Say It Isn't So....

Can you fill me in....?




Desde la esquina donde estaban esperando él y varios policías, Cho vigilaba los movimientos de la mujer. En contra de lo primero que habían planeado, se dieron cuenta que uno saltaría por los tejados sin hacer ruído y pasando desapercibido mejor que tres, y quién mejor que una ninja para llevar a cabo semejante hazaña?

Tiene un cuerpo de pecado... Pensó para sí sonriendo vicioso Si no fuera amiga del jefe....

Un soldado desvió sus pensamientos hacia otros más importantes. Saito y los suyos estaban en su posición también. Sólo faltaba ya que Ryoko se colocara en la balconada adecuada y les diera la señal.

La intuición de la Escoba le decía que no tardarían mucho en ponerse manos a la obra, y así fue. De pronto escucharon un grito de guerra --la señal-- y ambos grupos de policías dejaron sus escondites y salieron a pelear aprovechando la confusión de los terroristas

La mujer saltó de la balconada como un felino y usó su larga lanza en la caída para derribar a alguno de sus enemigos. Aterrizó junto a los muy sorprendidos mandatarios y con un preciso movimiento cortó las cuerdas que los sujetaban

"Vamos corran maldita sea!! No se queden parados!!" Les gritó mientras se encargaba de cubrirles la retirada

Aún a pesar de que hacían todo lo que podían, la superioridad numérica del enemigo ponía a los policías en clara desventaja. Saito cortó de un revés la cabeza de un tipo que le iba a atacar por la espalda y corrió hacia la ninja para ayudarla a defender a Yamagata y al Primer Ministro, dejándole el resto a Cho y a su espada flexible

Mientras corría para allá notó que el suelo se movía. Al principio pensó que eran imaginaciones suyas, pero pronto el terremoto sacudió con fuerza la plaza y sus alrededores, lanzando practicamente al suelo a todo el mundo. Un estruendo terrible, como un trueno ensordecedor se oyó por encima de los gritos de la gente allí reunida; una tremenda grieta proviniente de la parte norteña de la ciudad se abría camino a través de casas y carreteras, tragándose todo lo que se interponía en su camino

Cho gateó como pudo al ver que la tierra amenazaba con abrirse bajo sus piés y aprovechó la confusión para lanzar su Orochi contra los enemigos una vez más, a sabiendas de que no la esquivarían. La raja partió la plaza y los edificios en dos y siguió su camino imparable. Esperanzado miró a su alrededor por si se había tragado a su jefe, pero suspiró al ver que no era así. Al menos la mujer estaba bien. En la otra parte de la grieta, y rodeada de enemigos, pero bien.

Medio gateando y apoyándose en lo que podía en mitad del temblor, Saito se acercó hasta donde estaba Yamagata para protegerle, y se dio cuenta de que no sólo Ryoko estaba en la otra parte, sino también el Primer Ministro. Maldijo mil veces la mala suerte que le perseguía mientras se levantaba. El temblor estaba remitiendo, y tenían que salir de allí con Yamagata ahora o nunca

"Ryoko!" La llamó para captar su atención

La mujer, que estaba arrodillada, se dio cuenta de que sus enemigos estaban comenzando a levantarse también. A su derecha vio al Primer Ministro, al que ya se le andaban acercando enemigos para detenerle de nuevo, y en frente estaba el policía matando a cualquiera que se acercara a tocar a Yamagata. Entendió el mensaje de su compañero. Tenían que irse ya. Ryoko aseguró la lanza a su espalda, cojió carrerilla y saltó todo lo más que pudo. Mientras su cuerpo volaba hizo todo lo que estuvo en su mano para no mirar hacia abajo, estirando brazos y piernas para no ofrecer mucha resistencia al aire

Cho la miró con grandes ojos, sin creer lo que veía Pero esta mujer está loca! No le hubiera sido más sencillo salir por donde había entrado??

La mujer apretó los dientes cuando un disparo alcanzó uno de sus brazos mientras estaba en el aire. Al parecer los terroristas no tenían ninguna gana de dejarla marchar con vida.... Sus manos rozaron el borde astillado de tierra y piedras y se agarraron a él como tenazas. Su cuerpo chocó dolorosamente contra las rocas, dejándola casi sin respiración colgando. Sintió bajo sus manos que la tierra en la que estaba agarrada comenzaba a desprenderse. Intentó izarse entonces, pero el brazo la dolía y la lanza le dificultaba la escalada...

Finalmente la tierra se desprendió y Ryoko cayó al vacío... Una fuerte mano la agarró por la muñeca en el último momento, dejándola colgada de nuevo, pero por desgracia los guantes hacían que se le escurriera cada vez más

"Jefe! Tu amiguita se despeñará si no me ayudas PRONTO!!!" Le gritó el policía rubio mientras hacía toda la fuerza que podía con todo su cuerpo para sujetarla

Saito volvió la cabeza hacia ellos y vio el panorama. Enfundó su espada y colocó a Yamgata entre los policías --que se habían apoderado de algunos rifles enemigos-- para que nada le ocurriera. Se quitó los guantes y la camisa, y se la echó a la mujer para que se agarrara a ella. Contó hasta tres y los dos policías tiraron a la vez, sacando a Ryoko de la grieta

"Estás bien, preciosa?" Le preguntó Cho jadeando mientras se cojía el brazo herido, que le dolía aún más por el contínuo esfuerzo. Ella asintió, demasiado cansada como para hablar, apretándose también la herida en su brazo

"Vámonos!!!" Gritó entonces el Inspector levantando su katana. La réplica del temblor comenzó a dejarse sentir, entorpeciendo de nuevo el camino de todos. Cho, ayudando placenteramente a la ninja a mantener el equilibrio mientras corrían, se acercó a su jefe

"Y de dónde coño quieres que saque un caballo??" Le preguntó. Hajime no le contestó, sino que ordenó a la media docena de policías que quedaban que se escondieran. Y deprisa. Los hombres hicieron lo que les decían, metiéndose de golpe en una de las casas que no había resultado dañada, dando un susto de muerte a sus inquilinos

"Qué ocurre?"

