Notas iniciales: Este fue es el primer fanfic que escribí, así que sólo
deseo pedirles una cosa: ¡¡¡TENGAN PIEDAD DE MÍ!!! En realidad dejé de
jugar King of Fighters desde que apareció la versión 98, así que apenas
tengo una remota idea de lo que tratan las versiones posteriores. Sólo
tengo una breve (demasiado breve) noción de la historia, así como de
algunos personajes. No sé cuál es el verdadero pasado de K', Kula y Máxima,
ni siquiera sé si en realidad son clones o algo por el estilo. Tampoco sé
como se llama el aparato que K' y Kula tienen insertado en el brazo. Mucho
menos conozco cuales sean los propósitos de NESTS y si Zero era realmente
su líder. Sólo tomé el nombre de los personajes y manejé la historia como
mejor se me ocurrió, así que discúlpenme si nada de lo que presento aquí
ocurrió realmente en el juego, o si ni siquiera encaja dentro de la
historia original. Tómenlo mejor como un extraño universo alterno salido de
una mente extraña de por sí. También disculpen si acaso alteré la
personalidad de los personajes, pero es que, como ya les dije, no sé mucho
acerca de ellos.
Disclaimer: The King of Fighters originalmente pertenecía a SNK y creo que actualmente le pertenece a Eollith. Yo no estoy recibiendo ningún beneficio monetario por escribir esto, sólo un buen dolor de cabeza por la falta de sueño y una buena (o mala, según decidan ustedes) reputación como escritor.
CAPÍTULO 1: DESPERTAR
El lugar era bastante oscuro, podía sentir humedad en el ambiente. Gotas de agua se escuchaban caer por las paredes. Se podía percibir un aroma fétido. No podía ver más allá de su nariz. No recordaba cómo había llegado allí, se sentía confundido. Llevó las manos a su rostro tratando de recordar lo que había sucedido, pero fue inútil, todo lo que había en su mente eran imágenes difusas, la cabeza empezó a darle vueltas. Cayó de rodillas al suelo, respiraba agitadamente, empezó a sudar frío. Se percató entonces de que su mano derecha se sentía muy extraña: Era dura y fría, parecía estar cubierta por metal. Podía moverla a la perfección pero cada vez que lo hacía se escuchaba un extraño chirrido, parecido al de una máquina en movimiento. Esto lo aterró. Y sin embargo no estaba seguro de nada de lo que estaba sucediendo, no sabía ni el porqué de su mano ni el porqué de ese lugar. Se sentía atrapado, la oscuridad lo envolvía, parecía estar dentro de una cloaca pero para él más bien se trataba de una prisión. Tenía que salir a toda costa de allí, de lo contrario se volvería loco, sino es que ya lo estaba.
Se levantó y empezó a caminar. Avanzaba con cuidado. ¿Quién sabe qué clase de peligros se encontraban ocultos en ese manto negro que lo cubría todo? A la distancia pudo distinguir una luz tenue que salía del techo. Se dirigió hacia ella. Al llegar al lugar de donde provenía la luz pudo ver una rejilla por la cual se filtraba el brillo. Efectivamente se encontraba en una alcantarilla. Frente a él había una pared con unas escaleras que llevaban hacia arriba. Subió por ellas hasta llegar a la reja, la cual le impedía acceder al cuarto que se encontraba sobre él. Sin embargo, los barrotes no resistieron mucho, los dobló fácilmente con ayuda de su mano derecha, la cual parecía darle fuerza sobrehumana.
Tras salir de la cloaca se encontró en lo que parecía ser un cuarto de calderas, había cientos de tuberías por todos lados. Seguramente se trataba del sótano de algún edificio. Algunas lámparas colgaban iluminando lo suficiente como para que pudiera observar su mano derecha con detenimiento, se aterró al verla. Era una especie de mano mecánica, efectivamente estaba hecha de metal, de la muñeca brotaban algunos cables, llegaba hasta la mitad de su antebrazo y se incrustaba de manera horrible en sus carnes, parecía como si el metal quisiera devorar el resto de su brazo. No quería ni imaginarse la causa por la que le habían reemplazado esa mano por una biónica. Quizá había perdido la original en algún accidente pero no comprendía el porqué de su peculiar diseño. La extraña prótesis era de colores rojo y negro, tenía pequeñas compuertas en los nudillos y en las yemas de los dedos. Ni siquiera se habían tomado la molestia de cubrirla con algún tipo de piel sintética para disimularla, por el contrario, la habían dejado al descubierto y a simple viste cualquiera la podría confundir con la mano descarnada de un esqueleto. La sola visión era suficiente para provocarle repugnancia.
El asunto del origen de la mano estaba volviéndose demasiado tétrico, decidió dejarlo para después y mejor concentrarse en buscar la salida de aquel lugar. Quizá el sitio donde había despertado era el conducto que comunicaba esa área con el drenaje. Empezó a explorar el lugar hasta que llegó a un ascensor, entro en él y presionó un botón, no sabía porque había elegido ese piso en particular, algo dentro de él parecía habérselo indicado.
Mientras el ascensor subía se fijo en la pared metálica que funcionaba a la vez de espejo. Se miró con detenimiento: Su tez era algo oscura, tenía el cabello blanco y ojos negros. Su complexión era delgada. Vestía chaqueta y pantalones de cuero negros. Su mirada fiera y penetrante le brindaba una apariencia aguerrida. Todo el conjunto le daba el aspecto de un pandillero o de un asesino de mala muerte.
