.

.

.

Hola queridos lectores

espero que este nuevo fic les guste :D

esperen otro que ya tenia igual escrito jejeje ya no lo soporte mas perdonen

gracias por sus hermosos reviews que me alientan a seguir escribiendo

saludos desde CDMX

.

.

.


CAPITULO 1 EL INICIO DE TODO.


La vida te regala la vida misma

Vida misteriosa que nos absorbe de amor y dicha cuando se encuentra la felicidad misma pero ¿Qué es la felicidad? ¿Cómo distinguir todo? ¿Cómo saber si es lo que estas destinado a vivir? ¿Cómo conocer la verdadera razón de la existencia? ¿Cómo no sentirse perdidos en un momento de la tan preciada vida?

Al final siempre es una incógnita que tendremos en nuestras mentes, pues solo eso podemos hacer y confiar en que somos lo que somos por algo más grande, algo eterno y maravilloso que nos llevara después de la mano para vivir juntos en una infinita eternidad.

S.M.


Miriam observaba a su hija, su adoración quien había cumplido ahora ya 9 años, era increíble que ahora ya estuviera tan grande y tan maravillosa, era un regalo de dios, un hermoso y maravilloso obsequio que se lo habían enviado para alegrar su matrimonio arreglado, por supuesto que como en cualquier familia había sido de esa forma ¿Qué hija de familia es casada con un don nadie? Por supuesto que ninguna que se hablara con decencia.

-Hola cariño –Dijo Bob cuando ingreso a la sala de estar.

-Hola –Dijo Miriam sin tanto entusiasmo y sin quitar los ojos de su pequeña hija

Bob era un hombre robusto y más grande que la rubia de ojos azules que miraba con adoración a la pequeña niña que jugaba con unos muñecos que sus abuelos, padres de su esposo le habían traído.

-¿Cómo te has sentido? –Pregunto algo impaciente el hombre

-Aún tengo un poco de dolor de cabeza –Dijo Miriam con tranquilidad

-Pues no me interesa, así que prepárate y ordena que acuesten y den de cenar a la niña, necesito un hijo varón y eso no lo voy a conseguir si no tenemos intimidad

Miriam le miro con frialdad e intentando calmar su molestia. Le asqueaba solo de pensar volver a pasar por aquello…de dejar que el la tocara, no podía, no quería.

Olga la miraba con confusión mientras unas pequeñas lágrimas caían por sus mejillas.

.

.

.

En la noche Miriam se encontraba en su alcoba sollozando, mientras Bob dormía plácidamente a su lado con una mano alrededor de ella.

Mientras intentaba limpiarse la saliva y el olor de Bob de su cuerpo, sentía repulsión, había abusado de ella, su mejilla ardía con fuerza donde la mano de su esposo había caído cuando ella se rehusó a querer tener intimidad.

Habían sido años donde fue tortuoso estar a su lado, abusaba de ella casi siempre que ya su paciencia se acababa por tanto pretextos.

Miriam no quería más hijos, con Olga era más que suficiente para ella, Olga había sido una niña preciosa, dulce, tierna y adorable, además de que se veía inteligente pero por supuesto que Bob no lo dejaría en eso.

El deseaba un hombre, un hijo varón que le ayudara con sus negocios, que lo acompañara que estuviera con él, no solo para trabajar. Además de que si lograba tener un varón podría tener a quien ofrecer con las hijas casaderas de las familias más importantes y poder manejar negocios mucho más importantes.

Miriam se dejó caer sobre su almohada.

Ojala no quede en cinta, es lo que siempre rogaba cuando Bob abusaba de ella.

.

.

.

Habían pasado unas cuantas semanas.

Y en la misma ciudad pequeña que era conocida como Hillwood, aquel lugar donde pocos eran las familias de clase alta y mucho más familias de clase media, pero era agradable pues se conocían prácticamente todos.

La familia Shortman vivían en una casa grande, pertenecían a una familia de clase alta por los negocios que habían surgido desde generaciones atrás, por supuesto la familia había comenzado con unos cuantos pedazos de madera que llamaban casa, pero por supuesto por eso eran más amados por la sociedad, pues eran personas amables y humildes.

