—¡Bien Ariados! ¡iniciemos con telaraña! —

Dawn, una joven chica que recién comenzaba su primer viaje por la región Sinnoh para convertirse en coordinadora Pokémon. Su intención principal era participar en los concursos Pokémon de la región, eventos locales donde coordinadores de todas las clases hacían gala de las mejores combinaciones entre las habilidades de sus Pokémon para realizar bellas y elegantes presentaciones que denotaban destreza. Cinco listones, el premio por vencer en un concurso, con eso entraría al Gran Festival, el evento más importante para los coordinadores de la región, donde se disputa el gran trofeo. Su anhelo era participar y ganar, pues solo así comenzaría con su sueño de ser la mejor y más famosa coordinadora Pokémon de la región y el mundo.

Era el segundo día de su aventura y sentía que todo iba bien, el día anterior había recibido a Piplup, su primer Pokémon de tipo agua y, por una casualidad, capturó a un Ariados. Dos Pokémon en tan poco tiempo, debía ser una señal que la suerte la acompañaba en su viaje para cumplir su sueño. Ahora, allí en la ruta 202 practicaba para su primer concurso en ciudad Jubileo que sería en un par de días.

Ariados obedeció la orden que su entrenadora le dio, y de su boca lanzó un hilo fino que terminó formando una red en el cielo.

—¡Y bien Piplup! ¡Usa rayo burbuja! —

Con entusiasmo, el Pokémon azul lanzó decenas de esferas hechas de una fina capa de agua, y las dirigió hacía la telaraña que su compañero Pokémon hizo hacía poco. La chica, que vestía falda rosa, combinada con una blusa blanca y un chaleco negro, quedó maravillada al ver como las burbujas quedaron pegadas en la superficie de toda la red, solo quedaba el gran final.

—¡Ahora, rayo de hielo! —

Piplup usó dicho ataque para reventar las burbujas y crear un pequeño brillo cuando estas explotaron, pero no salió tal como la chica lo imaginó.

La telaraña cayó y atrapó a Piplup en ella, era demasiado gruesa y elástica como para que el pequeño Pokémon de seis kilos pudiera romperla con sus alas o su pico. Esto, en definitiva, no era lo que tenía planeado, pues se suponía que las burbujas y la telaraña se congelarían y al romperse crearían finos y lindos cristales de hielo que brillarían con la luz… pero no fue así, y era a quinta vez que fallaba. Seguía concentrada en ello cundo vio que Ariados se acercó a Piplup, caminando sobre la red sigilosamente y esto fue lo que le preocupó.

—¡Ariados! ¡Espera! ¡Piplup es tu amigo! —

El pequeño pingüino se espantó cuando el Pokémon tipo bicho estuvo muy cerca de él, actuando a como su instinto se lo indicaba y abriendo sus quelíceros (piezas bucales) para darle un gran bocado. Su cubrió los ojos, pero el mordisco nunca llegó, al contrario, Ariados estaba tratando de liberarlo cortando la telaraña a su alrededor.

Dawn suspiró de alivio, por un momento pensó que Ariados estaba buscando su próxima cena, después de todo, le gustaban las presas pequeñas y de carne suave.

Bueno, quizá no todo iba tan bien. Apenas el día anterior, Dawn, quien contaba con casi quince años, recibió de manos del profesor Rowan a Piplup convirtiéndose en su primer Pokémon, pero este no parecía haber estado muy emocionado con la idea de acompañarla, y hasta pareció que ella le desagradaba. Una vez que salieron del laboratorio, Piplup huyó lejos buscando alejarse de ella. Luego se enteraría que el motivo fue lo que ella dijo de él: "Demasiado lindo" "Es tan adorable que nadie se atrevería a hacerle daño." Un cumplido, sin duda, pero no para el Pokémon que estaba lleno de orgullo de sus fortalezas. Sabía que era lindo, pero que la chica lo eligiera solo por eso le hirió, pues tenía muchas más cualidades, como su destreza y fuerza, y se lo quería demostrar.

Un pequeño percance, pensó ella, uno que se prolongó por mucho tiempo. Horas de preocupación de la adolescente al estar vagando por la ruta, expuesta a ser presa de Pokémon salvajes pues su único compañero había huido. Al menos, contaba con su bicicleta para poder trasladarse rápidamente y no tener que recorrer el camino a pie.

