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Algunas instrucciones de uso:
Esto es una tira dominical, lo que significa que es semanal, lo que no significa que la vaya a escribir todas las semanas. Puede que sí, o puede que no. Lo intentaré porque es un reto conmigo misma. Además, el reto va más allá y estas viñetas están siendo escritas bajo cronómetro. Daré el tiempo de cada viñeta (sin contar releer para corregir faltas, dedazos y blabla...)
Esta tira dominical solo va a ser ocupada por parejas canon, es decir, sorato y kenyako, alternando una viñeta de cada. Se basaran en tonterías de pareja por lo que el kenyako se aparecerá sobre todo tras kizuna, el sorato, en cambio, como es pareja desde 02 tendrá más saltos temporales no cronológicos.
La idea es escribir lo más rápido posible sobre una escena por lo que posiblemente cada viñeta tenga un estilo diferente. Lo que salga cada semana será un misterio. Y si sale algo decente será un milagro.
Sin más que decir de momento, os espero a partir de ahora cada domingo. Saluditos y sean felices.
Digimon y sus personajes no me pertenecen.
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TONTERÍAS A DOS
Fecha: 7/2/21
Pareja: Sorato
Tiempo: 15m y 42s.
—Picor—
No creyó Yamato, que el malestar que Sora sufría, se debiese al duodécimo campista aparecido en la ruta escogida. A ella sí debía su entrecejo fruncido y su maldición mascullada. De reojo la miraba entre los motores de la revista de motocicletas que aún quedaban en la lejanía. La apartó y se deslizó a su lado. El murmullo primaveral de chicos de secundaria vestidos de verde les envolvía como molestos campistas.
Por encima de su hombro, Yamato comprobó que la batalla estaba ganada. Una mueca de satisfacción se apareció brevemente en el rostro de Sora, pero pronto apretó los dientes y regresó a su danza en el banco, moviendo los hombros y la espalda.
—¿Te encuentras bien?
Sora dejó la ciudad Añil o Celeste, ya ni sabía dónde estaba, y se perdió en el añil o celeste de la mirada de su novio.
—Estoy bien.
Bajó la cabeza ruborizada, directa a la ciudad rubí o escarlata.
La música de exploración eclipsó el murmullo de la primavera, mientras los ojos de Yamato regresaban a las motocicletas. Un suspiro derrotado le devolvió a ella, ¿otro campista?, si lo fuera habría mascullado y sus mejillas no arderían.
—¿Puedes rascarme la espalda?
La revista quedó a un lado al entender su titubeante reclamo. Entonces su mano —temblorosa y asustada—, alcanzó aquel lugar tan molesto bajo ese pañuelo de marinero.
—¿Aquí?
Tan solo un asentimiento sin voz, que provocó una sonrojada sonrisa en Yamato.
—Puedes pedírmelo siempre que quieras.
Otro asentimiento sin voz, mientras el movimiento de sus manos, regresando a la región virtual de Kanto, indicó que ya había desterrado su picor. La mano de Yamato se alejó de la blusa verde que el pañuelo pronto cubrió. Dispuesto a soñar con motocicletas de nuevo, Yamato regresó a su revista, no sin antes cerciorarse de que la molestia de Sora, ya solo se debiese a campistas.
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