El matrimonio Shortman había tenido a un hijo demasiado apuesto que se casó con una joven que no era de familia, eso fue una pequeña ofensa para muchas otras familias, pues Stella Lane era hija de una mujer de clase pobre y que no vivía en matrimonio como debía ser, incluso llegaron rumores de que Stella era hija ilegítima de un señor importante.

Pero era solo un rumor.

Ahora vivían como una hermosa familia.

-Quisiera que este bebe naciera ya –Menciono Stella tomándose el vientre –No puedo creer que ya tengo 3 meses.

-Yo tampoco amor –Le deposito un beso en sus labios –Ya merecía un hermano Gloria y que mejor ahora que aun es pequeña

Observo a su pequeña bebe de 2 años que jugaba con sus abuelos.

-Si –Sonrió dulcemente

-Señor Shortman le busca el señor Pataki

Miles le miro con sorpresa antes de recibir al hombre.

-Buenas tardes señor Pataki, no lo esperaba

Bob estaba feliz, bastante radiante como si hubiera ganado un premio –Solo quisiera avisarle que mi mujer está en cinta

-Enhorabuena señor Pataki –Dijo sinceramente Miles

-Gracias y pues espero que esta vez tengamos suerte para que sea un varón y se pueda casar con alguna de sus pequeñas –Dijo sonriente

-Aun es muy pronto ¿No lo cree?

Bob rio un poco –Quizás pero quiero asegurar no solo el futuro de mi hijo, sino también el de mi hija Olga, porque si es un varón también se podría casar con Olga, aunque sea muy grande la diferencia de edad, claro eso en caso de que fuera un varón su pequeño hijo que viene

-Seria increíble

Aunque por dentro no le encantaba a Miles, pues sabía perfectamente bien la intención de Bob, su familia no era pobre pero no pertenecía a la Elite de la sociedad y matrimoniar a una de sus hijas o hijos con las de él, seria ingresar a esa categoría.

-Bueno solo quiero acordar entonces ¿Tenemos un trato?

-Como siempre todo un hombre de negocios ¿eh?

-Claro, quiero asegurar el futuro de mi familia

Miles suspiro –Bien, ya veremos pero de primera instancia es un sí

-Bien –Dijo sonriendo –Nos vemos

-Nos vemos

Miles sintió un poco de molestia, porque el jamás obligaría a su hija o su futuro hijo o hija a casarse con alguien que no desearan, su padre no lo hizo ¿Cómo podría hacerlo él?

.

.

.

Meses después.

-Es nuestro pequeño Arnold –Susurro Stella mirándolo con devoción, era un pequeño de apenas un mes y medio, el mejor mes y medio de toda su vida, hacia lo sentía Stella

-Es mi campeón –Dijo Miles mientras el pequeño le tomaba el dedo con su manita con fuerza.

-Es fuerte –Mencionó Stella

-Aprenderá de todo, yo le enseñare

-¡Miles, Stella!

Phill ingreso a la alcoba con cara de preocupación

-¿Qué ocurre papa?

-Murió tu prima

-¿Qué?

-Había salido todo bien pero…

-¿Qué paso Phill?

-Se desangro, no pudieron controlar la hemorragia la partera –Dijo tristemente –Lo que nos preocupa es el pequeño, el padre no quiere saber de él realmente.

Miles miró a Stella y parecían que pensaban en lo mismo

-No lo desampararemos nunca –Dijo Miles seguro

-Iremos por él –Dijo Stella levantándose

-No se preocupen hija, ya Gertie lo traerá –Dijo Phill

.

.

.

Un mes después.

-¡¿Niñas?! –Pregunto molesto mirando a Miriam -¡¿Cómo es posible que solo me des hijas?!

Miriam no lo miro, estaba demasiado cansada como para siquiera pelear con él, estaba exhausta y demasiado adolorida, pareciera que esas niñas le habían arrancado las entrañas.