A pesar de lo mucho que se esforzaba, no lograba ni reconocerse a sí mismo. Su propia cara no le decía nada, no obtenía ninguna pista que le permitiera saber a quien le pertenecía el rostro que veía reflejado en la pared de acero.
Al salir del ascensor se encontró en un pasillo iluminado por cientos de lámparas en el techo. Había varias puertas a su alrededor. No sabía por cuál seguir. Caminó hasta el fondo donde se encontró una compuerta metálica a medio abrir. Los cuerpos de varios individuos uniformados yacían tirados a lo largo del pasillo, sumergidos en charcos formados por su propia sangre. Era evidente que había ocurrido un violento tiroteo.
Llegó a lo que parecía ser un cuarto de seguridad que daba a otro corredor mucho más largo que el anterior. Parecía como si alguien hubiera hecho estallar una bomba adentro. Las computadoras estaban averiadas, las puertas de seguridad que recorrían el pasillo se encontraban desactivadas, los cadáveres de los encargados se hallaban en el suelo. No había vigilancia alguna, al parecer el edificio había sido abandonado tras la balacera, pero lo que quiera que estuviesen resguardando allí debía ser algo importante como para tomarse la molestia de poner tantas barreras que a pesar de que ahora no representaban ningún obstáculo, en el pasado deben haber resultado infranqueables.
El sitio era extraño. A pesar de que no recordaba haber estado en él, en cierta forma le resultaba familiar, aunque no sabía por qué. Hizo otro esfuerzo por recordar pero nuevamente le fue imposible, cada vez que intentaba hacerlo le empezaba a doler la cabeza. No poseía ningún recuerdo concreto, lo más que aparecía en su mente eran imágenes distorsionadas y sin ningún orden. Imágenes realmente violentas: Asesinatos, persecuciones, incendios, un grupo de personas discutiendo algo acerca de una conspiración, dos sujetos peleándose en el drenaje, un grupo de militares, entre otras. Incluso había algunas que carecían por completo de lógica, como la de un sujeto que parecía poder lanzar flamas por sus manos, o la de un escuadrón integrado por diez soldados idénticos entre sí. Pero la imagen que más le llamó la atención fue la de una hermosa joven de cabellos azules que parecía implorar por su ayuda. Nada de ello tenía sentido alguno para él, en lugar de ayudarlo a recordar, las imágenes terminaban confundiéndolo más. Su memoria estaba casi en blanco, de repente una imagen extraña apareció: Una pantalla de computadora en la que aparecía su fotografía y al lado de ella toda una serie de datos, incluido un nombre clave: K'
-"Sí."- Ahora podía recordarlo, su nombre en clave era K'. ¿Nombre en clave? ¿Pertenecía al ejército o a alguna asociación militar? ¿O quizá a algún grupo de seguridad nacional como la CIA? No lo sabía, ni siquiera recordaba cual era el significado del nombre en clave ni mucho menos porque se lo habían dado. Y el ver su mano mecánica y pensar que quizá ésta tenía relación con el nombre le producía pavor.
Comenzó a avanzar por el pasillo sin detenerse, algo en su interior le decía que debía escapar de ese lugar lo más rápido que pudiera, la puerta al final del corredor se abrió sola, al entrar se encontró con dos hombres, uno de los cuales tenía una herida en el hombro y se apoyaba con la ayuda del otro. Los dos vestían batas blancas lo que indicaba que eran científicos. Apenas vieron al extraño los dos sujetos quedaron completamente paralizados del miedo, era como si hubieran visto un fantasma. K' vio sus rostros y un extraño sentimiento de furia lo invadió. No reconoció a ninguno de los dos pero no por ello dejaba de sentir odio por ambos, era como si en su subconsciente les recordara, como si esos recuerdos que volvían de manera inconsciente fueran los más horrendos de su vida, como si los causantes de toda su desgracia fueran esos dos individuos que se hallaban frente a él. Se fijo entonces en el gafete que uno de ellos portaba, aparecía el nombre de una empresa: "NESTS". Este nombre perforó la cabeza de K' como si fuera un taladro de dentista. No comprendía su significado, pero eso no evitó que se le helara la sangre al ver aquel logo que le traía tantos horribles recuerdos a la mente. Había uno en particular que lo hizo enardecer: Allí estaba él, encerrado en una especie de tubo de cristal, nadando en un líquido extraño de color verde, y en el exterior del tubo estaban esos dos sujetos, mirándolo en forma burlona. -"Parece que se ha despertado"- dijo uno de ellos a lo cual el otro respondió: -"No importa, déjalo, después de que se enteré de lo que le van a hacer en la cirugía lo más seguro es que se desmaye. No tendremos que preocuparnos ni por anestesiarlo."- Los dos hombres empezaron a reír como idiotas mientras él gritaba desesperado y golpeaba las paredes del tubo tratando de escapar.
K' no pudo aguantarlo más, la ira lo consumía, de manera casi instintiva extendió su mano derecha al frente, los dos científicos gritaron aterrorizados ante lo que él estaba a punto de hacer, pero no podían moverse, el pánico se los impedía. Le imploraron piedad pero él no parecía escuchar. En su cabeza seguía retumbando esa imagen de él atrapado en ese tubo de cristal, tratando desesperadamente de huir, y ese par de desgraciados burlándose. De repente las pequeñas compuertas en su mano se abrieron permitiendo la entrada de aire al interior del mecanismo, al instante una serie de potentes flamas se proyectaron desde la punta de sus dedos los cuales se habían transformado en una especie de boquillas parecidas alas de un soplete, de manera que en lugar de una prótesis, K' más bien parecía tener un lanzallamas integrado al brazo.
