Disclaimer: Los personajes de «Shingeki no Kyojin» pertenecen a Hajime Isayama.


.

.

.

Prólogo


No sabía exactamente dónde se encontraba, no recordaba en qué momento pensó que salir al jardín, sola, había sido una buena idea. Las normas de la aristocracia podían ser muy sofocantes, pero bajo ningún motivo era correcto que merodeara en ese sitio sin compañía.

Estaba desesperada, miraba a su alrededor y no hallaba nada que le proporcionara tranquilidad, lo único que había eran unas inmensas paredes cubiertas de… ¿hierbas? ¿Cómo fue que entró a ese laberinto? ¿Desde cuándo había uno en ese lugar? Y lo más importante, ¿quién era el dueño de esa mansión? ¿Por qué demonios no podía recordarlo?

Observó la luna que sutilmente brillaba en la oscuridad, absolutamente todo en esa noche parecía estar en su contra. Dios, ¡¿por qué nadie iba a ayudarla?! Quería gritar, pero le era imposible, las palabras no salían de su garganta, su dulce timbre de voz se había marchitado.

De repente, un tétrico escalofrío recorrió por su cuerpo, no pudo evitarlo y empezó a temblar, ¿a qué se debía eso? ¿Qué era esa presencia? Su espalda se puso recta y con el vivo temor enterrado en sus ojos se atrevió a voltear. Y lo que encontró la dejó fría.

Al fondo de ese espantoso laberinto se encontraba una lúgubre silueta, que parecía regocijarse con sus miedos. Tenía un aura escalofriante, tan oscura que sintió que le absorbería el alma en cualquier instante. Mikasa intentó correr, pero su cuerpo simplemente no le respondía, ¿por qué? ¿Por qué le pasaba esto a ella?

Cerró los ojos esperando el fin, si debía morir prefería rememorar los minutos más preciados con su familia y no ese horrible momento en el que un ser demoníaco acabaría con su existencia. Espero y nada sucedió, abrió los párpados despacio y se sorprendió al ver que la sombra había desaparecido, ¿lo habría imaginado?

Suspiró, sin embargo, un susurró la alertó.

Corre, el juego ha comenzado…

«¿Juego?¿Qué juego? ¿Quién diablos eres? ¡¿Déjame en paz?!» pensó al rechinar sus dientes por la falta de voz.

Te irás cuando me cansé de ti, tú saciaras todos mis deseos, Mikasa.

No supo en qué momento su cuerpo comenzó a reaccionar, lo único que entendía era que esa última frase que le murmuró ese ser espectral, la hizo andar. Siguió y siguió, pero a su alrededor no encontró ni un solo indicio que le diera una mínima esperanza, ese maldito lugar era un callejón sin salida.

¿Por qué tuvo que desobedecer a su madre y salir al jardín sin su permiso? ¿Por qué se alejó de la vista protectora de su padre? El por qué, ahora era muy tarde.

Trastabilló con su vestido y como pudo se aferró a la enredadera de hierbas, la falda era enorme y apenas le permitía moverse. Mikasa pensó que en ese momento las normas de conducta se podían ir a la mierda, su vida corría peligro, era una situación de sobrevivencia. Tomó aire y con sus manos sujetó la prenda. La suave seda se resbalaba por sus finos dedos enguantados, con firmeza los apretó y siguió corriendo.

Era imposible, por más que avanzara no llegaba a ningún lado, la desesperación era palpable y por primera vez desde que esa agonía había comenzado se derrumbó. Sentía que sus fuerzas no podían más, cayó hincada al suelo con las palmas estampadas en el césped. Grandes lágrimas salían de ojos y un grito silencioso se escapaba de su boca. Apretó los puños enterrándolos en la tierra por la impotencia. Su corta vida se acabaría esa misma noche.

¿Tan rápido te rendiste? Creí que jugaríamos más, pero si es tu decisión podemos empezar con la diversión.

«¡Maldito!» pensó, le fastidiaba tanto no poder hablar.

Lo soy, pero este maldito te hará desear más, no tienes idea de cuánto apetito tengo, Mikasa…

«¿Puede leer mis pensamientos?».

No lo habías notado, puedo hacer eso y un par de cosas más, pronto lo vas a descubrir.

Esa tétrica voz le erizaba la piel, levantó el rostro del suelo para enfrentar a quien quiera que fuera, pero no observó a nadie. Ese estúpido demonio estaba jugueteando con su mente y al parecer la estaba venciendo.

Con las pocas fuerzas que le quedaban se puso de pie para seguir corriendo, lo intentaría una vez más y si no lo lograba aceptaría su trágico destino.

Corrió y corrió dejando un poco de su alma en cada paso que daba, era absurdo, ninguno de sus esfuerzos daba ningún resultado. La batalla había sido ganada.

Giró su cabeza a todos lado buscando a ese terrible espectro que la tenía acorralada, pero no lo encontró. Caminó un poco sin saber que le esperaba. Estaba tan desorientada, tan desesperada, que empezó a arañar la hierba. Quería trepar las paredes pensando que quizá eso la podría auxiliar, ¿qué estúpida idea? Nadie llegaría a salvarla.