-Se ven fuertes y sanas, creo que eso es lo que importa –Dijo la partera

-No pedí su opinión –Dijo Bob mirando a las niñas –Sé que son hermosas –Dijo con media sonrisa –Pero esperaba un varón –Dijo tratando de controlarse.

-Claro –Dijo la partera –Bueno debo irme, la señora necesita descansar.

-Es increíble, los Shortman tuvieron dos hijos y yo… -Miro a sus hijas, para después sonreír –Bueno, al menos son par con par…por supuesto… -Dijo sonriendo –Ya no tendrán que preocuparse por nada pequeñas –"Y yo tampoco" pensó –Iré a ver a los Shortman

-¿Para que?

-Asegurar el futuro de nuestras hijas

-¿De Olga?

-No, de ellas

-Son apenas unas bebes, ¿de que…?

-Tu no hables, sigo molesto contigo pero por otro lado es perfecto –Dijo sonriendo con un poco de malicia –No me preguntes más, solo descansa y cuídalas bien, porque son nuestro futuro

Y sin mas salió de ahí.

.

.

.

Miles miraba a Stella un poco molesto.

-No se si debiste decir que si

-Miles, quizás Arnold o Arnie lleguen a conocerlas y se enamoren de ellas.

-Hay muchas otras mujeres en este lugar, ellas no son las únicas, y tanto Arnold como Arnie son unos bebes

-Mira cariño, no hay que adelantarnos

-Pero es que dar la palabra de que al menos uno de ellos se casara con una de sus hijas, es comprometernos a algo que jamás podremos romper y nuestros hijos no lo merecen.

-Miles tranquilo, en caso de que alguno de ellos quiera a otra persona lo apoyaremos y veremos cómo quitar ese problema, al final no se firmó un contrato matrimonial ni nada, sería una locura

Pero Miles no lo veía tan fácil como ella, conocía a Bob, y sabía que era un hombre que no dejaría de lado alguna ofensa.

Aun así esperaba que con el tiempo cambiara.

.

.

.

9 años después.

Helga miraba con fastidio a su hermana gemela que jugaba con unas muñecas y se había puesto vestidos de su hermana mayor, mientras intentaba leer el libro que le había quitado a su padre de su estudio

-Por favor guarda silencio

-No se por qué no te emociona –Dijo Hilda mirándola –Olga ira a una grandiosa fiesta hoy

-Porque es para adultos genio –Dijo fastidiada Helga

-Helga ¿Qué no quieres casarte algún día?

Helga se puso de pie y miro por el ventanal que daba al pequeño jardín que tenían en la casa –No

-¿No quieres enamorarte?

Helga le miro –El amor no existe

-¿Por qué dices eso?

-Hilda ¿Qué no has visto a nuestros padres? Somos niñas pero no ciegas

Olga ingreso en ese momento a la sala -¿Qué ocurre? ¡Hilda! ¿Cuántas veces te he dicho que no toques mis cosas?

-Pero es que quería ver como se me veía

-No la regañes Olga ella…

-Cállate Helga no la defiendas –Tomo su vestido del suelo –Lo estropeaste y era para hoy

-En realidad fui yo… -Intento decir Helga, pero Olga las conocía a la perfección

-No cariño, ni lo intentes, yo sé que siempre te hechas la culpa de lo que hace Hilda, pero conmigo no funciona

Hilda hizo un puchero gracioso antes de dejar salir un pequeño quejido triste aguantando las ganas de estallar

-No llores –Dijo Helga acercándose, si su hermana la exasperaba muchas veces pero era su hermana gemela y si ella sufría pareciera que ella también.

-No te regañare, pero espero que no lo vuelvas a hacer o la próxima vez le diré a papa

-Helga me defenderá

-Papa también te conoce aunque lo dudes, y además Helga es su consentida

Y con eso salió del lugar.

Aquello no era mentira, pese a ser idénticas, Bob prefería mil veces a Helga, quizás por su carácter y la fortaleza e ímpetu que había demostrado a su corta edad, incluso Helga pensaba que se robaba los libros de miles y miles de autores que había en el despacho de su padre, pero en realidad este se los dejaba semana con semana e intentaba tener cosas nuevas.

