Una bruja mentirosa y un guardián Parte 1

Niños tontos, puedo devorarlos enteros —le estaba diciendo un enorme monstruo serpiente cornuda de escamas negras/purpura y brillantes ojos amarillos a unos jóvenes mientras se enfrentaban dentro de lo que parecía ser una cueva subterránea.

Azura, una homo-magi o bruja, era de estatura media, tez bronceada y ojos grises/verdosos con un lunar debajo del izquierdo. A ojos humanos, su cabello largo y verde azulado le habría hecho parecer que usaba una peluca o tinte casero, aunque en realidad el color era cien por ciento natural. Vestía una blusa blanca con medias mangas acampanadas coronada por un yugo púrpura decorado con una estrella amarilla sobre una falda larga gris oscuro. Debajo de la falda, usaba mallas grises oscuro y botas negras. En la cabeza; un sombrero blanco, afilado, puntiagudo y de ala ancha rodeado por una corona dorada.

No debes subestimarnos, Gildersnake —dijo Azura amenazadoramente mientras hacía unos gestos cual actriz Shakesperiana—. Yo soy la bruja buena, Azura; guerrera de la Paz, y él es mi hermano Zugo, el justiciero de las sombras —agregó señalando a un joven parecido a ella que estaba de pie a su derecha.

Zugo, considerado un "anti-brujo" por todos sus conocidos, a diferencia de Azura, tenía el pelo verde corto levantado, los globos oculares negros con pupilas blancas, las uñas largas en forma de garra, y dientes afilados (como consecuencia de haberse fusionado con un espíritu oscuro). Vestía un abrigo burgués amarillo, pantalón gris oscuro y mocasines marrones con hebilla dorada. Sin mencionar que sostenía un bastón mágico con un enorme cristal azul.

Tu bastón, querida hermana—le dijo el joven anti-brujo con una lúgubre voz, extendiéndole dicho objeto mágico a la bruja buena.

La portadora de la magia luminosa, al tomar el bastón de las manos de su hermano, se arrodilló y, sosteniéndolo como un lanzacohetes, disparó un par de potentes bolas de fuego a la serpiente justo después de gritar:

AHORA DEVORA ESTO, BASURA.

¡Oh no, mi única debilidad! ¡Morir! —dramatizaba la serpiente gigante antes de caer a lo que sería su final.

—Y ese es el final —dijo Luz con su tonta sonrisa de siempre, sosteniendo una bruja de juguete y una serpiente viva de escamas verdes en sus manos.

Lucinda Noceda, alias "Luz", era una chica dominicana-americana de catorce años, piel color canela, pelo corto púrpura-marrón cortado al estilo pixie, y ojos color avellana. Vestía un par de aretes de ébano, una sudadera de manga corta mitad blanca y mitad índigo con orejas de gato unidas a la capucha, pantalones cortos de mezclilla de cintura alta, unas mallas grises oscuro y un par de zapatos blancos sin cordones.

—¿El final de qué? —preguntó Camila en tono preocupado, quien era una mujer de mediana edad con el cabello castaño oscuro recogido en un moño, y la piel bronceada. Llevaba puesto unos anteojos con un marco rojo grueso en la parte superior, aretes grises en sus orejas, y lo que parecía ser un uniforme medico femenino color celeste claro con esparteñas blancas.

—Pues de su "informe" –respondió con indiferencia un chico muy parecido a Luz que estaba sentado en otra silla justo a su izquierda, dibujando unas comillas en el aire con sus dedos índice y corazón siniestros, ya que en la diestra tenía un muñeco del "anti-brujo" (el que Luz le pidió que sostuviese mientras explicaba su "informe")—. ¿De qué más va a ser, mamá?

Luciano Noceda (pero siempre prefirió que le digan Luis, aunque Luz lo llamaba "Lucho" de cariño), a diferencia de su hermana melliza, su peinado pixie no incluía una "colita de pato", tenía las cejas levemente más pobladas, y su ropa consistía en una sudadera de manga larga color amarillo con orejas de perro en la capucha (la que odiaba a parte de su verdadero nombre, pero como fue un regalo de Luz en navidad, solo lo usaba porque no quería hacerla sentir mal), pantalón largo gris oscuro y zapatillas deportivas chocolate con agujetas del mismo color y suelas gris claro.

