Buenas

Esta historia que las traigo salio mientras veía por Archive of Our Own historias para pasar el rato y me tope con una muy interesante, que por desgracia está sin actualizar desde hace mucho tiempo. La historia se llama "Un Nuevo Comienzo" de Faye_Zee. Por lo que quise hacer una versión de dicha historia.

El primer capítulo es un comprimido de la historia original con algunos cambios y escenas originales. (El que avisa no es traidor, y el que delata es soplón. XD)

Espero que les guste.


¿Esta mal que un Saint se convierta en Aventurero?

"Nueva vida"

-Recámara de la Diosa - Templo de Athena, Santuario-

En un gran templo durante la noche, una bella muchacha de largo cabello púrpura y ojos verdes, usaba un sencillo vestido blanco.

La joven observaba el cielo nocturno desde su habitación, en su mente estaba los pensamientos de lo que iba a acontecer en la mañana.

-Diosa Athena.

La voz de una sirvienta la sacó de sus pensamientos a la mencionada deidad.

Nunca supo cuando llegó, estaba tan absorta en sus pensamientos que no escuchó cuando se abrió la puerta.

-¿Sí?

-El joven aprendiz que pidió ver ya está aquí.

Al escuchar esa noticia, la hermosa joven sonrió un poco.

-Dile que pase.

La sirvienta asiente y sale del cuarto.

Estando sola se fue a sentar a su cama mientras esperaba a que llegara su invitado, que por suerte llegó en poco tiempo.

La puerta se abrió, detrás de esta se asomó un niño no mayor de diez años, lo peculiar era su cabello blanco como la nieve y sus ojos rojos como rubíes.

El niño llevaba puesto una camisa blanca y pantalones, guanteletes sin dedos color café claro así como sus botas y cinturón, llevaba unas hombreras, rodilleras y una pechera que protege el área de su corazón así como una banda de metal en su frente.

Se veía algo nervioso por entrar al cuarto de la diosa.

-¿Me llamo Diosa Athena?

Pregunto este haciendo una pequeña reverencia.

-Así es Bell. Hay algo importante que debo hablarte. Ven siéntate.

La diosa de cabellera morada palmeó con su mano el lado izquierdo de donde estaba sentada.

El pequeño Bell se vio sorprendido por ello pero sin protestar hizo caso a la petición y se sentó al lado de la diosa en la cama.

-¿De qué quería hablar? ¿Tengo alguna misión especial para la guerra?

Fueron las preguntas del niño teniendo los puños a la altura de su pecho, la diosa solo negó con la cabeza.

-No es eso. Quería preguntarte. ¿Qué harás después?

Aquella pregunta lo dejó algo confundido.

-Pues… Prepararme para dormir, luego despertar temprano, y después desayunar, y…

-Jaja. No me refiero a eso.

El niño empezó a decir que iba hacer el día de mañana, cosa que hizo reír a la joven de cabello morado.

-Quiero decir. ¿Qué harás una vez que la guerra termine?

-¿Eso? Pues… Seguiré entrenando hasta ser un Saint de Bronce, tal vez de Plata como mi maestro. ¡O mejor aún uno de Oro!

Se emocionó al imaginarse ya de grande y usando alguna de las armaduras.

Verlo tan emocionado la hizo sonreír de la misma forma.

-Tienes bien puestas tus metas Bell. Pero yo estaba pensando en que podrías hacer otra cosa…

-¿Otra cosa? ¿Qué otra cosa podría hacer?

Cuestiono algo confundido, pero algo que no se esperaba fue que la diosa lo envolviera con sus brazos y lo trajera hacia ella en un abrazo.

-¡¿A-Ah D-Diosa Athena?!

Si antes estaba nervioso por haber sido llamado, ahora era un completo manojo de nervios.

-Escucha Bell, los días que han pasado han sido muy duros para todos en el Santuario y lo que está por suceder mañana será aún más duro. Es posible que no todos regresemos de la guerra, incluso yo.

El escuchar esas palabras hacen que los nervios del niño peliblanco desaparezcan y lo hace levantar la mirada.

-¡Eh! ¡No diga eso, Diosa Athena! ¡Todo va estar bien, todos-

-Bell, por favor.

Con esas palabras en un tono firme pero cariñoso hizo que el niño en pánico se detuviera en sus palabras.

-Sé que quieres que todos regresemos vivos y a salvo. No eres el único, pero nuestros enemigos buscan acabar con la Tierra y sus habitantes, por desprecio a estos y harán lo que sea para conseguirlo.

Sus palabras podían sonar duras pero eran verdad, Bell había visto de antemano lo que los Specters de Hades podían hacer y eso le aterraba.

Al ser un niño es normal que se asuste o quede horrorizado al ver las atrocidades de la guerra, pero tiene la fuerza para enfrentar sus miedos y sobreponerse a ellos.

-Es por ello que todos estamos aquí, para proteger a todas esas personas que no pueden protegerse a sí mismas y que tengan un mejor mañana. Estamos dispuestos a darlo todo para salvar a la Tierra, aun sabiendo el precio a pagar.

La mirada del niño se endureció al escuchar eso último mientras las lágrimas se formaban.

Lo que más temía Bell era perder a todos sus compañeros, a su maestro y a su diosa, ya que para él ellos eran su familia.

Desde que fue dejado en el Santuario cuando era muy pequeño, fue creciendo bajo el mismo entrenamiento que muchos aprendices y aspirantes a Saints.

Como todos juró proteger a la Diosa Athena, a los mortales y a la Tierra de quienes tuvieran intenciones malévolas.

El solo pensar en perderlos, era algo que no soportaría.

Las lágrimas de sus ojos fueron secadas por su diosa, quien lo miró con cariño.

-Por ello, quiero que des todo lo que tienes y que sobrevivas a esta guerra. El Santuario no será el mismo una vez que todo termine, por ello quiero que comiences una nueva vida.

-¿Y-Y a donde busco una nueva vida?

Preguntó un Bell muy dudoso.

-En cualquier lugar. Donde tu quieras. Puede ser en un pueblo cerca o lejos de aquí, una granja en las montañas ó hasta en Orario.

-¿La Ciudad Laberinto?

Él había escuchado sobre aquel lugar.

Una gran ciudad amurallada con una gran torre que llega hasta el cielo, el único lugar en el mundo donde se encuentra la Mazmorra.

Una red de pisos formada por túneles y cavernas subterráneas donde nacen los monstruos que una vez atormentaron a todo el mundo, hasta que fue sellada hace mil años.

-Esa misma. Pues ir hay y explorar la Mazmorra.

-Eso es asombroso… pero…

Por mucho que le encantaría ir a aquella ciudad y enfrentar a los monstruos, su deseo de ser un Saint era más fuerte.

-Ya hable con el Patriarca, si sobrevives a la guerra tendrás el derecho de portar la Armadura correspondiente a tu constelación protectora.

-¡¿De verdad?!

Bell se emocionó con aquella noticia y Athena asintió con una sonrisa.

-Y no solo eso. Tu maestro también te dejó un regalo para cuando termine la guerra, dice que te será de mucha ayuda.

Sus ojos se abrieron más y se iluminaron al escuchar esas palabras.

La emoción que tenía era muchas, tanto que abrazó con fuerza a su diosa mientras le agradeció repetidamente.

Cabe decir que la cabeza del niño estaba enterrada en el pecho de su diosa, pero esta no le molesto.

Al terminar de abrazarla, el niño se puso de pie y firme.

-Diosa Athena. Le juro que con todas mis fuerzas pelearé al lado de todos mis compañeros y cumpliré con sus expectativas.

-Sé que así será, Bell.

Ella le sonríe y le acaricia la cabeza, cosa que apena un poco al niño.

-Serás un gran guerrero.

-S-Sí.

Bell afirmó tratando de sonar serio ante su diosa que aún le sonreía.

-"Esa fue la última vez que hablé con Athena antes de la guerra".

Fue el pensamiento del que una vez fue un niño.

Siendo esto más que nada un recuerdo en su mente.

Los recuerdo de la guerra empezaron a llenar su mente, como levantó sus puños contra sus enemigos, como lucho lado al lado de sus camaradas, como vio a varios Saint caer en batalla, como la sangre de muchos fue derramada tanto de su bando como del bando enemigo y de los inocentes que estaban enmedio.

Como su maestro murió para que él tenga una oportunidad de acabar con los enemigos que enfrentaron, como su diosa al lado de sus amigos perecieron derrotando al malvado Hades.

De los que sobrevivieron estaba él, un niño que derramó las lágrimas que contenía tras el fin de la guerra.

Llorando por sus camaradas, sus amigos, sus hermanos, su maestro y su diosa que no volvería a ver hasta su próxima vida.

Una vez que su llanto cesó regresó con los sobrevivientes al Santuario, para cumplir con la petición de su diosa.

Recibiendo la armadura que iba a usar y el regalo de su maestro, antes de partir hacia donde él quiera vivir.

-Puertas del Santuario - Días después-

Había llegado el día en el que debía partir, teniendo el dinero necesario, un equipaje ligero y dos cajas, en las cuales lleva su armadura y la de su maestro, que fue el último regalo que este le dejó.

-¿Tienes todo lo que necesitas?

Le pregunto un hombre de larga cabellera color lima-limón con tonos verdosos, ojos rojizos, tiene dos tikas en la frente, un rasgo propio de la raza muviana. Vestido con una túnica negra con bordes dorados, un rosario, un medallón de oro y estola.

-Sí, Patriarca Shion.

El niño tenía todo para irse, pero en su rostros se podía verse cierto arrepentimiento por tener que dejar el lugar que él consideraba su hogar. Más aún al dejar a Shion solo a cargo de un Santuario dañado, quería quedarse a ayudarlo pero siente una mano sobre su cabeza y ve que es el mismo Patriarca quien acaricia su cabeza.

