MOOSE
Todos los personajes pertenecen a S. Meyer; la historia es mía.
Capítulo 1
Estaba mortalmente obsesionada con él, de verdad. Se movía grácilmente por la barra. Diablos, ¿era posible que alguien se viera tan sexy mientras shakeaba algo? Se estaba mordiendo los labios concentrado mientras miraba hacia los diseños de la pared que estaban detrás de la barra. Sus bíceps eran lo mejor que había visto y estaba prendida de su cabello bronce que parecía siempre despeinado. Incluso esta era la tercera vez en dos semanas que pisaba este antro con tal de verlo trabajar.
—Tierra llamando a Bella.— Emmet McCarthy me sacudió de mi estupor, haciendo que casi se cayera mi daiquiri.
—Idiota, casi tiro mi bebida.— Le di un sorbo.
Estábamos sentados en una mesa que daba la vista directo hacia la barra, esperando a nuestros amigos Alice Brandon y Jasper y Rosalie Hale. Rosalie era novia de Emmett mientras que Alice y Jasper también lo eran. Formábamos parte del mismo grupo de amigos, siendo Emmett y yo mejores amigos desde la secundaria ya que ambos solíamos vivir en la misma ciudad, y ahora los dos estudiábamos negocios en la uDub, mientras que Rosalie y Jasper estudiaban leyes. Alice era un poco más liberal, estudiando arte.
—Me pregunto qué te tiene tan distraída.— Dijo.
—Nada en especial, ya sabes, la escuela— Mentí rápidamente —. El viernes es ese estúpido examen con el señor Mason y no he estudiado nada.— Casi gruñí.
—Bueno, me sentaré a tu lado.— Rápidamente añadió —Debe servir de algo tener al cerebrito de la clase pasándote las respuestas.
Rodé los ojos ante su falta de humildad. Emmett era un jodido genio, sin problemas era uno de los mejores promedios en la facultad y siempre estaba inmiscuido en talleres y proyectos escolares. Yo por el contrario no era de las mejores aunque ciertamente no me iba a mal, solo que no me gustaba inmiscuirme en cosas extracurriculares, aunque bien sabía que eso era bueno para cuando saliera de la universidad. Emmett, a pesar de que era un cerebrito, solía salir mucho conmigo y mientras él podía perfectamente tomar todos los exámenes sin estudiar, yo siempre necesitaba poner un poco más de atención en eso.
—Sí, por supuesto, no iba a dejar que mi mejor amigo se sentara solo— Le guiñé el ojo—. Probablemente ibas a necesitar mi chispa para pensar más claramente."
Él se rio.
—Cuando lo tienes, lo tienes, nena.
Me reí también, pero algo enfrente de mi me distrajo, más bien alguien. El chico de la barra estaba mirando hacia mi dirección como si buscara algo, pero no directamente hacia mí. Volví a quedarme embobada viéndolo, pareciendo seguramente una estúpida. Esa camiseta realmente le iba muy bien ¡y solo era su jodido uniforme!
Emmett se giró hacia mí, volteando a ver a la misma dirección que yo lo hacía.
—Ya deberías hablarle.
Me ruboricé, avergonzada. Si alguien como Emmett se había dado cuenta de mi fascinación, es que estaba siendo demasiado obvia. Él usualmente era muy inteligente, pero se distraía con facilidad. Traté de distraerlo.
—Lo haría, pero aún no se me suben los drinks— Me reí, señalando mi bebida—. Los cocteles de aquí son realmente buenos.
—Oh, vamos, Bella— Emmett puso los ojos en blanco ante mi obvio intento de cambiar de tema—. ¿Cuándo has necesitado esa mierda para hablarle a alguien?"
—No lo necesito. Solo no me gusta lo suficiente para hablarle.— Mentí.
—¿Ah, sí? ¿y entonces solo así de repente te gusta venir a Moose, no? Y siempre nos sentamos en la misma mesa, con la vista hacia la barra.
Mierda.
Me encogí de hombros restándole importancia.
—Es el antro universitario por excelencia.
—Te gusta.
—Me gusta beber.— Sonreí.
Él rodó los ojos hacia mí.
—Bella…
—Y el cigarro.— Añadí.
