...love breaks and love divides... love laugths and love can make you cry...
Apenas si faltaba una hora para la cena cuando el tren llegó a la estación de Kobe, una de las paradas intermedias en la linea que unía Kyoto con Osaka. El lugar no era demasiado grande, pero aún así había bastante gente esperando a los viajeros del penúltimo tren del día. Entre medias de todo aquél gentío se encontraban dos militantes del ejército que eran observados con curiosidad por toda la gente de allí. Se preguntaban quién iría a bajarse del tren aquél que el capitán del ejército asignado para proteger la ciudad y uno de sus subordinados se encontraran allí. El susodicho capitán, un hombre de mediana edad, en forma pero con algunas canas clareando su pelo oscuro y unos ojillos azul brillantes, le pidió al soldado, que era más alto que él, que no perdiera ojo de la gente que saliera del tercer vagón. Tenía curiosidad por saber cómo sería aquél hombre a quien habían enviado para ayudarles. Tenía que ser alguien realmente extraordinario para que Yamagata-san le hubiera mandado a él y sólamente a él para detener a los terroristas. Se moría de ganas por saber qué tenía de especial aquél inspector de policía que trabajaba en Kyoto
Cumpliéndo órdenes, el soldado observó minuciosamente a todos los que se bajaban del vagón, incluso se acercó más a él para tener la seguridad de ver al policía. Al fin salió Saito, enfundado en su abrigo oscuro bajo el que llevaba su reconocible uniforme azul, gorra y todo, con una pequeña maleta en la mano derecha y con la izquierda apoyada en la empuñadura de su nihontou. Extrañamente la gente se apartaba a su paso, cosa que el subordinado comprendió cuando vio su rostro bajo la gorra.
Sintió un escalofrío cuando sus ojos ámbar se posaron en él, más aún cuando le preguntó por su superior. Tardó unos segundos en contestarle y, cuando lo hizo, balbuceaba "A-allí... S-sígame por favor..." Tragó saliva aliviado cuando se dio la vuelta y miró al frente. No sabía si la expresión sombría y mortalmente seria era un efecto óptico de la gorra, aunque algo le decía que no era así...
La gente a su alrededor volvió a hacer un pasillo para dejarles pasar, y cuchicheaban a su paso y tras ellos, curiosos con aquél personaje alto y enjuto que no encajaba con las prespectivas que tenían todos de un personaje capaz de meter en vereda a los terroristas
"Fujita-san... --dijo el capitán inclinandose ligeramente cuando llegaron allí. No pasó desapercibido para él tampoco el áura oscura que traía el tipo, cosa que pudo comprobar cuando se quitó la gorra como saludo. Echó un vistazo a sus facciones duras y alargadas y a sus ojos pequeños y dorados y se dijo que si era tan bueno en su trabajo como miedo daba, entonces terminarían pronto con esa panda de anarquistas-- Soy el capitán del octavo regimiento del ejército del Emperador, Yokata Jin. Será mi compañero de ahora en adelante. Si necesita cualquier cosa no dude en pedírsela al chico" Dijo señalando al soldado, que se cuadró a su lado
"Sí, señor, lo que usted mande, señor"
Hajime volvió los ojos hacia él. Tenía el pelo claro, los ojos verdes oscuros, y se le veía muy joven e inexperto bajo ese uniforme oscuro de botones dorados del ejército. Se metió una mano en el bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos vacío y se lo dio al muchacho "Me quedé sin tabaco durante el viaje" Dijo casi casualmente. No sólo había terminado con aquél paquete, sino también con otros dos más durante las cinco horas que había pasado en el tren
El soldado lo tomó y le miró confundido "No llega tabaco hasta el pueblo..."
"No he preguntado que me digas si hay o no, sino que me consigas. Ahora" Le ordenó esta vez de peor manera que antes, mirándole de soslayo
"Sí.... sí señor...." El joven se cuadró y salió corriendo de allí a buscar algún lugar donde encontrar cigarrillos para su superior...
Yokata miró al policía, y pronto éste le devolvió la mirada "Y bien? Vamos a quedarnos toda la noche en la estación?"
