...las piedras rodando se encuentran....
El sol se ha hecho de rogar esta mañana Pensó Saito contemplando cómo empezaba a clarear el día. Estaba en el balcón, donde había pasado bastantes horas, enfundado en su abrigo oscuro, dando caladas a un cigarro tan moribundo como la noche. Lo había intentado todo para dormir pero nada le había funcionado, así que, al no tener nada mejor que hacer había abierto la puerta del cerrojo diminuto y se había apoyado en la baranda para dejar que el viento fresco intentara borrar los recuerdos, las preguntas, los por qués. Lástima que tampoco fuera posible. El cielo comenzó a deshacerse en un arco iris según iba el sol subiendo a lo alto. Al parecer tampoco nevaría aquél día. Posiblemente también estuviera llegando allí la primavera...
"Qué hace aquí fuera con el frío que hace, Fujita-san??" Le preguntó Yokata arqueando las cejas. Había ido a su habitación para despertarle, ya que tenía que informarle de la misión, y se había encontrado con que el policía no estaba allí. No tuvo que ser muy observador para ver la puerta del balcón entornada... Vio la cantidad de colillas amontonadas en un cenicero y pensó que o bien el hombre se había despertado para ver amanecer y que realmente fumaba mucho o que no se había acostado todavía
El policía se giró lentamente para mirar al verborreico soldado "Hace frío?" Preguntó apagando el cigarrillo en el cenicero y añadiendo una colilla más a la colección que ya había. Aquél día se había pasado con mucho, pero le daba igual. Si quería fumar iba a hacerlo, le gustase o no a sus pulmones. Se rió interiormente al ver que el otro hombre, totalmente vestido, y con su abrigo, tiritaba de pies a cabeza
"Claro que hace frío...!! --exclamó el otro-- Por Dios, vamos dentro a desayunar junto a la chimenea!" Era gracioso verle temblar de esa forma, echando bocanadas de vapor de la boca mientras se frotaba las manos con insistencia
"De acuerdo" Le contestó, y hasta se sorprendió de su docilidad dadas las circunstancias
La pareja bajó entonces hasta la planta baja y allí vieron que había tan poca gente, o sea nadie, como la noche anterior. Una observación más precisa le indicó que sí que había alguien y les estaba esperando sentado a la mesa, con varios rollos entre las manos que ojeaba sin mucho interés. Yokata le indicó a Saito que tomara asiento mientras él iba a pedir desayuno para los tres al posadero
"Buenos días señor --dijo educadamente Isikawa dejando inmediatamente lo que hacía-- Espero que haya dormido bien"
"Sí, muy bien --le contestó el policía pensando en los rollos-- Qué son?"
"Mapas de la zona, señor, Yokata-san va a explicarle mientras desayunamos la misión. Éste es el mapa general de Kobe, éste un mapa detallado de la zona en cuestión donde están los terroristas --le fue enseñando mientras su superior traía las cosas-- Cuando acabemos de explicarle todo con detalle iremos al campamento para que vea a nuestras tropas y se familiarice con el entorno"
"Espero que no le importe que Isikawa esté aquí, la verdad es que soy muy malo dando explicaciones... "Se disculpó el capitán sentándose junto a los dos hombres. Saito se dedicó a su desayuno mientras el joven le daba el parte de lo que había sucedido o había dejado de suceder a su superior, pero luego cuando terminaron escuchó atentamente lo que tenían que decir
Yokata desenrolló el mapa de Kobe y lo estiró en la mesa, siendo ayudado por Isikawa para mantenerlo desplegado "Bien. Fujita-san, esto que ve aquí es la situación de la ciudad y sus alrededores, lo que realmente nos interesa. Como puede ver, es un pueblo realmente pequeño con alrededores muy montañosos. En uno de los valles, concretamente en éste, se ocultan los terroristas. Están al abrigo de ésta montaña y de un riachuelo estival no muy caudaloso, pero molesto. Para llegar hasta ahí podemos usar esta carretera hasta aquí, pero luego tendremos que ir campo a través sobre la nieve"
El policía asintió, memorizando el mapa para saber orientarse una vez estuvieran allí, aunque realmente le parecía conocer la zona, aunque fuera vagamente. Quizás el Shinsengumi tuviera que cruzar esas montañas tiempo ha...
"Nuestro campamento está situado aquí --siguió Isikawa-- Como ve estamos a medio camino de la ciudad y de los terroristas. Bien, nosotros somos 3122 si no recuerdo mal, y ellos medio millar aproximadamente. Tienen algunos fusiles, katanas, sables, un cañón, pistolas y creemos que alguno de ellos sabe fabricar bombas. Supongo que el armamento del ejército lo conocerá, así que no entraré en detalles por nuestra parte"
"Espera --le cortó-- Si seis veces más que los terroristas qué es lo que hago yo aquí. Habría que ser torpe, MUY torpe, para perder contra una panda de bandoleros de poca monta teniendo los recursos que tenéis"
Yokata le miró, sus ojos azules relampagueando por sus hirientes palabras "Eso debería decírselo a sus superiores Fujita-san, nadie pidió que le trajeran aquí. Por supuesto que nos bastamos y nos sobramos para acabar con ellos, pero parece ser que Yamagata-san confía en usted más que en su propio ejército"
Saito se cruzó de brazos contrariado por el hecho de tener cosas más importantes que hacer que estar allí perdiendo el tiempo, pero sabía que no le quedaba otra que resignarse "Continúe explicando. Cuanto antes acabemos mejor"
El capitán volvió a tomar la palabra después de un leve soplido "Este es el plan; A media tarde--"
"Cómo que a media tarde?"
