¿Dónde lo había visto con anterioridad? Sus ojos observaban el paisaje a la espera de una respuesta.
Cierto.
EMIYA, casi parecía irónico que le llamasen el campeón de la justicia cuando el condeno a un mundo o al menos eso era lo que todos pensaban, podía sentirlo, como sus instintos le quemaron en aquel momento, pero ya no era algo de lo cual preocuparse o pensar siquiera. El contrato seguía al pie como siempre, dentro de poco volvería.
La arena que volaba por todos lados en aquel desierto cayó por todos lados adornando el paisaje recubierto con espadas como si fuera algo que podría ser digno de admirar, aquella escena, se podría considerar hermosa hasta cierto punto, pero para él, solo significaba algo.
Abandono; cada espada, una historia y una tumba que demostraba cuantas personas habían caído bajo su hoja.
La desolación de no haber tenido a nadie más con él, como todo el mundo murió a su alrededor, la promesa rota con su padre, la amiga que no pudo proteger y el mundo que logro salvar a cambio de su vida y las de miles, millones, miles de millones.
¿Campeón de la justicia?
Quizá su contra parte sería llamada así, incluso su yo de la realidad en la que había estado se podría considerarse más Shirou Emiya que de lo que él lo era en aquel momento.
¿No se suponía que no debía ser el mismo?
Una pequeña risa escapo de su boca mientras que el paisaje se rompía de a poco, no es como si le importase, una vez que aquel desierto se congele en su totalidad ya no estaría en este mundo, no es como si se mereciera si quiera estar en otro mundo, siendo que él fue el antagonista principal de la humanidad.
Pero aquello valió la pena, dejo que algunos obtuvieran su final feliz, salvo a los pudo a costa de los que no podía, sus voces en canticos rondaban su cabeza como un réquiem que no pararía en toda la eternidad.
Después de perderlo todo y solo quedarse con la única motivación de vivir, ya no le importo los años posteriores, él como todos querían su cabeza, el cómo tuvo que matar y matar sin cesar, él como todo iba a su contra…
Dando como resultado que sus manos estuvieran más manchadas que aquellos espíritus heroicos errantes y humanos, se odiaba a sí mismo, pero después de tanto tiempo haciendo lo mismo una y otra vez.
Naturalmente uno podría agarrarle el gusto a las cosas.
Resoplo viendo la pequeña nube de vapor que salió de su boca, las espadas que tenía en su espalda le resultaron cómodas en aquella situación, tenía todo el poder que quisiera, podía proteger todo ahora mismo, más ya no había nada que proteger.
El único consuelo que le quedaba era que lo que quedaba de sus seres queridos no sería utilizada y que la compañía que gano era la mejor que podía desear para ellos, ya no necesitaba de aquel hermano mayor mentiroso, de aquel asesino que sin pensarlo dos veces borraría a alguien.
Ahora ellos tenían buena influencia con la que estar, aquello le daba paz y le podría hacer sonreír al menos parcialmente.
Las preguntas rondaron su cabeza.
¿Y si su padre adoptivo no hubiera muerto como en aquel mundo?
¿Si hubiera tenia a Illya desde un comienzo?
¿Si hubiera tenia aquella familia feliz que su yo alterno había obtenido?
El pensamiento de que era innecesario pensar aquello a este punto vino a su mente, tanto su cuerpo, mente y espíritu fueron carcomidos y deteriorados, Shirou murió desde hacia tiempo quedando Emiya como resultado, casi parecía una mala comedia de drama su vida.
El sonido del suelo siendo desmoronado, fragmentándose y hundiéndose cada vez era más posible escuchar, las rupturas en su mundo aparecieron hacia tiempo, los engranajes dejaron de girar hacia tiempo también, allí estaba solo.
Muriendo nuevamente, cumpliendo su objetivo en una colina llena de espadas.
Le hubiera querido poder derramar alguna lagrima en este punto ¿No debería estar feliz por la vida y no aceptar la muerte como es que lo estaba haciendo?