—Tú lo has dicho, hermanito –dijo Luz, mientras la serpiente mordía la cabeza de la muñeca Azura-. Y creo que hice un buen trabajo.

—Por tu informe es que estás aquí —dijo el director Hal, un hombre de edad madura, piel oscura, cabello rizado, cejas y bigote blanco, y elegantemente vestido, señalando hacia la puerta de su oficina donde se podía ver a través de la ventanilla como algunos estudiantes gritaban y corrían asustados de unas serpientes que les mordía la cabeza.

—Oh, allí están las serpientes de repuesto –dijo Luz, antes de voltear nuevamente hacia los dos adultos.

—Y en cuanto a ti jovencito… —prosiguió el director Hal dirigiendo la mirada hacia Luis, al tiempo que le daba la palabra a la progenitora de los mellizos.

—Luis… ¿Qué es esto? –le preguntó Camila retóricamente a su único vástago varón, sacando lo que parecía ser un lanzacohetes casero perfectamente hecho de tubos de metal y otros cachivaches que además estaba cargado de juegos pirotécnicos—. Creí haberte dicho que ya no construyeras armas ¿Para qué las necesitarías?

— ¿El apocalipsis? –respondió Luis escogiéndose de hombros, antes de dejar el muñeco sobre el escritorio del director.

— ¿Por qué lo trajiste a la escuela? –volvió a preguntar Camila en tono cansado.

—Yo no fui, Luz lo hizo –respondió señalando a su hermana con el pulgar.

Camila miró a su única hija.

—Lo necesitaba para el final del tercer acto –dijo Luz bajando la mirada con tristeza.

—Mijos, me encanta su creatividad, pero esto es demasiado —decía Camila mientras se acercaba y arrodillaba frente a sus hijos—. ¿Recuerdan por qué fueron a la oficina del director las últimas veces?

[Escena retrospectiva I]

A la hora del almuerzo, Luis iba a entrar al salón de actos donde se llevaba al cabo las audiciones para la obra de Romeo y Julieta (ya que Luz le había pedido que vaya a echarle porras) cuando de pronto sintió que alguien lo jaló de la capucha para después levantarlo del suelo.

—"Hola mariposita. Debes estar aquí para las audiciones ¿Dónde está tu vestido? No puedes ser Julieta sin uno" —le dijo burlonamente un chico alto, guapo, fornido, de ojos azules, pelo amarillo claro, y peinado hacia atrás. El brabucón vestía una chaqueta morada, camisa gris claro como su pantalón de vestir, corbata gris oscuro, guantes negros y mocasines marrón claro.

Luis metió la mano diestra en su bolsillo canguro, sacó lo que parecía ser un salero con una etiqueta que decía P.R (Pimienta Reveladora), y esparció su contenido por la cara del brabucón, quien inmediatamente lo soltó al comenzar a estornudar sin control.

—"¡ATCHUS!… pagarás por… ¡ATCHUS!... esto… ¡ATCHUS!... maldito nerd… ¡ATCHUS! ¡Te demandaré! ¡ATCHUS!"

—"Confirmado; Robert Noroeste no es un alienígena" –dijo Luis con indiferente sarcasmo.

Después de cruzar la puerta hacia el salón de actos, y de que esta se cierre detrás suyo, el joven Noceda se detuvo al ver a su hermana arriba del escenario con un disfraz de doncella medieval (con un vestido y un sombrero cono verde agua y crema, pero conservando sus zapatos de siempre) y un tenedor de madera en sus manos.

—"Oh dulce daga, dame la muerte" –dramatizó Luz, clavándose el tenedor en el pecho mientras se arrodillaba.

De pronto, la joven Noceda apartó los tirantes de su vestido y, unas largas cadenas de salchichas (que simulaban ser sus intestinos) salieron disparadas desde los costados de su tronco, antes de caer "muerta" al suelo del escenario.