K' observó como los científicos ardían en el infierno que había generado desde las yemas de sus dedos. No comprendía como es que había activado el mecanismo de esa letal arma que tenía en lugar de mano, pero al parecer ésta funcionaba de acuerdo al pensamiento y la voluntad de quien la traía consigo.
K' los miró quemándose vivos, sin sentir el más mínimo remordimiento. Ni siquiera sentía lástima por el par de pobres diablos a los que había prendido fuego. Más bien sentía satisfacción, placer, el cual se incrementó más cuando, tras gritar y gemir desesperados por un par de segundos, ambos sujetos cayeron al suelo completamente carbonizados. De alguna manera verlos morir le ayudó a liberarse de una pesada carga que llevaba consigo desde hacía mucho tiempo.
-"¿Pero es qué acaso me encuentro en un laboratorio?"- Pensó mientras examinaba a su alrededor sin preocuparse por los cadáveres hechos cenizas que yacían frente a él. Algo era seguro, esos dos tipos habían sido los responsables de lo que le había sucedido en el brazo, y lo más seguro es que ése era el lugar donde habían realizado tan despreciable experimento.
En ese momento, K' sintió que no estaba solo pero al mirar a su alrededor no vio a nadie cerca, el sitio estaba desierto. Continuó explorando y tras bajar por unas escaleras entró a otra habitación donde enmudeció al ver el contenido de la misma: cientos de cilindros de gran tamaño alineados en las paredes, todos hechos de cristal y parecidos a tubos de ensayo. Al mismo tipo de tubo en el que él se encontraba cuando le implantaron esa "cosa" que tenía por mano. En el interior de cada cilindro, un líquido verde se agitaba iluminado por una serie de lámparas multicolor. ¡El mismo líquido en el que a él lo habían sumergido!
K' se acercó a uno de los cilindros cuando repentinamente escuchó una voz detrás de él, una voz muy familiar: -"¡K'! ¡Éstas aquí!"- K' se volvió y miró a una joven mujer vestida de azul marino detrás de él. Los cabellos de la chica eran azules y sus ojos tenían el mismo color. Era muy hermosa. K' la reconoció al instante, era la misma muchacha que aparecía en medio de alguna de esas difusas e incoherentes imágenes que conservaba como recuerdos, sin embargo no podía recordar quien era. La muchacha corrió a abrazarlo, entonces K' se percató de que ella tenía una mano biónica parecida a la de él, sólo que ésta era de color azul oscuro con gris.
-"Pensé que estabas muerto."- Le dijo, casi llorando. -"Todos lo pensamos, no sabes lo preocupado que está Máxima por ti, deberíamos salir de aquí, los miembros del equipo Ikari ya se fueron pero los militares llegarán aquí en unos segundos. El ejército hará explotar este sitio con nosotros adentro si no nos apuramos. Esos hombres son muy malos, K', me asustan mucho."- La muchacha se encontraba acurrucada junto a él, su mirada era bastante inocente, parecía la de una niña pequeña que llegaba con sus padres tras haber visto un monstruo en la ventana. K' no le contestó. Se limitó a devolver el abrazo y acarició suavemente una de sus mejillas mirándola de una manera algo extraña, parecía sorprendido pero a la vez aliviado de verla. La chica no lo comprendió, se ruborizó un poco al sentir su mano sobre su piel. -"Pero K'. ¿Qué haces?"
K' se separó de ella y volvió la mirada hacia los cilindros. -"K', lo mejor será que salgamos de aquí ahora mismo, antes de que esos malvados del ejército lleguen. ¿Me estás escuchando, K'?"- Le decía ella cada vez más preocupada. K' no parecía prestar atención a la joven, su mente se encontraba concentrada en aquellos cilindros. -"Viniste aquí a despedirte de tus hermanos, ¿no es así?"- Dijo la chica con un tono algo melancólico.
-"¿Hermanos?"- Se preguntó K'.
Al acercarse más al cilindro pudo ver que en su interior aparecía la silueta de un hombre. Miró a través del cristal y quedó horrorizado al observar el contenido: dentro de cada uno de los cilindros había un ser humano, el cual parecía estar durmiendo placidamente con una calma tal que parecía un bebe flotando dentro del vientre materno. Esta imagen no fue lo que realmente dejó frío a K', lo que lo aterrorizó fue que todas esas criaturas que se encontraban sumergidas en ese extraño líquido eran iguales a él: Su misma estatura, su mismo peso, las mismas facciones, el mismo color de pelo, la misma tez, todo era idéntico.
Cualquier hombre hubiese enloquecido después de ser testigo de tan espantosa visión, K' estaba a un paso de ello. Verse a sí mismo encerrado dentro de ese tubo tal como lo había estado cuando esos malditos científicos experimentaron con él, esa impresión era demasiado grande, su mente ya no lo soportaba. Menos aún sabiendo que no era el único, había otros como él, otros iguales a él, encerrados en la misma clase de tubos. ¿Cuántos más podría haber? ¿Qué diablos eran esas cosas? ¿Qué demonios eran?. No, la pregunta más importante no era ésa. La pregunta más importante era: "¿Qué demonios soy yo en primer lugar?"
Había ido de un lugar a otro, reuniendo información que más que revelarle sobre su pasado le forzaban a querer olvidarlo. Ya no lo aguantaba más, todas esas siniestras revelaciones descubiertas tan de repente, era imposible para su cordura resistirlo. Cientos de aterradores recuerdos asaltaron su cabeza, imágenes distorsionadas que por fin empezaban a tomar forma y que a cada segundo lo ponían un paso cada vez más cerca de la demencia total: Su verdadero origen, el porqué de su mano biónica, el significado del código K', lo que él era en realidad, para qué lo habían creado, los cientos de copias que se habían hecho en caso de que alguna fallara. y lo que se suponía que era esa muchacha a su lado.