"Cállate y esconde esa escoba que tienes por cabeza" Le dijo de malas maneras agazapándose cerca de una ventana. Había visto una columna de hombres en una de las calles cercanas a la que iban ellos. Y esos hombres iban vestidos de soldado. Seguramente se dirijan a la plaza... Maldita sea, al final sí que han venido... Pensó viendo a lo lejos a Yokata dirigir a su tropa Lo bueno es que tenemos a Yamagata. Lo malo es que arrasarán con todos para recuperarle. Miró a los policías, que jadeaban intentando hacer el menor ruido posible. Eran seis, y estaban heridos y cansados, con Cho no podía contar, tampoco con Yamagata. Y Ryoko? Si descansaba lo bastante le seguiría hasta el mismo infierno... teniendo en cuenta que él aguantara el camino hasta allí, claro está.

"Buen trabajo, Saito --le concedió Yamagata poniéndole una mano en el hombro-- Ahora, si me permite, yo---"

"No. Quédese en un lado calladito y sin moverse hasta que yo se lo diga" El general arqueó las cejas y comenzó a decir algo a semejante insubordinación, pero se dio cuenta de todos estaban en su contra. Sopló y por una vez siguió órdenes de un inferior

"Cho, tienes que hacerte con uno de esos caballos. Hazlo como quieras pero no falles --le dijo, y luego se volvió hacia el resto -- Vamos al castillo. Allí tendremos que resistir junto con los soldados hasta que vuelva"

"Ahhh por qué todo tengo que hacerlo yo siempre.... bof --suspiró el antiguo Juppongatana--- Pero después de esto me iré de vacaciones, entendido? A donde yo quiera!" Exclamó antes de salir corriendo del escondite a otra parte

************

Misao se frotó la cabeza mientras se incorporaba. Había tenido que dar un salto de tigresa para evitar que una pared de un edificio se le cayera encima, y para colmo no había sido capaz de evitarla por completo. Se incorporó y miró a su alrededor. Aoiya había aguantado el terremoto más o menos bien, tan sólo una parte había resultado dañada por el terremoto, y Kaoru y Okina habían salido al patio, de modo que no habían sufrido ningún daño. Sus compañeros de armas también estaban bien, gracias a los dioses, tan sólo doloridos por los golpes y cansados de batallar. Habían reducido a todos los enemigos, y ahora sólo les quedaba esperar a que Himura, Sano y Yahiko volvieran con noticias sobre lo que estaba sucediendo. Mientras tanto se dedicarían a ayudar al vecindario y a quien lo necesitara.

Estaban todos atentos a estos quehaceres cuando escucharon cascos de caballo dirigirse hacia allá. Cuando vieron que era el ejército se alegraron, ya que imaginaban que con ellos allí la gente que había atacado estaría puesta a buen recaudo enseguida. Pero la columna de soldados se desplegó y acordonó Aoiya para que nadie pudiera escapar de allí

"Qué está pasando aquí?!" Exclamó la okashira poniéndose en jarras y encarándose con uno de los soldados. Éste simplemente la ignoró, y Misao le tiró un kunai que le pasó silvando junto a una oreja como advertencia de que con ella no se jugaba

"Quién manda aquí?" Preguntó una voz fuerte, de un hombre que se estaba abriendo paso entre los soldados

"Yo, Makimachi Misao!" Exclamó la ninja estirándose muy orgullosa

Koujo se colocó delante de ella y sonrió. Misao arqueó las cejas sin darse cuenta al ver el aspecto que ofrecia su interlocutor "Tú eres la okashira...?" Le pregúntó con burla. Ella estaba a punto de saltar a su yugular cuando una voz la paró en seco

"Detente, Misao! --gritó Okina saliendo a la calle-- Esto no es algo que tu puedas manejar" Dijo el anciano agarrando con fuerza su bastón, visiblemente perturbado

"Aahhh Okina... no puedo entender cómo un viejo decrépito como tú aún continúa en este mundo" Sonrió con sorna, y los ninjas se pusieron en guardia, preparando sus armas. A semejante movimiento, los soldados amartillaron sus rifles y sacaron también sus sables

"Quietos. Quietos todos! --ordenó el anciano a sus muchachos.Luego le devolvió la atención al hombre-- Qué has venido a hacer aquí?" Le preguntó a pesar de saber de antemano la respuesta

"Vengarme, claro está. O pensabas que era una visita de cortesía? Voy a acabar con lo que queda de Oniwabashuu, pero especialmente contigo y con Shinomori. Ya veo que no está aquí, pero no importa... Vosotros me diréis dónde encontrarle" Koujo Masahiro, hermano del anterior okashira de Oniwabashuu y maestro de Saito Satoshi, sonrió con maldad

Kaoru, que aún estaba en el patio del edificio, salió decidida a apoyar a sus amigos ante cualquier peligro. El tuerto la miró sorprendido y preguntó por ella señalándola

"Y ésta quién es? No es una ninja"

"Mi nombre es Himura Kaoru, maestra de la técnica Kamiya Kasshin Ryu, y soy amiga de Oniwabashuu" Dijo resuelta, sin miedo, igualando su mirada

"No la metas en esto, ni a ella ni a los demás. Nos quieres a Aoshi y a mí, deja que los demás se marchen y te diré cómo encontrarle"

Koujo se bajó de su caballo con un salto que hizo que las fundas de sus kodachis repicaran sobre su cadera. Con paso decidido se acercó a Okina, colocándose frente a él sin dejar de sonreir "Te aseguro, Okina, que me lo dirás de todos modos..."

Levantó un brazo y sus soldados se lanzaron al ataque. Los ninjas se colocaron en torno a Kaoru para protegerla de cualquier ataque y comenzaron a defenderse lanzando contra el ejército sus armas.

Misao, como okashira, luchaba con más arrojo que de costumbre. Algúna vez le habían contado la historia de cómo Aoshi llegó a ser el lider de Oniwabashuu y por eso sabía que Koujo era patriota... pero no tenía ni idea --y al judgar por su expresión, Okina tampoco-- de que trabajara en el ejército, menos aún de que aún siguiera con vida!

