Listado de advertencias:

1. Listado de advertencias muy largo. Mucho texto.

2. Seguiré insistiendo hasta mi muerte: nunca, pero NUNCA confíen en mí como escritora. Esto se puede descontrolar, así que desde ya les aviso que puede que lean un mero disparate.

3. En mi mapa mental, este fanfic será el más largo que escribiré jamás, "¿A dónde vamos a parar?" dijo el Buki, yo no sé. XD.

4. La idea inicial de este fanfic data de los años comprendidos entre 2015/2018, para esa época, lo más popular es lo que hoy llamamos cliché: Atem tiene su propio cuerpo, los personajes tienen vidas pasadas en Egipto, etc. De manera que sí, habrá alguito de eso por acá. Al menos para mí, será como rendir homenaje a esa época dorada de los fanfics de YGO, además de sacarme esta espina que llevo dentro de mí. Necesito escribir esto para estar en paz con mi yo de 17.

5. Este fic será un AU inspirado en los eventos canon del manga y post Dark Side of Dimensions. Usaré la narración omnisciente, en pocas palabras: yo seré la diosa de este mundo y la fuente de todo conocimiento. De igual modo les advierto que trataré de no usar palabras muy rebuscadas ni de exagerar en los estilismos. Piensen en este fanfic como lo que es: la historia de una novata en la escritura con apenas 17 años, mi edad en ese entonces.

6. Mis responsabilidades de adulto me respiran en la nuca como a Patricia Fernández le respiraba la pobreza. Por lo general, escribo muy entrada la madrugada, algunas veces luchando con el sueño, otras veces con el hambre y a veces con ambas, así que les advierto que pueden haber varios errores de dedo, y que las actualizaciones serán tan inestables como mi salud mental.

7. ¡Millones de gracias por leerme, los amo muchísimo!

Canción reproducida mientras escribía este capítulo: Yo te recuerdo - Juan Gabriel.


PRIMERA PARTE: LA CORTE SOLAR


Se hizo camino con aire imperioso, cual si fuera el rey y señor del suelo bajo sus pies. El verdadero rey, sin embargo, estaba frente a él, sentado en su trono.

Sin permitirle al soberano, ni aún a sí mismo, un instante de vacilación, blandió el disco de duelo, su espada de temible filo.

El rey entonces abandonó la comodidad de su trono. Poniéndose de pie, la luz proveniente del brillo de todo el oro que le rodeaba se disipó sobre su rostro, donde una sonrisa cruzó por sus labios.

El grito de guerra por fin pudo salir de los propios.

— ¡Duelo!

— ¿Seto?

Su propia voz en el recuerdo se unió a la de Mokuba, quien lo llevó de regreso a su oficina en la Corporación.

— ¿Sí, Mokuba? — Contestó el Kaiba mayor, dando un ligero parpadeo a fin de disimular su momento de ausencia en la conversación.

— ¿Me prestas atención siquiera? — Devolvió el hermano menor, en tono de reproche, mas no con miras a iniciar una discusión—. En fin, te comentaba sobre las innovaciones que podemos hacer con respecto a Kaiba Land. Te decía que, si bien hemos tenido éxito en torno al Duelo de Monstruos, no es conveniente descuidar nuestras proyecciones con Kaiba Land. Después de todo, era nuestra meta original.

Seto, en el pensamiento, se dijo que Mokuba tenía toda la razón. En ese instante, reconoció que su afición por todo lo relativo al Duelo de Monstruos le había desviado de lo que desde niño había sido su mayor aspiración: construir parques de diversiones alrededor del mundo, en donde todos los niños pudieran ser felices.

No obstante, con igual énfasis convino reflexionar que tampoco podía estancarse en los anhelos de aquel niño de pelo castaño y ojos azules que construía castillos de arena. Ahora era él una persona con toda una compañía bajo su responsabilidad, y aunque Kaiba Land muy bien representaba un excelente rubro de beneficios, el Duelo de Monstruos era la columna vertebral que mantenía firme su posición ventajosa en el mercado, y a su público debía la reputación que la empresa gozaba, tales eran las bases sobre las cuales debía fundamentar sus decisiones.

—Estoy de acuerdo contigo, Mokie. De hecho, eres el más indicado para lograr ese objetivo— opinó, entonces volviendo a concentrarse en el monitor frente a él.

—Lo haría, con una condición.

¿Mokuba poniendo condiciones? Tras analizar la pregunta, a Seto no le cupo duda de que la pubertad mostraba su influencia en no solo el físico de su hermano.

Con cierta curiosidad, que a su vez marcó en su rostro un atisbo de diversión, condujo hacia él toda su atención.