-No te preocupes, Teneo y los soldados rasos me ayudaran a levantar el Santuario. Tú debes seguir tus sueños, ya que eso es lo que Athena quería que hicieras.

-Lo sé, pero…

-Si un día deseas volver, puedes hacerlo sí sientes que no tienes a dónde más ir.

Le dio una sonrisa suave al niño, asegurando que siempre tendría un lugar al cual regresar. La única pena del nuevo Patriarca era que su compañero Dokho no estuviera aquí para despedirse de Bell, ya que este tenía un deber que cumplir y se despidió poco después de que regresaron al Santuario.

Bell no pudo evitar sentir que se le formaban las lágrimas, las cuales se las limpio y vio a Shion antes de darle un abrazo.

-¡Los voy a extrañar!

-Igualmente, Bell.

Shion devolvió el abrazo hasta que ambos se separaron, viendo como el chico toma sus cosas y se marcha. Pensando en lo mucho que el niño había tenido que soportar para llegar hasta ahora.

Una sonrisa de orgullo se posó en los labios del nuevo Patriarca, sabiendo que cualquier cosa que el mundo pueda lanzarle no será suficiente para derribarlo.

Mientras dejaba el Santuario, los soldados rasos mostraron su respeto a Bell, junto a ellos estaba un joven de larga cabellera negra y ojos azules vestido con una armadura de entrenamiento que se asemeja a la Cloth Dorada de Taurus.

El niño también les muestra su respeto a estos levantando el puño mientras se va, como un campeón luego de tener una ardua pelea.

Caminando por horas, veía por delante un pueblo que estaba más adelante mientras atrás tenía el Santuario a la distancia.

Por un momento pensó en dar la vuelta y regresar, más continuó su viaje hacia adelante, siendo lo que él quería hacer esperando buscar esa nueva vida que Athena le dijo que buscara.

-4 años más tarde…-

Un día como cualquier otro, una caravana de carros estaba pasando muy cerca de un camino que se divide en dos, el lado izquierdo lleva a una villa mientras el derecho lleva a Orario.

La caravana se detiene en la bifurcación por un momento.

-Esta es tu parada. Sigue ese camino y llegarás a Orario. Ya desde aquí se ve la Torre de Babel.

Las palabras del conductor del último carro eran ciertas, ya que pese a estar a como a dos kilómetros de distancia la gran torre podía ser vista a la distancia.

Desde la parte trasera sale un chico que iba cubierto por una capucha mientras llevaba ropas algo gastadas, cargaba en su espalda dos grandes cajas cubiertas por mantas y un simple mochila de viajero.

-Gracias por traerme hasta acá.

El joven se inclinó a modo de agradecimiento.

-Ni lo menciones. Es lo menos que podemos hacer, luego de que derrotaste a esos bandidos.

Y era verdad.

Justo cuando la caravana iba de paso por un pueblo, unos bandidos aparecieron con la intención de robarles sus pertenencias.

Los habitantes del pueblo se escondieron, pues les tenían miedo a los bandidos, salvo por uno.

El mismo muchacho que iba a Orario los encaró, en principio los bandidos se burlaron de él y le ordenaron entregar sus cosas, apenas dejó sus pertenencias en el suelo el muchacho lanzó un golpe que dejó inconsciente a uno de ellos, entre todos lo atacaron pero terminaron inconscientes.

Todos estaban agradecidos con él por acabar con los bandidos, le preguntaron si quería algo pero el solo pidió saber cuál era la ruta más cercana a Orario.

Los miembros de la Caravana le ofrecieron acercarlo, ya que estaban de paso.

-Espero que llegues bien a Orario. Por cierto. ¿Qué vas a hacer hay? Supongo que convertirte en un Aventurero, con lo fuerte que eres no debería ser problema que te acepten en una Familia poderosa.

-Gracias. Pero más que ser un Aventurero, busco iniciar una nueva vida.

Al decir esas palabras tenía una pequeña sonrisa.

-De seguro lo conseguirás. Cuidate mucho.

Con ello la caravana continuó con su viaje mientras el muchacho fue en la dirección que lleva a la Ciudad Laberinto.

No le tomó más de una hora el poder llegar a la ciudad, específicamente a la entrada norte, debiendo formarse en la fila para entrar hasta llegar a la puerta.

-Nombre y motivo de su visita.

Dijo el guardia de la puerta quien se veía aburrido de su trabajo.

-Bell… Bell Cranel. Ese es mi nombre y vengo a vivir en esta ciudad.

-Aja. ¿Edad?

-14 años.

El hombre que anotaba todo se detuvo un momento para verlo.

-Por favor, retire su capucha para que pueda verlo bien.

-Claro.

Haciendo caso al guardia se quitó la capucha, mostrando que si era un chico de 14 años con cabello blanco y ojos color rojo.

Pese a su aspecto parecido al de un conejo, la mirada en su ojo no parece la de un niño ingenuo con sueños de ser un aventurero y tener un encuentro en la Mazmorra, sino un adolescente más serio y seguro de sí mismo.

-Bien… Solo necesitamos hacer un par de cosas más y ya podrás pasar.

-Me parece bien, señor.

El modo tan cortés y educado con el que hablaba el joven hizo que algunas féminas se sonrojarán.

Bell siguió al guardia donde le hicieron un par de preguntas, donde incluso le revisaron la espalda para ver que no fuera un espía de Rakia o Evilus.

También hicieron una revisión de sus pertenencias pero no fueron capaces de abrir las cajas, pero el peliblanco les aseguro que no había nada malo dentro de ellas y sus palabras eran honestas, por lo que confiaron en él.

Finalmente lo dejaron pasar tras pagar una tarifa de entrada.

-La seguridad es estricta, pero no puedo culparlos. Debieron pensar que era sospechoso por mi apariencia. Quizás sea bueno cambiar de ropa para no llamar la atención.

Finalmente pudo dar un paso y ver la Calle Norte de la ciudad.

Se podría decir que Orario era el centro del mundo, por la cantidad humanos y semihumanos que habitan.

Sin duda era un lugar muy diferente a muchos otros en los que había estado antes.

-¡Oye, niño!

El guardia lo llamó desde la puerta.

-¿Te convertirás en Aventurero?

-De ser posible, sí.

-¿Y por qué lo harás? ¿Buscas fama? ¿Dinero? ¿Mujeres?

-No busco nada de eso.

Era la primera vez que escuchaba a alguien decir eso.

-Lo que busco es un lugar al cual llamar hogar y una familia a la que pertenecer.

Dijo con una sonrisa antes de retirarse.

Sin duda la respuesta más original que haya escuchado el guardia en todo el tiempo que llevaba trabajando.

-Calle Principal Norte-

Mientras caminaba, veía con algo de interés todo a su alrededor.

Las cosas eran bastante diferentes a lo que esperaba, pero era agradable ver como muchos iban tranquilamente por las calles y hacían sus cosas sin muchas preocupaciones.

Tan solo le quedaba una duda, por lo que se acercó a un puesto de comida que era atendido por una mujer mayor.

-Disculpe señora.

-Si. ¿Qué le gustaría ordenar?

-No es eso. Quería preguntarle dónde está el Gremio.

-Ah… Bueno está cerca de la Calle Principal Noroeste. Allí encontrarás el edificio del Gremio conocido como Pantheon. ¿Supongo que vas a ser Aventurero?

-Podría decirse que sí, recién llegué a la ciudad hoy día.

-Ya veo. Bueno, antes de registrarte como Aventurero debes ser parte de la Familia de una deidad.

-Entiendo.

Lo que había escuchado tanto de los mismos Saints de Plata como lo que le contaron mientras viajaba era verdad, en Orario hay muchas deidades que tienen grupos de personas que reciben su bendición a los que se denominan como Familias.

Cada deidad tiene una Familia a su cargo y dichas Familias pueden especializarse en una actividad o varias, un gran número de estas se dedican a explorar la Mazmorra y pelear con los monstruos, siendo estos los llamados Aventureros.

-Si quieres puedo darte el nombre de algunas de las Familias más conocidas de Orario para que puedas ir y preguntar el unirte a una de ellas.

-Eso sería muy amable de su parte.

La señora le escribe en una hoja los nombres de las Familias más conocidas de la ciudad y en donde puede encontrarlas.

-Muchas gracias. Oh y si no es molestia, quisiera probar uno de esos Jagamarukun.

-No hay problema.

La señora le entrega el bocadillo de papa envuelto en un papel.

-Un consejo más, si quieres causar una buena primera impresión debes ir bien vestido.

-Supongo que es cierto, así solo me veo muy sospechoso.

Lo que vestía Bell en ese momento era una vieja y rota capa con capucha, una camiseta sin mangas descastada así como sus pantalones, vendas sucias que cubren sus manos y pies, y unas sandalias muy desgastadas.

Sin mencionar su ya desgastada armadura de entrenamiento, tanto la pechera como las rodilleras y hombreras estaban tan agrietadas que no podían ser reparadas.

-Le agradezco y que pase una linda tarde.

-Igualmente y suerte con encontrar una Familia que te acepte.

Bell se retiró mientras iba comiendo el Jagamarukun.

-Mm… Ahora que lo pienso, pude haberle dicho que una de mis empleadas es una diosa que estaba buscando personas para su Familia… Bueno. No importa, ese niño se ve como alguien serio y dudo que quiera estar con alguien como ella. De seguro que lograra entrar en alguna de las Familias más grandes.

Ese era el pensamiento de la señora respecto al joven guerrero.

-Y hablando de Hestia. Espero que no se haya ido muy lejos a intentar reclutar Aventureros, su descanso está por terminar.

Siguiendo el consejo de la señora, Bell fue a una tienda de ropa para conseguir un nuevo conjunto de ropa, que consistía en una camiseta negra manga larga y pantalón con un cinturón beige, chaqueta marrón con un parche negro sobre el pecho derecho y botas marrones.