"Son órdenes de Yamagata-san, señor. Dijo que atacáramos a esas horas y que lleváramos a cabo la misión causando las menores bajas posibles al enemigo" Explicó entonces el joven. Hajime sopló entonces recordando otra razón por la que entró en la policía secreta; libertad de acción casi absoluta.... Sacó el último cigarrillo y estrujó el paquete vacío en su mano hasta hacer una bola que luego dejó en la mesa Es estúpido obedecer a alguien que está a cientos de kilómetros del conflicto... Pensó encendiéndolo "De acuerdo, continúe Yokata-san"
"Como estaba diciendo, dentro de unas horas estaremos aquí, y nos separaremos en dos grupos: uno, que entrará por este lado de aquí y el otro que cruzará el riachuelo. Con esta forma de cuña les atraparemos a todos enseguida"
"No sea idiota. Eso es lo que esperan que hagamos, no lo ve? Es la vía más rápida y sencilla de cavar nuestra propia tumba. Coja a sus mejores jinetes y mándeles a explorar estas vertiente de aquí. Que busquen un lugar por donde descender desde aquí arriba y tomarles por sorpresa"
Los dos soldados se miraron unos momentos, luego miraron al policía, que fumaba tan tranquilo e impasible como de costumbre "De... De acuerdo Fujita-san. Ya veo que se le dan bien las tácticas de grupo..." Comentó Yokata
"Es cuestión de pensar un poco, nada más" Sonrió ladino mientras echaba una bocanada de humo
**********
Aoshi se levantó pronto aquella mañana y decidió que, como era temprano y todos dormían aún, iría hasta el templo a meditar un rato y volvería justo a la hora del desayuno. Se vistió rápido un kimono azulado, bajó sin hacer ruido las escaleras y cuando se estaba poniendo las botas escuchó un ruido que provenía del exterior, a su derecha. Sigiloso en su condición de ninja se acercó al lugar pero vio que la fuente del ruido no era otra que el samurai pelirrojo, que estaba apoyado en la barandilla del porche, observando el jardín. Tan pronto se dio cuenta de su presencia, Kenshin se volvió hacia él "Buenos días, Aoshi. Hoy estamos madrugadores, verdad?" Comentó medio en broma
El ninja asintió y
se apoyó junto a él "Hay algo extraño en el ambiente,
lo noto..." Le dijo, y el otro hombre le miró con grandes ojos violeta
antes de asentir "Sí... yo también lo he notado... Quizás
se deba a lo de mañana"
"Puede ser" Se encogió
de hombros, y el silencio se abrió entre ambos durante un buen rato.
Estuvo contemplando el día, que había amanecido radiante,
quizás un poco fresco, pero soleado, mientras su mente divagaba.
Ya que sería una descortesía por su parte marcharse al templo
y dejar allí a Kenshin, decidió meditar allí mismo.
El mismo samurai, a su lado, también parecía inmerso en sus
propios pensamientos
Su capacidad de concentración era igual de buena casi en todos lados si el ambiente se lo permitía, así que cerró los ojos, se acomodó en la barandilla y dejó su mente en blanco. Lo primero que le vino a la mente fue Misao... Su pequeña Misao volviendo a casa con aquél policía y Sanosuke. Cuando la vio, con esa expresión tan triste, tan arrepentida en el rostro, pero sana y salva, pudo por fin respirar aliviado. Hubiera dado millones por ser Okina, por reprenderla primero, por abrazarla al decirle cuán preocupado estaba por ella... Suspiró, y su pensamiento voló con la ligera brisa hasta una mujer de pelo negro y ojos verdes. Tokio... Estaba seguro de que el día anterior había querido decirle algo, pero que al final no se atrevió. Desde que la conoció había estado mucho más receptivo a los demás, a sus emociones, a sus sentimientos... incluso a los suyos propios. Esa mujer le había enseñado a ver el mundo con nuevos ojos y a mirar a los demás de otra manera. Todos en Aoiya se dieron pronto cuenta del cambio que había experimentado; su yo anterior, por mucho que todos se lo hubieran pedido, jamás hubiera aceptado participar en una fiesta, fuera de quien fuera...
A lo lejos le pareció escuchar algo... era una voz que conocía, pero a la que no podía situar en aquellos momentos. Estaba diciéndole algo con mucha insistencia.... pero no le podía oír bien. El ninja se esforzó entonces en concentrarse en aquello tan extraño que nunca antes le había sucedido. En un primer momento nada sucedió, pero entonces, la imagen de Han'nya cruzó su recuerdo "Idiota........" Le dijo su amigo, y se lo repitió una, dos, y mil veces, y Aoshi no entendía el por qué de aquello. La imagen de Misao se apareció también, y sintió su alma angustiarse. Estaba sola, bajo la lluvia, arrodillada frente a una lápida gris, sus ojos azules llenos de lágrimas
"Aoshi, Aoshi! --le llamó alguien a lo lejos, una voz tan lejana como fue la de Han'nya y que ahora le martilleaba la cabeza-- Aoshi, Aoshi!" En la lejanía, la voz parecía angustiarse, vibrar, y se mezclaba con la otra, volviéndole loco
Kenshin le agitó de nuevo, con algo más de fuerza, mientras le incorporaba. Mientras él contemplaba su alrededor tranquilamente, el ninja se había derrumbado, totalmente inconsciente, y desde entonces estaba tratando de traerle de vuelta "Aoshi, escúchame, soy Kenshin...! Vamos, vuelve...!" Le dijo poniendo el oído sobre su pecho para comprobar si seguía latiendo. Y así era. Puso una mano sobre su frente; a pesar de estar pálido, estaba fresco... El pelirrojo frunció el ceño, empezando a preocuparse. Sabía que el ninja era capaz de una gran concentración, pero no creía que aquello fuera algo normal.
