Bien, pues esta es una adaptación, la verdad es que es un excelente libro que leí hace no mucho y me encanto, pero desde la primera historia me lo imagine en los personajes de Naruto, por lo cual se los dejo aquí, espero que les guste, originalmente este capítulo corresponde a la segunda historia, pero yo cambiare el orden de las historias, siendo esta la primera en lugar de la segunda, debido a que por cronología, el queda mejor de esta manera.

Su escritora es: Sylvia Day.

Nos leemos en los rewiens, espero disfruten la lectura *


Londres, 1810

—¿Qué diablos está haciendo en mi club?

Al otro lado del enorme escritorio de caoba, Ino se enfrentó a los ojos azules más peculiares que nunca había visto. Eran una mezcla entre azul y lila y estaban enmarcados en unas pestañas negras tan espesas que era una lástima que perteneciesen a un hombre.

—Necesito encontrar a mi hermano —le dijo con la cabeza bien alta, desafiándolo. Él arqueó una ceja.

—Le habría resultado mucho más fácil dejarle una nota al portero, señorita...

—Lady Ino. Y ya he intentado dejar varios mensajes, pero Todavía no he recibido ninguna respuesta. —Se movió en la silla al notar que los pantalones le rascaban la piel de las nalgas. La peluca también le picaba, pero se negaba a humillarse rascándosela.

—Vestirse de hombre es un detalle muy original.- Oyó la risa en la voz aterciopelada y lo fulminó con la mirada.

—¿Cómo si no se supone que iba a entrar en un club para caballeros? - Ino resistió la tentación de salir huyendo cuando Neji Hyuga se levantó de detrás del escritorio y fue hacia ella. Al ver lo alto que era y lo ancha que tenía la espalda, se le secó la garganta y tuvo que humedecerse los labios. Él era mucho más devastador de cerca que de lejos, cuando lo vio en el otro extremo de un salón. Tenía el pelo café y la piel blanca y sus ojos resaltaban a la perfección; una mandíbula prominente y unos labios generosos y sensuales, a la altura de su reputación de buen amante. Se decía que todas las damas que se acostaban con él recibían mucho placer.

—Exacto, lady Ino. Un club para caballeros. Esa ropa no oculta que usted es una mujer. Gai tiene que estar borracho o loco para no haberse dado cuenta. —Detuvo la inspección en los pechos antes de mirarla a los ojos.

—Nadie se ha dado cuenta —farfulló ella.

—Yo sí- Por supuesto que sí. Casi de inmediato. Ella llevaba en el club cinco minutos como mucho cuando Neji la cogió por el codo y la llevó a su despacho. Claro que ella sólo necesitó cinco minutos para complicarle la vida.

—¿Qué es eso tan urgente que la ha llevado a tomar estas medidas tan drásticas para hablar con su hermano? —le preguntó con la voz suave.

Neji se apoyó en el escritorio, delante de ella, y la tela del pantalón se tensó alrededor de sus muslos. Estaba tan cerca que Ino podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo y oler los restos de tabaco, de lino limpio y algo indescriptible y maravilloso que debía de ser sólo él. Hyuga se aclaró la garganta para recuperar su atención. Ino se sonrojó y la sonrisa que vio ante sí le demostró que él sabía lo que había estado pensando. Ino irguió la espalda, negándose a sentirse intimidada por la belleza de él, por lo mucho que la afectaba.

—Tengo mis motivos.- Neji se acercó más y detuvo la boca a escasos milímetros de lade ella.

— Si esos motivos tienen algo que ver con mi club, tengo derecho a conocerlos-.

«¿Serán tan suaves como parecen?» Neji se apartó y se puso de cuclillas para apoyar las manos en las rodillas de Ino. Ella dio un pequeño salto al notar el calor quemándola a través de la ropa.

—¿Quién es su hermano? —le preguntó.