Con dificultad esquivó un disparo de un fusilero, a quien abatió con sus kunais, pero con el siguiente no tuvo tantos reflejos y una bala le rozó en un hombro, haciendo que perdiera el equilibrio y que varios enemigos se lanzaran sobre ella.

Kaoru, para no estorbar más de lo que ya hacía se había acercado hasta donde Okina y Koujo aguardaban al evidente desenlace de la batalla. Miró al anciano apretar su bastón con fuerza, sabiendo que nada podía hacer contra el otro ninja.

"Los hombres que atacaron antes... llevan una ropa parecida a la suya. Tiene algo que ver con ellos?" Le preguntó la mujer refiriendose a los terroristas. El tuerto asintió levemente, pero no perdió ojo del combate

Okkon y Omasu luchaban codo con codo como si fueran una sola, y corrieron a ayudar a Misao cuando la vieron en problemas. La mayor de ellas lanzó sus discos contra un tirador que las apuntaba y pateó a un soldado fuertemente en el abdomen, dejándole sin respiración. Escuchó un disparo tras de sí, y un empujón la tiró al suelo sin que tuviera tiempo de volverse. Kuro cayó al suelo, cogiéndose el estómago con fuerza, donde la bala le había alcanzado. Pronto sus manos y su ropa se tiñeron de sangre.

Okina apretó los dientes y miró con fiereza a su enemigo, que contemplaba todo divertido. De un tirón liberó el nunchaku escondido en su bastón e intentó atacarle, pero Koujo desenfundó rápidamente una kodachi y le detuvo sin problemas. Con una fiera patada de kempo en el estómago le tiró al suelo, y Kaoru se arrodilló a su lado, deseando que su esposo estuviera allí para darle la paliza que se merecía. Volvió la vista hacia los ninjas. Misao se revolvía entre los brazos de varios soldados, que optaron por golpearla con la culata de uno de los rifles para dejarla inconsciente. Shiro se ocupaba de proteger a su compañero caído y a Okkon, que intentaba sin éxito que el ninja no se desangrara allí mismo. Con lágrimas en los ojos Omasu se tiró sobre los que tenían a la okashira y, aunque consiguió derribar a dos, el que quedaba la tomó por el pelo y tiró hacia atrás con fuerza, haciéndola caer de rodillas. Jadeando, sintió el filo de un sable sobre su cuello

"Basta, basta por todos los dioses! --exclamó Okina incorporándose con la ayuda de la mujer-- Ellos no te han echo nada Masahiro! Haz lo que quieras conmigo, pero detén a tus soldados!"

"Ejecútala" Respondió él entonces desapasionadamentea agitando la mano mutilada. Kaoru volvió la cabeza para no verlo, llorando la suerte de sus amigos. Puso una mano protectora sobre su vientre, temiendo que la vida del pequeño terminara antes de comenzar

Kenshin.... Kenshin dónde estás....?

"Es suficiente --dijo entonces para detener la pelea-- Ya me aburrí. Además necesito encontrar a Shinomori... Será mejor que preparemos el local para su llegada...."

***********

Será mejor que nos vayamos había dicho Amakusa después de que permanecieran aún unos minutos más arrodillados frente a los escombros. Mientras se apoyaba en el hombro del samurai para andar iba pensando en que hacía mucho, mucho tiempo que no veía a una persona con semejante tristeza en la mirada. Y le entendía perfectamente; sus compañeros habían muerto, o habían desaparecido con la multitud. Qué iba a ser ahora del movimiento cristiano en Japón.... Señor ayudanos... un poquito al menos...

Yahiko se apoyó en un muro en el que se habían apretado para esconderse y suspiró. No podía creer que las risas, las bromas, y el contínuo gorronear de comida de Sanosuke les hubiera abandonado para siempre. A pesar de estar contínuamente discutiendo con él... Tuvo que frotarse los ojos, que le escocían del llanto. Sano siempre había sido como un hermano para él....

Tenía miedo por Kaoru, por cómo se lo tomaría... no pensaba que fuese bueno teniendo en cuenta lo avanzado de su embarazo.... Y Kenshin? Su mejor amigo había muerto delante de él, sin poder hacer nada por evitarlo... Miró el cuerpo inconsciente de Eiji colgar de los brazos del pelirrojo. Habían conseguido salvarle pero a un gran precio, o al menos así le parecía a él...

Desplazándose lentamente por la carga del cristiano y por el hecho de ir escondiéndose de las patrullas de terroristas que pasaban, por fin pudieron llegar hasta Aoiya. Lo que allí encontraron casi bastó para que Kenshin dejara caer a su compañero.

El edificio estaba rayado con sangre, como si alguien hubiera mojado una brocha y pintado sobre él. Faltaban varios pedazos de los muros, y en el suelo había varios cadáveres de soldados del ejército que teñían la tierra. Yahiko tragó aire al ver el cuerpo de Kuro empapado en su savia. Empezó a temblar. Por qué no había nadie en Aoiya....??

Como leyendo los funestos pensamientos en la cabeza del chiquillo, el samurai dejó a Eiji y a Shougo en el suelo sin demasiados miramientos y salió corriendo. Apenas sí había dedicado una mirada a los cuerpos en el exterior cuando dio una fuerte patada a la puerta del local. La vajilla del restaurante estaba en el suelo, echa añicos por efecto del terremoto, pero otra parte el sitio estaba indemne. De nuevo echó a correr, esta vez para adentrarse en la vivienda en sí. Iba gritando, casi fuera de sí, el nombre de Kaoru.

Empezó a ver gotas de sangre regando el tatami. Las manchas llegaban hasta la habitación principal de la casa, cuya corredera estaba cerrada. De una patada la echó abajo, y lo que vio le heló la sangre en las venas. Las paredes tenían grandes trazas sangrientas, al igual que el suelo. Un cuerpo había sido despedazado allí mismo. Desde la distancia pudo distinguir el cabello de Omasu, apelmazado por la savia. Pedazos de ropa, y hasta sus armas, estaban distribuidas por la habitación como en un macabro puzzle. Kenshin anduvo lentamente hasta la pared del fondo. Clavado con kunais estaba el cuerpo de Okina, destrozado, mutilado. Había sido torturado cruelmente hasta su muerte, pero el pelirrojo sabía que, fuera lo que fuese lo que querían de él, no lo habían obtenido.