Le encantaba lo que Helga hacia y eso lo tenía enamorado de su hija.

Aunque Helga lo odiaba muchas veces y quizás se debía a los gritos y quejas que a veces escuchaba desde la alcoba de su padre, no era idiota.

Su madre era infeliz, su hermana iba a fiestas por orden de ellos para casarse y también sería infeliz. Además de que ese día irían por la tarde una familia que por lo que entendió se casaría una con uno de sus hijos, para ser infeliz.

¿Cómo creer en el amor?

Era una niña pero jamás fue tan ingenua como Hilda.

.

.

.

Los Shortman llegaban a la pequeña casa de los Pataki, Arnold miraba con molestia el pórtico -¿Por qué teníamos que venir? –Comento mirando el lugar

-Hijo son amigos y se divertirán

-Dijeron que quizás…

-No repitas lo que escuchaste era una conversación de adultos, cariño

-Pero…

-Ya basta baja y saluda cortésmente –Dijo Miles interrumpiendo

-Bien

Bob los recibió con una gran sonrisa -¿Cómo están? Bienvenidos a su humilde casa, pasen

-Gracias –Dijo Stella tomando el brazo que le ofrecía

-¿Qué tal? –Dijo Miriam mirándolos con una sonrisa –Bienvenidos –Llevaba un vestido elegante que Bob le había comprado apenas de color rosa palo, escotado y con un collar de perlas que había recibido el día de su compromiso con Bob Pataki –Oh, ¿Su otro hijo?

Bob la miro con molestia pero los Shortman sonrieron

-Arnie pesco un resfriado y preferimos dejarlo en casa con mis padres –Dijo Miles con tranquilidad –Él es nuestro pequeño Arnold

Era un niño rubio con ojos verdes como los de su madre, y esbelto, pero con una cabeza singular pues tenía forma de balón.

-Buenas tardes señor y señora Pataki

-Buenas tardes hijo –Dijo sonriendo Bob –Ella es una de mis hijas –Tomo de la mano a Helga que llevaba un vestido color rosa como el de su madre cuello redondo y un listón que sujetaba su cabello en forma de diadema del color del vestido, esta se rehusó un poco pero intento controlarse.

Bob prácticamente la empujo hasta donde estaba el rubio –Ella es Helga, es una chica muy inteligente si he de presumir, además de hermosa –Dijo orgulloso y sonriente –Es la menor por decirlo así –Rio –Fue la última en nacer.

Arnold miro a la rubia quien no le miraba con una sonrisa, estaba molesta pero se le hizo gracioso verla de esa forma, pues su vestimenta decía otra cosa de ella.

-Hola Helga –Dijo Stella quien llevaba un vestido muy elegante de color verde que hacia juego con su cabello pelirrojo fuerte, además de sus hermosos ojos que parecían esmeraldas en ese momento. -¿Cómo estas preciosa?

Helga se sonrojo un poco, al menos eso pudo notar Arnold.

-B…bien

-Qué bueno ¿Crees que puedas llevar a Arnold afuera para que nosotros podamos platicar?

-Cl…Claro

Miro por primera vez al rubio quien le sonrió con amabilidad –Va…vamos

Arnold solo la siguió

-Es una niña muy bonita –Dijo Miles sonriéndole con tranquilidad a Bob

-Si y me falta Hilda pero anda arriba…

-Aquí estamos papa –Dijo Olga bajando con su hermana de la mano –Perdón

Bob solamente miro con algo de molestia pero lo dejo pasar –Ella es mi hija Olga la mayor.

-Hola señorita Pataki, es usted una joven hermosa, si me permite decirlo

-Gracias señor Shortman

-Y ella es mi otra hija Hilda –Dijo Bob –La hermana gemela de Helga

-Son prácticamente iguales –Comento Stella asombrada por el parecido

-Como dos gotas de agua –Dijo Miriam sonriéndole a Hilda

La niña a diferencia de su hermana llevaba el cabello en bucles que su hermana Olga estuvo ayudándole a hacerle y un moño blanco de color amarillo como su vestido, sujetando su gran cabellera rubia en una media coleta, además parecía que llevaba un poco de rubor y labial.