A Ino se le secó la boca en cuanto él la tocó; no podía hablar. Neji Hyuga era sencillamente espectacular. Siempre se lo había parecido, y siempre comparaba a sus pretendientes con él y fallaban en todos los aspectos. Ninguno era tan guapo como él, ni tan interesante... ni tan atrevido. Sacó la lengua para humedecerse el labio inferior y los ojos de él siguieron el movimiento. Una sensación extraña se instaló entre las piernas de Ino. Intentó apartarle las manos, pero le tocó la piel y le quemó las palmas. Las apartó al instante.

—Un caballero nunca le pone la mano encima a una dama —le riñó. Neji subió las manos hacia arriba, apretó los muslos con delicadeza y le sonrió.

—Nunca he dicho que fuese un caballero.-

Y no lo era, ella lo sabía perfectamente. Su determinación y su don para los negocios eran legendarios. A no ser que estuviese explícitamente prohibido por ley, Neji Hyuga se atrevía con todo. No mostraba misericordia a la hora de expandir su imperio. Muchos lo menospreciaban por su «vulgar obsesión por el dinero», pero a Ino le resultaba fasinante. A él no le importaba lo más mínimo lo que los demás opinasen, una cualidad que ella envidiaba y desearía poseer.

—Veamos, el nombre de su hermano...

—Lord Uzumaki —farfulló atolondrada. Una sonrisa diabólica apareció en la boca de Hyuga.

—Eso explica por qué no ha contestado a ninguno de sus mensajes, cariño. El conde me debe muchísimo dinero y sospecho que me está evitando.-

Ino no dijo nada, pero cerró los puños con fuerza. La situación debía de ser peor de lo que había temido. Estaba acostumbrada a que Naruto se pasase días trasnochando y apostando con los crápulas de sus amigos. Sabía por experiencia que era poco probable que su hermano corriese peligro, pero eso no impedía que se preocupase. Ni que ahora estuviesen en la situación en la que estaban.

—¿Por qué no me dice qué necesita? —le preguntó Hyuga masajeándole los muslos con los dedos—. Tal vez yo pueda ayudarla.

La sensación que él estaba creando se extendía por las piernas de Ino, hasta llegarle a los pechos y hacer que la piel se le sonrojara. Se le irguieron los pezones.

—¿Por qué querría ayudarme?

Él echó los hombros hacia atrás y respondió sin darle más importancia: —Eres una mujer muy hermosa. Me gustan las mujeres hermosas. En especial las que tienen un problema y necesitan mi ayuda.

—¿Porque así puede aprovecharse de ellas? —Se puso en pie, su cuerpo y su mente estaban en guerra, y él apartó las manos—. No tendría que haber venido.

—No, tienes razón —convino él con la voz suave. Hyuga también se puso en pie y se cernió sobre ella. La cabeza de Ino llegaba al hombro de él y no tuvo más remedio que echarse hacia atrás para mirarlo. Empezó a dar media vuelta para irse, pero Neji la sujetó por el codo y la detuvo. El calor que desprendían sus dedos se le extendió por el cuerpo.

—Suélteme —le ordenó temblorosa—. Quiero irme.- No quería, no de verdad, pero era lo que tenía que hacer. La proximidad de Hyuga la estaba afectando de un modo horrible. Maravilloso. Terrible. Igual que a todas las mujeres que se acercaban a él. Hyuga negó con la cabeza y le sonrió.

—Es una pena, porque no voy a dejar que te vayas a ninguna parte. Te quedarás aquí hasta mañana por la mañana. Ya has creado bastante revuelo por esta noche derramando una copa entera de brandy encima de lord Kasuna. Si te dejo volver al club, aunque sea sólo por un rato, volverás a provocarlo. Has herido el orgullo de ese imbécil pomposo.

—¿Y qué sugieres que haga?- Los ojos de Hyuga no ocultaron que estaba disfrutando de la situación.

—Pasarás la noche en uno de los dormitorios del piso superior. Yo entretendré a Kasuna y a sus secuaces hasta que se olviden de toda esta debacle.

—¡Te has vuelto loco! —exclamó escandalizada—. ¡No puedo pasar la noche en este establecimiento!