Cayó de rodillas, sin importarle que la sangre del anciano tiñera sus ropas, y gritó el nombre de su esposa una vez más. Ella no estaba allí. Quién... quién había echo aquello tan monstruoso....? Quién tenía a su Kaoru y a su hijo??!!

"Lo pagarán... Sean quienes sean..." Siseó el samurai levantándose. Escuchó pasos cercanos a donde estaba él. Eran Yahiko y Shougo, que habían entrado a ver qué sucedía

"NO ENTREIS AQUÍ!!!" Gritó entonces, y ambos se quedaron quietos en el sitio, casi asustados. Pronto Kenshin salió de la habitación, maldiciendose internamente por haber roto la puerta

"Ke...Kenshin..." Murmuró el chico mirándole con grandes ojos. No le impresionaba el que su ropa estuviera manchada de sangre, sino los ojos de su amigo, el rictus en su rostro

"No le lleves la contraria-- le dijo Shougo en un susurro-- Debido a las circunstancias, Himura-san está bastante afectado..."

Yahiko asintió algo asustado, decidiendo que las palabras de Shougo eran bastante sensatas, sobre todo teniendo en cuenta que él había tenido más contacto con Battousai que el mayor.

"Qué... Qué ha pasado, Kenshin? Sabes quién ha hecho todo esto?"

"Alguien ha entrado en Aioya, seguramente aprovechando la confusión. Por las heridas en los cuerpos de Okina y Okkon --el chico tragó aire horrorizado-- el autor no se anda con tonterias, es un profesional. Un ninja, creo yo. Quizás alguien buscando venganza de los Oni"

"Y el resto? Y Misao y Kaoru?" Preguntó temiéndose algo terrible

El pelirrojo agitó la cabeza "No lo sé..." De pronto todo su cuerpo se puso en tensión. Había escuchado un ruido. De un salto se colocó delante de sus amigos, presto a desenfundar, y puso todos sus sentidos alerta para intentar descubrir la procedencia de su atacante

Las pisadas se hicieron más claras, Kenshin estaba casi seguro de que se trataba de un tipo grande y musculoso. Sopló y se obligó a relajarse al ver la impresionante figura de su maestro aparecer en escena, recogiéndose ligeramente la capa para que no se tiñera de savia al rozar con el suelo

"Shisou... Qué hace aquí?" Le preguntó

El maestro Hiko arqueó una ceja al percibir un aura agresiva en su alumno, pero hizo como si no se diera cuenta "Estaba bajando hacia la ciudad cuando empecé a ver columnas de humo, de modo que pensé que algo malo estaba ocurriendo. No es que me importara realmente, sino que bajaba a comprar sake y si algo ocurría no encontraría mi tienda favorita abierta. De modo que me di algo de prisa en llegar. Claro que entonces llegó el terremoto... En fin. El caso es que al ver como estaba todo decidí pasarme por Aoiya para comprar el sake aquí, y al llegar me encontré con esto" Señaló a las paredes manchadas

"Así que no ha visto nada --casi gruñó el samurai-- Bien. No tiene sentido que nos quedemos aquí. Viene, Shisou?"

"A dónde?"

"No lo sé"

**************************

Yokata se bajó de su caballo con expresión fastidiada y lo dejó al cuidado del soldado que viajaba con él. Con mala maneras abrió la puerta de madera del edificio --uno de los pocos dojos de la ciudad-- y entró sin quitarse siquiera las botas. Tras él iban toda una columna de hombres armados que venían de la plaza. Una de las paredes se veía con desperfectos por el terremoto, y a un lado estaban los cadáveres de los presuntos dueños del lugar. Algunos terroristas algo harapientos se movian sobre el tatami, trayendo y llevando cosas según los designios de su superior

"Koujo! Dónde estas?" Le llamó plantándose en mitad de la habitación con los brazos en jarras, el mostacho temblandole de vez en cuando a causa de su enfado

"Ahhh ya has llegado!-- dijo una voz divertida desde otra habitación. Sus pisadas se oyeron claramente mientras llegaba hasta allí -- Traes a mis hombres?"

"Tus hombres dejaron escapar a Yamagata!!" Dijo dando una fuerte patada al suelo

"De veras? Eso hicieron? --el tuerto se acercó a ellos. Se veía claramente que estaba de buen humor, de modo que sus soldados hasta respiraron con menos miedo -- Y cuál es vuestra excusa?"

Uno de ellos se claró la garganta y le contó lo que había sucedido. Koujo se puso una mano en el mentón, como si pensara

"De modo que más o menos 10 policías se bastaron para burlaros a todos y llevarse consigo a Yamagata? Eso es lo que me intentas decir?"

"Había una mujer que parecía una fiera de lo rápido que se movía. Fue ella la que atacó primero con su lanza, cogiéndonos por sorpresa"

"Y después del terremoto, cuando ella quedó separada de sus compañeros, saltó la raja..." Le dijo otro

"Y uno de los policías llevaba una espada muy larga y flexible... Y era un demonio con ella!! No había quien se le acercara, y hasta conseguía que las balas rebotaran en ella...!"

"El que sí que parecía un demonio era aquél tipo alto y delgado, el que protegía a Yamagata...! Sus ojos eran como llamas cuando peleaba!"

