...Gitano al creerse deshonrado, se fue a su mujer cuchillo en mano...
En el casi imposible último momento la mujer le agarró del brazo y tiró de él con todas sus fuerzas. La avalancha golpeó con fuerza la ladera de la montaña, haciendo que todo temblara con fuerza, y ella con un fuerte empujón los mandó a los dos rodando fuera del borde. Pero el peligro no se terminaba ahí, y lo sabía. La morena aún le seguía agarrando y le obligó a ponerse de pie de un tirón y a seguirla corriendo entre los árboles. Todo se estremeció con un espantoso estruendo a su alrededor cuando la nieve rebasó los cuatro metros de ladera.
Las piedras rodaban, los árboles crugían y gemían mientras dejaban caer nieve sobre sus cabezas. Para el policía todo aquello parecía una gran incongruencia, como un sueño. Seguía corriendo pero no tenía la noción de estar despierto. Se dejaba llevar, simplemente...
"Monta vamos!!" Le gritó ella mientras agarraba por las riendas a un exhaltado caballo que había robado tiempo ha a uno de los soldados. Una vez se hubo agarrado bien a su cintura espoleo con fuerza al animal, que fue feliz de salir corriendo de allí...
La mujer cabalgó a la mayor velocidad que podía guiando al equino entre los árboles, mirando de poco en poco atrás a ver si el peligro había pasado y, cuando por fin así fue y la avalancha remitió, se perimitío suspirar con alivio. Había sido una operación un poquito arriesgada, sí...
"Eh, Goro... desmontemos
un rato para dejar descansar al caballo...-- Le dijo tirando de las riendas
suavemente-- Estamos demasiado lejos como para que alguno de esos idiotas
nos encuentren... Goro...?"
El tiempo pareció dejar de tener sentido indeterminadamente. Por dias, minutos, horas, o quizá segundos, el mundo dejó de existir para el policía, pero esa sensación pronto empezó a disminuir y abrió los ojos, encontrando que la mujer morena estaba sentada a su lado dispuesta a colocarle la mano
"Qué..... Qué estás haciendo aquí.... Ryoko??" Le preguntó por fin. Ella se sonrió algo maliciosa e hizo un aspaviento para que se callara. Saito suspiró y la dejó hacer. Cierto que él y Ryoko se veían con frecuencia, pero nunca se acostumbraría al rudo carácter de la ninja. Apretó los dientes cuando ella acometió su tarea, pero al momento se dio cuenta de que había hecho un trabajo magnífico
"Qué haces aquí? Estabas... retirada" Le volvió a preguntar mientras contemplaba cómo con los dedos apretaba en los sitios adecuados para reducir el dolor a una simple molestia. Aún no se había incorporado, prefería mantener la postura un rato hasta asegurarse de que no perdería el conocimiento de nuevo. La ninja tenía las manos finas y pequeñas, y a pesar del frío las tenía bastante calientes, cosa extraña en una mujer. Claro que no todas las mujeres eran como Ryoko. Tenía el pelo negro y rizado cayéndole sobre los hombros, y unos ojos de gata oscuros como la noche. No era especialmente guapa, pero su forma de caminar y sus gestos, siempre tan seguros, su cuerpo bastante modelado por el entrenamiento ninja y su mirar, todo unido a ese carácter explosivo que la caracterizaba la hacían más atractiva a los ojos masculinos que cualquier geisa
"El Gobierno no estaba muy convencido con ésta misión --sea cual sea--, de modo que me pidieron por favor que te siguiera por si acaso te metías en líos. Yo les dije, Goro meterse en líos? Nunca! Y como no tenía nada más interesante que hacer pues acepté --una sonrisa burlona cruzó su cara al decir la ironía-- Ya está. No hagas mucho el bestia y todo irá bien. Sí, mejor no te levantes aún. Creo que corriste demasiado para tus años... ya no estás para estos trotes eh?" Le preguntó sonriendo ladina mientras agitaba la cabeza
El hombre hizo caso omiso de su comentario y se dedicó a recoger la información que necesitaba "Tuviste que ver algo con esa explosión?" Preguntó mientras comprobaba por quinta vez que estaban solos en el bosque
Ryoko se colocó las manos en las caderas y le miró con desdén "Pues claro! Algo tenía que hacer para sacarte de ahí con vida, no crees? Y la prespectiva de luchar uno contra varios millares no me parecía la más adecuada... Claro que quizás me pasé un poco al hacer volar al pobre artificiero" Se rió ligeramente mientras se acomodaba mejor sobre la nieve
"Espero que no vengas a salvarme
más veces...." Le dijo Hajime con un suspiro "Tenemos que volver
a Kyoto. Y deprisa"
******************
"Qué demonios ha pasado??!" Rugió Koujo tirando de las riendas de su caballo para mantenerle quieto. Al empezar la avalancha, todos habían corrido hacia los caballos como alma que lleva al diablo y de allí al bosque. El jefe estaba furioso, ya que habían perdido hombres innecesariamente además de al prisionero al que pensaban sacarle información aunque fuera arrancándole la piel a tiras
"Al parecer la explosión causó la avalancha, Koujo --comentó Yokata con expresión seria tras volver del recuento de soldados. Estaban vivos casi todos, aunque algunos estaban magullados y habían perdido a varios caballos --Tendremos que volver a nuestro campamento" suspiró ligeramente, hasta contento. No le agradaba el campamento de los terroristas, era pequeño, estaba mal cuidado y no tenía comodidades. Por el contrario, su rico campamento pagado con dinero del Gobierno siempre tenía todo a punto y a su gusto
"Crees que Saito habrá escapado?"
