Mutemuia ¡muchas felicidades!, un año más, espero que te la pases increíble. Un abrazo grande, grande. Espero que te guste esta locura mía y no te saque muchas canas verdes XDXDXDXD.

Oxybry: muchas gracias por toda tu ayuda.

Descargo de responsabilidad: ni Skip Beat!, ni A Good day to be a dog me pertenecen, estas pertenecen a sus autoras, pero esta historia a continuación, loca y con errores es por completo mía. A.U.

.


.

—¿Eres gay?

La pregunta indiscreta y un tanto irrespetuosa, o ¿sería irrespetuosa y un tanto indiscreta?, como sea que fuera, además de la entrada repentina, aunque sin azotar la puerta, de su amigo y compañero de trabajo, lo impactó tanto que el delicioso café veracruzano, traído especialmente para él, fue a parar desde sus labios a su prístina camisa blanca.

—¿Te ruego me disculpes?

—Disculpado estás, pero contéstame.

—¿Cómo dices?

—Como bien escuchaste, ¿eres gay? Porque de otra forma no entiendo para nada tu comportamiento. Porque casado no eres. Eres un joven multimillonario, atractivo, de buenos modales, que hasta donde yo sé nunca has salido con una mujer —mientras Yashiro seguía enumerando sus "encantos", él se levantó y fue hasta un closet que se perdía en la pared y se cambió la camisa, si lo iban a someter a un tercer grado por lo menos iba a estar limpio—. Cuando te conocí creí que tu decisión de que todos tus asistentes fueran hombres era para evitar que alguna secretaria se enamorara de ti o viceversa, provocando con esto un conflicto de intereses. Pero ahora, te lo juro que no sé qué pensar. Me has estado arrastrando todas las noches estas dos últimas semanas al bar, incluso se me pasó por la cabeza por una milésima de segundo la descabellada y horrífica idea de que querías seducirme, no es que no me sintiera halagado, al mismo tiempo estaba horrorizado y halagado aunque no en partes iguales, como sea —movió una mano en el aire como espantando el pensamiento al ver la cara de consternación de Kuon ante su confesión, Yashiro suspiró y continuó con su monólogo—. Pero solo te sientas, ahí en la barra, inclusive sin dirigirme la palabra, durante horas viéndola, por no decir casi acosándola, porque eso ha sido, no me mientas y mucho menos lo hagas a ti mismo —al ver que su amigo no solo elevaba los ojos al cielo, sino que además volteaba a ver la pared como si le pudiera encontrar algo distinto en los cinco segundos que habían pasado desde que la vio por última vez, sintió la frustración crecer en su pecho—. No te hagas el que no sabe de lo que estoy hablando, Kuon, como si yo no hubiera notado que casi la desvestiste desde que la miraste por primera vez para que al último minuto ni siquiera te le acercaras, ya ni qué decir de pedirle su teléfono eso si es que sabes su nombre. Y luego, para colmo, retirarte derrotado, ¿ante qué?, no sé, a tu casa otra vez… solo.

—…

—Si no te atreves a hablarle pronto la perderás, porque si no te has fijado, que eso sería muy difícil aun estando ciego, ella también se interesa en ti. Por todos los santos, Kuon, ante ella no existe nadie más que tú en ese bar, pero no creo que te pueda o quiera esperar toda la vida.

Un largo suspiro cortó el silencio, pero fue lo único que se escuchó en esa oficina.

—¿Y bien?

—No puedo.

Yashiro parpadeó sorprendido, de todas las posibles respuestas ésa era la que menos se esperaba. Estaba empezando a impacientarse, siempre había creído a su amigo una persona intachable, de altos valores morales, sí, le asombraba que a pesar de la cantidad de mujeres que se le acercaban y lo rodeaban a donde fuera que fuese nunca salía con nadie. Muy secretamente creía que solo estaba ocultando el hecho de que bateaba para el otro equipo, pero durante la semana anterior le dejó muy en claro que no lo hacía, porque de que estaba embelesado con Mogami Kyoko-san (por supuesto que se había encargado de averiguar el nombre y muchas otras cositas más), lo estaba. Ahora quería saber por qué diantres no la abordaba.

—¿Qué no puedes? —sus ojos se iban a quedar perpetuamente abiertos si los seguía abriendo tanto—. ¿No puedes qué? ¿Decirme a mí?, o ¿atreverte?

—No puedo… ninguna de las dos.

—Entonces no eres gay… que lástima…

—¿Lástima? ¿Porque no sea gay? —Kuon no podía entender la lógica ante aquella afirmación.

—Sí, porque es la única respuesta que existe para que nunca, durante el tiempo que te conozco, hayas tenido una pareja, vaya si quieres entrar en detalles no te he conocido ni siquiera una mujer de una noche. Es que solo había dos opciones: la primera que fueras gay...

Tragando grueso y no sabiendo si realmente quería conocer la otra opción preguntó:

—¿Y la segunda?

—Que seas un completo imbécil.

—Ojalá y fuera tan sencillo —la mirada atónita y algo suspicaz de Yashiro le hizo recordar lo difícil de su situación, un secreto que ha guardado toda su vida, algo que no podría más que llamarse una maldición había atormentado a su familia por generaciones.

—Kuon, ¿qué secreto me estás ocultando? Digo, porque si para ti lo más fácil, es que a pesar de que se te ve muy interesado en ella prefieras parecer gay, porque imbécil no creo que lo seas, es que algo muy profundo está sucediendo. Te conozco desde hace, ¿qué?, ¿diez años? Quizá más.

—Yukihito, por favor, no es algo que te pueda confesar, y no es porque no te tenga confianza, es simplemente que jamás me creerías —la tristeza que embargaba la cara de Kuon preocupó profundamente a Yashiro, ¿acaso su amigo sufría de una enfermedad grave y él no estaba enterado? No, eso no podía ser, porque de ser así, ¿por qué habría dicho eso de que no le creería? ¿Acaso pensaba que si tuviera una enfermedad grave él cambiaría su amistad?

Kuon se paró de la silla donde hacía rato se había sentado y se fue a mirar hacia fuera por el enorme ventanal de su oficina, viendo hacia el vacío más que las vistas. Yukihito mientras se sentaba frente al escritorio pensando qué podría ocurrirle a su amigo que fuera tan grave como para no poder confiar en él.

Un par de suspiros al unísono se escucharon, de repente un murmullo casi inaudible salió de los labios de Kuon.

—¿Disculpa? ¿Dijiste algo? No te escuché —Yashiro alargó la oreja cual dibujo de manga para poder escuchar la quedísima voz de su amigo.

—Soy un perro.

—…

—Bien, ya lo dije, ¿no vas a responder nada?

—Es que no sé qué quieres que te diga, en las negociaciones eres despiadado y no perdonas a los que comenten actos viles contra tu empresa, pero si eso te convierte en un perro, yo no soy muy diferente a ti.

Pero antes de que pudiera terminar de decir todo lo que quería, Kuon desapareció ante sus ojos, ohh sí, su ropa ahí estaba, toda completita, y no es que hubiera querido saber la marca de su ropa interior, pero es que al ir a buscarlo y tentar que ahí no había ningún humano, bueno… Era comprensible, ¿no? Su mente no reaccionó ante lo que sus ojos miraban. Sí, ahí no había ningún humano, pero ahí, enfrentito de él había un hermoso cachorro de husky. Del susto y la impresión cayó sentado dolorosamente y su mente y boca solo fueron capaz de emitir una sola palabra:

—¿Kuon?

—¿Woof?