Se peina un poco con sus manos antes de empezar su camino a ser aceptado en alguna Familia y así empezar su nueva vida.

Pero…

-Cielos… No esperaba haber sido rechazado tantas veces.

Todas las respuestas fueron negativas, algunas siendo más duras que otras.

No había sido del todo una buena tarde y el sol ya está comenzando a esconderse.

Se preguntaba si fue buena idea cambiar su ropa, por lo menos con su vieja ropa hubiera tenido más posibilidades de que le permitan unirse, pero lo hecho hecho está, no valía la pena lamentarse por ello.

Bell estaba desanimado mientras se sentaba en la orilla de una fuente, ya no había personas en la plaza y podía ver como el sol comenzaba a perderse en el horizonte.

De su mochila de viaje sacó una lira, viendo al cielo que se oscurecía tomó aire y empezó a tocar una canción.

El sonido de las cuerdas del instrumento resonaron en toda la silenciosa plaza en una bella canción.

Bell el tocar aquella canción le traía recuerdos de su vida en el Santuario, más cuando aprendió a tocar dicho instrumento con el Saint de Lira.

En principio fue torpe y lo hizo mal, fue con la práctica que pudo aprender a tocar mejor, hasta el mismo Saint reconoció que se había vuelto un experto en poco tiempo.

Siempre señalaban su habilidad para aprender de forma rápida todo lo que enseñaban.

Sonriendo tocó su música con mejor ánimo, incluso si no tenía público eso no le importaba, mientras pueda tocar esa melodía con su instrumento se da por satisfecho.

Su música atrajo a una espectadora que era una bella y pequeña chica, cabello negro muy larga atado en dos coletas y ojos azules como zafiros, lleva un vestido blanco corto que deja ver su amplio pecho, una cinta azul en su cuello, un lazo atado alrededor de hombros y debajo de su pecho, guantes blancos hasta la altura de sus antebrazos y sandalias blancas.

La muchacha se acercó a él mientras tocaba su lira, se sentó a su lado apoyándose en su hombro derecho pero este siguió tocando para complacer a su espectadora.

Bell continuó tocando hasta que llegó la noche.

Al terminar de tocar vio que su espectadora no se movió de donde estaba, sino que se recostó en sus piernas.

-Eso fue muy hermoso. Lo más hermoso que he escuchado desde que llegué a esta ciudad. Gracias.

La muchacha lo miró teniendo una hermosa sonrisa en su rostro.

-No hay de que. Incluso si solo tú escuchaste, me alegra que lo hayas disfrutado.

-No fui la única. Las personas que viven aquí también disfrutaron de tu música. Sus corazones se llenaron de paz.

La muchacha se sentó mientras sonreía.

El escucharla decir esas palabras hizo que se le formara una pequeña sonrisa de felicidad.

-¿En serio?

-Sí. Puedo sentirlo como están calmados desde sus casas. Por algo soy la Diosa de la Familia.

-¿Diosa de la Familia? ¿Usted es una diosa?

Se sorprendió por esta revelación y la joven deidad viendo esto se puso de pie frente a él inflando su pecho y con una sonrisa engreída.

-Jujuju. Así es soy una diosa, pero no cualquier diosa. Escucha muy bien por qué no lo repetire... ¡Yo soy la gran Diosa Hestia!

Se presentó a sí misma con orgullo.

Bell la vio con una sonrisa mientras estaba confundido. Nunca pensó que alguien fuera a presentarse de esa forma y menos que fuera una deidad de Orario.

-¿Hes…tia…?

Aquella pregunta hizo que la chica se desanimó y se encorvara mirando al piso.

-¿Por qué me pasa esto a mí? Siempre que me presento nadie me conoce… UHGGG…

-T-Tranquila, no era mi intención ofenderte. Por favor.

Se acercó a ella y tomó su rostro para verla a los ojos.

-E-Espera. Recuerdo que en el Olympo existe una diosa con ese nombre. ¿Tú eres esa misma Hestia?

Al ser reconocida hizo que un brillo apareciera en los ojos de la pequeña diosa, se sentía feliz de que supiera quien es. Poniéndose nuevamente erguida e inflando el pecho con orgullo.

-¡Sí, soy la mismísima Hestia!

Su sonrisa engreída cambió a una desconcertada al ver cómo el muchacho se hincó frente a ella.

-Mucho gusto Diosa Hestia… Mi nombre es Bell, Bell Cranel.

El peliblanco se presentó educadamente.

-El gusto es mío Bell Cranel.

Hestia extendió su mano esperando que la sujetara, para su sorpresa Bell la tomó con suavidad y la besó, provocando un fuerte sonrojo en la diosa.

-Diosa Hestia.

-S-Sí

-¿Me permitiría ser parte de su Familia?

La diosa tenía una mirada estupefacta mientras procesaba cada palabra del chico para descifrar el mensaje, hasta que sus sonrisa altanera volvió haciendo un gesto dramático movió una de sus coletas y cubrió su boca con el dorso de su mano.

-Jujuju, era de esperarse, cualquiera estaría encantado de formar parte de mi Familia. Normalmente deben pasar pruebas muy difíciles y extenuantes pero…

Se escucha muy confiada, hasta que pensó un poco en sus opciones.

-Cómo fuiste capaz de reconocer quien soy, haré una excepción.

El chico la observó con curiosidad a diosa mientras daba su larga declaración, algo confuso al principio y al escuchar la última frase, una gran sonrisa se formó en su rostro mientras sus ojos se iluminaban.

-¡¿De verdad?! ¡¿Me concede ese honor aun sin hacer alguna de esas pruebas?!

Bell casi gritaba de emoción mientras se ponía de pie aferrándose a la mano de Hestia con ambas manos y la traía hacia su pecho.

-¡Juro que no le fallare, mi Diosa!

Y no era para menos, la idea de conseguir ser aceptado en una Familia sin que le dijeran que era débil o que no servía como aventurero, le alegraba.

Por su parte, Hestia sentía como sus mejillas arden más al ver la cara de alegría del chico y sentir como este su mano era agarra por las manos del chico contra su pecho. Siente cómo su corazón bombea sangre como loco.

-E-Eh… Bueno… Claro. N-No te habría dado esta oportunidad si no estuviera segura.

Ella intenta recuperar el control de la situación, aun con su cara ruborizada y mirada perdida en los ojos del chico.

-E-Entonces ¿Cómo puedo llamarte? Ya que vas a formar parte de mi Familia.

-Mi nombre es Bell Cranel, mi Diosa. Estoy a su servicio.

Respondió al hincarse y agachar la cabeza sin soltar la mano de la diosa.

Ella dio un pequeño sobresalto, por lo que sacudió su cabeza para aclarar sus ideas.

-Bien. Está decidido. ¡A partir de hoy, Bell Cranel, oficialmente eres parte de la Familia Hestia!

Declaro dando una gran sonrisa y ojos llenos de determinación.

-¡Se lo agradezco, señorita Hestia! ¡Prometo que me esforzaré para ser su mejor seguidor!

De la emoción Bell no pudo evitar empezar a dar saltitos, cosa que Hestia no pudo evitar imitar.

La alegría del chico era contagiosa.

Tras unos minutos de saltar y reír, Bell finalmente soltó la mano de Hestia mientras tenía sus manos en la cintura y trataba de recuperar el aire.

La diosa frente a él imitaba su misma postura, soltando una que otra risa mientras respiraba.

-Bueno… Creo que es… Momento de irnos a casa…

Declaró la diosa con una gran sonrisa.

-Sí, mi Diosa.

Dijo el muchacho sin dejar de sonreír y se enderezo para tener una postura adecuada frente a ella.

Bell podía sentir cómo las cosas empezaban a marchar y estaba listo para lo que viniera.

En poco tiempo ambos jóvenes se encontraban caminando por las calles, estaban muy silenciosas y desiertas, siendo acompañados por el susurro del viento y la animada voz de la diosa.

Hestia con una voz vibrante y una gran sonrisa, hablaba sobre lo que podría encontrar en la Mazmorra, como los monstruos que ahí y las aventuras que podría tener.

Bell solo escuchaba en silencio a la alegre chica, la idea de formar parte de una nueva Familia y sintiendo el reconfortante peso de sus pertenencias en la espalda, lo hacían sentirse más aliviado de lo que no se sentía en años.

Pronto la voz de Hestia se detuvo mientras observa cómo habían llegado a una vieja y deteriorada iglesia.

-¡Llegamos! ¡Esta es la sede de la Familia Hestia!

La diosa extendió sus brazos de forma teatral.

Bell observó con detenimiento el edificio y lo comparó con las sedes de las otras Familias que visitó antes.

Recordando las mansiones y casas adornadas así como bien cuidadas mostraban el estatus de las Familias, comparando con el descuidado y deteriorado edificio que tenía en frente uno podría decir que Hestia no tenía un buen estatus.

Pero tampoco podía ser exigente con la diosa que lo había aceptado, por lo que pensó que lo mejor que podía hacer era ayudar a arreglar la vieja iglesia o conseguir una casa que sea adecuada para los dos.

Al entrar pudo sentir un aura reconfortante del interior de la iglesia.

-Se ve como un lugar acogedor.

Comento de forma sincera haciendo que la pelinegra suspiré de alivio y le suba los ánimos.

No se esperaba que una diosa tuviera ese tipo de reacción, tal vez se deba a que ella estaba igual de emocionada por tener un nuevo integrante en su Familia y podía entender lo que es querer impresionar a una nueva amistad.

Lo mejor era estar atento a las reacciones de la chica para hacerle saber que todo está bien y no preocuparla.

-Gracias pero solo espera a que lleguemos al interior.

Llegando al altar, Hestia abrió una puerta que conduce al sótano guiandolo mientras bajan por las escaleras.

