PRÓLOGO
Aquel que soltó sus propios sueños
The_Ice_Illusion.
La lluvia arreciaba con fuerza. Los charcos de agua en el suelo reflejaban el cielo al anochecer, de un gris oscuro. A pesar de ser apenas 10 de julio, hacía un frío anormal. Las paredes del callejón crujían, mientras una delgada capa de hielo se extendía como una sombra blanca por el exterior de los edificios que los rodeaban.
Dos personas se hallaban en ese sitio. Uno de ellos, tumbado, avanzaba a rastras hacia la salida del callejón, dejando una estela de sangre tras de sí. Las lágrimas en sus ojos y el sudor helado que bajaba por su frente denotaban que trataba de huir de algo que amenazaba su vida.
Pero, ¿quién era? ¿Quién tendría el poder de dejar tan malherido a un hombre robusto que, además, estaba armado? ¿Por qué la bala no había penetrado en el estómago del otro sujeto? Estas dudas solo creaban una confusión aún más grande.
La otra persona, quien hasta ahora no se había movido, avanzó lentamente. Llevaba una larga capa, cuya capucha le cubría el rostro, dándole la apariencia de un mago de algún RPG. Con cada paso, el hielo de las paredes se extendía y resquebrajaba. La sangre del suelo se tornaba oscura, secándose con el extremo y seco frío que aparentemente emanaba del hombre encapuchado.
Cuando el hombre de la capa lo hubo alcanzado, sintió un terrible frío. Notaba sus nervios inflamándose ante el repentino cambio de temperatura, y sus extremidades se estaban entumeciendo. Tiritando de frío, se giró y suplicó:
— P-Por favor, ten m-misericordia... ¡H-Haré lo que sea!
— Es justo lo que esperaba oír —respondió la figura encapuchada—. Necesito información acerca de Skill-Out.
El hombre en el suelo no respondió. Su silencio no se debía al intenso frío, sino al súbito temor que había escalado por su espina.
— ¿Está Skill-Out involucrado en los asesinatos a Usuarios de Habilidades que se han extendido recientemente? —inquirió el de la capucha—. No tengo deseos de torturarte hasta obtener la información, así que será mejor que hables.
Con agresividad, el hombre de la capa tomó al otro por el cuello de la camisa, tirando de él con tanta fuerza que rasgó su prenda.
— ¡D-De acuerdo! ¡Sólo n-no me mates! —sollozó el malherido hombre, tratando de soltarse.
El de la capa lo soltó. Una marca de escarcha blanca había quedado en el cuello de la camisa del otro hombre, quien se sentó con dificultad, derrotado. ¿Cómo podría él, un Nivel 0, derrotar a un Usuario de Habilidad con poderes de hielo así de magníficos?
El hombre encapuchado asintió, expectante. Había un aura amenazante en su persona que causaba pavor a quien lo mirase.
— En Skill-Out s-siempre hemos estado en desventaja, ¿s-sabes? —explicó el sujeto, tiritando—. Ustedes los Usuarios de Habilidades s-siempre nos han mirado a los Niveles 0 con ojos de asco... ¡E-Estamos hartos de ser la basura de Ciudad Academia!
Súbitamente, el hombre arrojó un puñado de tierra hacia el rostro del encapuchado. Éste retrocedió unos pasos ante el ataque sorpresa, restregándose los ojos con tanta fuera que parecía que fuera a rayar su córnea.
Un sonido apresurado le indicó que su víctima estaba huyendo. Sin embargo, estando tan cerca de obtener información, no pensaba rendirse. Con los ojos enrojecidos, salió corriendo del callejón, mientras su capa ondeaba en el viento.
Pudo ver a su presa tropezando con varias personas en la calle. No era demasiado tarde aún, por lo que era normal encontrar las calles atestadas aún pasado el atardecer. Faltaba una hora para el toque de queda, así que tenía tiempo de sobra para interrogarlo.
Sin importarle que hubiera tanta gente alrededor, el hombre de la capa dio una patada en el suelo. El terreno, como si obedeciese una orden muda, se resquebrajó. Como si tuviera inmensos pistones subterráneos, las losas de la acera se elevaron y regresaron a su sitio, empujando hacia arriba a quien estuviera encima de las placas. Varios transeúntes se dispersaron con brusquedad, huyendo de lo que, si bien no sería un golpe mortal, sin duda alguna fracturaría algunos huesos.
El hombre que huía, cojeando y sujetándose el abdomen sangrante, se elevó al recibir el impacto de una de las placas, cayendo abruptamente al suelo causando un leve "CRACK". El encapuchado, avanzando con paso acelerado, colocó su pie derecho sobre su víctima y presionó. Una capa dura, blanca, comenzaba a extenderse sobre él, partiendo desde el punto donde se hallaba el pie de su agresor. Forcejeando, trataba de soltarse sin obtener éxito alguno.
