Kagome tenía un diario en el que comenzó a apuntar los momentos importantes de su relación con InuYasha, para que el día en que naciera el niño o niña que esperaban, dicho diario les sirviese para contar a la criatura su historia.
El diario se titulaba IKIGAI — "La razón de ser".
Página I
.
—El día en que nos conocimos.
Comienzo a leer, mientras sostengo a nuestra hija en el regazo. Se ve alegre, con sus mejillas sonrosadas por la tibieza que hay en la cabaña.
—Ese día iba de forma normal a la escuela y Buyo, el gato que teníamos, se metió en la pagoda del pozo. Mi hermano Souta se asustaba mucho en ese lugar, porque era lúgubre y olía a humedad. Cuando me acerqué para ayudarle y encontré al gato, pensando que todo no era más que otra exageración de mi hermano, algo tiró de mí dentro del pozo de los huesos —detengo la lectura y te miro de reojo, mientras estas preparando la comida que hoy le daremos a Moroha.
Siempre que escuchaba el modo en que habías pasado a través del pozo y cómo la demonio ciempiés te había arrastrado, el relato resultaba casi como contar una aventura y para mí resulta un suceso más, después de todo este tiempo está lleno de esa clase de seres.
—Debiste pasar mucho miedo —te digo y tú me observas, primero algo confusa, probablemente por estar atenta a tu labor, luego tus ojos se iluminan en comprensión y me sonríes.
—Sí, en ese primer momento sí. Pero tú sigue, luego se pone peor —me sonríes un poco más y veo que tus mejillas también se han sonrosado como las de Moroha.
Vuelvo la mirada a las letras.
—Al cabo de un momento de andar pude ver el Goshinboku y sentí como mi corazón se agitaba. Supongo que debí saber que era imposible que estuviese en casa, en mi tiempo, sin embargo el deseo que así fuese hizo que no me cuestionase aquello y corrí hacia él… —aquí hago una pausa.
Claro que debiste sentir miedo. Moroha se remueve sobre mis piernas como si estuviese ansiosa por saber más y aunque sé que es imposible que ella razone eso aún, no puedo evitar sentirme enamorado de esta pequeña niña que llena mis días tanto como su madre.
Me dispongo a continuar
—Despejé los arbustos como me fue posible, me arañé las manos y las piernas y aun así no me detuve porque creía que el mundo volvería a tener un orden cuando llegase junto al Árbol Sagrado; sin embargo lo que encontré fue muy diferente y aunque entonces no lo pude ver y mucho menos suponer lo que significaría para mí, ahí estaba InuYasha, dormido y envueltos por fuertes ramas que lo sostenían…
Leo la siguiente línea en silencio y te vuelvo a mirar y tú me sonríes de ese hermoso modo tuyo que me llena el pecho.
—Sigue —me invitas.
—Ahora que lo miro con la perspectiva de los años, era imposible que ese encuentro no fuese magia pura.
Me quedo en silencio. Esto no lo viví, yo estaba aún dormido, sin embargo tus palabras ponen sensaciones en mí y eso convierte tu recuerdo en mío.
Moroha se remueve un poco más y escucho que comienza a hacer ese sonidillo característico de cuando tiene pensado usar su pañal.
—Kagome —te aviso.
—Lo siento, papá, te toca a ti.
.
N/A
He querido comenzar con otra visión del mundo de InuYasha, Kagome y ahora Moroha. Esta familia merece tener todo el tiempo para disfrutarse.
Espero que les haya gustado y que me cuenten.
Gracias por leer y acompañarme.
Besos
Anyara