Afortunadamente, lo encontró, aunque "afortunadamente" no era la palabra más adecuada para lo que pasó, pues Piplup había sido atrapado en la telaraña de un grupo de hambrientos Ariados.

Los Pokémon tipo bicho iban a devorar al pequeño pingüino, o al menos eso parecía. Cuando ella quiso ayudarlo fue interceptada por uno de aquellos Ariados, o más bien, una Ariados. Fue en el forcejeo para poder liberarse de la telaraña que rodeaba su muñeca, que una de sus pokeball cayó de su cinturón y al chocar con el Pokémon de color rojo, lo terminó capturando. Así, tan ridículo como suena, fue como obtuvo su segundo Pokémon al cual nunca imaginó que llegaría a tener pues Ariados es una especie que podría dar escalofríos, pero con su ayuda fue suficiente para rescatar a su pequeño amigo azul y ahuyentar al resto de Ariados.

Piplup huyó de Ariados apenas fue liberado, y después corrió casi despavorido detrás de las piernas de su entrenadora, a lo cual el Pokémon insecto lo siguió, pero Piplup parecía querer evitarlo.

—Piplup, deberías ser más agradecido con Ariados, ella te ayudó a salir de allí— le regañó Dawn, a lo que el Pokémon tipo agua solo le hizo una seña con el ala, indicando que estaba agradecido y después volvió a aferrarse a la pierna de su entrenadora.

Dawn suspiró. Su segundo día no estaba siendo mejor que el anterior, le estaba costando trabajo hacer que Piplup se llevara bien con su nueva compañera, no pareciera disfrutar la presencia de Ariados después que intentó comérsele junto a sus amigos. El Pokémon insecto pareciera que se sentía mal con el desprecio que obtenía por parte del Pokémon emplumado.

Pero ese no era su único problema, su mayor preocupación era que dentro de poco sería el concurso en ciudad Jubileo en el cual sería su debut como coordinadora, y su estrategia todavía no daba los resultados que ella había querido. Debía practicar y perfeccionar su presentación para ese tan anhelado día.

—Tenemos que seguir perfeccionándolo. En dos días es el concurso y tenemos que dar una gran impresión, mamá y todos nos estarán viendo. ¡Así que vamos a seguir! —

Ante sus ánimos, Piplup le respondió con júbilo indicándole que quería continuar, Ariados igual lo hizo, pero cuando profirió un gruñido Piplup pareció espantarse. Dawn también sintió un poco de escalofríos, debía reconocer que su nuevo Pokémon daba un poco de miedo y que sería difícil convencer al jurado que un Pokémon tan atemorizante como Ariados podría despedir tanto encanto como cualquier otro Pokémon. Pero lo lograría, pues era su amiga y ese solo era un pequeño reto que iba a superar, después de todo, ella planeaba emanar belleza con todo lo que fuese a hacer.

Ariados y Piplup presintieron que algo se acercaba y miraron a unos arbustos detrás de ellos que parecieron moverse, Dawn volteó a mirar a donde sus Pokémon indicaban. Un Pikachu salió de entre los arbustos, era bastante raro esos Pokémon no se encuentran en estado salvaje en Sinnoh, regularmente.

Dawn se sorprendió de aquel Pikachu, no solo por su rareza, sino por su lindura, con aquel pelaje corto y brilloso gracias a las chispas que ocasionalmente salían de sus mejillas, daban esa impresión de estática constante recorriendo cada pelo. Parecía saludable, bien alimentado y sin daños en su cuerpo, algo muy inusual en un Pokémon salvaje. Un Pokémon así sería perfecto para su primera presentación en el concurso de ciudad Jubileo.

—¿Un Pikachu? Pero… ¡Pero qué lindo es! —

Aquel Pikachu se veía desesperado, volteaba a cada lado como si buscara algo. Exclamó un grito esperando que fuera respondido. Al no encontrar nada, volvió a correr y se alejó.

Dawn se imaginó presentándose en el concurso, y después sacando a sus dos Pokémon, y entre los cuales, ese Pikachu saldría de un salto y la electricidad a su alrededor lo haría brillar. Con el rayo burbuja de Piplup, o la telaraña de Ariados iluminaria todo el escenario y entonces pasaría a la segunda ronda.