"Claro que no, Fujita-san, venga, le llevaré hasta donde nos hospedaremos usted y yo. Es una casita que está bastante cerca de aquí, muy mona, toda de madera, hecha al estilo occidental. Ha visto alguna? Son preciosas, ojalá pudiera vivir en una así todos los días del año... --comentó el capitán con una sonrisa-- Además tenemos un cocinero excelente, seguro que le gustará"
"Seguro que sí" Le contestó secamente contemplando el pueblo a la luz de las pocas farolas. Era un lugar reducido, pequeño, sin muchas casas ni muchos habitantes. Algo de viento sopló por entre las hojas de algunos árboles que flanqueaban las calles mientras iban caminando. Era aire frío que agitó sus ropas y despeinó ligeramente sus cabellos, pero si a alguno le molestó no dijo nada. Hajime no tenía ganas de enzarzarse en conversaciones banales y el capitán tampoco las tenía de hacer un monólogo sobre algo tan tonto
Las casas del pueblo eran todas bastante parecidas, bajas, de un sólo piso, alguna de dos, pero esas eran las que menos, las que seguramente pertenecerían a las mejores familias del lugar, o a las más antiguas. Pronto llegaron a la "zona" comercial, si es que se le podía llamar así al único restaurante, pequeño y algo destartalado, y a la tienda de víveres que había justamente enfrente. Pasaron los minutos yendo calle arriba, casi la única que existía en Kobe, ya que las casas por norma general se apiñaban a un lado y a otro del camino, y vieron por fin el edificio de madera que Yokata había dicho, dando pared con pared con un pequeño dojo que alguien debió instalar allí hacía muchos años por el aspecto que ofrecía
"Ya hemos llegado... prefiere que hablemos esta noche sobre lo que nos interesa o mejor lo dejamos para mañana por la mañana?-- preguntó el capitán mientras abría la puerta del local-- Lo digo por si está cansado del viaje o algo..."
Por una parte, el policía prefería que le contara la misión aquella noche; cuántos eran ellos, cuántos el enemigo, dónde estaban, de qué armas disponían, qué estrategias tenían pensadas, cuáles eran las órdenes de los superiores, si había que apresarlos o arrasar con todo... Así al menos tendría la mente ocupada, se distraería y gastaría el tiempo en algo productivo, ya que estaba bastante seguro de que no sería capaz de dormir...
Por la otra parte no tenía ningunas ganas de escuchar batallitas de terroristas, movidas policiales y demás, no estaba de humor para aguantar toda una noche en compañía de nadie, y menos de aquél capitán verborreico. Estaba seguro de que el otro hombre había hablado tan poco porque él no le había dado pie a que le dijera nada... Tenía toda la impresión de ser la típica persona que no se calla ni debajo del agua, y no estaba por la labor de escucharle
"Mañana mejor" Le contestó pasando tras él y contemplando el interior con ojos críticos. La estancia era de madera, igual que por fuera, y tenía una chimenea de piedra en una de las paredes donde ardía un fuego estupendo, rojo y amarillo, que lamía sin piedad varios troncos. Estaba poco amueblada a pesar de que algunos tapices cubrían las paredes desnudas y que sobre el hogar había un hacha de batalla, algo totalmente inusual en el país. En la punta opuesta de la planta estaban las escaleras, de madera oscura, que llevaban a la planta de las habitaciones. El encargado les hizo un gesto afirmativo y empezaron a subir por ellas
"De acuerdo, como usted prefiera, Fujita-san --Hajime gruñó ligeramente. Esa noche, más que ninguna odiaba aquél nombre falso que le llevaba acompañando casi una década de su existencia, aquella tapadera de lo que era y bajo la que se configuraba toda su situación legal, desde su trabajo hasta su matrimonio, pasando por cosas como la licencia de armas, los impuestos o sus hijos-- Esta de aquí es su habitación --le señaló una puerta a la izquierda, justo al lado de la que ocuparía él-- y ésta es la mía. Acomódese, yo mientas le esperaré abajo para cenar" Acabó Yokata con una ligera sonrisa bajo el bigote espeso
El policía asintió casi con pereza y entró en su sitio, un cuarto no muy grande, pero suficiente para lo que lo necesitaba. Tenía una cama con cabecero de hierro forjado, una mesa y una silla sencillos, y una estantería por si quería colocar algo. Dejó la bolsa sobre la mesa y se quitó el abrigo, dejándolo junto con la gorra, sobre la cama. Deseó fumarse un cigarro que no tenía pero que le apetecía más que cenar y suspiró ligeramente, de alguna forma molesto por la dependencia que creaba en él el tabaco, más sabiendo que no era bueno para él. Tocó la nihontou, y por unos momentos se planteó el dejarla también arriba, pero acabó decidiendo que prefería sentirla colgando de su cinturón
Salió, en fin, de la habitación y por primera vez se fijó en que había ventanas en el pasillo, y también una puerta de madera con un pequeño cerrojo que daban a una especie de balcón exterior. Se acercó a una de las ventanas y vio alguna de las luces del exterior, al fondo una masa negra y desigual que formaban los bosques en la oscuridad nocturna, y el cielo inmenso y sin luna, repleto de estrellas. Dentro de unas horas hará mucho frío ahí fuera... Pensó recordando que el cielo estaba totalmente despejado y que además estaban junto a las montañas Si el chaval me trae lo que tiene que traerme quizás salga un rato
Con este pensamiento bajó las escaleras oscuras y llegó a la planta baja, donde tal y como le dijera antes, Yokata le estaba esperando, sentado a la mesa, distrayéndose leyendo el periódico. Vio los galones en su uniforme negro y cruzado, y recordó que esa había sido una de las razones por las que no accedió a entrar en el ejército y se decantó por la policía. Otra de ellas fue porque como policía tendría que moverse menos de casa, de la ciudad donde vivía... o al menos eso pensaba él, ya que luego en la práctica no fue así realmente...
