Feliz cumpleaños, Li 🍋 gracias por haber llegado a mi vida, por todos tus aportes a las historias, sin olvidar las bonitas portadas que nos regalas. Recibe un gran abrazo cariñoso.
Me adjudico todos los errores ortográficos y/o gramaticales que puedan encontrar a lo largo de la historia.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 1
Bella
Contemple el cielo oscuro una vez más y me abracé a mí misma al sentir la brisa fresca de la noche.
— ¿Aquí estás? —la voz de Edward fue como un bálsamo dulce a mis oídos— supuse que estarías viendo las estrellas. Siempre fue tu pasatiempo favorito.
Volteé a mirarlo.
Estaba frente a mí con las manos en los bolsillos de su pantalón. Era muy alto, delgado y mantenía una sonrisa jugando en sus labios. Sus mangas arremangadas lucían muy bien en su camisa blanca.
¿Cuándo fue la última vez qué entablamos una conversación? Llevábamos una semana en el crucero y habíamos procurado no coincidir. Él tenía su momento con Mel, así como yo tenía el mío con ella.
— No creí que recordarás —fui sincera.
¿Qué sabía él de mí? ¿Qué sabía yo de él?
Engendramos a Mel a nuestros dieciséis años. Nunca fuimos precisamente novios, tampoco tuvimos una cita, fuimos solo un par de adolescentes que decidieron explorar su sexualidad. El resultado fue nuestra hija.
Volvimos locos a nuestros padres. Nosotros posiblemente llegamos a odiarnos, porque ninguno quería una responsabilidad a nuestra edad, pero estaba hecho. Alguno de los dos tenía que ser valiente.
Con dieciséis años, pese a todo pronóstico de los conocidos y la poca fe de nuestros padres.
Melody nació perfectamente sana, pesando tres kilos y medio. Era una regordeta de mejillas sonrojadas y cabello color cobrizo.
En el primer instante que tuve su diminuto cuerpo sobre mi pecho supe que ella siempre sería primero antes que yo, antes que cualquiera.
Supuse que Edward tuvo los mismos sentimientos al tenerla en brazos. Desde entonces él dio lo mejor de sí mismo para ser un mejor padre. Aunque…
— Por supuesto que lo recuerdo.
Sacudí la cabeza al escuchar la voz de Edward.
Le sonreí sinceramente.
— No mientas, Edward. Nosotros no nos conocemos en nada.
Enarcó una ceja. Su rostro era picardía pura, tal vez diciendo mentalmente "claro que te conozco, al menos íntimamente". Reí.
— Te vuelves más joven cuando sonríes.
Le piqué las costillas. Un primer toque después de tantos años, mi nerviosismo fue evidente y rápidamente alejé mi mano. En cambio, él soltó una carcajada ruidosa y despreocupada.
— Tenemos la misma edad —dije.
Haciendo evidente que ambos teníamos treinta y dos años.
— Te has mantenido muy bien —sus ojos me recorrieron— te aseguro que nadie en este barco creerá que pasas los treinta.
¿Me estaba coqueteando? No, no era posible que Edward me estuviera coqueteando a mí, no cuando él estaba con Colleen desde hace años.
Entre nosotros nunca había existido ese tipo de confianza. No hubo tiempo para siquiera conocernos, para un detalle y menos para ser amigos. Éramos solamente los padres de Mel.
— Están aquí… —Mel se acercó corriendo hacia su padre, se abrazó al torso de él aferrándose cual cría.
Edward no dudó en envolverla entre sus brazos.
No pude evitar que un suave suspiro escapara de mis labios. Nuestra hija era demasiado baja, quizá fue lo único que heredó de mí, porque ella era completamente idéntica a su padre, una versión femenina de Edward
Pocas veces tenía la oportunidad de verlos interactuar. Pues ambos vivíamos en diferentes estados, pusimos suficiente distancia por el bienestar de nuestra hija, así que verlos abrazados y haciendo evidente su cariño me hizo sentir orgullosa que ambos tuvieran una buena relación padre e hija.
