Esmeralda

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La alarma del horno de microondas la obligó a levantarse. Las palomitas de maíz ya estaban listas, perfecto, ya iba a comenzar otra de sus películas favoritas. Mina le esperaba en la sala.

Los viernes en la noche ya los tenía reservados para estar con su rubia amiga. Si no veían películas por televisión, como esa noche, salían al cine o a bailar, o simplemente a caminar por las calles de Juuban, que nunca parecían darse descanso... siempre había gente.

Mientras vaciaba las palomitas en un tazón, recordó, sin querer, que solía compartir noches así con su ex –novio, su superior... Sonrió con tristeza, hacía mucho tiempo que no pensaba en él. ¿Porqué aún lo recordaba?...

Lo amó como a nadie antes había amado, y la herida que le provocó al dejarla aún le dolía. Pensaba que si lograba encontrar a alguien igual a él, podría reunir fuerzas para sanar esa herida que seguía torturándola. Pero... ¿Porqué continuaba torturándose así?... Ya habían pasado varios años desde aquel rompimiento, ya era hora de olvidarlo y concentrarse en lo que verdaderamente importaba: su princesa, sus amigas y su deber como sailor scout...

Estaba segura de que algún día encontraría a alguien que en verdad la quisiera y la apreciara por lo que era, mientras tanto, sólo debía preocuparse por las personas que dependían de ella y que le cuidaban como la familia que no tenía...

Volvió a sonreír, pero ahora en un gesto de felicidad...

Ella era fuerte y valiente...

Era la gran Sailor Jupiter, la más fuerte de todas las sailors...

Su rostro se llenó de orgullo y contempló su puño, su poderoso puño capaz de controlar rayos y truenos.

"¡Makoto, apúrate, ya va a empezar la película!", le gritó Mina desde la sala, sacándola de sus reflexiones.

Tomó el tazón de palomitas y regresó con su rubia amiga, dándose cuenta que lo que en verdad valía eran los momentos como ese... estar con la gente que sí la amaba...

"¡Ya voy!", respondió.