La orquesta de destrucción, los desniveles, la tierra elevándose o hundiéndose, todo destruyéndose, mientras que el se encontraba en el centro de todo aquello, siendo el compositor de aquel vals decadente. La nieve empezó a caer.
La niebla junto con los copos de nieve ensuciaban aquellas espadas que tanto protegió y le protegieron a él, algunas sin nombre, hojas que él fin de su historio fue acompañado por el fin de su portador.
Sus ojos grises mostraban anhelo ante la escena que tenía en frente, quedaba poco para que terminara, quedaba poco para que se culmine aquella destrucción, para que aquel mundo con tantas armas retorcidas muriera.
El infierno no sonaba mal después de haber estado en aquel desierto desde hacia tanto tiempo. El era una mera espada marchita cuya hoja ya no podía ser afilada, ya no le quedaba nada. Además; dando una pequeña risa, quizá se encontrase con su padre de paso.
Cerró los ojos mientras que su cuerpo dejaba la comodidad de las espadas como respaldo mientras que el suelo se iba carcomiendo y rompiendo, el mundo perdía el color que tenia; había comenzado ya, los matices grises que indicaban la decadencia del mundo en su culmine le llamaron.
— Salvase a sí mismo— aquel comentario fue inaudible, no había nadie además del acero que estaba por todo el lugar que pudiese escuchar sus últimas palabras.
—Que estupidez—
Los fragmentos de tierra bajo sus pies, las rocas el cielo quemándose consumiéndose al momento, el desierto iba decayendo y bajando la temperatura a cada momento, allí estaba, la caída, cualquier superficie bajo sus pies desapareció mientras que un vacio se abrió bajo suyo, había comenzado y terminado en aquel desierto.
Shirou lo observaba, como el vacio venia tragándole, su mármol de realidad muriendo a cada segundo junto con el planeta mismo, quería reírse, el había sido el peor villano que podría haber tenido el mundo, después de todo incluso en la historia ¿Quién fue el que llego tan lejos como para drenar y matar a la humanidad?
El verdadero enemigo de la humanidad se hundía con su propio barco.
Su cabello blanco ondeaba mientras que su sonrisa permanecía, destruirlo todo, para lograrlo lo que para él sería su todo.
Que hipócrita de su parte.
…
— ¿No se puede dar algo más de tiempo? — aquellas palabras más que un pedido fue un ruego, la mujer estaba de rodillas con la cabezo contra el suelo mientras que intentaba hacer una reverencia tan profundo como podía, ello lo sentía, las miradas que le daban.
No solo eso sino que también podía sentir el roce de una mano que le daban a la parte de atrás de su cuerpo que ahora mismo que se encontraba al aire debido a su posición postrada.
La mujer se encontraba vestida con un vestido negro largo algo roído en las puntas que caía hasta sus tobillos, el frio del suelo se sentía con todo.
Un pie se apoyo en la cabeza de la mujer mientras que su mejilla chocaba con todo contra el suelo sucio del callejón donde se encontraban, las calles donde se encontraba no eran las mejores, no, no estaban ni de cerca de ser si quiera decente.
Después de todo, vivir en el barrio rojo de la ciudad era la peor idea que una mujer podía tomar.
Sus pies descalzos estaban fríos, la planta de estos sucios debido a andas descalza en su mayor parte del tiempo, mientras que ella quería llorar, aun no podía aceptar su situación actual.
— No lo sé... aunque la última vez pagaste y con el interés incluido—aquel hombre que tenía el pie sobre la cabeza de la mujer sonreía, su bota de metal estaba moviéndose de izquierda a derecha mientras que aplicaba presión.
La mujer quería llorar, ella no era alguien que estuviera feliz con aquello.
— Por favor…—aquel ruego era al borde del llanto, sonriendo con complacencia el hombre levanto su pie de la cabeza de la mujer mientras que movía un poco el cinturón como acomodándoselo, aquello solo genero un pensamiento más fluido de parte de la mujer entendiendo la amenaza.