-Pero ambas totalmente opuestas –Dijo Bob sonriente –Bueno ¿Qué les parece si tomamos un café? –Dijo Bob mientras los guiaba a la cocina

Olga siguió a los adultos con Hilda de cerca hasta que su madre vio que iría a la cocina –No, hija ve con Arnold y Helga, están en el jardín

-Okay –Dijo la rubia mientras cambiaba de rumbo.

.

.

.

-Es increíble que sepas jugar, por mas que le he enseñado a Arnie nunca lo logra hacer bien

-El ajedrez es un juego complicado no cualquiera puede lograr hacerlo –Dijo la rubia sonriendo –Seguro no me ganas

Arnold rio con burla –He jugado muchas veces con mi abuelo y es un excelente jugador

-Bueno ahora veremos –Dijo Helga riendo mientras volvían por el jardín

-Claro, me permite –Dijo Arnold ofreciéndole el brazo –No es correcto que camines sola si hay un caballero a tu lado

Helga rio –Puedo caminar sola –Dijo adelantándose –No es como si no pudiera hacerlo, camino desde que tengo un año

-Claro, pero es por cortesía, ¿Puedo llamarte por tu nombre de pila?

La rubia se sorprendió y se sonrojo levemente

-Bueno yo…pues…creo que sí, digo…si quieres…quiero decir yo…am

-También puedes llamarme por mi nombre

Helga se sonrojo pero dejo que Arnold tomara su brazo para llegar al lugar donde solía jugar ajedrez con su padre.

El rubio le ayudo con la silla, provocando el nerviosismo nuevamente en ella.

-Gra…gracias

-Por nada –Arnold tomo su mano y deposito en ella un beso casto, que provoco aún mas sonrojo de parte de ella. –Helga quiero decirte que me agradas mucho, no había platicado con una niña tan linda y contigo…quiero decir…fue muy fácil y agradable

-Me alegro mucho –Dijo sonriéndole con timidez

-Además de que me gusta mucho tu listón, hace un buen juego con tu ropa

-Gracias –Dijo sorprendida la rubia

En ese momento apareció Hilda –Helga

La rubia se sobresaltó quitando la mano de la del rubio, quien miro hacia donde se encontraba la otra rubia, sorprendido por el parecido.

-Arnold –Dijo Helga levantándose –Ella es Hilda es mi hermana de la que te hablaba

-Claro –Dijo el rubio sonriendo de nuevo –Es un gusto señorita Pataki –E hizo una inclinación cortésmente ante ella

-No me llames así somos de la misma edad ¿no? Dime por mi nombre –Dijo acercándose para darle su mano -¿De acuerdo?

Arnold la tomo por amabilidad –De acuerdo, como usted diga

-Y tampoco me hables con tanto respeto, yo quiero llamarte Arnold ¿Es posible?

-Claro, bueno –Miro a Helga -¿Jugamos entonces?

Helga lo miro un segundo antes de asentir.

-¿Ajedrez? No es algo para adultos, podríamos jugar otra cosa

-Perdón pero quede de jugar con Helga –Dijo sonriéndole a la rubia que tenía enfrente

-Qué raro que llames a mi hermana por su nombre, a ella le gusta que la respeten, el otro día vino nuestro primo que tiene más o menos nuestra edad y le pego.

-Porque te pego a ti –Dijo Helga mirándola con confusión –Hilda si quieres puedes jugar a otra cosa mientras jugamos el partido que le prometí o ir adentro con mama y papa

Hilda rodo los ojos –Mama me dijo que viniera con ustedes

-Bueno entonces aguarda un segundo –Dijo Helga sonriéndole con una luz en sus ojos que se debía a la emoción que sentía de retarlo -¿Listo Arnold?