Hyuga se rio. Una risa ronca y profunda que envolvió a Ino como si la estuviese abrazando y la hizo estremecerse. Pero no de frío; le avergonzaba reconocer que cuanto más la miraba Neji, más calor tenía ella. Había visto antes esa mirada, pero ningún hombre se la había dirigido. Descubrió que le gustaba que la mirasen así.

—Te has complicado mucho la vida para entrar aquí —le recordó bajando la voz—. ¿Estás segura de que quieres irte tan pronto?- Ino intentó apartarse, pero él no se lo permitió.

—Estoy en una situación muy peliaguda, me disculpo por cualquier inconveniente que...

—No suenas muy arrepentida.

—Me iré de aquí inmediatamente —ofreció.

—Te irás por la mañana, ahora es muy tarde. Las calles no son seguras.

—Mi tía estará preocupada —discutió ella.

—Le mandaré una nota a lady Yamanaka para decirle que estás bien. Ino se quedó inmóvil y lo miró intrigada.

—¿Cómo sabe quién es mi tía?

—Lo sé todo sobre todos y cada uno de los miembros de mi club. En especial si les concedo una línea de crédito. —El pulgar de Hyuga empezó a acariciarle el codo y Ino sintió la caricia en la médula de los huesos—. Sé que tus padres murieron cuando tú y tu hermano erais muy pequeños y que vuestra tía Hisame es vuestra tutora desde entonces. Tú y Uzumaki siempre le tomáis el pelo. Tu hermano es atrevido, un cabeza hueca, y demasiado joven para asumir las responsabilidades del título. Tú siempre le sacas las castañas del fuego y solucionas los líos en los que se mete. Y ahora sé hasta qué punto te tomas en serio la obligación de cuidarlo-. Ino apartó la mirada, le daba vergüenza que él conociese esos detalles tan íntimos de su vida.

—¿Y también sabe lo harta que estoy de hacerlo? —dijo al fin, sorprendiéndose a sí misma por haberlo reconocido en voz alta. La voz de Hyuga sonó comprensiva y cariñosa cuando le respondió.

—Estoy seguro de que lo estás, pero has hecho un trabajo admirable. El apellido Uzumaki está libre de cualquier escándalo.- Ino miró a Neji y la proximidad de él la sobrecogió. Se sentía un poco mareada, pero no podía echarle la culpa al brandy, que había echado encima a lord Kazuma. Hyuga la guio a través del despacho y tiró de la cuerda de la campana.

—Le diré a una de las cortesanas que te preste un camisón, estarás más cómoda. Mi hospitalidad es legendaria.

—No es su hospitalidad lo que es legendario —añadió ella fulminándolo con la mirada.

Neji le guiñó un ojo sin inmutarse. Le caía un mechón de pelo por la frente e Ino tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para contener la imperiosa necesidad de tocarlo. Llegó un camarero y Hyuga le pidió que entrase en el despacho. Cuando el empleado volvió a irse, Ino volvió a intentar razonar con Neji y a buscar una salida digna para ella.

—Señor Hyuga, tengo que insistir en que me deje marchar. Es muy poco apropiado que me quede a pasar aquí la noche.-

—¿Y disfrazarte de hombre para entrar en mi club es apropiado? — La mirada de Hyuga brilló decidida—. Me has creado un problema, lady Ino. Lo mínimo que puedes hacer ahora es ayudarme a minimizar los daños.- Todo lo que decían de él era verdad. Neji Hyuga era decidido, terco, incansable. Iba a tener que escapar sin que la viera. Se le daba muy bien... —Ni se te ocurra pensar en escapar —le advirtió—. Ya le he dado instrucciones a mis empleados. Si lo intentas, te aseguro que no llegarás muy lejos.

—¡Por todos los...! —farfulló. La puerta se abrió de repente y de un pasadizo secreto apareció una joven medio desnuda.