—A mí también— se rio—, pero me refiero al tipo. Estoy seguro de que lo conozco, no sólo de aquí. Pero no puedo recordarlo.
—No tiene importancia, Em.— Suspiré, terminando lo que quedaba de mi daiquiri.
—¿Y si voy yo y te consigo su Instagram?
—¿Qué? No, cómo crees.— Abrí los ojos, sorprendida.
—¿Qué tiene?— Me preguntó.
—Va a creer que le gustas.
—Me aseguraré de demostrarle que no soy gay— soltó una carcajada—. Le diré que es para ti, luego te señalaré, quitarás esa cara de perra que siempre tienes y usarás la cara bonita. Una que diga fóllame, por favor.
—No tengo cara de perra, tarado— rodeé los ojos—. Es mi cara usual.
Emmett se encogió de hombros.
—¿Entonces?
—No sé, Em. Ni siquiera lo conozco.
—De eso se trata, boba.
Lo pensé seriamente por un minuto. Emmett solo se acercaría, le pediría el Instagram al barman sin nombre y él me voltearía a ver, le alzaría la mano y le sonreiría y luego ya estaría todo hecho. Realmente mi mejor amigo me había facilitado las cosas, sin eso yo nunca me hubiese atrevido a hablarle, ni siquiera con mi personalidad de por si extrovertida. El extraño me gustaba tanto que incluso me hacía sentir cohibida. Apagué el cigarro que tenía en la mano (que ya se estaba acabando de por sí) y le asentí a Emmett.
—Mmmh, bueno, está bien, ¿qué tiene de malo?— Finalmente le dije, intentado sonreírle.
Emmett se levantó sin siquiera contestarme y yo lo seguí con la mirada, a pesar de que había mucha gente. Cruzó los sillones azules que estaban a mitad de la pista y se perdió entre la multitud. Alisé mi vestido corto color rojo que tenía un escote bonito y descubierto en la espalda y también me puse labial de nuevo para verme bien, por si acaso. Volteé a ver a la barra, pero el lindo chico de ojos verdes ya no estaba allí. Tal vez se había ido o ya había acabado su turno. Que me jodieran si eso no era una señal del cielo que él no era para mí. Pero entonces ¿por qué Emmett tardaba tanto?
—¿Me buscabas?— Una voz gruesa me habló desde mi espalda. Volteé, sorprendida. El caliente barman estaba justo detrás de mí, mirándome con una sonrisa torcida. Sus ojos mostraban su diversión. Traía una gorra blanca y con la camisa negra de manga corta que decía "MOOSE" en letras azul neón podía ver el tatuaje de un dragón que cubría todo su antebrazo izquierdo. Me sorprendí, no me había dado cuenta de que era muy parecido justamente al que yo tenía en el antebrazo derecho, sólo que el mío era rojo y el de él era negro.
—Hola— le sonreí de regreso, coqueta—, me parece que te llegó mi recado.
—Algo así— me dijo—. Tu amigo jura que estabas interesada en hablar conmigo, así que aquí estoy.
—En general, sí, lo estoy. Me llamo Bella, ¿y tú?
—Edward Cullen.
Le di la mano y enseguida me la devolvió. Sentí un cosquilleo familiar, ese de la excitación por un momento esperado; sabía que no sólo yo lo había visto desde semanas atrás, simplemente había sido en la primera en actuar, por así decirlo.
—Un gusto, Edward.— Saboreé el nombre entre mis labios.
—Y bien, ¿eres de por aquí?— Traté de no rodar los ojos ante su intento de sacarme información, en cambio le di una mirada divertida.
—Sí, bueno, estudio aquí en Seattle si a eso te refieres.
—¿Ah sí? ¿en dónde?— Me miró interesando.
—UDub, segundo año.— Sonreí un poco avergonzada. No quería que él se hiciera a la idea de que yo formaba parte del grupo de ovejas borrachas que llenaban Moose desde el miércoles hasta el sábado, pero tenía que admitir que yo era un poco de eso ahora. Edward probablemente lo sabía, puesto que trabajaba justamente ahí, podía imaginar que conocía perfecto la forma de ser de los universitarios. De hecho, la mayoría de los que trabajan en Moose seguían estudiando, tenía entendido que el dueño era muy liberal y le gustaba apoyar a los estudiantes, el concepto en sí del antro era muy juvenil. Era barato, pero bonito, se podía decir que hasta casi elegante. Tal vez por eso era el más popular entre universitarios en todo Seattle.