De pronto se vio mirando a unos ojos azules tremendamente abiertos, casi asustados. Aoshi se incorporó de golpe, chocándose con Kenshin, que cayó sentado al suelo con una mano en la cabeza. "Aoshi... Estás bien....?"
El hombre se frotó el golpe y se quedó mirando al samurai aún con cara de espanto. Cuando al fin pareció reconocerle suspiró, cerró los ojos y se apoyó en la barandilla, tocándose las sienes. Tenía un fabuloso dolor de cabeza.
"Seguro que estás
bien?" Le preguntó sin perderle de vista, pero Aoshi no dijo nada,
aunque asintió lentamente, casi con pereza. Lo que le había
ocurrido le había dejado sin fuerzas, medio atontado, y además
no entendía el significado de las visiones. Meditando nunca le había
sucedido nada parecido, y eso le preocupaba, pero tenía ciertos
reparos en intentar meditar de nuevo. No quería que le sucediera
lo mismo, era una experiencia bastante desagradable...
Kenshin se levantó y se ofreció a hacer el desayuno a toda la familia, pero antes le traería un cha, cosa que su amigo agradeció. Una vez ya en la cocina, y tras haberse asegurado que Aoshi se había tomado el té y de que no le sucedía nada, empezó a hacer el desayuno. No llevaba allí ni diez minutos preparando arroz cuando Okkon y Omasu llegaron a hacerle compañía.
"Déjame probar...
--Pidió la mayor, y arqueó las cejas al meterse la cuchara
en la boca-- Está muy bueno!! Tienes que darme la receta, lo pondremos
como nuevo plato en el restaurante! Prueba Okkon!" Y la otra ninja también
se mostró encantadísima con el sabor y la idea de incorporar
la vianda en el menú del día. El pelirrojo se frotó
la cabeza y sonrió avergonzado; nunca le había gustado ser
el centro de las atenciones...
Media hora más tarde, todos los inquilinos estaban en pie. Bueno. Casi todos. Sanosuke dijo que no se levantaría del futón a no ser que una bomba cayera sobre Aoiya, tal era la resaca que tenía de la noche anterior, y Jin les pidió por favor que le dejaran descansar tranquilamente un rato más, que no tenía que trabajar. De este modo se sentaron a desayunar felizmente. Yahiko y Kaoru, que la noche anterior no se habían percatado de nada, se asombraron muchísimo de ver allí a la okashira. La mujer la reprochó enormemente su falta de tacto y su mala conducta para con su familia, pero luego la abrazó fuertemente, feliz de su regreso y de que estuviera bien.
Cuando la dejó tranquila seguir comiendo, Misao sonrió. Todos se habían preocupado mucho por su ausencia, y todos se alegraban enormemente de verla. Era muy afortunada teniendo una familia como aquella... Miró a Jiya, que estaba verborreico, animadísimo y con ganas de hacer mil cosas, los cuatro ninjas que se lanzaban puyas unos contra otros, siempre en broma, Yahiko discutiendo con Kaoru, como siempre y Kenshin intentando poner paz, y Aoshi... Aoshi comía en silencio, lentamente. Era el único que parecía preocupado. Frunció ligeramente el ceño. Le recordaba al hombre que fue antes de cambiar tanto... Su rostro de nuevo estaba impasible, sus ojos azules bajos, meditabundos, escondidos bajo el flequillo oscuro. Suspiró y se obligó a apartarle de su visión y a intentar no pensar más en él. A pesar de que no le había dicho a nadie por qué se marchó, sabía que Jiya sí estaba enterado, y por alguna razón, la mirada de Kenshin le decía lo mismo... Y si el pelirrojo lo sabía, Kaoru lo sabía también. Tenía que dar lo que esperaban de una mujer adulta, ser fuerte en su papel de okashira. Sonrió, pero esta vez puso todas sus ganas en ello, y le tiró una miga a Yahiko para empezar a discutir con él, lo que era uno de sus pasatiempos favoritos
Kaoru se agachó al pasar un trozo de pastel de judías volando a su lado, Kenshin casi no pudo ni meterse bajo la mesa cuando Okkon y Omasu se unieron a la fiesta, que pronto fue seguida por los dos ninjas y por Okina. Yahiko estaba ya todo lleno de pegotes de arroz y variados, pero se reía como un loco y lanzaba a todos como si fuera una ametralladora. El único impasible era Aoshi, y todos se cuidaban muy mucho de que alguno de sus lanzamientos se fuera para su lado. El anciano tomó un pedazo de tofu de su plato, lo escurrió ligeramente para que no se le resbalara y lo lanzó contra Kenshin dispuesto a estrellárselo contra su cabezota pelirroja, pero erró el tiro y el proyectil pasó bastante por encima del samurai, yendo a parar hacia la puerta
"Eeeghhhg!" Exclamó el pobre Jin cuando el tofu pegajoso se estrelló contra su cara. Con dos dedos y haciendo muecas de asco comenzó a despegárselo, ante la risotada general de los participantes en la batalla
"Buenos días Kuntsuki" Le llamó la okashira agitando la mano
"Discúlpeme, no quería darle a usted --se sonrojó el mayor-- Venga, sientese a mi lado y desayune con nosotros"
El policía suspiró ligeramente, teminó de limpiarse la cara con un paño que Kaoru le había tendido, observó si su uniforme estaba limpio y se sentó receloso junto a Okina. Qué gente tan extraña... Si eso es lo que hace éste, que es el anciano... los jóvenes qué harán? Así no me extraña que Makimachi se fuera de casa.... Qué raritos..... Dio un respingo al sentir una mano golpear su espalda
"Gracias por acompañar a Misao a casa, hijo, cómo se llama?" Le pregunto Okina, presentándose a sí mismo y a todos los presentes antes de que pudiera contestar
"Kuntsuki Jin, policía raso de Kanoe y alrededores... Por cierto Makimachi, no se te olvide que tenemos que ir a Comisaría después de desayunar...!"