—Acompaña a mi... —Hyuga miró a Ino y se rio—... a mi querida amiga a la habitación Sapphire, Fu. Préstale un camisón y pide que le suban la cena.- Los ojos de la cortesana estudiaron a Ino sin disimulo. Hyuga le colocó una mano en la espalda y la empujó suavemente hacia la entrada secreta. Se agachó y con los labios le rozó la oreja. —Quédate en la habitación hasta que alguien venga a buscarte por la mañana. Odiaría que alguien te viera sin tu disfraz.- Ino se quedó mirando la puerta.

—No tienes un pasadizo que lleve a la calle.

—No. Éste va de aquí a mi habitación. No hay ningún otro.- Ino se estremeció al sentir el aliento de Hyuga rozándole la garganta, era una sensación muy íntima.

—Señor Hyuga, ¿puedo hacer algo para convencerle de lo poco apropiado que es esto? Lamento sinceramente haberlo molestado.- Los ojos azules-lila de Neji se oscurecieron y abrió la boca para hablar, pero la cerró sin decir nada y zarandeó la cabeza.

—Ve —la animó con un susurro—, tengo trabajo que hacer.-

Ino farfulló por lo bajo pero siguió a Fu por el pasadizo secreto sintiendo los ojos de Hyuga fijos en su espalda hasta que desapareció. Tardaron muy poco en llegar a la escalera que conducía al piso superior, donde la cortesana la hizo entrar en un lujoso dormitorio. La habitación Sapphire era la más bonita que había visto nunca Ino. Las paredes estaban cubiertas de seda con rayas azul oscuro y crema; la cama era enorme y la colcha que la cubría era de terciopelo color índigo; el suelo de parqué estaba oculto tras alfombras Aubusson. Giró despacio sobre sus talones e intentó imaginarse allí a Hyuga.

—¿Mi lady?- Ino se sobresaltó al oír que la llamaba por su título de cortesía.

—¿Cómo lo sabes?- Fu sonrió.

—La alta cuna es imposible de ocultar. Voy a buscarle algo de ropa para que pueda cambiarse, no tardaré.-

—Gracias. Lo cierto es que estoy ansiosa por quitarme este disfraz.-

Cuando la cortesana abandonó el dormitorio, Ino se quitó la peluca y la lanzó al cubo lleno de carbón que había junto a la chimenea. Después se sentó en el sofá y volvió a admirar la lujosa decoración. El club de caballeros de Hyuga era un antro de placer, un bastión a la masculinidad y un altar a la perdición. Naruto había entrado allí por voluntad propia, había leído infinitas novelas eróticas y había observado incontables combates de boxeo ilegales, y también frecuentaba los círculos sociales más escandalosos en muy malas compañías. Ino no había tenido más remedio que estudiar al enemigo para saber contra quién iba a enfrentarse. Bueno, eso no era del todo verdad. Ino tenía que reconocer que ella también sentía curiosidad por las relaciones carnales. Siempre había odiado ser una ignorante, fuera del tema que fuese, y la tía Hisame no le había sido de mucha ayuda. Cada vez que Ino le preguntaba algo sobre sexo, la mujer se ponía a tartamudear. Los libros y el contenido de las cajas que Ino había encontrado la habían ayudado a entender mejor el tema, pero cuanto más averiguaba, más preguntas tenía, y por desgracia no había aprendido nada que la pudiese ayudar a sacar a Naruto de aquella espiral de autodestrucción en la que se había metido.

Se puso en pie y se acercó a la ventana, dejando vagar la mirada por la oscura silueta de Londres. El club de Hyuga era el establecimiento preferido de Naruto, y ahora que había visto el interior, Ino entendía por qué. Su hermano llevaba desaparecido una semana, algo inusual en él, y las exigencias de los acreedores estaban a punto de volverla loca.