Bell había dejado las dos grandes cajas detrás del altar antes de seguir a la chica.

Tras abrir la puerta pudo ver una habitación en mejor estado que el resto de la iglesia, teniendo todo lo que necesita una persona para vivir.

-Aquí estamos. ¡Hogar, dulce Hogar!

Exclamó Hestia mientras entraban al lugar.

El muchacho peliblanco se dejó envolver por el ambiente cálido y reconfortante del lugar. Quizás se deba a la presencia de la joven diosa, ya que el hogar es su dominio.

Viendo en la mesa una canasta con panes, recordó que no había comido nada en toda la tarde y su estómago rugió.

-¿Tienes hambre?~ Bell~

La pelinegra vio de forma divertida al chico que desvió la mirada un poco.

-Si quieres puedes comer todos los que quieras. Es mi forma de darte la bienvenida.

-¿Puedo?

Ella asiente y él se acerca tomando un pan de la canasta para comerlo.

Al probarlo se deleita con su buen sabor y lo bien hecho que está, por lo que se lo termina con gusto.

Tomó asiento en una de las dos sillas que había y ve como su diosa le sonríe feliz.

-Si quieres puedes comer otros más.

-Muchas gracias. Con permiso.

Bel se inclinó hacia adelante para tomar otro pan, pero una de las patas se rompió haciendo qué el joven caiga con sus rodillas al suelo y frente golpeando la mesa.

*THUMP*

-¡Ay!

-¡Bell!

Hestia se le acercó para ver que estuviera bien y tomándolo del rostro.

-Creo que era pesado para esa silla.

Bell se mantuvo fuerte pese al golpe que se dio en la frente, el cual se tornaría un un chichón.

La diosa bajó su mirada hacia el suelo mientras soltaba el rostro del chico.

-*Hic* Esto es mi culpa…

Dijo en voz baja la chica mientras sollozaba.

-¡No, no lo fue! No sabias que eso iba a pasar-

-¡No me refiero a eso!

Ella alzó la vista mostrando una mirada llena de tristeza y desesperanza, sus ojos con lágrimas corriendo por sus mejillas.

-No sé cómo pude pensar que sería una buena Diosa para alguien, por eso es que no tengo Familia alguna…

Su voz estaba llena de frustración y derrota, frunciendo sus cejas de dolor y tristeza.

-Siempre supe que no soy una Diosa importante. No puedo ofrecerle poder, fama o sabiduría a los aventureros, tampoco puedo ofrecerles riquezas, eso está muy claro.

Hace un vago ademán con su mano a todo lugar.

-Todo lo que tengo para ofrecer es esta vieja iglesia como hogar, la poca comida que consigo trabajando y a mi misma, una solitaria y desconocida Diosa…

Bell estuvo atento a las palabras de la Diosa, no la interrumpió en ningún momento. Sus ojos rubíes mostraban tristeza al escucharla mientras su corazón se retorcía al ver su bello rostro lleno de lágrimas.

Una vez que dejó de hablar y solo se quedó llorando en el suelo, Bell tomó suavemente las manos de Hestia y la instó a levantarse.

Con dificultad, logró que se pusiera de pie y la guío hasta salir del sótano al altar de la iglesia, donde había dejado las cajas.

Asegurándose de que la chica permaneciera a su lado, el chico se arrodilló frente a una de las cajas y la destapó de la sabana que la cubría.

-Hace ya un tiempo, tenía una familia…

Habló con suavidad mientras tocaba la tapa de la caja, sin voltearse escucho la rápida inhalación de sorpresa de la chica.

-Y quienes lo conformaban eran eso para mí. Hermanos y amigos, con los que podía contar en cualquier circunstancia, por quienes haría lo que fuera y ellos haría lo mismo por mí…

Su mano se tensó como aferrándose a la caja.

-Hace ya un tiempo, tuve que ver cómo gran parte de mi familia sucumbía ante un poder más grande que nosotros, dando sus vidas para que los que quedamos tuviéramos una oportunidad de vivir.

-E-Eso es…

La Diosa observó la caja con una mezcla de admiración y temor que no tenía en sus ojos durante el tiempo que conoció a Bell.

-Athena…

Al oír ese nombre hizo que el chico diera un pequeño respingo y su cara pusiera un gesto de dolor por un momento, solo para reponerse dejando una expresión melancólica en sus ojos mientras asiente con la cabeza.

-El pertenecer a esa familia me enseñó algo. El pertenecer a ella me dio fuerza y poder, eso no fue lo importante para mí. Estoy seguro que esas fueron las razones que otros tuvieron para unirse, pero para mí, era el lazo que compartía con ellos. Alguien a quien poder llamar "hermano" o "hermana", alguien a quien confiarle mi vida. Lo que yo buscaba, era en el sentido de la palabra, una familia. Un hogar.

Levantándose, el peliblanco se pone enfrente de la pelinegra para verla a los ojos y dejarle claro su mensaje.

-¿Y qué mejor lugar puede darme eso que forma parte de la Familia de la Diosa del Hogar? No necesité ser más que yo para que me aceptara, así como no necesito más de lo que puede ofrecer para que acepte formar parte de su Familia.

Sin la menor duda, Bell rodeo a Hestia con sus brazos y la atrajo hacia a él en un suave abrazo mientras le sonríe con dulzura.

-Con el tiempo y trabajo duro, las cosas mejoraran y podremos tener un hogar digno para la Familia Hestia.

La Diosa no fue capaz de hablar y solo procesaba las palabras del chico, envolviendo alrededor de él para abrazarlo y aferrándose por darle nuevas esperanzas. Enterrando su cara en el pecho de Bell, Hestia volvió a llorar pero esta vez eran lágrimas de felicidad las que salían de sus ojos mientras se calmaba en ese abrazo.

-Gracias… Bell…

-Soy yo quien debe darte las gracias, mi Diosa. Juro que no te fallare, tienes mi completa lealtad.

Aquella noche de primavera, fue como un guerrero que perdido a su familia encontró a una solitaria diosa con quien decidió formar su nuevo hogar.

-1 mes después…-

-Piso 5, Mazmorra-

Era otro día como cualquier otro y como siempre muchos aventureros estaban explorando la Mazmorra.

Descender en este laberinto de túneles subterráneos donde nacen monstruos para matarlo y conseguir sus piedras mágicas, es el pan de cada día para los Aventureros.

Los Aventureros más experimentados y con mayor poder descienden a los más profundos, mientras que los que son novatos y tienen menos poder deben quedarse en los pisos superiores.

Esto es debido a que los monstruos que nacen en los distintos pisos, ya que mientras más se baja a las profundidades de la Mazmorra más fuerte son los monstruos que aparecen y mayor es el peligro que acecha.

*¡VROOUR!*

Sin embargo existen raros sucesos donde monstruos de pisos inferiores suben a los pisos superiores.

En este caso un Minotauro, un monstruo de los Pisos Medios, ha logrado llegar hasta el Piso 5. Cuyo nivel es similar al de un Aventurero de nivel 2 con estadísticas medias.

Para cualquier Aventurero de nivel 1 este monstruo es como pelear contra un Monstruos Rex. Las armas de baja calidad no pueden perforar su dura piel y uno solo de sus golpes es suficiente para matar a alguien.

Los Aventureros de nivel 1 tienen solo una opción, escapar antes de que los mate. Intentar pelear sería suicidio y si son paralizado por el alarido del Minotauro serían sus víctimas.

En cualquier caso un Aventurero novato no tiene oportunidades de ganarle a un Minotauro por sí solo.

-Eres grande y fuerte. Estoy seguro de que lo puedes hacer mejor.

Pero Bell no era como los demás.

Ya que él había sido entrenado desde pequeño tanto física como mental para el combate y el uso del Cosmos, lo hacían un guerrero formidable.

Pese a que no le gustaba la violencia o disfrutaba de pelear como a algunos de sus difuntos camaradas, no era alguien que uno pudiera subestimar.

Haber luchado y sobrevivido a la Guerra Santa contra Hades no era cualquier cosa.

El asunto es que Bell no quiere llamar la atención y quiere pasar desapercibido sin ningún problema. No se molestó en ir más allá de los primeros pisos apenas empezó a explorar la Mazmorra.

Ahora. ¿Qué hacía enfrentando a un minotauro en el Piso 5? Mientras terminaba de explorar el Piso 4 y de matar los monstruos que se encontraba, escuchó un fuerte rugido provenir del Piso 5, sospechando que debía ser de un monstruo muy fuerte, por lo que fue a investigar y evitar que algún desafortunado muerte encontrándose con dicho monstruo.

Sus sospechas fueron correctas, lo bueno es que parecía no haber gente en el piso, por lo que podría conducir al Minotauro a un lugar aislado y acabarlo.

*VROOURG*

El Minotauro lanzó un golpe pero Bell lo evade con facilidad mientras el golpe impacta contra la pared.

-Pierdo el tiempo jugando contigo, no es mi estilo...Hmm… Creo que adopté los malos hábitos de algunos Saints, de seguro eso fue lo que les costó la vida.

El Minotauro se gira para perseguirlo y golpearlo con su hacha de piedra, nuevamente el peliblanco lo evade y le da un golpe con su codo izquierdo en la espalda del monstruo haciendo que este vaya contra el suelo.

Bell se encuentra un camino sin salida más eso no era un problema para él.

-Fue divertido pero es momento de terminar con esto.

El Minotauro se levanta furioso y va tras él chico, quien adopta una postura de pelea con su brazo izquierdo levantado y su brazo derecho a la altura de su cintura.

-Hora de acabar con esto.

Sus ojos brillaron levemente y su puño derecho se envuelve en energía, lanzado con este un golpe para acabar con el monstruo mientras este lo iba a atacar.

Pero antes de que siquiera pudieran impactar sus ataques.