Misao asintió mientras le pasaba la bandeja con las bolas de arroz, separando alguna para Sanosuke cuando se despertara dentro de un rato "No se me ha olvidado, tranquilo, pero primero tengo que servir las mesas del desayuno en Aoiya"
"Nosotros podemos encargarnos --comentó Kaoru limpiándose las manos en una servilleta una vez hubieron acabado de comer -- Además, así puedo seguir aprendiendo esos ricos platos que hacen Okkon y Omasu"
"Para qué? Si te saldrán horrorosos! Es mejor que tú sirvas la comida y yo aprenda a cocinar!" Exclamó Yahiko poniendo las manos tras de su cabeza y lanzándole un guiño malicioso a su casi hermana mayor, que se le tiró encima para estrangularle, cosa que no consiguió porque el chico se movía demasiado deprisa para su torpe condición de embarazada
"Yahikoooo ven aquí cobarde!!! Voy a matarte por estoo!!!" Chilló levantándose de la mesa como una tromba y corriendo detrás de su discípulo, que se había ido a esconder a espaldas de Aoshi, a sabiendas que ahí Kaoru no se atrevería a hacer nada... O eso creía, ya que la mujer llegó corriendo hasta allí y ambos comenzaron a alborotar detrás del callado ninja, que mantenía su expresión seria con todo y con eso
"Jodeeeeeeeeeerrrrrrrrrr, es que no se puede dormir en esta casa?!!" Se quejó Sanosuke apareciendo por la puerta con una mano frotándose el pelo, y lo más importante, la cabeza, que le dolía de la fabulosa resaca
Jin miró con ojos muy grandes el comportamiento de todos ellos. Estaba tan asombrado que ni se dio cuenta de que se había quedado con la boca abierta sin meterse el pastelillo de arroz dentro. Yahiko echó a correr entonces hacia Sanosuke, jaleado por Kuro y Shuro y con una furiosa mujer detrás que se sujetaba la tripa para correr más cómodamente Qué raritoossss Se volvió a decir mentalmente, y su mirada se prendió en Aoshi, que casualmente también miraba la escena, o eso parecía, al menos Y ese tipo... no ha dicho todavía esta boca es mía... yo creo que ni se ha movido... Será mejor que me marche de esta casa cuanto antes, están todos locos....
************
Se hizo media mañana en Kyoto, y hasta los clientes habituales del local notaron el cambió que se había producido de un día para otro en los ninjas; habían cambiado sus caras largas por otras mucho más felices, a las que les tenían acostumbrados. Por otra parte, el día estaba refrescando, y se perfilaban nubes de tormenta en el horizonte. Era primavera, sí, pero ya se sabe lo caprichosa que es esta estación, donde tan pronto hace frío como calor, hace sol o nieva.
Misao venía de la Comisaría donde había dejado a Jin para que hiciera sus papeleos (no sin decirle que volviera por el restaurante todas las veces que quisiera) y de pronto vio a Sano salir de un bar cerca de donde estaba ella. Frunció el ceño y anduvo hasta él con largas zancadas "Sanosuke! Ya estamos otra vez???!" Exclamó poniendo las manos en sus caderas. El luchador se dio la vuelta de golpe, sorprendido
"Eh Weasel, qué tal te fue en Comisaría con el psicopoli?"
"No está aquí, así que no le he visto, y no cambies de tema!!!!" Le dijo agarrándole de la camisa blanca y llevándosele con él, ya que la gente se les había quedado mirando
"No estaba haciendo nada malo, caray! Había ido a ver si alguien jugaba a los dados aún en esta ciudad...!" Se defendió el hombre frotándose el pelo alborotado
"Hmpf. No tienes frío?" Le preguntó cambiando de tema al ver que no llevaba abrigo ni nada. El luchador se encogió de hombros
"Vas a casa?"
"Sí, tengo que estar para servir la comida, recuerdas? Yo trabajo y esas cosas..."