Y así, uno por uno, fueron dando versiones y pinceladas de la misma historia hasta terminar. Al final de todo, el ninja ya no reía tanto como al principio

"En resumen. Los tres super policías os vencieron a todos... Ineptos!! No servís para nada!! Hasta una panda de niños lo hubiera hecho mejor...!" Les gritó mirándoles fieramente con su único ojo. Los soldados se echaron a temblar en sus botas, sin atreverse siquiera a respirar

"Yoku!! --gritó entonces, y una mujer, terrorista como el resto, se acercó diligente. Llevaba el pelo recogido en una coleta, y cuando se cuadró ante su jefe le miró con sus estrechos ojos amarinados. Todos los hombres desearon al punto que la tierra les tragara -- Ya conoces tu trabajo"

"Sí, Koujo-sama" Se inclinó ligeramente y sonrió a los desafortunados que iban a pasar por sus manos. Ella era una privilegiada que había sido entrenada por el mismo ninja, y su trabajo consistía en deshacerse de los estorbos inútiles y de conseguir información a cualquier precio. Uniendo las dos conseguimos a la encargada de imponer "castigos" en el grupo...

Resuelto este asunto, ambos líderes marcharon juntos por el interior del dojo "De modo que tienes que volver a capturar a Yamagata... Si te sirve de consuelo, tengo una ligera idea de dónde puede estar" Le dijo el ninja mientras se acercaban al lugar que estaban preparando.

En una habitación habían colgado unas cadenas en el techo, y de ellas pendía una chica, una jovencita con una larga trenza negra. Estaba inconsciente, pero aún así la tenían amordazada. Cerca, dos hombres trabajaban en lo que Yoku había dejado a medias; estaban despedazando dos cuerpos y llenando unas vasijas con sangre. En un rincón, una mujer atada y amordazada parecía estar dormida. En sus facciones se apreciaban rasgos de sufrimiento y señales evidentes de haber llorado mucho.

"Por qué tienes que ser tan desagradable siempre...?" Le dijo Yokata agitando la cabeza con una mueca de asco cuando el olor de la sangre se metió en sus sentidos

"Es parte de mi trabajo --se encogió el otro de hombros-- Mi trampa está lista y el cebo está echado --señaló a la habitación-- No tardaré mucho en obtener mi venganza, así que te ayudaré un poco, ya que por culpa de mis hombres Yamagata ha huído. Escúchame. Ten cuidado con los tres policías famosos, uno de ellos es nuestro prisionero"

"El prisionero? Pero cómo es posible que esté vivo?? Por todos los dioses, le cayó encima una avalancha!!" Esclamó el capitán haciendo grandes aspavientos

"Es un lobo astuto... y con mucha suerte, eso está claro. Ten cuidado con él, no te confíes. Sobre Yamagata... Si buscaras el lugar más seguro de la ciudad, estando todo en ruinas, dónde irías?"

"A algún sitio desde donde pudiera controlar a mis enemigos, a ser posible entre cuatro paredes muy resistentes... Tienes razón. Sin duda alguna estarán en el castillo" Yokata se sonrió. Ahora que sabía dónde buscar estaba mucho más tranquilo. Con su ejército, el castillo caería en su poder sin demasiados problemas, estando o no los tres "superhéroes" dentro

"Ya veo que te ha cambiado la cara... Bien. Ahora, si no te importa, tengo cosas que hacer, y creo que tú también" Dijo con intención de deshacerse ya de él. Pero el capitán aún le robaría unos minutos más de su tiempo

"Ahora que esto está acabando.... Quieres algo del Gobierno?"

El ninja se volvió a mirarle con el ceño fruncido "No, Yokata. Ya te dije que lo único que me movía a pactar contigo era el hecho de poder vengarme de Oniwabashuu. No hay nada que yo desee que el Gobierno me pueda ofrecer --le dijo, pero al momento sonrió ladino-- Miento. Hay una cosa que quiero. Diles que no se atrevan a venir tras nosotros o entonces sí que tendrán un serio problema. Eso es todo"

"No quieres dinero, casas, tierras, lo que sea? No deseas nada material? Ni siquiera un visado libre a otro país?" Le preguntó un poco extrañado

"No. Todo lo que deseo lo tengo ya. No necesito más dinero, ni más tierras de las que tengo, y soy totalmente libre para marcharme de Japón si ese fuera mi deseo. Pero dime, tú qué es lo que quieres? Has pensado qué vas a hacer después que esto acabe? Porque tú y los tuyos seréis proscritos...."

El capitán se rascó el bigote lentamente, luego pasó una mano por su pelo canoso "Quiero matar a Yamagata... quiero venganza. Y también mis hombres lo desean, no en vano los recluté de entre todo el ejército para que se unieran a mi proyecto... Acabaremos lo que Saigo no pudo terminar... Cuando el resto del ejército llegue para sitiarnos, lucharemos hasta el final. Sé que resistiremos varios días si nos hacemos fuertes en la ciudad, y cuando el pueblo vea que luchamos por ellos y porque todo sea mucho mejor se pondrán de nuestra parte, estoy seguro. Entonces podremos derrocar a este Gobierno traidor y asesino que nunca debió existir"

El ninja, que había escuchado con franco interés sus palabras, sonrió "Muy bonito todo, Yokata, me parece perfecto. Y cuándo cambiaste de bando? --preguntó curioso-- He de reconocer que me sorprendes. Pensaba que era el lucro lo que te movía, no la ideología"

El otro hombre desvió su mirada hacia una de las paredes y comenzó su relato "Yo nunca he sido monárquico, y aunque no participé directamente en la guerra de Boshin, al terminar Yamagata hizo una redada para atrapar a algunas familias opositoras al régimen, a las que ejecutó. Mi mujer y mis dos hijas estaban entre ellas... Aquella tarde masacró a tantos civiles como le entraron en fila en el patio de armas del castillo. Cuando mis vecinos vinieron a buscarme al trabajo, ya era demasiado tarde para morir con ellas. Pero mis huesos acabaron en la cárcel. Perdí toda esperanza en el tiempo que estuve alli... hasta que conocí a un hombre que me presentó a Saigo... " Terminó por fin. Su normalmente jovial semblante se había contraído por la seriedad. Sus ojos azules reflejaban la ira y el odio que tenía al Gobierno Meiji

Koujo asintió, logrando reprimir una sonrisita desdeñosa "Comprendo. Entonces tus hombres son seguidores de la ideología del viejo patriota rebelde... "