—Chicos. ¿Están pensando lo mismo que yo? —sus dos Pokémon respondieron afirmativamente— ¡Vamos por ese Pikachu! —

La chica se montó a su bicicleta y se fue por el mismo camino el que se dirigió ese Pikachu, lo había decidido, iba a tener su tercera captura y en tan solo dos días. Las cosas podían mejorar a partir de allí.

Aquel Pikachu siguió corriendo y gritando. Había llegado a esa región desde Kanto, sin saber exactamente a donde ir o con que nuevas amenazas se encontraría. Ya había pasado mucho tiempo, estaba hambriento y cansado, no había podido comer bien a como estaba acostumbrado y ni había dormido por tanto estrés. Aquella región era más grande que Kanto y la cantidad de amenazas solo aumentaba. Pero a pesar de todo aquello, ese Pikachu no se detendría hasta encontrar a quien estaba buscando, a su mejor amigo, de quien nunca debió separarse.

Vio un árbol de bayas y se le antojó comer uno de sus frutos. Realmente, las bayas era lo único que había comido desde que llegó, y muchas veces había tenido que luchar por ellas con otros Pokémon salvajes, algo realmente común, el problema era que había olvidado como era la vida de un Pokémon en estado salvaje luego de cinco años. Pero ahora no había ningún Pokémon cerca, era su oportunidad de comer algo sin ser molestado.

Se subió al árbol y cogió una baya. Se quedó sobre la rama para disfrutar el fruto que le sabía delicioso. Estaba tan inmerso en el sabor que no notó a la chica que llegó acompañada de sus dos Pokémon.

—Allí está—

Dawn estaba emocionada, este sería su tercer Pokémon y su primera batalla para capturar uno demostrándose que tan fuerte puede ser. Todo parecía ir acomodándose con tanta facilidad, pareciera que la vida la amaba y la ayudaría para cumplir todos sus anhelos.

—Bien Piplup, llamemos su atención con rayo burbuja—

Piplup usó el ataque que su entrenadora ordenó y las burbujas alcanzaron al Pikachu, reventando en su cara. El Pokémon tipo eléctrico perdió el equilibrio y casi cae de la rama, logrando sujetarse de último momento, pero no sirvió de mucho, por lo débil que se encontraba por la falta de alimento y sueño, no pudo resistir mucho tiempo y cayó al suelo estrepitosamente.

Dawn se preocupó ante la caída del Pokémon, claramente, no fue su intención el que cayera del árbol.

Pikachu se enojó con la chica y su Pokémon, no era la primera vez, pero esta vez le interrumpió mientras trataba de comer. Desde que llegó, no solo había estado combatiendo contra otros Pokémon que defendían su territorio, que luchaban por comida o que simplemente quería triunfar en una batalla, sino que igual tuvo que haberse enfrentado contra entrenadores que habían tratado de capturarlo, y esta chica parecía ser una más.

Algunos rudos, otros novatos; lo querían por su fuerza, por su lindura o por lo raro que era por allí. Había entrenadores de todo tipo, pero ninguno era de su agrado, solo eran una molestia para él, porque realmente, a él solo le interesaba un entrenador en particular.

Antes que la entrenadora hiciera algún movimiento, Pikachu decidió lanzar un Impactrueno directamente hacía ella y a sus Pokémon.

Al ver el rayo acercarse, Dawn notó que su intensidad era similar a la de un relámpago, entonces, de tocarla, sería fatal para ella.

—¡Aléjense! —

Dawn saltó hacía un lado al igual que Piplup, Ariados corrió al lado contrario. Esquivaron el rayo, pero su bicicleta, la cual tuvo que soltar, fue quien recibió el ataque de lleno. La bicicleta fue rodeada por el rayo y cuando este acabó, la bicicleta había sido, increíblemente, quemada. El cuadro estaba dañado y algunas partes se desquebrajaron. Los neumáticos fueron los únicos que quedaron intactos pero la cámara había perdido su forma redonda y la cadena se había quebrado. En cuestión de segundos, la bicicleta de la chica había quedado inservible.

Pikachu vio el resultado de su ataque, parecía un mal chiste por el que su vida siempre tenía que pasar, pues parecía que las féminas con bicicletas no tenían buena suerte al estar cerca suyo.

Dawn volteó a ver a su bicicleta y quedó horrorizada de cómo había terminado, había perdido su único medio de transporte y sobretodo un objeto que había recibido hacía poco antes de iniciar su viaje.