—Quiero que te involucres tanto como lo haces cuando se trata del Duelo de Monstruos, que estés al pendiente en serio, que sugieras, que opines, que dispongas, que no solo eches la vista y ya. Ah, y tampoco se vale eso de que "confías en mí y bla, bla, bla". Más que tu confianza, quiero tu compromiso.

—Bien, bien, así será, mi señor—. Encogiéndose de hombros, dio a entender que lo decía para salir del paso, pero Mokuba supo de su victoria con la sonrisa que luego apareció en sus labios.

—Así me gusta, mi esclavo— bromeó el de los cabellos negros, era uno de los tantos pequeños juegos entre los dos—. Estaba pensando en el teatro, los musicales, algo al estilo de Broadway. Cuando era niño, no me aburría de ver las películas infantiles por los musicales, me parece genial si...

Mokuba continuó la plática sin perder el entusiasmo, y aunque Seto escuchaba sus palabras, no profundizaba en su significado ni se preocupaba por abundar.

Con el asunto de Kaiba Land resuelto, sus pensamientos volvieron al recuerdo ya vago en su memoria. Eso era, al preciso, lo que más le inquietaba, que resurgiera de forma vaga, como un lejano sueño en vez de una experiencia vivida.

Lo siguiente que lograba rescatar era haber despertado en su máquina dimensional, sin el cubo de Aigami, y con Mokuba haciéndole mil preguntas que no había sido capaz de responder.

Le aturdía no poder distinguir si aquello era un vestigio de su victoria, de su derrota, o que siquiera el duelo se hubiera concretado.

Cuando forzaba su mente a indagar más allá y completar el recuerdo, surgían tinieblas, como un enorme bache cortando el camino.

No le quiso dar tal importancia que afectara su diario vivir, pero al paso de los días aumentaba la frecuencia con que aquellas imágenes invadían su pensamiento, llevándolo a considerar tratarlo con la debida seriedad o, en su defecto, buscarle una solución.

—Disculpe, señor Kaiba. —Una llamada holográfica interrumpió a Mokuba, y a su vez le brindó a Seto una ruta de salida a su nada productiva— pero igual de intrigante— remembranza—. Ya hemos terminado los diseños de las anfitrionas virtuales para el próximo evento de celebración por el aniversario de la KC y el lanzamiento de la primera actualización del Duel Links.

—Perfecto, quiero ver esos diseños.

Ante ambos hermanos, la imagen del empleado de barba canosa se acompañó por la de otras dos féminas, ambas vestidas con el uniforme regular de la Corporación.

—La primera a la derecha— empezó a explicar—, atendiendo a sus órdenes, se llamará Kisara. Es de tez blanca, largos cabellos azulados y ojos igual de azules, representando así la primera versión del Dragón Blanco de Ojos Azules.

—Que bonito nombre, hermano. ¿De dónde te surgió?

Hasta entonces Seto hizo la misma pregunta para sí mismo. No existía una razón en concreto ni alguna fuente de inspiración, solo le asaltó una especie de nostalgia cuando el nombre ocupó su pensamiento.

—Nada en particular.

Pero, a su entender, dicha información adicional no serviría en nada a su hermano menor, de manera que su omisión le resultó apropiada.

—La función principal de Kisara radicará en introducir a los duelistas primerizos en el mundo del Duel Links, así como guiar a los ya existentes con respecto a la nueva actualización. Es la voz de la cortesía que explicará las reglas del juego, los cambios que traerá consigo la nueva versión, y todo lo demás que se relacione con el adecuado uso del sistema.

— ¿Y la otra? — Indagó Mokuba, de vista emocionado con la idea.

Seto comenzó a supervisar el diseño de la AI en cuestión. Pese a compartir con Kisara la blancura en su tez, la siguiente AI tenía una abundante cabellera blanca y unos ojos azules que, a simple vista, daban la impresión de ser una copia de la primera, pero el brillo que les cubría reflejaba una singularidad que ningún observador encontraría comparándola con su semejante. Y si bien el diseño final de Kisara no había hecho más que traer a su pecho una sensación de vacío similar a la nostalgia, con aquellos ojos azules de la AI a su lado, predominó en cambio una sensación de ansiedad.

—Esta AI es la representación del nuevo diseño del Dragón Blanco de Ojos Azules. A semejanza de Kisara, y en contraste a su vez con ella, será la "voz de la amenaza'', siendo su programación exclusiva para sentenciar las consecuencias de la infracción a las reglas del juego y para advertir en caso de intentos de hackeo, fallos en el sistema, alertas de seguridad y similares.

— ¿Y cómo se llama?

—Todavía no le asignamos un nombre. Las instrucciones del señor Kaiba fueron más específicas en torno a Kisara.

—Hermano, ¿me dejas escoger el nombre a esta AI? Me gusta mucho su diseño.