Normalmente era Naruto el que se ocupaba de ellos, desplegaba sus encantos y les convencía de que les dieran unos días para pagar. Ella, en cambio, no sabía qué decirles, y aunque le reclamaban el pago con educación, cada día que pasaba se ponían más furiosos. Cuando Naruto volviese a dar la cara, le cantaría las cuarenta. Pero en aquel instante Ino pensó que aquella aventura había valido la pena porque le había permitido pasar unos minutos a solas en compañía de Neji Hyuga. La posibilidad de ver a Neji tan de cerca, de oír su voz, de verlo tranquilamente, era lo que realmente la había animado a trazar ese plan.

Encontrar a Naruto sólo había sido un plus. Ino no habría podido conocer a Hyuga en ninguna otra circunstancia. Ella sabía muy poco sobre él, ya que se suponía que las damas solteras no podían hablar de esos temas, y los retales de conversaciones que había espiado a escondidas sólo habían logrado aumentar las ganas que tenía de conocerlo mejor. Pero había una cosa que sí sabía con absoluta certeza: Neji Hyuga era un hombre peligroso.Y a Ino le gustaba que fuese así.

Él sabía disfrutar de la vida sin correr el riesgo de perderlo todo. De hecho, se rumoreaba que era uno de los hombres más ricos de Inglaterra. Ino esperaba que Naruto pudiese aprender algo sobre la fuerza de voluntad y la visión para los negocios que tenía Neji. Resopló y se dio media vuelta hacia la cama. A veces odiaba con todas sus fuerzas ser la hija de un conde y las restricciones sociales que ello comportaba. A ella le gustaría ser libre como su doncella, que salía con el lacayo del vecino y los dos estaban perdidamente enamorados.

En vez de eso, Ino tendría que casarse con alguien que tuviese prestigio y dinero. No era justo. Pero hacerse la mártir no formaba parte de su naturaleza. Si Naruto se metía solo en un lío, él solo podía salir de él. Pero, por desgracia, no era así cómo funcionaban las cosas. No obstante, podía soñar. Y si en sus sueños aparecía Neji Hyuga y su provocadora sonrisa, nadie tenía por qué enterarse.


POV NEJI


Neji se acercó al aparador y se sirvió dos dedos de brandy en una copa que vació de un trago. Había perdido la jodida cabeza. Eso era lo único que explicaba su empeño en obligar a lady Ino Uzumaki a que se quedase en su casa. Se llevó una mano a la trabilla del pantalón y se frotó la erección de lo mucho que le dolía. Era ridículo que estuviese tan excitado. ¡Por Dios santo, si iba disfrazada de hombre!

Cerró los ojos y visualizó el modo en que Ino había balanceado las caderas al salir del despacho. Su pene reaccionó temblando. ¡Maldita sea! Tendría que haberla echado del club. Amablemente, por supuesto, pero tendría que haberla echado. En vez de eso, la había instalado en el dormitorio adjunto al suyo. Ella era virgen, eso era dolorosamente evidente, pero a pesar de su inocencia y de su falta de familiaridad con el sexo, Ino sabía lo que era el deseo. Lo había mirado como si quisiera comérselo. Y Dios, a él le habría encantado permitírselo.

Neji podía imaginarse sin ninguna dificultad lo que sentiría al deslizar su miembro hacia dentro y hacia fuera de la deliciosa boca de Ino. Sería como si lo envolviera la seda...

Gimió al notar que el pantalón le resultaba cada vez más incómodo y se acercó a la estantería repleta de libros. La escudriñó por encima hasta dar con el expediente del conde de Uzumaki. La carpeta contenía el historial financiero del conde, empezando por la cantidad exacta que le debía al sastre y terminando por sus cuentas corrientes.

Neji estaba al tanto de que Uzumaki apostaba otro de sus clientes habría perdido la línea de crédito tiempo atrás, pero Neji la había mantenido abierta por un único motivo, por una única razón..., porque deseaba a Ino. Ella era menuda y voluptuosa, tenía el pelo de un color rubio oscuro y los ojos traviesos, y lo dejó sin aliento la primera vez que la vio.