"De la avalancha?? No lo creo --se rió ligeramente-- Tendría que ser un super hombre, y dudo mucho que lo sea. Es una lástima, estoy seguro de que sabía más de lo que aparentaba, en fin --se encogió de hombros-- Vámonos. Total, dentro de poco tendremos que ponernos en camino a Kyoto"
El tuerto se rió ligeramente "Claro que es más de lo que aparenta.... Saito fue capitán del Shinsengumi en la guerra, sabes?"
"Un Lobo de Mibu? --se sorprendió
el capitán -- Y cómo es que trabaja para el Gobierno? No
lo entiendo..." Agitó la cabeza, pero Koujo no volvió a decir
más al respecto
Una vez llegados al campamento, Isikawa y algunos soldados fueron a la ciudad a comprar caballos para reponer los que habían perdido en el desastre, y durante ese tiempo Yokata se dedicó a comer algo mientras comentaba ciertos asuntos con su compañero, que estaba escribiendo una nota
"Qué les estás diciendo a tus muchachos, Koujo?" Le preguntó mientras daba cuenta de un pan hecho al estilo occidental
El tuerto desvió su ojo un momento hacia él y luego continuó escribiendo "Estoy aproximando la hora a la que llegaremos mañana, además de recordarles las instrucciones. Supongo que tienes alguna paloma en el campamento..."
"Claro que sí! Por quién me tomas? Espero que tus terroristas lo hagan bien... Hemos invertido mucho tiempo y esfuerzo en planear el asalto a Kyoto y no me gustaría que todo acabara mal. Además, no me fio de esas... esas brujas"
"No te preocupes por mis muchachos, harán su trabajo a la perfección. Yo mismo les adiestré, sabrán actuar. Y las brujas como tú dices...--sonrió ladino plegando la nota-- Déjame decirte algo. Entre mis soldados más leales se encontraba un tipo alto, enjuto, de mirada asesina. El hermano de nuestro prisionero. Bien. Las brujas, antes de que partiera a su misión me comentaron que no volvería, ya que le habían leído el futuro.... Y alguien cercano a él le mataría. Quizá fuera su hermano. Quizá no. Qué más da. El caso es que como imaginas, no regresó jamas --vio a Yokata darle un bocado a otro trozo de pan-- Confío plenamente en ellas. Me aseguraron caos y destrucción, y lo tendremos"
El capitán suspiró ligeramente, no demasiado convencido"Koujo, crees que la ciudad pondrá mucha resistencia? Me preocupa llegar y encontrar toda una milicia armada hasta los dientes. No puedo sino recordar que Kyoto fue una de las ciudades que más batallas vivió en la guerra..."
"Deja de una vez de preocuparte sin motivo, Yokata. Lo que dices habría tenido sentido hace diez años, no ahora. A la gente se le ha olvidado luchar, y los que pelearon en esa guerra no quieren volver a vivir más días sangrientos como aquellos. En cuanto vean el caos que hemos organizado y se den cuenta de que somos superiores a ellos en todo se volverán mansos, ya lo verás"
"Y la policía? Si mandaron a Fujita aquí quizás Yamagata sospeche y nos tenga algo preparado..."
El terrorista dio un golpe en la mesa, exasperado "Son una panda de inútiles! Lo sabes tan bien como yo! No serán capaces de hacer frente a nada, menos aún cuando hayamos echado abajo la comisaría! Ya deja de gemir como un viejo, joder! Tú te ofreciste a ayudarme en mi venganza si yo te ayudaba en la tuya, no pienses por un momento que voy a dejar que te eches atrás. Antes te mataré, entiendes?!" Ambos hombres se quedaron mirando fijamente durante unos instantes que parecieron horas
El capitán del
éjército dejó lo que estaba comiendo sobre la mesa
lentamente y suspiró "Tienes razón, es cierto. Basta de preocupaciones.