Luis se palmeó la frente mientras todo el personal de la obra se alejaba gritando de sorpresa y miedo por la bizarra actuación de Luz.

—"LA COPA ERA DE LECHE Y TE LA TOMASTE TODA ¿VERDAD, CHINGUENGUENCHA?" –le gritó furioso a su hermana melliza.

[Fin de la escena retrospectiva I]

[Escena retrospectiva II]

Luz estaba terminando de coser la cabeza de una paloma al que parecía ser el cuerpo de una ardilla luego de haberlo hecho con las patas delanteras.

—"Ahora, para un final perfecto… Aliento de arañas" —dijo la chica Noceda con los ojos cerrados, la mano siniestra detrás de su espalda, y el dedo índice de la diestra al aire, antes de abrir (con el dedo índice de su siniestra) el pico de su "bebé grifo".

Luis, que estaba como a medio metro a la derecha de Luz, terminando de coser una almohada celeste con un corazón rosa en medio que decía "Bicho de Abrazos", escuchó lo último que dijo su hermana, volteó a mirarla con ojos de huevo cocido, y exclamó:

—"¡Que de…!"

Pero antes de que el chico Noceda pudiera hacer algo, una variada cantidad de pequeñas arañas negras salieron del interior de la extraña criatura inanimada, causando pánico en toda la clase de arte y manualidades, ya que muchos estudiantes empezaron a gritar mientras arrojaban objetos al aire.

Luis miró a Luz, que ahora estaba cubierta de arañas, con ojos entrecerrados.

—"Por suerte para ti, vine preparado" —dijo fríamente, poniéndose unos guantes de goma blancos antes de agacharse y sacar lo que parecía ser una rana color rosa anormalmente grande de debajo de la mesa-. "Así que quietita".

A la chica Noceda le brillaron los ojos cuando vio al batracio.

—"Cooool".

Luis apuntó la rana hacia Luz. Pronto, el anfibio abrió la boca y lanzó su larga lengua, pegándose a la nariz de la chica Noceda para luego salir disparado de las manos del chico Noceda (gracias a la secreción de su cuerpo) hacia el adorable rostro de la primera.

— "¡LUPHO! ¡QUIBAMEBA! ¡BO BUEBO BESPIBABF!" –imploraba Luz agitando los brazos.

—"¡Sprig! ¡Es la princesa quien debe besarte y no al revés!" —exclamó Luis yendo tras su hermana melliza quien se había echado a correr a ciegas por todo el salón de clases esparciendo las arañas de las que aún estaba cubierta, provocando aún más tumulto. "Definitivamente la ingeniería genética no es mi fuerte" —agregó resignado—. "Tendré que cancelar el proyecto Amphibia".

[Fin de la escena retrospectiva II]

[Escena retrospectiva III]

En la prueba de ingreso al equipo de animadoras, un par de chicas aclamaban a una güera con una raya rosa en medio de su corto cabello luego de verla realizar una perfecta rondada con voltereta, a excepción de Luz, quien solo había estado observando inexpresiva en una postura jorobada.

—"¿Creen que ese es un buen truco? Observen este…" –dijo la chica Noceda dejando sus pompones a un lado para llevarse las manos a los ojos mientras se volteaba por unos segundos, antes de revelar un macabro gesto en su adorable rostro-. "Blip Blup Blip" –agregó moviendo sus doblados parpados con el dedo índice de las manos, asustando a todas las demás aspirantes a porritas, quienes empezaron a gritar y correr en diferentes direcciones.

—"VIERNES Y, YO BAILARE A MI ANTOJO, ME SIENTO LINDA, CON MI VESTIDO ROJO…"

Un estruendoso tema musical que provenía de afuera, rompió los vidrios de todas las ventanas del gimnasio. Sin mencionar, que también hizo que las chicas (incluyendo a la propia maestra de educación física y excluyendo a la chica Noceda) se tapen los oídos, mientras algunas gritaban:

—"¡ME SANGRAN LOS OÍDOS! ¡POR FAVOR QUE ALGUIEN ACABE CON LA MISERIA DE ESE POBRE ANIMALITO! ¡DEJEN DE ARAÑAR LA PIZARRA!"