Si quieres subir yo puedo ayudarte, aunque, nunca había pensado en poseer a alguien en las alturas, sería interesante.

Eso se lo había susurrado en el oído, el juego por lo visto había terminado.

Tragó saliva cuando unas frías manos le recorrieron por la piel. Estaba de espaldas con el rostro apoyado en la suave hierba mientras un ser de la oscuridad intentaba profanar su cuerpo. Ella nunca había sido tocada, ni siquiera había sido besada, ¿por qué tenía que morir de una forma tan miserable?

«Por favor, no me hagas daño» suplicó al mismo tiempo que sus lágrimas comenzaron a brotar.

No te quiero lastimar, solo quiero hacerte disfrutar. Déjate llevar, Mikasa.

De repente la volteó y esa fue su perdición.

Una imponente mirada carmesí la estaba esperando, era tan profunda, que le fue imposible no sucumbir ante ella. Los penetrantes ojos la hipnotizaron y unos fuertes deseos en su interior despertaron. Sentía la sangre arder al observarlo, ¿qué era lo que le estaba pasando?

El demonio le sonrió soezmente y eso la enloqueció.

No podía verle el rostro, no sabía cómo era, lo único que podía apreciar era esos radiantes ojos llenos de lujuria y esa carnosa boca que la estaba tentando a probarla. Lo vio lamerse los labios con la lengua y eso la hizo explotar.

Estampó su boca contra la de él sin tener conocimiento de lo que estaba haciendo, su trance era tan fuerte que la hacía mover los labios alrededor de los suyos por inercia. Él la tomó de la nuca en un sutil movimiento acercándola más a su rostro como si eso fuera posible. Mikasa separó los labios buscando más su contacto, este aprovechó el instante para introducirle la lengua. El besó se hacía cada vez más demandante al extremo de llevarla a clavar sus dedos en los hombros de su atacante, ¿desde cuándo perecer ante la muerte resultaba tan excitante?

El demonio bajó a su cuello y comenzó a besarlo, el frío roce de su aliento la terminaron atrapando. No entendía por qué sus caricias quemaban tanto, si al tocarlo su cuerpo no emitía calor alguno. ¿Así se sentía quemarse en el infierno? Estaba próxima a averiguarlo.

Sabes mejor de lo que imaginaba, Mikasa. Voy a hacerte mía, ¡ahora! Ya no puedo soportarlo.

«Toma de mí lo que quieras» le dijo en su mente.

Querida, por fin nos estamos entendiendo.

Su mirada, esa mirada llena de pasión la tenía poseída.

Con desenfreno él siguió tocándola, haciéndola retorcerse entre sus brazos. Nunca se imaginó que terminaría sucumbiendo ante los deseos de un ser de las tinieblas. Echó la cabeza hacia atrás cuando sus fuertes manos le arrancaron la parte superior del vestido, la fina seda caía en pedazos alrededor de ella y por descabellado que pareciera eso la encendía.

Un gemido silencioso escapó de sus labios cuando la boca de ese ser atrapó su pecho, se sentía tan candentemente delicioso. Se tuvo que aferrar con las manos a la hierba o los fuertes espasmos que recorrían por su cuerpo la terminarían tumbando, si así se sentían solo sus labios sobre sus senos, ¿cómo podría ser fundirse en sus deseos?

»—Eres lo mejor que he probado, un manjar para los dioses que esta noche cayó ante el pecado.

«Sigue, por favor»

¿Quieres que continúe? Mikasa, ¿te gusta esto?

Ella apenas pudo asentir mientras él mordisqueaba su pezón. Sus ojos la veían como el fuego mismo y eso la embriagaba en una lujuria desenfrenada.

«Me estás matando»

Pero de placer, querida, de mucho placer. Esto apenas está comenzando.

Siguió con sus juegos tortuosos y ella seguía gimoteando.

»—Te voy a llevar conmigo al infierno.

—Señorita.

Es lo que estás esperando.

—Señorita, por favor, señorita.

No podrás escapar de mis manos.

—Señorita Mikasa, ¡despierte! ¡Por favor!

Una conocida voz la sacó de su trance devolviéndola a la realidad. ¿Dónde diablos se encontraba? ¿Por qué su corazón palpitaba a un ritmo exuberante?

Parpadeó con dificultad y cuando se acostumbró a la luz pudo reconocer el lugar. Estaba en su habitación, protegida entre las cálidas sábanas de su lecho.

Entonces, ¿qué demonios había sido ese perturbador sueño?

Continuará…


Hola.

¿Cómo han estado?

En esta oportunidad les traigo una nueva aventura llena de suspenso, oscuridad y pasión, mucha pasión.

Debo confesar que desde hace muchísimo tiempo tenía esta idea rondando en mi cabeza, pero al ser un reto para mí —por uno de los géneros con los que voy a trabajar—, debía tomarme mi tiempo para leer e investigar ciertos aspectos que son importantes para la historia.

Espero me acompañen y disfruten de todo lo que descubrirán en «Mirada esmeralda».

Nos leemos pronto.

Con amor.

GabyJA