En cuanto se propage el caos por la ciudad será muy sencillo capturar
al Primer Ministro y a Yamagata, y con ellos no tendremos problemas para
chantajear al Gobierno --sonrió-- No tendrán ni tiempo de
pensar qué está pasando" Satisfecho, una vez seguro
de sí mismo, planto los pies en la mesa y se estiró todo
lo largo que era. Si los cien hombres de Koujo eran al menos un tercio
de lo que era su jefe, podía estar seguro de que lo harían
todo bien. Su imaginación voló hasta el que fue su prisionero,
y por ende hacia Isikawa. Sin el chico nunca hubieran podido engañar
al policía, ya que de haberle dicho que los terroristas eran un
centenar contra tres millares pronto se habría olido una trampa
Lástima
de avalancha, estoy seguro de que sabía muchas cosas que nos iban
a resultar útiles... Bueno, así la cosa tendrá más
emoción Pensó disfrutando ya el momento de ver a Yamagata
en su poder...
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Kenshin se colocó las manos tras de la cabeza y se estiró, intentando poner remedio a un incipiente dolor de espalda. Estaba acostumbrado ha realizar las tareas de la casa, pero el trabajo de Aoiya era agotador en extremo. Apenas sí tenían un rato libre, eso sin contar con que aquél día se había levantado muy pronto y se le estaba haciendo eterno el tránsito hasta su futón. Suspiró y se apoyó en la barandilla. La noche estaba empezando a caer, pero por fortuna el viento que había estado haciendo durante todo el día se había llevado las nubes que amenazaban tormenta.
"Qué hay, Himura?" Preguntó Okina tan afable como siempre acercándose a él. El pelirrojo se dio la vuelta y sonrió "Nada, estaba estirando un poco los músculos"
"Eso está bien --su expresión feliz se cambió a una más seria-- Qué es lo que te preocupa, hijo? Te noto algo extraño... Acaso tu mujer tiene problemas con el embarazo?" Le preguntó apoyándose en la barandilla de madera junto a él
Kenshin arqueó las cejas y agitó la cabeza "No, no, que va, Kaoru está perfectamente... Pero Misao no estoy tan seguro..." Los ojos del ninja parecieron desaparecer bajo las cejas canosas al notar que su amigo sabía algo de lo que pasaba e intentaba sonsacarle a él la verdad. Pero no diria nada, lo prometió a Aoshi.... Seguramente fue el maestro Hiko quien se lo contó todo...
"Mi pequeña ya es suficientemente mayor como para hacer frente a sus problemas, Himura... Por otra parte, si necesitara ayuda la habría pedido, no cree?"
El samurai suspiró
ligeramente "Sabe lo que pasó esta mañana?"
***-------- Flashback aquella mañana ---------***
"Vamos Misao... dime qué te pasa, por favor..." Le dijo Omasu casi haciendo un puchero. Antes todos habían estado desayunando tan felices, ella incluída, pero de pronto parecía que el mundo se le había venido abajo.
"No tengo ganas, Omasu, déjame, anda" Le respondió ella entonces recojiendo las mesas de Aoiya, limpiándolas y adecentándolas para los clientes que dentro de poco irían a desayunar
La ninja suspiró y bajó los ojos, no herida pero sí triste e impotente. A pesar de que los cuatro ninjas habían intentado que les contara por qué se había marchado, ninguna de sus estratagemas había dado resultado. Sabía que algo había de ocurrirle para irse así de casa, eso no era propio de su pequeña Misao...
Aoshi entró entonces por la puerta del local; acababa de abrir el local. El hombre fue andando con paso firme por la estancia, y Omasu arqueó las cejas cuando vio que iba derecho hacia ellas "Misao... Perdóname por... nunca quise que...." Le dijo a la chica sin importarle que la mayor pudiera oírles
Misao hizo un gesto con la mano para que se detuviera "Es igual" Respondió entonces, con una ligera sonrisa y agitando un poco la cabeza
"De qué te ries?" Preguntó entonces Aoshi, desconcertado por la reacción de la okashira además de porque pensaba que no le iba a contestar
"De nada. Cosas mías que no te importan" Cosas suyas, sí, pero que no le importaran no. Ahora Saito lo sabía todo... absolutamente todo. La chica se preguntó qué estaría haciendo ahora... Estaría planeando vengarse? Les montaría el número cuando volviera de su misión, fuera cual fuese?