*FUSSSH*

De un rápido espadazo el brazo derecho del Minotauro fue cortado y le siguió el izquierdo para después ser partido a la mitad, mientras Bell fue por desgracia bañado con la sangre del monstruo. Cuando el cuerpo de Minotauro cayó, se reveló al responsable de matarlo.

Esta era una bella chica de cabello largo y ojos dorados de cuerpo delgado. Vestida con un vestido de batalla blanco y mangas negras, largas botas azules, llevando una armadura que consiste en protectores de brazos, peto, protectores de caderas y rodillas, así como un protector de cabeza.

Lo que más la caracteriza es su inexpresivo rostro.

-... ¿Estás bien?

Pregunto la chica mientras ladeaba un poco la cabeza.

-Aparte de estar cubierto de sangre, estoy bien…

Bell no le prestaba atención, estaba más preocupado por quitarse la sangre de encima.

-¿No te lastimó el minotauro?

-No, estoy bien.

-¿...Necesitas ayuda?

-No. No gracias.

Empezó a caminar pasando al lado de la chica, quien no dejaba de verlo.

-Igual, gracias por la ayuda.

El chico estaba más preocupado por su ropa y su apariencia que por la extraña que salió de la nada matando al minotauro que él iba a matar.

-¿Cual es tu nombre?

-¿Eh?

Con esa pregunta hizo que el peliblanco se detuviera a verla.

-¿Por qué lo preguntas?

-Nunca te había visto antes… Quisiera saber tu nombre.

-¿En serio?

Ella asintió mientras él la veía con incredulidad, no sabía si debía reír o no, pero como le estaba preguntando por su nombre pensó que no haría daño que lo supiera.

-Bell. Mi nombre es Bell Cranel.

Se presentó de forma amable.

-¿Y cuál es tu nombre?

-Aiz Wallenstein.

Después de escuchar su nombre, dio media vuelta y continuó con su camino.

-Un gusto Aiz Wallenstein. Ojala nos volvamos a ver, si así lo quieren las estrellas.

Ella asiente nuevamente mientras lo ve irse.

-...¿Cómo hizo eso?

Haciendo memoria de cómo el chico tenía energía blanca cubriendo su mano mientras el minotauro lo iba a atacar. Lo cual no sería raro, de no ser porque no lo escuchó recitar algún encantamiento mágico o tener un arma haga eso. La energía parecía salir de él.

-Hmm… ¿Quién eres Bell Cranel?

La chica se hizo ese cuestionamiento mientras recogía la piedra mágica del Minotauro que mató.

-Calle Noreste Principal de Orario - Principio de la tarde-

Caminando luego de haber salido de la Mazmorra, el joven guerrero se dirigía al Gremio.

Las personas en la calle estaban haciendo su rutina normal del día a día.

Bueno, tan normal como era posible ver a un chico bañado en sangre mientras algunas gotas caían de él mientras iba por las calles y ensuciando los productos de algunos vendedores ambulantes.

Más nadie se enojó con él por lo gracioso que se ve.

-¿Estará bien?

-¡Ja! ¡Se nota que es un novato que mordió más de lo que podía!

-Qué imprudente.

Los comentarios no se hicieron esperar, pero a Bell no le importaban, solo seguía con su camino.

Un edificio donde personas uniformadas con camisa manga larga blanca, chaleco con pantalon y guantes negros, corbata de moño gris. Los hombres usaban botas marrones y las mujeres zapatos negros.

Dentro del edificio está una hermosa mujer Semi Elfo de ojos verde esmeralda y cabello castaño que llega hasta los hombros, vestida con el uniforme del Gremio.

-¡Einahhh!

La mencionada llevaba unos documentos en sus brazos y volteó la mirada a la entrada del edificio, reconociendo quien la llamaba.

-¡Oh, Be- ¡HYAHHH!

Gritó dejando caer los documentos al piso al ver al joven que la llamaba cubierto de sangre.

-Vine a dar mi reporte e intercambiar las piedras que conseguí. Por cierto. ¿Sabes donde puedo bañarme?

Pese a su estado actuaba muy normal.

-Habitación del Gremio - Minutos después-

-¡Ya deberías saber que no puedes ir al Piso 5 tú solo! Te he dicho cuán peligrosa es la Mazmorra. ¿No? ¡Un Aventurero no debe aventurarse!

La pelicastaña regañaba al peliblanco mientras ambos estaban sentados en sofases teniendo una mesa en medio de ellos que los separa.

-Lo sé pero venía sucio por otra razón-

-Bell, eres un nivel 1, no puedes mentirme.

Lo interrumpió rápidamente.

-Tienes dos semanas desde que comenzaste a ir a la Mazmorra. No muchos Aventureros sobreviven al ataque de un Minotauro, tuviste mucha suerte.

-S-Sí…

Bell bajó la cabeza y no dijo nada más para intentar que Eina le creyera, tampoco quería discutir con ella, ya que la consideraba una amiga.

Luego de haber conocido a Hestia, Bell fue al Gremio a registrarse como Aventurero pero ninguno de los asesores aceptaba su registro, puesto que no tenía armas, ni equipo o compañeros que lo acompañen, para él, esto era un juego para niños comparado a lo que había vivido antes.

Cada asesor con el que consultaba lo rechazaba le daban las mismas razones y la principal era su apariencia tan apacible, cosa que lo molesto querían demostrar lo contrario pero se calmaba y se iba solo para volver al día siguiente.

Tuvo que presentarse por dos semanas hasta que conoció a Eina, quien aceptó su registro y se convirtió en su asesora.

La Semi Elfo fue estricta con él a la hora de estudiar sobre la Mazmorra, cosa que no molestó a Bell puesto que su Maestro había sido mucho más estricto cuando entrenaba.

Eina acercó su mano y con su dedo índice le dio un golpecito en la nariz de Bell para que levantara la vista.

-Aun así, me alegra que estés bien pero trata de ser más cuidadoso. ¿Quieres? E intenta no ir cubierto de sangre por las calles.

-Esta bien…

Acepta con algo de resignación pero sonríe.

-Por cierto. La información sobre Aiz…

-¿Qué? No me digas que te enamoraste de la señorita Wallenstein, la chica que te salvó.

El chico soltó un suspiro por el comentario pícaro de la Semi Elfo, estaba mal interpretando sus intenciones.

-No es eso, solo quiero saber sobre ella.

-¡Oh vamos, Bell! Es normal enamorarse a tu edad.

-Qué no…

-¡No tienes de qué avergonzarte! Bueno, Aiz Wallenstein forma parte de la Familia Loki, actualmente es nivel 5. Es una de las espadachines más poderosas de Orario, por sus habilidades los dioses le dieron el título de Kenki o Princesa de la Espada.

-Incluso yo sé eso, pensaba que me dirias otra cosa.

-Cómo. ¿Si tiene alguien especial? Pues dejame de decirte que ella rechazó muchas propuestas de varios pretendientes. No te será muy fácil si estás interesado.

-No, me estás malinterpretando, Eina.

-Qué chico tan poco honesto. Solo dí que te gusta y ya.

Viendo que no iba a convencerla, suspiro cansado antes de levantarse del sofá en el que estaba para salir del cuarto y su asesora lo acompañó.

-Bell recuerda que recibiste la bendición de la la Diosa Hestia, por lo que eres parte de su Familia. Por lo que será difícil que te acerques a alguien de alto nivel de la Familia Loki, como Aiz Wallenstein, y no muchos tienen el valor de acercarse a sus compañeros.

-¿Por qué aún insiste con ello?

-Animate. Mejor ve a cambiar tus piedra mágicas.

-Sí, sí como digas.

Fueron a la caja de cambio para intercambiar las piedras mágicas que consiguió de todos los monstruos que mató en la Mazmorra.

Si bien había matado monstruos débiles durante toda su incursión, logró matar a muchos y logró conseguir hasta llenar a tope una bolsa pequeña.

Al hacer el cambio Bell recibió 25,000 Valis por todas las piedra que recolectó, cosa que sorprendió a Eina pero no dijo nada.

-Bueno, creo que eso es todo. Nos vemos después, Eina.

Bell estaba intentando irse, estaba cansado por todo lo que había pasado ese día y apenas dio un paso lejos de su asesora.

-Bell. Creo que si te esfuerzas más y te vuelves alguien confiable, lo más probable es que Aiz Wallenstein se fije en ti.

Sus palabras solo desanimaron más al chico, no le gusto que la Semi Elfo confunda toda la situación con un falso enamoramiento que se estaba imaginando. Aunque fuera un Caballero, Bell no sabía cómo lidiar con cosas tan absurdas como estas.

-L-Lo tendré en cuenta…

Después de decir eso, Bell abandonó el edificio del Gremio mientras Eina y otros empleados lo observaban.

-Quizás lo abrume demasiado.

Comentó para sí misma la Semi Elfo en voz alta.

-Se veía agobiado el pobre chico.

-No te pregunte, Misha.

Eina le respondió a su amiga y compañera, que era una humana baja con cabello y ojos rosados.

-Casa de la Familia Hestia - Más tarde-

Bell había llegado a la casa en la que vivía con su diosa.

Ahora ambos vivían en una pequeña casa en un barrio más habitado del distrito en el que estaban.

Poco después de que la Diosa llevará al joven Guerrero a la vieja iglesia en la que vivía, este de sus pertenencias sacó todo el dinero que tenía y era más que nada monedas de oro y diamantes. Bell tenía 88 monedas doradas de las 100 que tenía cuando se fue del Santuario.

Viendo la calidad de estas y los detalles con los que fueron acuñadas, una sorprendida Hestia dijo que con ellas podría vivir sin preocuparse por falta de dinero por un buen tiempo. Ya que una de esas monedas de oro equivale a 1,000,000 Valis.

Sabiendo eso Bell propuso que fueran a buscar una casa propia y a ella le encantó la idea.

