¡Hola! No podía quedarme con las ganas de volver a participar en la semana de esta pareja que me tiene muy emocionada y de la cual tengo varías ideas.

Día 1: Primer encuentro

Aclaraciones: Universo alterno (Basado en un suceso canon) || Ambos tienen 12 años (no se sabe la edad de Loid) || Rated K+ || Romance-drama || Basado en un fanart|| SPOILERS del manga, si no estas al día, evitar leer.


Inevitable


Los rayos del sol se filtraban por lo las hojas de los altos árboles del bosque que rodeaba y entreconectaba ambas naciones vecinas. Las aves revoloteaban entre el follaje donde estaban sus nidos, entonando melodías complicadas pero delicadas. Sus manos rozaron los arbustos que estaban cercanos.

En cada paso que daba sus pies aplastaban las hojas que estaban en el suelo, el bosque estaba demasiado silencioso a pesar del canto de las aves, por lo que sus pies eran especialmente ruidosos a pesar de intentar ser más delicado. Se detuvo alzando el rostro al cielo, contemplando las aves pasar entre cada árbol y sintiendo envidia por esa libertad que gozaban sin darse cuenta.

Prosiguió su camino hasta que visualizó la edificación de madera que estaba oculta por la vegetación que había tomado dominio sobre ella, con las enredaderas en las paredes exteriores, como si ya fuera parte del bosque y no elaborada por la mano del hombre. Cualquier persona que pasara por ahí pasaría de largo sin darse cuenta, por la manera en que estaba oculta. Era necesario observar lo suficiente para poder notar la puerta entre las enredaderas.

Él lo había encontrado de casualidad, en una de sus expediciones en el bosque cuando sus amigos no estaban disponibles. Había sido el mejor descubrimiento luego de la bodega donde solía jugar con sus amigos, era todo un sitio alejado de todo el ruido de la ciudad y el peso que los padres podrían ejercer en ellos, un lugar donde podían escapar y no ser encontrados. Con esa idea en la cabeza había vuelto con sus amigos ese mismo día que la había encontrado, con la intención de decirles.. Sin embargo, cuando llegó a su lado, no pudo hacerlo.

Por alguna extraña razón él no pudo decirles, no había hallado la forma de hacerlo y al día siguiente cuando volvió ahí, entendió que no les había dicho porque de alguna forma quería que ese sitio fuera solo suyo. Un escape de su realidad, donde pudiera estar cuando su padre lo reprendía al contarle lo que quería. Él quería unirse al ejército y ayudar a Westalis a conseguir la paz que había estado buscando, a pesar de que no había una guerra a cuestas, aunque le pareció escuchar alguna vez a sus padres hablar de alguna inconformidad, lo había dejado pasar. Pero al mencionarlo, su padre siempre se enojaba y lo reprendía fuertemente, aún cuando jugaba con sus amigos sobre ser soldados en el campo de batalla.

Y ese día en particular era uno de esos donde quería estar solo, lejos de su padre y sus amigos que no entenderían su situación ya que sus padres no eran tan estrictos como el suyo. Uno de sus amigos le había regalado un casco militar de juguete para poder involucrarse más en su juego, debido a que él no tenía juguetes de ese estilo, su padre jamás se lo compraría. Cuando había vuelto a casa emocionado con el casco en las manos, su padre simplemente le había gritado, echándolo de la casa, con la advertencia de que no podría volver si conservaba dicho casco.

Él había salido corriendo, incapaz de regresar con su amigo a devolverlo. Se lo había dado de buena manera y él había estado muy agradecido. Devolverlo sería una grosería, además que no quería hacerlo. Por lo que había corrido hasta ahí, en búsqueda de un escape de las incesantes presiones de su padre, de aquel ambiente tenso cada que escuchaba la palabra guerra y de lo que su padre esperaba de él, ser un hombre de bien, con un traje elegante y una buena profesión. Algo que estaba fuera de lo que él quería aunque no estaba seguro, aún faltaba demasiado para poder decidir qué hacer con su vida.

