Partitura I.
Una vez más, sus pasos desganados habían cesado por una canción. No era la primera vez que escuchaba la melodía de ese piano. Aquel sonido dulce que clamaba por el complemento ideal. Un llamado que todo el mundo podía escuchar, difícilmente entender, mucho menos, contestar.
En la acera, el muchacho desaliñado y con cabello tan negro como la noche, escuchó a escondidas. Eran pocas las ocasiones que había tenido el privilegio de espiar la práctica del pianista sin rostro, pero hasta el momento, no se había dignado a tocar la puerta.
Cualquiera que hubiese querido saber, lo habría hecho, pero no él. Sherlock gustaba de los acertijos, así que se había autoimpuesto un juego: trataría de resolver, quién era el pianista sin tocar la puerta de esa casa.
Pasó por ahí a diario, a la misma hora, dos veces en el día. Cada vez que iba a sus clases de música y cada vez que volvía. No tardó en notar que su pianista misterioso tocaba los miércoles y los sábados usualmente. El lunes y el jueves, pertenecían un pianista diferente. Y un tercer pianista era dueño del martes y los viernes. El domingo, parecía ser el único día en el que el piano descansaba de sus sesiones con sus tres amantes.
Era una información fácil de deducir para un músico experimentado. El sonido de cada uno, era diferente. Y él, averiguaría a quién pertenecía.
En su afán de resolver a su manera su acertijo autoimpuesto, Sherlock había tardado un poco en aprender, de oído, toda la melodía. Le había costado algo de trabajo sacar todas las notas y aún más, el deducirlas y adaptarlas en un acompañamiento con su violín, pero ahí estaba lo divertido para él. Así que, cuando se sintió listo, esperó a que llegara un nuevo miércoles.
Regresó de sus clases con un poco más de entusiasmo del que esperaba, pero, extrañamente, el piano no estaba sonando ¿no estaría en casa? O quizá solo se le había hecho tarde a aquel pianista sin rostro. Sin darle más importancia, se colocó en posición y comenzó a tocar bajo la ventana el acompañamiento perfecto en violín. Con la esperanza de animar a su pianista anónimo a tocar.
Terminó la canción, que con su violín dejaba vestigios de nostalgia y mucha añoranza. Sin embargo, no hubo respuesta.
— ¿Habrá salido?
Murmuró para sí mismo, guardando su violín y disponiéndose a volver a su casa.
Hola, solo quería decirles que la canción que imagino que tocan es: Will de Yuki Kajiura, una de mis compositoras favoritas. Por si gustan escucharla, está disponible en youtube.