Misao suspiró ligeramente, y como estaba sumida en sus pensamientos no advirtió la mirada triste que había arrancado al ninja con su contestación. Shinomori la tomó entonces de un brazo, aprovechando que no tenía nada en las manos y de un tirón la obligó a seguirla
La okashira se quejó débilmente, a sabiendas que no podría escapar de su agarro. Aoshi quería decirla algo y se lo diría quisiera o no. El hombre la arrastró hasta las cocinas del restaurante, donde sabía que no había nadie "Misao basta ya. Por favor" Le dijo una vez allí, soltándola frente a él
"Basta de qué? Qué pasa, es que no tengo derecho a ser como me venga en gana?" Le contestó ella frunciendo el ceño compitiendo con sus ojos azules, poniéndose en jarras y casi de puntillas para aparentar más de lo que era
"Es MI vida Misao! Es que no lo entiendes? Lo siento, no puedo hacer nada para cambiarlo!" Exclamó el normalmente calmado Oniwabashuu. Él quería mucho a Misao, desde que había vuelto a Aoiya se había dado cuenta de lo que la había echado de menos, y la verdad le hacía daño el comportamiento que tenía con él. Podía entender que le doliera, que se sintiera mal, que tuviera celos de Tokio, pero no aquello....
Largas lágrimas recorrieron el rostro de la joven, como cada vez que discutía con él, y eso era algo que hacían últimamente demasiado a menudo "Déjame ser así....! Déjame odiarte...! Quiero odiarte más de lo que te quiero para poder olvidarte..." Gimió escondiendo el rostro entre las manos y llorando fuertemente. Aoshi se quedó sin palabras, sin saber qué contestarla, dudando si sería bueno que la abrazara o no.... Pero al final la atrajo contra sí para que llorara contra su pecho, y la chica agarró su gi y enterró su rostro en él...
***-------- Flashback aquella mañana ---------***
Según le había ido contando la historia, el rostro de Okina había ido agravándose, más si cabía la opción. Apretó los labios y agitó ligeramente la cabeza "Qué me estás pidiendo, Himura? No puedo cambiar lo que siente Aoshi.... ni lo que siente Misao.... Había albergado la esperanza de que el muchacho se acabara enamorando de mi pequeña pero no ha sido así... Qué quieres que haga??" --le dijo mirándole con la tristeza más absoluta pintada en los ojos -- Tú mismo sabes que Aoshi lo está pasando mal también..."
Kenshin asintió lentamente, comprendiendo las palabras del ninja, pero le contestó "Aoshi no debería jugar con Tokio-san... La quiera o no la quiera no es quién para acabar con su familia, no cree?"
"Se lo dije, Himura... Se lo dije... Pero ellos son buenos amigos.... Ella le ha cambiado mucho, lo has visto... --bajó los ojos unos momentos para luego dirigirlos al cielo-- Pensé que no pasarían de ahí... pero de nuevo me equivoqué... como siempre... Quizás tenía que haber cortado esa amistad de raíz pero el muchacho era feliz... por una vez en su vida..."
El pelirrojo suspiró, y se preguntó si había sido muy duro con Shinomori. Sabía que tenía razón pero Okina también tenía su punto... Aoshi siempre había sido un solitario, un amargado y serio ninja que sólo vivía para pelear como él bien sabía.... Ahora no era él! Sonreía, hablaba... se relacionaba con los demás...! Había estado tan ciego de no ver que el ninja --su amigo-- necesitaba a alguien a su lado, alguien en el que no viera sus faltas pasadas? Eso es lo que él había visto en Kaoru... una mujer fuerte, valiente, sin prejuicios de ningún tipo, dispuesta a dar amor sin condiciones...
Agitó la cabeza. Pero
ella está casada! Y Aoshi no debe --no puede!-- meterse entre Saito
y ella. Tengo miedo de que ocurra alguna desgracia, y por el camino que
vamos cada vez la veo más claramente....
************
"Y... Y eso te dijo Misao...?" Preguntó Tokio preocupada mientras desviaba la mirada del paquete que había comprado para ponerla en su alto amigo
"Sí.... Quiere odiarme... Tokio... yo no quiero eso! Misao es muy importante para mí..." Casi gimió el ninja metiendo las manos en los bolsillos de sus ajustados pantalones oscuros. Pronto sintió una mano sobre su brazo apretándo ligeramente
"Le has dicho eso a ella?"
"El qué?"
"Que es muy importante para ti. Sabe ella cuánto la aprecias? Se lo has dicho alguna vez?" Le preguntó con voz suave mientras caminaban hacia su casa para dejar las compras
"No... Yo... Yo soy muy... bueno... tu ya sabes cómo... De todas formas qué arreglaría?" Aoshi miró al cielo bastante oscuro, a las primeras estrellas de la noche. Llevaba unos días de infierno. Sin comerlo ni beberlo había pasado de ser feliz a sentirse completamente miserable. Desde que habló con Misao aquella noche --sólo hacía dos días y parecían años-- su vida se había desordenado completamente. Suspiró ligeramente y rodeó a Tokio con uno de sus brazos y la apretó contra su pecho. No sabía qué haría sin ella en esos momentos... Realmente le consolaba mucho que ella estuviera a su lado
"Quieres quedarte a cenar con nosotros, Ao? Seguro que los niños tendrán mil y una batallitas que contarnos" Ofreció ella al ver su casa ya cerca. Pocas veces le había invitado a quedarse, sobre todo porque no quería contrariar a su marido... Se ponía celoso sin motivo! Bueno... casi sin motivo, se enmendó. La verdad es que tenía muchos motivos para pensar mal.... Me habrá escrito ya? Estará bien....? Ahhh.... Cómo odio que se vaya de viaje...