— mejor para la próxima, recuerda el dinero en una semana y te sales, no dinero y terminas como esclava y tu sabes muy bien cuan larga es la vida útil de las esclavas hoy en día—al terminar aquello los hombre se movieron, dando pasos lentos junto con comentarios jocos en voz suficientemente alta como para que la mujer en el suelo lo escuchase.
La mujer levanto la cabeza con dolor en su cuello por la presión continua que había tenido en su cabeza, físicamente ella era débil para soportar aquello. Un crujido vino de su cuello mientras que se recostaba como podía contra la pared del callejón, respiro entre cortadamente y de manera irregular intentado recuperar el aliento, ella sabía que debía salir rápido de aquel lugar, sino la tomarían como un producto sin dudarlo. Más estaba demasiado débil para moverse y con el cuerpo con el dolor a tope.
Llevo una mano a su cara mientras que intentaba contener las lágrimas y los pequeños quejidos que salían de su boca. Odiaba su vida, ella la odiaba desde una manera que un no entendía como no se había entregado hacía tiempo a los brazos de la muerte.
Alzo una mano y se apoyo contra la pared y se puso en cuclillas su cabello caía por todos lados siendo sus trenzas que en algún momento fueron algo ordenado y pulcro para la vista, ahora no era nada más que líneas de cabello entrelazadas perezosamente, aquello mientras que intentaba volver a mantener estable su respiración, dando un paso se puso de pie, seguido de otro mientras se seguía apoyando contra la pared para mantener el equilibrio, ella iba rumbo a su "hogar"
Era como si los dioses mismos hubieran maldecido su alma para que nunca tuviera un solo momento de felicidad, solo tenía los primero recuerdos de su infancia, la mansión, sus padres sonriéndoles las risas familiar y el afecto de ellos, pero no duro, todo aquello fue una escena que no fue nada más que reemplazada en el momento en el cual la realidad golpeo con todo su ser, no podía haber otra cosa que no fuera una maldición.
Ella lo tenía todo, pero aquello se quedo allí hacía tiempo, en el pasado todos aquellos momentos de felicidad y todos los lujos vinieron abajo con el ejército revolucionario tocando las puertas de la mansión de sus padres, ella no entendía nada, no comprendía el porqué en aquel momento, pero tiempo después sí.
Habían testimonios y muertes a causa de su padres, el era lo que se consideraría un hombre corrupto en la ley, pero para ella cuando era una pequeña su padre era la persona más maravillosa que podría conocer. Pero para los revolucionarios no lo era, era alguien que debía ser borrado, no importaba si condenaban el trabajo o vidas de inocentes; para ellos su justicia era absoluta.
Faltaba poco.
Su mente estaba nublada, ella no se sorprendería si tuviera un conmoción cerebral poco después, el golpe y las pisadas no fueron algo de lo cual quisiera responder, su pasado ya no importaba, después de todo aquello, cada hogar en el que caía perecía, cada orfanato era saqueado o había un asesinato, masacres, pero no importaba para ella, después de todo, ella siempre era la que salía viva, la niña maldita la que traicionaba a todos a costa de poder vivir, la que atraía a cualquiera para que al final alguien termine matando a todos.
Una semana.
Tenía una semana para poder conseguir una cantidad absurda de dinero, no lo lograría, el hombre lo sabría mejor que nadie, ella tampoco podría escapar.
Llegando a lo que parecía un sector más decadente si era posible siguió unos pasos más hasta llegar a lo que sería una pequeña carpa pegada a otras, no pensó mucho para entrar allí, dormir ahora era la única solución, ella tenía demasiada hambre para pensar.
Odiaba a todos.
Aquel hombre que hacía tiempo, que parecía haberle extendido una mano para poder estar en una situación mejor, la ingenuidad de la primera vez que le mostraban afecto hizo que cayera como si nada en las palabras sin valor de una persona la cual ahora no podía recodar ni el rostro ni el nombre, solo un gran vacío junto con una deuda que le había dejado para que ella cubriese.
