CAPITULO IV El pasado de Dumbledore

En la noche Harry recibió una buena noticia, Hewid le llevó un pergamino donde Hagrid le comunicaba que harían la visita a Oogresville y tendrían tiempo de ver y hablar con Albus. Al día siguiente Harry se levantó feliz, sabía que el día sería especial. Iba a poder ver a su amigo y guía, a aquel que lo había salvado en más de una ocasión, ese día lo iba a poder pasar en Oogresville y visitar la casa de Dumbledore, además iba a poder ver a Hagrid ya que tenía rato que no hablaba con él. Terminó lo más rápido sus deberes, preparó un hechizo de contraataque sorpresa que iba a utilizar en contra de Leviathan en la próxima clase de artes obscuras, pulió lo más que pudo su escoba y se alistó a salir al punto de reunión, era el primer viaje largo que realizarían en escobas como grupo y eso excitaba al grupo de estudiantes reunidos.

Llegaron al punto de reunión, ahí estaba, se veía desde una larga distancia, un hombre de casi tres metros de altura y casi tan grueso como tres hombres robustos juntos, sobre su deslumbrante motocicleta Hagrid sonreía y esperaba con ansias ver a Harry y Ron, este viaje estaba planeado sólo para los alumnos de último año de Gryffindor por alguna razón que todos menos Hagrid desconocían.

-¡Harry, dichosos los ojos! - exclamó al ver a su amigo. Potter bajo de su escoba y corrió a abrazar a su amigo.

-¿Cómo has estado, Hagrid?, ¿por qué sólo hemos venido unos cuantos y solo los de Gryffindor?

-¿Aun no has aprendido a guardar tu curiosidad verdad Harry? - Dijo el gigante sonriente, - Eso lo averiguaras cuando platiques con Dumbledore, por que él fue quien me pidió que esta vez sólo fueran unos cuantos y en especial que sólo fueran los alumnos de Gryffindor.

-Bueno señores, es tiempo de salir a la aventura, nadie se me adelante y por favor no olviden hacer su hechizo de "Specularea Perluceo Reticeo" (invisibilidad) ya saben que tienen que guardar silencio todo el tiempo o el hechizo se romperá, ya que pasaremos por arriba de varios poblados Muggles, tengan cuidado de no perderse ya que no podrán ver a los demás así que sigan el brillo de mi espejo, si se llegasen a perder desciendan sobre terreno despoblado y hagan el hechizo de "Tabula Mundos Oogresville" (mapa del mundo señalando Oogresville) y vuelvan a hacerse el hechizo de "Specularea Perluceo Reticeo" y sigan el camino desde donde están hasta el destino final. - Dicho esto Hagrid subió a su motocicleta, saco su paraguas y pronunció "Specularea Perluceo Reticeo" al mismo tiempo se apuntaba con el paraguas y se empezaba a desvanecer. Los demás siguieron el ejemplo de Hagrid y volaron siguiendo el reflejo del sol en el espejo de la motocicleta invisible.

En la mente de Harry había muchas dudas, ¿Qué quería hablar con el Albus? ¿Por qué solamente él y unos pocos eran los escogidos para la misión? ¿Acaso Voldemort había vuelto? ¿Ó era un peligro nuevo? Todo el camino quiso contestar la pregunta, pero solamente estaba especulando y le produjo un dolor de cabeza.

El viaje pasó sin contratiempos, nadie tuvo la necesidad de utilizar el "Tabula Mundos Oogresville", aterrizaron en la plaza central de Oogresville donde por primera vez vieron la estatua de Ocurún el gigante fundador de la villa, era por lo menos tres o cuatro veces más grande que Hagrid y él les explicó que estaba hecha a tamaño original. Nadie podía creer lo que veía, el pueblo era gigantesco, era como volver a ser un niño de dos años dentro de un vestidor de la NBA, todo era inmenso, por primera vez vieron a Hagrid como alguien de estatura normal ya que ahora él era un enano al lado de todo lo que se veía en la villa. Sintieron como retumbaba el piso y un gigante de unos siete u ocho metros de altura se acercaba hacia ellos, sus pasos hicieron que Ron se cayera de una banqueta de un metro de altura y casi se partiera el brazo, pero ni aun con el golpe logró cerrar la boca de la impresión que se estaba llevando en ese momento. El gigante sonrió y saludó a Hagrid, le indicó que siguiera hacia el norte y que allí encontraría la casa de Albus, no podía perderse ya que era la casa más chica de la villa, a lo que sonrió y de repente emitió una carcajada que por poco y revienta los tímpanos de los estudiantes de Gryffindor.