—"¡WOOO!"—gritó Luz poniéndose a bailar despreocupada y con los parpados ya desdoblados-. ¡NACÍ PARA SER SALVAJE!"

—"LLEGAMOS A LA FIESTA, NOS MIRAN LOS MUCHACHOS, BAILEMOS CHICAS, A PASAR EL RATO, SON TAN MOLESTOS ESTOS CHICOS QUE YO, YA ME ABURRÍ, NOS VAMOS AQUÍ, LA REINA SOY DE ESTE BAILE... ¡OOOOHHH! LAS CHICAS SOLAS ¡OOOOHHH! LA PISTA ES MÍA TODA ¡OOOOHHH! LAS CHICAS SOLAS ¡OOOOHHH! LA PISTA ES MÍA TODA... ¡REINAS DE LA DISCOO!"

La canción era cantada por Luis, quien ese mismo día, estaba a solas en el salón de música, probando su más reciente invento al volumen máximo. Pero como tenía los ojos y oídos cerrados (con tapones especiales), no era consciente del caos y la destrucción que las ondas sónicas de su micrófono inalámbrico con Bluetooth, Karaoke, cinco botones y unos amplificadores incorporados causaban por toda la escuela.

[Fin de la escena retrospectiva III]

—A todos nos gusta que te expreses —le dijo Camila a Luz en tono de preocupación. Luego, se volvió hacia Luis y agregó—: Y tú, últimamente has sido más imprudente de lo normal en todas tus acciones.

— ¿Eso incluye dejar un lanzacohetes en el piso? –preguntó el chico Noceda.

Camila frunció el ceño.

— ¡Dejaste un arma cargada en un lugar donde cualquiera podría robarla! —exclamó molesta.

—El gatillo estaba asegurado, pero Luz descubrió la combinación —se defendió Luis, señalando a su hermana con el pulgar.

Luz rió nerviosa.

Camila suspiró, se puso de pie, y miró a sus retoños con preocupación.

—Escuchen, si no pueden diferenciar la ficción de la realidad, deberán pasar todo el verano aquí —les dijo mostrándoles un folleto que sacó de su bolso.

Los mellizos observaron la portada que decía "Campamento Veraniego de verificación de la realidad" con el lema "Piensa dentro de la caja" con seriedad. Luego, se miraron entre sí, y asintieron con la cabeza antes de voltear nuevamente hacia su progenitora.

—No te preocupes, no vamos a decepcionarte —dijo Luz con una sonrisa decidida.

—No haremos más cosas raras e imprudentes, ¿cierto, Luz? —agregó Luis serio.

— ¡Así es, Luchito! —exclamó Luz poniéndose de pie al tiempo que alzaba la muñeca Azura al aire.

De pronto, la serpiente que la chica Noceda sostenía en su diestra, se abalanzó sobre el director, quien soltó un grito y cayó de espaldas.

— ¡Resista! —exclamó Luis sacando su celular con funda TASER, antes saltar por encima del escritorio.

—Eso no cuenta, ¿verdad? —preguntó Luz mirando a su madre con los ojos como platos, mientras su hermano mellizo forcejeaba entre quejas y electrocuciones con el director y la serpiente en el suelo.

Pronto, los hermanos Noceda se encontraron parados frente a su casa, cargados con sus respectivos equipajes que consistían en un bolso amarillo/azul marino con unas cuantas decoraciones, y un morral de tela color chocolate.

Luz se veía deprimida con los brazos caídos y la mirada al suelo, mientras que Luis a su izquierda, parecía sufrir un colapso mental mirando de frente al vacío con ojos de huevo cocido.

Unos segundos después, se oyó el sonido de una perilla detrás de los mellizos, y la progenitora de estos salió de la casa.

—Oh, mis niños—dijo Camila antes de caminar hacia sus hijos y abrazarlos—. No se preocupen, el campamento de verano solo dura tres meses. Estarán muy ocupados con la contabilidad y aprenderán a… —hizo una leve pausa para pensar llevándose el índice de la diestra hacia la boca antes de agregar—: Apreciar la radio pública… El tiempo pasará muy rápido.