Ya no aguantaba más, estaba al borde de un colapso nervioso. Empezó a marearse de nuevo, sintió que le faltaba el aire. La chica lo notó. -"¡K'! ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?"- preguntó asustada, pero él no respondió. Se tambaleó por unos instantes antes de caer bruscamente al piso y desmayarse ante la horrorizada mirada de la chica.
.Pasaron algunos minutos antes de que recobrara la conciencia, seguía confundido y mareado. Al despertar lo primero que vio fue la mirada angustiada de esa joven, una niña en realidad, su apariencia indicaba que apenas tenía 16 años y sin embargo, no por ello era menos hermosa. Ella lo sostenía entre sus brazos, lágrimas brotaban continuamente de sus ojos, sonrió al ver que de nuevo había despertado. Sin embargo, K' no la miraba de buena manera, su mirada fría, típica de un asesino, y esos ojos tan penetrantes y siniestros se clavaron en los de la chica.
Al instante se incorporó, y de un empujón la tiró al suelo. -"¡K'! ¡¿Qué haces?!"- Ella se asustó al ver su reacción, levantó su mano derecha hacia él tratando de defenderse, pero él la desvió con un golpe a un lado antes de que activara el mecanismo del arma. La mano de la muchacha disparó una especie de fluido en forma de spray, el cual chocó contra uno de los cilindros, congelando su superficie al contacto. El tubo se cubrió por una gruesa capa de hielo y al instante se despedazó liberando su contenido. La criatura en el interior cayó muerta al suelo.
K' Colocó sus manos sobre las muñecas de la joven y la colocó de espaldas contra el suelo, inmovilizándola. Ella seguía llorando, lo miraba aterrada, no comprendía para nada su conducta. Forcejeaba tratando de liberarse, pero él era mucho más pesado y fuerte. -"¡K'! ¿Qué haces? ¡Suéltame! Me lastimas."- K' no respondía, la seguía mirando en forma furtiva, finalmente le habló con un tono de voz bastante raro, parecido al de una bestia que ruge poco antes de despedazar a su presa: -"Tú eres el Anti-K'."- le dijo. La muchacha parpadeó confundida antes de responder: -"Sí, pero."
Sin siquiera dejarle completar la respuesta, K' procedió a desgarrar la parte superior de su ropa, provocando que la muchacha lanzará un grito. La dejó semidesnuda ante él, ella seguía llorando. K' pudo contemplar que el brazo no era el único implante que los desgraciados le habían hecho a la chica. En la parte derecha de su cuerpo había un buen número de implantes parecidos a ese: Pequeñas láminas, cables y tubos de acero que se encajaban en su piel introduciéndose en su carne. Era un espectáculo grotesco ver a tan hermosa criatura con semejantes monstruosidades adheridas al cuerpo. K' comprendió que él no era muy diferente de la joven, su cuerpo también debía estar lleno de esos horrendos pedazos de máquina.
Se separó de la muchacha y se recargó sobre uno de los cilindros, parecía tener ganas de llorar. Ya no lo aguantaba. ¿Cómo se habían atrevido esos cerdos a jugar con la vida de un modo tan injusto?
La joven seguía mirándolo asustada, aunque parecía más confundida ante esa última reacción. Se levantó del suelo y puso sus brazos alrededor de su cuerpo en un intento por cubrir su desnudez. Dudó de entre acercarse a él o huir del lugar. Entonces él volvió a mirarla. K' trató de acercársele pero ella empezó a caminar hacia atrás, levantando su mano derecha como si quisiera advertirle que de dar un paso más lo dejaría convertido en un témpano de hielo.
-"Tranquila, no voy a lastimarte."- Dijo él, tratando de usar un tono de voz dulce, lo cual realmente le era difícil. -"Lamento haberte asustado. Ten, cúbrete."- Dijo pasándole su chaqueta. La muchacha la tomó pero aún guardaba su distancia. Dudaba si debía confiar en él después de lo que había pasado. ¿Acaso K' había enloquecido? ¿O se trataba de alguno de los K' que se encontraban adentro de los tubos? Quizá el verdadero K' había muerto y el que tenía enfrente era uno de esos K's malvados que se encontraban dentro de los cilindros. Ella sabía que el verdadero K' nunca la lastimaría. Después de todo lo que ambos habían pasado, ella sabía que él y Máxima eran los únicos en quienes podía confiar. Varias dudas asaltaban la mente de la chica pero no le dio tiempo ni de preocuparse por ellas, pues al instante un par de labios se colocaban sobre los suyos besándole apasionadamente y de forma tan sorpresiva que nunca se lo hubiera esperado. Todos sus temores se despejaron, ya no desconfiaba más de él.
-"Sal de aquí."- Dijo K' separándose de ella. -"Y dile al inútil de Máxima que te lleve a un lugar seguro. Sin duda que él debe conocer alguno cerca de aquí, no pierdan tiempo. Yo los alcanzaré en cuanto pueda."
-"¿Qué vas a hacer?"- preguntó ella, ruborizada por el beso pero también desconcertada por los extraños cambios de actitud que K' presentaba.
-"Iré a saldar cuentas."- Dijo mientras le daba la espalda y se dirigía hacia la puerta del cuarto.
-"No irás a enfrentarlo o sí. Porque es muy peligroso, él podría."- Ella seguía preocupada por él, pero nuevamente la volvió a interrumpir. -"Créeme, sé lo que él me puede hacer, pero de todos modos tengo que ir."- Le dijo tajantemente sin voltear a mirarla.