Fueron a con un agente inmobiliario para ver las casas y mansiones que estaban a la venta, tras ver algunas la Diosa pensó en comprar una mansión pero optó por una pequeña casa de dos pisos con escalera en desnivel y chimenea, con dos habitaciones y el baño arriba, el living junto con el comedor y la cocina al fondo en el piso de abajo, más un patio trasero con el espacio suficiente para que el Guerrero entrene.

La casa costó 750,000 Valis, además de comprar muebles y todo lo que necesitaban. Tener esta casa significó el primer paso para que la Familia Hestia tuviera un digno hogar.

Arrastrando sus pies, Bell llegó a la puerta de la casa, sacando su llave para desbloquear la puerta y así entrar.

-¡Mi Diosa, ya regrese!

Anuncio apenas dio un paso adentro, dejó su chaqueta en un perchero y la bolsa con Valis en la mesa.

Empezó a sentir como sus músculos se relajaban al percibir aquella calidez que sentía cuando estaba cerca de su Diosa, así como el aroma que venía de la cocina.

-¡Bienvenido a casa, Bell!

Hestia llegó con prisa desde la cocina mientras vestía un delantal blanco con detalles azules y una brillante sonrisa que adornaba su rostro.

La chica abrazó al chico abrazándolo apenas estaba a su alcance, juntando su cuerpo con el pecho de este.

Bell sintió su rostro sonrojarse, pero devolvió el abrazo cuidado de no presionar su cuerpo y disfrutando de la muestra de afecto.

Ambos dejaron de abrazarse pero la diosa tardó un poco más en soltarlo.

-Llegaste justo a tiempo, recién hice la cena.

-Qué bien, justo tengo algo de hambre.

-Por la bolsa de Valis que dejaste, debiste estar muy ocupado.

Comentó al observar dicho objeto en la mesa.

-Fueron más que nada monstruos débiles pero eran muchos.

-Normalmente te mandaría a bañar pero no te ves sudado o algo sucio.

-Tome una ducha antes de venir.

-De acuerdo. Ponte cómodo en lo que pongo la mesa.

-Claro.

Bell subió por las escaleras hasta su cuarto el cual quedaba cerca de esta, a la izquierda está el cuarto de Hestia y al fondo estaba el baño.

Al entrar a su habitación, se puso una camiseta y pantalones más cómodos para estar en casa.

El joven se puso a pensar en cómo era su vida de Caballero y su vida de Aventurero, al menos para él, eran diferentes.

En el Santuario, debía entrenar arduamente a diario con sus compañeros para mejorar sus sentidos, superar sus límites y dominar el Cosmos mientras se preparaba para la Guerra contra Hades. Si bien había momentos en los que podía convivir con ellos, esos años fueron una tormenta constante para proteger a la Diosa y a la Tierra.

Comparando esto, su vida ahora era muy opuesta.

Escuchó como alguien tocó la puerta y ya sabía quién era.

-Mi Diosa, puede pasar.

La pequeña deidad entró solo que ahora no traía puesto el delantal.

-Vine a decirte que la mesa ya está puesta.

-Qué bien. Vamos a comer.

Justo cuando iba saliendo de su cuarto, Hestia toma a Bell se su mano derecha.

-¿Eh?

-Antes de eso. Voy a actualizar tu Falna.

Ella lo guía hasta la cama y hace que este se recueste boca abajo.

-Oh. Claro, puede proceder con ello.

Bell recordó la explicación que le dio Hestia sobre cómo funciona el Falna que es la bendición de los Dioses.

Los Aventureros ganan Excelia que es la experiencia que consiguen tras luchar contra los monstruos, con ello los Dioses pueden ver lo que sus dependientes han hecho como los lugares que exploraron y los enemigos que enfrentaron.

La Excelia es usada para aumentar el poder de la Falna, elevando los Estados de los Aventureros y que estos se fortalezcan dependiendo de la estadística que se desarrolle más, algunos serán más fuertes, otros serán más rápidos hasta incluso poder mágico. Incluso pueden desarrollar habilidades y magia al fortalecerse.

También está la posibilidad de que un Aventurero pueda hacer surgir alguna habilidad o magia cuando se actualiza la Falna.

A su modo de verlo, este era un sistema distinto, puesto que cuando se es un Caballero de Athena no existen los "niveles" fuera de conseguir despertar sus otros sentidos y la recompensa por la batalla es la paz y la seguridad para la Diosa como para la Tierra.

-"Claro que las cosas no permanecen iguales".

Pensó sin darse cuenta que apretaba las sabanas.

Cada vez que pensaba en el pasado, no podía evitar esa sensación de vacío en el pecho.

-"Las Familias son un sistema muy distinto para adorar a los Dioses, y hasta cierto punto, son un riesgo menor que ser un Caballero. Es bueno saber que a pesar de eso, sus miembros pueden superarse de igual forma".

Su línea de pensamiento fue interrumpida cuando Hestia levanta su camiseta revelando su espalda, que lleva un tatuaje con forma de un altar de fuego y jeroglíficos a su alrededor. Algo que la Diosa ignoró fue el pequeño grito de vergüenza del chico.

-M-Mi Diosa. ¿Esto es necesario?

-Lo es y descuida, esto durará sólo un minuto.

Dijo la chica mientras se quitaba los guantes, para luego ponerse encima del chico y con un alfiler pincharse el dedo índice de su mano derecha.

Dejó caer una gota de su sangre sobre la espalda del chico y tocó una superficie transparente como una esfera para luego ver como esta brilla, apareciendo letras como estadísticas y números.

La Diosa empezó a actualizar el estado de su dependiente haciendo que los números cambien. Pese a que era la primera persona a la que le dio su Falna, no pudo evitar sonreír de satisfacción al ver que hizo las cosas bien.

Empezó a dejar que el poder corriera por el cuerpo del chico mientras observaba cuidadosamente cómo cambiaban los números en sus estadísticas.

Hestia era consciente sobre el pasado de Bell, la vida que tenía y la diosa a la cual servía antes que a ella. Pensar en esto, la hacía sentir una punzada de tristeza y cariño, intentando ignorar el sentimiento de inferioridad que intentaba colarse entre ellos.

Observó como las estadísticas, salvo en Magia, empezaban a subir. Más algo llamó su atención y era en la parte de Habilidades, en la cual apareció una Habilidad, Spes Ales, la cual era rara que tiene como efecto acelerar el crecimiento del Aventurero.

Hestia no pudo evitar dejar salir una exclamación de sorpresa, al ver que por fin apareció dicha Habilidad. Si antes pensaba que el crecimiento de Bell era impresionante esto ya es ridículo.

-¿Pasa algo, Mi Diosa?

Bell pudo escuchar su exclamación y lo tensa que Hestia se puso, trato verla por encima de su hombro derecho pero no pudo

-Yo… No es nada. No te preocupes.

Esta respondió mientras los números terminaban de actualizarse y hacía que la esfera vuelva al cuerpo de chico.

La diosa fue por un momento a tomar una hoja de papel que estaba en el escrito en la habitación y la colocó en la espalda de su dependiente, hizo unos círculos con su dedo sobre la hoja en la que aparecieron unas palabras siendo encabezadas por el nombre del chico.

-Listo. Ya puedes levantarte y ver cuánto has crecido.

La chica retiró la hoja mientras se sentaba en la cama, permitiendo que el chico se siente en la cama y se ponga la camiseta normalmente.

Hestia le pasó la hoja a Bell para que lo viera.

-Bell Cranel-

Nivel 1

Fuerza: H137 - H180

Resistencia: I35 - I80

Destreza: I87 - H110

Agilidad: H154 - H190

Magia: I0

Habilidades:

-/-/-/-/-/-

El peliblanco observó la hoja con cuidado.

-Son números altos… ¿Eso es bueno? ¿No?

Como no tenía algo a que referirse, sólo podía esperar a que esto sea una buena señal.

-Bastan. Tus habilidades de por sí son altas para alguien que solo lleva 2 semanas explorando la Mazmorra, pero creo que se debe más a tu… entrenamiento anterior.

La deidad con coletas pareció titubear un poco por no saber cómo decirlo.

-Solo ve cuán altas son tus estadísticas de Fuerza y Agilidad, seguido de Destreza y Resistencia. Pero la de Magia sigue en cero debido a que no tienes magia alguna que puedas desarrollar. Es algo que tenemos que ver pero será después.

-Entiendo. Creo que lo mejor será ver cómo aumentar las de Destreza y Resistencia.

El chico deja la hoja en la cama y no le da mucha importancia.

Pensaba que sería bueno contar con más habilidades, pero está confiado en las que ya posee, y estaba seguro que con el tiempo conseguirá dominarlas.

Mientras Bell se estiraba un poco, Hestia por su lado, observa la hoja que dejó su dependiente.

Era extraño que un humano consiguiera una habilidad poco tiempo después de conseguir su Falna y más una tan rara como esta. Lo cual era inquietante.

-"Debió ser por su entrenamiento con Athena. Ella siempre saca a relucir el potencial de sus Saints. Debe ser algo que obtuvo con ella".

Era el pensamiento que tenía la chica mientras fruncía el ceño y apretaba los puños, sin saber porque sentía que había algo más que eso en esta situación.

Decidió dejar de lado esos pensamientos, lo importante era alentar al chico a que se siga esforzando con la dedicación que mostraba, para que no se confíe de su habilidad y se vuelva complaciente.

Con mejor ánimo bajó de la cama y salió del cuarto acompañada del chico para cenar la comida que había hecho.

Ya en la mesa, ambos estaban comiendo tranquilamente el guiso que Hestia había preparado para los dos.

-Está delicioso, mi Diosa.

-Gracias Bell. Por cierto. ¿Te pasó algo interesante el día de hoy?

-No, realmente no pasó nada. Solo un día común en la Mazmorra.