Ella no lo pensó, que la usaban, que no era nada más que una herramienta para poder conseguir una cantidad absurda de dinero a su coste, pero allí estaba ahora, viviendo de la nada, contando cada pequeña moneda de cobre como si fuera la cosa más valiosa del mundo.
Le dolía el estomago.
Terminando de entrar en su "Hogar" ella vio lo único que se encontraba allí, una sabana en mugre que cubría el pequeño espacio de la carpa y unas cuantas cajas que usaba para taparse.
Se quedo viéndolo unos momentos mientras que volvían una vez más, los recuerdos de felicidad falsa, la pequeña casa que había logrado tener, el hombre que le dijo que la ayudaría; ya no importaba nada.
No escatimo fuerzas para tirarse en su "cama" el olor de inmundicia lleno sus fosas nasales mientras que se abrazaba a sí misma, no quería caer bajo como a la prostitución, pero era la única salida que podía ver, aquello o ser una esclava a tiempo completa que podría llegar al punto de ser llevada para ser el "juguete" de alguna secta.
¿Si vendía su virginidad conseguiría dinero suficiente?
Odio el pensamiento al instante, ella no quería vivir como alguien que con lujos extremos, no, solo deseaba paz, comida y una cama caliente.
Hablando del calor, ella olvidaba el invierno entrante, las temperaturas bajo cero la matarían, claro si es que llegase a vivir hasta ese momento.
Levanto su mano derecha mientras que mordió su muñeca hasta que el sabor metálico fuera presente en su boca, después de eso puso su mano en el suelo, escribiendo signos que venían en su mente de la nada, ella nunca comprendió bien él porque de su conocimiento sobre aquello, pero no importaba.
Goteando la sangre que salía continuamente y terminando el dibujo cerró los ojos y rogo, el pequeño brillo carmesí salió de lo que pareciera una runa mientras que la habitación se calentaba de a poco.
— Funciono—la felicidad era algo que no había sido disimulado, de todas la veces que intentaba realizar algo como aquello no siempre funcionaba.
Tomando su muñeca vio la sangre salir, mientras que intentaba cerrar la herida algo cayó de la manga de su vestido.
Aquella tarjeta negra que siempre estaba presente, nunca supo cuando o porque la tuvo, pero siempre la volvía a encontrar no importase si la perdiese o no.
La levanto unos momentos mientras que observaba aquella tarjeta, era como si aquella carta hubiera sido quemada hasta quedar a ese punto de color. Lo único que era más o menos posible de identificar era aquella frase que estaba al pie de la carta.
Archer.
...
— ¿Es aquí? —la cara de la mujer se quedo estática, su mirada se sobre salto mientras que una expresión nerviosa se asomo en su rostro, sus ojos se agrandaron mientras que trago en seco. Había dormido unas horas hasta que las voces en el exterior la despertaron.
— La iglesia afirma que la mujer de aquí es una bruja, los vecinos lo afirmaron también—ante aquel comentario la mujer trago en seco.
Ella nunca intento algo fuera de su tienda…
Excepto cuando uso lo poco o casi nulo que tenía para hacer una poción, no podía venderlas debido a las reglas de la Iglesia en aquel sector.
¿Realmente la humanidad siempre intentaba sacar lo peor de todos?
La persona que salvo, era la única presente en aquel momento que había logrado hacer que cayera y sintió pena por el hombre mayor, era la primera vez que sintió algo por una persona que no fuera ella desde que comenzó todo ¿Y así finalizaba?
Los pasos terminaron de escucharse mientras que la tiendo era arrancada de sus soportes y allí estaban, ella sentada en medio de una alfombra, con un circulo brillante carmesí enfrente hecho de sangre y la carta en la otra mano.
Era el peor escenario que podría pedir para ser que rogar que la tomaran de bruja de bruja.
Los hombres frente a ella, todos con armadura y espada, el símbolo de la iglesia de la capital en el pecho mientras que había al menos un estimado de doce personas.