Neji quería conocerla, suplicarle que bailase con él para así poder tenerla entre los brazos. Pero su reputación de crápula y libertino y su condición de hombre de negocios hacían que ni siquiera tuviese derecho a que se la presentasen, y mucho menos a bailar con ella un vals. Así que Neji dejó que Uzumaki, el único nexo de unión que de momento tenía con Ino, siguiese apostando, permitió que siguiese acudiendo al club para ver si así se le ocurría la manera de acercarse a su hermana.

No sabía qué haría con Ino cuando la conociese. Quizá la seduciría y tal vez así lograría apagar el anhelo que sentía por ella. Tal vez intentaría convencerla de que mantuviese una relación más a largo plazo con él. Si era sincero consigo mismo, Neji no sabía por qué la deseaba tanto. Lo único que sabía era que la deseaba. Demasiado. A él jamás se le pasó por la cabeza (y eso que su mente era capaz de crear los planes más descabellados) que ella acudiese allí. Y vestida de hombre, nada más y nada menos.

Pero le gustaba que se hubiesen conocido de esa manera. Hacía falta ser muy valiente para atreverse a hacer algo que, si salía mal, provocaría un gran escándalo. Y ella le había plantado cara, algo que ni siquiera algunos duques habían sido capaz de hacer. Ino Uzumaki no era una dama cualquiera.

Ahora estaba en el piso de arriba, preparándose para acostarse en una cama que le pertenecía. Neji podía imaginarse los rizos de Ino esparcidos por la almohada de seda, la cabeza arqueada hacia atrás de placer mientras él la penetraba con fuerza. Seguro que estaría bellísima al estallar de pasión...

«¡Maldita sea!» Acabaría por volverse loco.

Antes de excitarse hasta el punto de ser capaz de hacer algo que después lamentaría, Neji volvió a guardar el expediente en la estantería y volvió a las mesas de juego. Paseó por entre los caballeros del beau monde, percatándose de quiénes ganaban y quiénes perdían. Dirigió a las cortesanas hacia los caballeros que parecían necesitar animarse e hizo señas a los camareros para que aguasen las bebidas de los que parecían demasiado borrachos. Charló con los clientes que se acercaron a él en busca de conversación e inspeccionó la calidad y la cantidad de comida que salía de la cocina del club.

Ocupado con su trabajo, Neji fue capaz de estar un rato sin una tremenda erección entre las piernas. Pero a medida que pasaban las horas y los clientes iban haciendo uso de las cortesanas de su establecimiento, su mente volvió a pensar en Ino.

En la preciosa e intocable Ino. Neji la había visto ayudar a infinitas debutantes a dejar atrás su timidez y atreverse a disfrutar de la temporada, la había visto apaciguar a las matronas más draconianas del beau monde y convertirlas en gatitos zalameros. Se moría de ganas de que ella lo mirase con admiración y ternura.

Neji abandonó el club y subió por la escalera. Sin ser apenas consciente de lo que estaba haciendo, llegó al dormitorio que utilizaba cuando era demasiado tarde o estaba demasiado cansado para irse a casa. Dudó unos segundos frente a la puerta que comunicaba dicho aposento privado con la habitación Sapphire. Volvía a estar excitado, y la erección temblaba y le dolía presa en el pantalón. Apoyó la frente en la puerta de madera, consciente de que Ino estaba al otro lado. Tan cerca. Tan dolorosamente cerca.

Se detuvo y respiró hondo. Cogió el picaporte y suspiró aliviado al ver que giraba. Ino no había tenido el atino de encerrarse. ¿Era un golpe de suerte o el principio de una tragedia? Neji no lo sabía.

Si fuera un caballero, se iría de allí de inmediato. Claro que en ese caso ni siquiera estaría allí. Pero él nunca había dicho que fuese un caballero. Antes de que pudiera pensarlo mejor, abrió la puerta y entró.


¿Qué les pareció? ¿Les gusto? Ya se es rara esta pareja y también es ligeramente raro que Ino y Naruto sean hermanos, pero les juro que cuando empecé a leer la historia me los imagine a ellos jejeje

Yo ame la historia, espero sus opiniones…