Apreté mis labios y oculté mi risa.
Si me hubieran dicho que un día Edward y yo estaríamos juntos celebrando el cumpleaños dieciséis de nuestra hija. Tal vez me hubiese reído, en mis pensamientos nunca estuvo compartir con él.
Habíamos elegido siempre que Mel tuviera doble celebración con nuestras familias. Siempre divididos los Cullen y los Swan por el bien de ella y de nosotros.
— Gracias por regalarme el mejor viaje de mi vida —expresó Mel— han sido los mejores padres que pude tener.
— Te amamos —dijimos al unísono.
Sonreímos al mirarnos y Mel rio con nosotros.
— Nunca les he dicho —ella murmuró—, pero me gusta que piensen que son mis hermanos.
Volvimos a reír. Nos habíamos unido en un abrazo para Mel y terminamos abrazados los tres.
Era tan surrealista y al mismo tiempo se sentía tan normal.
Sin embargo mañana volvería nuestra realidad.
Edward
Era quizá la séptima vez que Colleen me llamaba en el día y las mismas veces que no respondía.
Apagué el móvil dejándolo sobre la cama.
— Papá… ¿puedo entrar?
Sonreí al escuchar a mi hija.
— Por supuesto.
Melody adentró en el camarote: vestía una graciosa pijama del come galletas y su largo cabello color cobrizo estaba recogido en dos trenzas desordenadas.
— Gracias por regalarme este momento, papá. Significó mucho para mí celebrar mis dulces dieciséis con los dos, el mismo día y sin fiesta doble —rodó los ojos— sobre todo sin fiesta doble —repitió.
Le sonreí.
— No sabía que te molestaba demasiado celebrar doblemente.
Ella frunció los labios haciendo un mohín.
— Solo te diré que me alegro que se hayan terminado esas celebraciones, de ahora en adelante no más fiestas, por favor.
Asentí.
— Creo que no hemos sido los mejores padres para ti. Aunque me gustaría que comprendieras que para nosotros en su momento fue lo mejor.
— Lo sé. Acepto que me gustan los regalos —sonrió ampliamente antes de recostarse al lado mío—. Papá, quiero pedirte algo —su voz fue dudosa— recuerdo que hace años te lo pedí y en ese momento me dijiste que no podías, pero…
— ¿Quieres otro celular? —inquirí.
Ella era adolescente y seguramente quería tener todo lo de moda.
— No. Me gustaría que vivieras en Arizona, cerca de mí.
Exhalé. Recordando que antes me había hecho la misma petición, en ese entonces tenía seis años y me pidió vivir cerca de ella. No pude concederle su deseo porque mis finanzas no eran precisamente las mejores, acababa de entrar en una compañía y no había posibilidad de un intercambio.
En cambio ahora… todo era posible.
Necesitaba estar cerca de ella y poder compartir más momentos padre e hija. ¿Cuándo fue la última vez qué la llevé a clases a parte del primer dia de preescolar? Hice memoria… Mel quizá tenía ocho años, sí, esa fue la última vez. Eso no significaba que no la veía, por supuesto que nos veíamos cuatro o cinco veces al año: en su cumpleaños, en mi cumpleaños, el día del padre y Navidad. También estaba el hecho que compartíamos textos cada día y videollamadas. Pero no era suficiente.
— Te advierto que soy un padre muy celoso —dije—, y andaré espantando a cada chico debilucho que intente acercarse a ti.
Mel rio.
— ¿Eso quiere decir qué…?
— Que voy a preparar todo para vivir una temporada en Arizona.
— ¡Papá! —se apretó a mi costado mientras yo la abracé fuertemente y besé su cabeza—. Gracias.