—Pero a nosotros no nos gusta nada de eso. A mí me gusta editar videos musicales animados y leer libros de historias fantásticas. —dijo Luz, sacando el libro "La bruja buena Azura" de su bolso para mirar la tapa—. Y conociendo a Lucho... Él adora construir armas de cacharros, y practicar para ser agente del gobierno —agregó señalando con el libro a Luis, quién sacó una bola de chicle azul del bolsillo de su sudadera y se lo llevó a la boca; mascándolo con el ceño levemente fruncido.

Camila miró a los mellizos con preocupación.

—Mijos, su mundo de ficción los está perjudicando —dijo, mientras Luis y Luz caminaban hacia un bote de basura donde el primero escupió el chicle después de inflar un globo que acabó explotando—. ¿Tienen algún amigo? Uno real. No imaginado, ni dibujado, ni reptiliano o mecánico. El campamento de verano es su oportunidad de hacer amigos, pero… tienen que intentarlo —sonrió llevándose la diestra al pecho—. ¿Pueden hacerlo?

—Sí, mamá—respondieron los mellizos a la vez, antes que la chica del dúo colocase su preciado libro entre los desechos.

Camila apenas tuvo tiempo de seguir mirando a sus hijos cuando oyó un agudo sonido que provino de su bolso.

—Oh, debo ir a trabajar —dijo al sacar y revisar su teléfono móvil. Se acercó a los mellizos y besó sus frentes antes de agregar—: El autobús llegará pronto, avísenme cuando lleguen. Cuídense muchos, mijos. Que les vaya bien.

—Adiós –dijo Luz.

Oui au revoir maman–agregó Luis en francés.

Luz esperó a que su madre se alejara lo suficiente para que no la descubriese metiendo la mano derecha dentro del tacho de basura.

—¿Dónde? ¿Dónde está? —se preguntó, buscando frenéticamente el libro entre los desperdicios.

Luis la miró asqueado y gruñó:

—Qué bueno que traje el desinfectante extra fuerte que hice ayer.

De pronto, los hermanos Noceda oyeron lo que parecía ser un canto y, al dirigir sus miradas hacia su origen, vieron el libro de Azura dentro de una bolsa sostenida en el pico de un búho café que comenzó a huir.

— ¡Ladrón de basura! —exclamó Luz molesta, antes de perseguir al emplumado ladrón.

— ¡Luz, vuelve acá! —gritó Luis siguiendo a su hermana con fastidio—. ¡Vamos a perder el autobús!

Los mellizos corrieron hasta llegar a una casa en ruinas donde el ave entró volando por la puerta abierta, mientras soplaba una espeluznante brisa que hacía volar las hojas caídas de los árboles.

—Bonita casita —dijo Luis sarcásticamente, observando la residencia abandonada con una calma espeluznante-. Como una gran pila de popó.

Luz, quien sostenía la cinta de su bolso con ambas manos, bajó levemente la cabeza en señal de duda por un rato, para después soltar un gruñido con los puños al aire y, antes de que pudiera dar algún paso, Luis le cerró el paso en pose de estrella al darse cuenta de su intención.

—Nah-ah, ni hablar –le advirtió serio.

Sin pensarlo dos veces, la chica Noceda le propinó una patada, y se echó a correr hacia la casucha.

—OUOUOUUUUUUU —aulló Luis cual perro herido con las manos en la entrepierna.

—Lo siento, Lucho —se disculpó Luz cruzando la puerta.

Una vez recuperado del dolor, y molesto, Luis siguió a su hermana hacia dentro de la casucha.

— ¡Regresa y pelea, Lucinda!

Si alguien más hubiese estado afuera, y este o esta, tuviese problemas cardiacos, habría muerto instantáneamente del susto al ser testigo de una luminosa explosión dorada que provino de adentro de la inhabitada casa, una vez cerrada la puerta detrás de los mellizos Noceda.