"Siéntese Fujita-san,
comamos y bebamos que la vida es breve y hay que pasarla lo mejor posible"
Dijo alegremente el capitán, y Saito pensó que realmente
el hombre o era idiota o un optimista convencido. Ambos pidieron sus respectivas
cenas y Yokata siguió conversando con él, o al menos lo siguió
intentando
"Ya veo que no es usted muy hablador --le dijo después de un buen rato-- Perdóneme si le resulto pesado, es que me gusta mucho charlar y nunca tengo nadie con quien hacerlo --le dijo encogiéndose ligeramente de hombros y mirando al otro hombre para ver su reacción, pero el policía no dijo nada. Le parecía un hombre reservado y parco en palabras, quizás por eso se le hicera borde y desagradable en sus contestaciones cortas y secas... eso cuando contestaba. El capitán se metió la mano en el bolsillo y sacó algo para él-- Tome, Isikawa encontró, después de todo..." Le dijo dejándole sobre la mesa dos paquetes de cigarros
"Gracias, ya me hacían falta" Comentó sacando uno y encendiéndolo, aprovechando que habían terminado de cenar. Era algo estúpido la manera en que fumar le hacía sentirse mejor y olvidar al menos un rato
"Fuma usted mucho?" Le preguntó al oírle toser ligeramente
Hajime levantó la vista y miró sus ojillos azules brillar mientras esperaba una respuesta "Sí, desde hace bastante, además" Y así era, el tabaco le perseguía hacía casi tantos años como tiempo llevaba siendo Fujita-san.... Muchos años eran ya esos...
"Pues si bebe tanto como fuma habrá tenido unas resacas formidables --bromeó el otro entonces, y se disculpó inmediatamente cuando vio a su contertulio levantarse de golpe de la silla -- Perdone, no quería molestarle"
"No es usted lo que me molesta" Le dijo tomando la katana, que estaba apoyada junto a su silla, y marchándose escaleras arriba. No es usted lo que me molesta... Ha. Pero qué bien sé guardar las formas... Pensó mordazmente mientras agitaba la cabeza y fumaba furiosamente. Aunque en realidad no era su conversación lo que le molestaba, sino que a cada palabra iba recordando cosas que no quería recordar Estoy trabajando, no tengo tiempo para... eso ahora... Se dijo echando una bocanada de humo y metiéndose en el cuarto
Se quedó allí de pie, mirando la habitación, pensando, y ahora qué? Es fácil decir, no voy a pensar en esto o en aquello, lo difícil es conseguirlo... Y él no lo estaba consiguiendo. Se maldijo interiormente por ello y también a todo el que recorrió su memoria a pesar de que el 99% no tenían nada que ver en el asunto...
********
Kenshin cayó como una piedra sobre el futón en el que dormía con su mujer. Llevaba todo el día trabajando sin parar y para colmo fue a visitar a Hiko.... andando. Estaba muerto de cansancio. Se puso el brazo en la frente y más tarde se revolvió el flequillo que le caía sobre los ojos. Misao no había vuelto aún, y el tema estaba empezando a preocuparle seriamente. Pensaba que había sido todo una chiquillada, pero el hablar con su maestro le había revelado que no había sido así. La corredera de su habitación se abrió y el samurai sonrió al ver a Kaoru entrar en la habitación con una mano sobre su tripa. Se incorporó "Estás cansada, cariño?"
