Es sábado por la noche, todo el día estuvo lloviendo mucho, ahora solo hay una ligera llovizna, muy común de estas fechas en Londres, era octubre. Estoy saliendo del centro comercial rumbo a mi departamento, ya es un poco tarde, al cruzar la calle escucho un fuerte rechinido, al voltear veo un carro resbalándose en el pavimento.

Me quedo inmóvil por el shock, esta a punto de atropellarme y cuando lo va a hacer sentí a alguien que me jala y caí. Me quedo en el suelo por lo que me parecieren horas, pero en realidad solo fueron algunos segundos, tal vez minutos.

—¿Estas bien? —pregunta aquel extraño que me ha salvado.

Las calles están un poco oscuras y bajo mi aturdimiento no había distinguido al chico.

—Aahh sssi, gra...gracias —me siento muy conmocionada como para poder hablar.

—Ven, te llevare a otro lado.

Me ayuda a levantarme, una vez que estoy por contestarle, cuando levanto la vista, y me doy cuenta que ese chico es realmente hermoso, me quede perdida en sus lindos ojos verdes esmeraldas. Hasta que aquel chico, a quien ahora consideraba mi ángel, me saca de mis pensamientos.

—¿Quieres tomar un café? Si nos quedamos aquí nos enfermaremos los dos —no me había dado cuenta que comienza a llover más fuerte. Solo asiento pero no me puedo mover, aun estoy afectada por lo que acaba de ocurrir, me tiemblan las piernas y ni siquiera puedo hablar.

—Creo que estas en shock —me toma del brazo y me jala hasta una cafetería que está cerca.

Entramos y nos sentamos en una mesa junto a la ventana, después de unos minutos llega la mesera.

—¿Qué les puedo servir? —una chica rubia, alta y guapa

—Dos capuchino por favor ¿quieres algo de comer?

—No, el capuchino esta bien, gracias

—Solo eso entonces

—En un momento se los traigo —dice y se retira.

Después de unos minutos en silencio hablo.

—Gracias

—¿Por qué?

—Por salvarme

—No hay de que, no podía dejar que atropellaran a una hermosa chica delante de mis ojos —Me sonrojo ante su comentario.

Llega la mesera con nuestros cafés, los deja y se va. Después de unos minutos en los que me recupero, me doy cuenta que no se el nombre de mi ángel.

—En verdad gracias, pero no se el nombre de mi salvador —se ríe ante mi comentario. Doy un pequeño sorbo de mi café.

—Si y yo tampoco se el nombre de la doncella en peligro a la que tuve que salvar — siento que la sangre sube por mis mejillas.

—Bueno me llamo Isabella Swan, pero me puedes decir Bella

—¿Tu padre es Charlie Swan? ¿el dueño de las inmobiliarias Swan? —sonaba divertido

—Si, él mismo

—¡Oh! que bien. Ahora me siento mejor de no dejar que te atropellaran

—Gracias. Ya te dije mi nombre pero tu no me has dicho el tuyo y ¿conoces a mi padre?

—Cierto, soy Edward Cullen, y si, se quien es tu padre, mi papá ha echo y esta haciendo negocios con él —¿Edward Cullen? oh por dios, este sujeto, mi ángel, es hijo del dueño de la mayor parte de Londres, su familia es millonaria.

¿Como pude ser que un hombre así me haya salvado? No es que no le este agradecida, pero por lo general, a los más ricos no les interesa el bienestar de las demás personas. Y este hermoso ángel me ha salvado. Bueno, mi familia también era rica, pero no exageradamente como él.

—¿En que piensas? te has quedado muda.

—Solo que estoy sorprendida, nunca pensé que mi salvador fuera el chico más rico de Londres —creo que le molesto, ya que su sonrisa se desvaneció poco a poco—. Lo siento, no quise incomodarte o algo así.

—Descuida, estoy acostumbrado a que las personas se acerquen a mi solo por interés, pero el del dinero es mi padre así que... —se encoge de hombros.

—Bueno yo solo me acerco a ti con el interés de agradecerte, por ser mi ángel —estoy nerviosa porque ya lo había hecho sentir incomodo así que no quiero hacerlo otra vez.

Pero cuando me di cuenta que dije lo del "ángel" en voz alta casi muero de la pena. Nunca quise decir eso. No se que pensaría, pero por lo visto le dio gracia ya que se rió por lo bajo.

—Así que ¿soy tu ángel? —levanta una ceja, siento mi cara arder.

—Lo siento, no debí de decir eso, creo que pensé en voz alta —agacho la cabeza para no verlo a los ojos

—No, no te preocupes, es solo que nunca me habían dicho algo así, es...—se queda pensando por algunos segundos y al fin continúa— agradable que te digan esas cosas —dice con una gran sonrisa, lo cual hace que mis mejillas se enrojecieran aún más de lo que estaban.

Estoy por decirle algo pero su celular nos interrumpió.

—Bueno... estoy en el Tinto Coffee... si aquí espero —cuando corta, dirige su mirada hacia mi—. ¿quieres que te lleve a tu casa?

—Es muy amable de tu parte pero ya te he dado muchas molestias, no quiero que te tomes más.

—No es ninguna molestia, con todo el gusto lo hago, ademas, así me aseguro que llegues sana y a salvo a tu casa.

—Mis padres me dicen que no debo de irme con extraños —digo en tono de broma—, ya me arriesgue viniendo contigo hasta aquí

—Bien, creo que tus padres te deben de enseñar a cruzar las calles, así evitas que te puedan atropellar y ser salvada por un extraño que te invita a tomar un café, a quien tu describes como tu ángel, y él cual quiere asegurarse de que llegues sana a tu casa.

Me da risa su comentario.

—Si, creo que tienes razón, esta bien —se le forma una gran sonrisa. Suena su celular, creo que un mensaje.

—Bien entonces vamos, llegaron por nosotros —paga y se levanta, me tiende la mano, yo la tomo y me pongo de pie.

Cuando tomó su mano, siento una extraña corriente de electricidad.


Chicas, espero que les guste y me dejen sus comentarios.