Sin embargo, justo cuando el interrogatorio iba a continuar en donde lo habían dejado, el agresor recibió una patada en el rostro. El impacto parecía no provenir desde ningún sitio, pues era difícil que alguien lo atacase de frente sin que él pudiera detectar la amenaza. Otra patada, esta vez en su pómulo izquierdo, lo hicieron percatarse por unos segundos de quién lo atacaba.
— ¡Estás bajo arresto! —gritó una voz aguda. Sonaba como una niña de primaria o, a lo mucho, primer año de secundaria—. ¡En nombre de Judgment, entrégate!
La voz provenía de una chica que se hallaba de pie a poco más de dos metros de él. ¿Cómo diablos se había movido tan rápido?
La chica, de pequeñísima estatura (quizás un metro y medio), lo observaba, mostrando su manga derecha, en donde una cinta verde indicaba que pertenecía a la guardia estudiantil de Ciudad Academia. Su cabello marrón claro, atado en dos coletas a ambos lados de la cabeza, le daba una apariencia similar a la de una muñeca.
Y ese uniforme que llevaba puesto...
Entonces, súbitamente, el hombre de la capa cayó en la cuenta de a quién se enfrentaba.
— Eres de Tokiwadai, ¿no? —inquirió, como queriendo ganar tiempo—. Ya había oído hablar de una chica de esa escuela con la habilidad de teletransportación que pertenecía a Judgment. ¿Komeko Chirei, se llamaba?
— Es Kuroko Shirai —corrigió la joven—. Ya he oído hablar de ti. Te haces llamar "Mago" y te dedicas a deambular por ahí tomando la justicia por tu mano y alterando el orden.
— Tengo mis motivos para hacerlo, ya que ni Judgment ni Anti-Skill parecen estar persiguiendo a los asesinos de todos aquellos Usuarios de Habilidades —sentenció el Mago y, por un momento, Shirai creyó ver una chispa rojiza en sus ojos.
— Eso no es una excusa para atacar a sangre fría a otro estudiante —respondió Shirai, observando de soslayo al prófugo—. Anti-Skill y Judgment hacemos lo mejor que podemos para resolver estos crímenes. No solo casi asesinas al chico, sino que encima destruiste parte de la calle. ¡Mira todo este desastre!
La chica extendió su mano derecha ceremoniosamente, señalando las losas de piedra desordenadas y a los transeúntes que, aterrados, observaban desde ambos lados de la calle.
El sonido de un motor atrajo la mirada del Mago. Una camioneta, notablemente reforzada con gruesas placas de metal, acababa de llegar. Las puertas del vehículo se abrieron bruscamente, revelando a cinco soldados, con cascos y chalecos a prueba de balas. Escudándose tras láminas antidisturbios, apuntaban sus armas directo al cuerpo del criminal.
Eran Anti-Skill, la organización encargada de controlar a los Usuarios de Habilidades rebeldes y de combatir al crimen organizado. Junto a Judgment, fungían como las organizaciones de control del crimen más poderosas de Ciudad Academia.
Una sexta persona se bajó del vehículo. No llevaba casco, por lo que su rostro era perfectamente visible para los presentes. De cabello oscuro y largo, extendido más allá de sus caderas, estaba atado en una cola de caballo que le daba un aire de elegancia y audacia, la mujer tomó un megáfono y lo acercó a sus labios.
— ¡Anti-Skill! ¡Mantente con las manos sobre la cabeza! ¡Repito: Mantén tus manos sobre la cabeza y entrégate!
Entonces el rostro de la mujer cambió su expresión triunfante y segura a una de incomodidad incalculable.
El hombre encapuchado había comenzado a reírse. No sonaba como una risa de alegría, ni tampoco como la risa que enmascara la ira.
Era la risa de miedo que surge cuando se es acorralado.
— No puedo creerlo… Los poderosos Anti-Skill y esta enana de Judgment deciden arrestar a quien hace su trabajo por ellos. ¡Deberían ser ustedes los que investiguen estos casos!
— El problema no es lo que haces, sino tus métodos crueles —exclamó Shirai, apretando los puños—. ¡¿Y cómo que enana?!
— ¡Tú! ¡El chico de Skill-Out! —gritó, señalando a la indefensa víctima de su interrogatorio—. Te salvaste por ahora, pero te aseguro que, tarde o temprano, tú y los tuyos caerán por sus crímenes.
Con un rápido movimiento de sus manos, el Mago creó una pared de hielo entre él y los soldados que habían estropeado su interrogatorio. No había elección. Ya trataría de recolectar datos en otro momento. Antes de que Shirai pudiera abalanzarse sobre él y llevarlo ante la justicia, o de que Anti-Skill derribara la pared de hielo abriendo fuego, ésta explotó en una nube de vapor, expulsando trozos de hielo como cuchillos a sus atacantes. El frío rocío creaba una pantalla de niebla que bloqueaba la visión de todos los presentes.
Para cuando se hubo disipado, Ishiki Kōrihi, autoproclamado Mago de Ciudad Academia, había desaparecido.