— Mantén la calma, Mel. Antes necesito organizarme y pedir un traslado de empresa o simplemente buscar otro empleo.
— El mercado laboral para los ingenieros en software es muy solicitado en todos lados, no te será difícil, pa.
— Algo me dice que estás haciendo planes —murmuré al ver su sonrisa, ella llevó una mano a su boca, sin embargo era evidente que no paraba de sonreír.
Sigilosamente se sentó en medio de la cama y me observó con el ceño fruncido.
— ¿Crees que Colleen se moleste por querer pasar tiempo contigo?
— No tiene porqué. Eres mi hija y ella sabe que siempre serás primero.
— Se nota que no está muy contenta por este viaje, anoche sin querer te escuché discutiendo con ella. ¿Es por mí?
— Tranquila. No eres tú, son solo cosas de nosotros.
Exhalé. Mel no era ninguna niña para no darse cuenta lo qué sucedía entre Colleen y yo.
Muchas veces ellas habían convivido y aunque su relación no era precisamente de amigas, ambas se respetaban sin cruzar los límites de la confianza.
Colleen y yo teníamos siete años juntos, sin embargo nuestra relación estaba teniendo más problemas que días tranquilos. Estábamos en un punto que quizá unos días lejos nos vendrían mejor a los dos.
Y todo era porque ella quería formalizar, quería llevar un anillo de compromiso en su dedo anular, Colleen estaba pensando a futuro. Quería una vida junto a mí, quería hijos y simplemente todo eso junto en una misma ecuación me asustó.
Suponía que era porque después de tener a Mel no pensé en tener más hijos. Esa opción la deseché y la borré de mi mente. El tema quedó descartado en el mismo momento que tuve a mi hija en brazos.
— ¿Te casarás con ella?
Hice una mueca.
— Supongo que es lo normal.
— ¿Supones? Papá, pareces más asustado que feliz.
— Colleen quiere hijos.
Mel bajó la cabeza lentamente. Mi confesión la había tomado con la guardia baja.
— Entonces, ¿tendrán un bebé? —ella me dio una sonrisa débil—. ¿Está embarazada?
Un escalofrío me recorrió y puede que hasta haya tenido un temblor involuntario de solo pensar que estuviera embarazada. Llevaba meses siendo yo el responsable de que ese hijo no llegara y de ahí venían nuestros problemas.
— No. Nada de eso. Colleen no está embarazada.
Mel asintió con una sonrisa.
— No quieres hijos, ¿verdad?
— Es tan extraño estar teniendo esta conversación contigo.
— ¿Por qué? Es lo más normal, ustedes son muy jóvenes. Sé que un día se casarán y me darán hermanos. De hecho insisto mucho para que mamá se embarace, le digo que me gustaría verla enamorada y con hijos antes de que yo tenga que irme a la universidad. No me gustaría que se quedara sola, no es justo.
— Espera… ¿tu mamá está saliendo con alguien? No lo sabía.
Melody empezó a reír.
— Papá, no me estás poniendo atención. Además es extraño que hagas preguntas de mamá —se encogió de hombros— ustedes nunca me indagan sobre sus vidas.
Volvió de nuevo junto a mí y me rodeó el torso con un brazo.
— Ustedes se esforzaron mucho —murmuró—, no me imagino tener un bebé a esta edad, debió ser muy complicado para los dos.
— Mamá se llevó la peor parte.
— Lo sé. La he visto luchar tanto, que quiero verla feliz y más relajada, se lo merece.
— Ella merece un buen hombre —murmuré sintiéndome incómodo.
Y no entendía la razón del porqué.
¡Hola! Soy yo de nuevo, estoy aquí con otra historia. Ya sé que tengo dos más en proceso, pero no pude evitarlo. Esta historia cuando mucho tendrá 10 capítulos. Ojalá alguien quiera acompañarme en este viaje, ¿se animan?
*Actualizaré cada jueves.
¡Gracias totales por leer!💫