"Sí... --suspiró, y se volvió a mirar a la okashira, que se arrebujaba en su mantilla y colocaba su larga trenza de forma que no la molestara al andar-- Por qué no llevas nunca el pelo suelto? Con lo largo que lo tienes seguro que te queda bien..."
Misao le miró con grandes ojos, sorprendida por su observación "Tú crees? Pues estaba pensando en cortármela porque a... ehm. Da lo mismo, el caso es que ahora estoy indecisa y no si si dejármela"
Sanosuke no entendía muy bien, pero supuso que tenía algo que ver con Aoshi "No sé, yo te digo que a mí al menos me gustan las chicas con el pelo largo suelto... --se encogió de hombros-- Yo también voy a Aoiya, me he aburrido de pasear solo por la ciudad"
"No tienes amigos en Kyoto?"
"Están toodos en la cárcel por tráfico de drogas..." Se volvió a encoger de hombros, y la mujer pudo sentir su soledad como algo físico y tangible
"Quieres que nos vayamos de juerga un rato? Aún queda hasta que lleguen los clientes en masa..." Se ofreció, pero Sano agitó la cabeza, ya que tenía las manos en los bolsillos del pantalón para que se le enfriaran menos
"Weasel, son las 12:30 de la mañana... qué juerga? --la miró y sonrió-- Gracias de todos modos. Por cierto... Perdóname por lo de anoche. No recuerdo casi nada, pero estaba muy borracho, seguro que me comportaría como un gilipollas"
Ella le puso una mano sobre su brazo y apretó ligeramente antes de esconderla de nuevo bajo la mantilla "No te preocupes por eso... Pero la próxima vez no te emborraches tanto, que pesas mucho para llevarte a rastras!" Se rió con ganas, y el hombre se puso casi tan colorado como su cinta
"Por qué te fuiste sin decir nada, Misao? --le preguntó con esa voz casi paternalista que sólo él sabía poner-- No hay que ser muy listo para darse cuenta de que algo te pasó para que te fugaras así"
"Sí, bueno... Digamos que estoy casi en tu situación, Sano..." Esas palabras hicieron que el luchador volviera sus ojos marrones hacia ella y la viera secarse los suyos con la manga de su gi
Tonta, tonta! Dijiste que ibas a ser fuerte.....! "Lo siento... siempre que lo pienso me pasa igual" Sanosuke la rodeó con sus brazos y la apretó contra su pecho. Ella le devolvió el abrazo que ambos tanto necesitaban si importarles las miradas extrañadas de la gente
--Oooo0ooO--
Para ambos oficiales, las horas se habían echo inusitadamente largas hasta que llegó el momento de partir. A media mañana ellos e Isikawa cogieron sus caballos y cabalgaron a buen paso entre el bosque nevado para llegar al campamento a comer. Aún después del pequeño refrigerio habían estado discutiendo ligeramente los planes de batalla; habían acordado hacer lo que el inspector proponía con tan buen juicio, pero al final dividieron el ejército en dos, con el resultado de hacer una mezcla entre las dos versiones. Mientras Saito e Isikawa bajarían por la ladera que acordaba el primer plan, Yokata llevaría a sus hombres por la otra vertiente para pillarses por sorpresa, descolocados, y así les sería más fácil acabar con todos ellos sin sufrir demasiadas bajas.
Ahora allí estaban, encabezando a todo un grupo de soldados, unos a caballo, otros a pie, en lo alto de la montaña, a suficiente distancia del borde como para que desde abajo nadie los pudiera ver. El muchacho castaño comprobó su reloj una vez más, esperando que fuera la hora acordada. Llevaba el reloj cronometrado con el de su superior, de modo que, cuando ellos comenzaran a bajar, aún habrían de pasar un par de minutos para que Yokata se lanzara al ataque con los suyos, ya que la distancia que tenían que recorrer era menor.
Isikawa le hizo una seña a su superior y, a pesar de esto, Saito no tiró su cigarrillo, pero sí desenvainó su katana
"Preparado?"
"Cuando quiera, Fujita-san"
El policía dio una calada más y levantó la espada al cielo para que todos la vieran. Al momento, al ver el estandarte de su katana, todos los allí agrupados cargaron montaña abajo hacia el campamento. Eran como una marea oscura mezclándose con el campo nevado y el verde de los árboles. Nadie hablaba, nadie gritaba. Tan sólo el resuello de los caballos y su galopar retumbaba por el valle.
Mientras galopaba cubriendo
uno de los flancos del policía, Isikawa amartilló su fusil,
preparándolo para el combate. Le miró fugazmente, y vio en
su rostro serenidad y arrojo, ni un asomo de miedo. Él por el contrario
llevaba muy apretada --demasiado-- la mano que guiaba a su caballo. Las
palmas le sudaban bajo los guantes; nunca había tomado parte de
una misión como aquella y tenía miedo. Se preguntó
interiornente cómo lo conseguiría el hombre mientras revisaba
de nuevo que su fusil estuviera preparado para disparar...