"Sí... Llevamos años planeando esto. Yo los dirigía y los recomendaba para que les dejaran entrar en el ejército, y promovía cambios en mis filas por si alguno quería formar parte del plan. En estos dos años logré reunir a mucha gente, por eso estoy casi seguro de que venceremos. Éste es el único modo de acabar con las injusticas, de vengar a la gente que murió y de que este país salga a flote de nuevo. Cuando los derroquemos, Koujo, os concederé todo lo que querais... --dijo girándose para marcharse -- Hasta entonces"

"Hasta entonces.. --le respondió-- Y llévate a tus hombres!". Menudo estúpido Pensó Koujo tocándose el mentón El Gobierno los aplastará en un abrir y cerrar de ojos, la gente no se rebelará contra quien le da de comer. Menos aún teniendo en cuenta que la guerra de Seinan acabó en desastre... Heh. Se las da de populista cuando lo que va a conseguir es un nuevo río de sangre... Menos mal que no tenemos nada que ver con semejante idiota. Y nos dará todo lo que queramos, dice... Se iba riendo mientras agitaba la cabeza...

***************

A la carrera, los policías y la ninja fueron recorriendo las calles, escondiéndose si se daba el caso de escuchar algo sospechoso. Cuando estaban llegando a su destino, el Palacio de Kyoto, Saito les ordenó pegarse contra la pared, cosa que hicieron sin rechistar.

"Qué... qué sucede?" Susurró Ryoko. El hombre, también jadeando, le indicó por señas que esperara tras él. Sacó la cabeza por detrás de la esquina en la que estaban parapetados y vio que no había enemigos a la vista. Frente a ellos estaba el palacio, protegido por grandes murallas de piedra que contaban también con verjas negras y puntiagudas. La construcción, muy sólida, había resistido muy bien al terremoto, y los terroristas no parecían haber hecho mella tampoco. Era el sitio idóneo --y seguramente el único-- donde podían proteger a Yamagata.

"Saito" Le llamaron por detrás, pero él no hizo caso. Cuando volvió a repetirlo por tercera vez la mujer se volvió con cara de pocos amigos

"Qué problema tiene usted? --le dijo bruscamente-- Acaso no ve que está ocupado? Y deje de una vez de llamarle así!"

"Calla, Ryoko. Qué es lo que pasa" Contestó por fin volviendo a la seguridad del escondite.

Yamagata frunció el ceño, luego sopló y por fin, una vez se hubo calmado, habló "Será mejor que sea yo quien de la cara. A mi me identificarán mejor que a usted"

La ninja se sonrió con sarcasmo, y parecía ir a decir algo respecto a identificar un cadáver cuando el Inspector asintió a la proposición "Tiene razón. Si le ven nos abrirán rápidamente la puerta. Vamos, no tenemos tiempo que perder"

El General hizo una seña a los hombres y todos salieron corriendo tras él. Ryoko se acercó a su amigo y poniendo una mano sobre su brazo izquierdo le preguntó si estaba bien

Saito frunció el ceño y se dio cuenta que involuntariamente había llevado su mano sobre las costillas de su lado derecho. Rápidamente lo retiró y lo usó para asegurar su espada en la carrera

"Por qué saltaste la grieta?" Le preguntó a su vez

"Tenía que saber si aún podía conseguirlo-- respondió encogiéndose levemente de hombros-- Mira, han abierto las puertas"

Efectivamente, los soldados que había en el interior del palacio habían reconocido a Yamagata y les dejaban pasar gustosos. Cuando las enormes puertas se cerraron tras ellos, lo que vieron fue una mutitud de hombres, mujeres y niños reunidos a un lado del patio de armas. La mayoría estaban sucios y con la ropa desgarrada, y miraban a los recién llegados con una mezcla de miedo y sorpresa

"Recogimos a esta gente, no tenían domde ir después del terremoto. Y fuera no podían quedarse, con esa panda de terroristas sueltos... Unos cuantos de ustedes vinieron hace rato y nos avisaron de su llegada. Dónde están los demás?"

"No hay más" Le contestó Saito intentando normalizar su respiración y deseando un cigarrillo que llevarse a la boca.

"Qué??"

"Y el ejército que hay en la ciudad está de parte del enemigo. Ah. Y posiblemente vengan a atacarnos porque rescatamos a Yamagata-san, que estaba en su poder"

"QUÉ???" El soldado al mando no podía creer lo que estaban oyendo sus oídos, y se quedó parado con la boca abierta, como una estatua, aún cuando el Inspector se hubo marchado de su lado

"Quiero un recuento de hombres y una explicación de la situación del castillo. Tenemos que saber si estaremos preparados para defendernos del ninja y Yokata" Dijo Yamagata mesándose el bigote con expresión sombría. Su seguridad personal no era lo que más le preocupaba, sino el hecho de que los ciudadanos sufrieran más por culpa del Gobierno.

El Inspector se paró al escucharle "Qué ninja?"

"El terrorista, no recuerdo su nombre"

"Koujo Masahiro es un ninja? Cómo lo sabe? --se giró y anduvo hasta su superior-- Qué es lo que no me ha contado?"

El General encontró sus ojos con los suyos y suspiró ligeramente "Es información clasificada, no pued--"

"No me venga con esas tonterias --le cortó con una expresión muy seria en el rostro-- Va a contarme todo lo que sabe o le diré a esta gente por qué sus vidas están en peligro, y no creo que ni a usted ni a su gobierno les haga ningún bien"

"Me está amenazando, Saito?" Le preguntó con un siseo, sus ojos casi desapareciendo bajo sus espesas cejas

"Si no me dice todo lo que tengo que saber, usted, yo, y todos estos civiles más los que están fuera de las murallas, moriremos bajo el fuego del propio ejército del Emperador. Cuando en el resto de las ciudades sepan que el Gobierno uso Kyoto como cebo para atrapar a terroristas y que la devastación de la ciudad es el resultado, se les tirarán encima y comenzará una nueva revuelta civil. Y si no me cree, se lo demostraré diciéndoles a los que están aquí que por culpa de usted Yokata vendrá a atacarnos con todo su ejército" Terminó cruzándose de brazos. La palidez en el semblante de su contertulio le hizo entender de inmediato que había comprendido el mensaje

Yamagata comenzó a hablar.