"Un poco... ha sido un día muy largo, la verdad... casi tanto como ayer" La mujer se sentó junto al pelirrojo y se desató el pelo, que cayó sobre sus hombros suavemente. Kenshin pasó sus dedos por él para peinarlo, y ella agradeció su caricia.
"Será mejor que durmamos, mañana parece que será igual de largo..." Suspiró él ayudándola con el obi, ya que tenía dificultades para desatarlo
"Ahh pero primero cuéntame qué tal tu entrevista con Hiko. Qué es tan importante que has tenido que ir a buscarle corriendo? Acaso él sabe algo sobre Misao? Y puedes contarme qué es lo que te pasa? Está todo relacionado?"
"Maa maaa... tranquila por favor! --se rió levemente, algo agobiado por tanta pregunta-- Ahora mismo te lo cuento todo..." Dijo metiéndose bajo el edredón. Kaoru hizo lo mismo y apagaron la luz, quedando cara a cara en el futón. Alargó el brazo y revolvió su pelo pelirrojo cariñosamente "Empieza a desembuchar"
"Verás... Desde que llegamos noté que algo extraño sucedía en el dojo, empezando por la presencia de Tokio-san aquí... Mi maestro me dijo que él también sentía algo raro, y que lo averiguaría todo. Recuerdas cuando en la cena se fue? Pues es porque Tokio-san se dejó olvidado el chal y fue a devolvérselo. Fue entonces cuando vio a Aoshi besarla..."
Kaoru casi se incorporó de la sorpresa "Pero pero pero.... No puedo creerlo... --de pronto todo encajó-- Crees que Misao lo sabe y por eso se fue??"
"Sí... Lo que no sé es quién más está al corriente de todo esto... No sé si los miembros de Oniwabashuu lo saben... y si Saito lo sabe..."
La mujer pasó un brazo
por su cintura "Y si se entera...? Siendo como es, es capaz de cualquier
cosa...."
*********
El tren tomó un bache y Misao se despertó sobresaltada. Frunció el ceño ligeramente al ver que le dolían todos los músculos del cuerpo. Se debía de haber quedado dormida en una postura muy precaria... Se sentó mejor en el asiento de madera y se estiró, frotándose el cuello para desentumecerlo. Era noche cerrada, y por las ventanas entraba fresco, pero el policía que dormía a su lado había comprado una manta previniendo aquello. Miró el cielo totalmente estrellado y también las sombras negras que eran los árboles a los lados de la vía. No tenía ni idea de qué hora sería, ni cuánto faltaría para llegar a la otra ciudad, pero lo que sí que sabía es que tenía hambre. Sacó de debajo de la manta una pequeña mochila y de ésta varias viandas que habían comprado con el dinero que les había sobrado después de sacar los billetes. Incluso después de esto, les habían sobrado monedas. Suspiró mientras le daba un buen bocado a uno de los pastelillos de arroz, ya que su pensamiento había volado hasta el policía
Se bajó en Kobe... Qué moral, irse de misión después de todo lo que le he contado... sabiendo además que su mujer estará con Aoshi....
Se secó las lágrimas que habían empezado a asomar a sus ojos. Cada vez que los recordaba no podía evitar llorar... Puso una mano junto a su corazón, donde de nuevo llevaba guardada la foto que estrujara al principio de su andanza en tren y suspiró de nuevo. Nunca pensó que llegaría a pasar aquello... Vale que se llevaban bien, vale que nunca había visto a Aoshi sonreír tanto... Pero de ahí a que se enamorara de ella... De un fiero bocado se acabó los pastelillos. Qué tenía Tokio que no tuviera ella....!! Ojalá supiera lo que el ex okashira veía en ella...
El muchacho se despertó debido a las sacudidas que daba la chica "Qué haces...? Me has despertado..." Gimió soñoliento. Tenían que viajar de noche, puesto que ese era el único tren que podían cojer aquél día... Claro que podían haber esperado al día siguiente, pero temía que la chica intentara escaparse.... además, tenía ganas de llegar a Kyoto. Tenía familia allí, y hacía tiempo que no les veía. Aprovecharía el viaje para estar con ellos y luego regresar a su trabajo en Kobe.