Tal y como habían calculado, en el momento en que la parte del ejército de Saito pisaba el campamento enemigo también lo hacía la parte de Yokata. Saito frunció el ceño. Ninguno de los terroristas había salido de sus tiendas. De hecho, el campamento estaba terriblemente desierto. Tras él, los soldados se detuvieron trazando el perímetro del lugar; lo mismo hicieron los del otro oficial. Yokata dio una orden que no pudo escuchar, y de pronto todos se quedaron quietos
Se volvió a Isikawa quien, apuntándole con un rifle le confirmó lo que pensaba
Traición....Me la han jugado muy bien... Sabría Yamagata-san algo de esto? Se preguntó el policía mentalmente mientras con lentitud guardaba la katana en su funda. Varios soldados le instaron a bajarse del caballo, pero ninguno osó tocarle, cosa que no dejó de hacerle gracia. Una vez en la nieve se acercó al joven oficial, que había apartado su caballo del suyo
"Qué es todo esto? --preguntó con calma. La situación se pintaba mal pero no le daría al enemigo el gustazo de sentirse superior-- Yokata es el jefe de todo esto?"
"En parte sí" Contestó, pero no fue el muchacho. Al parecer el campamento no estaba desierto del todo. De una cabaña de madera salió un hombre, que pronto fue abriéndose camino entre los soldados. Era alto, con buena musculatura. Los pocos rayos de sol que no refulgían sobre la nieve lo hicieron sobre la parte pelada de su cráneo cuando llegó al lado del ahora prisionero. Puso un brazo en jarras y le miró burlón con su único ojo
"Vaya, vaya, vaya. Si no supiera que Saito Satoshi está muerto creería que eres tú, Saito Hajime. O prefieres que te llame Fujita?" Sonrió mientras se pasaba una mano mutilada por la barba de varios días. Le faltaban tres dedos.
"Importa acaso cómo me llames?" Le contestó entonces sin perder ojo de su persona. Llevaba unos pantalones oscuros, no muy anchos y botas altas, y su gi cerraba bastante arriba. Algo que no fue él le llamó la atención. En el campamento había un silencio de muerte. Hasta pareciera que todos los caballos se hubieran callado. Unas pisadas en la nieve rompieron la perfección. Era Yokata quien se acercaba esta vez
"De modo que Fujita no es su nombre verdadero? Vaya... Además, por lo que veo os conocéis... No, si ahora resultará que todos somos viejos amigos...." Se encogió de hombros el capitán mientras reía ligeramente
"En absoluto. No nos hemos visto en la vida, verdad Saito?" Le preguntó el otro hombre, con lo que el soldado se sorprendió
"Así es... Pero tú tienes ventaja, ya que me conoces y yo a ti no --con un movimiento lento se llevó la mano al bolsillo de su chaqueta. Isikawa amartilló su rifle-- Tranquilo chico. Sólo quiero cojer esto...." Dijo sancando lentamente un cigarrillo y encendiéndolo
"Conocía a tu hermano, mejor dicho, trabajaba para mí. Digamos que me debía obediencia... Se pasaba el día hablando de ti, sabes? Cómo no iba a conocerte.... Además os parecéis mucho, así que tendré especial cuidado con tu persona..." Dijo esto último con malicia, e hizo un gesto para que dos hombres le quitaran la espada
"Yo no lo intentaría... A no ser que queráis morir antes de tiempo, claro está" Los cadetes se encogieron al ver su expresión. Aquél policía infundía respeto, casi tanto como el jefe, y por alguna razón estaban convencidos de que cumpliría su amenaza.
"A qué estáis esperando idiotas!" Un ligero murmullo se abrió paso por entre las filas de soldados. Todos, como uno solo, observaron la escena, expectantes.
Saito les hizo un ademán con la mano para que se detuvieran "Qué es lo que quereis de mí? O es del Gobierno? Hablemos y no me resistiré" Tomó la katana y la soltó del cinturón para darle más énfasis a sus palabras. Ambos líderes se miraron, y el jefe comenzó a reir a mandíbula batiente
"Crees en serio que estás en posición de pactar algo? Sujetadle!!" Gritó, y los dos que antes se amedrentaran le agarraron los brazos y se los sujetaron tras la espalda. Uno de ellos se quedó con su espada, sujetándola junto a la suya
Lástima. No funcionó... Pensó mientras se ocupaba de intentar fumar sin manos. Tal y como estaba la situación lo más prudente parecía hacer lo que le decían Parece que el calvito piensa, después de todo...
