfumarse su objetivo. Entonces sintió el hielo bajando por su espalda, se dio la vuelta y estampó al demonio contra el suelo de un mazazo.

- ¡Serás bruta! -. n_n*

- No protestes, quejica, para una vez que consigo darte hay que ver la que armas -. XDDDD

- La venganza será terrible – Zeros se incorporó, las pupilas amatista clavadas en ella.

- Zeros, ni se te ocurra... -.

Se le ocurrió. La dragón dorado acabó en el suelo medio enterrada en el manto blanco, aunque durante el proceso su agresor comió bastante nieve.

- ¡Basta, me congelo! -. Sacudió la cabeza rubia llena de pegotes blancos.

- Estoy de acuerdo, si seguimos así me provocaras una indigestión de hielo -.

Filia le dio un empujón que él, con una amplia sonrisa, soportó sin inmutarse. Exasperada se teleportó de vuelta a su casa.

- ¿Te has divertido? -.

La ex sacerdotisa le tiró una toalla.

- Sécate antes de que encharques mi salón -.

Dicho esto subió las escaleras ignorando a su irritante visitante. Entró en su habitación y buscó en el armario algo seco que ponerse.

- Insisto -.

- ¡Namagomi!, ¡fuera de mi cuarto! – gritó Filia, bastante alterada.

- Contesta a mi pregunta – Zeros se cruzó de brazos.

- Sí, ha sido divertido, pero ahora sal de aquí -.

El demonio se dio la vuelta pero no se marchó.

- ¿Han empeorado las pesadillas de Val? -.

- Se mantienen estables –. La dragón dorado, resignada a tenerle allí, escogió un vestido gris oscuro y lo dejó sobre la cama.

- ¿Ha visto algo nuevo? -. Zeros observaba atentamente el espejo del tocador.

- Bueno, recordó cuando se enfrentó a todos dentro de la caverna -. Procedió a desatar las cintas que anudaban el vestido que llevaba puesto.

- ¿Ha recordado algo estando consciente? -. Una maliciosa sonrisa asomó a sus labios cuando la ropa mojada cayó al suelo revelando un esbelto cuerpo femenino.

- No, por lo menos a mí no me ha dicho nada -. Se quitó la empapada ropa interior. - ¡Ni se te ocurra darte la vuelta! -.

- Descuida – replicó perdido en la contemplación del espejo - ¿Entonces no has notado nada extraño en Val? -.

- Solo una cosa, quizás sea una coincidencia, el caso es que antes de que les dieran las vacaciones fui a hablar con la maestra de Val_chan, me dijo que tenía un hijo muy inteligente, tanto que asustaba -.

- Continúa -.

- Me explicó que hay veces en que Val demuestra poseer conocimientos que ningún niño de su edad podría tener -. Terminó de ponerse el vestido. – Ya puedes volverte -.

- Hablaré con Val, a ver que me cuenta – se aproximó a Filia y le devolvió la toalla con aire infantil – Ahora debo irme -.

- ¿Vendrás a invadirnos mañana? – interrogó la joven.

- Es posible -.

- Le prometí a Val_chan que haríamos galletas -.

- ¿Se acepta un ayudante? -.

- ¿Tú?, ¿haciendo galletas?, eso no me lo pierdo -.

- Entonces hasta mañana, Filia_chan – le dio un fugaz beso en la mejilla y, antes de irse, añadió burlón – Te sienta muy bien la lencería blanca -.

Filia permaneció clavada dónde estaba, roja de vergüenza y de ira, mirando furiosa el espejo del tocador.

Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio: contigo porque me matas, y sin ti porque me muero.