Seto se limitó a expresar su aprobación con un leve asentimiento.

—Se llamará Yura.

Escuchar el nombre provocó en el de ojos azules tan repentino vuelco, que su estómago se retorció en una arcada, como si de pronto le hubieran dado un puñetazo.

— ¿De dónde te nació?

—Es la combinación de los nombres de Yugi y Kisara. Y antes de que te molestes porque incluí a Yugi en esto— se adelantó a explicar, previniendo la inconformidad de su hermano antes que tener que buscarle una cura—, es por la disparidad entre ambas, siento que también pueden representar tu rivalidad con Yugi. Quiero decir, la función de Kisara concuerda con la personalidad de Yugi, amable y cordial. Mientras que la de Yura encaja con la tuya, siendo recta y severa. Además, como Kisara rinde homenaje a la versión original del Blue Eyes, Yura debe tener algún detalle que la relacione con ella si es que representará la versión moderna.

La propuesta de Mokuba era tan lógica y puntual que Seto tuvo que detenerse a precisar un punto ciego para contradecirla, instante también usado por Mokuba para terminar de redondear su asertiva opinión.

—Seamos honestos, hermano. En términos empresariales, tu rivalidad con Yugi es lo que vende. Incluso, tanto la Corporación Kaiba como tu imagen frente al público han sido las más beneficiadas gracias a esta rivalidad. Así que no estarás perdiendo nada. Y si no quieres depender de la figura de Yugi ni del Duelo de Monstruos para seguir cosechando éxitos, pues, hazme caso: concéntrate en la idea original de Kaiba Land.

— ¿Algo más que desee añadir, mi señor?

A Seto no le quedó más opción que recurrir a su ya consabido sarcasmo, lo prefería en lugar de reconocer que Mokuba lo había dejado sin argumentos para oponerse.

—Nada más, mi esclavo. — Celebró su triunfo con una sonrisa.

Seto pensó que, tal vez, su rol como esclavo de Mokuba empezaba a ser menos un juego de sarcasmo y más una realidad.

—Ya escuchaste— comunicó al empleado, quien de inmediato finalizó la proyección de las féminas.

—Así será, señor Kaiba. La versión final con el nombre asignado le será enviada para su revisión y posterior aprobación— informó el empleado, seguido hizo una pequeña reverencia antes de su imagen desaparecer por completo.

Seto llevó a cabo la mencionada revisión final horas más tarde, en su laboratorio personal de la mansión, aunque primero debió enfrentar la desaprobación de Mokuba. Era el mismo espacio donde se hallaba circundado de sus herramientas de trabajo cuando se le apareció Sera por primera vez (1). La escena volvió a reproducirse en sus recuerdos como un Deja Vu en cuanto la imagen de ambas AI se volvió a proyectar frente a él.

Inteligencia Artificial, nada extraordinario. Entonces, ¿por qué lo inundaba esa intranquilidad? ¿También presente mientras intentaba recordar su encuentro con Atem?

Era como si todo fuera parte de un pasado que había trascendido a ese preciso instante, o como si ese preciso instante fuera parte de un pasado en el que todavía le faltaban páginas por pasar para llegar a su conclusión.

Seto aborrecía sentirse atrapado en el pasado. Si había recurrido a la más drástica de las opciones en su empeño por resucitar a Atem, era por la necesidad de cerrar ese ciclo con el espíritu del faraón, para que con ese duelo auto-conclusivo se pusiera fin a su rivalidad y así su fantasma dejara de perseguirlo. Tenía la firme determinación de que aquel duelo sería el último, que sin importar el resultado, él seguiría con la mira puesta en su futuro y no permitiría que Atem lo siguiera estancando.

Pero con aquel enorme bache sembrando distancia entre sus memorias, no tenía la certeza de haberle puesto el punto final a ese episodio, por ello al mínimo asomo de cualquier "novedad" a su vida cotidiana le generaba suspicacia, y el presagio de que una confrontación se avecinaría.

Quizás era el resultado de haber atestiguado tanta locura en compañía de Yugi y su séquito de amigos. Su imaginación se vio afectada al punto de crear en él ese derivado del pánico, más no dejaría que dicha condición empeorara.

Sacudió su cabeza, de nuevo, estaba dedicándole tiempo a divagaciones sin ningún tipo de productividad. Él no era la clase de individuo que ponía su esfuerzo en esas nimiedades, por mucho que su travesía con Yugi y compañía le hubiera vuelto más crédulo.

Bastaba pulsar una tecla, el programa empezaría su ejecución. Sin detenerse a sobrepensar esta vez, hundió su dedo en el teclado. Al tiempo de aquel inofensivo accionar, una fuerte ráfaga de viento apareció con la fuerza y velocidad de un rayo caído del cielo, elevando los objetos a su alrededor y llevándolo a protegerse formando un escudo con sus brazos.