"Tokio?"
"Ehh perdona, estaba pensando en Hajime... Qué me decías?"
"Que me quedaré si no es mucha molestia. No me gustaría que tus hijos... bueno, que pensaran que nosotros..." El ninja se puso un poco colorado al decir esas palabras y la mujer comenzó a reir alegremente. Su risa contagiosa le arrancó una sonrisa a él y se sorprendió cuando Tokio, poniéndose de puntillas, le agitó el flequillo oscuro
"Ríete, eso es bueno" Dijo con una brillante sonrisa mientras buscaba en su kimono las llaves de su casa. El viento sopló fresco sobre ellos, y se apresuró a abrir la puerta. No había nubes en el cielo, con lo que el frío se hacía más patente; había refrescado bastante aquella noche...
Para Aoshi, acostumbrado a cualquier tipo de clima, el frio de la noche no solía ser demasiada molestia, aunque agradeció el abrigo de las paredes. Tokio le dio una lamparilla y ambos echaron a andar por los corredores
"Te he dicho alguna vez que tienes una casa muy bonita?"
"Siempre que vienes --le contestó ella con una ligera risa-- Ponte cómodo mientras preparo la cena, de acuerdo? Los chicos estarán al venir, asi que si llaman abre, sí?"
"Puedo ayudarte en la cocina.
Si quieres" Se ofreció el ninja. Tenía ganas de sentirse
útil, hacer algo por ella aunque fuera la cena. Con eso no pagaba
la gran deuda que tenía pero...
"Ao, este arroz está muy bueno!" Le felicitó Tokio una vez estuvieron cenando. Hacía rato que los tres chavales habían regresado a casa, y se habían alegrado de ver al ninja allí. A pesar de su faceta reservada, Aoshi se sentía cómodo estando entre críos, y así lo demostraba de cuando en cuando contándoles alguna batalla, o simplemente haciendo figuritas de papel que Tsuyashi aceptaba encantado. Eiji se divertía enormemente escuchando las historias que el ninja tenía para ellos; historias sobre el valor, la amistad, el honor... todo cualidades de los buenos samurais. Mejor era alguna vez que había ejecutado alguno de sus movimientos ninja para deleitarles; Aoshi se había ganado la admiración de los tres chicos... aunque Tsutomu era quizás el más reticente a su respecto. Por una parte disfrutaba con su compañía igual que sus hermanos pero por la otra sentía que estaba traicionando a su más grande héroe; su padre, y este pensamiento le hacía estar siempre algo más distanciado de ellos
Para la mujer, era algo evidente los sentimientos de su hijo, y sonreía y agitaba la cabeza pensando lo que se parecía a su padre. Pobre de la que le robe el corazón pensaba entonces pero también qué afortunada...
"Venga niños, a la cama! Ya habéis molestado bastante a Aoshi por hoy!" Le ordenó medio en broma al ver la hora que se había hecho. Tras unos cuantos "jooos" y otros tantos pucheros, los muchachitos tuvieron que abandonar su gran entretenimiento a sabiendas de lo inflexible de Tokio en estos asuntos. Claro que también ayudó que Aoshi prometiera que volvería dentro de poco para visitarles...
"Son estupendos... Has hecho un gran trabajo con ellos, Tokio" Le dijo el ninja colocándose el flequillo, ya que Tsutomu se lo había revuelto. Ella le contestó algo... pero Aoshi no fue capaz de escucharlo. La voz de Han'nya, en su cabeza, era más fuerte.
Idiota idiota idiota idiota idiota......
Han'nya! No lo entiendo! Por qué haces esto? Qué quieres decirme??? Le gritó mentalmente, confuso, dolorido por el martilleo constante en su cabeza. La imagen de su amigo se hizo mas nítida ante sus ojos. Llevaba en sus manos una gran cinta rosa. Estaba algo descolorida, sucia, rota, pero la reconoció enseguida. Era el obi que usaba Misao en su traje ninja
Idiota idiota idiota idiota idiota...... El ninja comenzó a disolverse ante sus ojos, tan sólo para dar paso a visiones aún peores.. Destrucción. Caos. Edificios derrumbados. Muerte. Un cuerpo se materializó a sus pies. Era Misao. Estaba... Dioses. La habían torturado con numerosas técnicas ninja, su cuerpo estaba lacerado, sangriento.
