De nuevo se mordió la lengua, y siguió mirando el panorama que le brindaba ese ventanal de ese edificio. Hace algunos minutos, por las cámaras de seguridad a las que tenía acceso, vio cómo un taxi, dejaba en las puertas del acceso principal a esa mujer que desde hace años perturbaba su mente y corazón.

Lo saco de sus pensamientos el estruendo de la puerta enorme de madera, impactándose sobre una de las puertas. Sabia quien era esa persona. De nuevo contuvo un suspiro y se giró lentamente a donde estaba la persona recién llegada.

-¿No crees que es muy temprano, para venir a joderme Hakari? Nos vemos ayer en la cena, en la casa de los Gojo.-

El recién llegado, azoto la puerta. La manera en la que él la cerraba, haciendo que la persona que veía a Hakari, rechinara los dientes. Una clara muestra de que estaba perdiendo la paciencia. Camino hacia el inmenso sofá que estaba a lo largo de un montón de pantallas, que mostraban las actualizaciones de los mercados bursátiles nacionales e internacionales, además de las novedades que habían en el mundo de la repostería. Se recostó en el mueble a lo largo y se puso los antebrazos como almohada.

-Es raro que nombres a los Gojo, como si fueran unos extraños. Te recuerdo que tú también eres uno Kashimo. Solo porque tengas un apellido diferente, no te excluye de ser uno. La prueba está en que eres idéntico a uno de ellos, mírate a ti y a tu...-

-No me lo recuerdes...-

la voz sombría de Hajime hizo que Hakari se callara enseguida. Sabia que el hombre estaba a punto de descargar el malhumor que cargaba, y estaba intentando contener desde que entró a su oficina. En otra ocasión lo seguiría hostigando para que ese sujeto explotara, le era muy divertido. Lo veía como un espectáculo, porque, sería como ver a Satoru molesto. Desde que conoció a los primos Gojo le fue confuso observar que a pesar de que los dos eran casi idénticos, sus personalidades eran opuestas, aunque la única afinidad que compartían era su gusto por las mujeres.

-Está bien, esta ocasión, no vengo con la intención de pelear. Vengo a invitarte a mi fiesta de compromiso con Kirara. Es hoy por la noche, en un restaurante que está en el centro de la ciudad. Se que es inesperado, pero ya conoces a Kirara. Lo hizo que el en cuestión de días y hoy me aviso.- Vio que Kashimo estaba a punto de hablar, así que decidió interrumpirlo.- Y si... tanto tú como Satoru están invitados, no puedo elegir a uno sobre el otro, así que, ya resolví ese problema. Le pedí a Kirara que los sentara en los extremos del restaurante.

Hajime asintió, dándole a la entender al hombre que estaba delante de él que iría. Iba a preguntarle sobre otras cosas, cuando un golpecitos delicados en la puerta, lo desconcentraron. Sabía muy bien quien tocaba la puerta de esa manera. Ni siquiera tuvo tiempo para molestarse, cuando el imbecil de Hakari le dio el permiso para que entrara. Solo pudo quedar hipnotizado por la belleza que se esa mujer desprendía. Nunca había creído en las idioteces del amor a primera vista, pero eso cambió cuando conoció a Miwa Kasumi, la mujer que no podía sacar de su cabeza día y noche.

-Perdón por interrumpirlo, señor Kashimo.- la mujer, se asomó por la puerta y de manera tímida, le habló.-Solo venia a disculparme por llegar tarde y a avisarle que el teléfono intercomunicador, tiene una avería. Voy a bajar con el técnico. Para que pueda repararlo. Si necesita algo, no dude en enviarme un mensaje a mi celular.

-No se moleste señorita Kasumi. La necesito hoy conmigo, quiero que me ayude a revisar algunas propuestas que llegaron para el abastecimiento del chocolate y el lácteo. Así que no se esfuerce en bajar, puede hacerlo cuando nos desocupemos, desde mi teléfono. Vaya por la tableta, para que haga algunas anotaciones.-

La mujer de cabello cian, solo asintió y se retiró de manera diligente, cerrando la puerta detrás de ella. Dejando a los hombres en un silencio incómodo para los dos.

-Siempre me ha sorprendido el poder que tiene esa mujer sobre ti, reconozco que cuando la vi por primera vez me volvió loco. Ese cuerpo y esa cara de ángel volvería locos a cualquiera, pero nunca imaginé que el efecto sería más grave en ti Kashimo.

Hajime dejo de ver embobado la puerta por donde se había marchado Kasumi y de inmediato fulminó con la mirada a el hombre que seguía recostado en el sillón. Al parecer, eso fue suficiente para que Hakari se levantara de inmediato del sillón y comenzara a acercarse a la salida.

-Por cierto me he enterado que Utahime, expondrá una situación en recursos humanos que tiene que ver con Kasumi. Al parecer la quiere de regreso y está pidiendo muchos favores, para que eso suceda pronto.