Tras eso, ambos siguieron comiendo en silencio, aunque ya no se decía nada, se generó una incomodidad, que por desgracia, se extendió hasta que se fueron a dormir.

-A la mañana siguiente-

Los primeros rayos del sol llegaron al cuarto del joven guerrero, este comenzó a despertarse, cuando se disponía a levantarse, se dio cuenta de que alguien estaba durmiendo encima de él.

Con cuidado mueva la sábana y ve que se trata de Hestia, quien dormía plácidamente.

Solo ver el bello rostro durmiente de la Diosa, hizo que Bell sonriera suavemente. Haciéndolo pensar sobre él y esa Diosa, del cómo llegaron a vivir juntos.

A pesar de que no era la Diosa a la que le había jurado lealtad para proteger al mundo y sus habitantes, aún yacía el deseo de querer protegerla para hacerla feliz y cumplir con sus expectativas.

Pero primero debía quitársela de encima para empezar su día. De un rápido movimiento puso a la chica en la cama y él encima de ella, para así levantarse y alistarse para ir a la Mazmorra. No sin antes dejar bien cubierta a su Diosa con la sábana.

-Ya me voy, mi Diosa.

Dijo el chico antes de irse de su cuarto para salir de la casa, sin notar que la pequeña Diosa parecía un poco irritada.

-Bell, tonto…

Hestia mustillo entre sueños mientras se aferraba a la sábana y almohada.

-Calles de Orario - Minutos después-

En estos momentos, Bell se estaba dirigiendo hacia la Mazmorra, los ciudadanos abrían sus negocios y otros caminaban por la calle para ir a sus trabajos o llevar a sus niños a la escuela.

-Me pregunto en qué momento mi Diosa se metió a mi cuarto a dormir conmigo.

Fue la cuestión que se hacía el peliblanco mientras caminaba.

-Tal vez lo hizo mientras estaba medio dormida. No es que me moleste, pero una deidad y un mortal no deberían hacer ese tipo de- ¿Eh?

Repentinamente pudo sentir una intensa mirada desde atrás pero al voltearse no vio a nadie. Observó a su alrededor pero solo estaban las personas que veía normalmente cuando iba a la Mazmorra.

-"¿Qué fue eso? Se sintió extraño".

Fue su pensamiento.

-Perdona.

Al escuchar que alguien lo llamó se volteó, se encontró con alguien que retrocedió un poco al verla cara a cara.

Era una chica de piel lisa color melocotón con ojos y cabello largo gris azulado, siendo que tenía su cabello atado en un nudo estilo cola de caballo, usaba un vestido verde mangas largas abultadas que llega por encima de las rodillas con puños y cuello blancos, un lazo naranja por debajo del cuello, delantal y diadema blancas, polainas negras y botines cortos marrones.

Todo indicaba que debía ser alguna empleada de algún local.

-Oh, perdón por asustarte ¿Pasa algo?

Pregunto Bell con cierta preocupación al ver la reacción de esta, quien extendió un poco su mano para mostrarle algo.

-Bueno… Se te cayó esto.

La chica le muestra una pequeña piedra mágica.

-¿Una piedra mágica? Creí que las había cambiado todas ayer.

Él observa la piedra y hace una reverencia.

-Disculpa por la molestia, y gracias por devolverme esta piedra.

Extrañamente nota que la chica se le quedó mirando fijamente sin decir nada, haciendo que este se confunda un poco.

-Dime ¿Eres un Aventurero? ¿Vas temprano a la Mazmorra?

Pregunto la chica.

-Sí, lo soy. Y sí, voy a la Mazmorra.

*GRRR*

El sonido de un rugido llamó la atención, fue cuando Bell se dio cuenta de que se había ido sin comer algo de desayuno. Cosa que lo avergonzó un poco.

La chica por su lado sonrió y entró a un local, regresando con una cajita envuelta en una tela, parecía una especie de almuerzo.

-No es mucho, pero espero que te ayude.

Le entrega la caja.

-Espera, espera. No puedo aceptar esto. ¡No puedo aceptar la comida de alguien que no conozco! ¿No es tu desayuno?

Se mostró preocupado y trató de devolver la caja.

-No te preocupes. Puedo comer cuando abra el bar.

Ella le sonríe mientras le muestra el local, adentro se ve a otras chicas que usaban el mismo uniforme.

-Pero…

-A cambio, puedes venir a cenar esta noche. Es una promesa. ¿No te agrada la idea?

La chica sonaba muy alegre al hacer su petición, por lo que Bell sonriendo algo nervioso y suspiro derrotado.

-D-De acuerdo.

-¡Muchas Gracias! Te esperaré esta noche.

-Piso 3, Mazmorra - Minutos después-

Tras ese extraño encuentro, Bell se apresuró para llegar a la Mazmorra llegando al tercer piso. De momento está enfrentando a un Kobold, monstruo humanoide con cabeza de perro, el cual lo ataca con sus garras pero es fácilmente esquivado y de un puñetazo derecho le atraviesa el cuerpo.

El cuerpo del monstruo se convierte en cenizas dejando su piedra mágica y una garra.

-Me pregunto si mi maestro me hubiera dado algún consejo sobre como tratar con chicas.

Se preguntaba Bell mientras recogía las piedras.

-No es que me interese ahora, pero él tenía más experiencia que yo, siendo un Caballero. A lo mejor tendría un buen consejo para evitar estar en situaciones incómodas como la de hace rato.

De repente escucha unos crujidos, ve como de las paredes empiezan a salir monstruos listos para atacar.

-Empiezan a salir más.

Se ve un poco fastidiado y luego suspira.

-¿Debería retirarme? Ya tengo suficientes piedras como para irme pero…

Bell empezó a sonreír levemente y recordó el rostro de alguien, el de su anterior Diosa.

-¡Eso no es digno de alguien que fue un Guerrero de Athena!

el joven guerrero se lanza a enfrentar a los monstruos.

-Casa de la Familia Hestia - Atardecer-

Tras regresar de la Mazmorra, Bell había conseguido 40,000 Valis.

Ahora mismo estaba en su cuarto con Hestia, actualizar su Falna y conversando un poco del encuentro que tuvo esta mañana.

Al observar sus estadísticas, se impresionó un poco de como estas subieron y por otro lado, se pudo ver una clara molestia en la pequeña Diosa.

-Mis estadísticas subieron el doble, pero no me siento diferente.

Comentó Bell mientras Hestia salía del cuarto sin decir nada, viéndolo por encima de su hombro con algo de enojo.

-¿Diosa?

Al ver que no estaba fue tras ella, la encontró en su cuarto tomando un abrigo blanco de su ropero.

-¿Sabe por qué mis habilidades crecen tanto?

-¡No me preguntes!

Ella pasó a su lado contestando de forma brusca mientras se dirigía a la puerta.

-¿Diosa? ¿A dónde va?

Hestia se detuvo al escuchar su pregunta y lo miró con molestia.

-¡Voy a una reunión con unos amigos de trabajo! ¡Pues ir y disfrutar de tu maravillosa cena!

Le respondió con enojo mientras cierra la puerta con fuerza, dejando a Bell solo.

-¿Diosa…?

-En alguna parte de Orario - Momentos después-

Apenas salió de su hogar, Hestia se dirigió al Distrito Abandonado para estar sola y reflexionar sobre lo que había sucedido con Bell. Ahora mismo estaba sentada sobre una columna, observando el lago que tenía al frente.

-¿Pero qué pasa con Bell?

Se preguntaba estando enfadada.

-No puedo creer que creciera tanto por esa habilidad, ¿Pero no puede olvidar a Athena? ¡Ahora ya me tiene a mí, no es por ser egoista, pero ahora yo soy su Diosa!

Tomó una roca y la lanzó inmediatamente.

-Calle Principal Este - Noche-

Bell había regresado al local donde acordó verse con aquella chica, ahora estaba afuera viendo toda la actividad que se generaba dentro.

-"La Anfitriona de la Fertilidad".

Leyó el letrero del local.

-Es la primera vez que estoy en un lugar así.

En ese momento, vio a la camarera en la entrada.

-¡Viniste!

La chica clamó alegremente.

-Creo que no me he presentado. Mi nombre es Syr Flova.

-Un gusto, soy Bell Cranel.

-Lo mismo digo. Ahora entra.

Sin poder decir algo, Bell fue llevado por Syr adentro del local, directo a la barra donde estaba una Enana muy alta, cuyo cabello estaba atado en una cola de caballo y sus ojos son marrones. Su vestimenta era similar al de la meseras, solo que el vestido es azul y esta remangado hasta por debajo de los hombros, un lazo morado por debajo del cuello y un cinturón amarillo en su cintura.

Esta mujer le sirvió inmediatamente un plato de espagueti y un vaso con jugo, haciendo que el chico abriera la boca por la cantidad de comida.

-¿Así que eres amigo de Syr?

Preguntó la mujer amablemente.

-Te ves muy lindo para ser un Aventurero.

-Por favor, déjenme en paz…

Comentó Bell algo cansado mientras hacía cuentas.

El espagueti cuesta 300 Valis y el jugo 200, trajo consigo 35,000. Tiene para gastar pero quiere ahorrar para…

*PAFF*

Ve que un plato con un gran pescado frito le fue servido.

-No es suficiente lo que tienes, así que ten el especial del día.

-Yo no ordene esto.

-No te sientas mal. Todavía eres joven, debes comer bien si quieres crecer.

La enorme mujer se retira para atender a otros clientes.

Bell no podía entender a esa excéntrica mujer y ya no podía hacer nada para cambiar lo que pasó, por lo que suspira con resignación.

-¿Por qué la gente aquí es extraña? ¿Y esto cuánto cuesta?

Voltea a ver el cartel que está detrás de él.

-El especial de hoy cuesta… ¡850 Valis! ¡Es un robo!

-¿Te diviertes?