Cuando la incompleta información recabada por sus dos agentes especiales llegó hasta la sede del Gobierno pensaron que estaban exagerando. Hasta el momento no habían tenido pruebas tangibles de que Yokata Jin fuera un traidor, menos aún de que se aliara con un reconocido terrorista como Koujo Masahiro.

De este último no tenían demasiada información a pesar de haberle contratado en varias ocasiones como asesino, tan sólo que era un ninja que había servido en el bando del Emperador durante el final de la guerra y que había conseguido reunir a un pequeño grupo de fieles alrededor de él.

El ninja se había vuelto más una molestia que una ayuda, y si era cierto que estaba aliado con Yokata y que éste tenia intencion de ir a Kyoto, allí podrían capturarles a ambos. El capitán no podía tener tantos hombres como habían advertido ni aunque se hubiera unido a Koujo, de modo que no se preocuparon demasiado por ese menester, pensando que con los policías de Kyoto, y si se daba el caso, añadiendo los de las ciudades vecinas, habría suficiente.

De este modo, Yamagata, el Ministro de Interior, Kawaji y el propio Emperador habían tomado la decisión de capturarles para así acabar con dos problemas, y los dos primeros salieron elegidos por ser una figura emblemática del Gobierno

No contaron con la inteligencia de su enemigo ni con sus dotes de estratega, pues las explosiones los sorprendieron a todos, acabando con los policías que supuestamente tenían que defender la ciudad y dejando a los cebos a merced del enemigo....

"Como ve, todo esto no debería haber ocurrido..."

"Es la brillante idea de servir de cebo en una población la que nunca debería habérseles pasado por la cabeza, panda de aficionados! --exclamó Ryoko acercándose a ellos dos visiblemente enfadada-- Y usted es General?? Cuánto tuvo que pagar para llegar a su puesto?!" Dijo haciendo grandes aspavientos

"No toleraré semejantes desargavios a mi persona, entiendes mujer!! --con un rápido gesto agarró la ropa de la ninja-- Hicimos lo que creímos correcto!!" Ella le dio un manotazo para soltarse

"Yo luché en la guerra para que este fuera un país mejor, donde se cuidara a los ciudadanos, donde no se abusara de ellos! No luché para que los peces gordos del Gobierno se diviertan a nuestra costa jugando a los soldaditos, cometiendo barbaridades que ni Tokugawa hubiera nunca imaginado! Y si usted y su Gobierno van por esta línea, quizá la mayoría de los ciudadanos nos equivocamos al elegirles y merecen caer de nuevo" Terminó su discurso airadamente. Aún estaba enfadada, y mucho, pero al menos se había desahogado

"Si no estuvieramos en estas circunstancias te fusilaría yo mismo" Siseó el oficial, temblándole los bigotes de la rabia

"Qué desgracia para usted --comentó Saito con una sonrisa desdeñosa-- Si sé algo sobre mi trabajo, apostaría cualquier cosa a que Yokata ya está de camino. No se lo merece, pero cumpliremos nuestro deber y no dejaremos que le pongan la mano encima. Vaya a donde estan todos y que se agrupen los que puedan pelear y los que sirvieran en el ejército. Las mujeres y los niños que se queden a otro lado --le señaló dos lugares en el patio-- Necesito que alguien me enseñe el lugar!" Dijo en voz más alta para que alguno de los soldados o policías que estaban por allí le oyeran

Ryoko, viendo la expresión iracunda en el rostro del General, le miró con desprecio "Ya que nos jugamos el pellejo por usted, al menos haga algo provechoso como obedecer a Fujita. Si alguien puede hacer que este castillo resista, es él"

Yamagata iba a contestarle algo cuando un muchacho joven, vestido de policía con el uniforme bastante sucio y con algunos rotos --seguramente debido a la acción del terremoto--, se acercó a ellos

"Señor, se acuerda de mí?" Le preguntó a Saito cuadrándose ante Yamagata, quien le devolvió el saludo

Saito le miró de arriba a abajo, arqueando una ceja. Su rostro le era familiar...

"Anteayer en Kanoe con la chica, Makimachi. Se acuerda ahora? Soy Kuntsuki Jin. Puedo intentar ayudarle, más o menos ya me he recorrido el castillo 6 veces y no estoy haciendo nada ahora mismo"

La ninja se volvió para buscar al jefe de los soldados, pero pronto se dio cuenta de que cerca de ellos no había nadie ya. A lo lejos, algunos policias estaban junto a los civiles, y correteando por el patio, la muralla y los balcones del castillo estaban los soldados, seguramente preparándose por si lo que había dicho Saito era correcto

"Creo que no tenemos opción --dijo por fin-- Será mejor que vayamos a ver todo esto. Yamagata--"

"Lo haré, pero Saito, manténgame informado" Le dijo marchándose hacia los civiles

Ryoko, Kuntsuki y Saito partieron entonces hacia el interior del castillo. Allí, la gente dispuesta para tenerlo siempre limpio y perfecto se afanaba por prestar a los soldados y policías toda la ayuda que pudieran dar. Les buscaban mapas, les informaban de lo que necesitaban y les servían de correo entre unos y otros.

La ninja estaba maravillada, siempre había tenido curiosidad por ver el palacio... sobre todo como invitada. Alguna vez se le había ocurrido entrar a robar algo, pero siempre había acabado desechando la idea.

"No pareces muy impresionado por el palacio, Goro... Es que estás pensando en algo?"

"Me recuerda al de Aizu pero más grande" Le comentó distraidamente

"Cómo es que has estado allí??" Preguntó totalmente sorprendida

"Luché allí en la batalla de Aizu. Dime algo, cuántos grupos de ninjas había en Kyoto durante la guerra incluyendo diferentes facciones? " Le preguntó de vuelta, sin hacer caso a las explicaciones que iba dando el joven ni a la cara de sorpresa de su compañera, pero quedándose con los aspectos más importantes del interior

Ryoko frunció el ceño ligeramente, pensativa "Estábamos nosotras, los Oniwabashuu, que si no recuerdo mal eran dos facciones, los Koba--"

"Qué sabes de los Oni?"