—¿Y tú? ¿estudias?— Ahora yo inquirí.
—En realidad, sí, también en la UDub— me sonrió—, pero yo ya voy en sexto semestre, en la facultad de ciencias administrativas.
Abrí los ojos, sorprendida. Ahora entendía por qué Emmett me había dicho que se le hacía conocido.
—¿De verdad? Esa es mi facultad, ¿acaso estudias negocios?
Eso pareció sorprenderlo también.
—Finanzas, en realidad. Parecido.
Jesús, ¿realmente había tenido a este Dios junto a mí los primeros 2 años de mi vida escolar y jamás lo había visto? Eso parecía simplemente no creíble.
—Bueno, es una facultad grande. Tal vez por eso nunca nos hemos visto por ahí.— Dije finalmente.
Él asintió.
—Aunque no estoy seguro cómo es que pude estar ahí durante tantos meses y no verte — me dijo, por la expresión de su cara era como si no tuviera sentido—. Hubieras llamado mi atención desde el primer instante si te hubiese visto."
Esa insinuación había sido demasiado obvia. Sí le interesaba. Me mordí el labio, decidiendo si dar el primer paso sería lo correcto. Bueno, al diablo.
—¿Tienes algo que hacer después del trabajo?
No era tonta, sabía que Moose siempre cerraba alrededor de las cuatro de la mañana, por lo cual sería muy tarde ya para salir a dar una vuelta solamente; tenía la esperanza de que me llevara a su departamento o viceversa. Yo casi siempre me quedaba hasta el final de la noche, a mí y a mis amigos nos gustaba un poco el exceso. Lamentablemente algunas veces para el término de la salida estaba tan borracha que no le prestaba atención a mi barman favorito, del cual ahora tenía un nombre. Hoy sería la excepción.
Él se quedó pensativo y luego hizo una mueca, como si hubiera recordado algo.
—En realidad, sí estoy ocupado después del trabajo— se encogió de hombros, disculpándose—. Pero…
—¿Ajá?— dije, tratando de no sonar esperanzada, tampoco le iba a rogar.
—Podemos vernos mañana, si quieres.— Me sonrió, de repente luciendo muy tímido. Me sorprendí de que se tomara el atrevimiento de invitarme a salir, aunque hubiera dejado en claro ya que le llamé la atención, parecía un chico que generalmente no haría eso.
—Claro, eso estaría bien para mí.— Me mordí el labio, mirándolo intensamente. Con él volvía Bella coqueta, este hombre me tenía loca, no solo sexualmente hablando. Realmente sentí una conexión cuando lo toqué, y creía que podría llevarlo a más fácilmente; nunca me había sentido de esa forma antes.
Él volteó la mirada un momento, viendo hacia mis espaldas. Su sonrisa se borró y de repente se puso un poco incómodo.
—Emm, bueno, ya me están hablando para que regrese a la barra. ¿Me prestas tu celular?
Le sonreí.
—Sí, claro.
Le pasé mi celular y el abrió la app de notas, donde escribió su Instagram y su número telefónico.
—Espero tu mensaje.— Me sonrió.
—Adiós, Edward.
—Adiós, Bella.— Se fue.
Bueno, eso había sido raro. Primero el tipo era todo sonrisas y luego esa tensión. Me encogí de hombros y tomé un vaso nuevo de la mesa, poniéndole hielo, un poco de ron de mango y refresco de toronja. Emmett apareció a mi lado casi al segundo.
—Bueno, nena, eso fue genial. Los vi desde lejos.— Le rodé los ojos.
—Quedamos en salir mañana.— Le dije sonriendo. Emmett lució sorprendido.
—Creí que sólo le pedirías su Instagram y esas mierdas, luego suspirarías por él una semana y lo dejarías pasar.
—Generalmente eso hubiera hecho, pero esto es diferente, o bueno, lo sentí.— Me encogí de hombros, despreocupada.