El ninja cayó de rodillas junto a él con los ojos llenos de espanto y tomó el cuerpo roto de la joven entre sus brazos. Sus ojos azules estaban muy abiertos, el rostro desencajado, reflejando una muerte horrorosa en sus pupilas dilatadas. Su kimono estaba medio abierto, rasgado, como si alguien... como si alguien la hubiera.....
Por qué me enseñas todo esto Han'nya!!!!!!!!!! Gritó Aoshi al viento furioso, sintiendo lágrimas quemarle en los ojos HAN'NYAAAAAAAAA!!!!!!
Aoshi abrió los ojos sobresaltado y se incorporó rapidamente. Tokio rodeó su cuello con sus brazos y le apretó contra sí "No vuelvas a asustarme así por todos los dioses...." Susurró
"Lo... lo siento... --dijo llevándose una mano a la cabeza. El corazón le latía tan deprisa que parecía a punto de salírsele del pecho; aún le duraba la angustia, casi podía sentir el cuerpo de la chica, su sangre escurriendo entre sus dedos...-- Es... es todo tan extraño... Es la segunda vez que me pasa hoy... Han'nya me enseña cosas... Por qué?" Murmuró casi más para sí mismo que para la mujer
"Quien es.... Han'nya?"
Aoshi entonces soltó los brazos de la mujer de su cuello y la miró unos segundos. Ese fue el tiempo en que tardó en decidir si contarle o no lo que había sucedido antes de conocerla.
"Sea lo que sea lo que vayas a decir, no me asustaré Ao" Le dijo para infundirle ánimos. Él asintió levemente, aunque no estaba muy seguro de que realmente no se fuera a asustar como ella decía. Después de todo, lo que había hecho en el pasado no tenía perdón... Al menos no por él, ya que sabía que los demás no se lo tenían en cuenta...
El ninja comenzó su relato, intentando suavizar las peores partes pero sin faltar a la verdad, y Tokio escuchaba sin perder palabra, sin judgar los actos de su amigo, tratando de comprender sus razones. Escuchó su versión sobre el asalto a Edo, la decisión de quedarse junto a sus compañeros, la época de Takeda Kanryuu, la muerte de sus amigos....
"...Han'nya siempre ha velado por mí... tanto en vida como ahora... Me... me llama idiota cuando se aparece! Me enseña destrucción y caos... y no sé por qué!-- Pasó los brazos por su cintura y se abrazó a ella-- ...Primero Misao, ahora Han'nya... me estoy volviendo loco..."
Tokio le devolvió el abrazo, sus manos cerrándose en torno a su pelo oscuro primero, luego en su espalda ancha, fuerte, perfecta. En unos momentos pasó de estar junto al pecho del ninja a verle los ojos. La miraba con una expresión suave, llena de cariño. De pronto sus labios secos se cerraron sobre los suyos, sumiéndola en un profundo beso... que devolvió.
Las manos de Aoshi fueron subiendo de su agarro en la cintura lentamente, casi vergonzosas, descubriendo su cuerpo bajo la ropa. Cada valle, cada curva, eran una sorpresa que le hacía tragar aire. Nunca antes había tenido a una mujer entre sus brazos....
Ella cerró los ojos mientras tocaba el apuesto rostro de su amigo, su cuello, su pecho bien formado. Le deseaba... dioses, deseaba que Aoshi la tomara en sus brazos, que la tocara, que hiciera el amor con ella allí mismo.... Sintió su respiración jadeante sobre su cuello, luego sus labios recorriéndola lentamente hasta llegar de nuevo a su boca.
Sus manos no cesaban su exploración, y cuando llegaron al obi lucharon por desabrocharlo. O lo habrían hecho de no ser porque unas más finas se lo impidieron. Aoshi se sobresaltó cuando algo le mojó la mejilla "Por qué lloras, Tokio.... --le preguntó preocupado. La mujer tragó saliva para contener un sollozo, y él limpió sus lágrimas con sus labios-- no voy a hacerte daño.... " Le dijo esta vez suavemente, aunque en el fondo de sus ser sabía que no era esa su pena
Tokio miró en sus ojos azules y de pronto le empujó para apartarse de él "No, no, no, no! No puedo, no puedo hacerlo!-- se echó hacia atrás, turbada-- Aoshi no puedo... no te quiero...!"
De pronto la pared saltó hecha añicos a su lado. Con los ojos muy abiertos de la sorpresa se volvieron hacia el agujero, y la impresión fue aún mayor cuando Saito les devolvió una mirada con un brillo muy particular.
"Hajime.....??!!"