Ron alcanzó a Harry y de inmediato se dirigieron hacia la casa de Albus Dumbledore, al llegar ahí se decepcionaron en un inicio ya que la casa no era lo que esperaban, ellos hubieran querido que fuera algo espectacular, la casa de un gran mago a sus ojos debía de ser tétrica y llena de hechizos que la hicieran funcionar sin necesidad de que nadie metiera mano para limpiar o arreglar cualquier cosa, pero ohh decepción, la casa era como la de cualquier familia muggle, entraron y de inmediato los sorprendió ver a Albus Dumbledore con ropa muggle y con la barba más corta que de costumbre.

-Adelante, muchachos que bueno que se dejan ver - dijo con voz un poco más cansada que aquella a la que estaban acostumbrados y aunque que se había cortado la barba Albus se veía notablemente diferente, había envejecido más de lo normal, era como si por algún motivo todo lo que no había envejecido en los últimos veinte años lo hubiera hecho en menos de seis meses de no verle.

-Harry pasa y siéntate mientras Hagrid les enseña el pueblo a los demás, tú y yo tenemos mucho de que platicar, Ron quédate tú también, en algo podrás ayudar. - dijo sin denotar ninguna prisa en su voz.

Se sentaron en la sala frente a la chimenea, el fuego de esta era mágico ya que no desprendía el habitual calor y humo de las chimeneas de las casas muggles, Albus llegó con tres tarros de cerveza de mantequilla, se sentó en una silla frente a ellos y empezó a beber de su tarro, de inmediato el hechizo de la bebida hizo que la piel blanca de Albus enrojeciera un poco dándole el color rosado al que estaban acostumbrados.

-Bien muchachos, se que se estarán preguntando que hacen aquí, se que son muchas sus dudas y es hora que empecemos a hablar en serio. - Dijo con voz preocupada - Antes que nada necesitan saber unas cuantas verdades y espero que estas queden entre nosotros solamente. Pues bien, Hogwarts no es lo que ustedes piensan en realidad, no es cierto que Hogwarts nació de cuatro magos que se unieron para hacer una escuela de magos, Hogwarts ya estaba ahí cuando Godric Gryffindor, Helga Hufflepuff, Salazar Slytherin y Rowena Ravenclaw me pidieron convertir Palladia en Hogwarts y cambiar el culto de las gemas por una escuela para magos.

-Profesor ¿Se siente bien? - Preguntó Ron, - creo que sabe que eso fue hace más de mil años, por lo que no es posible que usted estuviera ahí cuando se fundo Hogwarts.

-Te equivocas Ron - Replicó Albus - fue hace dos mil cuatrocientos años cuando se fundó Hogwarts para ser exacto aunque en ese entonces la fundamos con el nombre de Camelot, pero hace mil cien años fue cuando se cambió el culto por la enseñanza, yo estaba ahí, Godric, Helga, Salazar y Rowena eran mis hijos, es por eso que se cuando se fundó Hogwarts como lo conocen ustedes y se lo que hay antes de eso, mucho antes.- La cara de Harry y de Ron demostraba un total anonadamiento de ambos, no podían creer lo que estaban oyendo.

-Entonces usted. usted, no es Albus Dumbledore es Nicholas Flammel, el creador de la piedra filosofal. - Dijo Harry con certeza.

-No mi querido amigo, no soy Nicholas Flammel, aunque en estos momentos desearía serlo, él eligió la inmortalidad, yo no tuve esa opción, mi nombre no siempre ha sido Albus Dumbledore, algunos me conocen como Merlín, otros me conocen como Lailoken, Myrddin y sólo en la faz de la tierra existe otro que me conoce por mi verdadero nombre, Alvadar. - cayó de pronto como si necesitará su esfera de recuerdos para acordarse de algo importante, pero de repente su mirada cambió, una sombra en su pasado hacía que Dumbledore temblara. - No siempre fui aliado del bien, es más tengo poco siendo bueno, me he dado cuenta que entre más cosas buenas hago más envejezco, me he dado cuenta de que la única forma en la que lograré abandonar este mundo será haciendo algo demasiado bueno para envejecer lo suficiente y morir en paz. Es por eso que me ven más viejo, terminar con Voldemort es lo que me ha hecho envejecer tanto y es lo más que he envejecido de golpe pero no fue lo suficiente. Pero creo que ya he encontrado la manera de al fin descansar en paz, y es por eso que están ustedes aquí. Antes que nada deben saber quien soy y por que soy inmortal, deben saber que fue lo que hice para merecer el castigo de la vida eterna dentro de un mismo cuerpo y por toda la eternidad.