— Entonces si es cierto— la voz del hombre que había hablando con anterioridad resonó una vez más mientras que el sonido del acero siendo sacado de las vainas se escucho, la mujer dejo caer sus manos con desgano y sin energías al suelo mientras que miraba el cielo nocturno, los copos de nieve cayendo mientras que podía sentirlo, la intensión de matar y lujuria.
— Uso de sangre para rituales, alquimia de sangre, por la iglesia y el imperio aquello esta prohíbo, además se nota que apenas son cosas simples de nivel bajo, pero eso no quita la maldición que llevas siempre—La mujer no quería seguir escuchando lo que el soldado estaba diciendo, apretó la carta negra contra su pecho mientras que la bañaba en su sangre. No vio aquel brillo tenue que se encendió por unos instantes.
Al menos ella rogaba que fuera solo ejecutada ahora, ella conocía los actos de "Limpieza o purificación" que se usaban con las supuestas brujas: violación hasta la pérdida de mentalidad, violada por tantos hombres de la aldea hasta que se cansen y la quemen.
Ella viendo el paisaje congelado sintió que era tragada por el abismo de la noche.
El cielo nocturno lleno de nieve solo podía estar del mismo entorno que la situación actual para ella, oscura y fría.
Ella había intentado mover sus pies desde hacía unos segundos, más no podía, el cansancio no la dejo, la sangre tampoco dejo de correr, aquello era lo que no le gustaba cuando usaba aquella habilidad, había momentos en los cuales podía activarla a buenas primeras sin nada, pero estaban los momentos como los actuales que no podía hacer nada sin derramar su sangre.
El viento soplo con fuerza mientras que sacudió su cabello lavanda claro junto con sus pequeñas trenzas, sus ojos color azul no tenían luz ¿De qué servía la voluntad ante una inminente muerte?
O al menos quería creer que solo ería la muerte su final.
Apretó los dientes mientras que se ponía de pie de golpe, al instante un fuerte golpe le impidió seguir tal acción mientras que caía de nuevo al suelo ahora de espaldas, ella no quería que esto sucediera, no quería terminar como una muñeca que solo sabía pedir por más rondas con el único objetivo de poder vivir un poco más.
Se sentó en el suelo mientras que extendía su mano derecha al aire, al instante ni ella misma entendía el cómo o el porqué, pero allí estaba varios círculos color purpura salieron enfrente de su mano y su espalda, ella no entendía bien él como o el porqué, la nieve bajo ella se derritió de golpe mientras que el olor a carne quemada lleno sus fosas nasales, aquellos halos purpura parecían iluminar aquellas tiendas y sus alrededores.
Fue instantáneo, de los circulos pudo sentir un calor familiar emanar, para ella era como si fuera una nueva extensión de su brazo, al momento de ver lo que estaba enfrente las cosas cambiaron, la carne quemada y sangre volando por todos lados, todo aquello vino de cuatro soldados los cuales desaparecieron de la cintura para arriba.
Era su primera vez viendo tal escena o haciendo tal cosa. Las nauseas vinieron de golpe.
No debía vomitar ahora.
Tambaleando y con mucha desorientación se levanto y a pesar de que sus pies patinaron un poco y casi cayó unas cuantas veces, se mantuvo firme en convicción a la hora de salir viva, el shock inicial junto con la explosión fue suficiente para poder conseguir los valiosos segundos que requería, maldecía una cosa.
La herida que en su momento era pequeña de su muñeca ahora era grande y constantemente sangrante.
Más apretó los dientes y siguió su camino. Corriendo por los callejones con todas las fuerzas que podía.
Un silbido a la distancia hizo que intensificara su paso, al instante lo sintió, la resultante de aquel sonido, cayó de lleno al suelo mientras que se golpeaba su cabeza contra el suelo, una cortadura en su frente fue presente causando que la sangre caiga de su frente y se metiera en su ojo derecho dejándolo inutilizable de momento.