Kashimo arqueó una ceja intrigado, no había manera que Utahime lograra eso. El que había pedido muchos favores para que Kasumi se quedara como su asistente, fue él. No había con más poder que la familia Gojo, los demás trabajadores, aunque tuvieran el puesto de directores no tenían el poder de modificar la plantilla de trabajo, a menos que alguien de los Gojo le diera ese poder a Utahime. Su mueca pasó de una sonrisa arrogante a una mueca de sorpresa. El único con el interés de alejar a Miwa de su lado, era el imbecil de Satoru.

Intento respirar profundo y contó hasta el número veinte, pero no estaba funcionando. El manejo de esa situación para él no era la mejor. Trato relajarse de nuevo. Kasumi llegó a convertirse en la mujer más importante para el. Al principio solo quería a su lado, para molestar a su primo, pero poco a poco la convivencia forzada con ella, fue enseñándole que Miwa era una mujer formidable, reconocía que al principio solo le atraía su apariencia, pero ahora todo era muy diferente. Amaba a Miwa Kasumi, y se aferraría a que ella siguiera a su lado. Estaba seguro que Satoru solo estaba obsesionado con Kasumi, porque quería acostarse con ella. La rivalidad que los dos mantenían desde que eran adolescentes, los llevaba a competir por estupideces. En este caso, era algo muy diferente, esa mujer era importante para él y no dejaría que Satoru y su actitud infantil lo arruinara.

-Siempre me ha impresionado la capacidad que tú y Satoru poseen para deducir las cosas de una manera tan rápida. Te diste cuenta muy rápido. No deberías molestarte Kashimo, si llegaran a reasignarla de nuevo con Utahime la seguirás viendo. Recuerda que ella, tiene muchos viajes de comisión contigo.-

-Los mismos que tiene con Satoru. Se muy bien que ese imbecil quiere acostarse con ella, y hará todo lo posible para que yo no esté q su alrededor, aunque ya veremos hasta donde llegan los intentos de su primo de regresarla a lado de esa mujer histérica.-

Los dos hombres se callaron de inmediato al escuchar que de nuevo tocaban la puerta. Kashimo gritó un adelante. Kasumi, entró de nuevo ahora con el dispositivo abrazado a su pecho. Últimamente se cuestionaba, cómo podía verla más hermosa de cada día. Se relajó. Le hizo una seña a Miwa para que entrara y Hakari aprovechó para retirarse, sin antes hacerle una señal pícara al peliblanco, este solo hizo una mueca que mostraba su irritación, pero compuso su semblante, para que la mujer a su lado no lo viera de esa forma. Los dos se sentaron y diligentemente comenzaron a trabajar. Los dos hacían un buen equipo, al parecer por el trabajo que tenía pensado terminar en un día, lo haría en tan solo unas horas.

-Señorita Kasumi, quiero que mañana contacte al representante legal de la empresa de chocolate en Bélgica. Sobre el lácteo, aún no estoy convencido de estas propuestas, así que lo someteré a consideración de los miembros de la junta.- Vio el enorme reloj digital, que estaba colgado en la pared y se sorprendió, faltaban quince minutos para que la hora de la comida terminara, a veces le sorprendía como pasar el tiempo haciendo lo que le gustaba y además hacerlo en compañía de Kasumi, era como dar un parpadeo. Vio cómo la mujer que estaba sentada delante de él, anotó diligentemente todo lo que él le indicó.

-Entendido, ¿Se le ofrece algo más, señor Kashimo- se levantaba de su asiento mientras le preguntaba a su jefe, sabía que la hora de la comida se le había pasado, además de que vio disimuladamente su celular y se sorprendió de ver 47 llamadas perdidas y algunos mensajes. Trago saliva e intento relajarse, sabia que tendría un reprimenda en algunos minutos. Trato de disimular su nerviosismo. Su jefe siempre le recordaba en apariencia al hombre que amaba, así que suponía porque a veces se sonrojaba cuando él la veía fijamente o se acercaba para hablarle.

-Por el momento nada más Señorita Kasumi. Me disculpo por extenderme hasta la hora de la comida. Tómese el resto de la tarde libre. Mañana terminaremos los arreglos para la junta a la que voy a convocar. Así que, si quiere podemos ir a-

El peliblanco no pudo terminar la propuesta donde la invitaba a comer, cuando la puerta de su oficina se abrió abruptamente. Estaba seguro que hace unas horas la dejo asegurada, para que nadie los interrumpiera. La puerta de su oficina sólo abría con una tarjeta magnética que solo Kasumi y él tenían en su poder, además la uña llave maestra que su abuelo les había dado a él y Satoru. Frunció el ceño de inmediato y se puso de pie al verlo.

-Bueno, Bueno. Perdón por interrumpir a mi primo favorito, pero como te encerraste con la Señorita Miwa, además de que la extensión está inservible, no había como comunicarte que mi padre quiere hablar contigo. Así que, por favor. No lo hagas esperar más.- sin más se giró y se fue de ahí.

Kashimo tomó su celular, y corroboró que lo que le dijo ese idiota era cierto, tenía una cantidad de llamadas perdidas, además que asumió que como el teléfono de su asistente no servía, entonces el de él tampoco estaba en servicio. Tomo sus cosas y se dirigió a la puerta que seguía abierta. No sin antes tomar la mano de Miwa, en señal de agradecimiento por lo de hoy, además de una excusa para tener contacto con ella.