-Hace muchos siglos, cuando el tiempo no se contaba, cuando aun no importaba si el día era lunes o domingo, cuando aun no existía la separación entre muggles y magos y los magos eran los que mandaban, cuando aun los muggles creían en la magia vivía en una pequeña villa llamada Alvadera, en ese entonces mi villa pertenecía al reino de Grogar y estábamos en guerra con Palladia, yo no sabía que yo era diferente a los demás, no sabía que por mis venas corría un poder tan grande que me separaba de los mortales comunes, pero ella lo sabía, la hechicera Annowre, conocida en ese entonces como la reina del mundo de la magia, me raptó y me llevó a su tierra Palladia, ahí una vez que hubo lavado suficiente mi cerebro con pociones y hechizos me hizo su aprendiz, de ella aprendí mucho pero me di cuenta que yo era más poderosa que ella, la magia se me daba sin usar ningún tipo de varita o conjuro, podía hacer magia con solo pensarlo, solo necesitaba mover mis manos y las cosas aparecían o desaparecían según mi voluntad. Annowre se dio cuenta de esto y empezó a forjarme en las artes obscuras, me empezó a involucrar con las creencias antiguas y los seres prohibidos, fue entonces cuando mi corazón dio un vuelco y la maldad empezó a reinar en él, mandé a matar a más de trescientos nobles de Palladia por el simple hecho de demostrar que quien reinaba ahí era yo, Alvadar como se me conocía en ese momento fue temido por generaciones, el alimentarme con sangre de dragones dorados me mantenía joven y como ustedes saben en aquel entonces el promedio de vida era corto, yo contaba con cuarenta años en ese entonces ya era un viejo, aunque no aparentaba más de veinte por la sangre de los dragones. Fue después de la matanza cuando Annowre me dijo que estaba listo para conocer la historia de Baine, la cual no les contaré, solamente les diré que Baine es el Dios maldito, desterrado por Abelle del paraíso a una dimensión oculta, y sólo alguien con mi poder podría despertarlo, sólo yo podría dominar el mundo según las promesas de Annowre, si Baine estaba de mi lado nada tenía que temer, el culto de las gemas que había empezado en mi castillo sería una nimiedad al lado de lo que podría obtener, sería recordado por siempre y podría darle vida eterna a quien yo quisiera. Todo estaba listo para despertar a Baine, hice un pacto con los tzimisce, les prometí parte de la gloria si me ayudaban o les prometí la extinción si no me ayudaban, todo estaba listo cuando de la nada salió un simple muggle, un mortal cualquiera y logró lo imposible rompió mi rito para despertar a Baine, en su enojo la venganza de Baine fue para los dos, a él lo condenó a vivir en esencia por siempre y a mí me condenó a la vida eterna en mi cuerpo. Después de vagar sin rumbo durante años me hice un propósito y este era cambiar, cambiar lo que había hecho y es por eso que decidí ponerme un recordatorio que durará toda mi vida, hice un hechizo para traer desde Irlanda las piedras azules que conforman el círculo interior de Stonehege como es conocido, y las demás piedras fueron sacadas de cada uno de los treinta y seis puntos cardinales del continente negro conocido hoy en día como África, de la noche a la mañana la construcción de este recordatorio ha causado inquietud y misterio en el mundo muggle y mágico, en un principio creí que lo que debía hacer era construir una sociedad donde la paz y el respeto fueran los valores, donde todo mundo fuera bueno, que equivocado estaba, en mi búsqueda del rey perfecto perdí y corrompí a varios hombres buenos sin darme cuenta que no era yo él que hacía que las cosas fracasaran, sino que él siempre estuvo ahí, siempre haciendo que las cosas salieran mal, nunca se le podía reconocer de inicio pero sus formas, ahhh sus formas siempre han sido las mismas. Siempre inicia con un reto, y luego intenta corromper al final siempre es lo mismo, esta dispuesto a dejar morir su cuerpo actual con tal de causar el dolor más grande a su enemigo en turno. Y esta vez Harry, tu has sido el elegido.