-"Pero K'."
-"Tranquila, yo estaré bien, te lo prometo."
Llegó nuevamente al ascensor y se dirigió al último piso. Nuevamente se vio en un corredor amplio, esta vez con una sola puerta al fondo. Se dirigió hacia ella. Al entrar se encontró en una oficina donde ya lo esperaba alguien, un sujeto de apariencia siniestra que se hallaba fumando un puro. El tipo parecía complacido de verlo.
CONTINUARÁ...
Disclaimer: The King of Fighters originalmente pertenecía a SNK y creo que actualmente le pertenece a Eollith. Yo no estoy recibiendo ningún beneficio monetario por escribir esto, sólo un buen dolor de cabeza por la falta de sueño y una buena (o mala, según decidan ustedes) reputación como escritor.
CAPÍTULO 1: DESPERTAR
El lugar era bastante oscuro, podía sentir humedad en el ambiente. Gotas de agua se escuchaban caer por las paredes. Se podía percibir un aroma fétido. No podía ver más allá de su nariz. No recordaba cómo había llegado allí, se sentía confundido. Llevó las manos a su rostro tratando de recordar lo que había sucedido, pero fue inútil, todo lo que había en su mente eran imágenes difusas, la cabeza empezó a darle vueltas. Cayó de rodillas al suelo, respiraba agitadamente, empezó a sudar frío. Se percató entonces de que su mano derecha se sentía muy extraña: Era dura y fría, parecía estar cubierta por metal. Podía moverla a la perfección pero cada vez que lo hacía se escuchaba un extraño chirrido, parecido al de una máquina en movimiento. Esto lo aterró. Y sin embargo no estaba seguro de nada de lo que estaba sucediendo, no sabía ni el porqué de su mano ni el porqué de ese lugar. Se sentía atrapado, la oscuridad lo envolvía, parecía estar dentro de una cloaca pero para él más bien se trataba de una prisión. Tenía que salir a toda costa de allí, de lo contrario se volvería loco, sino es que ya lo estaba.
Se levantó y empezó a caminar. Avanzaba con cuidado. ¿Quién sabe qué clase de peligros se encontraban ocultos en ese manto negro que lo cubría todo? A la distancia pudo distinguir una luz tenue que salía del techo. Se dirigió hacia ella. Al llegar al lugar de donde provenía la luz pudo ver una rejilla por la cual se filtraba el brillo. Efectivamente se encontraba en una alcantarilla. Frente a él había una pared con unas escaleras que llevaban hacia arriba. Subió por ellas hasta llegar a la reja, la cual le impedía acceder al cuarto que se encontraba sobre él. Sin embargo, los barrotes no resistieron mucho, los dobló fácilmente con ayuda de su mano derecha, la cual parecía darle fuerza sobrehumana.
Tras salir de la cloaca se encontró en lo que parecía ser un cuarto de calderas, había cientos de tuberías por todos lados. Seguramente se trataba del sótano de algún edificio. Algunas lámparas colgaban iluminando lo suficiente como para que pudiera observar su mano derecha con detenimiento, se aterró al verla. Era una especie de mano mecánica, efectivamente estaba hecha de metal, de la muñeca brotaban algunos cables, llegaba hasta la mitad de su antebrazo y se incrustaba de manera horrible en sus carnes, parecía como si el metal quisiera devorar el resto de su brazo. No quería ni imaginarse la causa por la que le habían reemplazado esa mano por una biónica. Quizá había perdido la original en algún accidente pero no comprendía el porqué de su peculiar diseño. La extraña prótesis era de colores rojo y negro, tenía pequeñas compuertas en los nudillos y en las yemas de los dedos. Ni siquiera se habían tomado la molestia de cubrirla con algún tipo de piel sintética para disimularla, por el contrario, la habían dejado al descubierto y a simple viste cualquiera la podría confundir con la mano descarnada de un esqueleto. La sola visión era suficiente para provocarle repugnancia.
El asunto del origen de la mano estaba volviéndose demasiado tétrico, decidió dejarlo para después y mejor concentrarse en buscar la salida de aquel lugar. Quizá el sitio donde había despertado era el conducto que comunicaba esa área con el drenaje. Empezó a explorar el lugar hasta que llegó a un ascensor, entro en él y presionó un botón, no sabía porque había elegido ese piso en particular, algo dentro de él parecía habérselo indicado.
Mientras el ascensor subía se fijo en la pared metálica que funcionaba a la vez de espejo. Se miró con detenimiento: Su tez era algo oscura, tenía el cabello blanco y ojos negros. Su complexión era delgada. Vestía chaqueta y pantalones de cuero negros. Su mirada fiera y penetrante le brindaba una apariencia aguerrida. Todo el conjunto le daba el aspecto de un pandillero o de un asesino de mala muerte.
A pesar de lo mucho que se esforzaba, no lograba ni reconocerse a sí mismo. Su propia cara no le decía nada, no obtenía ninguna pista que le permitiera saber a quien le pertenecía el rostro que veía reflejado en la pared de acero.
Al salir del ascensor se encontró en un pasillo iluminado por cientos de lámparas en el techo. Había varias puertas a su alrededor. No sabía por cuál seguir. Caminó hasta el fondo donde se encontró una compuerta metálica a medio abrir. Los cuerpos de varios individuos uniformados yacían tirados a lo largo del pasillo, sumergidos en charcos formados por su propia sangre. Era evidente que había ocurrido un violento tiroteo.