Yo nunca había puesto especial atención en los hombres desde que entré a la universidad, había usado la mayor parte de mi primer año en salir a fiestas y conocer a mucha gente, pero nadie había llamado mi atención. Tenía vicios que mantener y salir seguido me llenaba los vacíos idiotas que tenía, dejando de lado que siempre estaba demasiado asustada en dejar entrar a alguien. Pero por alguna extraña razón, que no tenía nada que ver con la cantidad de alcohol que había en mi sistema, con Edward, bueno, él había sido diferente.
—Eso es nuevo.— Emmett me sonrió, sin hacer ningún comentario realmente profundo al respecto. Esa era una de las razones por las cuales él y yo podíamos ser mejores amigos, nunca me juzgaba y sólo opinaba cuando yo realmente lo necesitaba, de otro modo, sólo me seguía la corriente.
Nos sentamos juntos, hablando aún con nuestras bebidas en mano; la música hoy era desastrosa pero no podía culpar al Dj, era miércoles.
—Maldito tráfico de mierda.— Una enojada Rose se abrió paso entre la gente hacia nosotros, con Alice y Jasper detrás de ella tomados de la mano. En cuanto nos vio, su expresión cambió a una sonrisa— ¡Osito!
Rose se aventó a los brazos de Emmett, que la recibió con una sonrisa. Diablos, al pobre hombre le salían corazones de los ojos.
—Hola, Rosie.
Rosalie lo besó profundamente, en unos de esos besos que te hacen querer mirar hacia otra parte, y luego me volteó a ver.
—Emmett me estaba contando por mensaje de tu amigo, el barman— sonrió alegre—. Así que, ¿quién es?
Negué con la cabeza, divertida. Entre Em y ella no había secretos y yo estaba bien con eso, de hecho, ella era como mi mejor amiga también, sólo que no tenía el título realmente. Rosalie podía llegar a ser una completa perra como yo, pero me quería y hacía esa distinción.
Señalé con la cabeza hacía la barra, que estaba vacía de clientes, donde se veía un fastidiado Edward hablando con una mesera bajita y regordeta de cabello rubio rizado, que lucía algo enojada. Él le rodó los ojos y me reí a la distancia.
—Es él, el de gorra blanca.— Señalé.
Rosalie asintió en aprobación.
—Es guapo.
—¡Hey!— Emmett se quejó.
—Pero no tanto como tú Osibuu. — Se rio. Ella estaba sobre sus piernas así que lo abrazó más fuerte. Puse los ojos en blanco.
—Tiene razón, Osibuu.— Me burlé.
—¿Qué te dijo?— Inquirió Rose.
—Bueno, sólo hablamos unos minutos, pero descubrí que estudiamos en la misma facultad, sólo que él es un año mayor.
Emmett lució sorprendido.
—Ah, por eso estaba seguro de que lo conocía de otro lado. Seguramente lo he visto.
Me encogí de hombros, despreocupada.
—Sí, eso fue lo que pensé. También me invitó a salir mañana.
—¿En serio? ¡eso es genial, Bells!— Alice dijo finalmente desde que había llegado. Había pasado la mayor parte del rato succionándose el rostro con su novio, Jasper. Era asqueroso.
—Sí, sí, es lindo, creo. No sé, me gusta.— Sonreí.
—Y bueno ¿tienes su Instagram?— Rosalie continuó.
—Ah, sí, mira.— Le pasé mi celular en la app de notas donde él había anotado su usuario. Ella sacó el suyo y comenzó a buscarlo, yo no lo había hecho porque estaba ocupada hablando con Emmett y luego todos nos habían interrumpido, así que no lo hice. Pensaba comenzar a seguirlo mañana, después de todo ya no quería seguir bebiendo si iba a salir con él, así que por hoy no habría exceso, evitaría a toda costa la resaca.
Entonces Rosalie comenzó a reírse fuertemente.
—Ese hijo de perra.
La miré, confundida.
—¿Qué?
—Veelo tú misma.
Bueno, su Instagram era público. Y vaya que lo era. Tenía fotos en Moose preparando alguna bebida desde detrás de la barra, en la ciudad, hasta una foto en la facultad, justo enfrente de las escaleras principales del edificio, pero eso no fue lo que llamó mi atención, sino las fotos más recientes y las destacadas. Él frente a un espejo de una tienda de autoservicio con una chica bajita de cabello rubio, él besando a la chica, las manos de él y ella formando un corazón. Incluso en sus highlights tenía una foto destacada con un nombre de mujer y un emoji de un pollito. Era deprimente.