-¿Qué? ¿Quién, puede odiarlo así profesor? - Replicó Harry, con una mirada perdida como intentándose reponer del relato que acababa de escuchar, no era posible lo que acababa de escuchar, su querido profesor no siempre había sido bueno, es más en un momento fue el mago más temido por muchos y precursor de una matanza de nobles como con la que ahora habían luchado, además tenía enfrente al mismo Merlín, el mago más poderoso de todos los tiempos y que él pensaba que no existía que era sólo un mito, un nombre que había escuchado incluso antes de saber que él mismo era un mago. Además quien podía ser tan poderoso como para que Dumbledore hubiera perdido varias veces en su contra quien podía ser aquel que lo había escogido como adversario y que estaba dispuesto a acabar con su propia vida con tal de acabar con él.

-Sólo hay una persona así en la faz de la tierra, tiene miles de caras, nunca la misma, su memoria y su esencia han perdurado durante siglos, nadie ha sufrido lo que él, encerrado muchas veces en cuerpos en descomposición sin vida esperando a que alguien lo despierte una vez más, esperando que alguien halle la forma de hacerlo ocupar un cuerpo con vida, entender la muerte así saber lo que es el morir, el ver morir a los suyos una y otra vez, esa si que es una maldición mil veces prefiero el estar encerrado en el mismo cuerpo a ver morir mi cuerpo y ver como se pudre y estar ahí incluso cuando no queda casi nada del cuerpo. Esa clase de destino no se la desearía ni al mismo Voldemort, creo que él me culpa de lo que le pasó, pero no sabe que él mismo se lo buscó, no se que habría pasado si no hubiera interrumpido el ritual, pero lo hizo y es por eso por lo que el y yo estamos aquí, Harry quiero que entiendas algo muy bien, el no se va a esconder y te atacará todo el tiempo, siempre intentará dañarte de alguna forma, sabe más de magia negra que cualquier mago conocido, yo creí que Voldemort era él pero me he dado cuenta que no, Voldemort nunca fue la mitad de lo que tu nuevo enemigo es. No me preguntes por que te ha escogido a ti, nunca lo he sabido con certeza, de repente aparece cerca de mí, nunca lo hace en el mismo período es más la última vez que supe de él fue cuando convenció a Nimue de entrar en la cueva del tiempo, donde quedó encerrada de por vida al momento en que yo salí para ayudar a Arturo en contra de su propio hijo, hijo del de él y de su hermana. Te vas a enfrentar con un adversario poderoso más allá de lo que puedas imaginar. Si Harry, si es quien estas pensando es el alumno nuevo de Hogwarts. Leviathan Baalberith, esta vez no ha cambiado su nombre, esta vez ha decidido hacerme saber que está aquí, no se que trucos y magias nuevas haya aprendido esta vez pero es tiempo de que te prepares, es tiempo de que aprendas como debes vencerlo.

-Pero profesor - dijo Harry con una pausa que denotó su nerviosismo - si usted ya ha peleado con él, si ya lo ha vencido, ¿por qué no lo enfrenta?, ¿por qué no acaba usted mismo con él?

-Harry, date cuenta que ya no soy el que conociste, mi cuerpo es demasiado viejo esta vez, mis reflejos ya no son lo que solian ser antes y ahora estaría en desventaja en contra del demonio, esta vez no puedo salvarte, esta vez tendrás que luchar en contra de él, sólo con la ayuda de Ron, siempre y cuando este acepte.

-¿Yo?- Replicó Ron - Si yo soy ahora el torpe de la clase profesor, usted sabe que no soy tan buen mago como mis hermanos y mucho menos como Harry, ¿cómo es posible que yo pueda ayudarlos?

-Ron, te menosprecias más de lo que crees, Leviathan verá en ti a un magnifico blanco para la destrucción de Harry, acuérdate el buscará hacer daño en lo que más le duela a Harry, es por eso que tú también debes estar preparado para cualquier situación y yo seré quien los preparará. Esta vez les prometo que no fallaré. Pero es necesario que se queden conmigo todo este mes para prepararlos, la carta para Snape ya va en camino donde le comento que tengo un proyecto y que necesito que ustedes dos me ayuden, es el tiempo que tengo para prepararlos para hacer frente al hijo de Baine como fue conocido durante muchos siglos.