"Tuvieron algún tipo de problemas internos y parte de su grupo se pasó al bando patriota en secreto, aunque creo que una temporada después los mataron a todos porque no se volvió a saber de ellos-- se encogió de hombros-- Pero por qué te interesa todo esto?"

"Creo que Koujo es uno de aquellos Oniwabashuu que se pasaron de bando. Tiene sentido, por todas las cicatrices que tiene seguramente también intentaron matarle... Y eso explicaría por qué me conocía por mi hermano"

"Tienes un hermano ninja???" La mujer se paró en seco con los ojos casi desorbitados. Kantsuki se volvió molesto

"Pero bueno, me están escuchando o qué? ...... Ya veo que no. Decía que voy a llevarles con el jefe de aquí, que supongo que estará en uno de estos pisos de arriba porque yo no sé decirles qué medidas de protección hay" Les dijo algo secamente por la falta de interés que estaban demostrando en su disertación sobre el lugar

"Será lo mejor. Vamos Ryoko, no tenemos tiempo para estas cosas" Dijo echando a andar de nuevo. Ella lo siguió, pero sin dar por zanjado el tema

"Y tu hermano tiene que ver con Koujo? Por qué? Es un Oniwabashuu??" Le preguntó mientras comenzaban a subir las grandes escaleras adornadas

"No Ryoko, NO ERA un Oniwabashuu, pero Koujo le entrenaba y le enseñó parte de sus técnicas, supongo que hasta que le intentaron matar" Saito estaba empezando a cansarse de la conversación, además de estar harto de la situación. No le hacía ninguna gracia tener que luchar en el castillo precisamente porque le recordaba al de Aizu, y aún no podía creer que media ciudad estuviera en ruinas por culpa del Gobierno y la otra media por uno de los terremotos más salvajes que había vivido. Y para colmo estaban sus OTROS problemas. Poca gente había realmente que le importara, y no tenía forma alguna de saber si estaban bien o no...

Arqueó las cejas cuando vio al otro policía rebuscar algo en su uniforme mientras les contaba que desde ese ala del castillo podían ver gran parte de la ciudad

"Seguramente en otras circunstancias sería una vista preciosa pero ahora.... -- entonces se dio cuenta de la mirada de su superior sobre él y se observó para ver qué miraba tanto-- Ah...! Perdone, en situaciones tan tensas como hoy un cigarro me calma... Pero si le molesta lo tiraré"

"Deme. Uno. Ahora" Le dijo casi en un susurro. El muchacho arqueó las cejas al ver sus ojos brillantes y su expresión ansiosa y comenzó a rebuscar por su ropa. Acababa de tirar el paquete vacío al suelo...

Se rió nerviosamente y miró a Saito, encogiéndose de hombros. Iba a decirle que desgraciadamente no le quedaban más cuando visto y no visto se dio cuenta de que el pitillo ya no estaba entre sus labios. Ni siquiera le había visto moverse para quitárselo

"Oiga es m--" El joven policía, que iba a reivindicar su propiedad, tragó saliva al ver la mirada asesina de su superior y optó por cerrar la boca. Ryoko se rió de buena gana y agitó la cabeza, palmeando la espalda del muchacho "Si no se lo llegas a dar, te hubiera matado por cogerlo...!"

Saito la miró de reojo, pero no dijo nada. Estaba demasiado ocupado vaciando su mente y disfrutando del momento

Kutsuki suspiró e intentó resignarse Cómo es posible que todos ellos sean TAN raros? Si no están locos me miran con cara de psicopata... Por qué.... Por qué a mí...

De este modo llegaron a la parte alta del castillo. Sí, desde arriba había una vista panorámica de la ciudad impresionante, lástima que hubiera tantas casas destruídas y columnas de humo... A su alrededor vieron soldados construyendo parapetos en los balcones. Ya que los castillos no tenían almenas como los europeos, tenían que usar las balconadas para el mismo propósito. Abajo, en el patio, Yamagata había dividido a los civiles con ayuda de los policías. A un lado, las mujeres y los críos más mayores ayudaban a reforzar las murallas con lo que podían, haciendo una larga cadena, y por otro los hombres estaban agrupados y estaban siendo toscamente armados. De algún modo, el General les había convencido para que lucharan de su lado.

No será por su gusto, desde luego Pensó el inspector tirando la colilla abajo Luchan porque no tienen más remedio. De cualquier manera, es necesario que intenten ayudarnos. Así, al menos, ganaremos algo de tiempo hasta que llegue Cho. Sólo espero que ese cabeza de escoba se de prisa...

"Goro, por qué Yamagata siempre te llama Saito?" Le preguntó la ninja, que había ido siguiendo su mirada hasta posarla en el General

El inspector se encogió de hombros "Serán manías suyas"

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N del A: Bien, aquí están las groserías que prometía... Bueno, habrá más, dadme tiempo ^^Uu Os contaré algo. Por allá arriba habréis leido que Yokata sigue los ideales de un tal Saigo. Bien, Saigo era un patriota del feudo de Satsuma, compañero de Okubo. Para resumir diré que estaba en contra de ciertas políticas del Gobierno, y que tenía escuelas militares privadas. En 1877... sus seguidores le declararon la guerra al Gobierno, con lo que se inició la guerra de Seinan (en la que luchó Saito, por si no lo recordáis) En 7 meses, la insurrección fue aplastada. A esta guerra hace Saito referencia en RKenshin cuando Misao le pregunta por qué el Gobierno no moviliza al ejército para acabar con Shishio, recordáis? Ah! Y recordáis aquellos exhaltados a los que Soujiro se les adelantó al matar a Okubo? Eran partidarios de Saigo que querían venganza....

Ahs! El titulo es de Creg Davids ^__- Y Ryoko... no os preocupéis, ya escribiré su historia completa para que sepáis más de ella jejejejejejeje