Se asomó a la ventana. El viento le agitó el pelo, y tuvo que guiñar los ojos para poder ver algo. Las luces del castillo brillaban a lo lejos "Estamos llegando ya a Kyoto" Sonrió felizmente
"Qué vas a hacer conmigo cuando lleguemos?" Preguntó Misao mientras comía otro poco, esta vez, pastel de judías
"Llevarte a comisaría"
"A estas horas de la madrugada??"
El policía arqueó las cejas. No había pensado en eso. No podía dejarla allí, estaría cerrado. Miró a Misao con sus ojos castaños "Y ahora qué voy a hacer contigo??"
La ninja se rió "Eso
mismo te pregunté yo... Por qué no me llevas a mi casa? Tenemos
un hostal. Duermes allí y mañana vamos, te parece?
Media hora más tarde, el tren se había detenido por fin en Kyoto, el final del trayecto. Eran las tres de la mañana, y cuando todos los viajeros salieron de la estación el encargado por fin pudo cerrar y marcharse a dormir. La ciudad estaba bastante desierta a aquellas horas, sólo algunos borrachos y hombres de mal vivir andaban por las calles.
"Por qué te escapaste de casa?" Le preguntó el policía intentando reprimir un bostezo mientras dejaba que la ninja le guiara hasta su casa
"No tenía ganas de quedarme... Han pasado cosas que... bueno... --Misao agitó la cabeza. No quería hablar del tema, menos contárselo a un desconocido-- De todas formas estaba trabajando para sacarme el billete de vuelta... No hice más que una tontería. Seguro que estarán todos muy preocupados..." Suspiró
"Seguro que sí. Yo también me escapé una vez, y cuando volví me dieron tal paliza que no lo volví a intentar más-- se rió el joven recordando su infancia -- El Inspector aquél te conoce, supongo... Si no no se habría tomado la molestia de gastarse el dinero para que volvieras a Kyoto... Por cierto no me has dicho como te llamas. Yo soy Kuntsuki Jin"
"Makimachi Misao. Por qué eres tan simpático? No olvides que me llevas detenida. Además, los policías y yo no tenemos buenas relaciones..."
Jin se rió "Me recuerdas a mi hermana pequeña... --de pronto sintió una mano fuerte sobre su hombro y se dio la vuelta-- Qué demonios...." Un hombre, más alto que él y que olía bastante a sake le miraba con cara de pocos amigos
"Suéltala o tendrás que responder ante mis puños" Le dijo con esa voz vaga típica de alguien con sobredosis de alcohol en sangre. El policía le observó cuidadosamente y se llevó la mano a la empuñadura del sable, pero pronto se dio cuenta de que Misao le incordiaría si tenía que pelear. La miró a ella, y vio para su sorpresa que parecía conocer a aquél tipo....
"Sanosuke! No es un enemigo, no pasa nada, tranquilizate"
"No te preocupes, yo te sacaré de ésta, Foxy...." Le contestó haciendo caso omiso a su comentario. Misao le miró con grandes ojos azules e intercambió miradas con el policía, que no entendía nada. Pero ella sí. Su amigo estaba borracho como una cuba tal y como Kenshin les había dicho en Aoiya y ahora pensaba que ella era Megumi...
"Pase lo que pase no pelees con él, oyes? Sano es muy peligroso...." Le dijo tirándole de la manga del uniforme a Jin, que no le perdía de vista. El luchador se colocó en posición de combate, amenazador, y Misao no dudó en zafarse del policía para evitar un mal mayor. Quien sabe qué podría llegar a pasar si se peleaban... Además, eran las 3 de la mañana, y hacía frío en la calle, demasiado como para estar mucho rato ahí parados con la ropa que llevaban
"Ves? Ya está, Sanosuke, ya me ha soltado" Dijo entonces levantando las manos para que lo viera. Jin se quedó con la boca abierta, ya que no se imaginaba que pudiera hacer eso, y Sanosuke entonces tomó una postura mucho más arrogante "Veo que valoras tu vida... Huh" Sonrió, y Misao corrió junto a él para sujetarle cuando perdió el equilibrio. Le cojió por la cintura en el momento justo para que no cayera de bruces, pero el peso del hombre la venció y cayeron de rodillas al suelo de tierra
"No me dejes... --gimió el luchador abrazándola y echándose a llorar sobre su hombro-- Haré lo que me pidas..." La ninja suspiró y le devolvió el abrazo, su menudo cuerpo casi desapareciendo bajo el de él. Se sentía tan identificada con su amigo en aquellos momentos que apenas fue capaz de contener su propio llanto
Jin les contempló silencioso durante unos momentos, luego se dio la vuelta. Después de todo, no sabía nada de la vida de ninguno, no les conocía, y por ello no tenía derecho a entrometerse en su dolor, fuera cual fuese.