—¡Tiene novia!— Chillé enojada.
—Sí y, Bella, mierdaaaa— chilló Rose—. ¡Ya sé quién es!
Bufé, demasiado crispada para tomarlo con humor.
—¿Quién?
—Bella, él es hijo de Carlisle Cullen, dueño de Cullen , ¡el mejor buffette de abogados de toda la ciudad! He estado aplicando para hacer mis prácticas allí en mi último semestre prácticamente desde que entré a la universidad. Este tipo se pudre en dinero, me pregunto por qué trabajará aquí.— Dijo pensativa.
—¿En serio te preguntas por qué trabaja aquí y no porque obvió el hecho de que tenía novia?
—Bueno, es obvio que le gustas. Si no hubiese querido que te enteraras ni de broma te hubiese dado su Instagram— Rose rio—. Está dejándolo todo en tus manos.
Puse los ojos en blanco.
—Bueno, no hay manera de que le vaya a volver a hablar, jamás.
—¿En serio? Yo te veía muy interesada hace dos minutos. Aparte sólo son novios, no están casados ni nada.— Rose se encogió de hombros, como quien no quiere la cosa.
—Que aburrida, Bella. Se ven calientes juntos, yo que tú, lo intentaría.— Emmett estuvo de acuerdo con Rose. Era muy fácil ver por qué eran pareja, sus mentes la mayoría del tiempo giraban hacia el mismo lugar.
—No sé, Bells…— Alice dijo—. Yo no lo haría, no me imagino lo que yo sufriría si mi Jazzy me hiciera algo así.— Jasper a su lado asintió.
—No creo que sea correcto.— Añadió, como siempre de acuerdo con Alice. Dios, parecían lapas, a veces su exceso de dependencia el uno con el otro me incomodaba. Ni siquiera entendía por qué seguían viniendo a los antros con nosotros, si sólo se la pasaban pegados viéndose a los ojos. Pero a pesar de que me fastidiaban un poco, sabía que tenían razón.
—Lo sé, Alice. No le hablaré. No soy esa clase de perra.— Me reí, tratando de no lucir demasiado decepcionada. Genial, el primer chico que me gustaba desde la preparatoria y tenía novia, esa tenía que ser mi suerte. Todos a mi alrededor rieron aliviados de que no le tomara mucha importancia al asunto, excepto Emmett, que achicó sus ojos viéndome, pero no me dijo nada. Se lo agradecí silenciosamente.
—Bueno, pues una ronda de shots no le hace daño a nadie, ¿o sí?— Rose dijo, tratando de aligerar el ambiente y guiñándome un ojo. Le di una sonrisa.
—Por supuesto, ya estaba esperando a que lo dijeras.
Después mi descubrimiento y ese momento con mis amigos algo incómodo la noche transcurrió lenta, puesto que yo no quise seguir bebiendo. El vaso que tenía en la mano izquierda lleno de refresco con ron era básicamente de adorno. Había tratado de no mirar a Edward demasiado ya, pues mi decisión estaba tomada.
Acababa de encender un cigarro cuando una mesera se plantó frente a mí. Le di una calada antes de voltearla a ver, dándole toda mi atención. Sus lentes casi ocupaban el tamaño de su cara, pero traté de no reírme al respecto.
—Así estamos bien, gracias— le dije, ya que era la única que no tenía su boca conectada a su pareja. Mis amigos continuaron en lo suyo—. Aunque, ¿puedes traerme otro cenicero? Este está hecho un desastre.— Señalé al platito lleno de cenizas que estaba en la mesa.
Pero la mesera ni siquiera se movió.
—¿Tú eres la chica que hablaba con Edward hace rato?
Me sorprendió su pregunta, pero asentí.
—Supongo que sí, ¿por?
—Bueno, no quiero que te vuelvas a acercar a él.— Dijo, cruzando los brazos y viéndome con el ceño fruncido como si fuera una puta.
Alcé las cejas, sorprendida y después de un momento comprendí. Era la novia de Edward. Por supuesto, ya la había visto antes, peleando en la barra con él porque seguramente lo había visto coquetear conmigo. Y luego, también la había visto en las fotos de su Instagram, solo que en ellas parecía más alta y menos gordita y, por supuesto, no traía esos feos lentes.