—¡Ay no! ¡Este es el colmo! —dijo enojada por lo que le ocurrió a su bicicleta. Pero dentro de ella, solo pensó que pudo haber sido ella la que terminara rostizada y tirada en el suelo sin vida—¡Nosotros también podemos usar la fuerza! —y ordenó un ataque a su Pokémon tipo agua—¡Piplup, usa rayo hielo! —

Piplup sabía muy pocos movimientos, de hecho, Dawn sabía muy poco sobre batallas, no había estado en una antes. Pero conocía que los ataques tipo agua no sería suficiente para vencer al Pokémon tipo eléctrico, rayo hielo era su mejor opción y se alegró al ver como el Pikachu trataba de evitar ser alcanzado por el ataque.

—¡Muy bien Piplup! ¡Sigue así! —

Pikachu debía atacar para deshacerse de sus atacantes, pero el rayo de hielo lo seguía sin descanso. Aquel Piplup se veía muy orgulloso después del elogio de su entrenadora, no iba a parar de usar el mismo ataque con tal de satisfacerla a ella y que siguiera elogiándolo, y ese iba a ser su error el cual Pikachu aprovecharía.

Pikachu usó agilidad y se acercó a Piplup sin que este se hubiese dado cuenta pues había aumentado su velocidad. Estando frente a él, usó tacleada para hacerlo retroceder y que detuviera su ataque.

Piplup fue lanzado hacia atrás y cayó sobre su espalda, pero no le importó y volvió a levantarse, pero no se reincorporó lo suficientemente rápido, pues Pikachu estaba nuevamente frente a él y usó cola de hierro para golpearle en la cabeza.

—¡Piplup! ¡¿Te encuentras bien?!— Gritó Dawn estupefacta al ver el tremendo golpe que su Pokémon tuvo que haber soportado. No había imaginado que una batalla sería tan agresiva.

Pikachu se asombró al oír la preocupación en la voz de la chica. Un tipo de preocupación que no oía desde… realmente, desde hace mucho tiempo.

Piplup volvió a levantarse, pero mareado por el golpe en la cabeza. Se tambaleó un poco, parecía aturdido. Cuando volvió a abrir su pico, lanzó otro rayo hielo pero sin dirección alguna, el rayo solamente tomaba cualquier dirección.

Dawn tuvo que volver a saltar cuando el rayo casi la tocaba, lo mismo que Ariados, quien parecía detestar el frio. Pero esta vez pareció que la suerte y la casualidad volvía a serle útil al equipo de la coordinadora novata, pues el rayo tocó a Pikachu y le congeló una de sus patas traseras. Cuando Pikachu se distrajo y volteó a ver a su pata afectada, el rayo volvió a tocarlo y esta vez le congeló medio cuerpo. Ahora no podía huir.

—¡Fantástico Piplup! ¡lo hiciste! — Dawn se entusiasmó y esto hizo sentir orgulloso a su Pokémon de lo que había logrado.

Solo era cuestión de sacar una pokeball y así Pikachu quedaría capturado, aprovecharía que no podía moverse y eso disminuiría la posibilidad que se escapara una vez dentro de la pokeball. Dawn lanzo una de las que le entregó el profesor Rowan, fue un poco torpe pues no había lanzado una esfera antes, pero al menos, fue directo al Pokémon en lugar de desviarse.

La pokeball golpeó al Pikachu en la cabeza y se abrió, se mantuvo quieta mientras envolvía a la criatura con aquel brillo rojo que caracterizaba la captura, pero algo no parecía ir bien.

Cuando la pokeball se cerró y cayó al suelo, su suponía que el Pokémon entraría a la pokeball y esta concluiría con la captura, pero Pikachu seguía allí de pie, tan impresionado como la joven chica. La captura fracasó.

Se suponía que eso no era lo que debía pasar. Dawn comenzó a considerar todas las posibilidades que pudieron determinar aquel fallo. ¿La habrá lanzado mal? ¿La pokeball estará defectuosa? ¿Necesitaba otro tipo de pokeball para capturar a un tipo eléctrico? Muchas preguntas llenaron su cabeza y le hicieron olvidar que la batalla aún no terminaba.

Pikachu aprovechó que ella estaba distraída, no le prestaba atención así que descargó un impactrueno a su alrededor para destruir el huelo que cubría la mitad de su cuerpo.