"Llevadle a la caseta! --exclamó Yokata con grandes aspavientos-- Y vosotros, desmontad de una vez y tranquilizad a los caballos, vamos!" Todos los soldados, juntos pero no revueltos, comenzaron a removerse como hormigas yendo cada uno a un lado a cumplir los mandados
"Señor... --le llamó Isikawa con voz temblorosa mientras le daba las riendas de su caballo a un compañero-- Está usted seguro de que esto está bien....?" El mayor se le acercó y palmeó su espalda con gesto afable y paternal
"Lo esté o no, Isikawa,
ya no tienes opción de cambiarlo" Se sonrió echando a andar
hacia la caseta, pero su sonrisa no era para nada alegre
Los hombres que le sujetaran los brazos, al llegar a la caseta le quitaron el abrigo, lo echaron a un lado junto a su katana y se encargaron de atarle las muñecas en una de las columnas de madera, cerca de dos sillas y una mesa donde supuestamente se sentarían los dos jefes. No había nada más en aquél lugar. Una mejor observación le reveló la existencia de un látigo colgando de otra de las columnas. Tiró al suelo la colilla y comenzó a trazar planes de fuga
La puerta de madera se abrió de golpe, dejando entrar algo de nieve, y ambos hombres entraron, tal y como había supuesto. El tuerto se acercó a él con expresión casi risueña "Los chicos han hecho un buen trabajo, verdad? Bien... Ahora nos contarás todo lo que sabes"
"Todo el qué? Qué es lo que sé?" Le preguntó calmado sujetando la mirada tuerta que el otro le ofrecía
"Muchas cosas útiles. Por ejemplo... cuántos policías hay en Kyoto?" Comenzó a preguntar Yokata mientra acercaba una silla y se sentaba cerca de ellos
"No los he contado. Muchos" Se habría encogido de hombros pero no pudo. El tuerto le dio un puñetazo con la mano buena mientras el oficial se mesaba el bigote
"No te hagas el idiota con nosotros, Saito, te lo advierto" Le reprendió con voz casi cariñosa mientras palmeaba su cabeza como si de un perro se tratara. El policía sonrió ladino, mas su expresión era una máscara. Por su mente se dibujaban mil y una maneras de cortarle el gaznate al calvo y al capitán
"No sé cuantos son. Suelo trabajar solo. Por cierto, quiero saber tu nombre... Me gusta saber con quién estoy hablando, sabes?" Le preguntó sin dejar de sonreír. No le costaba ningún trabajo mostrarse impertinente, pero le venía bien ganar tiempo. Los terroristas le habían atado --y muy bien atado-- al poste, y le estaba costando mucho trabajo aflojar los nudos en sus muñecas. Si no era capaz de soltarse no le quedaría más que una opción...
"Koujo Masahiro. Koujo-san para ti, por supuesto --Saito detuvo un momento sus esfuerzos al escuchar ese nombre que por algún motivo le era familiar-- Y ahora que ya lo sabes continuemos con nuestra animada charla. Sabemos que Oniwabashuu reside en Kyoto en su mayoría... Qué puedes decirnos al respecto, Saito?"
"Por qué un hombre como usted, capitán del ejército, se deja mandar por un personaje de poca monta como éste, Yokata?" Preguntó a su vez mirándole directamente a los ojos. El soldado arqueó las cejas, ya que no esperaba algo así, pero luego cruzó los brazos sobre el respaldo de su silla puesta del revés y sonrió afable.
"Los motivos que me llevan a actuar contra el Gobierno no le importan, Fujita --su expresión se endureció al nombrar a sus superiores, y el brillo en su mirar no pasó inadvertido para el policía-- Le advierto que será mejor que colabore... Koujo-san no se caracteriza por su paciencia, sabe? Pero sí por sus métodos de tortura nin--"
"Cállate idiota! --le gritó el Koujo volviéndose hacia él como una fiera. El soldado dio un respingo que casi se cae de la silla, y enmudeció. Luego el cuasi calvo se volvió hacia su prisionero y le cogió por el uniforme-- Ciertamente no me caracteriza la paciencia así que más te vale que empieces a hablar deprisa. Qué sabes de Oniwabashuu? Cuántos son? Quién es el okashira?"
El terrorista estaba tan cerca de él que pudo reparar en que tenía más cicatrices en el cuerpo de las que había creído en un principio. La que cruzaba la mitad de su rostro y le inutilizó un ojo estaba trazada limpiamente, por lo que supuso que el ejecutor además de ser muy diestro contaba con armas muy buenas. Pero aún le llamó más la atención el hecho de que su peinado --si es que se le podía llamar así a los mechones que adornaban su cráneo-- no era fruto de un mal peluquero, sino de las cicatrices que impedían al pelo crecer "Quítate de delante --le dijo con sorna-- Eres tan feo que asustarás al poste al que estoy sujeto y saldrá corriendo conmigo a cuestas"
El brillo que desprendió su único ojo fue similar a un relámpago. En dos zancadas estuvo junto al otro poste, cojiendo el látigo. Como si lo llevara manejando toda su vida lo hizo restallar, y sólo un movimiento en el último momento por parte del policía le hizo fallar... por milímetros. Saito sintió el aire pasar junto a su mejilla casi cortándole, y el chasquido del cuero al estrellarse en la madera estuvo tan cerca de su oído que hizo que se sintiera realmente incómodo en aquella situación.
Estaba preguntándose si sería capaz de esquivarlo otra vez cuando alguien irrumpió en la habitación, distrayendo al ejecutor. Era Isikawa. El joven, al ver que interrumpía deseó que se le tragara la tierra. Yokata hizo un gesto de disgusto, pero nada comparado con la expresión de su compañero de armas, que parecía estar luchando por contenerse y no molerle a latigazos a él también
"Qué pasa, Isikawa? No ves que estamos ocupados?"
"S-sí señor, lo siento señor.... Los...los terroristas ... han mandado una nota. Ya están en sus puestos, señor, y se ha acabado el forraje para los caballos. El... El jefe de suministros pide órdenes" Tartamudeó mientras apretaba fuertemente la mano en su sable para evitar que al menos una de ella le temblara. Koujo se paseó inquieto por la habitación, y el suelo de madera crujía bastante bajo sus botas
"Eres tan necio que aún no has aprendido que un ejército sin comida no es un ejército? No se te ha ocurrido pensar en ir hasta nuestro campamento y cojer lo que falta de allí? O comprar en la ciudad? Cómo pretendes que lleguemos a Kyoto en el tiempo previsto si los caballos desfallecen?? No sé por qué te mantengo en el puesto en el que estás, si eres tan incompetente que vienes a pedir órdenes para algo tan sencillo y tan obvio!!" Le reprendió su superior duramente golpeando el piso con una de sus botas para dar más énfasis a sus palabras, lo que le sacó una sonrisa al terrorista. Mas para Isikawa no era tan divertido...