Llegó a lo que parecía ser un cuarto de seguridad que daba a otro corredor mucho más largo que el anterior. Parecía como si alguien hubiera hecho estallar una bomba adentro. Las computadoras estaban averiadas, las puertas de seguridad que recorrían el pasillo se encontraban desactivadas, los cadáveres de los encargados se hallaban en el suelo. No había vigilancia alguna, al parecer el edificio había sido abandonado tras la balacera, pero lo que quiera que estuviesen resguardando allí debía ser algo importante como para tomarse la molestia de poner tantas barreras que a pesar de que ahora no representaban ningún obstáculo, en el pasado deben haber resultado infranqueables.
El sitio era extraño. A pesar de que no recordaba haber estado en él, en cierta forma le resultaba familiar, aunque no sabía por qué. Hizo otro esfuerzo por recordar pero nuevamente le fue imposible, cada vez que intentaba hacerlo le empezaba a doler la cabeza. No poseía ningún recuerdo concreto, lo más que aparecía en su mente eran imágenes distorsionadas y sin ningún orden. Imágenes realmente violentas: Asesinatos, persecuciones, incendios, un grupo de personas discutiendo algo acerca de una conspiración, dos sujetos peleándose en el drenaje, un grupo de militares, entre otras. Incluso había algunas que carecían por completo de lógica, como la de un sujeto que parecía poder lanzar flamas por sus manos, o la de un escuadrón integrado por diez soldados idénticos entre sí. Pero la imagen que más le llamó la atención fue la de una hermosa joven de cabellos azules que parecía implorar por su ayuda. Nada de ello tenía sentido alguno para él, en lugar de ayudarlo a recordar, las imágenes terminaban confundiéndolo más. Su memoria estaba casi en blanco, de repente una imagen extraña apareció: Una pantalla de computadora en la que aparecía su fotografía y al lado de ella toda una serie de datos, incluido un nombre clave: K'
-"Sí."- Ahora podía recordarlo, su nombre en clave era K'. ¿Nombre en clave? ¿Pertenecía al ejército o a alguna asociación militar? ¿O quizá a algún grupo de seguridad nacional como la CIA? No lo sabía, ni siquiera recordaba cual era el significado del nombre en clave ni mucho menos porque se lo habían dado. Y el ver su mano mecánica y pensar que quizá ésta tenía relación con el nombre le producía pavor.
Comenzó a avanzar por el pasillo sin detenerse, algo en su interior le decía que debía escapar de ese lugar lo más rápido que pudiera, la puerta al final del corredor se abrió sola, al entrar se encontró con dos hombres, uno de los cuales tenía una herida en el hombro y se apoyaba con la ayuda del otro. Los dos vestían batas blancas lo que indicaba que eran científicos. Apenas vieron al extraño los dos sujetos quedaron completamente paralizados del miedo, era como si hubieran visto un fantasma. K' vio sus rostros y un extraño sentimiento de furia lo invadió. No reconoció a ninguno de los dos pero no por ello dejaba de sentir odio por ambos, era como si en su subconsciente les recordara, como si esos recuerdos que volvían de manera inconsciente fueran los más horrendos de su vida, como si los causantes de toda su desgracia fueran esos dos individuos que se hallaban frente a él. Se fijo entonces en el gafete que uno de ellos portaba, aparecía el nombre de una empresa: "NESTS". Este nombre perforó la cabeza de K' como si fuera un taladro de dentista. No comprendía su significado, pero eso no evitó que se le helara la sangre al ver aquel logo que le traía tantos horribles recuerdos a la mente. Había uno en particular que lo hizo enardecer: Allí estaba él, encerrado en una especie de tubo de cristal, nadando en un líquido extraño de color verde, y en el exterior del tubo estaban esos dos sujetos, mirándolo en forma burlona. -"Parece que se ha despertado"- dijo uno de ellos a lo cual el otro respondió: -"No importa, déjalo, después de que se enteré de lo que le van a hacer en la cirugía lo más seguro es que se desmaye. No tendremos que preocuparnos ni por anestesiarlo."- Los dos hombres empezaron a reír como idiotas mientras él gritaba desesperado y golpeaba las paredes del tubo tratando de escapar.
K' no pudo aguantarlo más, la ira lo consumía, de manera casi instintiva extendió su mano derecha al frente, los dos científicos gritaron aterrorizados ante lo que él estaba a punto de hacer, pero no podían moverse, el pánico se los impedía. Le imploraron piedad pero él no parecía escuchar. En su cabeza seguía retumbando esa imagen de él atrapado en ese tubo de cristal, tratando desesperadamente de huir, y ese par de desgraciados burlándose. De repente las pequeñas compuertas en su mano se abrieron permitiendo la entrada de aire al interior del mecanismo, al instante una serie de potentes flamas se proyectaron desde la punta de sus dedos los cuales se habían transformado en una especie de boquillas parecidas alas de un soplete, de manera que en lugar de una prótesis, K' más bien parecía tener un lanzallamas integrado al brazo.
K' observó como los científicos ardían en el infierno que había generado desde las yemas de sus dedos. No comprendía como es que había activado el mecanismo de esa letal arma que tenía en lugar de mano, pero al parecer ésta funcionaba de acuerdo al pensamiento y la voluntad de quien la traía consigo.
K' los miró quemándose vivos, sin sentir el más mínimo remordimiento. Ni siquiera sentía lástima por el par de pobres diablos a los que había prendido fuego. Más bien sentía satisfacción, placer, el cual se incrementó más cuando, tras gritar y gemir desesperados por un par de segundos, ambos sujetos cayeron al suelo completamente carbonizados. De alguna manera verlos morir le ayudó a liberarse de una pesada carga que llevaba consigo desde hacía mucho tiempo.