Dawn se sorprendió por la potencia con la que Pikachu realizó impactrueno, sin duda el Pokémon era fuerte, eso le hizo pensar que Pikachu sería un perfecto agregado para los combates de la segunda ronda en el concurso de ciudad Jubileo. Pero el ataque de Pikachu no se detendría allí.

El impactrueno de Pikachu fue tal que alcanzó a Piplup, electrocutándolo de inmediato. Cuando el ataque cesó, el Pokémon de tipo agua cayó debilitado.

—¡Piplup! —Dawn corrió a auxiliar a su Pokémon quien estaba muy herido—Piplup ¿Estás bien? — A Pikachu le resultó familiar esa escena, lo había visto antes—¡Este es el colmo! ¡Ariados! ¡Usa Telaraña! —

Ariados entró en batalla, pero no siguió la orden de su entrenadora, pues usó un hilo el cual enrolló al roedor, era "disparo demora." Pikachu vio el hilo rodeando sus patitas, y parte de su torso, trató de quitárselo, pero era inútil pues era demasiado pegajosa y sus manitas no eran suficiente para romperlas, quizá con la ayuda de manos humanas hubiese podido.

Ariados era un Pokémon cazador por naturaleza. Intuyó que su nueva entrenadora tenía poca experiencia en el campo de batalla, por suerte, aquella Ariados sabía muy bien cómo combatir e inmovilizar a Pokémon pequeños. Lanzó un segundo hilo y este fue la telaraña que pidió la chica. Pikachu vio como la red iba a caer sobre él, trató de esquivarlo, pero el hilo que lo envolvía volvió sus pasos lentos y torpes, permitiendo que la red lo atrapara.

—¡Si! ¡Lo atrapaste Ariados! — Dawn se emocionó, hubo una ligera diferencia en la estrategia, pero se alegró que el Pikachu permanecería quieto en un solo lugar.

La chica iba a sacar una nueva pokeball de si cinturón, pero cuando se percató, Ariados se dirigía hacia donde Pikachu caminando sobre la red de telaraña.

Pikachu entró en pánico cuando el insecto se acercó a él, trató de romper la red con los dientes, pero no fue lo suficientemente rápido, cuando se dio cuenta la Ariados ya estaba sobre él, abriendo su mandíbula para darle el primer mordisco.

—¡Ariados espera! ¡Ese no es el plan! —gritó Dawn al ver que, por segunda vez, Ariados le demostraba que sus instintos naturales no la abandonarían.

Ariados usó picotazo venenoso sobre Pikachu. De su boca salió algún tipo de agujas de color purpura cargadas de veneno y que punzaron a Pikachu. El Pokémon amarillo, al sentir los piquetes decidió contraatacar, debía hacer lo que fuera pues esa batalla parecía ser un intento para convertirlo en la próxima cena de la Ariados.

El veneno comenzaba a correr por sus venas del Pokémon y pronto le afectaría, pero, aunque sentía dolor por la picadura, sin darse cuenta, ejecutó un nuevo impactrueno, el cual electrocutó al Pokémon insecto, y este fue lo suficientemente fuerte como para quemar los hilos que lo tenían cautivo.

— ¡Ariados! ¡No! —Dawn notó como su Pokémon cayó derrotado por el impacto, estaba prácticamente encima de Pikachu, el efecto fue más potente por la corta distancia.

La batalla había terminado con Pikachu como triunfador, y era un alivio para el roedor pues se estaba extralimitando, ahora tenía un nuevo agregado de estar envenenado, y podía sentir como su cabeza daba vueltas, le costaba mantenerse de pie como si estuviese perdiendo el suelo, y su visión comenzó a distorsionarse, estaba viendo a dos Ariados frente a él en lugar de uno. Debía descansar, alimentarse y tratar de encontrar una baya que le curase el envenenamiento. Debía hacerlo rápido y continuar con su búsqueda.

Pikachu se alejó corriendo sobre sus cuatro patas, aunque tambaleó un poco pues el mareo iba en aumento.

Dawn se acercó a Ariados para auxiliarla. Perfecto, todo iba perfectamente. No capturó a ese Pikachu, sus dos Pokémon resultaron heridos, y había perdido su único medio de transporte para llegar rápidamente al siguiente centro Pokémon. Sin duda, había iniciado bien su aventura Pokémon.