Arnold sonrió al escucharla llamarle por su nombre

-Listo

.

.

.

Helga se encontraba en el sofá leyendo mientras que Arnold la observaba de lejos, Hilda estaba en el sofá durmiendo. Pasaban de las 8 de la noche.

-Bueno nos retiramos –Anuncio Miles –Ya es muy tarde y Arnold ya debe estar cansado

El rubio miro a su padre un poco sobresaltado pues pensó que había sido descubierto.

-Si ya es tarde para los niños –Bob miro a Hilda –Olga ayúdame a subir a Hilda y prepárate –Dijo guiñándole un ojo

La rubia asintió mientras iba directo a donde estaba su hermana para subirla -¿Helga no tienes sueño?

-No –Dijo la rubia sonriéndole

-Bien

-Buenas noches pequeña –Dijo Stella sonriéndole, por lo que Helga dejo de lado su libro y se acercó a ellos

-Buenas noches, Señor y Señora Shortman fue un gusto conocerlos –Dijo amablemente con una sonrisa

-Buenas noches Helga –Dijo Arnold sonrojado mirándola

-Buenas noches Arnold –Respondió con timidez

-Vámonos hijo –Dijo Miles tomando su mano

Helga observo como partían en su automóvil desde la puerta detrás de sus padres que los acompañaron hasta la salida.

-Fue un éxito –Dijo Bob ingresando

Helga estaba por dar media vuelta pero este la atrapo para abrazarla –Mi niña, tu eres tan inteligente y hermosa, siempre lo he dicho

Helga rodo los ojos –Se lo que planeas y es un no rotundo, aunque tenga nueve años, no soy tonta y eso no es justo ¿Por qué comprometerme cuando apenas soy una niña?

-Es por el bien tuyo y de todos y no lo entenderías hija, como dices eres una niña, la cena era importante porque creo que enviaran a Arnold a estudiar un tiempo al colegio de la otra ciudad.

Helga sintió un pequeño vacío sin comprenderlo realmente

-¿Lista Olga?

-Si –Dijo bajando con rapidez con un vestido azul celeste

-Te ves hermosa hija –Dijo Miriam

-Gracias –Miro a Helga –Nos vemos después hermanita –Dijo sonriente

Helga solamente le sonrió cuando la abrazo, después salió con su padre.

Miriam miro a Helga cuando se quedaron solas –Bueno creo que es hora de que vayas a tu alcoba ¿o te quedaras ahí como tonta toda la noche? –Helga sintió un poco de dolor al escucharla pero no dijo nada –Y Geraldine

Nunca la llamaban por su segundo nombre -¿Si?

-Como va por rango de edad ni te hagas ilusiones, además eres la más pequeña de mis hijas, tu deberás velar por mi cuando sea mayor, estés o no casada ¿De acuerdo?

-¿Ilusiones de qué?

-El hijo de los Shortman, vi la confianza que le diste y no quiero que sigas haciéndolo ¿Esta bien?

Helga solamente asintió

-Y que además seria mas adecuado para Hilda, luego buscaremos otro para ti

-No me interesa, buenas noches Miriam –Dijo molesta y con eso huyo porque sabia que le esperaba si se tardaba un segundo mas en huir.

Su madre la odiaba, quizás porque nunca fue obediente ni femenina como Hilda u Olga, ella no quiso bordar ni menos aprender los deberes de la casa como cocinar.

Ella quiso lecciones de piano, arco y aprender a montar, además Bob le había enseñado a cazar contra la voluntad de su madre, pero a ella le gustaba. De cierta forma había logrado hacer que Bob olvidara el hecho de que no había tenido un hijo varón pues ella pese a ser mujer compartía muchas cosas con el, incluido el ajedrez, que en realidad quien le enseño había sido su abuelo…el mismo que le había regalado ese moño que usaba…que era un símbolo del gran cariño sincero y humilde le había tenido a ella, bueno…hasta que Arnold apareció.

Recordó sus palabras sinceras que le había dicho, realmente era un niño lindo y guapo.