Me levanté de mi asiento, haciéndole frente. Yo no era muy alta pero ella tampoco, y con los tacones que llevaba le sacaba al menos 10 centímetros. La miré, entre divertida por su atrevimiento y enojada por la forma en la que me había hablado.
—Bueno, eso deberías decírselo a él, ¿no?—me reí—. Estaba muy interesado en platicar conmigo también.
Sabía que estaba actuando como una perra, pero la mezcla del mal humor y el alcohol me estaba pasando factura.
Al levantarme había llamado la atención de mis amigos, que ahora miraban la escena confundidos.
—Él no está interesado en ti, tonta— me dijo, parecía que ese era el mejor insulto que podía dar—. No creas que no te he visto desde semanas anteriores, con los ojos puestos en mi novio, pero créeme que eso no va a pasar.
Vaya, la niña tenía agallas.
La miré, riéndome.
—¿Y quién dijo que eso no va a pasar? ¿Tú? No sabía que Edward era un perrito que tenía dueña.— Añadí divertida. Por supuesto, yo sabía que nunca lo intentaría con él, más por respeto a mí que a ella, pero eso no tenía que saberlo. Era divertido verla ponerse roja del enojo.
—Mira, si tú vuelves a acercártele yo…— Amenazó.
—¿Tú qué?— Pregunté, divertida.
Entonces, y debo añadir que no lo vi venir, la perra de cabello rubio tomó el vaso que tenía en mi mano izquierda y me regó su contenido en el vestido. Estaba frío.
—¡Tú, hija de…! ¡Era nuevo, estúpida!— Chillé, indignada. Rose se levantó de las piernas de Emmett en ese momento, dispuesta a dar pelea.
—Oye, tú, perra, cómo te atreves a…— Empezó a insultar dispuesta a agarrar a la chica de los pelos, pero en ese momento llegó Edward, quien tomó a Tanya de un brazo. Se veía furioso.
—Tanya, ¿qué mierda te pasa?— Le dijo.
—Ed, yo…— Al menos lucía culpable. Perra. La mataría.
Edward se apretó el puente de la nariz con la mano libre y luego la soltó.
—Vete.
—Pero, Ed…
Él la miró, furioso.
—Vete, Tanya, ahora te alcanzo. Y ya no hagas nada estúpido.— Su tono de reprimenda era claro. Los ojos de ella se llenaron de lágrimas, pero asintió, cabizbaja ,y se fue. Edward volteó a verme, visiblemente culpable.
—Bella, yo… lo lamento. No tenía idea de que haría eso, estás en tu derecho de reportarla si quieres.
—Por supuesto que la vamos a reportar, ¡¿cómo se atreve?!— Rose dijo, exaltada. Alice y ella se pusieron a mi lado.
—Rose, cálmate— le dije—. No la voy a reportar, Edward. Pero por favor, vete.
—Bella…— Me miró culpable. Le di una sonrisa incómoda, que seguramente pareció más una mueca.
—Adiós.
Suspiró, resignado.
—Adiós, Bella.
Una vez que lo perdí de vista, me voltee hacía mis amigos.
—No creo que esto se arregle ni yendo al baño, ¿nos podemos ir ya?
Rosalie seguía hecha una furia.
—Bella, ¿qué mierda? Tienes que reportarla, ¡te arruinó el vestido!
—Sí, Bells, eso fue grosero. Está loca— Alice por primera vez estuvo de parte de Rose. Yo sólo negué con la cabeza, alzando la mano para detenerlas.
—No, no quiero hacer más revuelo ya, sólo me quiero ir.
—Sí, sólo pago y nos vamos.— Emmett finalmente dijo, asintiendo comprensivo, quitándose la chaqueta y dándomela para poder tapar mi vestido mojado.
Antes de salir del antro, vi a Edward. Sus ojos verdes se veían culpables y tristes, como si de verdad le hubiese importado. Y entonces supe que yo no había sido la única que había sentido esa intensa conexión. Le di una sonrisa como si nada hubiese pasado y pude ver su mirada sorprendida antes de salir del local.
Esa sucia perra me las pagaría.
Me encuentran en fb como Katia Natalia, link en bio jeje.