Entró por la puerta, mirando el sitio lleno de polvo, con algunas aves anidando entre los muebles altos. Abrió la puerta y la ventana para dejar salir el calor del sitio. Cuando lo había encontrado lo había limpiado un poco, para despejar y permitir la entrada de luz, aunque cuando salía siempre volvía a poner las enredaderas en su sitio para que nadie más lo encontrara. Ese era su refugio a fin de cuentas. Se dejó caer en la entrada de la cabaña, mirando el casco militar en sus manos y tocando las orillas ¿porque eso estaba tan mal? ¿querer defender su nación, su hogar? Él quería proteger a los suyos ¿eso acaso era algo malo?

Su padre siempre estaba presionando, exigiendo y suponiendo que era lo mejor para él, pero lo que realmente él quería era un respiro y que su padre lo entendiera más, que no juzgara cada movimiento o pensamiento que hiciera...a veces deseaba que su padre desapareciera. Dejó salir un suspiro abatido por la presión que sentía junto con el estrés, dejaría el casco ahí, era lo mejor que podría hacer.

―¿Estás bien?

Él se sobresaltó al escuchar una voz en la quietud de ese sitio, levantando el rostro que momentos antes contemplaba el casco y encontrando a la responsable de que su corazón casi se saliera del susto. Enfrente de él había una niña con cabello negro y los ojos similares a un rubí viendolo con gran interes. Retrocedió en su sitio, viendo a la chica quedarse en su lugar y fijándose del vestido rosado que tenía y la diadema blanca que adornaba su cabello.

―¿Quién eres tú? ―Soltó nervioso al ser encontrado en ese sitio, que solo él conocía.― ¿Y qué es lo que haces aquí?

No recordaba su rostro del pueblo, él era muy bueno para recordar a alguien, tenía una buena memoria y agilidad mental que le costaban el título de comandante cuando jugaba con sus amigos.

―Yo... me perdí ―Soltó con una sonrisa, mientras se sentaba en el suelo de la cabaña. ―Y mientras caminaba me pareció ver este sitio, pasé de largo por aquí y cuando regresaba vi la puerta abierta ¿aquí vives?

Él negó con la cabeza, ya que esa era la realidad aunque no pensaba decirle mucho a alguien que no conocía sobre datos personales.

―¿Ese es tu casco? ―La niña apuntó el objeto que él sostenía.

―Si, es mio. ―No iba a devolverlo, solo lo dejaría ahí para usarlo cuando jugara con sus amigos.

―¡Luce increíble! Que tal si te lo pones ―La niña sonreía encantada enfrente suyo, animandolo con ademanes a hacerlo.

Por alguna extraña razón que no comprendía, él le siguió el juego a pesar de que no le había dicho quién era. Realmente él quería seguir usando ese casco a pesar de lo que su padre hubiera dicho. Tomó el casco entre sus manos y se lo puso en la cabeza.

―¡Te queda tan bien! ―Soltó un ruido entre sus labios.

La niña rebuscó en la pequeña bolsa que traía, extrayendo un espejo, se movió por el piso con ayuda de sus rodillas hasta acercarse al chico y extender su mano, permitiendo que se mirara. Él pudo ver su reflejo. A pesar de que había estado jugando con sus amigos toda la tarde no había podido ver como le quedaba el casco, pero se vio reflejado en ese pequeño espejo. Como su cabello rubio contrastaba con el casco verde, se veía valeroso, como todo un soldado.

Sonrió sin poder evitarlo, no sabía porque pero por alguna razón toda la ansiedad y aquella pesadez en su cuerpo se había esfumado. Se sentía tan ligero, como si nada fuera para tanto y que pudiera pasar por muchas cosas, hasta de su padre.

―Así te vez mejor. ―La niña apoyó su mentón en su palma, inclinando hacia la derecha la cabeza y sonriendo. ―No te veías bien cuando llegué, pero una sonrisa te queda mejor.

Él la miró sorprendido, con los labios entreabiertos y fascinado cuando una oleada de viento ingresó a la cabaña moviendo sus cabellos y su risa resonó como una melodía dulce y única.

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Loid abrió los ojos, parpadeando un par de veces mientras las imágenes de su sueño hacían eco en su mente. Había olvidado por completo aquel momento que había vivido en el bosque cerca de su pueblo, antes de que la guerra se desatara y la primera bomba cayera en su pueblo y matara a sus padres. En ese momento aquella situación tan efímera había sido demasiado importante.

