Esa noche Lilia estaba rozagante, me había ganado en ajedrez; sin embargo sabia el motivo así que no le dio mucha importancia. Nos acostamos cerca de las dos de la mañana y yo no había dejado de pensar en el un solo minuto. Esperaba que el estuviera en la misma situación, sin embargo el hecho de que no fuera así no me mortificaba. Después de que todas las muchachas durmieran en la habitación, yo no podía conciliar el sueño. Pensaba en que estaba haciendo Abraham, con quien, y si estaba dormido, que estaría soñando. Después de mucho tiempo de pensar en el, decidí dormir y cerré los ojos. No paso mucho cuando oí la puerta de la habitación, pensé que seria alguna de mis compañeras, seguramente Nicole, siempre pasa horas en la biblioteca dándoselas de inteligente, así que fingí estar dormida y no me moví. Era muy claro que estaba equivocada, cinco segundos después de abierta la puerta, una mano rozaba mi cara, no una mano cualquiera.

Abraham, ¿qué haces aquí? Sara, yo... ¿Otra ves esas pesadillas?

Abraham tenia pesadillas desde que lo conocí en el segundo grado, nunca me había dicho a ciencia cierta de que se trataban. Esto siempre me pareció raro ya que vivía en un castillo con fantasmas rondándolo todo el tiempo y las vacaciones las pasaba en una casa embrujada cerca de un pueblo donde se presumía de la aparición de hombres lobo, mortifagos y hasta vampiros. Nunca supe de que se trataban en realidad esas frecuentes pesadillas. Perdón que te despierte así. Es que yo... Sara, tengo miedo. No te preocupes, mi niño. Todo esta bien.

El hecho de que acudiera a mi en esos casos me enternecía tanto. Me levante sin pensar en nada mas, lo abrase y sentí su cabeza en mi hombro. Era como consolar a un niñito y yo sabia bien como hacerlo con Abraham, lo conocía bien, el solo necesitaba un poco de cariño, nada mas. ¿Estas bien? -le pregunte sin dejar de abrazarlo- Mejor. Vamos a la sala.

Tome la manta de mi cama y una almohada, le tape la espalda con la manta y lleve la almohada bajo mi brazo. En la sala común, el fuego ardía débilmente, estaba desierta. Nos sentamos en el sillón mas próximo al fuego, yo en una orilla y el junto a mi. ¿Recuerdas el sueño, Abraham? No quisiera. Dime, lo entenderé. Es mejor que me cuentes que te preocupa.

No contesto de inmediato, me miro como pidiendo aprobación y poso su cabeza en mis rodillas envolviéndose en la manta. Te perdía -me dijo entonces- ¿Eso temes, mi niño? -su respuesta me sorprendió pero me pareció familiar, yo había temido perderlo por años- ¿Crees que nos separaremos? Yo no quiero. Te amo.

Levanto la cabeza para mirarme al decir la ultima frase, esperaba una respuesta. Yo lo bese en la frente como única respuesta, el se sintió bien, lo se; sin embargo el me devolvió el beso pero en los labios esta vez y se volvió a recostar en mis rodillas, cosa que me confortaba terriblemente. ¿Qué tal la fiesta? -le pregunte- No he ido. Me fui a recostar de inmediato. Sin ti en ella no valía la pena, no podía pensar en otra cosa. Lo se. ¿Lo sabes? He sentido lo mismo. Lilia me ha ganado en el ajedrez. -con esto dije todo, el sabia cuan buena era para el ajedrez-

No hablamos mas. El se quedo dormido minutos después. Al igual que yo, tenia sueño; sin embargo yo disfrutaba verlo dormir, estaba tranquilo, le acariciaba el cabello y el estaba ahí, dormido y tranquilo. Me recosté sobre el respaldo del sillón con la almohada, sin dejar de abrazarlo o acariciar su cabello. Me quede dormida.

Por la mañana, el ruido de pasos en la escalera me despertó pero no les di importancia, ya muchas veces habían visto todos a Abraham en la sala común, ¿por qué seria diferente esta vez? Es el colmo, Finn. Ahora dejas que tu amiguito duerma aquí. Es realmente vergonzoso, y en esta situación.

Era Nicole White, siempre había visto con desagrado el que Abraham fuera mi amigo y con mas desaprobación el que interrumpiéramos en nuestras respectivas salas comunes. ¿Quieres guardar silencio? ¿Temes que alguien lo vea aquí? No. Temo que lo despiertes. ¡Oh! Vaya, que considerada. Debieron desvelarse haciendo quien sabe que cosas.