-Arnold –Susurro mientras observaba la esclava de oro con destellos azules que el rubio le había dado aquella tarde.

.

.

.

-Creo que se llevaron bien –Dijo Stella sonriéndole a Miles

Este cargaba a su hijo para dejarlo en su alcoba –Si quizás pero eso no quita que se la estamos imponiendo

-No lo forzamos

-Arnold sabía que tendría que escoger a alguna de ellas.

-Es un niño, no creo que se haya sentido forzado ¿Viste su cara cuando la miro?

Miles suspiro –No me gusta y por eso enviare a Arnold al internado que está en México, es lo mejor

-Aún es muy pequeño

-Se ira con Arnie

-No…no puedes quitarme a ambos por favor

Stella sujeto a su esposo con desesperación

-Quiero que este lejos unos años antes de que pueda decidir este tipo de cosas, entiende amor

-Es un niño aún me necesita

-Puedes ir con él

-No se…Lo pensare

-Bien, piensa si iras con él o solo iras a visitarlo, pero de que se ira se ira

Stella lo miro con enojo mientras este salía de su habitación.

.

.

.

4 años después.

Helga miraba la carta del rubio, este le había escrito durante todo este tiempo y ella también le respondía, se abría como con nadie lo había hecho, ni siquiera con Hilda que durante este tiempo se había vuelto mas vanidosa que nunca.

Olga se encontraba en ese momento de visita -¿Quién te escribió? –Pregunto curiosa

-Ah…es solo… -Miro a su alrededor –Arnold

Olga sonrió –Veo que sigues teniendo contacto con él

-Bueno han venido otras veces a casa

-Si pero ya tiene tres años y medio que no vienen

-Lo se pero es porque está estudiando en Europa

-Ya veo ¿Y nuestros padres saben que se escriben?

-Papa lo sabe –Dijo Helga mirándola con seriedad –Pero le pedí que no le dijera a mi madre

-¿Siguen mal las cosas entre ustedes?

-Ella sigue insistiendo en que Hilda es quien merece casarse con un Shortman

-No te preocupes, que no será así, menos porque veo que Arnold eligió ya

Helga se sonrojo fuertemente –No…solo…solo es mi amigo

Olga tomo la mano de su hermana –Helga el amor no es como lo pintan aquí –Dijo señalando un libro de romance que ella había estado leyendo –Ni los cuentos de hada existen

-¿Qué no eres feliz junto a William?

Olga bajo la mirada –No es que sea infeliz, pero es diferente y hay momentos buenos y malos, a veces en un matrimonio pasan cosas que lastiman a una mujer y que puedes no estar de acuerdo pero debes hacer y…

-Olga cariño, William esta abajo y está esperándote ¿Por qué tardas hija?

La rubia suspiro –Si, ya voy, nos vemos Helga

-Adiós hermana –Abrazo a Olga rápidamente, la extrañaba demasiado

Miriam miro a la rubia con seriedad antes de seguir a su hija mayor

¿Por qué la odiaba?

Debería dejar de hacerse esa pregunta, pensó Helga, para después concentrarse en la carta de Arnold.

.

.

.

Arnold miraba por la habitación del colegio a donde asistía. Había recibido una carta de Helga, le comentaba de cómo estaba ella y sobretodo de la triste relación que tenía con su madre y que debido a eso la enviarían un tiempo a una pequeño convento donde aprendería a ser una dama, aunque como ella decía era bueno porque ahí mismo le dejarían seguir aprendiendo un poco más, algo que su madre detestaba que hiciera.

-Quieren cambiarte y encerrar tu espíritu ¿eh? –Dijo comprendiendo a lo que ella se refería –Pero no lo harán, sé que tú eres mucho más fuerte que cualquier cosa –Comento mientras miraba el cielo

"Ojala que pueda verte de nuevo pronto" pensó mientras intentaba concentrarse en lo que debía leer.

-¡Arnold!

El rubio volteo a ver a su compañero

-¿Qué ocurre Gerald?

-Es…tu padre

-¿Qué ocurre con él?