Un alarido de agonía se disparo de parte de la mujer mientras que otro silbido se escucho para terminar en su hombro, aquello acompañado de otro grito de dolor, levantando la vista y lo vio, la flecha clavadas en su ser mientras que las lagrimas por fin se formaban en sus ojos, ella se prometió que no lloraría, algo dentro de ella le gritaba que esta situación no era nada más que algo simple, que el dolor que sentía no era nada, pero ahora ¿Qué era aquel sentimiento que distorsionaba su mente que negaba que todo iría bien?
Los pasos se escucharon finalmente, las armaduras sonaban mientras que cargaban en contra de la mujer con los escudos en alto, la mujer de cabello lavanda solo se limito a arrastrarse mientras dejaba detrás de di un rastro nítido de sangre en la nieve que se formo en el suelo.
Odiaba su vida, odiaba todo lo que pasó, siempre estuvo aquel sentimiento, de que no importase que, nadie vendría a salvarla, ni siquiera había tenido una vida larga como para decir que era suficiente ya de una vez.
Otro grito llego mientras que el dolor volvía, giro nuevamente el cuello de manera brusca viendo a uno de los soldados con una espada en su pierna, estaba clavada en su pantorrilla llegando a dejarla inmóvil contra el suelo.
Se dejo caer con las manos extendidas hacia adelante mientras que su cabeza se hundía de a poco en la nieve, tenia los brazos hacia el frente con una sola cosa en mano.
La carta.
Ella lo deseaba, que aquello fuera un arma, que contestara a su llamado que alguien viniera a su rescate. Pero sabía que no había nadie.
La mente de la mujer se iba nublando mientras que su visión se oscurecía, la piel que era en si blanca ahora no era nada más que papel y hacia resaltar unas ojeras profundas, intento formular alguna palabra para encontrar que no salía ningún sonido de su garganta.
— Realmente era una bruja de clase alta al final ¿Alguien sabe qué clase de Teigu ella empleo?—la mujer giro su ojo para ver al hombre en armadura, tenía una mirada de disgusto, la parte izquierda de su pecto y su brazo estaban chamuscados, el hombre junto con los sobrevivientes del ataque en ráfaga quedaron lesionados debido a esquivar de golpe aquello casi al último momento.
— Ella estaba débil desde un comienzo, tuvimos suerte de que no estaba en su mejor momento— otra voz salió, más la mujer no pudo moverse.
— Su padre fue una persona tan respetable, una pena lo que le hicieron, y más penoso que cuando su hija quedó sola se convirtió en lo que es ahora— otra voz, ya no quería escuchar nada, ya no quería sentir nada. De hecho lo único que sentía era la carta en su mano.
Hubiera deseado que fuera otra cosa en aquel momento, algo con lo cual defenderse.
¿Su nombre? Entre las espirales de dolor se recordó a sí misma, él como creció con el ambiente tan adecuado, el cómo estuvo segada por la ignorancia hasta que fue muy tarde, quería maldecir su suerte, más no podía, quería quejarse del mundo por tratarla así, pero no era algo que podía hacer, aquel sentimiento de que todo iba en su contra siempre estaba presente, todo aquello, para que al final.
Medea de Colchis, hija de una de las antiguas casa de nobles del imperio, la cual termino con ella siendo vendida por sus parientes con excusas hilarantes, se quedase mirando aquella carta negra en búsqueda de una fuente de salvación, cualquier cosa incluso le valdría ahora; incluso…
Una espada.
…
Aquí un experimento, que se me ocurrió de la nada, espero que la recepción de la historia sea al menos un poco como lo tengo en mente, estuvo pensando en esto desde hacia tiempo, las líneas las cuales voy a usar, son distintas y algo, no sé qué tal saldrá esto, pero como sea.
Agradecería el apoyo de esto y si es posible que me dijesen si continuar con esto de una manera seria o no.
Hasta entonces.
Próximo capítulo 27 de diciembre.
Rey de picas fuera.