Yo soportaba los comentarios estúpidos de Nicole pero Abraham no. ¿Algún problema, Nicole? No, bello durmiente. Solo le decía a Sara... Mejor que la dejes en paz, White. No queremos problemas contigo. ¡Bah! ¿Y si los quieren con las profesora McGonagall? No te atreverías. -esta ves Nicole se había pasado de margen- No lo duden. No lo haré por ahora pero, no duden que lo haga algún día.

Dicho esto salió de la sala. Abraham se sentó y alineo. Era extremadamente vanidoso, se arreglo el cabello y tallo los ojos, no le gustaba que, aun yo, que lo habia visto asi muchas veces, lo viera desarreglado. ¿Dormiste bien, amor?

¿Amor? Nunca me había llamado así, yo estaba emocionada ligeramente, nunca espere oírlo ahí, en ese momento. Uhm, si, si. Muy bien. ¿Y tu? Hacia años no dormía tan bien. Fuiste tu, es gracias a ti.

¿Cómo lo hacia? Cada palabra que salía de su boca me halagaba y hacia sentir bien. No sabia como corresponder a tanto. Nunca, ni en mis fantasías, imagine que el fuera tan maravilloso. No pude responder. Puso su mano izquierda en mi cara y me beso. No pudo durar mucho, el alboroto en las habitaciones de arriba corto el ese bello momento. El se arreglo la ropa y se dirigió a la salida de la sala común. Nos vemos en el desayuno.

Asentí con la cabeza y el salió de inmediato. Me quede sentada un momento, después recordé que tenia que desayunar (e verdad no era necesario, solo pensaba en el) y arreglarme, ese sábado habría una visita a Hogsmade, la primera con Abraham como mi novio.

No tarde mucho en darme un baño y vestirme cómodamente para la visita a Hogsmade, por supuesto me esmere en mi arreglo como nunca, quería que Abraham no se arrepintiera de pasar el día conmigo.

Baje a al comedor y me dirigí a la mesa de Ravenclaw buscando a Abraham en la de Gryffindor. No me costo encontrarlo, estaba en medio de una gran bulla de muchachos de séptimo y sexto grado, en el momento no me imagine si quiera de que se trataba y por que le prestaban tanta atención. Cuando me vio saludo con la mano y continuo con su desayuno en medio de palmadas en la espalda y sonoros uuhs de parte de sus compañeros. Obviamente sabían todo.

El desayuno transcurrió tranquila y normalmente. Filia siempre se levantaba extremadamente tarde ya que pasaba la noche escribiendo en un diario -que, yo por supuesto, calificaba como una acción tonta-, así que no desayuno conmigo. Como de costumbre, nadie me prestaba atención en el comedor, ya me había acostumbrado y no me importaba. Lo único que me importaba era que pasaran unas cuantas horas para estar con el, lejos del colegio, sin nadie mirándonos, solo el me importaba.

Cerca de las doce del día, el prefecto de Ravenclaw entro en la sala común para avisarnos que los alumnos que irían a Hogsmade se tenían que reunir en el vestíbulo del castillo. Yo estaba lista, solo esperaba el momento de salida. Todos los demás en la sala común se apresuraron mientras yo tranquilamente salía de ella.

En el vestíbulo estaban ya los de Gryffindor, entre ellos Abraham, ahora bañado y peinado con la ropa impecable. Por supuesto se daba a notar de entre sus compañeros que iban con sus peores ropas, después de todo solo era una visita a Hogsmade. Me acerque a ellos para saludarlos e ir en su grupo. Lilia no iría esta vez, estaba desvelada y tramaba algo, yo que se. Hola, muchachos. Buenos días, señorita. -uno de los amigos de Abraham era muy bromista- Buenos días, John. Veo que estas de buen humor. -le conteste- ¿Lista, Sara? -Abraham entro en escena- Lista. ¿Y tu? Bueno... -John nos miraba como un par de fenómenos- los dejamos solos.

Debí haber sonado muy tonta al decir Lista, ¿y tu? por que de inmediato los amigos de Abraham se alejaron. Te ves muy linda, Sara. Muy linda. Es un total honor escoltarte. No me puedo quejar. Eres el Gryffindor mas apuesto. Tenia que arreglarme, de lo contrario me opacarías. Eres muy tonto, ¿sabes? También te quiero.

Todo era perfecto. Yo estaba feliz, tenia a Abraham cerca de mi y como siempre lo había querido. El era maravilloso, el novio perfecto... para mi.



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