-Esta abajo, yo…bueno el…yo lo siento

-¿De que hablas?

-Es que…me dijo que tu abuelo falleció

Arnold sintió que el mundo se desvanecía y había pasado los últimos tres años sin poder estar con el como antes.

-No –Susurro y salió corriendo inmediatamente.

.

.

.

-Ella es Helga Geraldine Pataki y estará unas semanas con nosotros –Dijo una monja mirando a las demás niñas

-¿También se convertirá en monja? –Pregunto una pelinegra mirándola con una sonrisa

-Eso depende de si dios la llama a servirle como mujer o como devota de la iglesia

-Es que por su ropa parece niña de bien –Dijo nuevamente la niña que era mas o menos de su edad –Quizás como a mí, la enviaron para castigarla

-Basta señorita Wellington, por favor sean buenas con ella

Rhonda rodo los ojos, mientras observaba a la rubia.

Pasaron las horas y Rhonda la siguió observando desde lejos hasta que llego la noche y para su suerte le toco compartir el cuarto con ella.

-Hola –Dijo sonriéndole -¿Por qué te metieron entonces?

-Hola –Respondió Helga con amabilidad –Solo quieren que este unas semanas para aprender a ser una mujer como todas lo quieren ser en la sociedad, para casarse y tener hijos

Rhonda rio –Pero hay que gozar mejor antes ¿no lo crees? Puedo mostrarte

-¿De que hablas?

-Hablo de que podemos gozar –Comento antes de intentar besarla

Helga se zafo -¡¿Qué demonios te pasa?! –Grito asustada Helga

-Como lo supuse eres niña de casa, pero no te preocupes, yo te puedo guiar

-No te me acerques nunca –Dijo la rubia asustada realmente para después empujarla y salir corriendo de la alcoba

¿Qué era eso? ¿A qué se refería?

Sería mejor enviarle una carta a su padre, si sería lo mejor.

-Madre –Llamo a una de las mujeres que estaba por el camino –Quisiera enviar un telegrama a mi padre, es urgente por favor

La mujer le miro con confusión pero solo asintió para después guiarla.

.

.

.

-Si no me dices que pasa, no podré ayudarte y por supuesto no enviaras ese telegrama

Helga le miro con molestia

-Bien…mi compañera de cuarto quiso besarme

-¿Qué?

-Lo que escucho, y no puedo seguir en un lugar donde pasa eso, usted comprenderá ¿No?

-La señorita Wellington es hija de una familia importante, no podemos cambiarla de cuarto y no creo que eso haya pasado, así que por favor vuelva y no vuelva a decir eso a nadie.

Helga le miro con demasiada furia pero volvió a la habitación.

Solo eran unas semanas.

En cuanto pudiera enviaría un telegrama a su padre, por supuesto que lo haría.

-¿Volviste? Ya viste que aquí se hace lo que yo digo

Helga le miro con molestia –Solo te diré que si te atreves a molestarme de alguna forma, yo responderé y no de la mejor manera ¿Entiendes?

Rhonda rio por lo bajo –Me gustan las personas difíciles como tú, me caes bien, no eres como las otras

La tomo del brazo para acercarla pero Helga le pego un fuerte puñetazo dejándola sin aire –Tienes razón no soy como las otras –Y de su vestido saco un arma –Mi padre se encargó de que no fuera como las demás y no sabes como lo agradezco mas hoy que nunca

-Sería la mayor estupidez –Dijo Rhonda sin aire

-Se disparar y no te voy a matar pero si herirte tanto que no podrás volver a usar tus manos para si quiera intentar ponerme una mano encima ¿Entiendes?

Rhonda sonrió de lado –Veremos si opinas eso cuando me veas gozando, se ve que no sabes nada de eso

Helga solamente le miro un momento antes de dar media vuelta para ir a su cama

-Me gustar ver como me ruegas después –Dijo Rhonda sonriendo con diversión para después dejarse caer en su cama

"Arnold" pensó mientras miraba la esclava, le seguía quedando en la muñeca y agradecía eso.