-"¿Pero es qué acaso me encuentro en un laboratorio?"- Pensó mientras examinaba a su alrededor sin preocuparse por los cadáveres hechos cenizas que yacían frente a él. Algo era seguro, esos dos tipos habían sido los responsables de lo que le había sucedido en el brazo, y lo más seguro es que ése era el lugar donde habían realizado tan despreciable experimento.
En ese momento, K' sintió que no estaba solo pero al mirar a su alrededor no vio a nadie cerca, el sitio estaba desierto. Continuó explorando y tras bajar por unas escaleras entró a otra habitación donde enmudeció al ver el contenido de la misma: cientos de cilindros de gran tamaño alineados en las paredes, todos hechos de cristal y parecidos a tubos de ensayo. Al mismo tipo de tubo en el que él se encontraba cuando le implantaron esa "cosa" que tenía por mano. En el interior de cada cilindro, un líquido verde se agitaba iluminado por una serie de lámparas multicolor. ¡El mismo líquido en el que a él lo habían sumergido!
K' se acercó a uno de los cilindros cuando repentinamente escuchó una voz detrás de él, una voz muy familiar: -"¡K'! ¡Éstas aquí!"- K' se volvió y miró a una joven mujer vestida de azul marino detrás de él. Los cabellos de la chica eran azules y sus ojos tenían el mismo color. Era muy hermosa. K' la reconoció al instante, era la misma muchacha que aparecía en medio de alguna de esas difusas e incoherentes imágenes que conservaba como recuerdos, sin embargo no podía recordar quien era. La muchacha corrió a abrazarlo, entonces K' se percató de que ella tenía una mano biónica parecida a la de él, sólo que ésta era de color azul oscuro con gris.
-"Pensé que estabas muerto."- Le dijo, casi llorando. -"Todos lo pensamos, no sabes lo preocupado que está Máxima por ti, deberíamos salir de aquí, los miembros del equipo Ikari ya se fueron pero los militares llegarán aquí en unos segundos. El ejército hará explotar este sitio con nosotros adentro si no nos apuramos. Esos hombres son muy malos, K', me asustan mucho."- La muchacha se encontraba acurrucada junto a él, su mirada era bastante inocente, parecía la de una niña pequeña que llegaba con sus padres tras haber visto un monstruo en la ventana. K' no le contestó. Se limitó a devolver el abrazo y acarició suavemente una de sus mejillas mirándola de una manera algo extraña, parecía sorprendido pero a la vez aliviado de verla. La chica no lo comprendió, se ruborizó un poco al sentir su mano sobre su piel. -"Pero K'. ¿Qué haces?"
K' se separó de ella y volvió la mirada hacia los cilindros. -"K', lo mejor será que salgamos de aquí ahora mismo, antes de que esos malvados del ejército lleguen. ¿Me estás escuchando, K'?"- Le decía ella cada vez más preocupada. K' no parecía prestar atención a la joven, su mente se encontraba concentrada en aquellos cilindros. -"Viniste aquí a despedirte de tus hermanos, ¿no es así?"- Dijo la chica con un tono algo melancólico.
-"¿Hermanos?"- Se preguntó K'.
Al acercarse más al cilindro pudo ver que en su interior aparecía la silueta de un hombre. Miró a través del cristal y quedó horrorizado al observar el contenido: dentro de cada uno de los cilindros había un ser humano, el cual parecía estar durmiendo placidamente con una calma tal que parecía un bebe flotando dentro del vientre materno. Esta imagen no fue lo que realmente dejó frío a K', lo que lo aterrorizó fue que todas esas criaturas que se encontraban sumergidas en ese extraño líquido eran iguales a él: Su misma estatura, su mismo peso, las mismas facciones, el mismo color de pelo, la misma tez, todo era idéntico.
Cualquier hombre hubiese enloquecido después de ser testigo de tan espantosa visión, K' estaba a un paso de ello. Verse a sí mismo encerrado dentro de ese tubo tal como lo había estado cuando esos malditos científicos experimentaron con él, esa impresión era demasiado grande, su mente ya no lo soportaba. Menos aún sabiendo que no era el único, había otros como él, otros iguales a él, encerrados en la misma clase de tubos. ¿Cuántos más podría haber? ¿Qué diablos eran esas cosas? ¿Qué demonios eran?. No, la pregunta más importante no era ésa. La pregunta más importante era: "¿Qué demonios soy yo en primer lugar?"
Había ido de un lugar a otro, reuniendo información que más que revelarle sobre su pasado le forzaban a querer olvidarlo. Ya no lo aguantaba más, todas esas siniestras revelaciones descubiertas tan de repente, era imposible para su cordura resistirlo. Cientos de aterradores recuerdos asaltaron su cabeza, imágenes distorsionadas que por fin empezaban a tomar forma y que a cada segundo lo ponían un paso cada vez más cerca de la demencia total: Su verdadero origen, el porqué de su mano biónica, el significado del código K', lo que él era en realidad, para qué lo habían creado, los cientos de copias que se habían hecho en caso de que alguna fallara. y lo que se suponía que era esa muchacha a su lado.
Ya no aguantaba más, estaba al borde de un colapso nervioso. Empezó a marearse de nuevo, sintió que le faltaba el aire. La chica lo notó. -"¡K'! ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?"- preguntó asustada, pero él no respondió. Se tambaleó por unos instantes antes de caer bruscamente al piso y desmayarse ante la horrorizada mirada de la chica.