"Hola querida... Espero que lo hayáis pasado bien --sonrió dejando ver sus colmillos-- porque será lo último que hagáis" Sus ojos brillaban extrañamente bajo el ceño funcido y, cuando el policía se acercó a ellos tambaleándose, con la espada en la mano, la mujer sintió miedo. Esa sonrisa de psicópata, ese brillo extraño en sus ojos no auguraban nada bueno....
"No habrás... bebido, verdad?" Le preguntó armándose de valor mientras ella y Aoshi se levantaban, totalmente alerta, olvidando cualuiera que fuera lo que estaban haciendo
"Y si es así qué te importa a ti, eh?" Casi le gritó, desvaneciéndose su sonrisa al instante
"Saito--" Comenzó el moreno, pero el otro hombre le cortó dándo un sablazo a su lado
"No quiero oír vuestras explicaciones.... No más engaños... Voy a mataros ahora mismo!" Saito entrecerró los ojos y la mano en la empuñadura de la nihontou se tensó, al igual que los músculos de sus piernas
El ninja tragó saliva ante la situación. Saito era muy peligroso, y él estaba desarmado... y no sólo tenía que cuidar de su pellejo, sino también de Tokio. El corazón empezó a acelerársele por la adrenalina mientras pensaba rápidamente qué podía hacer. El otro hombre no atendería a razones, así que sólo tenía la posibilidad de distraerle mientras la mujer se ponía a salvo y después ya intentaría arreglárselas con el kempo...
"Tokio... CORRE!!!!!!" Le gritó mientras de un salto se lanzaba contra su marido para pillarle desprevenido
Ella dio varios pasos hacia atrás, asustada, pero pronto entendió el plan de su amigo. Se agarró los bajos del kimono y salió corriendo de la habitación como alma que lleva el diablo
Su marido aulló de rabia mientras se debatía con Aoshi en el suelo. El ninja le dio un buen puñetazo, pero Saito vio una brecha en su guardia y el mango de la espada se clavó acertadamente en su estómago. El hombre tragó aire con dolor. Sus pulmones, doloridos por el impacto, se negaron a trabajar, cosa que el policía aprovechó para quitársele de encima y echar a correr por el pasillo.
O eso intentó, ya que no se hubo puesto en pie cuando Aoshi, jadeando, le agarró por un tobillo y tiró con todas sus fuerzas. Hubiera caído al suelo de no ser porque se aferró al marco de la puerta
Tokio se encogió sobre sí misma mientras corría al escuchar un gemido del ninja entremezclado con el rugido de su marido que, ya libre, iba tras ella
No podía creerlo... Hajime estaba persiguiéndola para matarla! Ni siquiera cuando aquella noche hacía ya tantos años, cuando le prometió no beber más, les amenazó a ella y a Tsutomu, estaba tan convencida de que la mataría... podía leerlo en su cara, en sus ojos, que siempre el habían dicho cuanto quería saber sobre él.
Sus pisadas cada vez estaban más cerca a pesar de que la mujer corría a toda la velocidad que podía. En el salón cambió de rumbo, dirigiéndose a la puerta de atrás. Tenía claro que si seguían corriendo por toda la casa al final acabaría atrapándola.... y si sus hijos lo veían así e intentaban detenerle quién sabe la barbaridad que podía acabar cometiendo....
Miró hacia atrás y le vio al final del pasillo. Aún le llevaba ventaja, pero por cuánto tiempo? Y Aoshi? Estaría bien?
"Me da igual que corras, me oyes? Tarde o temprano te voy a cojer!" Le gritó mientras saltaba por encima de una mesita que ella le había tirado para entorpecer su camino
Los tres críos, que se habían levantado al escuchar todo el escándalo que estaban armando, salieron de su habitación para asomarse al pasillo, y al ver a su padre con la nihontou en la mano persiguiendo a alguien fueron también detrás de él para ver qué hacía. No podían imaginar a quién estaba persiguiendo....
Sin respiración, tropezándose con todo y tirándolo a su paso para que él tropezara también, Tokio consiguió alcanzar la puerta de atrás que daba al jardín. Allí estaba al descubierto pero al menos estaba en campo abierto...
Tsutomu, que iba en cabeza, fue el primero en ver a su madre correr como alma que lleva el diablo, y por consiguiente el primero en gritarle a su padre qué estaba haciendo. Saito miró hacia atrás unos segundos, distraído por su comentario, y tropezó con otra mesa que la mujer había dejado tirada para él
El hombre clavó la nihontou en el suelo para no perder pie del todo, y se volvió a mirar a su hijo con unos ojos que hicieron que el chico retrocediera y chocara con sus hermanos. Tras esto se levantó y de nuevo salió en persecución de la mujer, que ya había recorrido un buen trecho de jardín y estaba buscando algo con lo que defenderse, a sabiendas de que era virtualmente imposible salir de allí con vida....