Aquella niña había sido la primera y única persona que lo había apoyado abiertamente a seguir sus sueños de ser un soldado. Sus amigos siempre lo llamaban comandante pero era un simple juego o si de verdad alguno quería entrar al ejército, solo lo apoyarian a él para estar juntos. Esa niña había sido la pequeña luz cálida que necesitaba en ese momento y había sido tan importante en ese instante.

Tanto que los siguientes días que había ido, esperaba realmente volver a encontrarla, mirando la puerta cuando estaba ahí, esperando que entrara con la familiaridad que había usado el primer día. Pero Loid jamás la volvió a ver y hasta en algún momento pensó que lo había imaginado. Aunque después su mente fue ocupada por cosas más importantes, como la pérdida de sus padres y amigos y todo lo que conocía en su vida y la guerra a cuestas que parecía nunca detenerse. Y finalmente había llegado a WISE, donde tenía que lidiar con cosas importantes con el fin de terminar con esa discordia.

Por tantas cosas llenando su mente, fue que desechó aquel recuerdo pero ¿porque justo ahora volvía a recordarlo? Se movió en la cama, hasta colocarse de lado y una sonrisa escapó de sus labios al ver la figura femenina durmiendo a su lado. Yor Briar se veía tan encantadora aún durmiendo, sin saber como desde el inicio de esa misión hubiera resistido tanto a eso. Loid era más sincero consigo mismo en la actualidad, aceptando sus sentimientos por Yor y dejando de fingir que eran una familia, porque se había vuelto una realidad desde hace meses. Su hogar ahora era ahí, con Yor y Anya.

Levantó su mano, acariciando la espalda femenina desnuda y Yor se movió, girando el rostro hasta mirarlo pero seguía durmiendo. Loid sonrió ante el sueño pesado de su esposa y con sus dedos retiró los mechones oscuros de su rostro para mirar mejor la cara de su la Briar. Hasta que la imagen de la niña sonriendo de sus sueños retumbó de nuevo en su cabeza.

Entreabrió los labios considerando una idea ¿y si aquella niña en la cabaña del bosque...hubiera sido Yor? Era una improbabilidad al considerar que ambos eran de naciones contrarias, aunque el bosque las conectaba y si te adentrabas lo suficiente podrían cruzarse. Pero lo desechó, era una absurda e improbable coincidencia, una probabilidad de 0.01 de ocurrir, que se hubieran encontrado en su infancia y ahora estuvieran casados, ese tipo de cosas solo sucedían en películas.

Aunque aquel cabello negro y ojos carmesí...recorrió con sus dedos la espalda, hasta que la vio removerse en su sitio, despertar y sonreirle.

―Loid ―Su nombre sonaba tan bien cuando ella lo decía.

Él se inclinó besando su hombro y le sonrió, sabía que tenían que levantarse o Anya podría incendiar la cocina en un intento de hacer el desayuno.

―Te ves mejor bien sonriendo. ―Dijo una Yor adormilada, mientras se acercaba hasta él y se acurrucaba en su pecho.

Loid besó su frente y la rodeó con los brazos, queriendo que ese momento no se detuviera, esa era su vida.

El Forger sintió una especie de dejavu al escuchar eso, regresando a ese lugar en la cabaña, a ese preciso instante donde aquella niña le sonreía. Era totalmente imposible que Yor fuera aquella niña en el bosque que le había dado la esperanza que en ese momento necesitaba ¿no? Sería demasiada casualidad, una bastante fantasiosa, él no creía en las casualidades.

O tal vez el que estuvieran ahí, en ese momento juntos, era lo que inevitablemente sucedería.

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He decidido participar esta semana de nuevo, asi que cada día tendrán una historia independiente de esta pareja.

Esta historia esta basada en un fanart sobre un mundo alternativo donde ambos se conocieran antes, mucho antes de que todo sucediera. Estando destinados a encontrarse años despues como un matrimonio falso, no podía dejar esa idea fabulosa. Por lo que espero que lo disfrutaran.

Esta de más decir que estaré participando todos los días, por lo que tendrán actualizaciones de esta colección diarias.

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