En una brecha de tiempo cuyo cálculo al segundo o al minuto fue imposible precisar, en medio de su visión difusa la imagen de las dos AI se fue distorsionando en una escala de grises hasta cobrar la forma de dos esferas de luz, que surgieron junto al gigantesco Ojo de Udjat con suma claridad recordado tanto en la frente de Atem como en el centro del Rompecabezas del Milenio.

El ojo emitió una luz dorada que se unió al brillo de las dos esferas con tal resplandor, que tuvo que cerrar los ojos para evitar lastimar aún más su visión. Los volvió a abrir cuando sintió que la ráfaga se había evaporado de la misma forma en que se había manifestado.

Anonadado y boquiabierto quedó frente a las dos mujeres de rodillas que ya no lucían cual imagen holográfica sujeta a sus códigos de programación.

— ¡Hermano!

El grito de Mokuba se alzó en lugar de su voz. Lo que le siguió, o más bien, las dos personas que le siguieron, terminó de congelar al de ojos azules, asemejándose a una estatua de piedra.

— ¿No te alegras de verme, Kaiba?

Allí estaba Atem, ese rey que recordaba haber visto abandonar su trono y sonreír ante su proclamación del duelo. Era la misma piel bronceada, los mismos ojos rasgados, las mismas vestiduras egipcias... No había nada en lo cual basarse a fin de llamarlo una ilusión.

— ¿Acaso no era lo que querías, que yo regresara en carne y hueso para que seas tú quien cave mi tumba?

— ¿Kisara? — Musitó Mokuba, sus ojos abiertos parecían a nada de salirse de sus cuencas—. ¡¿Yura?!

Las dos mujeres reaccionaron a sus nombres como despertando de un profundo letargo. Se pusieron de pie, Kisara dirigió su mirar hacia delante, llenándose sus ojos de lágrimas.

— Señor Seto... — murmuró con voz quebradiza, enfocada en Seto quien todavía no movía un músculo.

— ¡Oh, demonios, estoy casi desnuda! — Exclamó la antes AI bautizada como Yura, haciendo alusión a la falda de tubo y camisa blanca de solapas azules con un broche de la KC—. ¿Qué clase de ropa usan en esta época?

—Esa chica... — murmuró Yugi, haciéndose notar entre la confusión del momento—. ¡No puede ser! —Aireó luego, mirando con ojos atónitos a Kisara

Por fin consciente de la situación que protagonizaba, Seto crujió los dientes como castigo a su propia inmovilidad, recuperando al fin su voz.

— ¡¿Pero qué carajos está pasando aquí?!

—Son las consecuencias de tus decisiones, Kaiba.

Una voz de hombre cimbró por todo el lugar. Su alrededor comenzó a desmoronarse en muy pequeñas partículas de luz, las mismas partículas de luz de cuando Aigami ponía en acción su cubo dimensional.

El nuevo escenario consistía en el palacio real del faraón, con pilares repletos de jeroglíficos, paredes dibujadas con el ojo de Udjat y, al final de un largo pasillo, el trono del rey.

Cuando todo cobró solidez en su campo de visión, Seto fue golpeado por el regreso abrupto de sus memorias, ocasionándole un instante de vértigo.

—Ya lo recuerdas, ¿no es así?

La voz retornó, moviéndole a conducir la mirada hacia arriba. En lugar de techo, la figura de un hombre descendía con cierta lentitud. A medida que acortaba la distancia, fue posible vislumbrar la falda de seda con un dobladillo de tela en oro cubriendo sus piernas, y sujeta en su cintura donde había incrustaciones de diamantes con diferentes colores. A la altura de los antebrazos eran palpables dos argollas doradas, y en su cuello había un especie de collar que más bien parecía una paleta de colores.

Mas ninguna de las características logró la misma conmoción que causó distinguir en él a la máscara con la forma de cabeza de chacal.

Atem se arrodilló. Al momento de ser consciente de aquella muestra de respeto, Seto también lo fue de que solo él y Atem estaban allí.

—Por si todavía no lo recuerdas, permíteme hacerte el favor, Kaiba.

En la mano derecha del hombre, cuyos dedos lucían anillos de oro, apareció de pronto el cubo de Aigami, flotando sobre la palma abierta.

—Yo soy Anubis, el dios de los muertos. A quien tú, ser perteneciente al corrupto mundo de los vivos, has ofendido con atreverte a pisar mi territorio, digna morada de los que han perecido.


Referencias:

(1) Extracto de Yu-Gi-Oh! Transcend Game, Parte 2.