-Tenia pensado invitarla a comer para disculparme, por quitarle la hora de su comida. Espero que en otra ocasión acepte salir conmigo para comer. Hasta mañana Señorita Miwa, vaya a descansar. El día de mañana nos espera un día muy pesado. Sin mas salió, rápido de la oficina para dirigirse al ascensor, su tío estaba en el último piso, estando el en penúltimo piso, no tardaría mucho en subir, tal vez Satoru también estaría con su tío. O tal vez estaría en su oficina. A pesar de que los dos estaban en el mismo piso, cada uno tomaba elevador diferente, para verse lo menos posible. Aunque a él le beneficiaría que su primo estuviera ahí, para dejarle muy claro que no permitiría que Utahime, intentara llevarse a Miwa de nuevo como asistente. Con ese pensamiento de lucha subió aún más motivado.

Miwa guardaba de manera mecánica sus pertenencias. Gojo Satoru ni siquiera le había dedicado una mirada. Suspiro. Nunca había entendido, porque Gojo tenía tan mala relación con su primo. A simple vista el señor Kashimo era una persona arrogante y muy poco cortes, pero ahora que trabajaba con el, se dio cuenta que solo era una persona poco sociable, pero tenía su lado amable. Los Gojo eran así, escondían sus cosas buenas o más bien eran los primos Gojo, el padre de Satoru, era muy diferente a su amado. Sin poder evitarlo de nuevo estaba desanimada, en el trabajo, se conformaba aunque sea con las miradas que le dedicaba en el peliblanco, en estas ocasiones era en las que se arrepentía de haberle pedido ocultar su relación ante todos. Miwa le había pedido eso Gojo, por todos los prejuicios que tendrían que enfrentar, desde la diferencia de clases sociales además de la diferencia de edad. Debía mantenerse serena. Ayer Satoru le había hecho el amor dulcemente, diciéndole en todo momento que la amaba, así que no debía preocuparse, los sentimientos no cambiaban de un momento para el otro. Con ese pensamiento comenzó a caminar con dirección a la oficina de Satoru, aunque sea para despedirse. Sabia que el tenía mucho trabajo. Toco su puerta de manera tímida y espero unos segundos, al parecer no estaba. Se giró decepcionada y comenzó a caminar hacia el elevador que la llevaría a la planta baja del edificio.

Le pareció escuchar el click de la cerradura, indicándole que la puerta estaba abierta. Volvió a girarse emocionada, pero solo sintió que era tomada rápido del brazo, todo fue muy rápido, cuando se dio cuenta y estaba dentro de la oficina de Satoru y el debitándole la boca como él sabía. Ella de inmediato comenzó a excitarse, sabia que cuando él la besaba así no habría delicadeza. Le encantaba cundo Gojo la tomaba de esa manera.

-Parecía que nunca saldrías de la oficina del idiota de Hajime. No sabes la necesidad que tengo hoy de ti. Lo siento Kasumi, no hay tiempo para preliminares, en este momento te voy a follar, duro.-

Sin esperar la respuesta de nuevo le devoró la boca, sus manos se ocuparon de nuevo a pellizcar los pezones de la mujer que se estaba derritiendo en sus brazos. Como pudo aseguró bien la puerta, aunque sabía que nadie los molestaría en un rato, quería extremar precauciones. Como pudo llevo a la peliazul, al amplio sillón que a veces ocupaba como cama. En el trayecto aventó todo lo que le impedía tener contacto pleno con Miwa.

Le arrancó prácticamente la blusa, el brasier, se lo sacó de manera magistral, la falda se la subió a la cintura y prácticamente le desgarró las medias, hasta que quedó totalmente a su merced. La puso en el sillón él solo se bajó el pantalón como pudo junto con los bóxers y se sacó el pene erecto. Miwa de pronto se quitó la ropa interior, y se abrió de piernas, mostrándole a Satoru lo dispuesta que estaba.

-Aquí, ponlo aquí.- Esto lo decía en el calor de la excitacion, sabia que cuando ellos terminaran no lo podría mirar a los ojos, aunque sabía muy bien que a Satoru le encantaba que le hablara de esa manera, cuando tenían sexo desenfrenado.

Satoru ya no podía más, se abalanzó hacia la peliazul, entrando en ella de una sola estocada. Comenzó a follarla como él le había advertido. Y eso la excitaba aún más. La puso en posiciones diferentes y que a ella le seguían pareciendo obsenas , pero sabía muy bien que a él peliblanco le encantaban. Miwa llegó primero a su anhelado orgasmo, seguido de Gojo que disparó su semilla, sin ningún remordimiento. El peliblanco espero algunos segundos para recuperarse, entonces comenzó a besarla de nuevo, aún no era suficiente, tenía que tenerla de nuevo.

-Aunque me fascina escuchar tus dulces gemidos, trata de no hacer mucho ruido. Recuerda que aún no estamos solos.- Kasumi asintió apenada, aunque esa timidez pasó a otro plano cuando Satoru comenzó a embestirla. Él se acercó para besarla y así de cierta manera contener sus gemidos.