.Pasaron algunos minutos antes de que recobrara la conciencia, seguía confundido y mareado. Al despertar lo primero que vio fue la mirada angustiada de esa joven, una niña en realidad, su apariencia indicaba que apenas tenía 16 años y sin embargo, no por ello era menos hermosa. Ella lo sostenía entre sus brazos, lágrimas brotaban continuamente de sus ojos, sonrió al ver que de nuevo había despertado. Sin embargo, K' no la miraba de buena manera, su mirada fría, típica de un asesino, y esos ojos tan penetrantes y siniestros se clavaron en los de la chica.
Al instante se incorporó, y de un empujón la tiró al suelo. -"¡K'! ¡¿Qué haces?!"- Ella se asustó al ver su reacción, levantó su mano derecha hacia él tratando de defenderse, pero él la desvió con un golpe a un lado antes de que activara el mecanismo del arma. La mano de la muchacha disparó una especie de fluido en forma de spray, el cual chocó contra uno de los cilindros, congelando su superficie al contacto. El tubo se cubrió por una gruesa capa de hielo y al instante se despedazó liberando su contenido. La criatura en el interior cayó muerta al suelo.
K' Colocó sus manos sobre las muñecas de la joven y la colocó de espaldas contra el suelo, inmovilizándola. Ella seguía llorando, lo miraba aterrada, no comprendía para nada su conducta. Forcejeaba tratando de liberarse, pero él era mucho más pesado y fuerte. -"¡K'! ¿Qué haces? ¡Suéltame! Me lastimas."- K' no respondía, la seguía mirando en forma furtiva, finalmente le habló con un tono de voz bastante raro, parecido al de una bestia que ruge poco antes de despedazar a su presa: -"Tú eres el Anti-K'."- le dijo. La muchacha parpadeó confundida antes de responder: -"Sí, pero."
Sin siquiera dejarle completar la respuesta, K' procedió a desgarrar la parte superior de su ropa, provocando que la muchacha lanzará un grito. La dejó semidesnuda ante él, ella seguía llorando. K' pudo contemplar que el brazo no era el único implante que los desgraciados le habían hecho a la chica. En la parte derecha de su cuerpo había un buen número de implantes parecidos a ese: Pequeñas láminas, cables y tubos de acero que se encajaban en su piel introduciéndose en su carne. Era un espectáculo grotesco ver a tan hermosa criatura con semejantes monstruosidades adheridas al cuerpo. K' comprendió que él no era muy diferente de la joven, su cuerpo también debía estar lleno de esos horrendos pedazos de máquina.
Se separó de la muchacha y se recargó sobre uno de los cilindros, parecía tener ganas de llorar. Ya no lo aguantaba. ¿Cómo se habían atrevido esos cerdos a jugar con la vida de un modo tan injusto?
La joven seguía mirándolo asustada, aunque parecía más confundida ante esa última reacción. Se levantó del suelo y puso sus brazos alrededor de su cuerpo en un intento por cubrir su desnudez. Dudó de entre acercarse a él o huir del lugar. Entonces él volvió a mirarla. K' trató de acercársele pero ella empezó a caminar hacia atrás, levantando su mano derecha como si quisiera advertirle que de dar un paso más lo dejaría convertido en un témpano de hielo.
-"Tranquila, no voy a lastimarte."- Dijo él, tratando de usar un tono de voz dulce, lo cual realmente le era difícil. -"Lamento haberte asustado. Ten, cúbrete."- Dijo pasándole su chaqueta. La muchacha la tomó pero aún guardaba su distancia. Dudaba si debía confiar en él después de lo que había pasado. ¿Acaso K' había enloquecido? ¿O se trataba de alguno de los K' que se encontraban adentro de los tubos? Quizá el verdadero K' había muerto y el que tenía enfrente era uno de esos K's malvados que se encontraban dentro de los cilindros. Ella sabía que el verdadero K' nunca la lastimaría. Después de todo lo que ambos habían pasado, ella sabía que él y Máxima eran los únicos en quienes podía confiar. Varias dudas asaltaban la mente de la chica pero no le dio tiempo ni de preocuparse por ellas, pues al instante un par de labios se colocaban sobre los suyos besándole apasionadamente y de forma tan sorpresiva que nunca se lo hubiera esperado. Todos sus temores se despejaron, ya no desconfiaba más de él.
-"Sal de aquí."- Dijo K' separándose de ella. -"Y dile al inútil de Máxima que te lleve a un lugar seguro. Sin duda que él debe conocer alguno cerca de aquí, no pierdan tiempo. Yo los alcanzaré en cuanto pueda."
-"¿Qué vas a hacer?"- preguntó ella, ruborizada por el beso pero también desconcertada por los extraños cambios de actitud que K' presentaba.
-"Iré a saldar cuentas."- Dijo mientras le daba la espalda y se dirigía hacia la puerta del cuarto.
-"No irás a enfrentarlo o sí. Porque es muy peligroso, él podría."- Ella seguía preocupada por él, pero nuevamente la volvió a interrumpir. -"Créeme, sé lo que él me puede hacer, pero de todos modos tengo que ir."- Le dijo tajantemente sin voltear a mirarla.
-"Pero K'."
-"Tranquila, yo estaré bien, te lo prometo."
Llegó nuevamente al ascensor y se dirigió al último piso. Nuevamente se vio en un corredor amplio, esta vez con una sola puerta al fondo. Se dirigió hacia ella. Al entrar se encontró en una oficina donde ya lo esperaba alguien, un sujeto de apariencia siniestra que se hallaba fumando un puro. El tipo parecía complacido de verlo.
CONTINUARÁ...