Hajime, al ver que ella se había detenido al fondo del jardín, dejó de correr a medio camino, prefiriendo acercarse lentamente hacia su presa. Sabía que ella tenía algo en la mano, se lo había visto coger del suelo unos momentos antes, pero le dio igual. No era rival para él.
"Escúchame, Hajime, por favor" Le pidió, sintiendo cómo le temblaba la mano que agarraba la azada que el jardinero había debido dejarse olvidada. El hombre siguió su camino, y ella lo vio llegar impotente, temblándole las rodillas, con el corazón a punto de salírsele por la boca
"No es lo que piensas, Hajime, yo no le--"
"Cállate!! ---la cortó con voz de acero-- Ya he escuchado suficientes mentiras, no cress? Os he visto.... OS HE VISTO, ME OYES?! --le gritó-- Me has deshonrado... y cumpliré el Aku Soku Zan"
Tokio pensó que sus rodillas dejarían de sostenerla en unos momentos. Jamás se le hubiera ocurrido pensar que algún día escucharía esas palabras dirigidas hacia ella... Pero se las merecía... se las merecía...!
En la habitación, Aoshi se llevó una mano a la cabeza mientras se levantaba. A pesar de esto, la sangre corría por su rostro desde la brecha sobre su ceja derecha, donde Saito le había golpeado una vez más con la espada. Escuchó las voces y se asomó por el agujero en la pared. Vio a Tokio al fondo del jardín y al policía acercarse a ella cada vez más. También pudo ver a los niños asomarse cautelosamente a la puerta trasera de la casa donde Eiji agitaba a Tsutomu claramente exaltado
"Algúna última voluntad? --preguntó ladino el lobo-- No te preocupes, enseguida se reunirá contigo... --esperó unos segundos-- Nada que decir? Bien..." Flexionó las piernas y se colocó en posición de ataque, con la punta de la nihontou apuntando al pecho de la mujer. Ella agarró la azada de madera con ambas manos y cerró los ojos, respirando profundamente
El policía tensó los músculos... y con un rugido salió disparado hacia ella. Estaba tan concentrado en su carrera que no se dio cuenta del ninja hasta que fue demasiado tarde; Aoshi había salvado bastante distancia entre ambos corriendo a gran velocidad y había lanzado contra su espada una piedra del jardín que había encontrado en su camino
Con una puntería envidiable, la roca se estrelló contra la hoja de la espada. Esto bastó para desviarla ligeramente y distraerle de su objetivo. Cuando volvió a mirar hacia delante se dio cuenta de que había fallado por centímetros, y lo último que sus ojos vieron fue un objeto moviéndose muy rápido hacia él
Con todas sus fuerzas, Tokio trazó un arco a ciegas con la azada... y golpeó. Golpeó contra algo duro, ya que le costó vencer la resistencia a terminar la elipse... Abrió los ojos, y vio a Saito alejarse de ella en diagonal, trastabillando mientras trataba de frenar la alocada carrera que terminaría con él en el estanque del jardín
La mujer tragó aire y dejó caer la azada sobre la hierba. Se quedó unos segundos contemplándole sumergido en las aguas, y luego echó a correr hacia el estanque. El policía se incorporó de pronto, salpicando agua a su alrededor, y con una mano en el lado izquierdo de su cara. Tokio cayó de rodillas al suelo, sin poder apartar los ojos de su figura empapada y encogida.
Ella le tomó la mano que tenía sobre el rostro temblando ligeramente, y la quitó poco a poco para acabar viendo la ensangrentada marca que le había dejado sobre el pómulo con su golpe. Contuvo la respiración cuando levantó la cabeza para mirarla...
Hajime --que estaba completamente sobrio ahora-- miró en sus ojos verdes y vio cómo se llenaban de lágrimas. Tokio lloraba al leer en su mirada el dolor y la traición... Empezó a balbucear algunas palabras, pero pronto un dedo selló sus labios.
El policía apartó
la mirada y se levantó, chorreando agua por todas partes. Recogió
la nihontou que había ido a parar cerca de allí y, sin que
ninguno hiciera nada por impedirlo, saltó la tapia del jardín
de su casa y se perdió por las calles de la ciudad
Siguiente parte.....
Freetalk: Bueno ehhhhhh....
Por Dios qué violencia! Qué barbaridad! Qué situación!
Esto ya parece una novela rosa! XDDDDDD
Que quieres saber más
sobre Ryoko? Ahhh vamos! En el siguiente capítulo contaré
más sobre ella, jejejejejejejejejeje (risa maligna)
Dedico este capítulo
a la gente del FoRo x lo que ellos ya saben ^O^