Preguntó Syr al acercarse.

-Estoy un poco sorprendido.

-Jujujuju. Lo siento, pero gracias a ti, conseguiré que me paguen muy bien está noche.

-Que bien por ti. Porque no tengo opción.

Bufó Bell en lo que empieza a comer.

-¿No es maravilloso que las personas de distintos tipos vengan aquí?

Pregunto la chica sonriendo.

-Cuando hay tanta gente, hay muchas cosas que descubrir, en verdad no puedo evitar emocionarme. Podría decirse que se ha vuelto mi afición, hace que se acelere mi corazón.

-Mmm… Sorprendente que digas eso. Y yo que pensaba que estafar personas era tu afición.

Espeto Bell mientras comía.

-¡Nya, llegaron los clientes con reservación!

Anuncio una chica gato de cabello y ojos marrones cómo sus orejas y cola.

Tras ella llegó un grupo de personas, muchos se les quedaron viendo en silencio ya que el consta de hombres y mujeres, debían ser aventureros por la forma en la que visten y las armas que llevan.

-Esa chica es hermosa.

-Idiota, mira el emblema, es de la Familia Loki.

-¿La Familia mata gigantes?

-Entonces esa es la Princesa de la Espada.

Bell se sorprendió en ese instante, ya que no esperaba volver a ver a aquella chica que conoció en la Mazmorra, solo que ahora había cierta distancia y ella no se percató de su presencia.

-¿Así que ellos son miembros de la Familia Loki?

Se preguntó el chico en voz baja.

Entonces una mujer de cabello y ojos rojos vestida con shorts negros y una blusa que muestra su estomago, se levanto alzando una jarra al aíre.

-¡Chicos, hicieron un buen trabajo en la Mazmorra y lo vamos a celebrar esta noche, así que a beber!

Exclamó la mujer y todos los demás miembros empezaron con la celebración.

Ver esto, hizo que Bell recordará sus días de aprendiz y cómo convivía con sus compañeros, independientemente de la edad, todos se trataban como iguales, habiendo un mutuo respeto entre ellos, ya que todos buscaban hacer más fuertes con el objetivo de proteger a Athena.

Más debía reconocer que el trato que hay entre los Aventureros y sus Dioses es diferente.

-¿La Familia Loki llamó tu atención?

Preguntó Syr repentinamente.

-Son clientes habituales. A la Diosa Loki le gusta mucho venir aquí.

Se ve como dicha deidad trata de acercarse a Aiz, solo para ser recibida por un golpe en la cabeza.

-Ya veo…

Le pareció sorprendente como Aventureros de alto nivel podían darse el lujo de venir a comer a lugares como estos.

*PAM*

El fuerte sonido de una taza contra la mesa llamó la atención de todos en el bar, específicamente en la mesa de los ejecutivos de la Familia Loki.

-¡Oye Aiz, cuéntales a todos sobre eso!

Hablo un hombre lobo de cabello, orejas y cola grises, con ojos color ámbar, un tatuaje azul en el lado izquierdo de su cara y musculoso, usaba una chaqueta gris, pantalones negros y botas metálicas.

-¿Qué cosa?

Pregunto la chica de cabellos dorados.

-¡Ya sabes! Cuando se nos escaparon esos Minotauros mientras volviamos y mataste al último en Piso 5 ¿No?

Comenzó a contar.

-Había un niño debilucho que fue arrinconado por el Minotauro, que nuestra querida princesa cortó en pedazos al monstruo y ese niño quedó bañado en la apestosa sangre del Minotauro. Que tonto, quedó como un tomate. ¡Wajajaja!

El hombre lobo empezó a reír y algunos no pudieron evitar reírse por pena.

-Quedó en shock y se fue sin darle las gracias a Aiz por salvarlo. Nuestra princesa lo salvó y así es como le paga. ¡Ja! Qué patético.

-En su situación no lo podemos culpar… Además él me agradeció… y no estaba en shock como dices.

Aiz le respondió con algo de seriedad.

-Suficiente, Bete.

Quien habló fue una Elfa de largo cabello y ojos color jade. Vistiendo un traje verde con bordes amarillos, una capa blanca encima, cinturón negro, una faja amarilla, calzas negras y botas largas marrones.

-Fue nuestra culpa que los Minotauros escaparan del Piso 17, deberías estar avergonzado.

-¡¿AHHH?! ¡¿Qué hay de malo en llamar basura a la basura?!

El mencionado Bete cuestionó furioso.

-¿Qué piensas tú, Aiz? Solo para aclarar. ¿A quién elegirías? ¿A mí o al chico tomate?

-Paren ya. Están arruinando el ambiente.

Comentó Loki viendo a donde iba esto.

-Vamos Bete, estás borracho. ¿No?

Esta vez intervino un chico de cabello rubio desalineado de ojos azules, viste un chaleco amarillo sobre una camisa y pantalones manda larga color púrpuras, guantes y botas marrones, y un cinturón sobre su cintura.

-¡Estoy hablando con Aiz!

Clamó el hombre lobo, ignorando a los demás.

-Si ese chico se te acercara para pedirte una cita, ¿Dirías que sí? De ninguna manera, ¡¿Cierto?! Alguien tan cobarde y débil como ese perdedor no tiene derecho de estar a tu lado ¡No permitirias que algo como eso, un cobarde no está a tú altura, no para Aiz Wallenstein!

*CRASH*

El fuerte ruido de un vaso quebrándose hizo eco en todo el establecimiento, las miradas fueron dirigidas hacia la barra, donde estaba sentado el chico de blanca cabellera.

La mirada de Bell estaba ensombrecida, su mano se había hecho un puño que rompió el vaso y fue cubierto por el jugo, lo extraño es que no había sangre goteando de algún corte.

-¿Bell? ¿Estás bien?

Syr se acercó preocupada.

-Lo siento, Syr. Me tengo que ir. Nos veremos después.

Bell se levantó de su asiento rápidamente y se fue rápidamente del bar, bajo la atenta mirada de todos en el lugar.

-¡Oye, espera! ¡Bell! ¿A dónde… vas?

La camarera intentó alcanzarlo pero fue en vano, este había desaparecido en la oscuridad de la noche.

-Oh… Tiene agallas para irse sin pagarle a Mama Mía por la comida.

Bufo Loki.

Aiz también salió del local para ir tras él pero se dio cuenta de que este ya no estaba, solo miro con detenimiento la calle y algo de preocupación.

-Ese era…

-Casa de la Familia Hestia - Medianoche-

Su sangre hervía de rabia, sus puños apretados, sus dientes rechinan y su respiración era acelerada mientras intentaba controlarse.

¿Cómo puede esa persona hablar de esa manera? No lo había visto en el incidente y se ponía a hablar como si supiera todo lo pasa. Y lo hacía hablando de esa manera.

A Bell no le importaba lo que otros dijeran sobre él, era consciente de sus capacidades y de lo que había logrado superar en el pasado. Lo que le hacía sentir rabia era como ese Aventurero, un guerrero, se burlaba de la desgracia de otros sin respeto alguno.

Incluso si lo que decía fuese verdad, Aiz hizo lo correcto. Ayudar a otros guerreros en momentos de necesidad. No lo que ese tipo hizo en el establecimiento, despreciar a otros y degradarlos al tacharlos de cobardes o débiles, en vez de ayudarlos o mostrar respeto por sus esfuerzos. Era el peor tipo de persona que podía existir.

Atravesando la puerta de su hogar, procuro ser lo más silencioso posible para no molestar a Hestia si estaba descansando, más no tuvo cuidado con su abrigo, aventandolo contra el sillón para liberar su furia.

A pesar de su esfuerzo, noto una tenue luz que venía desde la cocina, por lo que fue a ver y se encontró con la cara de disgusto de la joven diosa.

-¿Al fin volviste? ¿Qué tal estuvo esa fantástica cena que tanto presumías?

Hestia estaba siendo sarcástica al cuestionarlo. Sin embargo al notar la sombría mirada del chico, sus facciones se suavizaron y tomó el rostro del chico con gentileza, lo giró para que la vea a los ojos.

-Bell, ¿Sucedió algo? ¿Te lastimas, te duele algo?

El solo negó con la cabeza lentamente y apoyó su frente en la de Hestia, provocando que la chica se sonrojara con fuerza.

-¿B-B-Bell, qué…?

-¿Puedo hacerle una promesa, mi Diosa?

Preguntó Bell, haciendo que la diosa ponga atención, cruzando su ojos azul zafiro con los ojos rojo rubí, que brillaban con determinación.

-Prometo ser alguien en quien la gente pueda confiar. Prometo que cuando la gente pida ayuda, se sienta desprotegida o quiera superarse, yo estaré ahí para ellos. Prometo no hacer menos a otras Familias ni faltarle el respeto a sus esfuerzos. Por que eso es lo que usted y su Familia merecen de mí.

Hestia miró algo confundida al chico, si bien quería cuestionarlo más, solo acaricio su mejilla y cerró los ojos, disfrutando la cercanía entre ellos dos. Mañana averiguara lo que pasó.

-Gracias, Bell. No podía esperar otra cosa de ti. Ven, vamos a descansar.

Con una sonrisa, la pequeña diosa soltó el rostro del pequeño guerrero para tomar una de sus manos y subir a sus cuartos

La calidez del hogar los envolvió para protegerlos del frío del exterior una vez más.


Hasta aquí el capítulo.

Antes de terminar un par de anuncios y una pregunta. El primero es que el Patriarca Shion contestara las preguntas que tengan en los reviews, eso sí, no va decir todo, solo lo que pueda.

El segundo es que el siguiente capítulo podría salir la semana que viene, hasta entonces espero ver mucho apoyo de su parte.

Y la pregunta es ¿Cual es la Cloth que Bell posee?

Ojala les haya gustado este primer capítulo.

Muchas gracias y hasta luego.