******
Un rato más tarde, después que hubiera conseguido hacer entrar en razón al luchador, y tras un fatigoso camino en el que el policía y la ninja le llevaron casi a rastras, llegaron a la puerta de madera de Aoiya
"Es aquí?" Preguntó Jin casi con la lengua fuera mientras se detenían y recolocaba el peso casi muerto de Sano sobre sus hombros. Levantó los ojos para contemplar el gran local, y se dijo que no tenían que tener problemas de fondos si eran capaces de sustentar un sitio así. Misao asintió y se desembarazó del brazo que la caía sonbre los hombros, con lo que el hombre tuvo que hacer grandes esfuerzos para mantener el equilibrio.
Con un poco de maña, en unos momentos tenía abierta la puerta. No se podía negar que no hubiera aprendido a ser ladrona en los viajes que emprendió buscando a Aoshi... De nuevo retomó su puesto bajo el luchador y entraron en el recinto. Al instante, Okina y Aoshi estaban en la puerta del edificio. Estaban demasiado bien entrenados como para pasar por alto que alguien intentara colarse en su casa. Kenshin se asomó al balcón del piso de arriba, y unos momentos más tarde el resto de los ninjas estaban también en pie.
Se miraron sin mediar palabra, con bastantes metros de por medio. La noche les envolvió con un silencio plomizo, en el que Jin se sentía totalmente fuera de lugar y se rebullía incómodo sujetando a Sanosuke.
El ninja más anciano comenzó a andar por el patio de Aoiya, y fue seguido por los ojos de todos los presentes, que veían sus perfiles en la oscuridad. Misao se volvió hacia el policía y con un gesto le pidió que se ocupara de su amigo. Luego echó a andar con los ojos azules prendidos en el suelo. En pocos segundos, a pesar de que caminaban despacio, se reunieron. El viento sopló, llevándose con él el silencio
"Lo siento, Jiya... --murmuró Misao esperando la bofetada que llegaría del brazo ya preparado del mayor-- No pensé lo que hacía" Okina puso una mano protectora sobre su cabeza y luego la abrazó con fuerza "No vuelvas a hacerme esto nunca..."
Kenshin suspiró al ver que todo se había arreglado, o al menos casi todo. La chica ya estaba en casa y... Frunció el ceño. Con quien venía? La lejanía y la oscuridad no le dejaban saberlo, pero fuera quien fuese iba cargando a Sanosuke. Bajó las escaleras con algo de prisa pero sin hacer ruido para no despertar a su mujer y a Yahiko, y cuando llegó al patio los Oni, todos, como si fueran uno sólo, reprendían a Misao por su comportamiento. Incluso Aoshi. El pelirrojo continuó su camino, sin poder evitar lanzarle una mirada a la joven, y llegó al fin hasta la puerta.
Jin se había apoyado en la pared y había sentado a Sano en el suelo, que dormitaba, con la espalda apoyada a su lado. Kenshin vio su uniforme y se preguntó si Saito tendría algo que ver con el regreso de la chica "Espero que Sanosuke no le haya causado demasiadas molestias... --comentó con una ligera inclinación-- Gracias por traerle"
El policía se encogió de hombros "Esa es la familia de Makimachi-san? Y sus padres?" Preguntó señalando con la mirada al grupo que seguía discutiendo y abrazando a la okashira
"Sí, son su familia... adoptiva. Misao-dono es huérfana. Dónde la encontró?" Cambió al tema que le interesaba
"Estaba en Kaone, un pueblo
en la ruta Kyoto-Osaka. Un inspector de aquí que supongo estaría
de paso se mostró muy interesado en que la trajera hasta su casa,
hasta nos pagó el billete. Quizás sepa usted de quién
le hablo" El samurai asintió lentamente, perdiéndose en sus
divagaciones
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Freetalk: Espero que nos os aburrais demasiado... sí, ya sé, estáis preguntando... Dónde está la acción?? Ya vaaa, ya vaaaa. En el siguiente capítulo habrá una poooca, ya veréis. El título es de The Corrs