Saito lo escuchó todo con gran interés, intentando grabar la conversación en su memoria. Los terroristas que debía encontrar en ese campamento decididamente no estaban allí. Entonces dónde estaban? Y el ejército tenía pensado llegar a Kyoto... cuándo? Ahora más que nunca tenía que salir de allí para poner a sus superiores sobre aviso de lo que estaba pasando, y era ahora o nunca. Yokata seguía reprendiendo a su subordinado por su estupidez, y el jefe de los terroristas, el temible hombre del látigo estaba muy entretenido con la bronca.
De pronto, una explosión se escuchó en todo el campamento. Los tres hombres corrieron al exterior para ver que, donde antes estaba su experto en pirotecnia sólo quedaba un profundo agujero en la nieve. Aquí y allá caían aun pedazos de la caseta donde estaba el hombre, y también trozos de su cuerpo. Muchos soldados se acercaron también a ver lo que había sucedido, y bastantes hicieron gestos de asco al ver la lluvia a la que se había reducido su compañero
"Maldita sea! Pero qué demonios.....!!!!!" Empezó a exclamar el tuerto con voz fuerte, pero algo un ruido más potente y ensordecedor que sus gritos llenó el ambiente. Miraron arriba y vieron como, literalmente, la montaña caía sobre sus cabezas
"AVALANCHAAA...!!!!!"
El policía, que había oído todo desde dentro, no lo pensó más. Una vez alguien me dijo que si te sacaste algo una vez puedes hacerlo dos... Esperemos que sea verdad.... Pronto escuchó gritos despavoridos de los soldados corriendo, alejándose de allí lo más rápido que podían, y el estruendo de la nieve al bajar en masa a toda velocidad cada vez más cerca. Como pudo se agarró las manos por los dedos, y aprovechó la sujección de las cuerdas para hacer más fuerza. Con un chasquido se desencajó la muñeca derecha y en unos segundos las cuerdas que le llevarían a una muerte segura entre el hielo cayeron al suelo.
Moviéndose deprisa como hacía mucho que no lo hacía cojió la katana del suelo y salió corriendo de la cabaña. La gente que podía reparar en que se estaba fugando estaba ya bastante lejos de allí como para hacer nada, además de que tenían cosas más importantes que hacer --como salvar el pellejo-- antes que preocuparse por él. Miró hacia atrás para calcular el tiempo que tenía y vio que desgraciadamente era poco. El ruido era ensordecedor, el suelo temblaba bajo sus pies, haciendo más árdua la tarea de correr sobre la nieve. Corría hacia la arboleda todo lo deprisa que podía, sintiendo arder sus pulmones. Demasiado frío, demasiado tabaco, demasiado mayor...
Apretó los dientes. Ni siquiera el más famoso espadachín había conseguido arrebatarle la vida. No sería ahora una estúpida avalancha la que acabaría con él. El bosque cada vez estaba más cerca, pero no lo suficiente. No pienso morir así.... Mi muerte será en la batalla, no aceptaré ninguna otra...!
Nieve, trozos de hielo, pedazos de roca y madera llovían a su alrededor. Se oyó un gran estruendo cuando la enorme avalancha destrozó las casetas de madera, aplastando unas, arrastrando otras. Su destino estaba cada vez más cerca.... Detrás de los pinos descubrió algo que no esperaba; el bosque no continuaba. Una pared rocosa lo cortaba, elevándolo cuatro metros sobre él. La desesperación hizo que casi perdiera pie en la nieve mientras corría. Escalaría esa maldita pared o moriría intentandolo.
Más bien esto último...
Con un fuerte impulso lanzó la espada a lo alto de la pared para dejarse las manos libres, y cuando iba a empezar lan escalada vio una cuerda resbalar por las aristas de piedra hasta llegar casi a sus manos
Saito miró incrédulo
a la cuerda, y luego arriba. Una mujer de rizos oscuros le gritaba algo
con voz apremiante mientras desde arriba le tendía el mango de una
larga lanza. En la otra llevaba la katana. Sin pensárselo dos veces,
se lanzó a la escalada...
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parte.....>
Freetalk: Quién
es esa mujer que acaba de salvarle el pellejo a Saito....?? Ya lo veremossss
^^ Por cierto, por ahí detrás se me olvidó explicar
más o menos la línea temporal, esa a la que hago alusión
en el capítulo uno. Bien, ehhh.. realmente veréis que los
meses y todo eso no coinciden con los reales; eso se debe a que cuando
empecé a escribir no sabía el tiempo que pasa desde Shishio
a Enishi o de Shishio a Amakusa.... entonces claro... Bueno, a lo que voy,
esto es así : Shishio, Wanted Dead not Alive, Family
Affairs, Amakusa (Sai no está en esa saga por lo q pasó en
Family Affairs *^^*), Enishi y ahora ésta ^___^
